Marco Tulio Cicerón

Marco Tulio Cicerón
Para otros nobles romanos llamados Cicerón y otros usos del término Cicerón, véase Cicerón (desambiguación).
Marco Tulio Cicerón
Marco Tulio Cicerón
Busto de Marco Tulio Cicerón.

Cónsul de la República de Roma
en ejercicio del poder supremo
1 de enero de 63 a. C. – 1 de enero de 62 a. C.
Junto a Cayo Antonio Hybrida
Predecesor Lucio Julio César
Gayo Marcio Fígulo
Sucesor Décimo Junio Silano
Lucio Licinio Murena

Datos personales
Nacimiento 3 de enero de 106 a. C.
Arpino
Fallecimiento 7 de diciembre de 43 a. C.
Formia
Partido Optimates
Padres Tullius y Helvia
Cónyuge Terencia
Ocupación Jurista, escritor, político, orador
Religión Politeísta

Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero (pronunciado ['mar.kʊs 'tul.liʊs 'ki.ke.ro:]), Arpino, 3 de enero de 106 a. C. - Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.[1] [2]

Reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la literatura republicana, así como de la creación de un vocabulario filosófico en latín. Gran orador y reputado abogado, Cicerón centró toda su atención en su carrera política. Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista,[3] filosófico y político. Sus cartas, la mayoría enviadas a Ático, alcanzaron un enorme reconocimiento en la literatura europea por la introducción de un depurado estilo epistolar. Cornelio Nepote destacó la riqueza ornamental de estas cartas, escritas «acerca de las inclinaciones de los líderes, los vicios de los comandantes y las revoluciones estatales», que transportaban al lector a esa época.[4]

Constituido en uno de los máximos defensores del sistema republicano tradicional, combatió como pudo la dictadura de César. No obstante, durante su propia carrera no dudó en cambiar de postura dependiendo del clima político. Esta indecisión es achacable a su carácter sensible e impresionable, pues era propenso a reaccionar de manera excesiva ante los cambios. El escritor Asinio Polión escribió de él:

¡Ojalá hubiera sido capaz de soportar la prosperidad con mayor autocontrol y la adversidad con mayor fortaleza![5] [6]

Contenido

Biografía

Formación

El joven Cicerón leyendo. Fresco por Vincenzo Foppa. 1464. Brescia.

Cicerón nace el 3 de enero de 106 a. C. en Arpinum (Arpino), un municipio localizado a 110 kilómetros de la capital, en el seno de una familia plebeya elevada al ordo equester, electoralmente perteneciente a la tribu Cornelia.[7] El padre del orador era un caballero cuya delicada salud imposibilitaba la realización de cualquier aspiración política, a causa de lo cual decidió permanecer en el campo, donde se dedicó a la literatura.[8] De su madre conocemos el nombre, Helvia, la certeza de su pertenencia a una gens notable que contaba con dos pretores, y su temprana muerte; en una carta a su hermano Quinto, Cicerón la describle como la clásica matrona romana.[9] El origen de su cognomen, Cicerón -de cicer, esto es, «garbanzo»-, no es claro; según Plutarco provenía de un ancestro suyo cuya nariz tenía esa forma, pero también pudiera ser que la familia comerciara de antiguo con estas legumbres.

Cuando era niño le enviaron a Roma para estudiar Derecho con los más importantes letrados del momento, como Escévola - entre cuyos alumnos se encontraban Mario el Joven, Sulpicio y Ático - o Craso Orator. Gracias a este último entró en contacto con Arquias (Aulus Licinius Archias), un poeta de Antioquía del que aprendió lo esencial de la literatura helena y adquirió el placer de la poesía.[10] Quizá haya escrito su primera poesía a los catorce años (92 a. C.) Pontius Glaucus[11] lo que al parecer da verosimilitud a las palabras de Plutarco que le consideraba un alumno sobresaliente y precoz.[12]

Asimismo, maestros como Filón de Larisa o Diódoto le brindaron una sólida formación filosófica.[13] Como todos los ciudadanos romanos, a los diecisiete años comenzó el servicio militar bajo las órdenes de Pompeyo Estrabón - padre de Pompeyo - durante la Guerra Social. Cuando terminó el conflicto (81 a. C.) retomó los estudios.

Haría su estreno como letrado ese mismo año con el Pro Quinctio, sobre un problema sucesorio. En 79 a. C. pronunció el Pro Roscio Amerino, en el que había un ataque implícito al dictador Sila.[14] La increíble actuación del orador, que posibilitó que Roscio resultara libre, le llevó a determinar que lo más prudente era mantenerse apartado de la ira de Sila durante un tiempo, por lo que marchó a Grecia (79 - 77 a. C.)

El primer año recibió las enseñanzas de Antíoco de Ascalón - académico ecléctico y sucesor de Filón de Larisa, muy marcado por la doctrina aristotélica y estoica - Zenón y Fedro - epicúreos - en Atenas; y entre 78 y 77 a. C del estoico Posidonio de Apamea y del retórico Apolonio Molon en Rodas.[13] En Atenas trabó amistad con Ático, con quien mantendrá el contacto por correspondencia durante el resto de su vida.

Por los muchos maestros que tuvo Cicerón, aplicó distintas concepciones en la resolución de problemas éticos. Sus planteamientos relativos a la moral eran cercanos al estoicismo, mientras que en gnoseología defendía un escepticismo moderado; todo ello desembocará en el eclecticismo presente en su obra, en el que sintetizará la tradición clásica que reescribirá en latín.[15]

Finalizado el periodo de formación retórica y filosófica retornó a la capital y se casó con Terencia. Fruto de este matrimonio nacieron Tulia -esposa en su tercer y último matrimonio, de Cornelio Dolabela- y Marco.[16]

Comienzos de su carrera política

Empezó su carrera política en 75 a. C., cuando alcanzó el cuestorado - primer paso del cursus honorum - en Lilibea (Sicilia). No obstante en 70 a. C. es cuando comienza a ser reconocido a raíz del proceso contra Verres; Cicerón representó a los sicilianos que acusaron a éste, ex-administrador de la provincia, de estar implicado en múltiples casos de corrupción y en el robo de obras de arte. El discurso de Cicerón resultó tan contundente que Verres, aunque estaba representado por el más célebre orador de la época - Hortensio - se exilió voluntariamente en Massilia (Marsella) inmediatamente después de esta primera intervención - la llamada actio prima.

En 69 a. C. obtuvo el edilato y en 66 a. C. el pretorado. Ese mismo año defendió el proyecto de ley del tribuno de la plebe Manilio, que proponía conceder a Pompeyo el mando de la lucha contra Mitrídates; el discurso que pronunció - De Lege Manilia - le distanció de los conservadores (optimates) que se opusieron al proyecto. En ese momento Cicerón decidió liderar una «tercera vía», la de los «hombres buenos» - boni viri - entre el conservadurismo de los optimates y el «reformismo» radical de los populares; como consecuencia, la aparición en escena de populares como César o Catilina le llevó a acercarse nuevamente a los conservadores.

El año 63 a. C.

Artículo principal: Conspiración de Catilina

Cuando más próximo estaba a los optimates obtuvo el consulado imponiéndose en las elecciones a Catilina (63 a. C.) con la ayuda de su hermano Quinto.[17] Con ello se convertía en el primer cónsul homo novus en treinta años, lo que irritó a ciertos aristócratas:

...porque hasta entonces lo más de la nobleza no le podía ni oír nombrar; y juzgaba que sería como degradar el consulado, si un hombre de su esfera, aunque tan insigne, llegase a conseguirle.[18]

Como cónsul se opuso a un proyecto del tribuno radical Rulo, en virtud del cual debía constituirse una comisión de diez miembros con amplios poderes que sería responsable de dividir el ager publicus. Obtuvo la neutralidad del otro cónsul - Híbrida - muy vinculado con Catilina, al prometerle el procónsulado de la provincia de Macedonia para el próximo año.[19] Su discurso De lege agraria contra Rullum supuso el rechazo de la proposición.

Ciceron desenmascara a Catilina, obra de Cesare Maccari (1840-1919)
«ninguno de los senadores quiso tomar asiento con él, sino que se mudaron de aquel escaño»[20]

Catilina, derrotado nuevamente en las elecciones consulares de octubre de 63 a. C., decidió encabezar un golpe de Estado del que Cicerón sería informado.[21] El 8 de noviembre denunció a Catilina en el Senado; iniciaría su discurso - la primera Catilinaria - diciendo:

Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? [¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?]

Ese mismo discurso contuvo una conocida sentencia del orador, célebre incluso en nuestros días:

O tempora, o mores! [¡Oh tiempos, oh costumbres!].

Consciente de que era cuestión de tiempo que le detuvieran, Catilina optó por marcharse a Etruria y encabezar desde allí a los insurrectos; en la capital quedaron numerosos cómplices del rebelde, a los que encomendó llevar a cabo el levantamiento en la ciudad.

El 9 de noviembre Cicerón publicó una nueva Catilinaria y declaró que no tomarían represalias contra los sediciosos que se entregaran en el acto. Ese mismo día los senadores aprobaron el «senatus consultum de re publica defendenda», decreto adoptado en los tiempos de crisis que autorizaba a los líderes del Estado a reclutar tropas, combatir, contar con los recursos necesarios, y convertirse en la máxima autoridad civil y militar.[22]

La crisis se acentuó cuando Sulpicio y Catón acusaron a Licinio Murena - cónsul electo para 62 a. C. - de comprar votos. Era inviable cancelar el resultado de las elecciones y llevar a cabo otra nuevas, por lo que Cicerón decidió actuar como letrado de Murena - Pro Murena - durante el proceso, en el que ironizó acerca del inflexible estoicismo de Catón en situaciones extremas:

Si todas las faltas son iguales, todo delito es un crimen; estrangular a un padre no es más que ser culpable de la muerte de una gallina...[23]

Los conspiradores aprovecharon el proceso para comenzar el reclutamiento de hombres. Contactaron con los alóbroges con la promesa de concederles beneficios fiscales si iniciaban una revuelta en la Galia Narbonense, pero estos decidieron alertar a los senadores. Cicerón les ordenó que solicitaran a los traidores una copia escrita con las reformas a las que se comprometían, a lo que éstos accedieron. Con estas pruebas tan evidentes el cónsul denunció públicamente a los cinco conspiradores,[24] entre los que se encontraba el ex-cónsul y pretor Léntulo Sura.

En uno de los debates los senadores - inspirados por la cuarta catilinaria - ordenaron la muerte de los rebeldes, privándoles del derecho a un proceso. César propuso la cadena perpetua,[25] pero la opinión de Cicerón, al que apoyó Catón, prevaleció. Catilina moriría poco después en Pistoia.

En adelante Cicerón quiso ser reconocido como el salvador del Estado - Catón le llamó pater patriae («padre de la patria») - e intentó que los romanos no olvidaran nunca el modo en que actuó durante su consulado.[26]

Crisis

En 62 a. C., muerto ya Catilina, decidió retirarse momentáneamente de la política, dominada entonces por radicales ambiciosos; este retiro acabó en 60 a. C., cuando declaró su oposición al triunvirato que constituyeron César, Pompeyo y Craso. En 59 a. C., año del consulado de César y Bíbulo, éste intentó neutralizar al orador nombrándole comisario responsable del reparto de las tierras de Campania entre los veteranos que combatieron contra Mitrídates. No obstante, Cicerón consideró que lo más prudente era rechazar el puesto.[27]

En marzo de 58 a. C. sus adversarios políticos encabezados por Pisón y Clodio - con el que se enemistó durante el escándalo de la Bona Dea (62 a. C.) - le acusaron de asesinar ciudadanos romano ilícitamente durante su consulado y coaccionaron a los senadores para que decretaran su exilio en Dirraquio (Durazzo).[28]

En 56 a. C. Milón impulsó el retorno del orador, que inmediatamente reanudó su actividad como letrado en los procesos contra Publio Sestio - Pro Sestio - y Celio - Pro Caelio - implicados en los disturbios provocados por las bandas de Clodio y Milón. Cicerón se obstinó en reconstruir su casa[29] - e incluso los senadores le indemnizaron con dos millones de sestercios - pero recuperar los terrenos iba a resultar problemático después de que Clodio erigiera un templo allí; cuando presionó para que se eliminara el carácter sacrosanto del edificio, Clodio - que en ese momento era edil - le acusó de sacrilegio ante los ciudadanos y ordenó a sus hombres que impidieran el desarrollo de las obras e incendiaran la vivienda de su hermano. Finalmente Pompeyo decidió intervenir para restablecer el orden.

Cicerón correspondió el auxilio de los triunviros con un discurso en el que apoyaba la ampliación de cinco años del proconsulado de César en la Galia que propuso Trebonio - la Lex Trebonia.

Pompeyo el Grande.

La lucha política se trasladó a la calle, donde simpatizantes de uno y otro lado - optimates y populares - provocaron violentos disturbios que empañaron el desempeño ordinario de las elecciones.

En 52 a. C. Clodio murió asesinado en uno de estos altercados; Cicerón aceptó el caso como letrado de Milón, acusado de ordenar la muerte de su adversario. No obstante, el clima político era tan tenso que no pudo desempeñarse correctamente durante el proceso y perdió.[30] Milón evitó la condena autoexiliandose en Massilia. Ciceron publicará años más tarde el Pro Milone, uno de los discursos más célebres del orador.

Proconsulado en Cilicia

En 53 a. C. el Senado impuso un intervalo de un lustro entre el desempeño de una magistratura y el de la promagistratura provincial correspondiente para evitar que los políticos recuperaran el dinero que invertían en las campañas electorales expoliando el territorio. Debido a la carencia de líderes en 51 a. C. los senadores decidieron enviar a administrar las provincias a ex-cónsules que habían renunciado a ellas en el pasado. Cicerón, que rechazó su procónsulado en Macedonia, marchó a Cilicia - una pequeña pronvincia romana localizada en Asia Menor - dónde se desempeñó sin entusiasmo[31] pero con rectitud.[32] En esta época Cilicia ocupaba el territorio correspondiente a Licia, Panfilia, Pisidia, Licaonia y la recién anexada Chipre.[33]

Levert escribe que Cicerón aprovechó la ocasión para poner en práctica su ideal de como administrar una provincia, basado en la paz y la equidad, esencialmente tributaria: visitó a los líderes de las poblaciones de todo el territorio, suprimió los impuestos abusivos, moderó la tasa de interés usuraria y entabló relaciones diplomáticas amistosas con Deiotaro I de Galacia - rey de Galacia - y Ariobarzanes de Capadocia. Asimismo, tuvo que aplastar una revuelta en el Monte Amanos, próximo a Siria, donde Antioquía estaba amenazada por las incursiones de los partos; para ello reclutó numerosas tropas y nombró legatus a su hermano, veterano de Guerra de las Galias.[34] Tras dos meses de sitio tomó la ciudad de Pindenissus, centro de la insurrección, con lo que precipitó la capitulación de los sediciosos. Terminado el combate los soldados aclamaron al orador como imperator por lo que éste podía reclamar la celebración de un triunfo.[33]

Guerra civil y actitud frente a César

En 50 a. C., a su regreso a la capital, una grave crisis política enfrentaba a César y a los conservadores liderados por Pompeyo. Cicerón se alineó con el picentino intentando sin éxito no distanciarse en exceso de César.[35]

Cuando César comenzó la invasión de Italia (49 a. C.) Cicerón huyó de Roma como la mayoría de los senadores, escondiéndose en una de sus mansiones campestres. Su correspondencia con Ático expresa el desconcierto y las dudas que le atormentaron. Consideró el estallido del conflicto un desastre, independientemente de quien saliera vencedor.

César, que pretendía reunir a los senadores moderados, le escribió y le visitó en su villa, pidiéndole que volviera a la capital en calidad de mediador. Cicerón rechazó la propuesta declarándose leal partidario de Pompeyo, con el que acabó reuniéndose en el Epiro.[36]

Plutarco escribe que Catón le recomendó permanecer en Italia, donde sería más útil para la República; el orador, consciente de que estas palabras evidenciaban su escasa importancia, decidió no intervenir directamente en los combates,[37] y, después de Farsalia (48 a. C.), volvió a la capital y se reconcilió con César. En una carta a Varrón escrita el 20 de abril de 46 a. C. explica su papel durante la dictadura:

Si nadie se sirve de nosotros, escribiremos y leeremos sobre la constitución del Estado, y si no pudiéramos en la Curia y el Foro trataremos de servir a la patria con nuestros escritos y en nuestros libros.[38]

Cicerón se recluyó en su residencia de Tusculum, donde se dedicó a escribir prosa y poesía, y a traducir las obras de los sabios helenos.[39] En 46 a. C. se divorció de Terencia para poco después contraer matrimonio con Publilia. La muerte por sobreparto de su hija mayor, Tulia (en febrero de 45 a. C.), a la que estaba muy unido, le causó una enorme pena, que plasmó en varias epístolas, y en la parte de las Quaestiones Tusculanae que trata sobre el dolor del alma. Se divorció de nuevo al ver que Publilia recibía con regocijo la noticia del fallecimiento de la hijastra.[40]

Su relación con César se tornó cada vez más distante. El dictador no era el modelo de líder ilustrado del que Cicerón escribe en De Republica, pero tampoco el cruel tirano que temía el orador; independientemente, ahora era el dueño absoluto de la República y nada parecía poder hacerse.

Dedicó un panegírico a Catón, al que llama «el último republicano», con lo que intentó desmarcarse políticamente de la administración. César le respondió mediante la publicación del Anticatón, una colección de acusaciones al pretor. Cicerón alabó la calidad literaria del escrito concluyendo un «duelo entre iguales» en palabras del orador.[41]

En diciembre de 45 a. C.[42] César y su séquito cenaron en la villa que Cicerón tenía en Pozzuoli. Para consuelo del orador, César quería una reunión distendida con una conversación culta e interesante en la que únicamente se tocaron temas literarios.

Oposición a Marco Antonio y ejecución

El 15 de marzo del año siguiente acaeció el asesinato de César, en el que no intervendría Cicerón, ya que, aunque era conocida su oposición al dictator, los tiranicidas decidieron no contar con él a causa de su conocida cautela.[43] Fallecido César, estalló una enorme crisis política en la que lideró a un Senado que propuso amnistiar a los conspiradores para disminuir la tensión[44] hasta que Antonio, cónsul y responsable del testamento del dictador, tomó de nuevo el poder.

En abril, cuando el heredero de César -Octavio- retornó a Italia, Cicerón intentó sin éxito usarle contra Antonio. Cinco meses después publicó varios discursos en los que atacaba violentamente al cónsul, las Filípicas.[45] Cicerón describe su posición en una carta a Casio, escrita ese mismo mes.

No obstante, la situación política no era la misma que en 63 a. C., y sus Filípicas no tendrían el mismo resultado que sus Catilinarias. El Senado, diezmado a causa de las luchas civiles y constituido por numerosos antonianos, rechazó declarar enemigo público al cónsul. Un año después Octavio y Antonio se reconciliaron en Módena y constituyeron un nuevo triunvirato - que recibió plenos poderes - con Lépido.

Los triunviros no tardaron en acabar con sus adversarios políticos. Octavio abandonó a su aliado y permitió que Antonio proscribiera a Cicerón. El 7 de diciembre de 43 a. C. el cónsul ordenó su asesinato, así como que su cabeza y sus manos se expusieran en los rostra del Foro, tal como había sido la costumbre en tiempos de Sila y Mario, aunque él fue el único de los proscritos en recibir tal destino. Cicerón no opuso resistencia a su ejecución, y, ofreciendo la cabeza, se limitó a pedir que se le matara con corrección. También serían eliminados su hermano, Quinto, y su sobrino; sólo sobrevivió su hijo Marco Tulio.

La oratoria

La notoriedad como orador de Cicerón en vida aumentaría tras su muerte. Pierre Grimal[46] considera que no hubo nadie más capaz de elaborar una teoría romana de la elocuencia, descrita como vehículo de expresión e instrumento político.

El tusculano trata el tema en muchas de sus obras, tanto didácticas como teóricas, e incluso históricas - Brutus; en el que traza una breve historia de los oradores romanos más célebres hasta César, del que destaca la calidad de su expresión.

Obra

Escribió distintos diálogos sobre varios temas:

Laelius, sive De amicitia, "Lelio, o Sobre la amistad" diserta sobre este tema afirmando que la única amistad posible es entre iguales y pondera la importancia de la misma para la felicidad humana, elevando su principio a lo más digno de la naturaleza humana.

En el diálogo, Cato maior, sive De senectute, "Catón el Viejo, o Sobre la vejez" manifiesta los beneficios que proporciona una vejez sana y las ventajas que reporta en experiencia y sabiduría.

Conocido es también De officiis Sobre las obligaciones, obra que consta de tres libros, escritos en género epistolar. Estaban dirigidos a un "tú", que era su hijo Marco. El último libro es el más original y contiene un serio ataque contra los gobiernos dictatoriales; fue escrito cuando se hallaba huído de la persecución de Marco Antonio, poco antes de su muerte.

Como jurista Cicerón fue el mayor y más influyente de los abogados romanos de su época, usando de sus aptitudes en retórica y oratoria para sentar numerosos precedentes que fueron largamente usados. Como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del que carecía, transvasó y tradujo numerosos términos del griego y contribuyó al idioma latín, transformándolo definitivamente en una lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Escribió numerosos Discursos, a veces agrupados por ciclos temáticos (las tres Catilinarias, las Verrinas, las catorce Filípicas contra Marco Antonio...) y bastantes tratados sobre Retórica y Oratoria, como el De oratore.

En el siglo IV de nuestra era, la lectura del De Hortensius de Cicerón (obra actualmente perdida) despertó en la mente de San Agustín el espíritu de especulación. Durante el Renacimiento Cicerón fue uno de los modelos de la prosa y se leyeron ávidamente sus cuatro colecciones de cartas, conservadas y editadas por su secretario personal Tirón (al que se atribuye el perfeccionamiento de la taquigrafía), entre las cuales destacan las Epístolas Ad Familiaris (Cartas a los familiares), donde se perciben sus veleidades políticas, sus gustos filosóficos y literarios, y la vida cotidiana de su casa y de la Roma de su tiempo.

Casi toda su obra manifiesta una gran preocupación sobre cuál debe ser la formación del orador, que estima que ha de ser integral y emprenderse desde la cuna, en lo que tuvo por mayor seguidor en fechas muy posteriores a Marco Fabio Quintiliano.

Como moralista, defendió la existencia de una comunidad humana universal más allá de las diferencias étnicas (Humanismo) y la supremacía del derecho natural en su obra maestra, el De officiis o "Sobre las obligaciones" y se manifestó contra la crueldad y la tortura.

Como filósofo no le satisfizo ninguna escuela griega y prefirió adoptar el pensamiento del Eclecticismo, tomando lo mejor de unos y de otros. Contrario al escepticismo radical, sostenía la necesidad de conceptos innatos e inmutables necesarios para la cohesión social y los vínculos relacionales de los individuos. Sus ideas sobre religión, expresadas en De natura deorum, (Sobre la naturaleza de los dioses), revelan sus creencias y su apoyo al libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos deben mucho a fuentes griegas, que trata con familiaridad y enriquece con su propio juicio; fue, pues, un gran divulgador y preservador de la filosofía helénica.

En política fue un republicano convencido, absolutamente enemigo de la tiranía, y se le deben obras dialogadas como el De re publica y De legibus ("Sobre la república" y "Sobre las leyes"). Compuso además un tratado De gloria que no se ha conservado y cuyo rastro se pierde en las manos del humanista Francesco Petrarca, que alcanzó a leerlo en la Edad Media.

Obras de Cicerón

  • Los 16 libros de las Epistulæ ad familiares (escritas entre el 62 y el 43 a. C.) se agrupan por destinatarios.
  • Epistulæ ad Atticum, igualmente en 16 libros (escritas entre el 68 y el 43 a. C.), dispuestos en su mayor parte por orden cronológico.
  • Epistulæ ad Quintum fratrem, en 3 libros (escritas entre el 60 y el 54 a. C.), recogen las escritas entre Cicerón y su hermano Quinto.
  • Epistolæ ad Marcum Brutum, originalmente recogidas en 9 libros.
  • De oratore (acerca de la formación del orador).
  • Orator (retrato del orador ideal).
  • Brutus, historia de la elocuencia griega y romana.
  • De optimo genere oratorum, que versa sobre el mejor tipo de elocuencia.
  • Partitiones oratoriae se refiere a las divisiones de los discursos.
  • Topica, sobre los lugares comunes de los discursos.
  • Discursos judiciales de defensa (Pro Archia poeta, Pro Roscio Amerino, Pro Murena, Pro Milone...).
  • Discursos judiciales de acusación (In Verrem, o Verrinas etc).
  • De re publica, que propone como mejor sistema político el resultante de la fusión de la «monarquía», la «oligarquía» y la «democracia». El Libro VI incluye el «Sueño de Escipión», comentado por Macrobio.
  • De legibus, sobre el derecho natural, las leyes sagradas y el orden estatal, así como sobre las funciones propias de los magistrados.
  • De finibus bonorum et malorum (Sobre el sumo bien y el sumo mal, contraposición de las teorías epicúreas, estoicas, platónicas y peripatéticas).
  • De officiis (Sobre los deberes, quizá la obra maestra de Cicerón; el último de sus tres libros es el más personal, escrito en parte bajo su aversión contra la tiranía de Marco Antonio).
  • Cato Maior De senectute (Sobre la vejez).
  • Laelius de amicitia (Sobre la amistad).
  • De natura deorum (Sobre la naturaleza de los dioses).
  • De divinatione (Sobre la adivinación).
  • De fato (Sobre el destino).
  • Catilinarias y Filípicas.
  • De inventione (Sobre la invención retórica).
  • De lege Manilia o De imperio Cnaei Pompaei (Sobre la ley Manilia).

Véase también

Notas y referencias

  1. Rawson, E.: Cicero, a portrait (1975) p.303
  2. Haskell, H.J.: This was Cicero (1964)p.300-301
  3. A. Ortega Carmona El humanismo europeo y otros ensayos
  4. Cornelio Nepote, Atticus trad. John Selby Watson.
  5. Haskell, H.J.:"This was Cicero" (1964) p.296
  6. P. Castrén-L. Pietilä-Castrén, "Antiikin käsikirja" ("Manual de la Antigüedad"), Helsinki-Otawa, 2000, p. 237
  7. Pina Polo, Francisco:"Marco Tulio Cicerón" (2005) p. 35.
  8. S. L. Utchenko Cicerón y su tiempo.
  9. Ad familiares XVI.26.
  10. Pro Archia, 1
  11. que se traduce como Glauco Marino.
  12. Plutarco, Cicerón , 2.
  13. a b Pierre Grimal, La littérature latine, Que sais-je, n°327.
  14. El caso se inició después de la muerte del caballero Sexto Roscio, que el liberto Crisógono aprovechó para apoderarse de los bienes de éste a un precio ridículo. Sexto Roscio Amerino no estaba dispuesto a que le arrebataran de ese modo las propiedades de su padre por lo que alzó la voz contra estas acciones. Irritado, Sila ordenó al liberto que le acusara de parricidio.
  15. Haskell, H.J.: This was Cicero (1940) p.83
  16. Cicerón evocaría a Marco en las Catilinarias IV, 2.
  17. Tradicionalmente se ha atribuido a Quinto la redacción para su hermano de una serie de notas acerca de las técnicas que debía emplear durante la campaña electoral - Commentariolum Petitionis.
  18. Salustio Conjuración de Catilina.
  19. Plutarco Vidas Paralelas; Vida de Cicerón XII.
  20. Plutarco; Vidas Paralelas; Vida de Cicerón XVI
  21. El proceso es detallado por Salustio en su obra La Conspiración de Catilina.
  22. Salustio Conspiración de Catilina XXIX, 3.
  23. Cicerón Pro Roscio XXIX.
  24. Cicerón, Catilinarias 3.
  25. Plutarco Vida de César VII.]
  26. Plutarco, Vida de Cicerón, XXIII, XXIV
  27. Veleyo Patérculo Historia Romana L.II, 45.
  28. Plutarco Vida de Cicerón XXXII.
  29. Curiosamente Plutarco omite este episodio, pasando del retorno de Cicerón (XLV) a la muerte de Milón (XLVI).
  30. Florence Dupont L'affaire Milon. Novela histórica muy bien documentada.
  31. Revue Belge de Philosophie et d'Histoire 86, 2008, p. 23-45
  32. Plutarco, Vida de Cicerón XXVI.
  33. a b Plantilla:Harvard
  34. Julio César, Guerra de las Galias, libros V, VI 32,36, VII 90
  35. Veleyo Patérculo, Historia Romana, libro II, 68.
  36. Joël Schmidt, Jules César, Folio, Gallimard, 2005, pp244-249
  37. Plutarco, Vida de Cicerón, 38.
  38. Cicerón. Ad fam., IX, 2.5.
  39. Plutarco, Vida de Cicerón, 40.
  40. Plutarco, Vida de Cicerón, 41.
  41. Cicerón, Ad Atticum, 13, 50, 1.
  42. Joël Schmidt, Jules César, Folio, Gallimard, 2005, p 313.
  43. Plutarco, Vida de Bruto, 12.
  44. Veleyo Patérculo, Historia romana, libro II, 58.
  45. Cicerón, muy admirador de Demóstenes, empleó el título de los discursos que este orador pronunció contra Filipo de Macedonia. Plutarco Vida de Cicerón XXIV.
  46. Pierre Grimal La littérature latine.

Bibliografía

Obra propia

Editorial Gredos ha editado gran parte de su obra:

Sobre Cicerón

  • Everitt, Anthony (2001). Cicero: the life and times of Rome's greatest politician. Random House, 359 pp. ISBN 0-375-50746-9
  • Harris, Robert (2006). Imperium. Arrow Books Ltd (UK), hardback, 352 pp. ISBN 978-0-09-180095-6. Hay traducción al castellano, mismo título, Ed. Grijalbo (2007) ISBN 978-950-28-0445-3.
  • Haskell, H. J. (1946). This was Cicero. Fawcett publications, Inc. Greenwich, Conn. USA
  • Pina Polo, Francisco (2005). Marco Tulio Cicerón. Barcelona, Ariel. ISBN 8334467712
  • Plutarco. Vidas paralelas: Demóstenes & Cicerón.
  • Rawson, Elizabeth (1975). Cicero, A portrait. Allen Lane, London. ISBN 0-7139-0864-5
  • Taylor Caldwell (1965). A pillar of iron. Maeva, 829 pp. ISBN 84-96231-08-9
  • Taylor, H. (1918). Cicero: A sketch of his life and works. Chicago: A. C. McClurg & Co.

Enlaces externos

Precedido por:
Lucio Julio César y Gayo Marcio Fígulo
Cónsul de la República Romana
63 a. C. junto a Cayo Antonio Hybrida
Sucedido por:
Décimo Junio Silano y Lucio Licinio Murena


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