- Huelga de inquilinos de 1907
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La Huelga de inquilinos de 1907 fue un movimiento popular contra la suba de los alquileres en las casas de inquilinato de Buenos Aires y otras ciudades argentinas, popularmente denominadas conventillos. La huelga se inició en agosto de 1907 y duró aproximadamente 3 meses. Tuvo una importante presencia de activistas anarquistas y socialistas.
Contenido
Los conventillos y su contexto histórico
La ola inmigratoria de fines del siglo XIX a la República Argentina, provocada por la necesidad de mano de obra barata para el proceso de expansión capitalista regional, generó un profundo déficit habitacional en las ciudades donde arribaban las familias inmigrantes europeas, en su mayoría provenientes de Italia y España, y en menor medida de Oriente Medio y los países eslavos. Entre 1871 y 1915, llegaron casi 5 millones de inmigrantes.
Los inmigrantes no podían acceder fácilmente a la propiedad de la tierra, debiendo emplearse como peones de campo o arrendar la tierra para explotarla. Las duras condiciones del medio agrícola, que había sido acaparado por la minoría terrateniente local, hizo que una gran parte de las familias inmigrantes se integraran al proletariado urbano que surgía en la Argentina. Desde 1890 el crecimiento de la población agravó el problema de la vivienda para los sectores populares, expandiéndose la ciudad, formándose nuevos barrios obreros hacia las afueras. Sin embargo, la mayoría del proletariado urbano se concentraba en la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires, en conventillos (casas de inquilinato), la única forma de vivienda accesible para los más pobres. Los conventillos surgieron al adaptarse las antiguas casonas de las familias acomodadas que se habían trasladado de la zona sur de la ciudad, en los barrios de San Telmo, Monserrat, Constitución y Barracas hacia la zona norte de la ciudad, para escapar de la epidemia de tifus y fiebre amarilla de alrededor de 1870. Las condiciones de vida eran de hacinamiento y de una absoluta falta de higiene debido a la inexistencia de servicios sanitarios. Según la descripción de Eduardo Gilimón, contemporáneo de los acontecimientos:
Buenos Aires es una ciudad que crece desmesuradamente. El aumento de la población es extraordinario por preferir la mayor parte de los inmigrantes quedarse en ella a ir a vivir al interior del país, cuya fama es desastrosa. Las pésimas policías de campaña; la verdadera inseguridad que existe en el campo argentino, del que son señores absolutos los caciques electorales, influyen en el ánimo de los europeos, aun sabiendo que hay posibilidad de alcanzar una posición económica desahogada con mucha mayor facilidad que en la Capital, a quedarse en ésta, en la que de todas maneras hay más seguridad, mayor tranquilidad para el espíritu. La edificación no progresa lo suficiente para cubrir las necesidades de la avalancha inmigratoria y esto hace que los alquileres sean cada día más elevados y que para alquilar la más mísera vivienda, sea necesaria una infinidad de requisitos. Si a un matrimonio solo le es difícil hallar habitación, al que tiene hijos le es poco menos que imposible, y más imposible cuantos más hijos tiene. De ahí que las más inmundas covachas encuentren con facilidad inquilinos, ya que Buenos Aires no es una población en la que sea dado andar eligiendo.
Eduardo Gilimón; Hechos y Comentarios, 1911, P. 60-61La Huelga
En agosto de 1907, ante el aumento de los alquileres, los inquilinos se declararon en huelga y tomaron la decisión de no pagar. Se trató de un enorme movimiento en el que participaron más de 140.000 personas en 2.400 conventillos de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca.[1] La FORA, la organización obrera de tendencia anarcocomunista logró organizar el movimiento creando comités y subcomités en todos los barrios. La huelga duró tres meses y finalmente muchos propietarios aceptaron mantener los alquileres sin aumentos.[2] [3] Eduardo Gilimón, testigo de los acontecimientos, lo relataba vívidamente:
Socialistas, anarquistas y hasta algunos políticos sin contingente electoral, habían en todo tiempo clamado contra el alza constante de los alquileres, excitando al pueblo, ora a la acción directa, ora a la electoral, según que el orador era un anarquista o tenía tendencias políticas ...Un buen día se supo que los vecinos de un conventillo habían resuelto no pagar el alquiler de sus viviendas, en tanto que el propietario no les hiciese una rebaja. La resolución de esos inquilinos fue tomada a risa y a chacota por media población. Pronto cesaron las bromas. De conventillo a conventillo se extendió rápidamente la idea de no pagar, y en pocos días la población proletaria en masa se adhirió a la huelga. Las grandes casas de inquilinato se convirtieron en clubes. Los oradores populares surgían por todas partes arengando a los inquilinos e incitándoles a no pagar los alquileres y resistirse a los desalojos tenazmente. Se verificaban manifestaciones callejeras en todos los barrios, sin que la policía pudiese impedirlas, y pronto con un espíritu de organización admirable se constituyeron comités y subcomités en todas las secciones de la Capital.
En los juzgados de paz las demandas por desalojo se aglomeraban de un modo que hacía imposible su despacho. Empezaron los propietarios a realizar algunas rebajas, festejadas ruidosamente por los inquilinos y sirviendo de incentivo en la lucha a los demás.
E. Gilimón, Hechos y Comentarios, 1911, P. 62-63Se reclamaba una baja del 30% en los alquileres, conformándose la “Liga de lucha contra los altos alquileres e impuestos”. Los conventillos se fueron plegando al paro que s inició en el "Conventillo del Puerto", siguiendo los conventillos de “Las catorce provincias”, “La cueva negra”, “La linyera de La Boca”, “El Palomar”, “El conventillo de San Antonio”, “La barraca de Pepe”, “Las cuatrocientas”, “El mapamundi”, “El pantano criollo”, “El palacio Mishio”, etc. El movimiento se extendió a Rosario y a Bahía Blanca. En el movimiento tuvieron gran protagonismo las mujeres, destacándose las activistas anarquistas feministas Virginia Bolten, Juana Rouco Buela y María Collazo. Durante todo el movimiento se produjeron numerosos hechos de violencia, al resistir los huelguistas al desalojo que impulsaban los propietarios ante los tribunales judiciales y la policía pretendía hacer cumplir. También las autoridades reprimieron las manifestaciones callejeras. Pero los desalojos comenzaron a ser imposibles de implementar por la resistencia vecinal y por estar involucrada una buena parte de la población en las medidas.
La prensa anarquista apoyó el movimiento, lo cual se reflejaba especialmente en la páginas del diario La Protesta. El gobierno detuvo y deportó a los anarquistas mientras las fuerzas policiales realizaban algunos desalojos. La represión recrudeció, hubo enfrentamientos callejeros, y finalmente la sociedad se conmovió con el asesinato de Miguel Pepe, un orador y activista anarquista de 15 años, cuyo entierro derivó en una manifestación multitudinaria, como último acto de la huelga. La FORA esperó para declarar la huelga general el acuerdo de los sindicalistas que se le habían sumado y declarándola dos meses después, con poca repercusión. Las autoridades reprimen violentamente cada uno de los conventillos, y aplican la Ley de Residencia a los anarquistas y activistas que logran detener: son espulsados del país Virginia Bolten, Juana Rouco Buela, Roberto D' Angió, Mariano Forcat, Ramón Antoñeda, José Pañeda, Cuido Monachessi, José Pérez, Alfonso García de la Mata, Manuel Lourido y otros.
Si bien algunos conventillos obtuvieron un resultado positivo a sus reclamos, el balance general terminó en una derrota del movimiento de inquilinos, debido a que se continuaron los desalojos, no se rebajaron en la mayoría de los conventillos los precios de los alquileres, lo cual redundó en que muchas familias quedaran en la calle. Los alquileres volvieron a subir en 1908, pero no se volvieieron a producir reclamos ni huelgas.
Referencias
- ↑ Abad de Santillán, D. La FORA. Ideología y trayectoria.
- ↑ Godio, Julio. Historia del movimiento obrero argentino, 1870-2000, p. 174.[1]
- ↑ Pigna, Felipe; Los inquilinos, en pie de guerra.
Bibliografía
- Suriano, Juan. La huelga de inquilinos de 1907. CEAL, Buenos Aires, 1983.
- Noemí M. Girbal-Blacha. La huelga de inquilinos de 1907 en Buenos Aires.[2]
Véase también
- Anarquismo en Argentina
- FORA
- La Voz de la Mujer
- La Protesta
- La huelga de los conventillos de Pompeya en 1936
Enlaces externos
- 10903: La ley maldita, Revista El Abasto.
- Anarkos, artículo de Felipe Pigna.
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