- Italia fascista
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El fascismo fue un movimiento político del siglo XX que surgió en el Reino de Italia tras la Primera Guerra Mundial, dando origen a la llamada Italia fascista.
Nació en parte como reacción a la Revolución Bolchevique de 1917 y a las fuertes peleas sindicales de trabajadores y braceros que culminó en el bienio rojo, en parte como crítica respecto a la sociedad liberal-democrática, que salió maltrecha de la experiencia de la Primera Guerra Mundial.
El nombre deriva de la palabra italiana fascio (latín: fascis). La palabra, en la antigua Roma, era usada como símbolo de la unión de los luchadores. El símbolo fascista es el Fasces romano que significaba el poder del régimen, en particular el poder jurisdiccional.
El Fascismo es una gran movilización de fuerzas materiales y morales. ¿Qué se propone? Lo decimos sin falsas modestias: gobernar la nación. ¿De qué modo? Del modo necesario para asegurar la grandeza moral y material del pueblo italiano. Hablemos francamente: no importa el modo concretamente, no es antiético, ni convergente con el socialismo, sobre todo aspira a la reorganización nacional y política de nuestro país. Nosotros cambiamos los valores tradicionales, que el socialismo continúe o desaparezca, pero sobre todo, el espíritu fascista se refugia en todo lo que es arbitrario sobre el misterioso futuro.
Contenido
Los ideales del fascismo
La Italia Fascista exaltaba la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprimía la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo. Utilizaba hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder, Benito Mussolini en el que se concentraba todo el poder. Aprovechaba los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplazaban contra un enemigo común real o imaginario, interior o exterior, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irracional, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX.
El componente social del fascismo pretende ser interclasista: niega la existencia de los intereses de clase e intenta suprimir la lucha de clases con una política paternalista, de sindicato vertical y único en que trabajadores y empresarios obedezcan las directrices superiores, como en un ejército. Tal es el corporativismo italiano o el nacionalsindicalismo español. El nacionalismo económico, con autarquía y dirección centralizada se adaptaron como en una economía de guerra a la coyuntura de salida de la crisis de 1929. No obstante, no hubo en el sistema fascista ni planes quinquenales al estilo soviético, ni cuestionamiento de la propiedad privada ni alteraciones radicales del sistema capitalista más allá de la intervención en el mercado, manteniendo en la práctica el sistema de producción capitalista aunque bajo la dirección suprema del Estado; aún así resultaba evidente que el fascismo procuraba contentar a todas las clases sociales del capitalismo y gozó de un apoyo interclasista aunque por motivos muy diversos.
Los fundamentos teóricos del fascismo
- La desigualdad entre los individuos, por lo que se rechazaba el gobierno representativo de la democracia y se justificaban las actitudes discriminatorias.[cita requerida]
- La subordinación de los individuos al Estado, que se convirtió en el órgano de control de toda la sociedad.
- La existencia de una élite, competente y preparada, y de un líder carismático, capaz de crear una voluntad general a la que las masas debían someterse.
- El rechazo de la tradición racionalista de la cultura occidental, y la exaltación de los elementos irracionales de la conducta y los sentimientos, que llevan a la intolerancia y al fanatismo.
- La justificación de una política expansionista, como respuesta a un nacionalismo radical que consideraba la adquisición de nuevos territorios como la única forma de fortalecer a la nación
El nacimiento del fascismo
Entre las capas sociales más descontentas e influenciables por las sugestiones y la propaganda nacionalistas que, tras el tratado de paz, infundieron el mito de la «victoria mutilada», emergieron las organizaciones de excombatientes, y en particular de ex-arditi (tropas selectas de asalto), entre las que, se añadía, a la frustración generalizada, el resentimiento provocado por no haber obtenido suficiente reconocimiento a los sacrificios, la valentía y el desprecio al peligro demostrados a lo largo de los duros años de combate en el frente. Fue este el contexto en el que el 23 de marzo de 1919 Benito Mussolini fundó en Milán el primer fascio de combate (fascio di combattimento), adoptando símbolos que hasta entonces habían distinguido a los arditi, como las camisas negras y la calavera.
El nuevo movimiento expresó la voluntad de «transformar, con métodos revolucionarios si es necesario, la vida italiana», autodefiniéndose partido del orden y consiguiendo de este modo ganarse la confianza de las capas de población más acomodadas y conservadoras, contrarias a cualquier agitación y reivindicación sindical, en la esperanza de que la fuerza de choque de los fascios de combate se opusiera favorablemente a las revueltas promovidas por socialistas y católicos populares.
Al recién nacido movimiento le faltaba sin embargo inicialmente una base ideológica bien definida, y el mismo Mussolini no se había decantado por una u otra línea ideológica concreta, sino simplemente contra todas las demás. Según su intención, el fascismo habría debido representar una «tercera posición».
Los años del Escuadrismo (Squadrismo)
En el movimiento, además de los voluntarios, contribuyeron los futuristas y nacionalistas ex combatientes. Apenas 20 días después de la fundación del fascismo, las novatas "escuadras de acción" asaltaron la sede del periódico socialista ¡Avanti!, el estandarte del periódico fue llevado ante Mussolini el cual lo conservó como trofeo. Unos meses después, las escuadras fascistas se difundieron en toda Italia convirtiendo el movimiento en una fuerza paramilitar.
Por un periodo de dos años Italia fue invadida de norte a sur por la violencia de los movimientos políticos revolucionarios socialistas, estos estaban en contra de los fascistas y bolcheviques, con los cuales iniciaron a disputarse en los campos de batalla, debido a que el gobierno era incapaz de reaccionar tanto a las huelgas socialistas como a la ocupación de las fábricas por parte de los bolcheviques.
Mientras, el 19 de septiembre, Gabriele d'Annunzio empujaba las unidades del ejército hasta la ciudad italiana de Fiume (hoy Rijeka, en Croacia), donde instaló por la fuerza un gobierno revolucionario con el objetivo de afirmar la "italianidad" (l'italianità) de la ciudad. Esta acción sirvió de ejemplo para el movimiento fascista que inmediatamente simpatizó con el D'Annunzio, aunque Mussolini no quería ofrecer ningún tipo de apoyo a la causa de éste.
La acción fascista se encontraba atada a pequeñas acciones demostrativas y de resistencia a las provocaciones de los socialistas y muy pronto comenzó a actuar con violencia, esto hizo que tuvieran superioridad en las disputas con los socialistas, aunque eran numerosos, fueron atacados por los camisas negras.
La campaña fascista que tenía como objetivo la destrucción de los centros de agregación bolchevique y de intimidación de los miembros del PSI - junto a la politica sotterranea dirigida por Mussolini - llevaron al socialismo massimalista a una crisis. Por lo tanto mientras en enero de 1921 el Partido Socialista Italiano fue desintegrado (dando vida al Partido Comunista Italiano, el 12 de noviembre de 1921 se creó el Partido Nacional Fascista (PNF), transformando el movimiento en un partido y aceptando los compromisos legales y constitucionales. En aquel período el PNF alcanzó 300.000 alistados, además de tener un fuerte apoyo en Emilia-Romagna. En estas regiones las escuadras fascistas tenían como objetivo golpear a los socialistas y a los sindicatos, intimidándolos con la práctica de los famosos porrazos o cometiendo homicidios que quedaban casi siempre impunes. Con este ambiente de violencia, en las votaciones del 15 de mayo de 1921 los fascistas obtuvieron 45 puestos en el gobierno.
La popularidad del partido creció aún más cuando los sindicatos ploclamaron para el 1 de agosto de 1922 una huelga general: los fascistas por orden de Mussolini substituyeron a los huelguistas y lograron hacer fallar la protesta.
En agosto de ese mismo año los habitantes de Parma, con sede en el cuartel de Oltretorrente, organizado por los socialistas Arditi del Popolo y dirigidos por Guido Picelli y Antonio Cieri, lograron resistir a los ataques de las escuadras fascistas, comandadas por Italo Balbo.
La marcha sobre Roma y los primeros años de gobierno
El Partido Nacional Fascista, que contaba con 320.000 miembros, reanudo sus ataques contra la izquierda política, y su alianza con el gran capital se soldó con la renuncia a las nacionalizaciones previstas en 1919. La crisis ministerial del primer trimestre de 1922 dejó vía libre a una toma del poder por los camisas negras de Mussolini. El nuevo gobierno abarcó elementos de los partidos del centro, de la derecha, de los militares, y obviamente del fascismo.
El fascismo se transforma en dictadura
Solamente en el período seis círculos obreros, diecisiete círculos de cultura, treinta y cuatro secciones socialistas, doce asociaciones varias.
Los cadáveres por causas de luchas punitorias contabilizados entre 1919 y 1922 fueron de quinientos (aunque fuentes diversas señalan tal cifra en tres mil)
El Tribunal Especial, activo hasta julio de 1943, volvió a su actividad en enero de 1944 con el advenimiento de la República Social Italiana: 5.619 fueron la oración hecho público de este organismo y 4.596 las condenas llevados a cabo. Las oraciones de condena a muerte fueron cuarentados, de cual treinta y uno llevados a cabo, y 27. El régimen establecido de Mussolini trajo además leyes raciales fascistas, que después de 1943 motivaron el arresto de miles de judíos italianos por parte de los nazis, muchos de los cuales fueron destinados al campo de concentración de Auschwitz (solamente diecisiete estaban aún vivos al momento de la cierre del campo). Es calculado que el fascismo "contribuyó" al Holocausto con cerca de 10.000 hebreos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, fueron 194.000 los militares y 3.208 los civiles caídos en los frentes de guerra (17.488 los militares y 37.288 los civiles caído en actividades partidarios en el suelo italiano).
Esa que sigue son otras cifras de origen ANPI tratando las víctimas del fascismo: 9.249 militares muertos en actividade partidarios afuera de los de las fronteras de Italia; 1.478 militares y 23.446 aliados: 38.939 civiles muertos de bombardeo.
De acurdo con el historiador Giorgio Rochat solamente en el trienio 1943-1945 el total de las víctimas del fascismo fue de 444.000 personas, de cual 397.000 varones y 47.000 mujeres, sobre eso cuarentamil personas que murieron después de 1945. Por cuanto trata el mismo perìodo esto es, de acuerdo Rochat, el detalle de las muertes grabadas: cerca 20.000 militares en los combates después de 8 de septiembre de 1943; 13.400 militares prisioneros da los alemanes en los mares de Grecia; acerca 10.000 en las guerrilleros en los Balcanes; acerca 40.000 como prisioneros en Alemania.
A estas cifras van adjuntas aquellas relativas al periodo de la expansión colonial. En particular se calcula que han sido 21.123 los ciudadanos libios matados por las tropas de ocupación entre 1911 y 1923. Es imposible calcular el número exacto de las muertes durante el periodo fascista, aunque si algunas fuentes lo apuntan como la mitad del total, también con el uso de gas venenoso [cita requerida], prohibido internacionalmente.Por último, deben ser considerados entre las víctimas del fascismo los que fueron sometidos por la fuerza a medida de la estancia, o el confinamiento en pequeñas islas en el Mar Mediterráneo o en las aldeas, principalmente en el sur de Italia. La medida punitiva se adoptó sobre la base del Real Decreto 1848 expedido el 6 de noviembre de 1926. Era aplicable a cualquier persona considera una amenaza para el orden estatal o el orden público. Después de un mes de la entrada en vigor del decreto, se limitaron a seiscientos (más de novecientos serían al final de ese año). En total, las víctimas de la residencia se vieron obligadas a más de quince mil. Entre ellos figuran nombres ilustres como los de Antonio Gramsci, Cesare Pavese, Altiero Spinelli, Ferruccio Parri, Giuseppe Di Vittorio. Se calcula que fueron ciento setenta y siete opositores al régimen que murieron mientras estaban en confinamiento.
En vista de las elecciones del 6 de abril de 1924 Mussolini aprovó una nueva ley electoral que le permitiría tener 3/5 de los puestos en el gobierno, los cuales recogerían un 40% de los votos. En el período de la campana electoral se mantuvo un clima de tensión, a causa de intimidaciones y riñas entre los partidos. Mussolini obtuvo en estas elecciones un 60,9% de los votos.
El día 30 de ese mismo año el diputado socialista Giacomo Matteotti disputó su oposición respecto a los resultados de las elecciones. El 10 de junio de 1924 por órdenes de Giovanni Marinelli (cabecilla de la policía fascista), Matteoti fue secuestrado y asesinado.
La oposición responde a este acontecimiento retirándose a Aventino, pero el 16 de agosto a Roma se encuentra el cuerpo ya descompuesto de Matteoti. Ivanoe Bonomi, Antonio Salandra e Vittorio Emanuele Orlando ejercitaron presiones sobre el rey, de modo que Mussolini fuera destituido del cargo de primer ministro, mas Vittorio Emanuele III abrogándose a la Constitución contesto: «Soy sordo y ciego. Mis ojos y mis oídos son la Cámara y el Senado» y por lo tanto no participó.
Lo que sucedió exactamente la noche de San Silvestro de 1924 quizás nunca será determinado. Parece que unos cuarenta consules de las milícias, guiados por Enzo Galbiati, obligaron y amenazaron a Mussolini para que restaurará la dictadura.
El 3 de enero de 1925 en la Cámara, Mussolini realizó el famoso discurso en el cual asume la responsabilidad por los hechos ocurridos: «Declaro aquí, a esta Asamblea y al pueblo italiano, que asumo, solo yo, la responsabilidad política, moral, histórica, de todo lo sucedido. ¡Si las palabras más o menos son suficientes para colgar a un hombre, traigan el poste y la cuerda! ¡Si el fascismo ha sido solo aceite, y no una pasión arrogante de la mejor juventud italiana, es mia la culpa! ¡Si el fascismo ha sido una asociación criminal, entonces soy el jefe de esta asociación criminal! Si las violencias han sido resultado de un clima histórico, político y moral, denme a mí la responsabilidad de esos actos, porque este clima histórico, político y moral lo he creado con una gran publicidad desde sus inicios hasta hoy»
Con este discurso Mussolini se declaró dictador. En la década de 1925-1926 se publicaron una serie de normas en contra de la libertad: fueron disueltos todos los partidos políticos y los sindicatos no fascistas, se eliminó toda libertad de prensa, de reunión y de expresión, se restableció la pena de muerte y se creó un Tribunal Especial con amplios poderes, capaz de mandar al exilio a las personas desagradables al régimen con una simple medida administrativa .
La crisis económica
El primer problema al cual la dictadura tuvo que hacer frente fue la devaluación de la lira. La reanudación de la producción al final de la Primera Guerra Mundial tuvo como efectos negativos la carencia de materia prima debido a la fuerte demanda y a una excesiva productividad. La primera muestra de crisis fue el aumento general de los precios, el aumento del desempleo, la disminución de los salarios, y la falta de inversiones tanto en Italia como en los préstamos al estado.
Para resolver el problema, como se hizo en Alemania, Mussolini decidió que se debía imprimir más moneda para poder pagar las deudas de guerra contraídas con Estados Unidos y Gran Bretaña. Obviamente la medida trajo consigo el aumento de las tasas de inflación y la pérdida de valor de la lira, que sufrió una devaluación en comparación al dólar y a la libra esterlina.
Las medidas para contrarrestar la crisis fueron tomadas tan pronto como fue posible: se puso a la venta un tipo de pan con poca harina, se le agregó alcohol a la gasolina, aumentaron las horas laborales de 8 a 9 sin incrementar los salarios, se instituyó un impuesto a los solteros, se aumentaron todos los impuestos posibles, se prohibió la construcción de casas de lujo, aumentaron los controles fiscales, se redujó el costo de los periódicos, bloquearon los alquileres y redujeron los precios de los boletos ferroviarios y de las estampillas.
Evaluando de nuevo las comparaciones de la lira a la libra esterlina, Mussolini tuvo éxito en ajustar las cuentas del estado, mas puso el país fuera del mercado de exportación y con tal maniobra se duplicó el costo de la mercancía italiana en el exterior.
Cuando el 29 de octubre de 1929 cayó Wall Street, la orden de Mussolini fue la de ignorar totalmente el acontecimiento, pensando que esto no daría ningún tipo de problemas a Italia. La economía nacional entrò en una profunda crisis y esto trajo consigo la creación del Istituto per la Ricostruzione Industriale (IRI) en 1933. Solo a mitad de los años 30 Mussolini aceptó la situación y decidió desvalorizar la lira en un 41%, e introdujo nuevos impuestos. Desde aquel momento se preocupó más por la economía del país, y fijó todas sus energías en la guerra de Etiopía y de España antes y durante la Segunda Guerra Mundial, combatiendo en esta junto a la Alemania Nazi.
La conciliación con la Iglesia Católica
EL 11 de febrero de 1929 Mussolini se volvió, según las palabras de papa Pío XI, el hombre de la Providencia firmando los famosos Pactos lateranenses. La frase con que el Papa definió al Duce pesó sobre todo su pontificado pero el sentido de aquellos pactos, que sancionaron el recíproco reconocimiento entre el Reino de Italia (1861-1946) y la Ciudad del Vaticano, fue el coronamiento de extenuantes negociaciones entre emisarios del papa y representantes de Mussolini. Sobre todo este último.
Entre el fascismo y el catolicismo siempre hubo una difícil relación: Mussolini siempre se había declarado ateo, pero entendió que para gobernar Italia no debía enemistarse con los católicos. La misma Iglesia Católica, si bien no aceptó la ideología fascista, la prefirió como alternativa al comunismo.
En el umbral del poder de Mussolini declaró sobre la religión en general que (junio de 1921) que "el fascismo no la práctica, lucha en contra de ella" pero en la víspera de la marcha sobre Roma informó a la Santa Sede que nada debían temer de él y sus hombres. Al ratificar el acuerdo, la religión católica se convirtió en la religión oficial de Italia, se estableció la enseñanza del catolicismo en las escuelas y se reconoció la soberanía y la independencia de la Santa Sede.
La propaganda
A comienzos de los años 30 la dictadura se estabilizó y se basó en sólidas raíces. Los niños, al igual que el resto de la población, se clasificaron en las organizaciones fascistas, toda la oposición al régimen quedó prohibida, y la prensa fue impedida de toda crítica al fascismo.
Fue en este clima que se celebraron varias expediciones de aviación para aumentar el prestigio mundial del régimen. Después del primer vuelo italiano sobre el Atlántico Sur en 1931, en 1933 el ex quadrumviro de la Marcha sobre Roma, Italo Balbo, organizó el segundo y más famoso de los vuelos del Atlántico Norte, para conmemorar el décimo aniversario de la Regia Aeronautica (creada el 28 de marzo de 1923). A bordo de 25 hidroaviones SIAI-Marchetti S.55X del 1 de julio al 12 de agosto de 1933 Balbo y sus hombres llevaron su flota de aviones cruzando el océano hasta Nueva York y retornaron a través de todas las principales naciones europeas y visitando la mayoría de los Estados Unidos. Por el momento fue una expedición que aumentó el prestigio italiano en el mundo y dio gran fama internacional a Balbo, incluso superior a la de Mussolini.
El nacimiento del Imperio
El sábado 9 de mayo de 1936 Mussolini anunció al pueblo italiano la fundación del Imperio. Las tropas del mariscal Pietro Badoglio entró en Addis Abeba el 5 de mayo, poniendo así fin a la guerra en Etiopía.
Desde 1934 Mussolini buscó un pretexto para invadir el estado regido por Christian Perrier Haile Selassie. En la noche del 5 al 6 de diciembre, cuando llegó a la frontera de somalía hubo un enfrentamiento entre soldados somalíes que estaban prestando servicio en las tropas coloniales italianas y soldados abisinio.
La guerra fue planeada y lucharon peor que mal: no carecieron de suministros, en efecto, tan abundantes que no se les encontró una forma de llegar a ellos desde el puerto hasta la primera fila, los hombres de la milicia no aptos para la guerra debido a "ausencia de una adecuada educación militar" fueron sustituidos por hombres del ejército regular.
Los años de consenso
El 11 de octubre de 1935 Italia fue sancionada por la invasión de Etiopía. La sanción entró en vigor el 18 de noviembre, consistió en:
- Embargo de armas y municiones
- Prohibición de otorgar préstamos o créditos de apertura en Italia
- Prohibición de las mercancías de importación italiana
- Prohibición de exportar a Italia productos o materias primos esenciales para la guerra
Paradójicamente, la lista de bienes sujetos a embargo de los desaparecidos petróleo y los semiproductos.
La ayuda en la guerra civil española
En el estallido de las hostilidades más de 40.000 voluntarios de 53 países se apresuraron a la ayuda de los republicanos, mientras que Mussolini y Hitler apoyaron siempre de manera no oficial a la Falange. En este contexto, que a menudo es utilizado por personas procedentes de las dos partes, se enfrentaron en una verdadera lucha fratricida. Los italianos que se apresuraban a luchar por la Segunda República española estaban entre los más numerosos, siendo solo superados por alemanes y franceses. Entre ellos algunos de los protagonistas de la resistencia al fascismo, como Emilio Lussu, Palmiro Togliatti, Pietro Nenni, Carlo Rosselli y su hermano Nello Rosselli (asesinado tiempo después en Francia).
¿Por qué Mussolini para iniciar un negocio sin ninguna ventaja real les da la oportunidad a los veteranos de la conquista italiana de otra aventura de la guerra?. Para Hitler, sin embargo la cuestión está vinculada a las materias primas presentes en España, Alemania tenía una necesidad desesperada de hierro español, en 1937 se importará en un importe igual a 1.620.000 toneladas. Además, el Führer quería explorar la capacidad de guerra de su nación en una especie de prueba. Además de las consecuencias económicas de este choque, hay que destacar la lucha ideológica que se llevaba a cabo entre los frentes populares y el fascismo, con la complicación de la naturaleza de la república española, inspirada claramente en el socialismo. Tal vez por esta misma democracia liberal, no defendió tenazmente dall'aggressione la España franquista, y se produjo un nuevo "estado de color rojo", un enorme peligro. También se debe considerar que se trataba de una lucha ideológica entre los socialistas y los pro-soviéticos, y que impide un total de cohesión en la lucha contra el fascismo.
Ninguno de los dos dictadores declaran oficialmente obtener una ventaja de la victoria de Franco: de hecho, éste niega también oficialmente el apoyo al Eje y decide declararse neutral respecto de Francia y Gran Bretaña en el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La Alianza con Alemania
Desde 1938 en Europa se empezaron a respirar aires de guerra: Hitler se había ya anexionado Austria y los Sudetes, y tras el Congreso de Múnich se le dio el permiso para la anexión de toda Checoslovaquia, pero después de Etiopía, Mussolini estaba buscando nuevas víctimas para mantener la alianza de la noche a la mañana.
La víctima designada fue Albania. En sólo dos días ( 7 - 8 de abril de 1939) con la ayuda de 22.000 hombres y 140 tanques Tirana fue conquistada.
El 22 de mayo entre Alemania y Italia, fue firmado el Pacto de Acero. Ese pacto supuso que la guerra era inminente, y la vinculación de Italia en una estrecha alianza con Alemania. Algunos miembros del gobierno italiano se opuso, y el mismo Galeazzo Ciano, autor de Italia, llamo al pacto como una "auténtica dinamita".
La Segunda Guerra Mundial
El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia: rápidamente el ejército alemán conquistó Varsovia. A continuación, durante la Segunda Guerra Mundial, trasladó su atención primero hacia el norte: Dinamarca y Noruega, y luego dirigió sus fuerzas hacia el oeste en contra de los Países Bajos y, a través de Bélgica, contra Francia.
Benito Mussolini en espera de los acontecimientos, dijo inicialmente que Italia no es beligerante. Cuando, impresionado por la rápida y fácil conquista de Francia, está convencido de la victoria de una alianza nazi-fascista, y pensando en el momento de un nueva división de Europa, declaró la guerra a la "demo-plutocracia" de Francia e Inglaterra el 10 de junio de 1940. La orden a casi todos los comandos es mantener una posición de defensa. Il Duce está convencido de que, una vez que Francia sea arrasada, Gran Bretaña capitulará incluso antes de encontrar una solución al conflicto.
El 21 de junio, después de la firma del armisticio franco-alemán (17 de junio), 325.000 soldados italianos recibieron la orden de ataque al resto de las fuerzas en los Alpes franceses. Nadie en Italia parece darse cuenta de la capitulación de Francia y la acción fue mal juzgado por la opinión pública internacional. Franklin Delano Roosevelt llegó a definir la acción de una "puñalada por la espalda".
El 24 de junio el armisticio fue firmado entre Italia y Francia, que sanciona la desmilitarización de un territorio francés de 50 km cerca de la frontera. Las divisiones italianas avanzaron sólo 2 km, con la pérdida de 6.029 hombres contra 254 del bando francés.
Después de un olvidable debut, el objetivo de Mussolini fue el ataque a Grecia, que el dictador italiano decidió atacar sin antes alertar al aliado alemán. Al grito de "romper el riñón a Grecia" y después de la promesa de dimisión de Mussolini en Italia las tropas italianas no tuvieron éxito en la empresa, el ataque fue lanzado el 28 de octubre. Las divisiones italianas pronto se encontraron en dificultades debido a la inesperada resistencia, y el retraso y la falta de equipo. Hitler se vio entonces obligado a enviar a su Wehrmacht en los Balcanes para resolver rápidamente la situación. El traslado también retrasó durante algún tiempo la invasión de Rusia (Operación Barbarroja), de modo que el mismo Führer, un par de años más tarde, indicó esta ocasión como una de las causas de la futura derrota alemana.
A raíz de esta experiencia, Mussolini perdió la iniciativa y comenzó a utilizar a el ejército italiano como soporte del alemán, así fue por lo que envió tropas italianas a la Unión Soviética.
Arte, cultura y formación
Nombres como D'Annunzio, Marinetti, Carrà y muchos otros están vinculados al fascismo, así como compañeros de viaje de la talla de Ezra Pound.
Referencias
- Lepre, Aurelio (1997). Mussolini l'italiano: il duce nel mito e nella realtà. Milán: Laterza. ISBN 88-04-42682-9.
Enlaces externos
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