- La barraca de Josezón en Vallanca
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La barraca de Josezón en Vallanca se refiere a una gran construcción de piedra en seco existente en la partida de El Cerro de Vallanca, municipio del Rincón de Ademuz, provincia de Valencia, Comunidad Valenciana, en España.
Contenido
Palabras previas
- El origen de las construcciones de piedra en seco se remonta a los albores de la historia, demostrándose una continuidad construcctiva y estética entre las nuragas de Cerdeña (Italia), los templos de Malta y los talayots y navetas existentes en Baleares (España), y el arte celta irlandés prerrománico, evidente en el misterioso oratorio de Gallarus (Irlanda), datado en el siglo VI. Semejantes construcciones se relacionan, asimismo, con los prehistóricos enterramientos en cuevas (tolos de Los Millares en Almería) y el tesoro de Atreo en Micenas (Grecia).
- Conceptualmente, en la sinonimia castellana, el término barraca proviene del italiano barraca, y éste del céltico barr, palo, tabla, aludiendo a una <caseta o albergue construido toscamente y con materiales ligeros>. Curiosamente, construcciones semejantes reciben distintos nombres en lugares diferentes, tales como "boris" o "capilletes" en el sudeste de Francia; "barraques" o "cocons" en Cataluña; "mollons" o "catxerulets" en Valencia; "bombos" en Castilla-La Mancha y "tagoras" en las islas Canarias, etcétera. En última instancia, nuestras <barracas de piedra en seco> son las <barracas de viña o de pastor>, como también se las conoce en otros lugares del entorno.
La barraca de Josezón
- La denominada barraca de Josezón constituye la construcción más importante de este tipo existente en Vallanca y una de las mayores y mejor conservadas de la comarca. Se halla en la partida de El Cerro, zona elevada del término, a la que se puede acceder fácilmente caminando o mediante vehículo. Para ir a visitar la barraca desde la población hay que tomar el camino del cementerio, atravesar la zona de eras y pajares y -dejando a la mano izquierda la ermita de san Roque- continuar la ascensión por la ladera de Las Cabezas, monte de utilidad pública propiedad del Ayuntamiento.
- Al arribar al llano hay que dejar la carreterita asfaltada y tomar el primer camino que surge a la derecha, que emerge de la misma curva que corona la cima. Se trata de una pista de tierra que se interna en el término, dirección levante, entre abancalamientos y labradas de almendros. Siguiendo el camino principal, la barraca la hallaremos en pocos minutos, pues apenas está unos cientos de metros más adelante.
- Se halla dispuesta sobre la margen izquierda del camino del Cerro. Se trata de una gran construcción de piedra sin aglomerantes y techumbre térrea y vegetal, con planta rectangular y eje longitudinal dispuesto de levante a poniente (mejor, nororiental-suroccidental).
- La entrada se abre en la fachada de levante, completamente iluminada por el sol naciente en las primeras horas de la mañana, asimismo que la meridional; mientras que la del norte y poniente permanecen en la sombra. La entrada es ligeramente ovalada, con grandes piedras en la base y una gran losa plana por dintel.
- En cuanto a las dimensiones, la altura de la fachada delantera (frontispicio) donde se abre la entrada, alcanza los 300 cm de alto, con una obertura (vano) de 190 cm de alto y 130 cm en la parte central. El espesor de la pared en dicha zona alcanza los 90 cm. Las medidas generales pueden contabilizarse en diez grandes zancadas de largo por cuatro de ancho (10x4), lo que supone una superficie total de unos 40 m². Vista desde la parte de abajo del camino, fachada sur-oriental, se observa un ligero aumento desde los pies a la cabecera, lo que se objetiva midiendo el ángulo meridional, que alcanza los 220 cm de altura, sin contar la cobertura térrea. De la misma forma, las medidas en la base son ligeramente superiores a las que pueden tomarse en la parte alta, lo cual se percibe visualmente también.
- La perspectiva ofrece una vista espectacular, infundiendo fortaleza y seguridad al visitante. Contemplando la grandiosa barraca no se percibe pasar el tiempo, como si éste se hubiese detenido en un lejano pretérito... Circundándola puede observarse el amontonamiento de piedras que hay en su muro septentrional; allí la maleza de la zarzamora (Rubus fruticosus L) y el escaramujo (Rosa canina L) crecen gustosamente, al amparo del paredón. Al entrar se percibe un agradable frescor: en la esquina de la derecha hay restos de un fuego bajo, bien patente por el hollín que tizna la pared. Hay, también, algunos pedruscos bajos y planos dispersos por el piso, a modo de rústicos asientos. Lo más característico, sin embargo, es el detalle de las piedras voladas de la pared interna, que van cerrándose hacia el centro, conforme crecen en altura, para formar la falsa cúpula; y el arco recto que hay en el centro de la construcción, apoyado en recios contrafuertes internos. Dichos soportes se alzan dividiendo el espacio interior en dos grandes estancias –una anterior y otra posterior-, como si se hubieran construido dos barracas juntas, compartiendo muros y techumbre. A ambos lados del arco hay un tronco que atraviesa la estancia a lo ancho, sin más función que la de servir de percha, para el hato y otros objetos.
Tectónica constructiva
- En cuanto al procedimiento constructivo y el aspecto estético, la arquitectura obedece al estilo de las existentes en la otra vertiente del Turia, entorno de Mas del Olmo (Ademuz) y El Pinar de Casas Bajas.
- Las paredes externas son rectas, no obstante la desviación arriba anotada, mientras que las internas, a partir de cierta altura del zócalo, van aproximándose, voladas unas sobre otras, hasta la falsa cúpula, que se cierra mediante grandes losas planas (seudo bóveda). De donde se deduce el grosor del muro y la existencia de la doble pared, una recta (externa) y otra curvada (interna).
- Sobre las planas losas del cerramiento se dispone la cobertura térrea y vegetal. Además, la trabazón de las piedras en las angulaciones internas (a modo de rústicas pechinas) y la misma voladura de las piedras, contribuye a la estabilidad de la estructura, hasta el punto que -pese a la ausencia de aglomerantes y cimentación- el buen reparto de fuerzas garantiza su estabilidad y preservación.
- Su apariencia es de una rusticidad megalítica, perfectamente lógica y racional. Acerca del primitivismo y la racionalidad de estas hermosas construcciones de piedra en seco ya se manifestó el gran arquitecto modernista catalán Antonio Gaudí (1852-1926), tan amigo de las formas naturales y geológicas, que fue buen conocedor de las barracas de su comarca natal.
- A la belleza formal de estas construcciones, ampliamente esparcidas por el paisaje, se añade su utilidad, pues servían de refugio a los agricultores [que trabajaban en la zona, especialmente en época de siembra y recolección, cuando cultivadores y recolecores pasaban algunos días lejos del pueblo] y pastores sorprendidos por alguna tormenta.
- Apropiadamente –junto con los paredones de piedra existentes en la zona, soportes de los abancalamientos para el cultivo- la barraca de Josezón constituye el pétreo exponente arqueológico de la actividad agrícola y ganadera que se desarrolló antaño en estos términos.
A modo de epílogo
- Junto a la barraca grande de El Pinar en Casas Bajas y otras existentes en el entorno de la aldea de Mas del Olmo y el el camino de Val de la Sabina a Sesga (Ademuz), la barraca de Josezón en Vallanca constituye el arquetipo de estas construcciones existentes en el Rincón de Ademuz.
- Las barracas se construían con las piedras que afloraban durante la roturación de los campos, erigiéndose en la confluencia de varias fincas, aprovechando la zona más pedregosa o baldía que no servía para el cultivo. La mayoría de ellas tienen un "uso comunal", siendo de varios propietarios, como sucedía con las eras para la trilla. Aunque también las hay de un solo dueño, especialmente cuando éste poseía una gran finca o varias juntas en la zona.
- Las barracas de piedra en seco del Rincón de Ademuz se hallan perfectamente integradas en el árido paisaje, hasta el punto de pasar desapercibidas para el caminante menos sensible, desconocedor de su alto valor etnológico.
- Por encima de cualquier otra consideración, sería recomendable hacer un censo de todas estas humildes construcciones –barracas de piedra en seco, márgenes y contrafuertes en abancalamientos, corrales y parideras- declarándolas monumentos protegidos y de alto valor antropológico, lo cual sería importante para el conocimiento y la puesta en valor de la comarca.
Bibliografía
- SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). «La barraca del "tío Josezón" en Vallanca, a propósito de la recuperación del camino de arrastre maderero de "Las Tóvedas" a Ademuz». Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz. II. Valencia. pp. 343-345. ISBN 978-84-931563-5-0.
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