Agnosticismo

Agnosticismo
No confundir con gnosticismo.
Ícono popular del agnosticismo.

El agnosticismo (del griego α- a-, sin + γνώσις gnōsis, conocimiento) es aquella postura filosófica o personal que, a grandes rasgos, considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentado o experimentable. El agnosticismo es una doctrina basada en observaciones y experiencias, y por lo tanto declara como inaccesible todo fenómeno que escape de la experimentación o reproducibilidad. En otras palabras, para un agnóstico, el valor de verdad de ciertas afirmaciones (particularmente las metafísicas respecto a la teología, el más allá, la existencia de Dios, dioses, deidades, o una realidad última) es incognoscible o, dependiendo de la variante de agnosticismo, imposible de adquirir su conocimiento debido a la naturaleza subjetiva de la experiencia.

En algunas versiones (como el agnosticismo débil) esta falta de certeza o conocimientos es una postura personal relacionada con el escepticismo. En otras versiones (como el agnosticismo fuerte) se afirma que el conocimiento sobre la existencia o no de seres superiores no solo no ha sido alcanzado sino que es inalcanzable. Finalmente hay versiones (apateísmo) en las cuales se afirma que la existencia o no de seres superiores, no solo no es conocida sino que es irrelevante. En general, los agnósticos consideran que las religiones no son una parte esencial de la condición humana, pero sí de la cultura y de la historia humana.

Quienes profesan el agnosticismo no son necesariamente antirreligiosos, siendo el tipo ideal de agnóstico respetuoso con todas las creencias que proceden de una reflexión individual y honesta. El agnóstico entiende las creencias sobrenaturalistas solo como una opción personal de cada individuo, que él puede o no compartir.

Los servicios de investigación demográfica normalmente incluyen a los agnósticos en la misma categoría que los ateos y personas no religiosas, aunque esto puede ser engañoso dependiendo del número de agnósticos teístas que se identifican primero como agnósticos y en segundo lugar como seguidores de una religión particular.

De esta forma, el agnóstico no niega la existencia de un dios, pero insiste en que ésta no es demostrable o que no se ajusta a los supuestos establecidos en las diversas religiones oficiales.

Mapa porcentual de ateos y agnósticos a nivel mundial (actualización del mapa de Zuckerman, 2006).

Contenido

Etimología

El término agnóstico fue introducido por el zoólogo británico Thomas Henry Huxley (1825-1895) en 1869 para describir su filosofía que rechaza el gnosticismo, por el cual no rechazaba solo a ese grupo religioso del primer milenio, sino a todos los grupos que afirman tener un conocimiento oculto o místico.

Los primeros líderes de la Iglesia cristiana utilizaron la palabra griega «gnosis» (‘conocimiento’) para describir una especie de «conocimiento espiritual». El agnosticismo no debe ser confundido con las visiones religiosas que se oponen a la doctrina del gnosticismo: estos son conceptos religiosos que no se relacionan generalmente con el agnosticismo. Huxley utilizó el término en un sentido amplio.

Definición según Thomas Huxley

En su libro Aphorisms and reflections, Henrietta Ann Heathorn Huxley (1825-1915), esposa de Thomas Huxley, recoge múltiples volúmenes de notas y ensayos de Huxley,[1] quien acuñó el término «agnosticismo». En dichas notas se encuentra un párrafo donde Thomas Huxley define con claridad lo que significaba el término para él:

Agnosticismo, de hecho, no es un credo, sino un método, la esencia en la que se sustenta la aplicación rigurosa de un solo principio.[2]

Y más adelante en el mismo párrafo:

El principio puede ser expresado positivamente: en asuntos intelectuales, sigue tu razón tan lejos como te lleve, sin importar ninguna otra consideración. Y negativamente: en asuntos intelectuales, no pretendas que son ciertas las conclusiones que, o no han sido demostradas o directamente no son demostrables. Esto entiendo como significado de la fe agnóstica, que si un hombre mantiene completa e incorrupta, no deberá sentir vergüenza de mirar al universo a la cara, cualquiera que sea el futuro deparado para él.[3]

La postura del no-conocimiento

El agnóstico suele diferenciar entre «conocer» y «creer». Para él, una persona religiosa se distingue de una atea por el hecho de que el religioso «cree que dios existe» y el ateo «cree que dios no existe». Así, el agnóstico se aparta de la postura de creencia indicando que unos y otros (religiosos y ateos) «creen» en la existencia o inexistencia de una entidad superior, mientras que él la «desconoce».

Variantes

  • Agnosticismo fuerte: es una afirmación categórica sobre el conocimiento de entidades superiores indicando que éstas no son cognoscibles, y que los seres humanos no están equipados para descubrir la existencia de tales realidades o para probar su inexistencia. Se resume en la frase «Desconozco sobre la existencia de dios y es imposible llegar a conocerlo»
  • Agnosticismo débil: se considera una opción personal que afirma no tener conocimiento sobre una entidad superior. Se resume en la frase «Desconozco sobre la existencia de dios y la posibilidad de conocerlo»
  • Agnosticismo apático: conocido también como apateísmo es la visión de que una entidad superior, aún de existir, no cambia en nada a la condición humana y por lo tanto las religiones son irrelevantes o accesorias. «Desconozco sobre la existencia de dios y es irrelevante conocerlo»
  • Agnosticismo interesado: aquel que considera que el conocimiento de entidades superiores es relevante para el ser humano, en oposición al Agnosticismo apático, que considera lo contrario. Por lo general este interés se justifica argumentando la relevancia que tiene la existencia o inexistencia de deidades en el rol que desempeñan los seres humanos en el mundo. «Desconozco sobre la existencia de dios pero sería interesante conocerlo»
  • Agnosticismo modelo: apunta a que las preguntas filosóficas y metafísicas no son verificables fehacientemente sino un modelo maleable de pensamiento que debe basarse sobre la racionalidad. Esta rama del agnosticismo no se enfoca en la existencia de entidades superiores.
  • Ignosticismo: Algunos filósofos han visto el ignosticismo como una variación de ateísmo o agnosticismo, mientras que otros han considerado que es distinto. Según las definiciones de Theodore Drange los ignósticos no son ateos ni agnósticos. Una simplificación en la materia establece que un ateo diría: «No creo que dios exista», un agnóstico diría: «Desconozco sobre la existencia de dios», y un ignóstico diría: «¿Qué entiende por dios?».

Algunas opiniones filosóficas

Entre los más famosos agnósticos (en el sentido original) se encuentran Thomas H. Huxley, Thomas Alva Edison, Charles Darwin, Marie Curie y Bertrand Russell. A partir de los trabajos de David Hume, especialmente Dialogues Concerning Natural Religion (Diálogos con respecto a la religión natural), se piensa que él era agnóstico, aunque es un tema que sigue en debate.

La posición agnóstica es visible en varios filósofos post-kantianos, que mantienen que la razón que pretende hablar de lo incondicionado cae en contradicción, tanto para demostrar la existencia de Dios como para negarla.

Thomas H. Huxley

Thomas Henry Huxley (1825-1895).

Las posturas agnósticas son tan antiguas como el escepticismo filosófico, pero el término «agnosticismo» fue acuñado por el biólogo Thomas H. Huxley (abuelo del conocido novelista inglés Aldous Huxley) en una reunión de la Sociedad Metafísica en 1869. En ella definió a los agnósticos como a las personas que niegan tanto el ateísmo como el teísmo y que aseguran que no es posible hallar respuesta a la duda metafísica de la existencia de un poder superior o Dios. En una carta a un amigo escribe:

Yo no afirmo ni niego la inmortalidad del hombre. No veo razón para creer en ella pero tampoco tengo ningún medio para desaprobarla. No tengo objeciones a priori a esa doctrina. Nadie que tenga que lidiar día a día con la naturaleza puede meterse en el brete de las dificultades a priori. Dame alguna evidencia que justifique mi creencia en cualquier cosa y yo creeré. ¿Y cómo no habría de creer? No sería más maravilloso que la conservación de la energía o la indestructibilidad de la materia. [...] No tiene sentido que me hables de analogías y probabilidades. Yo sé a qué me refiero cuando digo que creo en la ley de los cuadrados inversos, y no basaré mi vida y mis esperanzas en alguna convicción más débil.
T. H. Huxley, en carta a Charles Kingsley del 23 de septiembre de 1860

Desde entonces el término «agnóstico» también ha sido usado para designar aquella persona que, aunque no considera que sea incognoscible la existencia de Dios, cree que las evidencias a favor y en contra de la existencia de una deidad no resultan concluyentes, por lo que se muestra indecisa sobre el tema.

Por naturaleza tengo la antipatía más grande posible contra el ateísmo. Y sin embargo sé que yo —a pesar de mí mismo— soy exactamente lo que un cristiano llamaría un ateo. No puedo ver ni una sombra de evidencia acerca de que lo desconocido que se esconde tras los fenómenos del universo tenga algo que ver con nuestra relación con un Padre que nos ama y nos cuida, como dicen los cristianos. Así que con respecto a los demás dogmas cristianos —como la inmortalidad del alma y el castigo y recompensa futuros— ¿qué voy a objetar yo —que me siento compelido a creer en la inmortalidad de lo que llamamos materia y energía y a creer en un inconfundible estado actual de castigos y recompensas por nuestras acciones— qué voy a objetar contra esas doctrinas? Dame una pizca de evidencia y estoy listo para saltar a tu lado.
Huxley, en carta a Charles Kingsley del 6 de mayo de 1863

Con respecto al origen del término «agnóstico» para describir su actitud, Huxley da la siguiente explicación:

Por eso inventé el título que me pareció más apropiado: «agnosticismo». Me vino a la cabeza como la antítesis del gnosticismo que apareció al principio de la Historia de la Iglesia. Los gnósticos pretendían saber tanto justamente acerca de las cosas que yo más ignoro. Para mi gran satisfacción el término tuvo éxito.
Huxley, Ensayos escogidos, pág. 237-239.

Se considera que el agnosticismo de Huxley es una consecuencia natural de las condiciones intelectuales y filosóficas de 1860, en que la intolerancia religiosa estaba tratando de impedir los descubrimientos científicos que parecían chocar contra una lectura literal de la Biblia (en especial del libro del Génesis) y otras doctrinas cristianas establecidas. Sin embargo el agnosticismo no se debe confundir con el deísmo, el panteísmo u otras formas científicas positivistas de teísmo.

En temas intelectuales, sigue tu razón tanto como puedas, sin tener ningún otro tipo de consideración. Y negativamente: en temas intelectuales, no finjas que es cierta ninguna conclusión que no haya sido demostrada o sea demostrable.
Huxley, Agnosticismo, 1889

Charles Darwin

Retrato de Charles Darwin por Julia Margaret Cameron.

En 1879, cuando Charles Darwin estaba escribiendo su autobiografía, le llegó una carta preguntándole si él creía en el dios Yahvé, y si el teísmo y la evolución eran compatibles. Él replicó que «un hombre puede ser un ardiente teísta y un evolucionista», citando como ejemplos a Charles Kingsley y Asa Gray; con respecto a él, dijo que «nunca había sido ateo en el sentido de negar la existencia de Dios». Agregó: «Creo que en general (y más cuanto más viejo me hago) aunque no siempre, que “agnóstico” sería una descripción correcta de mi pensamiento».

El jueves 28 de septiembre de 1881 Darwin recibió la visita de dos conocidos ateos: Ludwig Büchner y Edward Aveling. Estaba presente Brodie Innes, un religioso amigo de la familia.

Darwin explicó sagazmente que «el reverendo y yo hemos sido medio amigos por treinta años. Nunca hemos estado de acuerdo en ningún tema: más bien nos miramos y cada uno piensa que el otro debe estar muy enfermo». En la charla después de la cena, Darwin les preguntó a sus invitados: «¿Por qué se hacen llamar ateos?», explicando que él prefería la palabra agnóstico. Aveling replicó que «un agnóstico no era sino un ateo elástico, y un ateo no era sino un agnóstico agresivo». Darwin respondió: «¿Y por qué tienen que ser tan agresivos?», preguntándose qué iban a ganar imponiendo esas nuevas ideas en la gente, cuando la libertad de pensamiento estaba «más que bien» para las personas educadas, pero si la gente ordinaria «estaría madura para ello».

Aveling respondió que si «las revolucionarias verdades de la selección natural y sexual hubieran sido confinadas solo para las pocas personas sensatas» y él «hubiera demorado la publicación del Origen de las especies, ¿dónde estaría el mundo en este momento?». Seguramente su propio ilustrativo ejemplo había alentado a los librepensadores a «proclamar la verdad desde los techos de las casas». Darwin en ese momento aceptó que «el cristianismo no está apoyado en evidencias», pero que él no estaba dispuesto a forzar esa idea en nadie, ya que de hecho «yo no abandoné el cristianismo hasta que tuve cuarenta años de edad».

Bertrand Russell

El libro del filósofo y matemático Bertrand Russell (premio nobel de Literatura en 1950) Por qué no soy cristiano, basado en una conferencia que dio en 1927, se considera un manifiesto clásico de la creencia agnóstica. El ensayo presenta brevemente las objeciones de Russell a algunos de los argumentos sobre la existencia de Dios y del átomo, como herencia extraterrestre y luego presenta una discusión acerca de sus objeciones morales a las enseñanzas cristianas. Luego les pide a sus lectores que se paren «sobre sus dos pies y dirijan una mirada cruda y directa al mundo [...] con una actitud sin miedo y una inteligencia libre».

En el otro libro posterior de Russell ¿Soy ateo o agnóstico? (subtitulado «Un ruego de tolerancia ante los nuevos dogmas»), él confirma que es un agnóstico en el sentido filosófico de que no puede creer la verdad de la existencia o no existencia de Dios. Sin embargo en el mismo ensayo admite que la manera más clara de presentarse ante una audiencia no filosófica sería como ateo.

Agnósticos famosos

Artículo principal: Lista de agnósticos reconocidos

Véase también

Notas

  1. Huxley, Henrietta A.. «prefacio». Aphorisms and reflections. Parrafo 3. p. 12. ISBN 1419107305. http://books.google.com/books?id=97DaE6BzKTsC&pg=PA12. 
  2. Huxley, Henrietta A.. «prefacio». Aphorisms and reflections. CXLII [C.E.v 245], Al final de la página. prefacio, página 12, párrafo 3. p. 41. ISBN 1419107305. http://books.google.com/books?id=97DaE6BzKTsC&pg=PA41. 
  3. Huxley, Henrietta A.. «prefacio». Aphorisms and reflections. CXLII [C.E.v 245], Al inicio de la página. p. 42. ISBN 1419107305. http://books.google.com/books?id=97DaE6BzKTsC&pg=PA42. 

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