- Frutos silvestres del Parque Nacional Tingo María
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Frutos silvestres del Parque Nacional Tingo María
"Atraer para ser comidos..." esa es una de las reglas de oro para los frutos silvestres de la selva tropical. Del éxito o fracaso en esta tarea dependerá la supervivencia de cada especie del bosque. Para logarlo, las plantas tropicales han desarrollado sorprendentes adaptaciones junto a sus comensales.
Contenido
Estrategias vegetales
Para el naturalista y escritor de best-sellers canadiense Adrián Forsyth, encontrar una fruta silvestre tropical equivale a hallar un antiguo y empolvado manuscrito histórico. Partes de él podrán parecer oscuras y difíciles de descifrar, pero otras nos mostrarán características que podemos leer e interpretar. Así, por ejemplo, es muy posible que los frutos de los que se alimentan los murciélagos posean colores apagados o blancos. No se puede esperar que sean vistosos porque están destinados a animales que se guían por el olfato. Por el contrario, serán vistosos cuando el animal a que están destinados no posee olfato exquisito sino una muy buena visión, es decir, monos y aves, los únicos animales capaces de detectar colores en la selva tropical.
La ubicación en la planta y la presentación de los frutosson también variables de importancia: así, si un fruto cuelga de una rama delgada y débil, estará destinado a un animal muy ágil o volador. Los frutos con cáscaras muy duras y protectoras, a animales con mandíbulas poderosas, como roedores o cerdos de monte. Salvo los buitres y algunas aves marinas el olfato de las aves, no está muy desarrollado. Si un fruto anuncia su madurez con fragancias, no es descabellado pensar que está destinado a swer alimento de algún mamífero. Si a estas variables añadimos el tamaño del fruto, podremos averiguar a qué mamífero está destinado éste.escritor : adrian roncal gibaja(sexy) tu abuela roncal
Objetivo: llamar la atención
Hay una verdad indiscutible en las frutas, cualquiera sea su forma, color, olor y sabor, has sido diseñadas para ser comidas pr alguien. Una de las razones evidentes es atraer a los agentes dispersores de las [planta]]s, para que los trasladen lejos del "árbol padre", para evitar la competencia de éste. Son raros los frutos, en la selva tropical, que no son comidos por una gran variedad de comensales, deseados o no y cada uno de ellos causa un impacto determinado en la planta.
Para el hombre, que come frutos dulces e inofensivas, las posibilidades de encontrarlas en las selvas tropicales, son raras y esto es nada más que el resultado de una compleja presión evolutiva que afecta a todas las plantas por igual. Es pues, una realidad de la selva tropical, que la enorme variedad de frutas tropicales no se traduce en una similar oferta de alimento para los seres humanos. Es más, un naturalista calificado podrá hallar más frutas comestibles en un bosque templado de Europa o Norteamérica que en uno de los trópicos. Las papayas, piñas o mangos, son sólo algunos de los millares de frutos que existen en el bosque tropical, que pueden ser consumidos por humanos.
El caimito
Una de estas frutas comestibles por el humano, no con ciertas molestias, es el caimito (Pouteria caimito) que crece en los terrenos no inundables de gran parte de la Amazonía tropical. Su árbol llega a crecer hasta 40 metros de altura y su tallo alcanza un diámetro aproximado de 40 centímetros. Sus frutos aparecen entre diciembre y mayo, son redondeados, lisos y de color amarillo volviéndose verdosos conforme van madurando. A primera vista el caimito es atractivo e invita a ser comido. Quiene lo han comido, sabrán que una de sus características particulares, es la abundancia de un látex blanco extremadamente pegajoso que emana cuando el fruto es cortado. Los nativos han aprendido a comerlo untándose en los labios algo de grasa para evitar esta dificultad.
Otras especies comestibles
Otra de estas singulares frutas, es la llamada Saurauía. Se trata de un pariente lejano del kiwi quer prolifera en los claros de los bosques de Costa Rica y gran parte de Centroamérica. Su apriencia no es muy atractiva y su sabor es agridulce. Los pobladores locales lo conocen con el nombre común de "moco". Al morderlo, el moco produce una sustancia de consistencia viscosa parecida a la linaza. este fluido de color claro, impregnado de numerosas y pequeñas semillas, forma largas películas similares a tallarines. Por cada moco o caimito encontrado en la selva, existen cientos de frutos no comestibles o de sabores realmente desagradables.
No podemos experimentar con los frutos de la selva, ya que muchos de ellos pueden contener sustancias altamente toxicas. La observación de qué comen los primates, nuestros parientes más cercanos en la selva amazónica tampoco es una regla que deba se aplicada a rajatabla. Los frutos de las higueras y matapalos (Ficus spp.) que muchos monos consumen pseen un sabor tremendamente áspero y picante; otros en cambio, suelen ser amargos, astringentes o demasiado ácidos. Tampoco servirá de mucho observar a las aves, ya que ellas poco o nada diferencian entre suaves cerezas y potentes semillas de ají (muy efectivas y dolorosas en el hombre). Otro ejemplo, es el fruto del yanahuara (Terminalia oblonga), que es consumida masivamente por los loros, poseen tanto tanino que podrían convertir su lengua en un trozo de cuero curtido.
Atracción y defensa
El hecho de que los frutos silvestres deban combinar funciones tan dispares como la atracción y la defensa los convierte en verdaderas cajas de Pandora de la naturaleza. Las semillas, única garantía de perpetuación de las especies, deben ante todo ser defendidas del ataque de depredadores con poderosos picos y dentaduras, como ardillas, cerdos o guacamayos, así como de los efectos mecánicos y bioquímicos del tracto digestivo de sus dispersores. Para defender su suave pulpa del ataque de hongos y bacterias, muchas frutas silvestres producen eficaces aceites y antibióticos. Uno de ellos es el timol, un aceite esencial de gran poder antibiótico que se produce en las coloridas cáscaras de las naranjas. Probar la amarga cáscara de la naranja podrá ser desagradable; sin embargo, cuando el hambre es una realidad en el bosque, muchas aves y mamíferos no dudarán an aceptar algo de amargura para llegar después a la abundante dotación de azúcares y vitaminas del jugoso interior. Algunos dispersores altamente especializados han reducido los riesgos de consumir estas sustancias de defensa evolucionando antídotos que las cotrarresten. Ciertos murciélagos, por ejemplo, han aprendido a alimentarse con impunidad de los peligrosos frutos del árbol Strychnos, que contienen suficiente estricnina como para matar a un caballo.
La recompensa para los más osados será valiosa: azúcares, grasas, proteínas, almidones y vitaminas en diversas combinaciones que son presentadas junto a atractivos colores y aromas, indicando que el fruto está listo para ser consumido. las semillas, casi sin excepción se encuentran bien protegidas por una serie de componentes. las de la coca, por ejemplo, ocultan su verdadera exuberancia química (más de 700 sustancias en su mayoría de sabor amargo y diseñadas para la defensa) con una capa suave, dulce y blanquecina pulpa.
Perfecta economía
Toda fruta tropical se encuentra diseñada para que la planta obtenga los máximos beneficios con el menor costo. El desperdicio es un lujo que ningún vegetal puede darse. Para atraer a sus dispersores, algunas plantas han llegado a desarrollar sorprendentes cualidades como imitadoras. Una de ellas es el conocido huayruro (Ormosia sp.), aquella leguminosa de semillas alegremente decoradas con colores rojo y negro, que los turistas suelen comprar en collares. El huayruro usa estos colores, ya que son los empleados por muchas plantas para anunciar la existencia de nutritivas pulpas en el interior de sus frutos. En realidad, el huayruro posee sólo una corteza dura y poco comestible. Cuando las aves las han tragado y se dan cuenta del engaño (no hay suave pulpa que ingerir), las arrojan al suelo del bosque. Sin embargo, el hayruro ya logró su cometido: alejarse de la sombre del árbol donde creció y así poder captar la luz necesaria para crecer.
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