- Antigüedad clásica
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La Antigüedad clásica es un término amplio que abarca un largo período en las áreas dominadas por Grecia y Roma; es decir, se identifica con el periodo greco-romano de la Edad Antigua en el mundo grecorromano: la Cuenca del Mediterráneo y el Próximo Oriente.
La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de las civilizaciones griega y romana (siglo V a. C. al siglo II d. C.) o en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al siglo V d. C.). El término se opone a la Antigüedad tardía y remite a la herencia de la civilización grecorromana. Es, sobre todo, empleado por la historiografía anglosajona para describir la Antigüedad. En este sentido, se considera que este periodo se inicia con la Ilíada, el poema griego de Homero (siglo VIII-VII a.C), el más antiguo encontrado intacto hasta nuestros días. Este periodo engloba el auge del cristianismo y el declive del Imperio romano y termina con la disolución de la cultura clásica y el principio del periodo denominado Antigüedad tardía (300-600 d. C.) y de la Alta Edad Media (500-1000 d.C).
La dimensión espacial coincide con la cuenca del Mediterráneo, extendida hacia el Oriente Próximo con el Imperio de Alejandro Magno y el Helenismo, y hacia Europa Occidental con el Imperio romano. El empleo de este término es una referencia para la Europa de los siglos XVIII y XIX, fuertemente influenciada por el clasicismo, además del neoclasicismo en su cultura, reiventándose una continuación de ese pasado por medio de una prolongación indirecta. La laxitud en torno a las ideas transmitidas por el Occidente cristiano es, pues, evidente.
El término clásico significa digno de imitación, y se deriva de la admiración por el arte, la literatura y la cultura en general de Grecia y Roma que se redescubre en el Renacimiento tras una Edad Media cuyos valores se habían desprestigiado. Lo mismo ocurrió con el Neoclasicismo, movimiento intelectual y artístico que sigue al descubrimiento de las ruinas de Pompeya a mediados del siglo XVIII.
Tal muestra amplia de historia y territorio cubre muchos periodos y culturas dispares. Por ello, la "antigüedad clásica" se refiere más que nada a una visión idealizada posterior sobre lo que era esa época. La civilización de los antiguos griegos ha sido inmensamente influyente en la lengua, política, sistema educativo, filosofía, ciencia, arte y arquitectura en el mundo moderno, volviendo durante el Renacimiento en la Europa occidental y resurgiendo nuevamente durante varios movimientos neoclásicos en los siglo XVIII y XIX.
Contenido
Grecia clásica (siglos V-IV a.C.)
El periodo clásico de la Grecia antigua corresponde a la mayor parte del siglo V y el IV a. C. (i.e., de la caída de la tiranía en Atenas en 510 a. C. hasta la muerte de Alejandro Magno en 323 a. C.).
En 510 a. C., tropas espartanas ayudaron a los atenienses a derrocar a su rey, el tirano Hipias, hijo de Pisístrato. Tras lo cual, Cleómenes I, rey de Esparta, puso en su lugar una oligarquía pro-espartana liderada por Iságoras. Las Guerras Médicas (499-449 a. C.), que concluyó con la Paz de Calias, tuvo como consecuencia la posición dominante de Atenas en la Liga de Delos, situación que llevó a un conflicto con Esparta y la Liga del Peloponeso. La subsiguiente Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) terminó con una victoria espartana y el fin del dominio ateniense.
Así, Grecia entró al siglo IV a. C. bajo una hegemonía espartana. Pero, para 395 a. C., los gobernantes espartanos destituyeron a Lisandro de su cargo y Esparta perdió su supremacía naval. Atenas, Argos, Tebas (Grecia) y Corinto, los dos últimos antiguos aliados espartanos, desafiaron el dominio de Esparta en la Guerra de Corinto que tuvo un fin no concluyente en 387 a. C. Luego, los generales tebanos Epaminondas y Pelópidas ganaron una victoria decisiva en la Batalla de Leuctra (371 a. C.). El resultado de esta batalla significó el fin de la supremacía espartana y el establecimiento de la hegemonía tebana. Tebas procuró mantener su posición hasta que, finalmente fue eclipsada por el poder creciente del Reino de Macedonia en 346 a. C.
Bajo el reinado de Filipo II (359–336 a. C.), Macedonia se expandió a los territorios de los peonios, tracios e ilirios. El hijo de Filipo, Alejandro Magno (356–323 a. C.) logró extender brevemente el poder de Macedonia no solo sobre los estados-ciudad de la Grecia central, sino también al imperio persa, incluyendo Egipto y las tierras orientales tan lejos como los linderos con India. Convencionalmente, el periodo clásico termina con la muerte de Alejandro en 323 a. C. y la fragmentación de su imperio, divido entre los Diádocos.
Periodo helenístico (330 a 146 a. C.)
Véase también: Arte helenísticoLa Grecia clásica ingresó al periodo helenístico con el ascenso del reino de Macedonia y las conquistas de Alejandro Magno. La koiné se convirtió en la lingua franca mucho más allá de la Grecia misma, y la cultura helenística interactuó con las culturas de Persia, Asia central, India y Egipto. Se realizaron avances significativos en las ciencias (geografía, astronomía, matemáticas, etc.), en particular con los seguidores de Aristóteles (Aristotelismo).
El periodo helenístico terminó con el ascenso de la República romana a un poder supra-regional en el siglo II a. C. y con la consecuente conquista de Grecia en 146 a. C.
República romana (siglos V-I a.C.)
El periodo republicano de la Roma antigua comenzó con el derrocamiento de la monarquía romana 509 a. C. y duró más de 450 años hasta su subversión, por medio de una serie de guerras civiles, en un principado como forma de gobierno y el periodo imperial. Durante el medio milenio de la república, Roma emergió de ser un poder regional en el Latium a una fuerza dominante en Italia y más allá. La unificación de Italia bajo la hegemonía romana fue un proceso gradual, provocado por una serie de conflictos en el siglo IV y III: las Guerras Samnitas, Guerras Latinas y Guerras Pírricas. La victoria romana en las Guerras Púnicas y en las Guerras Macedónicas establecieron a Roma como un poder supra-regional para el siglo II a. C., seguida por la adquisición de Grecia y Asia Menor. Este incremento tremendo de poder fue acompañado por inestabilidad política y malestar social, factores que llevaron a la conjuración de Catilina, la Guerra social y el primer triunvirato. Como resultado, la república romana se transformó en el imperio romano en la última mitad del primer siglo a.C.
La Antigua Roma contribuyó grandemente con el desarrollo del derecho, la guerra, el arte, la literatura, la arquitectura y el lenguaje en Occidente; y su historia continúa teniendo gran influencia en el mundo actual.
Imperio romano (siglo I a.C. al siglo V d. C.)
Determinar el final preciso de la república romana es una tarea de disputa para historiadores modernos;[1] Los ciudadanos romanos de esa época no se percataron que la república había dejado de existir. Los tempranos "emperadores" de la dinastía Julio-Claudia mantuvieron que la res publica todavía existía, aunque bajo la protección de sus poderes extraordinarios, y eventualmente retornaría a su forma completamente republicana. El estado romano continuaba llamándose a sí mismo un res publica tanto tiempo como el que mantuvo el latín como idioma oficial.
Roma adquirió un carácter imperial de facto desde la década de 130 a. C. con la adquisición de Galia, Iliria, Grecia e Iberia, y definitivamente con la anexión de Judea y Asia en el primer siglo a.C. Al momento de la máxima extensión del imperio bajo el mandato de Trajano (117 d. C.), Roma controlaba todo el mar Mediterráneo, así como la Galia, partes de Germania y Britania, los Balcanes, Dacia, Asia Menor, el Cáucaso y Mesopotamia.
Culturalmente, el Imperio romano fue significativamente helenizado, pero también asumió tradiciones orientales sincréticas, tales como el mitraísmo, el gnosticismo y, más particularmente, el cristianismo. El imperio comenzó a declinar en la crisis del siglo III.
Véase también
Notas
- ↑ El evento preciso que señaló la transición de la República romana en el imperio romano es un asunto de interpretación. Algunos historiadores han propuesto la designación de Julio César como dictador perpetuo (44 a. C.), la Batalla de Actium (2 de septiembre de 31 a. C.) y la concesión de poderes extraordinarios a Octaviano por parte del Senado romano bajo el primer pacto (16 de enero de 27 a. C.), como candidatos para convertirse en el evento central definitorio.
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