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Emberá
Los Embera son un pueblo amerindio del occidente de Colombia y el oriente de Panamá. Son unas 60 mil personas. Se conocen como emberá katío a los que habitan en el alto Sinú y el alto San Jorge, departamento de Córdoba y en Urabá; en Colombia, embera chamí a los que viven en las cordilleras occidental y central de los Andes colombianos, departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle; Chocoes o simplemente Emberá a los que habitan las cuencas del río Baudó y del bajo San Juan, municipios de Istmina, Alto Baudó y Pizarro; el río Curiche, municipio de Juradó en el Chocó (Colombia); y en la Comarca Emberá-Wounaan en el Darién (Panamá); y como eperara siapidara o epená, a los de la costa Pacífica de los departamentos de Valle, Cauca y Nariño en Colombia.
En Panamá se les acostumbra llamar emberá (con tilde), siguiendo la tendencia del español panameño de convertir las palabras en agudas. Emberá significa literalmente: "La gente del maíz".
Contenido
Forma de vida
Tienen un patrón de poblamiento disperso y expansivo por grupos de parientes tanto por línea paterna como materna. Con el aumento de población de xelors, por limitación de los recursos por deseo de cambiar o conocer o por alianzas matrimoniales o por divergencias, un grupo de parientes se desprende de un asentamiento y se localiza en otro río o en otro lugar del mismo río o en otra montaña, reproduciendo la misma organización social originaria.
Sus actividades principales son la horticultura itinerante de tumba y pudre (no hay quema sino que se deja descomponer lo tumbado para luego sembrar), y la pesca. Practican también la caza y la recolección.
Los Embera se clasifican a sí mismos según sus condiciones de vida, como Dóbida, habitante de las riberas de los ríos; Pusábida, habitante de las costas marítimas (del Pacífico); y en el Chamí (la cordillera), Oíbida de los bosques andinos y Eyábida de las zonas deforestadas.
En la medida en que la colonización destruyó los bosques donde habitaban, varias comunidades Chamí se han hecho sedentarias, con cultivos temporales o permanentes en parcelas familiares establecidas e inclusive algunos grupos son jornaleros, a partir de que sus territorios fueron absorbidos por las haciendas cafeteras, de algunas de las cuales fueron expulsados recientemente cuando bajaron los precios internacionales del café. En el departamento del Chocó, en Colombia, viven en comunidades siguiendo los modelos tradicionales y tienen su propia forma organizativa.
Jaibanismo
Un aspecto de la importante vida de los Embera es su relacionamiento con los espíritus jai por medio de sus jaibanás, chamanes no hereditarios que aprenden de sus maestros ya experimentados, sobre el poder mágico espiritual, desde el cual se regula la vida, la salud, la subsistencia y la naturaleza.
Conciben tres formas de jai: los del agua, Dojura, junto con las Wandra, madres de los animales y plantas que moran en las cabeceras de los ríos; los Antumiá de la selva profunda; y los de los animales selváticos que son transformaciones de almas de los humanos muertos.
Los tratos de los jaibaná con los jai garantizan las actividades fundamentales de la sociedad y la continuidad de los ciclos naturales, estableciendo a la vez la territorialidad de las comunidades. Estos tratos tienen un carácter cosmológico en la medida que la comunicación y convenios con los jai regulan los intercambios entre los diferentes niveles superpuestos del universo.
Dachizeze, padre del mundo más alto, engendró a Tutruicá en el mundo más abajo y a Caragabí en este mundo. Se cuenta que Caragabí pudo hacer a los humanos sólo al pedir prestado el barro a Tutruicá y luego hizo moverse a los humanos porque supo quitarle la pesadez de la tierra. El maíz y el chontaduro fueron traídos de un nivel más alto. Sin el intercambio de materiales y saberes entre mundos, la de la sociedad y la naturaleza no podría continuar. Caragabí logró derribar el árbol Jenené y en su raíz brotó el mar y sus ramas son los ríos y sobre los ríos está una gran serpiente, Jepá, con la que se puede acceder a transportarse entre niveles del mundo, lo cual también ocurre en las cabeceras de los ríos, donde transitan los seres del mundo de abajo y arriba. Los animales cazados que tienen sus madres en las cabeceras de los ríos son gente de abajo visibilizada como animales y las almas de los humanos muertos pueden ser comida de la gente de abajo, como cuando una serpiente pica un humano, se considera que la gente de abajo lo ha cazado.
Los jaibaná continúan la labor de Caragabí y otros héroes de los relatos, al ser instrumentos de trato con los niveles del cosmos y propiciar la continuidad de los intercambios que caracterizan la vida, que es naturaleza y sociedad a la vez.
Lengua
Su idioma pertenece, junto con el de los Wounaan, a la familia de lenguas chocó, que algunos agrupan en una macrofamilia con las lenguas caribe. El embera es una lengua aglutinante y ergativa que privilegia la visión del objeto (o paciente) del verbo.
Referencias
- Aguirre Licht, Daniel (1998) Fundamentos Morfosintácticos para una gramática Embera. CCELA, Universidad de los Andes, Bogotá. ISBN 9057-98-5
- Llerena Villalobos, Rito [Coordinador] (1995) Estudios fonológiocs del grupo Chocó. CCELA, Universidad de los Andes, Bogotá.
- Hernández, Camilo (ed.) (2001) Emberás. Territorio y Biodiversidad:39-40, 75-85. Bogotá: Programa Semillas. ISBN 958-96612-7-0
- Santa Teresa, Fray Severino de (1924) Creencias, usos y costumbres de los indios catíos de la prefectura apostólica de Urabá. Imprenta san Bernardo, Bogotá.
- Urbina, Fernando (1978) "Embera (Chocó)"; Literatura de Colombia Aborigen. En pos de la palabra: 401-411. Bogotá: Colcultura.
- Vasco, Luis Guillermo (1985) Jaibanás, los verdaderos hombres. banco Popular, Bogotá. ISBN 958-9003-16-8pd
Véase también
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