- Invasión napoleónica de Rusia
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Invasión napoleónica de Rusia Parte de las Guerras napoleónicas
Retirada de tropas francesas en 1812; cuadro de Illarion Pryanishnikov.Fecha 23 de junio – 14 de diciembre de 1812 Lugar Rusia europea, entre el Río Niemen y Moscú Causas Disputas personales entre los jefes de Estado. Resultado Victoria del Imperio ruso tras la expulsión de su territorio de las tropas invasoras. Beligerantes Imperio ruso Primer Imperio francés
aliados del Imperio
Imperio austríaco
Reino de Prusia
Confederación del Rin
Ducado de VarsoviaComandantes Zar Alejandro I de Rusia
Príncipe Mijaíl Kutúzov
Mariscal Mijaíl Barclay de Tolly
General Pedro Bagration (†)
General Alexander Tormasov
Atamán Matvey Platov (Comandante de los cosacos)Emperador Napoleón I
Mariscal Luis Berthier
Mariscal Miguel Ney
Jerónimo Bonaparte
Carlos Felipe de SchwarzenbergFuerzas en combate En su cenit: 904.000 (septiembre) - Al inicio del conflicto : 450.000
- Reclutados durante la guerra : 900.000
Total : 671.500 - Franceses : 530.000
- Aliados : 141.500
Bajas Unos 450.000 (estimativo) 413.500 La invasión del Imperio ruso liderada por Napoleón en 1812 fue un punto de inflexión en el transcurso de las Guerras Napoleónicas. La campaña redujo a las fuerzas de invasión francesas y aliadas a menos del dos por ciento de su capacidad inicial. El papel de este episodio en la cultura rusa puede apreciarse en la obra de Tolstoi Guerra y paz, y en la identificación que la Rusia soviética hizo entre ésta y la invasión alemana de 1941 a 1945.
Hasta 1941 se había conocido a ésta como la Guerra Patriótica (en ruso: Отечественная война, Otechestvennaya Voyna). El término ruso Guerra Patriótica de 1812 le distingue de la Gran Guerra Patriótica, término aplicado a la guerra en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial.
Así mismo, se la llama de forma ocasional Guerra de 1812, lo que puede producir cierta confusión, dado que este mismo nombre se le da al conflicto entre el Reino Unido y los Estados Unidos acontecido ese mismo año.
Contenido
Causas
En la época de la invasión, Napoleón estaba en el apogeo de su poder con virtualmente toda la Europa continental ya fuera bajo su directo control u ocupados por países derrotados por su imperio y bajo tratados favorables para Francia. Ningún poder europeo sobre el continente osaba moverse contra él.[1] El tratado de la guerra Austriaca tenía una cláusula que movía la Galicia oriental de Austria y la anexaba al gran ducado de Varsovia. Rusia consideró esta maniobra contra sus intereses y como un puesto estratégico para lanzar una posible invasión a Rusia.[2] El Zar Alejandro encontró Rusia en un dilema económico ya que su país tenía pocos medios para manufacturar, siendo rico en materias primas, aun siendo parte del continente napoleónico, cerró el comercio que era vital tanto en dinero como en bienes manufacturados. La retirada de Rusia del sistema fue una causa adicional para incentivar a Napoleón a forzar una decisión.[3]
En 1811 el estado mayor ruso desarrolló un plan de guerra ofensiva, suponiendo un asalto ruso sobre Varsovia y Gdańsk.[4]
La invasión
En junio de 1812, la Grande Armée de Napoleón, formada por 691.500 hombres, el mayor ejército jamás formado en la historia europea hasta ese momento, cruzó el río Niemen y enfiló el camino de Moscú. En ese momento, la Grande Armée se componía de una fuerza central de asalto de 250.000 soldados bajo el mando personal del Emperador, otras dos líneas de frente bajo el mando de Eugène de Beauharnais (con 80.000 hombres) y Jérôme Bonaparte (con 70.000). Además constaba de dos cuerpos de ejército separados al mando del mariscal Jacques Macdonald, con 32.500 hombres y Karl Philipp de Schwarzenberg, con 34.000 soldados austriacos. Por último, la Grande Armée constaba de una reserva de 225.000 soldados.
Además, 80.000 guardias nacionales habían sido reclutados para el servicio militar regular, defendiendo las fronteras del imperio en el Gran Ducado de Varsovia. Con éstas, las fuerzas totales de Napoleón alcanzaban los 771.500 hombres. Este enorme esfuerzo humano agotó de forma sensible al Imperio, considerando además que 300.000 soldados franceses ya luchaban en España, y alrededor de 200.000 se encontraban apostados en Alemania e Italia.
Los 450.000 hombres franceses constituían la mayoría del ejército, cuyos aliados completaban el resto de tan extenso número de hombres. Además de los cuerpos del ejército austriaco de Schwarzenberg, había también unos 95.000 polacos, 90.000 alemanes (24.000 bávaros, 20.000 sajones, 20.000 prusianos, 17.000 westfalianos, y muchos miles procedentes de los pequeños estados del Rin). También 25.000 italianos, 12.000 suizos, 4.800 españoles, 3.500 croatas y 2.000 portugueses, así como también algunos contingentes belgas. En resumidas cuentas, cada nación del vasto imperio de Napoleón se encontraba representada en este monstruoso ejército.
De acuerdo con las estimaciones más modernas, el ejército ruso se encontraba muy por debajo de este número de soldados al principio. Alrededor de 280.000 soldados rusos se desplegaron en la frontera polaca en preparación de la invasión planeada por el Zar Alejandro I de Rusia sobre el Gran Ducado de Varsovia, estado satélite del Imperio francés. El total de las fuerzas rusas rondaba los 500.000 hombres (aunque algunas estimaciones sitúan esta cifra en tan sólo 350.000, mientras otras la elevan hasta los 710.000. Seguramente, un número aproximado a 400.000 sería una estimación apropiada) al inicio de la guerra.
Estas fuerzas se encontraban divididas en tres ejércitos principales: el Primer Ejército del Oeste (comandado por el general Mihail Barclay de Tolly) de unos 159.800 hombres; el Segundo Ejército del Oeste (del general Piotr Bagratión), con unos 62.000, y el Tercer Ejército del Oeste (general Tormasov) que contenía unos 58.200 hombres. Existían además dos fuerzas de reserva, una de 65.000 hombres y otra de 47.000, que apoyaban a estos ejércitos. De este modo, el total de las fuerzas rusas que se oponían a Napoleón era de alrededor de 392.000 hombres. Por otro lado, se había asegurado la paz desde San Petersburgo con Suecia y el Imperio otomano, lo que permitió liberar a más de 100.000 hombres de estas fronteras. Rusia se esforzó por aumentar sus ejércitos, y sobre septiembre, el número de tropas había aumentado hasta los 900.000, sin incluir a las tropas irregulares cosacas que probablemente podrían añadir 70.000 u 80.000 hombres en total, comandados por el atamán Matvey Ivanovich Platov.
La marcha sobre Moscú
La invasión comenzó el 23 de junio de 1812. Napoleón había enviado una oferta final de paz a San Petersburgo poco antes del inicio de las operaciones, de la que nunca recibió contestación, por lo que ordenó a su ejército internarse en la Polonia rusa.
Al principio contó con poca o ninguna resistencia, por lo que avanzó con rapidez dentro del territorio enemigo. Los rusos ofrecieron sólo esporádicas resistencias y Barclay, el comandante en jefe, rehusaba luchar a pesar de ser presionado por Bagratión. Por su experiencia sabía que no podría derrotar al ejército de Napoleón en combate a campo abierto. En numerosas ocasiones intentó establecer una posición defensiva fuerte, pero en cada una de estas ocasiones, el avance francés fue demasiado rápido para finalizar los preparativos, y se veía obligado a retirarse una y otra vez.
Erróneamente, esto se ha considerado un ejemplo de la política de tierra quemada, aunque en realidad, la retirada rusa no era en modo alguno parte de ningún plan maestro para conducir a los franceses a las profundidades del territorio ruso, donde el invierno y la falta de equipamiento adecuado se combinarían para destruirlo. Más bien al contrario, éste fue el resultado de la falta de oportunidades de los comandantes rusos para presentar batalla en condiciones favorables contra un ejército francés que avanzaba con una rapidez y una fuerza imparables.
Las presiones políticas sobre Barclay para presentar batalla y la resistencia continuada del general a hacerlo (visto como un gesto de intransigencia por el populacho), acabó por expulsarle de su posición como comandante en jefe para ser reemplazado por el presumido y popular Mijaíl Kutúzov. A pesar de la retórica de Kutúzov en sentido contrario, su labor fue continuísta respecto a la estrategia de Barclay, al ver de inmediato que el enfrentamiento con los franceses en combate abierto supondría el sacrificio de su ejército sin resultados.
Finalmente, consiguió establecer una posición defensiva en Borodino (tras un encontronazo sin resultados en Smolensk del 16 de agosto al 18 de agosto). La Batalla de Borodino, el 7 de septiembre, fue el día más sangriento de combates en la historia humana, y se saldó con victoria francesa. El ejército ruso pudo sólo reunir a la mitad de sus fuerzas el 8 de septiembre, y hubo de retirarse, dejando expedito el camino hacia Moscú. Al mismo tiempo, Kutúzov ordenaba la evacuación de la ciudad.
En este momento, los rusos habían conseguido reclutar un gran número de refuerzos para el ejército, llevando al total de las fuerzas rusas a una cifra récord en 1812 de 904.000 hombres, con tal vez unos 100.000 en los alrededores de Moscú (donde se encontraban los restos del ejército de Kutúzov derrotado en Borodino, y ahora parcialmente reforzado). La capacidad rusa de cubrir las bajas en el ejército supuso una ventaja crítica que les llevaría finalmente a la victoria en esta campaña.
La captura de Moscú
Napoleón entró finalmente en una ciudad fantasma, desalojada de habitantes y vaciada de suministros por el gobernador, Rostopchín. Conforme a las reglas clásicas de la guerra relativas a la captura de la capital enemiga (aunque en aquel momento San Petersburgo era la capital real de Rusia), Napoleón esperaba que el mismo Zar Alejandro I le ofreciera la capitulación en la colina Poklonnaya, pero muy lejos de esto, los comandantes rusos no se rindieron. En lugar de ello, prendieron fuego a Moscú, y saquearon la ciudad[cita requerida] entre el 2 y el 6 de septiembre. Moscú, una ciudad constituida principalmente por edificios de madera, se quemó prácticamente por completo, privando de forma efectiva a los franceses de la posibilidad de abrigarse en la ciudad. Se asume que estos incendios fueron debidos a los sabotajes rusos.
Napoleón señalaría posteriormente que de haber salido de Moscú quince días antes, podría haber destruido al ejército de Kutúzov acampado cerca de Tarutino. Aunque esto no hubiera dejado en modo alguno a Rusia indefensa, sí la hubiera privado de la única concentración de tropas capaz de enfrentarse a los franceses. Tal vez de haber ocurrido esto, Alejandro se hubiera rendido, pero eso nunca podrá saberse con exactitud.
Retirada
Sobre las ascuas de una ciudad en ruinas, sin haber recibido la capitulación rusa, y con una nueva maniobra rusa forzándole a salir de Moscú, Napoleón ordenó retroceder. La ciudad incendiada era tácticamente inútil, además que la cercanía del invierno hacía insostenible mantener a cerca de 100,000 soldados franceses subsistiendo duramente entre las ruinas de Moscú, por lo cual Napoleón inició la larga retirada el 19 de octubre, tras sólo seis semanas de ocupación. En la Batalla de Maloyaroslávets, Kutúzov pudo al fin forzar a los franceses a usar la misma carretera de Smolensk, que antes les había llevado al este, para volver hacia occidente. Al tiempo, continuaban bloqueando el flanco sur para impedir a los franceses salir de esta ruta.
Kutúzov desplegó tácticas de guerrillas para atacar constantemente a los franceses donde éstos fueran más débiles. Las tropas cosacas asaltaban y rompían las aisladas unidades francesas. El suministro al ejército se hizo cada vez más dificultoso al empezar el invierno propiamente a inicio de noviembre. Las tropas de austríacos y prusianos que habían quedado atrás en el avance a Moscú empezaron a cambiar de bando, al igual que otros soldados de países ocupados por Napoleón; esto ciertamente reducía el número de soldados que alimentar entre las filas francesas, pero dichos desertores transmitían valiosa información a los rusos sobre el mal estado de la Grande Armeé.
Debido a la llegada del invierno, las praderas rusas carecían de pastos para caballos, que al no poder alimentarse morían y eran utilizados como fuente de carne para los soldados; si bien esta medida permitía alimentar a las tropas francesas, las obligaba a desplazarse lentamente a pie, siendo presa fácil del congelamiento en piernas y brazos. Los puestos de aprovisionamiento dejados por la Grande Armeé en su avance a Moscú tampoco resultaban muy útiles, pues contaban con comida y leña para sus propia subsistencia y las tropas que los resguardaban también se unían a la retirada y aumentaban la presión sobre las raciones del ejército. La falta de comida, el clima extremadamente frío, y el hecho que en pocos días casi todo el ejército debiera movilizarse a pie, causó enfermedades y muertes masivas en las filas de la Grande Armeé, que en modo alguno podía presentar batalla a las incursiones de guerrillas rusas.
El cruce del río Berezina les llevó a una nueva gran derrota, ya que Kutúzov decidió que aquel era el momento de llevarles a un combate en campo abierto. Las divisiones rusas atacaron y aplastaron a la parte del ejército francés que aún no había cruzado el río. En las siguientes semanas, los remanentes de la Grande Armée fueron aún más diezmados, y el 14 de diciembre de 1812, fueron definitivamente expulsados del territorio ruso al cruzar el río Niemen. Cerca de 2.000 españoles, prisioneros que habían sido forzados a integrarse en el ejército francés se unieron a los rusos, dándoles el Zar Alejandro I la oportunidad de alistarse en sus filas.
Sólo 58.000 de los hombres de Napoleón sobrevivieron a la campaña rusa, lo cual es poco más del 20% del total. Asimismo, gran parte de los contingentes austriacos y prusianos se retiraron con pocas bajas, pero las pérdidas francesas fueron desproporcionadamente altas, siendo mayores las bajas sufridas en la retirada que en el combate. Las pérdidas rusas en las pocas batallas a campo abierto fueron al menos comparables con las francesas, pero las pérdidas civiles a lo largo de la parte de Rusia devastada por la guerra fueron muy superiores a las bajas militares. En total, en contra de las estimaciones iniciales que indicaban varios millones de muertos, hubo alrededor de un millón de muertos, divididos casi a partes iguales entre rusos y franceses. Las pérdidas militares se sitúan en 300.000 franceses, 70.000 polacos, 50.000 italianos, 80.000 alemanes y tal vez unos 450.000 rusos. Además de las pérdidas humanas, los franceses perdieron casi 200.000 caballos y más de 1.000 piezas de artillería.
Valoraciones históricas
La victoria rusa sobre el ejército francés en 1812 significó el mayor obstáculo a la ambición de Napoleón por dominar Europa. Al igual que en la derrota naval en la Batalla de Trafalgar en 1805, la campaña rusa fue un vuelco en las Guerras Napoleónicas que finalmente significó la derrota y el exilio de Napoleón a la Isla de Elba. Para Rusia, el término Guerra Patriótica (que quiere referirse a la expresión rusa Отечественная война, mejor traducida como Guerra de la madre patria) fue un símbolo que endureció su identidad nacional y tuvo gran impacto en el patriotismo ruso durante el siglo XIX. El resultado indirecto del movimiento patriótico ruso fue un fuerte deseo por la modernización del país que resultaría en una serie de revoluciones, comenzando por la Revuelta Decembrista y terminando en la Revolución de febrero de 1917.
Napoleón por su parte no fue completamente derrotado en Rusia. El año siguiente reclutaría un ejército de 400.000 franceses apoyados por un cuarto de millón de tropas aliadas para disputar el control de Alemania en una campaña aún más larga. No fue derrotado sino hasta la decisiva Batalla de las Naciones (del 16 al 19 de octubre de 1813), y aun así continuó luchando en la campaña por la defensa de Francia en 1814. Sin embargo, la campaña rusa fue importante para demostrar que Napoleón no era invencible. Al olor de la sangría, y urgidos por los nacionalistas prusianos y los comandantes rusos, los nacionalistas alemanes iniciaban revueltas a lo largo de la Confederación del Rin y Prusia. La decisiva campaña alemana no hubiera ocurrido sin el mensaje que la derrota francesa en Rusia le dio al mundo.
Bibliografía relacionada de la serie «Las Guerras Napoleónicas»
En español
- GRACIA YAGÜE, José Carlos; BOBI MIGUEL, María del Carmen. Borodino 1812: las últimas luces del imperio. Madrid: Delta Ediciones. ISBN 84-609-5011-5
- CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón: un emperador en el campo de batalla: de Tolón a Waterloo (1796–1815). Madrid: La Esfera de los Libros S.L. ISBN 84-9734-335-2
- MARTÍN MAS, Miguel Ángel. La grande armée: introducción al ejército de Napoleón. Alpedrete: Andrea Press. ISBN 84-96527-43-3
Véase también
Notas
- ↑ Riehn, Richard K, pp. 10–20.
- ↑ En un intento por ganar el apoyo progresivo de los polacos nacionalistas y patriotas, Napoleón en sus propias palabras llamó esta guerra la Segunda guerra Polaca:"Soldados, la segunda guerra de Polonia ha iniciado; la primera finalizó en Tilsit. En Tilsist Rusia juró eterna alianza en Francia y guerra en Inglaterra. Esta ha violado su Juramento hoy. Rusia ha labrado su destino; y este destino debe ser alcanzado! Creen así que esto nos ha rebajado? Entonces vamos adelante; pasemos el río Neman, llevemos la guerra a su territorio. La segunda guerra de Polonia será gloriosa con los ejércitos franceses en primer lugar." Napoleon daily decree, June 22 1812. La "primera" guerra polaca fue la Guerra de cuarta coalición para liberar Polonia del Imperio Ruso y Austria), debido a que uno de los objetivos oficialmente declarados de esta guerra fue la resurrección del estado polaco sobre los territorios que formaban el territorio Polaco- Lituano.
- ↑ Reihn, Richard K, p. 24.
- ↑ Dariusz Nawrot, Litwa i Napoleon w 1812 roku, Katowice 2008, pp. 58-59.
En inglés
- ASPREY, Robert. The Rise of Napoleon Bonaparte. New York: Basic Books, 2000. ISBN 0-465-04879-X
- CRONIN, Vincent. Napoleon. London: HarperCollins, 1994. ISBN 0-00-637521-9
- POPE, Stephen. The Cassel Dictionary of the Napoleonic Wars. Cassel, 1999. ISBN 0-304-35229-2
- SCHOM, Alan. Napoleon Bonaparte: A Life. Perennial, 1998. ISBN 0-06-092958-8
- ZAMOYSKI, Adam. 1812: Napoleon's Fatal March on Moscow. HarperCollins, 2004. ISBN 0-00-718489-1
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