Hespérides

Hespérides
Para el buque de la Armada Española, véase Hespérides (A-33).
El jardín de las Hespérides de Frederic Leighton (1892).

En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Ἑσπερίδες) eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.[1]

Según el poeta griego siciliano Estesícoro, en su poema la Canción de Gerión, y el geógrafo griego Estrabón, en su libro Geografía (volumen III), las Hespérides estaban en Tartessos, un lugar situado en el sur de la península Ibérica.

Para la época romana, el Jardín de las Hespérides había perdido su lugar arcaico en la religión, reduciéndose a una convención poética, forma en la fue resucitado en la poesía renacentista, para aludir tanto a un jardín como a las ninfas que moraban allí.

Lo que quieren decir es que el jardín de las hespérides eran donde cuidaban muchas flores mucho tipo de flores.

Contenido

El Jardín de las Hespérides

El Jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón como custodio añadido.

El undécimo trabajo de Heracles

Heracles robando las manzanas del Jardín de las Hespérides. Detalle del mosaico de los trabajos de Hércules de Liria (Valencia), en el M.A.N.

Después de que Heracles completase sus primeros diez trabajos, Euristeo le asignó dos más afirmando que no contaban ni el de la Hidra (porque le había ayudado Yolao) ni el de los establos de Augías (porque fue pagado por él, o porque los ríos hicieron el trabajo). El primero de estos dos trabajos adicionales fue robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Heracles capturó primero al anciano del mar (halios geron),[2] el dios marino que cambiaba de forma, para saber dónde estaba ubicado dicho jardín.[3]

En algunas variantes Heracles conoce al principio o al final de su trabajo a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en contacto con su madre, Gea, la Tierra. Heracles lo mató sujetándolo en vilo y aplastándolo con un fuerte abrazo.[4]

Heródoto afirma que Heracles se detuvo en Egipto, donde el rey Busiris decidió hacer de él su sacrificio anual, pero Heracles rompió sus cadenas.

Llegando finalmente al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas podría tomarlas en esta versión porque era el padre de las Hespérides o tenía algún parentesco con ellas). Al volver, Atlas decidió no aceptar los cielos de vuelta, y en su lugar se ofreció a llevar las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles volvió a engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó. Según una versión alternativa, Heracles habría matado a Ladón.

Hay otra variante de la historia en la que Heracles era la única persona que robaba las manzanas (además de Perseo), si bien Atenea las devolvía luego a su lugar correcto en el jardín. Eran consideradas por algunas las mismas «manzanas de dicha» que tentaron a Atalanta, frente a la «manzana de la discordia» usada por Eris para provocar un concurso de belleza en el Olimpo (que terminaría dando lugar a la Guerra de Troya).

En el Renacimiento

Con el resurgimiento de las alusiones clásicas en el Renacimiento, las Hespérides volvieron a su posición destacada, y el propio jardín tomó el nombre de sus ninfas: Robert Greene escribió sobre «el temible Dragón ... que vigilaba el jardín llamado Hespérides».[5] Shakespeare insertó la rima cómicamente insistente «is not Love a Hercules, Still climbing trees in the Hesperides» (‘no es el Amor un Hércules, Aún trepando árboles en el Hespérides’) en Trabajos de amor perdidos[6] y John Milton mencionó a las «señoras del Hespérides» en El paraíso recobrado.[7]

Véase también

Notas

  1. La confusión del Jardín de las Hespérides con la igualmente idílica [[Arcadia (poesía)|]] es moderna, combinando The Countess of Pembroke's Arcadia de Sir Philip Sidney y Hesperides de Robert Herrick: ambos fueron vistos por los poetas renacentistas como oasis de dicha, pero sin relación con los griegos. El desarrollo de Arcadia como ubicación imaginaria para la poesía bucólica es la contribución de Teócrito a la cultura helenística.
  2. Kerényi (The Heroes of the Greeks, 1959, p. 172) lo identifica en este contexto con Nereo, aunque como cambia de forma se asocia a menudo con Proteo.
  3. En algunas versiones del mito, Heracles fue dirigido a preguntar a Prometeo, a quien como recompensa liberó de su tortura diaria. Esto aparece más frecuentemente en relación con el jabalí de Erimanto, pues está asociado con Quirón eligiendo renunciar a la inmortalidad y tomando el lugar de Prometeo.
  4. Apolodoro ii.5; Higino, Fábulas 31.
  5. Robert Greene, Frailes Bacon y Bungay (c. 1591).
  6. William Shakespeare,Trabajos de amor perdidos iv.iii.
  7. John Milton, El paraíso recobrado ii.357.

Bibliografía

Enlaces externos


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  • Hesperĭdes — Hesperĭdes, Stadt, s. Berenike 2), S. 655 …   Meyers Großes Konversations-Lexikon

  • Hespérides — s. f. pl. 1. Filhas de Héspero, que habitavam perto do Atlas num jardim, cujas árvores produziam frutos de ouro. 2. O mesmo que Plêiades …   Dicionário da Língua Portuguesa

  • Hesperides — [hes per′i dēz΄] Gr. Myth. pl.n. sing. Hesperid [hes′pər id] the nymphs who guard the golden apples given as a wedding gift by Gaea to Hera n. the garden where the apples grow …   English World dictionary

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