- Piratas y corsarios en el Perú
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Piratas y corsarios en el Perú
Una nave que se hizo famosa por sus correrías por los mares del mundo, fue el "Judith", nave inglesa que estaba al mando del pirata inglés Sir Francis Drake. El Virreinato del Perú no estuvo a salvo del ataque de piratas y corsarios, incluso uno de ellos murió en territorio peruano y fue enterrado en la isla San Lorenzo, frente al puerto peruano de El Callao. He aquí esta interesante historia:
- Nombre:Judith
- País: Inglaterra
- Construcción: 1559
- Desplazamiento: 736 toneladas
- Eslora: 36 metros
- Armamento: 16 culebrinas de 18 libras y 10 medias culebrinas de 9 libras en dos puentes.
- Tripulación: 120 hombres
Este poco escrupuloso individuo tomó el mando de la “Judith” a los 20 años de edad y participó, en 1567, junto con otros dos galeones corsarios al mando de Hawkins, otro célebre pirata inglés, en una expedición a las costas de México. En estas se hallaban cuando fueron descubiertos por una escuadra española frente a la Isla de San Juan de Ulúa. Drake huyó sin combatir, dejando a su camarada y jefe Hawkins sólo ante el enemigo que le puso en fuga. Los datos reales de la historia sirven para desmitificar muchos de los tópicos y leyendas urdidos por el cine en los tiempos modernos.
Piratas en el Virreinato del Perú== Una etapa realmente angustiosa para todos los pobladores del [Virreinato del Perú], fue la época en que actuaron los corsarios por aguas peruanas; pasearon los piratas y corsarios Francis Drake, John Hawkins, Thomas Cavendish y Jacques Termin o Jacques L´Hermite, este último murió en aguas peruanas y fue enterrado en la isla San Lorenzo, en La Punta, Callao, Lima.
Especial es el asalto que pretendió el corsario John Hawkins, quien con un navío de 300 toneladas, “bien artillado y una lancha...”, hizo otro viaje de saqueo a las costas occidentales de América del Sur, en 1594.
Hawkins saqueó Valparaíso. Desde allí mandaron avisar a Lima de su presencia en aguas americanas. Dice Lizárraga que su capitán Alonso Bueno, diciendo que enviaba su testamento a su esposa que estaba en la Ciudad de los Reyes, mandó una carta al virrey donde le avisaba de los planes del corsario. El virrey García Hurtado de Mendoza, segundo Marqués de Cañete, encomendó a los capitanes Beltrán de la Cueva y Manrique, para que preparasen tres navíos de su armada para esperar y sorprender a Hawkins. Y envió tres fragatas para que vigilasen los movimientos del corsario.
Salió esa armada de la isla San Lorenzo en búsqueda de Hawkins. La orden que llevaba era ésta: "que no nos desbrazásemos de la tierra diez o doce leguas, y que a las noches fuésemos la vuelta de la mar, y de día viniésemos la vuelta de la tierra, que era lo cierto y conveniente". El Marqués tenía por momentos chasquis por tierra, como aviso donde llegaba el corsario.
Hawkins llegó a las costas de Chincha y Pisco. Allí estuvo a merced de la Armada Real, pero la burló. Hawkins, fue perseguido por el navío que zarpó del Callao, a órdenes de don Alonso de Carvajal. Ambos navíos se encontraron en el cabo de San Francisco, y se trabaron en feroz combate. Los ingleses se sorprendieron de la buena artillería del enemigo, que mató a muchos de sus tripulantes e hizo averías en su nave.
Al día siguiente, el 2 de julio de 1594, volvieron a atacarse. Los españoles ganaron el combate y abordaron el barco de Hawkins. Tomaron preso al corsario y a la tripulación que quedaba y los llevaron a Panamá.
Otro corsario que se acercó peligrosamente a las costas de Chincha y Perú, fue Jacques Termin o Jacques L´Hermite.
Cuando estuvo de virrey don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar, entre 1622 y 1629, el corsario Jacques Termin (o Jacques L´Hermite), con once navíos, llegó frente al Callao para atacarlo y saquearlo. Fue repelido por la fortaleza de Guadalcázar (hoy Castillo del Real Felipe) y de varios navíos de la Armada Real. Se fue a aguas de Chincha y Pisco a intentar vengarse. Fue seguido por los españoles. Rechazada esa intención, regresó al Callao. Pretendió quemar el galeón “Nuestra Señora de Loreto” y volar el puerto. En uno de sus navíos puso harta pólvora y rocas que había sacado de la isla San Lorenzo. Lo dirigió a donde estaba el galeón español. Pero la artillería del fuerte hizo tan certeros disparos que el timonel del barco pirata se espantó y tomando una chalupa del buque se embarcó y huyó. El navío enemigo, a merced del viento, se desvió y fue a dar a Bocanegra donde explotó e incendió. “... tan grande fue el fuego y estallido que dio, que tembló la tierra tres leguas, abriendo puertas y ventanas, y estremeciendo la gente, disparando infinitas bombas, balas enramadas, clavos, pernos sueltos, piedras grandes como de molino, trozos de hierro suelto y otras máquinas sacadas del infierno, que la malicia herética poseída de Satanás, puede pensar y fabricar”. Con seis naves, Termin se dirigió a Guayaquil para atacarla, pero fue rechazado. Retornó a San Lorenzo. Mandó cuatro naves a tomar Chincha y Pisco otra vez. Fondearon en la rada de Pisco y desembarcaron 400 piratas. El ejército español se les enfrentó en feroz batalla, al mando de don Diego Carvajal, montado a caballo. Los españoles, “acometiendo con sus soldados y capitanes a los enemigos, los desbarataron, mataron a algunos, obligándolos con esto a retirarse muy aprisa, y casi ahogados a sus embarcaciones, cogieron uno vivo, y otros quince se pasaron a los nuestros”.
Al saber de la derrota de Pisco, el corsario Jaques Termin, murió. Fue enterrado por los suyos, en la isla San Lorenzo. Su reemplazante, Juan V. Almirante, luego de hacer ahorcar a doce pasajeros españoles que habían capturado en la campaña militar, ordenó a sus tripulantes levar anclas y se fue del puerto del Callao, derrotado.
El puerto del Callao es el principal del país y uno de los mayores de América. Fue establecido en 1537 con el objeto de transportar las enormes riquezas del Perú hacia España. Aquí se erigió el famoso Castillo del Real Felipe, un fuerte de piedra amurallado en forma de pentágono diseñado por el arquitecto Luis Godin y construido por el Virrey Amat y Juniet, en el siglo XVIII, desde donde se protegía la preciada carga de los frecuentes ataques de los piratas.
El Callao, se encuentra a muy pocos kilómetros de Lima y desde siempre ha sido su puerto natural. Dentro de la larga y trabajosa ruta marítima que incluía recorrer de norte a sur el océano Atlántico para cruzar el estrecho de Magallanes y luego subir por el Pacífico en busca de los puertos coloniales españoles, el Callao era la presa más apetecida por corsarios, piratas y filibusteros.
Con el fin de aprovisionarse y mantener cebadas las armas, atacaban puertos pequeños donde también recababan informes sobre la situación de los puertos principales. Pero también cada comisario de puerto que avizoraba naves enemigas enviaba emisarios por tierra a dar noticia al siguiente puerto y así hasta cubrir todo el litoral.
El más célebre ataque contra el primer puerto del Virreinato del Perú, fue realizado en tiempos del Virrey Toledo por el legendario Sir Francis Drake, socio de aventuras del pirata negrero John Hawkins (ambos son mencionados en las crónicas hispanas como “el Drake” y “el Aquines”).
Drake salió en diciembre de 1577 con cinco naves rumbo al Brasil, penetró en el río de la Plata y atravesó el estrecho de Magallanes, en agosto de 1578. Aunque sólo conservó su propia nave, tomó rumbo hacia el norte y realizó asaltos sorpresivos en Valparaíso, Coquimbo y Arica.
Protegido por las sombras de la noche, se apoderó en el Callao de las naves surtas en la bahía el 13 de febrero de 1579, transbordó a la suya toda la carga que juzgó útil y luego las hundió a merced de la corriente. Inmediatamente prosiguió hacia el norte, para eludir los preparativos de defensa en el puerto. Luego sometió otras poblaciones americanas a sus audaces actos de rapiña. Toledo dispuso dos barcos de guerra en su búsqueda, suponiendo que se vería obligado a regresar por el estrecho de Magallanes.
Drake sorprendió a sus perseguidores al tomar rumbo hacia el oeste, cruzar el cabo de Buena Esperanza y retornar por esa vía a Inglaterra. Vino a ser el segundo marino que dio la vuelta al mundo, y por esa hazaña fue recibido el 3 de diciembre de 1580, con extraordinarias demostraciones de aprecio. La reina Isabel acudió a visitarlo en su nave y lo hizo caballero.
En los días del ataque de Drake al Callao, el Virrey Toledo tenía en prisión a un pirata inglés capturado en Panamá mientras intentaba robar esclavos en tierra firme: John Oxenham, que concluyó sus días, junto a algunos de los suyos, en una prisión de Lima. En 1587, en tiempos del Virrey Torres y Portugal, fue traído un grupo de piratas ingleses capturados en el estuario del Plata. Por habérseles probado hechos delictivos, fueron pasados al Santo Oficio (Tribunal de la Santa Inquisición), que los juzgó como enemigos de la Iglesia. Del grupo en cuestión, John Drake y Richard Ferrell fueron condenados a tres años de prisión, pero sus compañeros Henry Oxley y Walter y Eduard Tiller, fueron ajusticiados como luteranos en 1592.
En 1594 fue capturada cerca de Panamá la nave del hijo del temible “Aquines”, Richard Hawkins, que así terminó resultando huésped involuntario del Virrey García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete. En una carta del 15 de noviembre de 1594, el marqués comenta que ha dispuesto una recepción solemne para su jefe naval don Beltrán, “a quien iré a recibir al Callao, donde para este fin he mandado labrar unos aposentos y corredor en una casilla que la Compañía de Jesús ha fundado junto al mar, de donde gustaré mucho de ver entrar la armada y el navío inglés que me dicen es muy fuerte y linda pieza”. Esta descripción hace sospechar que había en el Callao algo parecido a un palacio virreinal, del cual no ha quedado rastro.
Por ser de origen noble, Hawkins y sus oficiales deseaban hablar con el Virrey. Comenta el aludido: “No lo permití, pero cuando los desembarcaron en el Callao los aceché de un corredor para ver el talle que tenían hombres tan atrevidos”.
Hawkins recobró su libertad poco tiempo después tras el pago de un rescate.
Más tarde en 1599, un navío holandés fue capturado y llevado a puerto. Sus tripulantes fueron interrogados por el Virrey Luis de Velasco. Dijeron que no estuvo entre sus planes tocar costa peruana, pero sí tenía intenciones de hacerlo una escuadra holandesa que venía más al sur, al mando de Oliver de Noert. El Virrey tomó previsiones y dicha escuadra se vio obligada a alejarse.
El Callao rechazó con éxito otras incursiones, hasta ocurrir en 1624, en tiempos del Virrey Marqués de Guadalcázar, el sitio del puerto por el holandés Jacob Clerk, apodado Jackes L´Hermite, el Ermitaño. Durante la batalla en defensa del puerto los piratas tomaron como base la Isla San Lorenzo, donde sepultaron a algunos de sus camaradas caídos, entre ellos, el propio L´Hermite, víctima posiblemente del cólera. Estuvieron rondando el Callao cerca de cinco meses.
Fortaleza del Real Felipe
La necesidad de contar con una sólida defensa que protegiese de corsarios y piratas a la capital del virreinato, llevó a las autoridades coloniales a reforzar con murallas el entorno de la ciudad. Pero ya bien entrado el siglo XVIII, el 28 de octubre de 1746, un violento terremoto que destruyó la urbe limeña terminó por convencer al Virrey José Antonio Manso de Velasco, de que mucho más necesaria era la construcción en el puerto del Callao, de una fortaleza inexpugnable. El nombre elegido, en honor de Felipe V, fue Real Felipe, el cual existe en perfecto estado de conservación, a cargo del ejército peruano, aún en el siglo XXI.
Se optó por el diseño del matemático y arquitecto francés Luis Godin, y los primeros trabajos, se iniciaron el 21 de enero de 1747. La colosal construcción, una de las más grandes que España edificó en su género, duró 27 años y tuvo un costo de tres millones de pesos. La culminó el Virrey Manuel Amat y Juniet, en 1774.
Esta fortaleza tiene su historia: hasta comienzos del siglo XIX (1806), la fortaleza permaneció relativamente tranquila; sólo se reactivó después, cuando los vientos independentistas empezaron a golpear con fuerza. Es entonces cuando el Virrey Fernando de Abascal (1806 – 1816) ordenó la construcción de un almacén de armas y la artillería, así como un depósito que pudiera contener agua para dos mil hombres sitiados por cuatro meses.
La fortaleza del Real Felipe rechazó el ataque libertador del Almirante Lord Cochrane en 1819, durante el gobierno del Virrey Joaquín de la Pezuela (1816 – 1821). Ese intento obligó a San Martín a entrar a la capital por Huacho y Pisco”.
La preocupación
Por aquellos siglos, los corsarios y piratas, fueron una gran preocupación de los gobernantes de la época, ya que podían desestabilizar la economía de cualquier nación. En todas las latitudes del mundo de esa época, actuaron los corsarios y piratas.
El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el océano Índico a través de la costa occidental africana, convierten a las Islas Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas avanzado el siglo XVI, comienza el tráfico naval entre las colonias españolas de ultramar y la metrópoli. Los buques regresaban cargados de tesoros y especias, y sus rutas, tenían que pasar forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares de las islas eran lugares de espera de las flotillas piratas. La piratería en las aguas de las Islas Canarias empieza en el primer tercio del siglo XVI, y toma inusitada actividad hacia el final de ese siglo y continúa durante todos los siglos XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del siglo XIX.
Véase también
- Historia del Perú
- Piratería
- Piratas en el Callao
- Piratería en el Caribe Mexicano
- Piratería en Canarias
- Perú
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