- Ateísmo
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El ateísmo es, en un sentido amplio, la no creencia en deidades u otros seres sobrenaturales. En un sentido más estricto, el ateísmo es la posición que sostiene la inexistencia de deidades. Algunos la definen como una doctrina o posición que rechaza el teísmo, que en su forma más general es la creencia en la existencia de, al menos, una deidad.
En un sentido amplio podría incluirse dentro de la definición de ateísmo, tanto las personas ateas, quienes explicitan la no existencia de dioses, como aquellas que, sin creer en su existencia, no tienen evidencia ni convicción para su refutación. En un sentido estricto se excluyen a estos últimos, denominados agnósticos, de la definición de ateos. Los agnósticos rechazan reconocerse como ateos o ateístas ya que consideran inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia o simplemente irrelevante.[1]
El término ateísmo incluye a aquellas personas que declaran no creer en ningún dios ni fuerza ni espíritu divino. Según el historiador Francisco Díez de Velasco, ser ateo o negar la existencia de un dios o dioses no implica necesariamente no pertenecer a ninguna religión; existen religiones, como el budismo que niegan la existencia de dios[2] o no mencionan la existencia de dios alguno y que, por consiguiente, son ateas o más correctamente no teístas.
Los postulados del ateísmo son contrarios a los que sostienen las creencias religiosas e implican una crítica a la religión.
Contenido
Etimología
Etimológicamente el término proviene del adjetivo griego αθεος (atheós) , que significa ‘sin dios’ (en cualquiera de los dos sentidos, de no creer en uno o más dioses o de no venerarlos); siendo a la partícula negativa ‘no’ o ‘sin’; y theós: ‘dios’ (literalmente Zeus). Esta letra theta (θ Θ) griega se pronunciaba como la zeta de los españoles; justamente, en el alfabeto fonético la zeta española se representa con esa letra θ. En cambio, la dseda griega (ζ Ζ) se pronuncia como una mezcla de D con Z.
En el idioma inglés, el término atheism fue el resultado de la adopción del francés athéisme en 1587 aproximadamente, el cual a su vez proviene de athée. Posteriormente a la palabra ateísmo se crearon las palabras deísta (1621, en inglés) y teísta (1662, en inglés).[cita requerida]
Uso histórico del término
El término ateo tuvo su primer uso en la Roma antigua, para designar a todo aquel que no creyera en los dioses del panteón romano, en particular a los cristianos[cita requerida].
A raíz de la confluencia de las religiones en el mundo, el sentido etimológico de la palabra tomó todo su significado para aplicarse a todos los dioses, ya que parecía injusto designar ateístas a quienes creían en cierto dios, razón por la cual el término se limitó a las personas que no creyesen en ningún dios. Actualmente ya no se usa el adjetivo ateo para designar a los que no creen en unos dioses aunque crean en otros.
Tipología anglosajona del ateísmo
La variedad de corrientes filosóficas ateístas hace difícil una categorización efectiva. A continuación se expone una categorización propuesta por los filósofos Antony Flew[3] y Michael Martin.[4]
Ateísmo fuerte o positivo
Este ateísmo se caracteriza por la negación categórica de la existencia de dioses. En un principio se comenzó a argumentar en contra de la existencia de dioses, encontrando explicaciones sociológicas, psicológicas o históricas para el teísmo, distintas de la existencia de dioses. Con el desarrollo de la ciencia y del conocimiento humano, eran muchos los autores quienes denunciaban la irrelevancia de la creencia en deidades, siendo uno de los más importantes exponentes de esta denuncia el biólogo británico Richard Dawkins. Este es el caso de muchos autores marxistas y de autores como, Ludwig Feuerbach, Auguste Comte y Friedrich Nietzsche en el siglo XIX,[5] y Daniel Dennett en el siglo XX y XXI. A menudo también parte del supuesto de que no se debe conceder visos de posibilidad a una proposición arbitraria como la existencia de un dios.
Ateísmo débil o negativo
Es la forma del ateísmo que se aproxima al agnosticismo. No es la afirmación de la inexistencia de deidades u otros seres sobrenaturales, sino la ausencia de creencia en los mismos. El marxismo -siguiendo a Kant en su Crítica de la Razón Pura- niega que la categoría de existencia se pueda aplicar a seres o entes ajenos a la experiencia.
Ateísmo y agnosticismo
Aunque formalmente se distingue entre agnosticismo y ateísmo, el primero equivale al segundo en la práctica, ya que constituye una negación por exclusión y tabú implícito. La práctica social en muchos países avanzados es de orden agnóstico, por confinamiento del teísmo en las conciencias y exclusión en la exterioridad, proclamando la cuestión religiosa como algo privado de cada ciudadano y no algo público.[cita requerida]
El agnosticismo no niega explícitamente la existencia de los dioses, sino que niega únicamente el conocimiento de su existencia, y por esta razón, muchos ateístas no lo clasifican como ateo. Los agnósticos, al igual que muchos ateístas, a menudo argumentan que la carga de la prueba recae sobre quien afirma algo, y no sobre quien deja de creerlo. Por consiguiente, la negación de la existencia de dioses no requiere de una prueba tanto como lo requiere la afirmación de su existencia.
- Agnosticismo fuerte
- Esta forma de ateísmo agnóstico afirma que no sólo es desconocida la existencia de dioses, sino que es imposible de conocer, debido a lo sobrenatural e inalcanzable de la idea de éstos.
- Agnosticismo débil
- Estas personas afirman que a pesar de la falta de conocimiento sobre la existencia de dioses, no hay razón para pensar que este conocimiento sea inalcanzable. Este tipo de ateísmo se divide a su vez según se considere que el conocimiento sobre la existencia de dioses sea interesante.
- Agnosticismo interesado
- Es aquél que considera que el conocimiento sobre la existencia de dios es interesante y relevante.
- Agnosticismo débil apático
- Que considera que el conocimiento de la existencia de seres sobrenaturales no es interesante ni relevante. Esta forma de agnosticismo puede derivarse de razones filosóficas o de la mera indiferencia del individuo por lo sobrenatural.
- Agnosticismo práctico
- Es el más extendido de todos los formatos de agnosticismo y se caracteriza por un consenso implícito de inconveniencia o tabú para la cuestión la existencia de cualquier deidad o sus derivaciones. Su forma habitual es el confinamiento de esa cuestión al ámbito interior de la intimidad personal y la exclusión tácita de toda manifestación exterior, no sólo en las conductas, sino también en el mismo lenguaje, en el habla social.
Discusión teística
La discusión en torno a la existencia de deidades, ha sido siempre en torno de argumentos a favor o en contra de las mismas. En el contexto contemporáneo, y en Occidente, esta discusión suele centrarse en torno del Dios judeo-cristiano, sobre quien tratan la mayoría de las argumentaciones en el contexto antes mencionado:
- Argumento del desacuerdo interreligioso
- Éste es un argumento usado en las discusiones acerca de la existencia de un dios por parte de los defensores del ateísmo. Consiste en señalar las diferencias y las contradicciones entre las religiones, y consecuentemente señalar que no pueden ser todas ciertas. La principal conclusión siendo que todas las religiones son falsas, o simplemente negar el sincretismo, con los argumentos ya expuestos.
- Argumento por la existencia del mal
- Se conoce con este nombre al argumento con el que se pretende demostrar la inexistencia de un dios entendido en su forma judeo cristiana, al observar una contradicción entre dos de los elementos que se le atribuyen: la bondad, y la omnipotencia. Esto se hace señalando la existencia del mal en el mundo, y señalando que este mal sería contrario a la voluntad de un dios y que si ese dios fuera omnipotente acabaría con el mal y éste no existiría. Al no ser así, se demuestra que no puede existir ese dios bueno y omnipotente a la vez.
- Argumento por pedido de demostración
- Este argumento desmiente la base epistemológica de la fe, argumentando que la carga de la prueba recae sobre quienes defienden cierta postura, en particular la existencia de deidades; y que en caso contrario, serían creíbles todas las cosas imaginables. Otra variante, la negación de la existencia de deidades basada en la ausencia de pruebas.
Historia del ateísmo
Probablemente el ateísmo haya existido desde el origen de las creencias teístas, ya que es difícil que la totalidad de los miembros de una sociedad compartan su pensamiento religioso. A lo largo de la historia, las opiniones teístas ligadas a la religión han tenido generalmente una posición predominante en las sociedades. Los oponentes de estas posturas no han tenido siempre la oportunidad de expresar sus puntos de vista en público debido a fenómenos de "caza de brujas" o la terrible Inquisición en la Europa cristiana. Por eso en distintos momentos históricos, es raro encontrar puntos de vista ateístas en manuscritos u otros referentes históricos.[cita requerida]
Antigüedad
Tiene relevancia la escuela Chárvaka, por el nombre de su fundador, una escuela surgida en la India en torno al siglo VI a. e. c., que defendía una interpretación filosóficamente ateísta y materialista del mundo, y cuya interpretación del origen de la religión y del papel del clero se parece a la del ateísmo occidental moderno. Enfrentada con posturas religiosas fuertemente organizadas, sus escritos fueron destruidos de manera sistemática y solo han sobrevivido fragmentos (especialmente del Barjaspatiá sutra) enmarcados en textos hostiles.
En la antigua Grecia vivieron filósofos supuestamente ateos o, más bien, agnósticos, que no aprobaban la religión que dominaba su sociedad. La mayoría tenía una postura materialista, según la cual todas las cosas son esencialmente materiales; incluso los fenómenos «espirituales» tendrían una base material, por lo que no sería necesario ningún dios. En el siglo V a. e. c., el término «ateo» adquirió un significado adicional, expresando una falta total de relación con los dioses; esto es, ‘negador de los dioses, incrédulo, irreligioso, antirreligioso, sacrílego’, con una connotación más parecida a nuestro término actual ‘impío’. Un término menos peyorativo en esa época era asebēs.
Los primeros filósofos en negar la existencia de los dioses tradicionales fueron algunos sofistas griegos, siendo el primero Protágoras[6] (480-410 a. e. c.), quien fue exiliado de Atenas por ateísta, aunque en realidad su posición era escéptica o agnóstica respecto al tema religioso; también Diágoras de Melos y Critias. Otros filósofos griegos tuvieron un enfoque más práctico del ateísmo. Demócrito (460-370 a. e. c.), que fue el primero en pensar que la realidad estaba compuesta por átomos y vacío, pensaba que la inexistencia de los dioses se seguía de la existencia de mejores explicaciones para el mundo real, postulando su visión de un universo compuesto por átomos; en realidad, admitía la existencia de dioses "atómicos", lo cual se prueba porque tenemos imágenes de ellos (y sólo tenemos imágenes de lo que hemos experimentado a nivel sensible). Hubo otros materialistas como Epicuro (341-270 a. e. c.) y su seguidor romano Lucrecio (98-55 a. e. c.), que aunque no negaban explícitamente la existencia de las divinidades, sostenían que no tendrían ninguna interacción con las actividades humanas.
Como sustantivo abstracto, existía también atheotēs (‘ateísmo’). El escritor y político romano Cicerón (106-43 a. e. c.) transcribió atheós al latín atheus. Ésta palabra tomó un significado ambivalente en el Imperio romano, en las discusiones entre cristianos y «paganos» (desde el siglo II de nuestra era); cada grupo atribuía el término athéoi al otro.
Edad Media
Durante la Edad Media en Europa el ateísmo filosófico o teórico (otra cosa es el indiferentismo práctico) fue un fenómeno socialmente minoritario limitado a personas singulares o a algunos grupos filosóficos.[7] La metafísica, la religión y la teología habían sido añadidas al quadrivium como materias de enseñanza predominantes, y la enseñanza quedaba al cargo de la iglesia católica bajo la autoridad de los obispos.[8] El cristianismo deja de ser perseguido a partir del siglo IV,[9] con el Edicto de Milán, y en los tres últimos siglos de la Edad Media se produce una clericalización de la sociedad, en la que la iglesia organiza y fortalece todo el aparato administrativo, fiscal, judicial e intelectual. La Inquisición oficiaba para castigar y erradicar las herejías y la blasfemia (y la brujería), términos que incluían toda desviación del dogma que pudiera conllevar críticas o escepticismo frente a los preceptos religiosos dominantes, así como la creencia en otras doctrinas como el catarismo o religiones como el judaismo y el islam.[10] Casi no se empleaba aún el término atheo o atheísta, quedando éstos difuminados entre las numerosas herejías que se extendieron por Europa occidental en ese periodo.
Del Renacimiento al siglo XIX
El materialismo y la resistencia a la iglesia católica fue la marca del humanismo renacentista (1400-1500), que promovía la libertad de pensamiento y el desarrollo del escepticismo. La visión ateísta reaparece recién en algunos filósofos renacentistas, como Pietro Pomponazzi. Leonardo da Vinci se enfrentaba a las autoridades religiosas al sostener que la explicación sólo puede proceder de la experimentación. Otros pensadores como Nicolás Maquiavelo y François Rabelais formularon críticas hacia la religión y la Iglesia,[11] y el pensamiento de Raimundo de Sabunde, traducido al francés y alabado por el filósofo Michel de Montaigne, marcó un paso decisivo en la vía del escepticismo.
Las palabras ateo y ateísmo empezaron a emplearse en francés a partir del siglo XVI, pero se hablaba entonces sobre todo de increencia.[12]
Durante la era de la Ilustración, en el siglo XVIII, el ateísmo tuvo una promoción importante (1688-1789), con el barón Paul d’Holbach y Julien Offray de La Mettrie. La situación empezó a liberalizarse hacia 1700. Entre otros, el filósofo y enciclopedista Denis Diderot afirmó que el mundo se podía explicar sin ninguna hipótesis divina. Los desarrollos de la física y la matemática condujeron también a abrir un debate acerca del determinismo, postura que en su momento fue considerada proateísta, como la del matemático Laplace (1749-1827).
El ateísmo aumentó sustancialmente en el siglo XIX, paralelamente al conocimiento del mundo natural y a la filosofía positivista. En este sentido cobró importancia la teoría de la evolución por selección natural de Charles Darwin, quien era un agnóstico, en cuanto a que ofreció una explicación del orden en la Naturaleza basada en un mecanismo natural e iba dejando menos parcela a la creencia. En esta época se desarrollaron los regímenes liberales, surgidos de los ideales de la Revolución francesa, que empezaron a garantizar la libertad de conciencia, dejando progresivamente de ser las posiciones ateístas, o simplemente heterodoxas, objeto de persecución.
El ateísmo fue desarrollado por filósofos de la izquierda hegeliana como Ludwig Feuerbach y se convirtió en un aspecto básico del materialismo dialéctico de los filósofos alemanes Karl Marx y Friedrich Engels (quienes fundaron su opinión materialista en las de Demócrito y Epicuro), así como en el positivismo de Auguste Comte y el materialismo científico-natural de Félix Le Dantec. La defensa más radical del ateísmo fue desarrollada por los fundadores del anarquismo, más en concreto por Mijaíl Bakunin, que llamaba a la "destrucción" de la idea de "dios" en su obra Dios y el Estado:
Amantes y envidiosos de la libertad humana, y considerándola como la condición absoluta de todo lo que adoramos y respetamos en la humanidad, doy vuelta la frase de Voltaire y digo: si dios existiese realmente, habría que hacerlo desaparecer.Max Stirner (seudónimo de Johann Kaspar Schmidt, contemporáneo de Marx) publica en 1844 El único y su propiedad, obra que será idolatrada y odiada, en la cual, con un ateísmo sin medias tintas critica a Feuerbach, Bauer y a los comunistas, hace tabla rasa de toda la filosofía precedente y de los fantasmas de la irracionalidad, propugnando un extremo individualismo y adoptando incluso el propio término egoísmo. Friedrich Nietzsche, importante filósofo nihilista, y gran crítico del cristianismo, estaba atraído a la obra de Stirner, tanto que temía ser acusado de plagio; en sus obras La gaya ciencia y Así habló Zaratustra hace explícita la frase 'Dios ha muerto'[13] y en la obra El Anticristo expone la perversión que ha sufrido el cristianismo. También fue notable el pensamiento de Arthur Schopenhauer (1788-1860), que algunos definen como «el ateísmo de la desesperación».
Debe señalarse la importancia que el libro El origen de las especies de Charles Darwin (1809-1882) y la aceptación generalizada de la teoría de la evolución van a suponer para el cuestionamiento de la creación divina del hombre y de las distintas especies animales, una de las razones que justificaba satisfactoriamente la existencia de un dios, y el consecuente reforzamiento de posiciones tanto ateas o ateístas como agnósticas.
Siglo XX y XXI
Con el surgimiento de los estados socialistas, nacidos de la Revolución de Octubre, el ateísmo pasó de ser una postura minoritaria a ser una política de Estado (ateísmo de estado). Principalmente en la Unión Soviética, y en los países firmantes del Pacto de Varsovia, el afán del estado por imponer el ateísmo materialista derivado del marxismo fue causa de persecución para las diversas religiones practicadas en esos países.
Contrapuestos a estos estados, la mayoría del resto de los países del mundo institucionalizaron la separación de la Iglesia y el Estado, declarando el estado laico, siendo los países árabes la principal excepción.
El siglo XX también vio enormes avances en la ciencia, y el ateísmo o el escepticismo se convirtieron en las posiciones más comunes entre los científicos y gente cultivada.[cita requerida]
Notables pensadores ateístas del siglo XX son el novelista Albert Camus, la filósofa y novelista Ayn Rand, el filósofo Jean-Paul Sartre y el matemático y filósofo Bertrand Russell.
Con la caída del bloque socialista en los años 90 del siglo XX, las religiones en los antiguos países socialistas retomaron parte de su antigua importancia, si bien el ateísmo continúa siendo muy extendido en estos países.[cita requerida]
Entre los siglos XX y XXI personas como Richard Dawkins (etólogo), Peter Atkins (químico), Sam Harris (escritor), Christopher Hitchens (escritor), Piergiorgio Odifreddi (matemático), Michel Onfray (filósofo), Pat Condell (escritor), Gustavo Bueno (filósofo) y Fernando Savater (filósofo)[14] entre muchos otros, mantienen posiciones ateas más o menos activas, en defensa de la ciencia y el humanismo vitalista, frente a la intervención e influencia de las distintas iglesias y en defensa de los derechos de los ateos que consideran menoscabados.
Véase también: Nuevo AteísmoFilosofía
Adhiriendo filosóficamente al idealismo o bien al materialismo, los ateos suelen tener en consecuencia una ética inmanente (en oposición por ejemplo a la ética trascendente cristiana basada filosóficamente en el sistema realista), es decir que no están lastrados con reglas morales absolutas asumiendo por el contrario posturas relativistas en la moral.
La diferencia fundamental entre la moralidad teísta y la ateísta, es que la primera emana de la autoridad divina, mientras que la segunda del humanismo, como producto de reflexiones personales y del respeto de las normas sociales.[15]
Una moralidad tradicionalmente discutida
El teísmo condena por lo general al ateísmo como inmoral, por no aceptar el fundamento de la moral teísta: los mandatos morales de la divinidad. A esta condena los ateos argumentan que a menudo la moral humanista supera en racionalidad y lógica a la religiosa.
Algunos teístas consideran al ateísta incapaz de integrarse correctamente a la sociedad, por no someterse a los mismos principios morales que comparte la mayoría teísta, o incluso por el hecho de no creer; los ateos afirman que esta postura es fruto de una actitud intolerante y que la moralidad teísta no fue correctamente razonada. Los ateístas rechazan las acusaciones teístas, y consideran que su propia moralidad es de carácter generalmente racional, crítico y humanista, y que es más válida que la moralidad teísta por no estar basada en la simple obediencia y en tradiciones consideradas a menudo absurdas y en algunos casos hasta escandalizantes para la persona cultivada.[17]
Analizando una serie de estudios previos, en 2009 el sociólogo estadounidense Phil Zuckerman no sólo comenta que numerosos autores señalan que los ateos tienen un sentido de la moralidad y de la justicia social tan definido como los creyentes, sino que afirma que los ateos y los partidarios de la laicidad tienen un sentido más profundo y más ético de la justicia social.[18] [19] En los Estados Unidos, los estados con mayor porcentaje de ateos tienen una tasa de criminalidad más baja, mientras que se cometen más crímenes y delitos en los estados donde la fe religiosa es más extendida.[18] Según los estudios citados, los ateos se muestran más tolerantes hacia las mujeres y los homosexuales, son menos racistas y tienen menos casos de maltrato a los niños y una menor población reclusa.[19] Por otra parte, el ateísmo y el laicismo coinciden con niveles de estudios más altos.
Estadísticas
En términos mundiales, si existen ateos y agnósticos en todos los países del mundo, su número es más reducido en países pobres y menos desarrollados que en los países ricos e industrializados.[21] [22]
En 1914, James H. Leuba publicó que el 58% de 1.000 científicos estadounidenses expresaron «escepticismo o duda en la existencia del dios judeo-cristiano». El estudio se repitió en 1996, y produjo un porcentaje similar de 61 %. En cambio entre los científicos de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ese número es de 93 % (según la revista Nature, n.º 386, pág. 435-436).
Según el Britannica Book of Year, en 1994 en el mundo había 1.154 millones de ateístas y agnósticos. La World Christian Encyclopedia anunció que en el año 2000 había 262 millones de ateístas y 1.071 millones de agnósticos.
Según la obra de J. Baubérot (dir.) Religion et laïcité dans l'Europe (‘religión y laicismo en Europa’) un cuarto de la población europea sería «no religiosa». El 5% de los europeos serían ateístas convencidos.
La edición del Eurobarómetro de febrero de 2005 revela que para el conjunto de la Unión Europea (incluidos países en trámite de incorporación) un 18% de la población elige la opción «no creo que exista ningún espíritu, Dios o fuerza vital», frente al 52% que cree que existe un dios, y 27% que cree que existe «alguna clase de espíritu o fuerza vital» (ver mapa). En un extremo se sitúan los franceses, con un 33% de ateístas, los checos, con un 30% o belgas y holandeses con un 27%. En el opuesto están Polonia, Irlanda o Rumania. Se muestran además diferencias por sexos, clases de edad, orientación política y nivel cultural, siendo las mujeres, los mayores, los que se consideran de derechas y los formalmente menos instruidos los que en mayor porcentaje declaran creer en Dios.
En España, los resultados del Publiscopio anual sobre creencias realizado en 2010 indican que 26,2% de los jóvenes españoles (entre 18 y 29 años) se declaran no creyentes o ateos, representando estos últimos 13% del total. Para el conjunto de la población española, 9,9% se declaran ateos y 10,4% no creyentes, a saber un total de 20,3%, y 25% no creen que exista Dios.[23]
Véase también
- Agnosticismo
- Anticlericalismo
- Antiteísmo
- Apuesta de Pascal
- Apuesta de Smith
- Argumentum ad populum
- Asociaciones seculares
- Ateísmo de estado
- Ateísmo judío
- Ateología
- Ateos (lista de ateos célebres)
- Crítica al ateísmo
- Cientifismo
- Deísmo
- Dios de los huecos
- Discriminación contra los ateos
- Escepticismo
- Estado laico
- Feminismo ateo
- Humanismo secular
- Ignosticismo
- Irreligión
- Laicismo
- Portal:Ateísmo. Contenido relacionado con Ateísmo.
Referencias
- ↑ RAE, Agnosticismo
- ↑ Díez de Velasco, Francisco, Introducción a la Historia de las Religiones, Trotta, 1998, ISBN 84-8164-232-0, pág. 374
- ↑ Antony Flew, The Presumption of Atheism and other Philosophical Essays on God, Freedom, and Immortality, New York: Barnes and Noble, 1976, págs. 14 en adelante.
- ↑ Michael Martin, The Cambridge Companion to Atheism, Cambridge University Press, 2006, ISBN 0-521-84270-0
- ↑ Henri de Lubac, The Drama of Atheist Humanism, Ignatius Press, San Francisco, Estados Unidos, reedición 1995, ISBN 0-89870-443-X
- ↑ De los dioses no sabre decir si los hay o no los hay, pues son muchas las cosas que prohíben el saberlo, ya la oscuridad del asunto, ya la brevedad de la vida humana, en la obra 'Acerca de los dioses', transcrita por Diógenes Laercio. entrada 'Protágoras de Abdera' , Diccionario de José Ferrater Mora, p.2937, Ariel, Barcelona, 1994, ISBN 84-344-0500-8(oc)
- ↑ Ateísmo. Estudio filosófico, en Enciclopedia GER
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- ↑ Quede claro que, si finalmente hay que elegir campo, estoy de su lado y no del de quienes están en posesión de la autoridad divina, en Savater, Fernando, La vida eterna, Ariel, 2007, ISBN 978-84-344-5309-8, p. 195
- ↑ Ingenieros, José "Hacia una moral sin dogmas" Ed. Losada Buenos Aires 1947 p. 20 ISBN 950-03-0130-X
- ↑ Eurobarometer (2005)
- ↑ Ingenieros, José "Hacia una moral sin dogmas" Ed. Losada Buenos Aires 1947 p. 28 ISBN 950-03-0130-X
- ↑ a b Societies without God are more benevolent (Las sociedades sin Dios son más tolerantes), The Guardian, 2 Septiembre de 2010
- ↑ a b Atheism, Secularity, and Well-Being: How the Findings of Social Science Counter Negative Stereotypes and Assumptions (Ateísmo, laícidad y bienestar: cómo los hallazgos de las ciencias sociales contradicen presuposiciones y estereotipos negativos), Phil Zuckerman, Sociology Compass 3/6 (2009): 949–971, 10.1111/j.1751-9020.2009.00247.x (consultado el 17/10/2010)
- ↑ (en inglés) Phil Zuckerman: Atheism: Contemporary Rates and Patterns, in: Michael Martin (ed.), The Cambridge Companion to Atheism, Cambridge University Press, 2007.
- ↑ Pippa Norris y Ronald Inglehart, Sacred and Secular: Religion and Politics Worldwide, Cambridge University Press, Nueva York, EEUU, 2004, ISBN 0-521-83984-X
- ↑ Steve Bruce, Politics and Religion, Polity Press (Cambridge)/ Blackwell Publishing Ltd. (Oxford), Reino Unido, 2003, ISBN 0-7456-2819-2, ISBN 0-7456-2820-6
- ↑ Uno de cada cinco españoles es ateo o no creyente Público, Madrid, 24/12/2010. Acceso 15-09-2011.
Bibliografía
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- 1867 - Mijaíl Bakunin. Dios y el Estado. Utopía libertaria, ISBN 987-20874-0-7 Dios y el estado Texto completo en Quijotelibros.com.ar
- 1871 - Mijaíl Bakunin. Dios y el Estado en wikisource. Manuscrito entorno al año 1871. Publicado post mortem. Traducción al español por Ricardo Mella en 1894.
- 1996 - Gonzalo Puente Ojea. Elogio del ateísmo: Los espejos de una ilusión, Siglo XXI, 1995 ISBN 84-323-0876-5, ISBN 978-84-323-0876-5
- 1997 - Raimuno Panikkar. El silencio del buddha: Una introducción al ateísmo religioso, Siruela, 1997, ISBN 84-7844-321-5, 9788478443215 Texto incompleto en Google books
- 1999 - José Gómez Caffarena, José María Mardones. Ateísmo moderno: Increencia o indiferencia religiosa, Colección Fe-Cultura 8, Universidad Iberoamericana, 1999, ISBN 968-859-358-3, ISBN 978-968-859-358-5 Texto incompleto en Google books
- 2007 - Gustavo Bueno. La fe del ateo. Las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno socialista (español). Temas de Hoy, Madrid, 2007, ISBN 978-84-8460-673-4
- 2007 - Fernando Savater, La vida eterna, Ariel, 2007, ISBN 978-84-344-5309-8,
Enlaces externos
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