- António de Oliveira Salazar
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António de Oliveira Salazar
Primer Ministro António de Oliveira Salazar.
10 de mayo de 1932 – 27 de septiembre de 1968 Presidente Óscar Carmona
él mismo
Francisco Craveiro Lopes
Américo TomásPredecesor Domingos da Costa e Oliveira Sucesor Marcelo Caetano
18 de abril de 1951 – 9 de agosto de 1951 Predecesor Óscar Carmona Sucesor Francisco Craveiro Lopes
Datos personalesNacimiento 28 de abril de 1889
Vimieiro, PortugalFallecimiento 27 de julio de 1970 (81 años)
Lisboa, PortugalPartido Unión Nacional Cónyuge Soltero Profesión Abogado, economista y profesor Tratamiento Profesor Doctor Religión Católico Residencia Lisboa António de Oliveira Salazar (Vimieiro, Santa Comba Dão, Portugal, 28 de abril de 1889 - Lisboa, Portugal, 27 de julio de 1970), dictador portugués y jefe de gobierno portugués ejerció como Primer Ministro entre 1932 y 1968 e interinamente la Presidencia de la República en 1951. Fue la cabeza y principal figura del llamado Estado Novo, una de las dictaduras más longevas de la historia que abarcó el periodo 1926-1974, si bien ésta se consolidó como tal en 1933.
La figura de Salazar ganó una votación popular para elegir a los "grandes portugueses" promovida por el canal Radio y Televisión de Portugal (RTP).[1]
Contenido
Primeros años de vida
Nació en Vimieiro, siendo el único hijo varón de cinco de una modesta familia de campesinos, en el año 1905 entró como seminarista en Viseu; en aquél tiempo era conocido despectivamente como "el hijo de Manholas". Dándose cuenta de su falta de vocación se mudó a Coímbra para estudiar Derecho (1910). En 1914 obtuvo el título de bachiller en Derecho y en 1916 asistente de Ciencias Económicas. Asumió la regencia de la cátedra de Economía Política y Finanzas en 1917 por invitación del profesor José Alberto dos Reis, antes de doctorarse en 1918.
Durante este período en Coímbra materializa su inclinación por la política en el Centro Académico de la Democracia Cristiana, donde hace varios amigos, sin embargo era considerado un alumno de choques entre los seguidores de la Monarquía y de la República. Combate el anticlericalismo de la Primera República a través de artículos de opinión que escribe para periódicos católicos. Acompaña a Cerejeira en palestras y debates. Estudia a Maurras, Le Play y las encíclicas de León XIII y va así consolidando su pensamiento y explicitándolo en sus artículos.
Sus opiniones y contactos en el Centro Académico de la Democracia Cristiana le llevarán en 1921 a presentarse como diputado al Parlamento por Guimarães. Tras ser elegido, y sin encontrar en ello motivación alguna, regresó a la Universidad pasados dos días. Se mantiene ahí hasta 1926, escribiendo y dando conferencias.
Llegada al poder
Con la crisis económica y la agitación política de la I República (que se prolongó incluso después de la Revolución Portuguesa de 1926), la dictadura militar llama a Salazar en junio de 1926 para asumir la cartera de Ministro de Finanzas. Pasados trece días Salazar renuncia al cargo y vuelve a su cátedra en la Universidad de Coímbra por no habérsele satisfecho las condiciones que consideraba indispensables para su ejercicio.
En 1928, tras la elección del presidente António Carmona y en vista del fracaso de su antecesor en conseguir un abultado préstamo externo con vistas al equilibrio de las cuentas públicas, Salazar vuelve a asumir la cartera. De inmediato Oliveira Salazar exigió controlar los gastos e ingresos de todos los ministerios. Satisfecha la exigencia, impuso una fuerte austeridad y riguroso control de las cuentas, consiguiendo un superávit en las finanzas públicas tras el ejercicio económico de 1928-29, y esforzándose en mantener un presupuesto equilibrado, al extremo de recortar severamente los gastos del Estado.
En la prensa que le era favorable, Salazar sería muchas veces retratado como salvador de la patria debido a que, tras muchos años de dificultades, la economía portuguesa no sufría de déficit presupuestario desde 1928. Este hecho, considerado una proeza por sus contemporáneos, le ganóa a Salazar un gran prestigio, entre las corrientes de la derecha republicana, de los monárquicos y de los católicos.
Posteriormente, la propaganda y la manipulación política consolidaban su poder, en tanto Salazar amenazaba con su renuncia en caso la derecha portuguesa sugiriese limitar sus poderes. Para esas fechas, la economía portuguesa había dejado atrás el déficit y los gravosos empréstitos contratados en el extranjero, y por ese solo motivo las fuerzas armadas y la élite financiera apoyaban a Salazar, por miedo a sufrir nuevamente el caos financiero de la Primera República Portuguesa. Inclusive el Presidente de la República, el general Carmona, le consultaba a Salazar antes de cada remodelación ministerial.
Mientras la oposición democrática se desvanecía en sucesivas pugnas internas sin éxito, se procuraba dar rumbo a la Revolución Nacional impuesta por la dictadura militar surgida desde 1926. Salazar, rechazando el regreso al parlamentarismo de la I República, proporciona la solución: crea la Unión Nacional, un movimiento político nacional (en la práctica un partido único) aglutinador de todos cuantos quisieran "servir a la patria".
En 1932, tras la dimisión de varios Primeros Ministros y ya con una consolidada figura en el gobierno, Salazar asume como Primer Ministro de Portugal. Ese año se lanza el proyecto para crear una nueva constitución, y Salazar llamaría a un grupo de connotados profesores universitarios para crearla, modelando una constitución fuertemente autoritaria y centrada en los poderes del primer ministro. En 1933 luego de ser plebiscitar la Constitución, ésta se aprueba y entra en vigor, naciendo así el Estado Novo y también el Salazarismo.
Gobierno y Estado Novo
El hombre de Estado más completo, el más digno de respeto que he conocido es Salazar. Lo considero una personalidad extraordinaria por su inteligencia, su sentido político, su humanidad. Su único defecto es probablemente la modestia.
Con la Constitución de 1933, Salazar instituyó y consolidó el Estado Novo, un régimen nacionalista corporativo con amplios poderes conferidos al ejecutivo en el control del Estado. La cuestión del tipo de régimen (monarquía o república) es sutilmente dejada de lado mientras los cargos de poder eran distribuidos entre las dos corrientes. El régimen adopta una forma muy moderada de fascismo basado en el de Benito Mussolini, pero muy leve, por esto muchos ni siquiera lo consideran fascista y afirma los valores nacionales y su defensa sacrificando la libertad individual en beneficio de lo que éste consideraba el interés superior de la Nación.
La guerra civil española
Salazar defendía la estabilidad de la vida nacional y temía que la turbulenta situación de España pudiese afectar a Portugal. Intensificó la censura y la acción de la policía política PIDE, Policía Internacional y de Defensa del Estado. Portugal proporcionó al bando sublevado un importante apoyo logístico, permitiendo, por ejemplo, la comunicación entre los ejércitos sublevados del norte y del sur cuando aún no podían establecer contacto por tierra, concediendo libre tránsito a suministros militares destinados al bando nacional, repatriando a refugiados republicanos, y aportando una modesta cantidad de combatientes (los "Viriatos") y armamento para los franquistas.
Tras la llegada de Francisco Franco al poder, Salazar se ocupó de mantener buenas relaciones diplomáticas con la España franquista, si bien durante la Segunda Guerra Mundial temió por unos meses que Franco, con el apoyo del Tercer Reich, intentara invadir Portugal y anexionarlo a España. Tras 1945, las relaciones hispano-portuguesas se mantuvieron en un buen nivel, aunque marcadas por la mutua desconfianza personal existente entre los dictadores de ambos países.
Salazar y la monarquía
Salazar alimentó él mismo el mito de su "ideal monarquista" al inicio de su gobierno con el fin de obtener el apoyo del sector integrista portugués para el Estado Novo. Pero esto no pasó de ser un juego político del mismo Salazar.
Su antimonarquismo ya se había demostrado durante su militancia en el Centro católico, cuando en un congreso en 1922 llamó al centro a aceptar la república sin pensamientos reservados, es decir, aceptar la nueva forma del estado y renunciar a una restauración monárquica. Esto provocó la partida de varios católicos monárquicos del centro.
Tras la derrota de la monarquía del norte un centenar de oficiales fueron expulsados del ejército portugués, pero el gobierno de António Maria da Silva propuso su restitución. Esto se paralizaría con el golpe de estado que dio origen a la Ditadura Nacional. Salazar diría en un discurso en 1928 que el debate acerca de la forma del estado (monarquía o república) era la última de las prioridades del país. En 1930 el teniente coronel Adriano Strecht de Vasconcelos entrega al presidente de la república Óscar Carmona un documento titulado A Situação Jurídica dos militares afastados do serviço do Exército em 1919 (en español La situación jurídica de los militares apartados del servicio militar en 1919) donde pedía justicia para los afectados. Salazar lo rechazó, impidiendo la restitución de los ex oficiales monárquicos en el ejército.
Tras la muerte de Manuel II en 1932, Salazar empezó la destrucción total del mito de la monarquía, cuando su gobierno se adueña de las antiguas propiedades de la dinastía de Braganza creando la Fundação da Casa de Bragança (Fundación Casa de Braganza).
En 1951 Salazar dio un discurso en el congreso del partido único de la dictadura, Unión Nacional, en el que dejaba en claro su desprecio por la monarquía, destruyendo las esperanzas sobre una posibilidad de restauración.
El concordato
La cuestión de la indemnización de la Iglesia Católica por la nacionalización de sus bienes durante la I República es descartada por Salazar. A pesar de su acción en el Centro Católico y de ser él mismo profundamente católico, la separación de poderes entre el Estado y la Iglesia es un propósito firme del salazarismo. La definición de las relaciones entre el Estado portugués y la Iglesia Católica se oficializaría en 1940 por medio de un concordato.
La Segunda Guerra Mundial y relaciones exteriores
Salazar asume la cartera de Asuntos Exteriores desde la Guerra Civil Española, donde no oculta su simpatía hacia el bando nacional. Con la II Guerra Mundial el propósito del gobierno de Salazar es mantener la neutralidad. Próximo ideológicamente al Eje, el régimen portugués se escuda en eso y también en la alianza con Gran Bretaña para mantener una política de neutralidad, en un esfuerzo de evitar pleitos contra cualquiera de los dos bandos beligerantes.
Primeramente, una intensa actividad diplomática hacia Franco intenta evitar que España se alíe a Alemania e Italia, en el previsible caso de que los países del Eje con España verían la ocupación de Portugal como medio de controlar el Atlántico y cerrar el Mediterráneo, lo que desviaría el centro de gravedad de la guerra hacia la Península Ibérica. Con España se celebra el Pacto Ibérico (1942) logrando ambos países quedar fuera de la guerra.
Oliveira Salazar no toleró desvíos de los diplomáticos portugueses que arriesgaran su política externa. Cuando el cónsul portugués en Burdeos, Aristides de Sousa Mendes concedió una gran cantidad de visados a refugiados judíos que trataban de escapar de los nazis, ignorando las instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, Salazar fue implacable y lo destituyó, en tanto Salazar había dado órdenes explícitas de no otorgar visados portugueses a los refugiados de la guerra. Cuando Aristides de Sousa Mendes volvió a Portugal, fue expulsado del servicio público y de sus libertades civiles falleciendo en el completo olvido y en una notoria miseria en 1954.
Luego de la guerra, Salazar sería felicitado por recibir a los judíos en Portugal, mientras Sousa Mendes quedaría con una imagen tachada por el régimen salazarista hasta la Revolución de los Claveles.
El papel de las Azores
En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, los Aliados intentan utilizar las Azores como base de apoyo para sus fuerzas aéreas. El gobierno de Portugal, sin medios para oponerse a esta exigencia, cedió a la presión aliada. Salazar negoció como contrapartida el suministro de armamento, temiendo un posible ataque de una Alemania debilitada pero aún fuerte, usando el territorio de España como vía de tránsito. Oliveira Salazar pidió también la garantía de que la colonia portuguesa de Timor Oriental (invadida y ocupada por tropas japonesas en marzo de 1942) sería restituida a su metrópoli una vez acabada la contienda mundial.
Aunque Portugal había declarado su neutralidad desde 1939 y mantenía embajadas en los países del Eje y de los aliados, Oliveira Salazar trató de mantener una posición de simpatía con la Italia Fascista y el Tercer Reich pero reconociendo a la vez que la situación geográfica de Portugal hacía a su país más proclive a sufrir un ataque de británicos o estadounidenses. Con los canales diplomáticos y comerciales abiertos con ambos bandos beligerantes, la balanza comercial portuguesa mantuvo saldo positivo durante buena parte del conflicto.
Las sedes diplomáticas de Gran Bretaña y Estados Unidos coexistían en Lisboa con las de la Italia Fascista y la Alemania nazi, pero Oliveira Salazar dio instrucciones para que los agentes diplomáticos de esos países ejecutasen sus funciones (que incluían el espionaje) sin interferencia del gobierno lusitano, bajo la condición que los agentes extranjeros no se implicaran en cuestiones políticas de Portugal. Esto no impidió que el 2 de mayo de 1945 Oliveira Salazar enviase a Alemania un mensaje oficial de condolencias por la muerte de Adolf Hitler, siendo uno de los dos únicos telegramas de pésame que un gobierno extranjero remitió por ese hecho (el otro vino de Irlanda, gobernada por Éamon de Valera).
La posguerra
Los servicios prestados por Portugal a la causa aliada en la Segunda Guerra Mundial permitieron que el régimen de Oliveira Salazar intentase forzar un acercamiento hacia Gran Bretaña y los Estados Unidos, considerando que Portugal, pese a sus simpatías profascistas, jamás había apoyado activamente el esfuerzo de guerra del Eje y no había por tanto razones para marginarlo de la misma manera que la España franquista (que también se mantuvo neutral pero que se había ganado la condena de los vencedores tras patrocinar el envío de la División Azul contra la URSS).
Oliveira Salazar trató de explotar al máximo su otorgamiento de las bases aéreas en las islas Azores, apoyado por el hecho que su Estado Novo no había tenido líderes políticos abiertamente proalemanes durante la guerra (a diferencia de la Falange española). Tras 1948 los esfuerzos de Oliveira Salazar lograron mayor ímpetu cuando las crisis entre los EEUU y la URSS (como el Bloqueo de Berlín) dieron nacimiento a la Guerra Fría, donde Salazar podía mostrar el ferviente anticomunismo de su régimen como credencial para ganar el apoyo político de los Estados Unidos. De hecho, Salazar combinó su anticomunismo con su apoyo a los aliados en 1943 para lograr que Portugal fuese invitada a unirse a la OTAN en 1949, pese a ser el único miembro de esta alianza que jamás había roto relaciones con la Alemania nazi.
El anticomunismo de Salazar sirvió para sostener la economía portuguesa en función a los mercados de Estados Unidos y Europa Occidental, aunque la escasez de materias primas valiosas en Portugal, así como la poca extensión y población del territorio, impidieron que los capitales extranjeros iniciaran una efectiva industrialización del país. Peor aún, durante la década de 1950 Oliveira Salazar mostró una fe inquebrantable en sostener la autarquía económica de Portugal hasta donde fuese posible, lo cual mantuvo al país como un exportador neto de materias primas de bajo precio (alcornoques, o productos frutales).
Ante la depresión económica de Portugal, en contraste con el crecimiento económico de Europa Occidental, una enorme cantidad de portugueses emigraron desde inicios de la década de 1960, predominantemente hacia Francia o Bélgica en busca de mejores condiciones de vida, desempeñándose como obreros. Otros menos migraron hacia Brasil. El temor al reclutamiento masivo de tropas para la guerra colonial en Africa aumentó el volumen de la emigración portuguesa, al punto que hacia 1974 casi 500,000 emigrantes lusos vivían en los barrios obreros de Francia.
Guerra colonial en ultramar
Defensor de una política colonialista, que veía a Portugal aún como un imperio ultramarino, Salazar apostó por la guerra colonial cuando los movimientos independentistas de Guinea, Angola, y Mozambique, pretendieron escindirse de Portugal. Esta política fue rechazada por la mayoría de los países del mundo, máxime en un contexto de independencia colonial donde otras naciones europeas como Gran Bretaña o Francia, e inclusive otras dictaduras ideológicamente cercanas a Portugal como la España franquista, ya habían aceptado la imposibilidad práctica de sostener remotos imperios coloniales.
Inclusive la posición de Oliveira Salazar para mantener a toda costa el imperio colonial portugués carecía de apoyos en la OTAN (de la cual formaba parte Portugal) y era frontalmente rechazada por los Estados Unidos (aliado económico del régimen). Oliveira Salazar, en su nacionalismo exacerbado, consideraba que la posesión de extensas colonias era la única opción para que Portugal pudiera jugar un importante rol en la escena internacional y asegurarse la prosperidad económica así como afianzar su identidad partia, consciente que la metrópoli tenía poca extensión, muy poca población, y escasos recursos naturales de gran valor, lo cual la condenaría a ser "nación de segunda fila en el concierto europeo" si perdía sus colonias.
Ante el visible rechazo al tardío imperialismo de Portugal, Salazar se vio obligado a estimular una política de aislacionismo internacional respecto a la descolonización bajo el lema "orgullosamente solos" (orgulhosamente sós, en portugués). Oliveira Salazar rechazó inclusive la incorporación pacífica de Goa dentro de la India, y después que el gobierno indio tomara militarmente Goa en diciembre de 1961 el régimen de Lisboa insistió en considerar a Goa una "provincia de iure" nombrando "gobernadores" o emitiendo sellos postales para dicho territorio.
La oposición al régimen
El autoritarismo de Salazar le llevó a tomar una posición contraria al sindicalismo libre, algo común a la gran mayoría de las dictaduras. Esta postura, que debilitaba las demandas del movimiento obrero, fue contestada por una parte de la población, que se rebeló. Las fuerzas de seguridad reprimieron duramente dichas protestas públicas, siendo habitual que la Guardia Nacional Republicana (GNR) causara muchos heridos y muertos. Una de aquellas víctimas sería la joven Catarina Eufémia, que se convertiría en la personificación de la resistencia antisalazarista.
Mientras tanto, los movimientos comunistas y socialistas, aunque proscritos, siguieron en su resistencia al régimen de Salazar. Los enormes gastos de la guerra colonial en la década de 1960 inclusive causaron la pérdida del apoyo de militantes de derecha, que lamentaban el atraso económico de Portugal en comparación a los países de Europa Occidental (e inclusive respecto a España) mientras los gastos fiscales laboriosamente ganados eran gastados mayoritariamente en una guerra colonial.
Para acallar las voces de oposición, el régimen de Oliveira Salazar recurrió a la PIDE o "Policía internacional e de defesa do Estado" para la represión política, al mismo tiempo que lograba infiltrar a la PIDE en casi todos los sectores y grupos de la sociedad portuguesa, desde las fuerzas armadas hasta los sindicatos, pasando por la Iglesia Católica local y la militancia del Partido Comunista Portugués.
Obras
Con un gobierno transformado en la dictadura más longeva de Europa Occidental, Salazar dejó varias obras públicas tales como el Puente Salazar (ahora Puente 25 de abril), el Mirador-Monumento a Cristo-Rei, que demuestra su alianza con el catolicismo conservador de Portugal, el Estadio Nacional de Portugal, el Aeropuerto de Lisboa, el Instituto Nacional de Estadística de Portugal, autopistas y otras. Sin embargo, su obstinación en mantener las colonias aisló a Portugal y retrasó su crecimiento durante décadas.
Retirada del poder
Impedido por un accidente doméstico que le provocó un hematoma cerebral, fue apartado del gobierno en 1968 y fue sustituido por Marcelo Caetano. Hasta fallecer en 1970 quienes trataban diariamente con él le hacían creer que todavía gobernaba el país, incluso después de haber asumido el gobierno Marcelo Caetano.
Predecesor:
Domingos da Costa e Oliveira
Primer Ministro de Portugal
1932 - 1968Sucesor:
Marcelo CaetanoPredecesor:
Óscar Carmona
Presidente de la República Portuguesa
Interino
1951Sucesor:
Francisco Craveiro LopesOtras aportaciones
Por un Decreto de 1937, obligó a instituir el teclado HCESAR
Véase también
Notas y referencias
Categorías:- Nacidos en 1889
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- Primeros ministros de Portugal
- Fascistas
- Dictadores
- Estado Novo (Portugal)
- Orden de Isabel la Católica
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