Locura (derecho inglés)

Locura (derecho inglés)
A Rake's Progress de William Hogarth, representando el hospital psiquiátrico Bethlem Hospital.

La locura en la ley inglesa es una defensa de cargos criminales basada en la idea de que el acusado era incapaz de entender lo que estaba haciendo o que era incapaz de comprender que lo que estaba haciendo, estaba mal. La defensa viene en dos formas; cuando el acusado afirma que estaba fuera de quicio al momento del crimen, y cuando el acusado afirma que se encuentra fuera de quicio al momento del juicio. En la primera forma el acusado debe demostrar que sufría o sufre de alguna enfermedad que afecta el funcionamiento de la mente, lo cual lo llevó a un defecto de la razón que le impedía comprender lo que estaba haciendo o que no sabía que lo que hacía, estaba mal. En la segunda forma la prueba es demostrar si el acusado es capaz de diferenciar entre los veredictos de "culpable" o "inocente" y reconoce los cargos a los que se enfrenta. Si tiene éxito, es probable que sea detenido bajo el Procedimiento Penal (Locura) de 1964, aunque los jueces tienen un amplio margen de apreciación en cuanto a qué hacer.

El uso de la "locura" como concepto se remonta a 1324 y su aplicación penal se utilizó hasta finales del siglo XVI en una forma casi idéntica. Si la defensa resultaba éxitosa, al acusado le podía ser permitido regresar a su casa o ser encarcelado hasta recibir el perdón del rey. Después de 1542, un acusado que se volviese loco antes del juicio no podía ser juzgado por ningún delito, incluso por el delito de alta traición. Durante el siglo XVIII las pruebas para determinar la locura se convirtieron extremadamente estrechas, los acusados tenían ​​la obligación de probar que no podían distinguir entre el bien y el mal y que además sufría de una enfermedad mental que lo hacía incapaz de comprender las consecuencias de sus acciones. La actual redacción proviene de las Reglas M'Naghten, basadas en el juicio legal de Daniel M'Naghten en 1843.

La defensa de la locura ha sido objeto de fuertes críticas, particularmente del Comité Butler, que afirma que la norma se: «basa en un concepto muy limitado de la naturaleza del trastorno mental», destacando: «el lenguaje pasado de moda, de las Reglas M'Naghten, que da lugar a problemas de interpretación y que las normas se basan en la creencia obsoleta en el papel preeminente de la razón en el control de la conducta social... [las reglas] por lo tanto no son una prueba satisfactoria de la responsabilidad criminal».[1] El comité propuso reformas a la ley en 1975, seguido por un proyecto de ley de la Comisión de Derecho en 1989, hasta el momento, estos dos proyectos han sido ignorados por los respectivos gobiernos.

Contenido

Historia

Jorge III, quien James Hadfield intentó fallidamente asesinar.[2]

La idea de locura en las leyes inglesas datan de 1324, cuando el Estatuto de Prerrogativa Regia (en inglés Statute de Praerogativa Regis) le permitió al rey usurpar los bienes a los "idiotas" y "lunáticos", la antigua ley usaba varias palabras, incluidas: "idiota", "tonto" y "borracho" para referirse a ellos que eran aquejados por la locura desde el nacimiento,[3] y "lunático" para aquellos afectados por la locura después del nacimiento o que estaban locos y tenían momentos de lucidez.[4] En la ley criminal, la locura era utilizada como una defensa idéntica desde ese punto hasta finales del siglo XVI; si un loco cometia un crimen, no recibía el mismo castigo que un "cuerdo" que cometia el mismo crimen. Por severas razones; primero, porque el castigo dado a los criminales no tendría el mismo efecto en un loco. Segundo, porque los crímenes graves requieren de mens rea, una persona con locura no sería culpable puesto que no cuenta con la capacidad de mens rea. Tercero, la frase furiosus solo fitrere punitur es decir un: «lunático es castigado por su propia locura».[5]

En muchos caso el acusado era regresado a su casa; en otros, era llevado a prisión hasta que el rey decidía perdonarlo, un loco que es aquejado por la locura antes del juicio, no podía ser ejecutado, ni (después de 1542) acusársele por delitos, incluyendo el de alta traición.[6] Entonces fue establecido que alguien encontrado inocente por locura debía ser puesto en libertad inmediatamente (hasta principios del siglo XIX), lo cual era prácticamente todo lo que se podía hacer, aunque el Acta de Vagancia de 1714 permitía a dos jueces de paz confinar a un lunático peligroso, la prueba de locura era extremadamente estrecha; los acusados tenían que probar que eran incapaces de diferenciar entre el bien y el mal, siguiendo el caso de John Firth en 1790, que sufría de una enfermedad mental que lo hacía incapaz de: «formar un juicio sobre las consecuencias de sus acciones».[7]

El caso de James Hadfield

El 15 de mayo de 1800, James Hadfield intentó asesinar a Jorge III;[8] había llegado a creer que la segunda venida de Cristo sería provocada por su propia muerte y por lo tanto trató de ser ejecutado judicialmente.[9] Hadfield intentó asesinar al rey en la palco real del Theatre Royal, Drury Lane, intentando disparar una pistola contra él; sin embargo, el rey realizó una reverencia a la audiencia al mismo tiempo, y por lo tanto la bala pasó junto a su cabeza.[9] Fue juzgado el 26 de junio de 1800 en la Corte del banco del Rey y su consejero, Thomas Erskine, argumentó que, a pesar, de que la planificación del ataque hizo que la "locura" no fuera suficiente, la verdadera muestra de locura eran los delirios y el «frenesí o locura delirante», que sufría Hadfield. Varios expertos médicos testificaron que las lesiones de Hadfield en la batalla de Tourcoing, donde fue golpeado repetidamente en la cabeza con un sable, había causado su locura,[10] y Lord Kenyon inmediatamente solicitó su decisión al jurado. El veredicto fue: «inocente; puesto que sufría de demencia durante el delito», al jurado le fue solicitada una razón del veredicto, a lo que contestaron: «inocente por razón de demencia».[11]

El resultado del caso fue el Acta de Lunáticos Criminales de 1800; donde el parlamento, refería que los delincuentes similares podría ser puestos en libertad, siempre y cuando fuera encontrado «inocente por razón de demencia», debía permanecer en prisión preventiva hasta que le fuera concedido un indulto real.[12] El acta de 1800 también puso límites a los crímenes en que la defensa de locura puediera ser usada. Antes la defensa de locura, podía ser utilizada en cualquier caso, pero la nueva legislación limitaba la defensa a los delitos procesables.[13]

El caso de M'Naghten

El 20 de enero de 1843, Daniel M'Naghten intentó asesinar a Robert Peel, Primer Ministro del Reino Unido.[14] Disparó en contra de quien M'Naghten creía que era Peel, hiriéndolo en el pecho y la espalda, realmente M'Naghten asesinó a Edward Drummond, secretario de Peel.[14] Inmediatamente fue arrestado y acusado de asesinato, fue enjuiciado el 3 de marzo de 1843 en el Old Bailey.[15] Fue asistido en su defensa por dos procuradores, cuatro barristers incluido Alexander Cockburn y nueve expertos médicos, junto con ocho testigos.[16] Ambas partes acordaron que M'Naghten estaba loco, la cuestión era lo que constituía una: «defensa jurídica válida».[16] Los jueces decidieron que: «todo hombre que se presume sano y además posee un grado suficiente de razón, es responsable de sus crímenes, hasta demostrar lo contrario; y que para establecer una defensa, se debía demostrar claramente que, en el momento del delito, el acusado era afectado por un defecto de la razón, enfermedad de la mente, que no le permitía conocer la naturaleza y la calidad del delito que estaba haciendo, o, si lo sabía, que él no sabía que lo que estaba haciendo, estaba mal», lo que se reduce a: «el acusado sabía lo que hacía, y si lo sabía, ¿sabía que estaba mal?». Esto fue establecido en las Reglas M'Naghten.[17] El resultado del juicio fue: «inocente por razón de demencia».[18]

Acta de Juicio de Lunáticos de 1883

El Acta de Juicio de Lunáticos de 1883 permitió al jurado emitir un veredicto en que el acusado fuera "culpable", pero aquejado por la locura, razón por la cual debía mantenerse en custodia como un «loco criminal».[19] [20] El acta fue aprobada a petición de la Reina Victoria, que exigió que se cambiara el veredicto de "inocente" a fin de actuar como elemento disuasorio para otros locos; resumiendo en: «culpable del delito u omisión de cargos, sin embargo afectado por locura como para no ser responsable (de acuerdo a la ley), por sus acciones.» lo cual se mantuvo en uso hasta que el Acta de Procedimiento Criminal (Locura) de 1964.[21]

Ley actual

Bajo la ley actual hay dos formas de defensa por locura, la primera: donde se afirma que el acusado estaba loco en el momento que cometió el crimen y la segunda: donde se afirma que estaba loco al momento del juicio.[22] La defensa es más comúnmente utilizada en la Corte de la Corona, desde que fue definida la necesidad de un jurado; en el juicio legal DPP v Harper de 1997, se decidió que la defensa también podría ser utilizada en la Corte del Magistrado.[23]

Locura al momento del crimen

Cuando el demandado es alegado de haber sido aquejado por locura en el momento de cometer el delito, puede ser planteado en una de tres maneras; la primera: donde la defensa afirma que el acusado fue afectado por locura, la segunda: donde la defensa puede proponer una defensa de automatismo, es decir, donde el juez decide si es aquejado por locura, o la tercera: donde la defensa puede proponer una defensa de responsabilidad disminuida, donde se vuelve a mostrar que la defensa por locura es más apropiada.[24] Cualquiera que sea la defensa por locura, es necesario cumplir las mismas pruebas; es decir el establecimiento de: «el acusado sabía lo que hacía, y si lo sabía, ¿sabía que estaba mal?» de las Reglas M'Naghten.[25]

«Enfermedad de la mente» no es un término médico, sino que significa que la defensa debe demostrar que el acusado sufría de una enfermedad que afecta el funcionamiento de la mente, que no necesariamente tiene que ser una enfermedad del cerebro. Lo cual fue confirmado en el juicio legal R v Kemp de 1957, donde la arteriosclerosis de la parte demandada le llevó a agredir a su esposa mientras estaba inconsciente.[26] Además, es necesario demostrar que esta enfermedad de la mente llevó al acusado a un «defecto de la razón».[27] Alternativamente, la defensa puede tratar de demostrar que el acusado no sabía: «la naturaleza o la calidad de su acto o que él se equivocó». Lo cual requiere una prueba de que el acusado no sabía lo que estaba haciendo, que no tenía conciencia de lo que estaba sucediendo, que no tenía conocimiento de las consecuencias de su acto o de que él sabía lo que estaba haciendo, pero fue engañado en cuanto a las circunstancias.[28] Cuando se argumenta que el acusado «no tenía conocimiento de que lo que hacía, estaba mal», «mal» toma el carácter de «ilegal», como se definió en el juicio legal R v Windle de 1952.[29]

Locura al momento del juicio

Cuando la defensa afirma que el acusado se ve afectado por locura al momento del juicio, la defensa por locura depende de si el acusado es capaz de entender los cargos y la diferencia entre los veredictos de "culpable" e "inocente" y es capaz de dar instrucciones a sus abogados. Si no es capaz de hacer nada de lo anterior, el acusado puede ser encontrado como «incapaz de apelar» en virtud del artículo 4º del Acta de Procedimiento Criminal (Locura) de 1964. En esa situación, el juez tiene amplia libertad de decisión en cuanto a qué hacer con el acusado, salvo en los casos de asesinato, en los cuales, el acusado debe ser detenido y enviado a un hospital psiquiátrico.[30]

Crítica e intentos de reforma

La ley en esta área es sumamente criticada, puesto que, establece un estándar legal por locura, no uno médico. En el juicio legal R v Quick and Paddison de 1973, por ejemplo, el juzgado decidió que un asalto cometido cuando el acusado sufría de hipoglucemia debido al consumo de insulina, no era exactamente locura natural, mientras que en el jucio R v Hennsey de 1989 fue decidido que el delito cometido, cuando el acusado sufría de hipoglucemia, si constituía locura. Como resultado, la ley vigente permite que algunos diabéticos sean absueltos, mientras que otros se declaran como locos, lo cual es descrito por académicos como «absurdo».[31] En el juicio R v Sullivan, un hombre fue acusado de lesiones corporales graves en virtud del Acta de Ofensas en Contra de las Personas de 1861, después de agredir a su amigo durante un ataque epiléptico. La Cámara de los Lores dictaminó que Sullivan padecía realmente de locura y que además el caso: «no se encuentra dentro de las facultades de los tribunales para modificar [la prueba de locura]».[32] Algunos críticos han expresado «malestar» por los poderes de las cortes de confinar a una persona inocente por razones de locura en hospitales psiquiátricos, argumentado a la discusión que la salud mental se debe limitar a la mens rea del crimen; si la salud mental del acusado anula el mens rea, el acusado debería ser liberado.[33]

El reporte de 1975 del Comité Butler argumentó que la ley: «se basa en un concepto muy limitado de la naturaleza del trastorno mental» y señala que: «el lenguaje pasado de moda, de las Reglas M'Naghten da lugar a problemas de interpretación» y que además las reglas estaban: «basadas en la creencia obsoleta del papel preeminente de la razón en el control de la conducta social... [las reglas] por lo tanto no son una prueba satisfactoria de la responsabilidad penal»[1] Críticas adicionales señalan que algunos casos la ley da al acusado el Onus probandi, mientras que en otros casos la carga recae sobre la fiscalía.[34] El Comité Butler propuso varias reformas, las cuales fueron ignoradas repetidamente por los respectivos gobiernos; la Cómision de Ley de Inglaterra y Gales redactó un Código penal en 1989 que alteró las reglas sobre la locura, pero este código también fue ignorado.[35]

Referencias

  1. a b Clarkson (2007) p.394
  2. Black (2006) p.357
  3. Crotty (1924) p.107
  4. Crotty (1924) p.109
  5. Crotty (1924) p.110
  6. Crotty (1924) p.111
  7. Moran (1985) p.32
  8. Black (2006) p.172
  9. a b Moran (1985) p.33
  10. Moran (1985) p.34
  11. Moran (1985) p.35
  12. Crotty (1924) p.116
  13. Crotty (1924) p.117
  14. a b West y Walk (1977) p.1
  15. Moran (1985) p.37
  16. a b Moran (1985) p.38
  17. Crotty (1924) p.117
  18. Szasz (1989) p.128
  19. Crotty (1924) p.120
  20. Brooking, Ritter y Thomas (1992) p.130
  21. White (1985) p.45
  22. Herring (2008) p.675
  23. Ward (1997) p.796
  24. Herring (2008) p.676
  25. Herring (2008) p.677
  26. Clarkson (2007) p.385
  27. Herring (2008) p.679
  28. Herring (2008) p.680
  29. Herring (2008) p.681
  30. Herring (2008) p.682
  31. Clarkson (2007) p.389
  32. Clarkson (2007) p.386
  33. Clarkson (2007) p.398
  34. Jones (1995) p.475
  35. Clarkson (2007) p.396

Bibliografía

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  • Herring, Jonathan (2008). Criminal Law: Texts, Cases and Materials (3rd edición). Oxford University Press. ISBN 9780199234325. 
  • Jones, Timothy (1995). «Insanity, automatism, and the burden of proof on the accused». Law Quarterly Review (Sweet & Maxwell) 111 (3). ISSN 0023-933X. 
  • Moran, Richard (1985). «The Modern Foundation for the Insanity Defense: The Cases of James Hadfield (1800) and Daniel McNaughtan (1843)». Annals of the American Academy of Political and Social Science (American Academy of Political and Social Science) 477. ISSN 0002-7162. 
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  • Black, Jeremy (2006). George III: America's last king. Yale University Press. 
  • West, Donald James; Walk, Alexander (1977). Daniel McNaughton: his trial and the aftermath. RCPsych Publications. 
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  • Szasz, Thomas Stephen (1989). Law, liberty, and psychiatry: an inquiry into the social uses of mental health practices. Syracuse University Press. 


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