Hermes

Hermes
Para otros usos de este término, véase Hermes (desambiguación).
Hermes Ingenui, copia romana del original griego del siglo V a. C., museo Pío-Clementino, Vaticano.

En la mitología griega Hermes (en griego antiguo Έρμῆς) es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos.[1] Hijo de Zeus y la pléyade Maya. El himno homérico a Hermes lo invoca como el «de multiforme ingenio (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.»[2]

Contenido

Papeles

Hermes atándose la sandalia, copia romana en mármol de un bronce de Lisipo (Museo del Louvre).

El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de los dioses, puesto éste en el que aparece incluso en los poemas homéricos, compartiendo esta función con Iris. Un intérprete que cruza las fronteras con extraños es un hermeneus (έρμενευς). De Hermes procede la palabra «hermenéutica» para el arte de interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un hermaion (έρμαιον).

Su carácter original de divinidad de la naturaleza pelasga o arcadia desaparece gradualmente en las leyendas. Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones.[3] Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado.[4] De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas.[5] Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social.[6] Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia.[7] Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado.[8] Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su especial protección o eran llamados hijos suyos.[9]

Como inventor del fuego,[10] Hermes es un paralelo con el titán Prometeo. Además de la siringa y la lira, Hermes inventó varios tipos de carreras y el deporte de la lucha, y por esto fue nombrado patrón de los atletas.[11]

Hermes también actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos, a quienes ayudaba a encontrar su camino hasta el Inframundo griego. En muchos mitos griegos, Hermes es representado como el único dios además de Hades y Perséfone que podía entrar y salir del Inframundo sin problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros a tener un viaje seguro y sin contratiempos. Muchos griegos le dedicaban sacrificios antes de viajar.[12]

Sus símbolos eran el gallo y la tortuga, y puede ser reconocido por su monedero o bolsa, sus sandalias aladas, su pétaso (sombrero de ala ancha) y su caduceo o vara de heraldo. Hermes era el dios de los ladrones porque era muy astuto y perspicaz, y porque él mismo fue un ladrón desde la noche en que nació, cuando se escapó de Maya y se fugó para robar el ganado de su hermano mayor Apolo.

En la adaptación romana de la religión griega (véase interpretatio romana), Hermes fue identificado con el dios romano Mercurio, quien, aunque heredado de los etruscos, desarrolló muchas características parecidas, como ser el patrón del comercio. En la interpretación griega de los dioses egipcios, se le equipara a Tot.

Etimología

Desde la demostración de Müller,[13] se ha creído que el nombre «Hermes» procede de la palabra griega ἕρμα, ‘herma’, que alude a un pilar cuadrado o rectangular con la cabeza de Hermes (normalmente con barba) adornando su extremo superior y con genitales masculinos itífalos debajo. Sin embargo, debido al testimonio del dios en el panteón micénico, como Hermes Araoia (‘Hermes Carnero’) en las inscripciones en lineal B en Pilos y la Cnosos micénica,[14] es más probable que la conexión ocurriese en el sentido contrario, desde el dios hasta las representaciones en los pilares. De la subsecuente asociación de estos hitos —que fueron usando en Atenas para evitar el mal y también como mojones en caminos y fronteras por toda Grecia— Hermes adquirió el patronazgo sobre los viajes por tierra.

Epítetos

Estatua de Ptolomeo III vestido como Hermes, con la clámide (Egipto ptolemaico).

Argifonte

El epíteto de Hermes Argifonte (Αργειφοντης, ‘asesino de Argos’; en latín Argicida) recuerda el encargo que recibió de Zeus de matar al gigante de cien ojos Argos Panoptes, que estaba vigilando a la ninfa Ío en el santuario de la propia Hera.

Logios

Su epíteto Logios es la representación del dios en el acto de declamar, como orador, o como dios de la elocuencia. De hecho, junto con Atenea, era la representación divina estándar de la elocuencia en la Grecia clásica. El himno homérico a él dedicado (probablemente del siglo VI a. C.) le describe dando un exitoso discurso desde la cuna para defenderse de la (verdadera) acusación de haber robado ganado. Algo después, el comentario de Proclo sobre La República de Platón describe a Hermes como dios de la persuasión. Aún más tarde, los neoplatónicos verían a Hermes Logios más místicamente como origen de una «cadena hermaica» de luz y radiación emanando del intelecto divino (nous). Este epíteto también produjo un tipo escultórico.

Otros

Otros epítetos de Hermes son:

  • Agoreo, ‘del ágora’;[15]
  • Acacesio, ‘de Acaco’;
  • Charidotes, ‘dador de hechizos’;
  • Crióforo, ‘portador del carnero’;
  • Cilenio, ‘del Cilene’;
  • Diactoros, ‘mensajero’;
  • Dolios, ‘confabulador’;
  • Enagonio (Εναγωνιος), ‘de los juegos (olímpicos)’;
  • Enodios, ‘en la carretera’;
  • Epimelio, ‘guardián de rebaños’;
  • Erionios, ‘que trae suerte’;
  • Poligio;
  • Psicopompo, ‘guía del alma’.

Adoración

Mercurio por Hendrick Goltzius, 1611 (Frans Halsmuseum, Haarlem).

Aunque había templos dedicados a Hermes por toda Grecia, un centro principal de su culto estaba en Feneo (Arcadia), donde las fiestas en su honor se llamaban Hermoea. Un mito señalaba que Licaón, el hijo de Pelasgo, mandó construirle el primer templo.[16]

Como franqueador de fronteras, Hermes Psicopompo (‘guía del alma’) se encargaba de llevar las almas recién muertas al Inframundo y el Hades. En el himno homérico a Deméter, Hermes guiaba a la Core, Perséfone, de vuelta con Deméter. También llevaba los sueños a los mortales vivos.

Otra función importante de Hermes era su rol como patrón de todos los juegos gimnásticos de los griegos. Esta idea parece ser de origen tardío, pues en los poemas homéricos no hay rastro alguno de la misma y la apariencia del dios, tal como es descrita, resulta muy diferente de lo que podría esperarse del dios del arte gimnástico. Pero sus imágenes fueron erigidas en tantos lugares, entre ellos a la entrada de los gimnasios, que el resultado natural fue que, como Heracles y los Dioscuros, fuese considerado como protector de los jóvenes y los ejercicios y concursos gimnásticos[17] y que en una época posterior los artistas griegos derivasen su ideal del dios desde el gimnasio, y lo representasen como un joven cuyos miembros estaban bella y armoniosamente desarrollados gracias a ejercicios gimnásticos. Atenas parece haber sido el primer lugar en el que fue adorado en este papel.[18] Debe observarse que las diversas funciones del dios llevaron a algunos de los antiguos a asumir que varias deidades compartían su nombre. Cicerón[19] distingue cinco y Servio[20] cuatro, pero estas cifras también incluyen las divinidades foráneas, que fueron identificadas por los griegos con su propio Hermes.

La idea de Hermes como heraldo y mensajero de los dioses, de sus viajes de un sitio a otro y decidiendo tratados, implicaba necesariamente la noción de que era el promotor del intercambio social y el comercio entre los hombres, y que era amistoso hacia estos.[21] En este puesto era considerado el mantenedor de la paz, y como dios de los caminos, que protegía a los viajeros y castigaba a quienes rehusaban ayudar a los que se equivocaban de ruta.[22] Por ello los generales atenienses, al preparar una expedición, ofrecían sacrificios a Hermes, apellidado Hegemonio o Agetor, y muchas estatuas del dios fueron erigidas en los caminos y en las puertas, circunstancia por la que recibió varios epítetos. Como dios del comercio, era llamado διέμπορος, ἐμπολαἳος, παλιγκάπηλος, κερδέμπορος, ἀγοραἳος, etcétera[23] y como el comercio es el origen de la riqueza, Hermes es también el dios de las ganancias y las riquezas, especialmente de las repentinas e inesperadas, como las adquiridas mediante el comercio. Como dador de riqueza y buena suerte (πλουτοδότης), también presidía sobre el juego de los dados, y quienes jugaban arrojaban una hoja de olivo sobre los dados, y primero tiraban esta hoja.[24] Ya se ha señalado que Hermes era considerado el inventor de los sacrificios, y por tanto no sólo actúa en la parte de un heraldo en los sacrificios[25] que es también el protector de los animales sacrificiales, y se creía en concreto que incrementaba la fertilidad de las ovejas.[26] Por esta razón era adorado especialmente por los pastores, y se le menciona en relación con Pan y las ninfas.[27] Esta faceta de la personalidad de Hermes es un resto de la antigua religión arcadia, en la que fue el dios fertilizador de la tierra, que confería sus bendiciones a los hombres, y algunos otros rasgos de este carácter aparece en los poemas homéricos.[28]

Entre los helenos, como sugiere la palabra relacionada «herma» (‘piedra fronteriza’), Hermes personificaba el espíritu del cruce: se pensaba que se manifestaba en cualquier tipo de intercambio, transferencia, transgresión, trascendencia, transición, tránsito o travesía, todas ellas actividades que involucran algún tipo de cruce en cierto sentido. Esto explica su relación con las transiciones en la propia suerte, con los intercambios de bienes, palabras e información implicados en el comercio, la interpretación, la oratoria y la escritura, con la forma en la que el viento puede transportar objetos de un lugar a otro y con la transición al otro mundo.

Muchas inscripciones dedicadas a Hermes han sido halladas en el ágora de Atenas, en relación con su epíteto Agoreo y su papel como patrón del comercio.[15]

Originalmente, Hermes era representado como un dios fálico, viejo y barbudo, pero en el siglo VI a. C. este Hermes tradicional fue reimaginado como un joven atlético. Estatuas de este nuevo tipo de Hermes se erigieron en los estadios y gimnasios de toda Grecia. Entre las cosas a él consagradas pueden nombrarse la palmera, la tortuga, el número cuatro y varios tipos de peces, y los sacrificios que se le dedicaban consistían en incienso, miel, pasteles, cerdos y especialmente corderos y cabritillos.[29]

Hermas

Artículo principal: Herma

En la temprana Grecia Antigua, Hermes fue un dios fálico de las fronteras. Su nombre, en la forma «herma», designaba a un montón de piedras usado para marcar los caminos y delimitar fronteras y propiedades. Cada viajero que pasaba por el camino añadía su piedra al montón, indicando así su presencia. Sobre el 520 Hiparco, hijo de Pisístrato, sustituyó los montones de piedra que señalaban el punto medio entre cada pueblo (deme) del Ática y el ágora de Atenas por pilares cuadrados o rectangulares de piedra o bronce coronados por un busto de Hermes, con barba y un falo erecto en la base. En las más primitivas hermas «cilenas», el pilar de piedra o madera era simplemente un falo tallado. En Atenas, las hermas se colocaban fuera de las casas para atraer la buena suerte. Como señaló Walter Burkert, «resulta asombroso que un monumento de esta clase pudiera ser transformado en un dios olímpico».[30]

En 415 a. C., la noche anterior a la partida de la flota ateniense hacia Siracusa durante la Guerra del Peloponeso, todas las hermas atenienses fueron vandalizadas, lo que se consideró un mal augurio. (Véase Expedición a Sicilia). Los atenienses de la época creyeron que había sido obra de saboteadores, bien de Siracusa o de pacifistas de la propia Atenas. Se sospechaba que Alcibíades, pupilo de Sócrates, estaba implicado. Aunque éste lo negó y se mostró dispuesto a ser juzgado, Sócrates pagó indirectamente la impiedad con su vida.

Desde estos orígenes, las hermas se incorporaron al repertorio de la arquitectura clásica.

Iconografía

Hermes atándose la sandalia por François Rude (Museo del Louvre).

Hermes suele ser retratado llevando el sombrero de ala ancha que usaban los viajeros para protegerse del sol y la lluvia (llamado pétaso) o un gorro alado. En épocas posteriores este atributo fue adornado con dos alas pequeñas, si bien a veces éstas le salen del pelo, no llevando entonces sombrero.

También se le representa calzando sandalias con alas. Aunque Homero no dice ni sugiere que estuvieran provistas de alas, en épocas posteriores aparecen con alas, de donde se le llama πτηνοπέδιλος o alipes.[31]

Otro de sus atributos era el caduceo (ῥάϐδος o σκἣπτρον), mencionado frecuentemente en los poemas homéricos como la vara mágica con la que cierra y abre los ojos de los mortales, no diciéndose de qué persona o dios la recibió, ni que tenga las serpientes entrelazadas con que aparece en obras de arte posteriores. Según el himno homérico a Hermes y Apolodoro, la recibió de Apolo, y parece que deben distinguirse dos báculos, que luego fueron unidos en uno: primero, la vara de heraldo ordinaria[32] y segundo la vara mágica, como las que otras divinidades también poseían.[33] Los lazos blancos con los que la vara de heraldo estaba originalmente adornada fueron cambiados por artistas posteriores por dos serpientes[34] aunque los propios antiguos las justificaban bien como vestigio de alguna característica del dios, bien considerándolas representaciones simbólicas de la prudencia, la vida, la salud y similar. En épocas posteriores, el caduceo fue adornado también con un par de alas, expresando la rapidez con la que el mensajero de los dioses se movía de un lugar a otro.

Nacimiento e infancia

Hermes fue hijo de Zeus y Maya, una de las Pléyades, hija de Atlas. Nació en una cueva del monte Cilene en Arcadia.[35] Sin embargo alguna tradición sitúa su nacimiento en el Olimpo.[36] A veces se le aplica los epítetos de Atlantiades o Cilenio.

En sus primeras horas de vida, se escapó de su cuna, fue a Pieria y se llevó algunos de los bueyes de Apolo.[37] En la Ilíada y la Odisea no se menciona esta tradición, si bien Hermes es caracterizado como un astuto ladrón.[38] Otras versiones, incluso, refieren el robo de los bueyes a una época más avanzada de la vida del dios.[39] Para no ser descubierto por los rastros de sus pasos, Hermes se puso unas sandalias y condujo los bueyes a Pilos, donde mató dos y encerró el resto en una cueva.[40] Las pieles de los animales muertos fueron clavadas a una roca, y parte de su carne fue cocinada y consumida, y el resto quemada; al mismo tiempo ofreció sacrificios a los dioses olímpicos, por lo que probablemente fuera llamado el inventor de la adoración divina y los sacrificios.[41]

Tras esto volvió inmediatamente a Cilene, donde encontró una tortuga a la puerta de su cueva natal. Hermes tomó el caparazón del animal, tensó cuerdas a su través e inventó así la lira y el plectro. Algunos dicen que el número de cuerdas de su nueva invención fue tres y otros dicen que siete, y estaban hechas de tripa de buey u oveja.[42]

Apolo, gracias a su poder profético, había descubierto mientras tanto el robo, y fue a Cilene a acusarle de él delante de su madre Maya. Ésta mostró al dios el niño en su cuna, pero Apolo llevó al niño ante Zeus y exigió la devolución de sus bueyes. Zeus le ordenó que cumpliese con las demandas de Apolo, pero Hermes negó haber robado el ganado. Sin embargo, como vio que sus afirmaciones no eran creídas, condujo a Apolo hasta Pilos y le devolvió sus bueyes, pero cuando Apolo oyó los sonidos de la lira quedó tan encantado que permitió a Hermes quedarse los animales. Hermes inventó entonces la siringa y tras haber revelado a Apolo sus invenciones, los dos dioses entablaron una estrecha amistad.[43]

Apolo obsequió a su joven amigo con su propia vara dorada de pastor, enseñándole el arte de profetizar por medio de los dados, y Zeus le hizo su propio heraldo y también de los dioses del mundo inferior. Apolo rehusó enseñar a Hermes el arte de la profecía y le refirió para ello a las tres hermanas que moraban en el Parnaso, pero le confirió el oficio de proteger ganados y pastizales.[44]

Descendencia

Pan

El dios griego de la naturaleza, las ovejas y los rebaños, Pan, se decía a menudo que era hijo de Hermes y la ninfa Dríope. En el himno homérico a Pan, su madre huía del recién nacido dios asustada por su apariencia cabruna.

Hermafrodito

Hermafrodito fue un hijo inmortal de Hermes con Afrodita. Fue transformado en hermafrodita cuando los dioses concedieron literalmente a la ninfa Salmacis su deseo de no separarse jamás de él.

Abdero

Abdero era un hijo de Hermes que fue devorado por las yeguas de Diomedes, quien había quedado encargado de custodiarlas mientras su amigo Heracles luchaba con los hombres de Diomedes.

Consortes y descendencia

En los mitos

Sus servicios a Zeus no se limitaban a los oficios de heraldo y mensajero, siendo también su auriga y copero.[45] Como los sueños son enviados por Zeus, Hermes, el ήγήτωρ δυείρων, los conduce hasta los hombres, y por esto es también descrito como el dios que tenía en su poder enviar el sueño reconfortante o retirarlo.[46]

La Ilíada

En la Guerra de Troya Hermes estuvo del lado de los griegos.[47] El cuerpo de Sarpedón fue sacado del campo de batalla de Troya por los dioses alados gemelos, Hipnos (Sueño) y Tánatos (Muerte). La pareja se describe vestida con armadura y supervisada por Hermes Psicopompo en el canto XVI de la Ilíada:

[Apolo] entrególo a los veloces conductores y hermanos gemelos: el Hipno y la Muerte. Y éstos, transportándolo con presteza, lo dejaron en el rico pueblo de la vasta Licia.[48]

Además, Hermes ayuda al rey Príamo de Troya a internarse en el campamento aqueo para enfrentarse a Aquiles y convencerle de que le devuelva el cuerpo de su hijo Héctor.[49]

La Odisea

En el Libro V de la Odisea, Hermes es enviado por orden de Zeus a liberar a Odiseo de la isla de Calipso. En el Libro X protege a Odiseo de Circe dándole una hierba no identificada denominada moly que le protegería de su hechizo. Odiseo, el protagonista principal de la Odisea, desciende por línea materna de Hermes.[8]

Argos Panoptes e Ío

Cuando la ninfa Ío, una de las amantes de Zeus, fue atrapada por Hera y puesta bajo la vigilancia del gigante de cien ojos Argos Panoptes, Zeus ordenó a Hermes que robase a la ternera, pero fue denunciado por Hiérax. Hermes tuvo que matar a Argos. Por este asesinato es muy comúnmente llamado Argifontes.[50] En otra versión Hermes salvó a Ío durmiendo al gigante con historias y canciones y decapitándolo entonces con una espada con forma de medialuna. Los ojos de Argos fueron puestos en la cola del pavo real, símbolo de Hera.[51]

Perseo

Hermes ayudó a Perseo a matar a la gorgona Medusa dándole sus sandalias aladas y la hoz de Zeus. También le dio el casco de invisibilidad de Hades y le dijo que lo usara para que las inmortales hermanas de Medusa no le vieran huir. Atenea también ayudó a Perseo prestándole su pulido escudo. Por último, Hermes le guio al Inframundo.

Prometeo

En algunas versiones, fue el que ató a Prometeo en el monte Cáucaso.[52]

En la tragedia Prometeo encadenado, atribuida a Esquilo, Zeus envía a Hermes a enfrentarse al titán encadenado Prometeo por una profecía sobre el titán que le derrocaría. Hermes regaña a Prometeo por no ser razonable y querer prolongar su tortura, pero Prometeo rehúsa darle detalles sobre la profecía.

Herse, Aglauro y Pándroso

Cuando Hermes amaba a Herse, una de las tres hermanas que servían a Atenea como sacerdotisas (partenos), su celosa hermana mayor Aglauro se interpuso entre ellos. Hermes la transformó en piedra y fue padre de Céfalo con Herse, de Eumolpo con Aglauro y de Cérix con Pándroso.

Otras historias

  • En la historia del músico Orfeo, Hermes llevó de vuelta a Eurídice al Hades después de que éste mirase atrás para ver a su esposa por segunda vez.
  • Hermes ayudó a proteger al dios infante Dioniso de Hera, después de que ésta matase a su madre mortal, Sémele, por celos: Rescató a Dioniso de las llamas tras su nacimiento o lo recibió de manos de Zeus para llevarlo a Atamas.[53]
  • Transformó a las Miníades en murciélagos.
  • Enseñó a las Trías las artes de la profecía y la adivinación.
  • Ató a Ixión a la rueda[54]
  • Condujo a Hera, Afrodita y Atenea junto a Paris.[55]
  • Cuando los dioses crearon a Pandora, fue Hermes quien la llevó a las mortales y le otorgó su fuerte sentido de la curiosidad.
  • El rey Atreo de Micenas recuperó el trono de su hermano Tiestes siguiendo los consejos que recibió del tramposo Hermes. Tiestes accedió a devolverle el reino cuando el sol se moviese hacia atrás en el cielo, una hazaña que Zeus hizo posible. Atreo recuperó el trono y desterró a Tiestes.
  • Vendió a Heracles a Ónfale.[56]
  • Diógenes, hablando en broma, contaba el mito de Hermes apiadándose de su hijo Pan, quien suspiraba por Eco pero era incapaz de tenerla, y le enseñaba el truco de masturbación para aliviar su sufrimiento. Más tarde Pan enseñó la costumbre a los pastores jóvenes.[57]

Véase también

Notas

  1. Burkert (1985) iii.2.8; «Hermes» (en inglés). Encyclopedia Mythica. Consultado el 30 de enero de 2008.
  2. Himno homérico a Hermes 13. La palabra πολύτροπον polytropos se usa también para describir a Odiseo en la primera línea de la Odisea.
  3. Homero, Ilíada i.333, iv.193, vii.279, 385, viii.517, xi.684; Himnos órficos xxvii.4; Eliano, Historia de los animales x.29; Horacio, Odas i.10.1.
  4. Homero, Odisea i.38; Ilíada xxiv.390; Himno homérico a Ceres 335.
  5. Aristófanes, Pax 1062; Ateneo i. p.16
  6. Homero, Ilíada xx.35; xxiv.282; Odisea ii.38.
  7. Himno homérico a Hermes 66, 260, 383; Eustacio, Sobre Homero p. 1337; Homero, Ilíada v.390; xxiv.24; Apolodoro, Biblioteca mitológica i.6.3.
  8. a b Meletinskii (1993), Introduzione, p. 131.
  9. Homero, Odisea x.277, xv.318, xix.397; Sófocles, Filoctetes 133; Hesíodo, Trabajos y días 67; Eu­stacio, Sobre Homero pp. 18, 1053.
  10. En el himno homérico, «dejó que se saciaran de hierbas las mugidoras vacas ... reunió abundante leña y practicó el arte de encender el fuego. Habiendo cogido un espléndido ramo de laurel, los descortezó con el hierro y lo frotó con la palma de la mano; y se elevó en el aire un cálido humo» (líneas 105, 108–110).
  11. «El mismo Mercurio [Hermes] enseñó primero la lucha a los mortales.» (Higino, Fábulas 277.)
  12. Homero, Odisea xxiv.1.9; Himno homérico a Deméter 379; Eustacio, Sobre Homero 561; Diógenes Laercio viii.31; Higino, Fábulas 251.
  13. Müller, K. O. (1848). Handbuch der Archäologie der Kunst. Bresláu: J. Max. OCLC 10578594. 
  14. Ventris y Chadwick.
  15. a b Lang, M. (1988). Graffiti in the Athenian Agora. Excavations of the Athenian Agora (ed. rev. edición). Princeton: American School of Classical Studies at Athens. pp. 7. OCLC 20063799. http://www.ascsa.edu.gr/publications/upload/Graffiti%20in%20the%20Athenian%20AgoraLR.pdf. Consultado el 14-04-2007. 
  16. Higino, Fábulas 225.
  17. Píndaro, Nemeas x.53.
  18. Píndaro, Píticas ii.10; Ístmicas i.60; Aristófanes, Pluto 1161.
  19. Cicerón, De natura deorum iii.22.
  20. Servio, Sobre la Eneida i.301, iv.577.
  21. Homero, Odisea xix.135; Ilíada xxiv.333.
  22. Homero, Ilíada vii.277; Teócrito xxv.5; Aristófanes, Pluto 1159.
  23. Aristófanes, Pluto 1155; Julio Pólux vii.15; Himnos órficos xxvii.6; Pausanias, Descripción de Grecia i.15.1, ii.9.7, iii.11.8.
  24. Homero, Ilíada vii.183; Aristófanes, La paz 365; Eustacio, Sobre Homero p. 675.
  25. Aristófanes, La paz 433.
  26. Himno homérico a Hermes 567; Homero, Ilíada xiv.490, xvi.180; Hesíodo, Teogonía 444.
  27. Homero, Odisea xiv.435; Eu­stacio, Sobre Homero p. 1766; Aristófanes, Las Tesmoforias 977; Pausanias, Descripción de Grecia viii.16.1; ix.34.2; Escolio sobre Filoctetes de Sófocles 14, 59.
  28. Homero, Ilíada xxiv.360; Odisea viii.335, xvi.185; Himno homérico a Hermes 27.
  29. Pausanias, Descripción de Grecia vii.22.2; Aristófanes, Pluto 1121, 1144; Homero, Odisea xiv.435, xix.397; Ateneo i. p. 16.
  30. Burkert (1985).
  31. Himnos órficos xxvii.4; Ovidio, Las metamorfosis xi.312.
  32. Homero, Ilíada vii.277, xviii.505.
  33. Luciano de Samósata, Diálogos de los dioses vii.5; Virgilio, Eneida iv.242.
  34. Escolio sobre Timeo i.53; Macrobio, Saturnalia i.19; Higino, Astronomía poética ii.7; Servio, Sobre la Eneida iv.242, viii.138.
  35. Homero, Odisea viii.335, xiv.435, xxiv.1; Himno homérico a Hermes 1 y sig.; Ovidio, Las metamorfosis i.682, xiv.291.
  36. Filóstrato, Imágenes i.26.
  37. Himno homérico a Hermes 17.
  38. Homero, Ilíada v.390, xxiv.24.
  39. Apolodoro, Biblioteca mitológica iii.10.2; Antonino Liberal xxiii.
  40. Diferentes estratagemas con las que escapó en Himno homérico a Hermes 75 y Antonino Liberal xxiii.
  41. Himno homérico a Hermes 125; Diodoro Sículo i.16.
  42. Himno homérico a Hermes 51; Diodoro Sículo i.16, v.75; Argonáuticas órficas 381; Horacio, Odas i.10.6.
  43. Himno homérico a Hermes 514.
  44. Himno homérico a Hermes 533; Luciano de Samósata, Diálogos de los dioses vii; Ovidio, Las metamorfosis ii.683.
  45. Homero, Odisea i.143; Ilíada xxiv.178, 440; Himno homérico a Deméter 380; Eustacio, Sobre Homero p. 1205.
  46. Himno homérico a Hermes 14; Homero, Ilíada ii.26, xxiv.343.
  47. Homero, Ilíada xx.72
  48. Homero, Ilíada xvi.681.
  49. Homero, Ilíada xxiv.336.
  50. Apolodoro, Biblioteca mitológica ii.1.3.
  51. Ovidio, Las metamorfosis i.670.
  52. Servio, Sobre las Églogas de Virgilio vi.42.
  53. Apolodoro, Biblioteca mitológica iii.4.3; Apolonio de Rodas, Argonáuticas iv.1137.
  54. Higino, Fábulas 62.
  55. Higino, Fábulas 92; Pausanias, Descripción de Grecia v.19.1.
  56. Apolodoro, Biblioteca mitológica ii.6.3.
  57. Dión Crisóstomo, Discursos iv.20.

Bibliografía

Enlaces externos


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