- Fundación de Puebla
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La Fundación de Puebla que originalmente se llamó el pueblo de Los Ángeles, poco después Puebla de los Ángeles y actualmente la ciudad de Puebla de Zaragoza, se efectuó el año de 1531, en el marco de la conquista y colonización del Nuevo Mundo.
Después de la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521 y continuando el proceso de conquista y evangelización, se vio la necesidad de fundar un pueblo intermedio, entre el puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz y la nueva capital, para el creciente flujo de inmigrantes españoles que sin recursos y sin la esperanza de obtener encomiendas pudieran establecerse, al mismo tiempo que sirviera como sitio de descanso y curación para los pasajeros provenientes de Veracruz. Para cumplir con el propósito original de ser una colonia exclusiva de españoles, era necesario no despojar de sus tierras a ningún pueblo indígena.
Al mismo tiempo, el establecimiento se concibió como un experimento social utópico que trató de proteger a los indios del abuso de los conquistadores y de los nuevos colonizadores españoles, creando una comunidad igualitaria, que sin el apoyo de aquellos prosperaran y crearan riqueza a la colonia y a la corona, y en un sentido practico, asegurar las comunicaciones y el comercio entre México y la costa, así como para vigilar a una populosa región indígena en caso de una rebelión, sin embargo el experimento social finalmente se vio frustrado ante la imposiblidad de prescindir de la mano de obra indígena, para convertirse al poco tiempo, en una sociedad aristocratica y opuesta a los principios que la crearon.[1]
Contenido
Antecedentes
El nombrado obispo, el dominico Fray Julián Garcés arribó a la Nueva España en 1526 y escogió a Tlaxcala como su nueva sede episcopal, la encontró con una numerosa población indígena y escasa de españoles, y propusó que se estableciera en ella una comunidad hispana. La razón era que Cortés no había olvidado la alianza y cooperación de Tlaxcala en la conquista y en premio eximió su territorio de establecimientos españoles, esto fue una invitación para que hordas de oportunistas españoles irrumpieran a sus territorios y fuera de la ley abusaran de los indígenas para su beneficio. Garcés advirtió de las violaciónes a la ley y del temor por la seguridad de sus sacerdotes, además que el abuso a los indios era un mal ejemplo y estaba en completa contradicción con lo que el dominico pretendia para ellos: su conversión y educación cristiana. Garcés pensaba que una comunidad hispana formalmente establecida haría imperar la ley en su nueva diócesis y agregando discretamente que con ello beneficiaría a los ingresos reales y a los propios indios.[1]
Garcés no fue el único en advertir de estos problemas sino también los franciscanos encabezados en Tlaxcala por Motolinia quien advertia a los oidores que la misma situación privaba en toda la Nueva España, tal como lo escribió en su Historia:
...que hiciesen un pueblo de españoles, y que fuese gente que se diesen a labrar los campos y a cultivar la tierra a el modo y manera de España, porque la tierra había muy grande disposición y aparejo; y no que todos estuviesen esperando repartimiento de indios; y que se comenzarían pueblos en los cuales se recogerían muchos cristianos que al presente andaban ociosos y vagabundos; y que también los indios tomarían ejemplo y aprenderían a labrar y cultivar a el modo de España; y que teniendo los españoles heredades y en qué se ocupar, perderían la voluntad y gana que tenían de se volver a sus tierras, y cobrarían amor con la tierra en que se viesen con haciendas y granjerías; y que juntamente con esto, haciendo este principio, sucederían otros muchos bienes.[1]Tras el fracaso de la primera Audiencia, que por causa de las críticas a su mala administración impidio se llevaran a cabo los planes fundacionales, Garcés y los padres franciscanos continuaron con la petición dirigida a la corona, dice Hirschberg, que la escasa documentación disponible hace pensar que se decidió aprobar el establecimiento de la población como respuesta a la petición de Garcés, aunque el resultado no contaría con la aprobación del obispo.[1]
La segunda Audiencia compuesta de tres oidores y presidida por el licenciado Juan de Salmerón, llegó a México a finales de 1530 con instrucciones de instalar una población española en la provincia de Tlaxcala, pero sin tener claro la ubicación exacta, no obstante que la corona siguió las recomendaciones de Garcés de establecerla en la ciudad de Tlaxcala, al final dejó a la segunda Audiencia que practicara sus funciones discrecionales ordenando simplemente a sus representantes fundar en la provincia de Tlaxcala:
"un pueblo de cristianos españoles en el más conveniente y aparejado lugar que os pareciere"Lo cual llevó a efecto con la condición de no usurpar las tierras de los indios, Garcés se convirtió por algunos años en un acerrimo opositor del nuevo establecimiento, así mismo el procurador de Puebla ante la corte Bartolomé de Zárate en una relación de 1544, mencionaba que Puebla debió haberse fundado en la ciudad de Tlaxcala, o por lo menos dentro de sus límites pero que la Audiencia no lo hizo por las razones anteriores.
Para abril de 1531 la segunda Audiencia ya había definido que el lugar sería en el camino de Veracruz a México entre las ciudades de Tlaxcala y Cholula. A pesar de quedar lejos de estas poblaciones, se recurrieron a los pueblos vecinos para ayudar a los colonos en la construcción de sus casas y en la preparación de las tierras de cultivo. La Audiencia que conocía muy bien el carácter indolente de los conquistadores al decir que "no se abaten a ningún género de trabajo por lo mucho que creen que merecen y no estar hechos a ello", prefirieron enlistar al arquetipo del labrador español. A estos primeros pobladores se les dotó de lotes para cultivar y criar ganado. Así el experimento social parecia encauzarse a buen termino, sin embargo, la mano de obra indígena, aunque fuera eventual no significaba un comienzo prometedor para las intenciones de la Audiencia de crear una colonia ejemplar e independiente.
La fundación
Fueron los franciscanos los que según Torquemada eligieron a los primeros pobladores y quienes dispondrían la primera ayuda y servicios personales por parte de los indígenas. Los franciscanos, como dan fe documentos de la época, eran los guardianes de Cholula, Huejotzingo y Tlaxcala. La ayuda por parte de los franciscanos continuo todavía hasta 1532. Se cuentan con estimaciones en cuanto al número y descripción de aquellos primeros colonos. Motolinia hablaba de "no más de cuarenta" y de cincuenta. Fray Luis de Fuensalida, guardián franciscano de la Ciudad de México, en un informe enviado a la corona el 27 de marzo de 1531, pedía ayuda para los recién llegados por ser estos muy pobres "todos cristianos, labradores y granjeros".[1]
En cuanto al número de los indios que fueron traidos para construir las primeras casas, Motolinia menciona que llegaron con él entre siete u ocho mil y otros menos de Huejotzingo, Calpan, Tepeaca y Cholula. Sin embargo la Audiencia a unos días de la fundación rindió un informe diciendo que adjudicaría a cada colono entre diez y treinta trabajadores, admitiendo meses después, en otro informe, que se habían dado veinte. Hirschberg dice que esta discrepancia podría deberse a la rotación de los trabajadores de acuerdo a la carga de trabajo dentro del grupo, que era común en el época de la conquista.[1]
Llegado el 16 de abril, día de Santo Toribio de Astorga, Motolinia cuenta como testigo ocular, que supervisó la construcción de un altar y techado rústicos, procediendo a decir misa y a bendecir el lugar, luego de esto, se comenzaron a trazar los primeros solares y calles. Se encontraba presente en la ceremonia el colono Alonso Martín Partidor, que según Hirschberg, muchos historiadores dedujeron que había sido el encargado del deslinde o "partición" de los solares, pero que probablemente partidor provendría de su madre Isabel Rodríguez Partidora.[1]
Tanto el Clero en Motolinia, como las autoridades virreinales en Salmerón tuvieron sus representaciones para el día de la fundación, pero no pudiendo Salmerón asistir por causa de haber caído enfermo, la audiencia ordenó al corregidor de Tlaxcala Hernando de Saavedra "hombre de buen entendimiento y experiencia",[3] que repartiera los solares y vigilara el trabajo de los indios, de los cuales, la Audiencia se responsabilizó del costo de su alimentación, liberando a Saavedra y otros encomenderos de esta responsabilidad.[3] [1]
El licenciado Salmerón, una vez restablecido en salud y resuelto sus asuntos,[3] arribó a Puebla alrededor del 18 de mayo para nombrar cabildo y dar las primeras ordenanzas, con lo cual dio al establecimiento su carácter municipal.[1] Ordenó también que el camino de Veracruz a México pasara obligadamente por Puebla asegurando con esto un constante tránsito de viajeros.[1]
Sin embargo, desde el momento mismo de la fundación se presentaron los problemas. Motolinia sin mencionar las causas, alude a las quejas de los indios de Totimehuacan. Los españoles por su parte, a sabiendas que el establecimiento funcionaria sin encomiendas, esperaban un cambio de actitud de los planificadores, como se desprende de un informe dado en 1534 por don Luis de Castilla. A resultas de la desilusión, Castilla encontró una población diezmada por las deserciones. Ya desde el principio Salmerón se dio cuenta de esta actitud y tuvo que convencer a la gente que no abandonara la colonia.[1]
No obstante que las inconformidades amenazaban la existencia del establecimiento, a finales del verano la Audiencia informaba de la construcción de cincuenta casas, del hospital y de la adjudicación de nuevas tierras de labranza, las cuales comenzaban a cultivarse. Así mismo se informaba que los moradores tenían armas para su defensa y se controlaba la inmigración de otros pueblos. Los franciscanos, por su parte, expresaban que los colonos eran cristianos modelo, como el mismo Salmerón lo confirmó después de haberlos descrito como "perdidos y holgazanes".[1]
Es posible que la Audiencia exagerara en sus apreciaciones, pero para agosto de 1531 el establecimiento ya era una firme realidad para la satisfacción de su presidente, el licenciado Salmerón, quien criticaba al español codicioso representado por los conquistadores encomenderos en especial los de la ciudad de México de quienes decia:
"los que en esta tierra viven apasionados de la codicia...." "...la codicia desordenada y gran holgazanería de los conquistadores, porque los que tienen repartimiento de indios se aprovechan y sirven dellos sin les dar industria de vida política y concertada, de donde podría redundar provecho para los que sirven y para los que son servidos, e los que no tienen repartimientos vienen a pedir que les den de comer y en que se sostengan, que se los debe el rey, y que mueren de hambre...; e con algunos...me ha acaecido decirles que un hombre de su dispusición debería aplicarse a trabajar... E su respuesta es con soltura e ira habiendo trabajado en la conquista de acá y en la de acullá..."[1]Salmerón trató de convencer a la Audiencia de la amenaza que representaba Puebla para los encomenderos, pues planteaba una nueva forma de repartimiento opuesta a la división de todos los indios del Nuevo Mundo entre todos los españoles. Así mismo, se protegió a la colonia de su intromisión negandoles permiso de vivir ahí. Sin embargo. Salmerón admitió que había permitido en Puebla a cinco o a seis de ellos, como una concesión extraordinaria.[1]
Salmerón además tomó otras medidas para cambiar el carácter legal del establecimiento, tanto para el logro del éxito del experimento social como aquellas encaminadas a aplacar a los pobladores insatisfechos. Solicitó al rey le concediera a la colonia el título de ciudad para aumentar su prestigio y con el mismo fin solicitó la traslación de la sede episcopal de Tlaxcala a la nueva población. El favor real significaría el aval a un nuevo sistema opuesto a la encomienda y para Puebla un atractivo más para los nuevos pobladores.[1]
En aras de asegurar el éxito de la colonia Salmerón cedió irrecusablemente a solicitar favores que comprometían los principios más idealistas del experimento poblano. Salmerón que criticó la codicia y holgazanería fomentada por el sistema de encomiendas, solicitó que por unos años se le otorgara a Puebla el pueblo de Totimehuacan como encomienda municipal para el servicio de sus obras públicas y que fuera eximida a perpetuidad del pago de la alcabala.[1]
Todos los planes y esperanzas de Salmerón, de los colonos y de los sacerdotes franciscanos fueron drasticamente interrumpidos por una repentina y fulminante temporada de aguaceros que no solo imposibilitó el avance de las obras sino que arrasó literalmente con lo construido, debido a que las casas se habían hecho de adobe y paja. La población fue entonces abandonada permaneciendo solo los frailes franciscanos. Al observar que la cuesta del terreno del lado poniente del río era más propicia para el desagüe de las lluvias, los que se quedaron se reinstalaron en ese lugar, que corresponde a la actual Plaza Mayor llamado zócalo de Puebla. Motolinia en sus apuntes menciona que Puebla "fue tan desfavorecida que estuvo para despoblarse".[1] Una vez reinstalados, con los pocos que quedaron, Puebla estaba lista para una segunda fundación.
Puebla vuelve a fundarse
Veytia se basó, sin fundamento histórico, en la tradición de celebrar la fecha de la refundación de Puebla el 29 de septiembre de 1531, día de San Miguel, que provino de que se eligiera al santo patrono de los Ángeles, como patrono de la Puebla de los Ángeles. Sin embargo, los archivos municipales señalan claramente que Salmerón discutió con los franciscanos hacia el 18 de noviembre de 1532, "el asiento y sitio que ha de tener" la colonia después de las inundaciones, pues cuando el oidor visitó el lugar no quedaba nada de las anteriores casas pero tampoco se habían construido ninguna.[1]
El hecho de que no halla registros municipales entre la época de las inundaciones y el nuevo establecimiento hacen suponer a los historiadores que Puebla fue practicamenta abandonada y que fue una ciudad solo de nombre. Solo un documento de la Audiencia dirigida a las poblaciones de Nueva España fechado el 14 de junio de 1532 hace suponer de una existencia precaria del establecimiento.[1]
Hay señales, por un informe de los oidores en noviembre de 1532, de que la corona estaba enterada de la inundación, "la población de la ciudad de los Ángeles procura con insistencia su conservación como vuestra majestad lo manda".[1]
Es de remarcar que los oidores en su informe se refirieran a "la ciudad de los Ángeles" adelantándose a la céduala real, que si bien había sido fechada el 20 de marzo de 1532, no llegó a Puebla sino hasta febrero de 1533, lo cual indica que la cédual había llegado a la Nueva España un poco antes.[1]
Otro dato que hace suponer que no desaparecio del todo la colonia es que de los veinte colonos que se sabe habían residido antes de 1531, doce estuvieron presentes en la segunda fundación de 1532.[1]
Salmerón regresó a Puebla en noviembre de 1532, con instrucciones de seleccionar un nuevo lugar, repartir predios, decidir sobre la construccion de los edificios públicos, organizar la mano de obra de los indios y construir posadas a lo largo de la nueva ruta, mismas que se cumplieron en el mismo mes. Se le concedió a Puebla la explotación de una parte del Valle de Atlixco, en respuesta a una queja de los colonos diciendo que la nueva ubicación estaba en "tierra fría", es decir, no apropiada para la agricultura. Más aún, Salmerón y Fray Jacobo de Testera, guardían de Huejotzingo otorgaron a cada colono una o dos caballerías de tierra, derechos de residencia en Nueva España, y condición marital, dando pasos hacia una comunidad aún más jerarquizada. Debido a que esto implicaba arrebatar las tierras a los indios, estaba en completa contradicción con el principio original de la fundación.[1] Aunque el establecimiento aún conservaba su carácter de experimento social por el hecho de que la mayor parte de los colonos no tenían indios encomendados, se había iniciado ya una lenta pero progresiva estratificación social contraria a las aspiraciones de la corona y el clero.
Salmerón después de visitar Puebla rindió un informe fechado el 9 de febrero en México. El documento demuestra un cambio de opinión al hablar positivamente de los conquistadores y encomenderos que lentamente engrosaban el establecimiento:
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“Los vecinos que allí (en Puebla) han poblado hasta agora han seydo pocos, como paresce por la descreision, e no sacados desta ciudad (México) porque sólo uno que tenía en esta ciudad un mesón es vecino de la Puebla. Los demás no tenían casas aquí ni en otra parte, e algunos dellos son conquistadores que andavan envueltos con indias vagando por la tierra, homes de poca suerte e pobres, e se han recogido allí e casado, e hacen vida de cristianos; e otros son conquistadores viejos e casados con mujeres de la tierra, e pobres; e otros son conquitadores e pobladores casados con mujeres de esos reinos; e algunos solteros e se quieren casar; e todos se aplican a se sostener con la ayuda que les hacen los indios. E con su industria e travaxo tienen granjerías de labranza e ganados, e tienen dónde poner viñas en tierra templada e conviniente para ellas, e todos tienen grand deseo de se dar a esto, e procuran plantas para poner por todas las vías que pueden. E no ha seydo pequeña buena obra remediar a estos conquistadores que lo trabaxaron en la tierra e pasaban muncha necesidad. Agora toman allí vecindad algunos que tienen repartimientos cercanos, porque los unos se abriguen con los otros o porque por indios resciban grand pruecho de servir cerca de sus casas.”
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Además de la ayuda indígena recibida el primer año de la fundación, esta se renovó en diciembre de 1532, llegando cientos de ellos provenientes de Tlaxcala y Cholula para el servicio de los cultivos y la construccion. Los colonos españoles y su familias, que sumaban unas treinta y tres en aquel 1532 recibieron de cuarenta a cincuenta trabajadores, suma alta para un pequeño encomendero. (Véase la placa de los nombres de los primeros vecinos de Puebla en este artículo).
Salmerón, quien hacia visitas regulares a Puebla, trajo al comenzar el año de 1533 la merced real que elevaba a Puebla a la categoría de ciudad. Con esta nueva cualidad se permitía el aumento en el número de sus representantes municipales lo que provocó que muchos de los vecinos comenzaran a solicitar la compra de cargos municipales dando pasos hacia una oligarquía municipal y al mismo tiempo un revés para los propósitos originales de la fundación. Es significativo que Salmerón ya no condenara estas iniciativas de los poblanos adversas a aquellos planes y solo recomendó que la audiencia y no la corona nombrara a lo nuevos miembros del cabildo.
A pesar del estatuo, la Audiencia mantuvo el control de la colonia enviando el 17 de marzo de 1533 a un corregidor para Puebla, Tlaxcala y Cholula: Hernando de Elgueta, quien presidiría las reuniones de cabildo y vigilaría el servicio de los indios, en ausencia de Salmerón. Además la Audiencia se reservaba el derecho de otorgar concesiones de tierras, y redactar las ordenanzas municipales. Comparativamente con otras ciudades coloniales y peninsulares, Puebla aún carecía de la soberanía que le permitiera autogobernarse.
El relativo exito alcanzado por la colonia incentivó a defenderla de sus críticos que no reconocían a Puebla como nueva ciudad y bastión. El mismo Salmerón en febrero de 1533 calificaba de "atrosos españoles" a quienes se negaban a aceptar la importancia de Puebla como nuevo y próspero centro colonial. Estos ataques provenían del cabildo de la ciudad de México y de respetados e influyentes hombres de la Nueva España, quienes criticaron abiertamente la posibilidad de subsitencia de un experimento colonial sin la ayuda indígena.
...dicen algunos frailes que los españoles pueden vivir en estas partes como viven en Castilla, e con poca ayuda de indios, diciendo ser esta tierra fértil, e compáranlo a los que se van a la Puebla de los Ángeles. Están engañados, porque no quieren mirar el yerro ques notorio. Los que van a la Puebla de los Ángeles e se contentan con los indios que se les da son tales que aún no (se) les havia de dar, e de tal gente no se deve hacer caso para poblar ni otra cosa.Era cierto que los españoles de Puebla se contentaban con una fracción de encomienda pues eran gente humilde y que por sus propios méritos no merecian una, tal como los calificaba el cabildo de México:
Por la desorden del poblar no ha havido nadie de calidad...Aunado a esto, el cabildo deploraba que los poblanos explotaran y abusaran de los únicos indios que habían ayudado a Cortés y a España durante la conquista: los nobles tlaxcaltecas. El buen exito de la colonia era nocivo para la tranquilidad de la capital al ser aquella un polo de atracción de nuevos pobladores tanto españoles como indios.
El cabildo de México fue más claro en la petición de julio de 1533, al expresar su deseo de suprimir el experimento colonial, así como el definitivo repartimiento de encomiendas a todos los españoles ilutres. Por su parte la Audiencia negaba tales afirmaciónes diciendo que la raíz de la preocupación era que Puebla ponia en riesgo la existencia de la encomienda, y que la emigración de la capital hacia Puebla era más bien atribuible al hallazgo de minas de plata cerca de esta última, por lo cual, los permisos para mudarse por este motivo debían ser rechazados.
La ciudad de México fue más allá al enviar al prominente encomendero don Luis de Castilla ante el Consejo de Indias para desaconsejar sobre el experimento social de Puebla, aduciendo que los indios de la colonia estaban siendo abusados, además de que los mismos poblanos mostraban estar insatisfechos con su situación, por lo cual recomendaba que se diera fin a la fundación de colonias españolas y si al establecimiento de más monasterios.
La utopía social llega a su fin
La inclinación a favorecer a los encomenderos y conquistadores por parte de la sociedad poblana ya eran muy marcados para 1534. A medida que los sentimientos idealistas originales de los fundadores se disolvian para dar paso a una sociedad más parecida al patrón normal de las demás colonias, aumentaba la oposición colonial al experimento poblano. En respuesta a los informes que prestó Luis de Castilla ante el Consejo de Indias, Puebla hizo lo propio enviando al licenciado Juan de Salmerón para rendir un informe en el que daba respuesta a los cargos de la Ciudad de México, reiterando que los poblanos eran buenos cristianos viviendo de sus "haciendas e granjerías, lo cual es muy diferente de lo que en otros pueblos de esta Nueva España se hace". De tal forma que solicitaban la ayuda de más mano de obra indígena y rechazaban la idea de que representaran una amenaza para el despoblamiento de las demás colonias ya que la Audiencia había prohibido la emigración.
Al informe se añadía una lista de vecinos varones y su actuación en la conquista, con especificación de poseciones fueran estas encomiendas o corregimientos o aquellos que tuvieren tierras en Atlixco, así como la extención general de estas. Una lista de sus esposas, sus razas y su residencia o no residencia.
Puebla contaba el 20 de abril de 1534 con 50 cabezas de familia adicionales de las treinta que había un año y medio antes al momento de la segunda fundación. Se tienen algunos datos de sus pobladores que dan una idea de la situación del progreso del establecimiento del que sus planificadores estaban satisfechos:
- 13 cabezas de familia tenían calidad de residentes
- 35 eran de conquistadores.
- 18 de los conquistadores, incluyendo siete de los once miembros del cabildo eran encomenderos.
- 9 de los miembros del cabildo tenían corregimientos.
- 17 habían importado de España vides, manzanos, olivos, naranjos e higueras para los campos de Atlixco.
- La población contaba con un "molino de pan moler" y otro en construcción.
- Había un hospital para los viajeros y los españoles de la zona.
- Puebla comenzaba a ser un centro comercial.
Con esta información Salmerón repitió a la corona la importancia de eximir a la ciudad de impuestos y solicitó nuevas mercedes como a las que toda ciudad española tenía derecho: armas municipales, jurisdicción sobre determinados asuntos, derecho de nombrar a funcionarios municipales, que ya tenía; un fiel ejecutor y un alguacil mayor. Además de estas prerrogativas con las que toda ciudad española contaba, Puebla pedía se le otorgara en concesión más tierras en Atlixco, mano de obra indígena para la construcción del hospital, cuatro ventas con el fin de aumentar su ingreso municipal y menos intromisión del corregidor o de la audiencia sobre los asuntos del cabildo. Salmerón además pedía que la audiencia residiera en Puebla temporalmente. En respuesta a todas estas concesiónes Salmerón prometía que la ciudad se convertiría en "la mejor y más principal ciudad desta Nueva España".
Con estas pretenciones Puebla no solo reclamaba privilegios de ciudad sino de capital virreinal y abandonaba su pretención de servir de eqilibrio en medio de una colonia de conquistadores y encomenderos, adquiriendo sus propios defectos. La misma situación especial con que inició el experimento social volvió propensa a la colonia a pedir favores especiales a una corona deseosa por que el experimento sobreviviéra aún acosta de los principios que la crearon. Los colonos fracasaron en demostrar su independencia de la mano de obra indígena y por el contrario se volvieron dependientes de ella y más aún, la reclamaron. Pidieron más tierras que necesariamente usurpaban los derechos de los indios y más poblanos se volvía corregidores y encomenderos estratificando aún más a la comunidad fincando las bases para una futura aristocracia.
El año de 1534 significa el fin del periodo fundacional de Puebla pero al mismo tiempo el fin del experimento social. Salmerón regreso a la Nueva España y con esto la colonia adquirió menos tutelaje de la corona.
El proyecto de ciudad
Véase también: Ciudad planificadaLa traza de la nueva ciudad tuvo la influencia del nuevo espíritu del Renacimiento, por lo que sus fundadores optaron por un patrón de asentamiento rectangular, que si bien no era nuevo si era poco común. El terreno, llano y libre de poblaciones indias, era propicio para planificar un asentamiento conforme al nuevo individualismo renacentista que otorgaba mayores y planificados espacios. Se decidió por una traza regular que partia de una plaza mayor o de armas, delimitada por las sede de los poderes civil y eclesiástico, a imitación de las ciudades españolas.
Al paralelogramo rectangulo de la plaza mayor se le dio 250 varas de largo corriendo de oriente a poniente y 128 de norte a sur, es decir 210 por 107 metros, que sirvió como medida para las demás manzanas formando así un emparrillado reticular.
Partiendo de la plaza, se trazaron un número de 295 manzanas a su alrededor destinandolas para casas habitación y 125 para huertas, quintas y sembradíos. Las manzanas proyectadas para la siembra se les designaron 400 varas de oriente a poniente y cien varas de norte a sur, tamaño apropiado para la siembra y la cria de animales, principalmente cerdos, incluyendo huertas y establos.
Trazadas las manzanas, se llevó a cabo el repartimiento de los solares. El espíritu humanista del renacimiento de los fundadores influyó para repartir con prodigalidad a las cabezas familiares, quedando divididas las manzanas en ocho solares por cada una, es decir más de 2000 m2 por familia.
La ciudad además presentaba deliberadamente, una orientación de 24° hacia el oeste en relación al norte, con el fin de proteger sus aceras y calles de los rayos directos del sol, así como para bifurcar los vientos dominantes del norte que descienden de la Maliche durante la época de invierno.
En otros segmentos de la ciudad se proyectaron plazas menores, que servirían para cerrar edificios de otra índole a la habitacional. Así se crearon las plazuelas de San Luis, para leña y carbón; la de San Antonio, más cercana a los indios de la Resurrección y Canoa; la de San José, arbolada; la de los Carros, como estación para los carruajes; la de San Roque; los Sapos, donde abundaban estos batrácios; las plazuelas del Carmen, de San Agustín; la de Nuestra Señora de Guadalupe y la pequeña plazuela de la Compañía.
Controversias
Sobre los fundadores originales
Es Garcés, según el imaginario popular relatado por Bermúdez de Castro y Veytia, quien después de tener un sueño en el que los ángeles le indican un hermoso y exuberante lugar con tierra fértil, agua abundante y clima saludable, al día siguiente conduce a los franciscanos al lugar de lo que sería la ciudad de Puebla. Aunque deba darse el crédito al obispo Garcés de ser el primer propulsor de la idea, dado que fue intercesor de la fundación desde muy temprano, su posterior oposición hace verosimil la versión de Vetancourt en cuanto a que fue Motolinia y sus franciscanos quienes escogieron el lugar de la fundación. El mismo Motolinia, en su dispersa e incompleta obra, se describe a si mismo participando protagonicamente, en las ceremonias de fundación y en los primeros días de vida de la población, esto aunado al hecho de que los franciscanos tenían un mejor conocimiento, que el de Garcés, de aquellos parajes, al ser guardianes de Tlaxcala, Cholula, Tepeaca y Huejotzingo.[1]
Sobre el lugar de la fundación
Existen dos informaciones contradictorias, una de Diego Bermúdez de Castro que dice que Puebla se estableció en un lugar donde ya existiá una venta regenteada por dos españoles, Esteban de Zamora y su pariente Pedro Jaimes, en el camino de México a Veracruz, sin embargo, en un informe de la Audiencia señala que el lugar elegido estaba apartado del camino principal, unas cinco o seis leguas, que después fue desviado para que pasara por Puebla, fuera de Bermúdez de Castro ninguna documentación menciona ni a los españoles ni a su venta.[1]
Según documentos de Torquemada, Herrera y recogidos por investigadores posteriores, Puebla se fundó en un paraje solitario, antiguamente ocupado por un establecimiento indígena, llamado Cuetlaxcohuapan "lugar donde se lavan entrañas" o "tierra de serpientes". Sin embargo, aunque se confirma el nombre con anales mexicanos, en ningún otro documento es posible confirmar que hubiese existido una población con ese título.[1]
Otro documento lo constituye un informe que fue enviado el 13 de agosto de 1531 por el licenciado Juan Salmerón a la corona. Juan Salmerón quien era oidor, presidente de la Segunda Audiencia y encargado de la fundación de Puebla menciona que había escogido un lugar a una legua al norte de Totumiacan (Totimehuacan), lugar donde había existido una importante población indígena destruida 60 años atrás por los Tepeaca. Unos habían huído a Tlaxcala y un reducido grupo permeneció en el área que en 1531 contaba sólo con unas cincuenta o sesenta familias, al llegar los fundadores españoles aquellos protestaron por la cercanía a su pueblo reclamando sus antiguos derechos de tres o cuatro leguas, antes de la derrota ante los Tepeaca. Sin embargo, aunque Salmerón no explicó como se resolvió ese conflicto, menciona a Alonso Galeote, quien fuera encomendero de aquellas familias y que posteriormente se convirtió en vecino de Puebla y miembro de su cabildo en 1533, hecho que se corrobora en otros documentos.[1]
Basándose en los testimonios de Fray Juan de Zumarraga y del licenciado Juan de Salmerón, la fundación de la primera ciudad se ubicaría entre el cerro de Guadalupe, llamado entonces cerro de Belén, zona actual de los fuertes de Loreto y Guadalupe, y la población de San Francisco Totimehuacán.[7] Salmerón la ubica a 4 km al norte de aquella población, con lo cual resulta que la fundación de la primera ciudad ocurrió al sudeste de la actual Plaza mayor o zócalo, pero se desconoce el sitio exacto. El autor contemporáneo Hugo Leicht llega a la misma conclusión de Zumarraga y Salmerón. Veytia por su parte la ubica un poco más al norte, en las faldas del cerro de Guadalupe, es decir, en la margen oriental del río San Francisco, al norte de la iglesia y monasterio del mismo nombre. Veytia se basa en que los primeros pobladores construyeron sus casa alrededor de este edificio.[1]
Sobre el nombre
De acuerdo a Cerón Zapata la Puebla, (lugar donde se puebla o acto de poblar), fue llamada así por sus fundadores en un periodo indefinitorio, quizá derivaría de las "cartas de Puebla" concedidas por la corona para la fundación de las nuevas ciudades, Hugo Leicht sugirió que Puebla provendría de Juan de la Puebla, el franciscano español fundador de los minoritas, primeros misioneros de la Nueva España.[1]
Por otra parte, algunos historiadores vieron en el sueño de Garcés el origen del nombre de "Los Ángeles. Sin embargo, el nombre que fue dado muy pronto a la ciudad, probablemente se atribuya a los misioneros franciscanos quienes tenían gran devoción a los santos Ángeles, como lo demuestra la porciúncula del primer convento que fundó San Francisco de Asís, la cual estaba consagrada a Nuestra Señora de los Ángeles. Así también el ministro general de la orden franciscana que envió a los doce misioneros a la Nueva España se llamaba fray Francisco de los Ángeles o el convento en que los reunió en 1523, antes de su salida se llamaba Santa María de los Ángeles.[1] De tal forma que los mismos franciscanos pidieron a la reina le concediera al establecimiento el título formal de Ciudad de los Ángeles, sin embargo, sus habitantes siguieron llamándola afectuosamente Puebla, no obstante las prohibiciones y amonestaciones del ayuntamiento que llegó a multar a quienes insistieran en tal nombre.
Sobre la fecha
En la década de 1930, al cumplirse los 400 años de la fundación de Puebla, los historiadores y estudiosos se trenzaron en un agrio debate sobre la fecha exacta de la fundación. La polémica se centró en dos fechas: el 16 de abril, día de Santo Toribio de Astorga, domingo de Pascua de resurrección, cuando Fray Toribio de Benavente (Motolinia), celebró o estuvo presente en la primera misa, y el 29 de septiembre, día consagrado a San Miguel Arcángel, cuando fue comunicado a los oidores, de la cédula que legalizaba la fundación de la ciudad, ambos de 1531. El fondo de la discusión era en realidad, la de una definición. El comité organizador se decidió por la fecha del 16 de abril y destacó la importancia del licenciado Juan Salmerón como el gran promotor y realizador de la obra fundacional. Sin embargo, la fundación abarcó un largo periodo de planificación, intentos fallidos y esfuerzos renovados, entre 1530 y 1534, periodo en el que Puebla fue proyectada, discutida, establecida, destruida y restablecida hasta que finalmente alcanzó la plena condición municipal, no sin el acuerdo pleno de sus fundadores y colonos y la continua amenaza de los desastres naturales.[1]
El Escudo de Armas de Puebla
Por mediación y empeño del Procurador de Puebla en España, Gonzalo Díaz de Vargas, uno de los fundadores y su alguacil mayor, Carlos V y su madre, la reina Juana, concedieron a la Ciudad un escudo de armas por cédula real fechada en Valladolid el 20 de julio de 1538.[3] [5]
El escudo representa "una ciudad con cinco torres de oro asentada sobre un campo verde, y dos ángeles, uno de cada parte, vestidos de blanco, realzados de púrpura y oro, asidos a la dicha ciudad, y encima de la dicha ciudad a la mano derecha una letra como esta K y a la parte izquierda otra letra como esta V, y que quieren decir dichas letras Karlos Quinto. En las dichas 2 letras han de ser de oro, y en la parte baja de la dicha ciudad, un río de agua en campo celeste y una orla en torno de dicho escudo, unas letras en campo colorado que digan: Angelis suis Deus mandavit de te ut custodiant te in ómnibus viis tuis" (Salmo 90, versículo 11; en castellano Dios ordenó a sus ángeles, que te guarden en todos tus caminos).[3] [5]Referencias
- ↑ a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w x y z aa ab ac ad Julia Hirschberg. «La Fundación de Puebla de los Ángeles. Mito y realidad». Consultado el 22 de septiembre de 2010.
- ↑ Este monumento estaba en la Avenida de la Paz y la calle 15 Sur cuando se estrenó el 8 de mayo de 1935.
- ↑ a b c d e f g h Leicht, Hugo. Las Calles de Puebla. «Véase en Portal Hidalgo, Avenida del Ayuntamiento 1, pp. 317-338»
- ↑ Cédula de Medina del Campo, del 20 de marzo de 1532. :"La Reyna.
- por quanto los nuestros oydores de la nuestra abdiencia y chancillerya Real de la nueba spaña han poblado de xpianos (christianos) spañoles vn pueblo que se dize la puebla de los angeles que es entre chelula y taxcala. por ende por la voluntad que el Emperador mi señor y yo tenemos que el dicho pueblo se ennoblezca y augmente. y otros se anymen a biuyi en el. es nuestra merced y voluntad que de aquy adelante se llamae e yntitule Cibdad de los angeles. Y mandamos que al presente biuen en la dicha cibdad, y los que de aqui adelante fueren a biuyr a ella. No pagen alcauala ny pecho. por termyno de treynta años primeros siguyentes que corran y se cuenten desde el dia de la fecha desta my cedula en adelante.
- Yo la Reyna.
- Por mandado de su magestat.
- Joan de Samano."
- ↑ a b c Palou Pérez, Pedro Ángel. La Fundación de la Ciudad de Puebla.
- ↑ «www.fotosdepuebla.org». Consultado el 9 de abril de 2011.
- ↑ sin nombre de autor. «Fundación e historia de Puebla». Consultado el 14 de octubre de 2010.
Bibliografía
- Palou Pérez, Pedro Ángel. Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. ed. La Fundación de la Ciudad de Puebla. ISBN no tiene.
- Leicht, Hugo (1992). Junta de Mejoramiento, Cívico y Material del Municipio de Puebla. ed. Las Calles de Puebla (5 edición). pp. 539. ISBN no tiene. http://books.google.com.mx/books?id=E89oAAAAMAAJ&q=Hugo+leicht&dq=Hugo+leicht&hl=es&ei=VxCQTKL8Go788wS4vJHGDg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCcQ6AEwAA. Consultado el 15 de septiembre de 2010. «Edición conmemorativa del V centenario»
- Julia Hirschberg. «La Fundación de Puebla de los Ángeles. Mito y realidad». Consultado el 15 de septiembre de 2010.
- Merlo, Eduardo (1994). H. Ayuntamiento Municipal de Puebla. ed. El Palacio Municipal de Puebla (2a edición).
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