Anarquismo en Chile

Anarquismo en Chile

El movimiento anarquista en Chile surgió de los inmigrantes europeos de tendencia bakuninista afiliados a la Primera Internacional, que contactaron con el español Manuel Chinchilla, residente en Iquique. Sus primeras influencias se sintieron en los gremios de tipógrafos, pintores, albañiles y marítimos. Durante las primeras décadas del siglo XX tuvo una poderosa influencia en el movimiento obrero, y algunos sectores intelectuales chilenos. Actualmente, existe un resurgir de los colectivos y agrupaciones anarquistas en Chile.

Contenido

Primeras publicaciones

La propaganda anarquista en Chile se inició en la década de 1880, con material literario proveniente de España y Argentina. En 1893 se editó El Oprimido en Valparaíso, primer periódico libertario, seguido de otros con nombres tales como: El Ácrata, La Luz, La Revuelta,La Batalla, "El Surco", "Acción Directa", etc. Con mayor continuidad se publicó La Batalla, entre 1912 y 1926. También hubo varios periódicos voceros de sindicatos y sociedades de resistencia de tendencia anarquista, como El Siglo XX, La Imprenta (tipógrafos) y El Marítimo de Antofagasta (marítimos).[1] [2]

El 24 de febrero de 1896 surgió el Centro Social Obrero con la participación de Javier Rocuant, Antonio Bórquez y de los destacados escritores Diego Dublé Urrutia y Carlos Pezoa Véliz en la redacción del periódico "El Grito del Pueblo". Algunos anarquistas de este Centro se incorporaron al primer partido socialista, llamado "Unión Socialista", de efímera existencia, fundado en 1896, pero pronto se retiraron por diferencias estratégicas. Antes de fines del siglo, editaron otros periódicos: "El Proletariado", dirigido por Luis Olea, Magno Espinoza y Alejandro Escobar y Carvallo, "El Rebelde" (1898), "El Martillo" (1898), "La Tromba" y "Rebelión"; y al despuntar el siglo: "El Acrata" (1901) y "Germinal" (1901).
Luis Vitale[3]

En lo que respecta a la publicación de literatura ácrata, se destacaba la labor de la Editorial Lux, que editaba libros de anarquistas europeos y chilenos (Manuel Márquez, José Domingo Gómez Rojas). Entre otros militantes destacados se puede hacer mención del tipógrafo Enrique Arenas de Iquique, fundador de varios periódicos anarquistas, de Luis Olea, Alejandro Magno Espinosa y Alejandro Escobar Carballo, impulsores de diversas sociedades de resistencia (Cappelletti, LXXXV).

Influencia en el movimiento obrero

El 1 de mayo de 1899 los anarquistas chilenos recordaron por primera vez a los Mártires de Chicago, con una concurrida manifestación. Un año antes se fundó la Sociedad de Carpinteros y Ebanistas, la Sociedad de Instrucción y Socorros Mutuos "Caupolicán" y una Sociedad de Resistencia de los Obreros de Maestranza de Ferrocarriles; todas estas organizaciones fueron impulsadas por los anarquistas. En 1901 visitó Chile el prestigioso jurista y teórico anarquista italiano Pietro Gori, que residía en Buenos Aires en esos años, cuya influencia fortaleció la formación ideológica de los militantes ácratas chilenos.

La época de oro del anarquismo chileno comenzó a principios del siglo XX con la creación de las Sociedades en Resistencia y las Mancomúnales. Los principios fundamentales de estas organizaciones -carácter federativo y territorial, descentralizado, rotación de dirigentes, autonomía del movimiento obrero respecto del Estado y toma de decisiones por la base- fueron inspirados por el anarquismo, marcando una experiencia orgánica que es válida hasta el presente.
Luis Vitale[4]

Entre 1901 y 1902 se crearon sociedades de resistencia en los gremios de trabajadores carpinteros, ferroviarios, marítimos, relojeros, panaderos, tranviarios, yeseros, zapateros, mueblistas, gráficos y carboneros. Algunos activistas destacados en esta época fueron Marcos Yánez, Belarmino Orellana, Eugenio Sagredo Jiménez, Luis Morales y Manuel Guerra.

Estas sociedades de resistencia entraron en conflicto con las viejas sociedades mutualistas y de socorros mutuos, a las que consideraron incapaces de defender los intereses económicos de la clase obrera. El periódico El Faro criticaba a las viejas asociaciones mutualistas tildándolas como “las momias mutualistas (Sociedades de Socorros Mutuos) en las cuales eternamente han vegetado sin provecho práctico alguno, el mejoramiento económico que les corresponde como elaboradoras de toda clase de riqueza social”. También, el periódico Siglo XX criticaba a las mutuales: “Lo esencial en esas sociedades es asegurar el pago de las cuotas de sus miembros, sin importarles un ardite si ese individuo tiene o no los recursos para cubrirlas (...) Estas sociedades se encuentran impotentes para defender los fueros e intereses del proletariado”.[5]

Mujeres anarquistas formaron Sociedades en Resistencia, como la Federación Cosmopolita de Obreras en Resistencia (1903), la Sociedad en Resistencia de Sombrereras (1906) y la Sociedad en Resistencia de Operarias de la Casa Matus (1907). Una de las mujeres más sobresaliente de estas primeras organizaciones fue Angela Muñoz Arancibia.
Luis Vitale[6]

En este contexto de crecimiento del movimiento obrero se originan las Mancomúnales, que se inspiraban en la idea anarcosindicalista. Eran organizaciones más desestructuradas y espontáneas, adherentes de la acción directa, paralelas a las Sociedades de Resistencia. La primera Mancomunal fue fundada en Iquique por los portuarios el 1 de mayo de 1900, y posteriormente surgieron en Antofagasta, Chañaral y Copiapó. En 1904 se realizó en Santiago la Primera Convención Nacional de Mancomúnales; participaron 15 organizaciones en representación de 20.000 asociados. Eran de carácter más moderado que las sociedades de resistencia. Los elementos socialistas y marxistas pronto tuvieron preponderancia y muchas de estas mancomunales se integrarán en la Federación Obrera de Chile (FOCH).[7]

En síntesis las Mancomúnales fueron organizaciones territoriales que agrupaban a los trabajadores de una misma provincia, lo cual les daba una fuerte y compacta organización de base a pesar de estar integradas por militantes anarquistas, socialistas y demócratas, se supo actuar con un criterio unitario por encima de toda manifestación de sectarismo.
Luis Vitale[8]

La Semana Roja (1905) y la Masacre de Iquique (1907)

Uno de los primeros conflictos gremiales impulsado por los anarquistas fue la gran huelga de lancheros en Iquique, luego extendida a Antofagasta, Valparaíso, Concepción, etc., que concluyó en julio de 1890. En Valparaíso estalló en 1903 una huelga en la Compañía Sud Americana de vapores que fue reprimida con violencia, generando la reacción obrera: la sede de la empresa fue incendiada.[9]

En 1905 en Santiago ocurrió un movimiento espontáneo de masas estimulado por los anarquistas, conocido como la Semana Roja. El movimiento se inició luego de una injustificada represión policial a un mitin en protesta contra el impuesto a las importaciones de carne. Como resultado de los enfrentamientos que causó la feroz represión se contabilizaron alrededor de 200 obreros muertos. La indignación de los trabajadores estalló, declarando la huelga general la gran mayoría de los gremios. El gobierno decretó el estado de sitio y convocó al ejército a reprimir. Las muchedumbres intentaron tomar el palacio de gobierno, pero aunque no lo lograron, la ciudad quedó prácticamente en su poder.

En la rebelión de 1905, tuvo una sobresaliente participación Magno Espinoza y otros activistas anarquistas, que comenzaban a hacer sus primeras experiencias de lucha armada embrionaria. Los trabajadores se apoderaron de las calles de Santiago por 48 horas. Desfilaron desde sus barriadas hacia el centro de la ciudad, amenazando con entrar a la Moneda y a la Tesorería Fiscal. el gobierno, viendo que la policía no era capaz de doblegar la combatividad de los trabajadores llamo urgentemente a varios regimientos. Grupos de trabajadores practicaron el sabotaje revolucionario a líneas telegráficas y a la Maestranza de Ferrocarriles con el fin de impedir la llegada de tropas a Santiago.
Luis Vitale[10]

El gobierno reaccionó acrecentando la represión y persiguiendo a los anarquistas y sindicalistas revolucionarios que lideraban el movimiento. Pero a pesar de la represión la actividad anarquista siguió en alza. El periódico anarquista El Alba denunció en su edición de la segunda quincena de octubre de 1905: “el pueblo ha sido asesinado con toda saña y alevosía por la cosa quería y por la horda joven de la burguesía. Han sido asesinado cobarde y vilmente más de 500 ciudadanos y más de 1.500 fueron heridos”.[11]

En 1906 se declaró la huelga general en Antofagasta, dirigida por los ferroviarios. En 1907 la huelga por aumentos salariales de los salitreros en Iquique terminó en una masacre perpetrada por las autoridades, conocida como la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique. Allí el ejército ametralló a la multitud congregada en la plaza Santa María, asesinando a unas 2000 personas, entre trabajadores, mujeres y niños.[12] [13]

La IWW en Chile

Luego de la Revolución Rusa, que inicialmente fue saludada por los anarquistas de todo el mundo, las diferencias entre anarquistas y socialistas marxistas se profundizaron. La convivencia pacífica en las sociedades de resistencia llegó a su fin, y los socialistas moderados y reformistas fundaron la Federación Obrera de Chile.[14]

En diciembre de 1919 los anarcosindicalistas fundaron la IWW, que, curiosamente, no fue fundada a imagen y semejanza exacta de la organización obrera revolucionaria estadounidense del mismo nombre. Ya que en Chile la IWW estuvo mas relacionada con el anarquismo que en Estados Unidos, pues allí antes que libertaria, era una organización sindicalista revolucionaria. Tuvo alcance nacional, desde Iquique a Corral, se declaraban enemigos del capital, el gobierno y la iglesia, y sus tácticas habituales eran la huelga, el boicot y el sabotaje. Tuvo enorme influencia entre los marítimos de Valparaíso, Iquique y Antofagasta, y organizó los sindicatos de panaderos, municionistas, albañiles y zapateros. Sus miembros mas famosos fueron Juan Onofre Chamorro, Armando Triviño, Pedro Ortuzar, Porfirio Soto, entre otros.

El principal logro de la IWW fue organizar la dispersión del movimiento obrero en su enfrentamiento con el capital y el gobierno. Aunque nunca pudo aglutinar a todas las organizaciones sindicales libertarias, de hecho, varias de ellas fueron rivales a los industrialistas. La IWW tuvo una relación muy estrecha con la Federación de Estudiantes, lo cual alertó al gobierno que incrementó la represión en 1920. Las organizaciones nacionalistas, las turbas derechistas y los integrantes de las Ligas Patrióticas atacaron los locales obreros, anarquistas y asaltaron y saquearon la Federación de Estudiantes, quemando la biblioteca en la calle, con la completa aquiescencia policial.

A pesar del alejamiento entre la IWW anarcosindicalista y la FOCH (ahora orientada por los comunistas) a partir de la década de 1920, ambas tenían como enemigo común a la Asociación del Trabajo, organización patronal filofascista. El golpe de estado cívico militar del 5 de septiembre de 1924, fue repudiado por toda la izquierda chilena. Sin embargo el movimiento militar restaurador de enero de 1925 fue apoyado por las fuerzas socialistas y comunistas, aunque los anarquistas y las organizaciones en las que ejercían su influencia decidieron mantenerse al margen y no confiar en los militares.[15]

En 1925 se produjo una huelga de inquilinos en Santiago. El gobierno decidió la creación de un Tribunal de la Vivienda para resolver los conflictos entre locatarios e inquilinos, medida apoyada por los comunistas. Los anarcosindicalistas rechazaron la medida, que entendían tenía como objetivo destruir al movimiento huelguístico. Los anarquistas fundaron ese año una nueva organización obrera, la Federación Obrera Regional Chilena;[16] en el norte del país es donde tenía su principal influencia. En enero de 1927 estalló la huelga general en Santiago y Valparaíso. Al mes siguiente el general Ibañez depuso al presidente Arturo Alessandri Palma con un nuevo golpe de estado. La crisis de la década de 1930 golpeó duramente a la población.

La dictadura reprimió a las organizaciones obreras y las desarticuló casi por completo. Finalizada la dictadura en 1931, los comunistas y socialistas fundaron la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH), y los anarquistas conformaron la Confederación General de Trabajadores (CGT), una federación regional de estructura similar a la de la FORA argentina. Sin embargo la preponderancia anarquista iría decayendo durante la década hasta tornarse poco significativa en la década de 1940. El protagonismo sindical había quedado en manos del sindicalismo reformista de los socialistas, comunistas y demócrata cristianos.[17]

No obstante, los anarquistas, agrupados en la CGT, continuaron practicando la solidaridad con las huelgas del carbón (1947) de los ferroviarios (1947) y la “huelga de la chaucha” (1949) que sacudió al gobierno autoritario de Gabriel González Videla. Asimismo, lideraron la huelga de 8 mil obreros del Cuero y Calzado en 1947 y la del Sindicato de Marroquineros. Durante más de un mes, 25 fábricas estuvieron paralizadas por un movimiento que entregó importantes experiencias: creación de comisiones de vigilancia obrera y sólidas Cajas de Resistencia, con peticiones nuevas para aquella época, como el salario familiar y semana corrida de trabajo, con pago de días feriados.
Luis Vitale[18]

El anarquismo chileno entre 1950 y 1980

En 1947 Flora Sanhueza creó el ateneo "Luisa Michel", inspirado por los ateneos libertarios de principios de siglo, dirigido a trabajadoras tejedoras de red. En los primeros cuatro años, el ateneo funcionó como un centro para el desarrollo cultural de estas trabajadoras, prácticamente en clandestinidad. En 1953, se convirtió en una escuela que acogía a los hijos de las mujeres trabajadoras, pasando a denominarse escuela libertaria Luisa Michel. Llegó a contar con más de 70 estudiantes. La escuela dejó de funcionar en 1957.

Durante la década de 1950 el anarquismo pasó a una etapa de letargo. El Movimiento Libertario 7 de Julio, se formó en Chile en el año 1957 en recuerdo a la huelga general efectuada en 1955, siendo su principal animador Ernesto Miranda Rivas. Agrupaba a anarquistas y sindicalistas dispersos luego de su salida de la Central Única de Trabajadores (Chile) (CUT), y plantean crear una organización política anarquista. Hacia 1967 esta organización pierde impulso hasta diluirse. En 1972 y en el marco del ascenso de masas en Chile durante la Unidad Popular, se crea el Movimiento Sindical Libertario (MSL), organización que inscribe una lista en las elecciones generales de la CUT, llevando como candidato a presidente a Ernesto Miranda, aunque apenas obtuvo un escasísimo 0,35% de la votación.

En la década de 1970 hubo algunas esporádicas apariciones de agrupaciones libertarias durante el gobierno socialista de Salvador Allende. Luego del golpe de estado del General Augusto Pinochet Ugarte, una cruel ola represiva se desató contra toda la izquierda, incluidos los escasos grupos anarquistas con actuación en el país. La dictadura militar pinochetista, sin embargo, provocó la radicalización de los grupos anarquistas chilenos, que desde su actividad clandestina también apoyarán la lucha armada. La militancia anarquista durante la dictadura no tuvo un carácter orgánico, a excepción de ciertos militantes que se mantuvieron activos en el mundo sindical y otros que contribuyeron a la formación de destacamentos de resistencia contra la dictadura de Pinochet.[19]

En 1980 algunos viejos militantes del ML 7 de Julio crean el Centro de Estudios Hombre y Sociedad, de los que derivará el polémico Congreso de Unificación Anarco Comunista, y de éste la actual Organización Comunista Libertaria (OCL-Chile).

Actualidad del anarquismo chileno

La presencia anarquista se hizo notoria ya sobre el final de la dictadura. La participación anarquista en la acción directa contra el gobierno de Pinochet se extendería a los gobiernos democráticos que la continuaron. Esta participación militante llegará a su punto más dramático con la muerte de Claudia López Benaiges, asesinada por la acción de las fuerzas de seguridad del Estado durante los incidentes del 11 de setiembre de 1998.[20]

Actualmente existen numerosos grupos y colectivos anarquistas. Los cuales suelen relizan diversas acciones de propaganda. Publicando, por ejemplo, periódico El Surco, que se edita mensualmente desde marzo del 2009 en Santiago con una tirada de 1000 ejemplares en papel, y el "Clasista y libertario" que aparece cada dos meses. Dentro de los grupos de tendencia anarcosindicalista se puede mencionar a Solidaridad Obrera de Concepción, vinculado a la AIT, y al Grupo Anarquista Germinal de Penco.

También existen espacios más vinculados con la historia anarquista chilena: la Editorial Espíritu Libertario, el Colectivo Anticopyright, el Centro Social Anarquista Claudia López y el Colectivo Autónomo de Contrainformación Hommodolars. Dentro del campo contracultural figuran la editorial Desobediencia, las Ediciones DSOBDC y el fanzine Akción Direkta, entre muchos otros.

Dentro de la tendencia anarcofeminista se encuentran Mujeres Creativas y Amazonas al Choke. Dentro del activismo antimilitarista destacan los grupos GOKE, Ni Casco ni Uniforme y el grupo de prisioneros políticos Kamina Libre.[21] Es de destacar también la vitalidad del movimiento okupa, que ha reciclado y abierto a las comunas diferentes espacios culturales y sociales. Enraizado en los espacios okupados de las ciudades de Valparaíso, Villa Alemana y Quilpué, se articuló el grupo informal Columna Negra, en torno al cual se desarrollaron diversas dinámicas de agitación, intervención urbana y mediactivismo, principalmente inspirados en un bricolage del Situacionismo, una actualización al Operaísmo y la Teoría Queer.

Dentro de lo que se denomina especifismo y plataformismo, están la Organización Comunista Libertaria, el Colectivo Agitación Libertaria de Arica, la Federación Comunista Libertaria de Santiago, el Frente de Estudiantes Libertarios y la revista Hombre y Sociedad. La mayoría de estos grupos tiene como antecedente al actualmente disuelto Congreso de Unificación Anarco Comunista (CUAC), una organización rechazada por los grupos anarquistas sintetistas tradicionales por su autoritarismo.[22]

El radicalizado activismo anarquista ha sido reprimido por las fuerzas de seguridad del Estado desde el retorno de la democracia. En los último años han ocurrido centenares de detenciones y algunas condenas a prisión de militantes anarquistas acusados de desordenes en la vía pública, maltrato de obra a Carabineros y la colocación de bombas. Del mismo modo, varios de ellos han perdido la vida. El 31 de marzo de 2008 Jhonny Cariqueo Yánez murió como consecuencia de la golpiza sufrida el día 29 de marzo (Día del Joven Combatiente) mientras se encontraba detenido por carabineros, en Santiago.[23] El 16 de diciembre de ese mismo año el anarquista santiaguino y partidario de la causa mapuche, Juan Cruz Makna de 28 años, fue ejecutado de un tiro en la nuca por desconocidos en la zona autónoma de Temucuicui.[24] El 22 de mayo de 2009 el anarquista sanbernardino Mauricio Andrés Morales Duarte, murió en Santiago centro al estallarle en la espalda la bomba que traía consigo, en las cercanías de la Escuela de Gendarmería.[25]

Otro hecho de mucha relevancia y que generó fuertes campañas de solidaridad, fueron las detenciones del 14 de agosto de 2010, en el denominado Caso Bombas (caso que investiga las explosiones de bombas ocurridas en Chile desde 2005). En dichas detenciones, conocidas como "Operación Salamandra", se detuvieron a 14 personas, entre las que habían anarquistas, antiautoritarios y marxistas. Después de 8 meses de prisión, y varios meses de libertad condicional, el 4 de octubre de 2011 fueron sobreseídos 13 personas por el cargo de asosiación ilícita. Sin embargo, el 28 de noviembre de 2011, 5 personas -entre quienes hay 3 anarquistas- tendrán un juicio por colocación de artefactos explosivos. Entre ellos se encuentra quien es culpado como quién acompañó a Mauricio Morales la noche del 22 de mayo de 2009.

Otro hecho fue el accidente que sufrió Luciano Pitronello Schuffeneger, quien le explotó una bomba que intentaba instalar en un banco. Al quedar seriamente lesionado, su juicio se postergó para el 22 de noviembre de 2011.

Presencia en la cultura

La ideología anarquista ejerció una cierta atracción en círculos literarios e intelectuales chilenos. Hubo un significativo número de poetas que adhirieron a la causa anarquista, aunque no todos fueron anarquistas durante toda su vida, sino que se identificaron con el ideal libertario durante algunos años. Entre estos podemos mencionar a Víctor Domingo Silva, Antonio Bórquez Solar, Carlos Pezoa Véliz, Carlos R. Moncada, Alfredo Guillermo Bravo, José Domingo Gómez Rojas y Manuel Rojas.[26]

Uno de los escritores anarquistas más brillantes fue José Domingo Gómez Rojas, qur publicó su primer libro en 1913 titulado “Rebeldias Líricas”, luego “El Vino Triste”, conversando en el café Los Inmortales, ubicado entonces en San Diego con Avenida Matta. Activo militante de la IWW, fue encarcelado con ocasión del asalto a la Federación de Estudiantes en 1920. Según Oscar Ortiz “el obrero Adolfo Hernández y Gómez Rojas debieron ser trasladados al manicomio, por quedar con sus facultades mentales perturbadas a raíz de las torturas que sufrieron”
Luis Vitale[27]

Otros anarquistas dentro del ámbito de la cultura, la literatura y la poesía, en cambio, tuvieron un formidable activismo y compromiso durante toda su vida: Luis Olea,Luis Emilio Recabarren, Magno Espinoza, Alejandro Escobar y Carballo, Marcial Cabrera Guerra y Eduardo Gentoso.[28] La mayoría combinaba la actividad periodística libertaria, y el activismo sindical con la literatura y la poesía, que eran considerados como otro medio para difundir el pensamiento ácrata. El más destacado fue Francisco Pezoa, poeta, traductor, conferencista, periodista y letrista de canciones.

También hubo novelistas como Pedro Prado, autor de ideas tolstoianas, entre las que sobresalen La Reina de Rapa Nui y La Casa Abandonada. En la obra de Fernando Santiván encontramos las novelas La Hechizada y Confesiones de Enrique Samaniego, las autobiográficas Memorias de un tolstoiano y algunos cuentos. En la dramaturgia destaca la labor de Antonio Acevedo Hernández, autor de En el Rancho, La Puñalada, El Inquilino, El Dueño, Almas perdidas, Por la Patria, etc.

Publicaciones Actuales anarquistas

En los ultimos años la propaganda y los medios de comunicación anarquistas se han multiplicado, realizando una tarea cada vez más intensiva de propagación de las ideas y las practicas libertarias en el país así como de construcción de un proyecto o si se quiere una visión revolucionaria anarquista en los movimientos sociales y organizaciones del país. Estás publicaciones tambien dan constancia de las diferencias entre los mismos anarquistas, ya que muchos grupos adhieren a tendencias diferentes aunque no necesariamente contradictorias.

En cuanto a la prensa, la presencía de la publicación mensual de "El surco" cuenta con unos 1.000 ejemplares de tiraje y su presencia ha sido fuerte desde el año 2009. Se pueden encontrar sus ejemplares en la bibloteca nacional.

En cuanto a la prensa audiovisual, destaca la labor realiazada por la Productora de Comunicación Social, que publica la videorevista Sinapsis, una publicación en DVD lanzada desde el 2007, con documentales y reportajes, aunque su periodicidad es algo irregular y no hay una estimación clara de la cantidad de ejemplares que distribuyen, el material se ha copiado intensivamente en circulos tanto anarquistas como no necesariamente libertarios.

Otro proyecto destacado en las publicaciones, pero en el area editorial de libros, es Ediciones Espíritu Libertario, que nace a mediados del año 2001 y es parte de la construcción de un proyecto libertario de mayor proporción, siendo un referente en la autogestión para la elaboración de libros en el territorio local.




Referencias

  1. Angel Cappelletti, El anarquismo en América Latina, Editorial Ayacucho, Caracas; pg. LXXXV
  2. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 26
  3. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 25
  4. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 26
  5. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 27
  6. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 28
  7. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. XCI
  8. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 27
  9. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. LXXXVI
  10. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 26
  11. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 26
  12. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. LXXXVII
  13. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 30. Los anarquistas habían jugado un papel importante en la preparación de las huelgas de 30 oficinas salitreras con 40.000 obreros que condujeron en diciembre de 1907 a la movilización hacia la Escuela Santa María, de Iquique, donde se destacaron los anarquistas Luisa Olea y José Brigg, dirigente de la Unión Pampina.
  14. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. LXXXVIII
  15. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. LXXXVIII
  16. Daniel Barret, El mapa del despertar anarquista latinoamericano
  17. Cappelletti & Rama (1990); op. cit. pag. XC
  18. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 34
  19. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 35
  20. Daniel Barret, El mapa del despertar anarquista latinoamericano
  21. Daniel Barret, El mapa del despertar anarquista latinoamericano
  22. Daniel Barret, El mapa del despertar anarquista latinoamericano
  23. [1]La Nación - Involucran a Carabinero en muerte de otro poblador. 2 de abril de 2008
  24. [2]Kaos en la Red - Medios acusan a la comunidad Temucuicui de haber asesinado a Juan Cruz Makna
  25. [3] La Nación - Anarquista murió al estallarle bomba que llevaba en mochila. 23 de mayo de 2009
  26. Cappelletti, op.cit. pág. XCII
  27. Luis Vitale, Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina; pg. 31
  28. Cappelletti, op.cit. pág. XCIII

Bibliografía

  • Luis Vitale. Contribución a una Historia del Anarquismo en América Latina, Ed. Instituto de Investigación de Movimientos Sociales “Pedro Vuskovic”,Santiago, 1998.
  • Angel Cappelletti y Carlos Rama. El anarquismo en América Latina. Edit. Ayacucho, Caracas, 1990.
  • Larry Gambone. El movimiento libertario en Chile
  • Daniel Barret.El mapa del despertar anarquista latinoamericano
  • Luis Heredia. El anarquismo en Chile (1897-1931); Ediciones Antorcha, México, 1981.

Enlaces externos


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