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Escamilla
Escamilla País España • Com. Autónoma Castilla-La Mancha • Provincia Guadalajara • Comarca La Alcarria • Partido judicial Guadalajara • Municipio Escamilla Ubicación • Altitud 1.019 msnm • Distancia 77 km a Guadalajara Superficie 39,27 km² Núcleos de
poblaciónEscamilla y Torronteras Población 102 hab. (INE 2008) • Densidad 2,6 hab./km² Gentilicio Escamillero/-a y escamillense Código postal 19127
Pref. telefónico 949
Alcalde (2007) Marcelino Guerrero Higuera Escamilla es un municipio español de Guadalajara ubicado en la comarca de La Alcarria, a una altitud de 1019 msnm.
Contenido
Geografía
Escamilla limita con el municipio de Peralveche al norte, Salmerón y la provincia de Cuenca al este, Pareja al oeste y Millana al sur. El término municipal tiene 39,21 km². El arroyo de Escamilla drena el término municipal hacia la cuenca del Guadiela, al sur. El punto culminante del término es el Villar, con 1102 msnm, ubicado algo más de 2 km al norte de la villa, mientras que el punto más bajo se encuentra hacia el sur, a unos 800 msnm.
Demografía
Escamilla fue una población importante a mediados del siglo XX, cuando el desarrollo del cultivo del espliego le dio cierta importancia económica. El abandono del mismo por diversos motivos ocasionó una época de decadencia, cuyas huellas aún visibles pueden constatarse en las ruinas de la destilería (para la fabricación de la lavanda) y en el centro de acopio del espliego, ubicado a unos 100 m hacia el sur de la villa. Esta decadencia aceleró el proceso de emigración y la despoblación resultante. En 1960 aún contaba con 591 habitantes, población que disminuyó a 353 según el censo de 1970 y a algo más de 100 personas en el 2000. En el 2005, según cálculo de Dn. Félix Guerrero Villalba, residente de la villa, el número de habitantes permanentes de la villa apenas llegaba a unas 40 personas.
Evolución demográfica reciente 1996 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 146 (66-80) 132 (57-75) 129 (54-75) 127 (54-73) 118 (50-68) 110 (43-67) 107 (44-63) 105 (43-62) 108 (47-61) 108 (49-59) - En la tabla anterior se indican entre paréntesis los habitantes de Escamilla según los datos del padrón municipal del Instituto Nacional de Estadística. No se dispone de los datos correspondientes a 1997.
- Entre paréntesis se indica el número de habitantes según sexo (varones y mujeres)
- Los datos corresponden a una población de una edad promedio elevada, en la que salvo algunas excepciones, predominan las mujeres por su superior esperanza de vida.
Historia
Al ser reconquistada en 1177 la ciudad de Cuenca, esta zona de la Alcarria fue englobada en la jurisdicción y Común de la ciudad. Cuando en 1190 Alfonso VIII puso los límites de dicho Concejo, los señalaba en su extremo occidental por Mantiel, Cereceda, La Puerta, Viana de Mondéjar, Peralveche, Arbeteta y Escamilla, en la actual provincia de Guadalajara. El Fuero de Cuenca los abarcaba a todos ellos. El poderoso caballero de la corte de Alfonso XI, don Iñigo López de Orozco, recibió este lugar por donación real en 1344. A su muerte, en 1377, pasó a su hija doña María. Muy variados cambios de propiedad sufrió Escamilla en los cien años siguientes: esta doña María López casó con Juan Rodríguez de Castañeda, teniendo un hijo, Juan Rodríguez, a quien vino este pueblo en herencia. Ya en el siglo XV lo poseían don Enrique Enríquez y su esposa doña María de Guzmán, quienes lo cambiaron, por la villa de Alba de Liste, a un tal Álvaro de Luna, hijo del arcediano de Niebla, primo del condestable de Castilla del mismo nombre. Lo heredó su primogénito don Juan de Luna, y luego su hermano don Alvaro de Luna, cura de Tragacete, aún más tarde doña Contesina, su hermana que se lo ganó en pleito; esta dama lo vendió a su hijastro don Pedro Gómez Manrique, y éste, finalmente, en la cantidad de 3.350.000 maravedíes, pagaderos en tres plazos, lo vendió en 1498 a don Juan de Silva, conde de Cifuentes. De esta rama familiar pasó a la de los duques de Pastrana, y luego a la de los del Infantado, en cuyo poder se mantuvo hasta el siglo XIX. En lo más alto del pueblo aparecen las ruinas del antiguo castillo medieval, que daba mayor importancia estratégica al lugar. Se constituye por un recinto cuadrado con dos cubos en las esquinas norteñas, otro bastante mayor al sudoeste, y adosada a la cuarta esquina la torre del homenaje dividida interiormente en tres pisos más la plataforma almenada, que se halla en buen estado de conservación. Muestra detalles de su construcción (saetera, portones, aparejo) propios del siglo XIV o del XV. En el XIX fue destruido por los franceses. En este castillo, en una reciente novela (Signum de José Guadalajara), ambientada en el siglo XV, se desarrollan algunos episodios esenciales de su trama.
Patrimonio
La iglesia parroquial es obra notable de la arquitectura neoclásica. Destacan al exterior sus fachadas de mediodía y poniente, así como la magnífica torre. Consta esta de cuatro cuerpos, y se sitúa en el ángulo noroccidental del templo. El primer cuerpo se forma de lisos paramentos, con aspillerada ventana al norte y puerta de marcado sabor neoclásico a poniente, con hornacina superior, molduras y adornos geométricos, y buena guarnición de clavos en las hojas. El segundo cuerpo de la torre se inicia con cuatro remates geométricos en las esquinas que condicionan la planta octogonal de dicho cuerpo. Sobre volada cornisa asienta el tercer cuerpo, en el que se abren los cuatro huecos para las campanas. En el cuarto cuerpo aparece una balaustrada rematada en florones rodeando el elemento central, octogonal y con huecos, que se eleva a base de repetidas molduras, pináculos y otros elementos hasta rematar en una figura de hierro, la giralda, gigantesca veleta acerca de la cual existe curiosa leyenda popular que la liga al Mambrú de Arbeteta, similar adorno de su parroquia. La fachada principal es obra muy sencilla de estilo neoclásico: consta de arco semicircular, muy elevado, flanqueado por muros en los que apoyan sendos pares de columnas, rematando todo en arquitrabe moldurado con dentellones, y en su centro una gran hornacina vacía. Todo el conjunto está construido en buena piedra blanca, de sillería, consiguiendo un efecto único de majestuosidad que la hace figurar por derecho propio entre las más destacadas iglesias de la provincia de Guadalajara.
Su interior es también de gran interés: consta de tres naves, más alta la central que las laterales, cubierta aquella por bóveda de crucería cuyos arcos surgen de gruesos pilares cilíndricos rematados en capiteles historiados, en los que aparecen ángeles y figuras bíblicas, modernamente coloreadas. Coro alto a los pies; crucero rematado en gran cúpula semiesférica en cuyas pechinas aparecen pintados los cuatro evangelistas; toda ella se decora con yesería barroca policromada. En la pared del fondo del elevado presbiterio se ve un retablo mayor, del que sólo subsiste en su parte superior. De talla en madera, es de fines del siglo XVII. En su predela aparecen diversas figuras de santas entre las que destacan las de Santa Agueda y Santa Lucía. Al centro, una tabla antigua con la imagen de Cristo. Sobre ello, un cuerpo de columnas que sostienen friso muy barroco y encima la parte pictórica y escultórica más interesante: la talla central de Santiago Apóstol se escolta de dos buenos lienzos representando el Nacimiento de Cristo y una escena de la Pasión (el Prendimiento). El Padre Eterno, en talla, remata el conjunto. En la nave de la Epístola se conservan dos altares: uno barroco, con pequeña imagen de la Virgen del Pilar, y otro de las insignias de la Pasión, fechado en 1531, y construido a expensas de la Cofradía de dicho título, con escudos de la casa de Saboya y figuras de santos: San Francisco y Santo Domingo, así como una sede representando ángeles que sostienen los emblemas de la Pasión. En la nave principal hay un retablo del calvario, con un Cristo muy interesante, talla del siglo XVIII en sus comienzos. Otro retablo es el de San Francisco Xavier, hecho en 1720. En cuanto a los autores de esta obra magnífica, sólo puede colegirse de la época de su terminación (aparece la fecha de 1774 en el último cuerpo de la torre) y del reinado de Carlos III en que se hace, que pudiera tratarse de un diseño de Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva, aunque es posible que tanto la torre como el templo sea obra del arquitecto Fando.
De las murallas que se sabe rodeaban totalmente al pueblo quedan muy escasos aunque visibles restos. Podría reconstruirse topográficamente el recorrido de dicha muralla, que cercaba al lugar, muy pequeño, en la Edad Media. Por el pueblo se reparten algunas interesantes casonas nobiliarias. En una se ve sobre la puerta el escudo de la Orden de Calatrava. En otra, la de los Antelos, de magnífica portada de sillería, con portón adovelado y muchos ventanales, el escudo está machacado. En su interior se conservan algunos artesonados del siglo XVI. Del antiguo convento de franciscanos de Santa María de los Ángeles, sólo quedan escasísimas ruinas en las afueras del templo. El señor de la villa, don Fernando de Silva, conde de Cifuentes, fundó en 1525 una casa para frailes franciscanos recoletos, que vivió precariamente, sostenido por las limosnas de los condes y de las buenas gentes del pueblo y la comarca, hasta la desamortización de 1835.
Una hermosa ermita recientemente restaurada se ubica junto a la carretera que se dirige hacia el sur, a unos trescientos m de distancia de la villa.
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