Cultura de la Antigua Roma

Cultura de la Antigua Roma
Vista actual del Arco de Constantino.

La Cultura romana fue el resultado de un importante intercambio entre civilizaciones diferentes: la cultura griega y las culturas desarrolladas en Oriente (Mesopotamia y Egipto, sobre todo) contribuyeron a formar la cultura y el arte de los romanos. Uno de los vehículos que más contribuyó a la universalización de la cultura romana, que pronto fue la de todo el imperio, fue el uso del latín como lengua común de todos los pueblos sometidos a Roma.

Contenido

Arte

Artículo principal: Arte de la Antigua Roma

Las primeras manifestaciones del arte romano nacen bajo el influjo del arte etrusco, enseguida contagiado del arte griego, que conocieron en las colonias de la Magna Grecia del sur de Italia, que Roma conquistó en el proceso de unificación territorial de la península, durante los siglos IV y III a. C. La influencia griega se acrecienta cuando, en el siglo II a. C., Roma ocupa Macedonia y Grecia.

Véanse también: Arquitectura de la Antigua Roma, Escultura de la Antigua Roma y Pintura de la Antigua Roma

Literatura

Artículo principal: Literatura romana

En muchos aspectos, los escritores de la República romana y del Imperio romano eligieron evitar la innovación en favor de la imitación de los grandes autores griegos. La Eneida de Virgilio emulaba la épica de Homero, Plauto seguía las huellas de Aristófanes, Tácito emulaba a Tucídides, Ovidio exploraba los mitos griegos. Por supuesto, los Romanos imprimieron su propio carácter a la civilización que heredaron de los griegos. Sólo la sátira es el único género literario que ya los romanos identificaron como específicamente suyo.

Véase también: Literatura en latín

El calendario

Artículo principal: Calendario romano

El primitivo calendario romano fijaba la duración de los meses en 29 días, 12 horas y 44 minutos con meses lunares de 29 ó 30 días. El mes era la fracción mayor, y el día la menor, aunque después se dividió en horas.

Los romanos consideraban que el día se iniciaba a medianoche. Al establecerse el año (de annus = anillo) le fijaron una duración de 10 meses (sistema decimal), pero más tarde, por influencia griega, se pasó al año de 12 meses, con 368 días y ¾ de otro, con meses de 30 y 29 días alternativamente, y cada dos años un año con 13 meses, ajustándose progresivamente el sistema suprimiéndose o agregándose días. Así se estableció un año que comenzaba en primavera (en el mes dedicado al dios de la guerra Marte, o sea el mes martius = 'marzo'), luego seguía el mes que se abre (aprilis = 'abril'), el del crecimiento (maius = 'mayo') y el del florecimiento (junius = junio). Luego los meses seguían por orden del quinto al décimo: quintilis (julio), sextilis (agosto), september (septiembre), october (octubre), november (noviembre) y december (diciembre); seguía el mes de apertura de los trabajos agrícolas (januarius = enero) y el mes de las purificaciones (februarius = febrero). Si se añadía otro mes, este no tenía nombre pero se le llamaba mercedonius por estar consagrado a la paga.

Con los progresivos reajustes se fijaron meses de 31 días (marzo, mayo, julio y octubre), de 28 días (febrero, que cada cuatro años tenía 29 días) y de 29 días (los demás), intercalándose un mes de 27 días cada dos años. Así el primer y el tercer año del ciclo tenían 355 días cada uno; el segundo año 383 días; y el cuarto año 382 días, o sea en total 1474 días. Cada mes se dividía en semanas de entre 4 y 9 días; la segunda y cuarta semana del mes eran de 8 días, la tercera de 9 días salvo en Febrero que eran 8 y en el intercalar que eran 7) y la primera semana era de 6 días en los meses de 31 y de 4 en los demás. El anuncio de la duración de la primera semana se llamaba anuncio de las calendas y a las semanas de nueve días el noveno día se llamaba nonae o nonas; al primer día de la tercera semana se la llamaba idus (o ides). A cada periodo de cinco años se le llamaba lustro debido a que se hacían sacrificios (lustrum) el año después de la revisión del censo que era cada cuatro años.

Ciencia

La ciencia no conoció un desarrollo importante en Roma en el campo de la teoría o de la investigación pura, limitándose los autores romanos a recopilar conocimientos anteriores, sobre todo los griegos; Plinio el Viejo (23–79) recopiló en su Naturalis Historia la ciencia griega.

Medicina

En los primeros tiempos la medicina romana era medio magia, medio religión.

No obstante, se sabe que los etruscos, habilidosos practicantes de la adivinación, eran no menos habilidosos fabricantes de prótesis dentales.

Una ley atribuida al rey Numa prescribía la cesárea cuando la madre moría antes del parto, para salvar al niño. Pero no menciona ningún médico. Probablemente cada uno hacía lo que sabía en caso de necesidad.

Influencia griega. Cuando el primer médico griego llega a Roma (Arcagato de Esparta, 219 a. C.), Catón se opone a la admisión de esta y otras novedades que teme van a helenizar, es decir, a iniciar la decadencia de Roma. Y propugna la vuelta a la medicina tradicional (en su caso, por ejemplo, eran panaceas la col y el vino)..

La medicina griega que llega a Roma viene dividida en dos escuelas:

La de Hipócrates, convencido de la vis medicatrix naturae y por lo tanto seguidora de un método expectante, consistente en no violentar el curso de la enfermedad. Hipócrates decía que lo primero era no hacer mal (primum non nocere).


La de Asclepíades, por su parte, era partidaria de actuar para que la curación se produjese cito, tuto ac iucunde (rápida, segura y agradablemente) porque quien cura es el médico, no la naturaleza. Utilizaba dietas, masajes, medicamentos y música. Llegó a practicar la traqueotomía.

En las obras de Celso encontramos descritas operaciones de cirugía plástica, extirpación de pólipos nasales, amígdalas, etc.

Galeno (130-200) ya practicaba la disección de cadáveres, pero con animales, porque estaba muy mal visto el estudio anatómico de cadáveres humanos.

El material quirúrgico. A juzgar por lo que apareció en casa de un médico de Pompeya, no era excesivamente rudimentario. Hay también indicios de que conocían el espejo dental y las propiedades antisépticas de ciertos ungüentos.

Clase médica. La enseñanza de la medicina era privada y no había títulos. Cualquiera podría practicarla, incluso en la época imperial cuando eximen a los médicos de pagar impuestos y del servicio militar. La mayoría de los médicos eran griegos y judíos.

Roma no hizo avanzar gran cosa la medicina porque no tuvo interés por la investigación experimental, y porque se obsesionó en escribir los libros de medicina en verso. Sammórico (inventor de la fórmula mágica Abracadabra) fue el introductor de esta moda que gobernará la Edad Media.

Organización sanitaria. La gran aportación de Roma a la sanidad pública es el sistema hospitalario, aunque sus inicios fueron no más que la habilitación de un refugio para que pudiesen morir los enfermos pobres: la llamada illa tiberiana. Con la extensión del imperio, se fueron creando los hospitales militares, creados en lugares estratégicos.

Tras estos hospitales en las provincias, aparecieron los hospitales de caridad. El primero en Roma lo creó una mujer llamada Fabiola en el siglo IV a. C.

Higiénicamente hablando, una importante novedad romana fue el abastecimiento de agua a la ciudad. Una red de acueductos aportaba a Roma más de mil millones de litros por día.

Costumbres

Artículo principal: Costumbres de la Antigua Roma

En Roma tenía lugar una animada vida social y comercial. Su prosperidad económica y el hecho de ser la capital política se conjugaron para que su planta urbana se llenara de bellas estatuas, imponentes edificios, y arcos y columnas conmemorativas de los triunfos militares.

La vivienda

Artículo principal: Vivienda (Roma Antigua)

Las residencias de los ciudadanos romanos dependían, como hoy, del grado de riqueza. Los Patricios y los ricos hombres de negocios (Caballeros) habitaban en villae, que tenían grandes jardines con fuentes, hermosas vistas y muy lujosas. Los principales modelos eran dos: insulae y domus.

Mitología

Artículo principal: Mitología romana

La mitología romana está formada por las leyendas y mitos de la religión politeísta practicada en la Roma antigua. La mayoría de las divinidades del panteón romano provienen de Grecia con dioses que suplantaron a las divinidades locales con algunas raras excepciones.

Familia

La familia romana, a diferencia de la familia europea actual, estaba constituida no solo por los padres, hijos y parientes, sino también por todos los que vivían bajo la autoridad del cabeza de familia o pater familias, incluidos naturalmente los esclavos. La familia romana era legalmente tan fuerte que ciertas cuestiones, que hoy se tratan en los juzgados o en los templos, entonces se trataban en casa, bajo la presidencia del cabeza de familia. La familia era realmente la célula básica de la sociedad romana.

Las comidas

Véase también: Gastronomía romana

Los textos antiguos hablan de tres comidas en un día romano.

En primer lugar, estaba el ientaculum que era el almuerzo o lo que el niño llevaba para comer en la escuela. En todo caso, era una comida ligera.

La segunda era el prandium que coincidiría con un tentempié actual. Se tomaba a la hora VII (mediodía solar) y ni se precisaba sentarse ni lavarse las manos.

La tercera comida era la cena, pero que más bien corresponde a la comida en el sentido actual, no solo por la hora (VIII en el invierno, las 12.44 hora solar; IX en el verano, las 14.31 hora solar), sino por su abundancia. En la cena se distinguían tres partes:

En algunos casos, después venía la comissatio (sobremesa en la que se bebía copiosamente) en la que los autores leen, cuentan cuentos, etc. Se podía alargar mucho.

La cena, por tanto, duraba horas ya que, no siendo en los balnearios (thermae) o en el barbero, no tenían otro lugar para juntarse y matar el tiempo.

Tenían una postura para comer extraña hoy en día: tumbados sobre el lado izquierdo. El comedor se llamaba triclinium, porque eran tres lechos con el cabezal frente a una mesita cuadrada. El lecho que no tenía a otro enfrente (lectus medius) era el principal; le seguía en importancia el que estaba a su izquierda (lectus summus). Pero con el tiempo la mesita se hizo redonda y los tres lechos se hicieron un único lecho en forma de media luna. Esa mesita se llamaba repositorium. Las mujeres comían con sus maridos, no como en Grecia. Y los esclavos sólo se ponían a la mesa con los amos en algunos días de fiesta, por ejemplo, durante las saturnalia.

En el repositorium se posaba la comida que ya venía cortada de la cocina. E inicialmente se cogía con los dedos. La buena educación de cada uno se veía en coger la comida con las puntas de los dedos sin mancharse la mano ni la cara. Los restos se tiraban al suelo. Al terminar la comida, los comensales podían llevar algo de la comida sobrante para la casa.

Los esclavos suplen las incomodidades de no tener aún un cubierto para pinchar con un constante servicio de agua y toalla para lavar las manos reiteradamente. Cuando uno iba invitado a la casa de otro, llevaba su propio esclavo para estos servicios.

Lo que si tenían los comensales era cuchillo (culter), palillos y cucharas de varios tipos, desde el cucharón (trulla), la cuchara de un centilitro de capacidad (lígula) y la cucharita afilada (cochlear) con la que abrían huevos y mariscos de concha. No obstante lo anterior es aplicable a las personas de alta clase. Los más pobres y humildes sí que comían sentados y cosas más sencillas.

Derecho

La verdadera innovación de los romanos fue la sistematización y la enseñanza del derecho, que no existía entre los griegos.

El derecho romano, es uno de los grandes aportes de Roma como civilización, supuso la primera recopilación científica de las normas para las que deben regirse las relaciones de los ciudadanos en todos los aspectos fundamentales: privados y públicos, familiares, laborales, etc. A partir de Augusto la ciencia del derecho tuvo una gran importancia y hubo notables jurisconsultos, como Gayo, Ulpiano y Papiniano. Los jurisconsultos romanos distinguían entre:

  • Ius publicum (derecho público) que regulaba las relaciones entre los ciudadanos y el Estado;
  • Ius pirvatum (derecho privado) que regulaba las relaciones de los ciudadanos entre sí;
  • Ius getium (derecho internacional) que regulaba las relaciones entre los distintos pueblos.

La escritura

Roma introdujo el alfabeto actual, importado de los griegos de Sicilia y perfeccionado después.

Se escribía con una tachuela en bronce (scríbere) o se pintaba (línere o píngere) sobre una hoja (folium) vegetal, sobre cortezas (líber, de donde viene la palabra española "libro") o maderas (tábula o tabla, álbum o madera 'blanca'), y más tarde sobre cobre (aes) y sobre lienzos.

La palabra "escritura" procede de scriptura, que era la marca que se hacía al ganado que se enviaba a pastar.

Una de las características de la escritura romana es que el sonido de la vocal u se conseguía con la letra v. Por ejemplo "Avgvstvs" se pronunciaba Augústus.

Véanse también: Alfabeto latino y Latín

La muerte

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En la muerte los habitantes de Roma recibían un trato desigual como en vida. A los esclavos los enterraban en una fosa común o, cuando los crucificaban, los dejaban para alimento de los buitres. Era un entierro frecuente en Roma por el alto porcentaje que había de esclavos. Para el resto de la gente había dos tipos de trato: la incineración (quema del cadáver y colocación de las cenizas en una urna) y la inhumación (de humus, tierra, que era el enterramiento). Una ley de las XII Tablas prohibía realizar uno de estos ritos dentro de la ciudad.

Numa tuvo su sepulcro sobre el monte Janículo, que entonces no estaba en el recinto de la ciudad. Los reyes que le sucedieron tuvieron el suyo en el campo de Marte, entre el Tíber y la ciudad. Las vestales gozaban de la prerrogativa de ser enterradas dentro de la ciudad pero las que quebrantaban el voto de castidad eran enterradas en un campo que tomando el nombre de este pecado, fue llamado campo del delito. Los generales participaron luego de este honor que se extendió finalmente a los principales de la nación hasta que la ley de las XII tablas lo prohibió.[1]

Naturalmente, los pobres tenían una ceremonia y un sepulcro más elemental que los ricos. Los incinerados se colocaban en los columbaria (auténticos palomares en los que cada cuadrícula recibía una urna cineraria). Los inhumados iban a las catacumbas, que eran corredores subterráneos que en las paredes tenían excavados los nichos; en Roma hay unos 40 km de corredor de este tipo excavados en piedra volcánica. Alguna vez estas catacumbas fueron refugio de cristianos perseguidos, pero no era esta su función normal, sino la de cementerio.

El pueblo romano tuvo también hogeras públicas que se llamaban ustrinae y sepulcros comunes. Éstos se llamaban putticuli y eran unos hoyos profundos a modo de pozos donde eran echados los cadáveres de la gente del pueblo. Según palabras de Horacio.

Hoc miserae plebi stabat commune sepúlcrum[1]

Los ciudadanos ricos, nobles y los políticos ilustres tenían funerales solemnes con elogios fúnebres (laudationes funebres), que después la familia conservaba escritos donde el busto del difunto como prueba de aristocracia. Si el difunto tenía el ius imaginum (derecho de guardar en casa las estatuas de los antepasados ilustres) en el cortejo iban unos figurantes caracterizados con las máscaras de cera de sus antepasados y con ropas de aquellos, de modo que parecía que los muertos resucitaban provisionalmente para ir a recibir al recién llegado. El cortejo iba precedido por los libitinarii (pompas fúnebres), y llevaba músicos tocando cuernos y trompetas, gente llevando antorchas encendidas, lloronas que hacían el planto, y se cantaban naenias (cantos tradicionales de elogio al muerto). Llegado a fuera de la ciudad, quemaban el cadáver entre perfumes y flores. Cuando se consumía todo el cuerpo, recogían la ceniza, la metían en una urna y la colocaban en un monumento en el que ponían una lápida conmemorativa.

Las familias más ilustres como los Metelos, los Claudios, los Escipiones, los Servilios, los Valerios, etc. fueron enterrados a lo largo de los caminos. De aquí tomaron origen los nombres de Vía Aurelia, Vía Flaminia, Vía Lucilia, Vía Apia, Vía Laviniana, Vía Julia, etc.[1] En la vía Apia había gran cantidad de monumentos funerarios, entre los que destaca el de Cecilia Metela que llegó en la Edad Media a ser convertido en castillo. Algunos como Cestio lo hicieron en forma de pirámide. El emperador Adriano preparó en vida un gigantesco mausoleo que llegó a ser residencia papal y que es el famoso Castel Sant'Angelo. También se desarrolló mucho la industria del sarcófago tallado, en ocasiones con un lujo extraordinario.

El nacimiento

Cuando en Roma nacía un niño, lo ponían a los pies del padre y, si este lo cogía en el colo y lo alzaba bien alto en los brazos (tollere fillium), el niño quedaba legitimado y el padre se comprometía con este reconocimiento a criarlo, educarlos y ayudarle a buscar vida.

En los primeros ocho días (primordia) había diversas ceremonias para que las divinidades, principalmente Juno y Hércules, protegiesen la nueva vida.

En el dies Iustricus (8º si era niña y 9º si era niño) se purificaba la criatura con agua en presencia de los padres, familiares y amigos convidados, se ofrecía un sacrificio a los dioses, le ponían el praenomen, le regalaban los primeros juguetes y le ponían en el cuello la bulla (cápsula de metal o cuero dentro de la cual metían cosas que se consideraban protectoras del niño). Esta bulla la va a llevar siempre colgada hasta los diecisiete años. También durante este periodo el niño, si pertenece a la nobleza, va a vestir una túnica bordada (toga praetexta), similar a la toga de los magistrados, concedida a los niños de la nobleza por una hazaña militar infantil en los tiempos del rey Tarquinio. Las mujeres llevarán esta toga hasta que se casen. A los 17, en una ceremonia de entrada en el mundo de los adultos, el adolescente ofrecerá a los dioses la bulla y la toga praetexta y vestirá la toga virilis.

Los nombres propios

El nombre en Roma tenía ciertas particularidades. Las mujeres llevaban un único nombre, que normalmente era el de la gens en femenino: Terentia (de la familia Terentia). Los hombres, en cambio, sobre todo si eran patricios, llevaban tres nombres, costumbre de origen etrusco: Marcus (praenomen), Tullius (nomen), Cicero (cognomen).

  • El praenomen designa al individuo (el nombre de hoy en día). Los praenomia normalmente aparecen en abreviatura. Los más frecuentes eran: A.: Aulus; Ap.:Appius; C.:Caius (Gaius); Cn.:Cnaeus (Gnaeus); D.:Decimus; K.:Caeso; L.:Lucius; M.:Marcus; Mi.:Manius; Mam.:Mamercus; N.:Numerius; P.:Publius; Q.:Quintus; Ser.:Servius; Sex.:Sextus; Sp.:Spurius; T.:Titus; Ti.:Tiberius.
  • El nomen es el distintivo de la gens o estirpe, comprendiendo en la práctica varias familias. Sería como el apellido de hoy en día.
  • El cognomen, distintivo de la familia dentro de la gens, era inicialmente una especie de apodo, rasgo físico o moral o cosa parecida.

Algunos indican la procedencia primitiva (Coriolanus, "de Corioli"), o una cualidad física (Crassus, "grueso, corpulento"; Longus, "alto y delgado"; Cincinnatus, "de pelo rizado"), o productos o trabajos campesinos (Cicero, "garbanzo").

Los nombres por edades y condición social

Tocador de una matrona romana. Obra del siglo XIX de Juan Giménez Martín, Congreso de los Diputados de Madrid.
  • Infans: el que no habla (hasta los 7 años); Puer: de 7 a 17 años; Adulescens: de 17 a 30 años; Iuvenis: de 30 a 46 años; Senior: de 46 a 60 años; Senex: de 60 a 80 años; Aetate provectus: más de 80 años.
  • Puella: niña
  • Virgo: mujer no casada
  • Uxor: esposa
  • Matrona: madre de familia
  • Anus: la mujer que ya no puede tener hijos
  • Mulier: mujer, desde que se casaba.
  • Vir: hombre

Los símbolos

El imperio romano fue muy rico en símbolos, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días, como el Fasces, haz de pequeños troncos atados con una cinta roja formando un cilindro alrededor de una hacha. Se han encontrado restos de fasces etruscos, y en Roma, simbolizando la autoridad del imperio, eran llevados por un número variable de lictores, fasces lictoriae, que acompañaban a las autoridades en las ceremonias. Los fasces fueron adoptados como símbolo por el Fascismo de Benito Mussolini, igual que la esvástica hindú lo fue por el nazismo alemán.

Desarrollo de las fiestas romanas

La principal fiesta romana (ludi máximi o ludi magni, es decir los Grandes Juegos) empezaba con una procesión tras la cual iban las imágenes de los dioses y detrás los guerreros; seguían las comparsas de bailarines (lúdii) con túnicas rojas; los hombres adultos con cascos y armaduras, los adolescentes con pieles de ovejas; después venían los músicos: el colegio de flautistas o collegium tibicínium era tan antiguo como el de los saliares (en latín, salii (sacerdotes del dios Marte o 'saltadores danzantes'), pero tenía una consideración inferior.

Esta fiesta se celebraba en otoño, al regreso de las tropas en campaña, y era una fiesta para celebrar la victoria.

En el carnaval popular (fériae o saturae) se usaban máscaras. La música se hacía con flautas (tibias). En las fiestas se celebraban combates y carreras de carros. Los vencedores recibían una palma como corona lo cual era considerado un gran honor, y un romano se enterraba siempre con las palmas o coronas ganadas.

También destacaba entre las diversas fiestas la de los manes, dedicada a los muertos. Todas las fiestas tenían un desarrollo similar, cada una con sus particularidades. Importante fiesta también eran las Saturnales (En honor a Saturno) en la cual los amos servían a sus esclavos por un día completo, como si los papeles se hubiesen invertido.

La religión

Artículo principal: Religión en la Antigua Roma

Los romanos eran politeístas. La religión romana refleja los mismos elementos procedentes de otras civilizaciones que el resto de sus manifestaciones culturales. La religión griega, sobre todo, desempeñó un papel fundamental en la creación del panteón romano.

Durante la Monarquía y en los primeros tiempos de la República, los dioses estaban directamente relacionados con las actividades agrícolas y la vida doméstica.

Los romanos veneraban a los númenes o espíritus de la naturaleza, a los manes o espíritus de los antepasados, a los lares o espíritus del hogar y a los penates o espíritus de la vida y de las provisiones.

La religión romana tuvo un carácter práctico que se tradujo a la creación de un tipo especial de sacerdotes, los augures, encargados de interpretar determinados signos (el vuelo de las aves, las entrañas de los animales sacrificados, los fenómenos naturales como el trueno) para tomar decisiones relacionadas con la vida pública.

Véase también: Mitología romana

Tecnología

Se destacaron los romanos en la tecnología aplicada, sobre todo en agricultura, obras públicas y tecnología militar: molinos hidráulicos, sistema de calefacción central y aislamiento contra la humedad de las viviendas; catapultas, ballestas, torres de asalto instalada sobre ruedas; faros en los puertos y, sobre todo, un sistema de construcción de calzadas, con firme de piedra amalgamada con mortero, bordillos y zanjas de desagüe, que han permitido que aún se conserve gran parte del trazado viario romano.

Las construcciones romanas más importantes eran:

  • Los teatros. Donde se representaban obras de arte.
  • Los anfiteatros. Donde luchaban gladiadores.
  • Los circos. Donde se hacían carreras de carros.
  • Las termas. Donde se bañaban y hacían gimnasia.
  • Los arcos de triunfo. Recordaban hechos históricos y personajes.

Vestimenta

Artículo principal: Indumentaria (Roma Antigua)

En Roma la vestimenta distinguía y diferenciaba a las clases sociales. Por ejemplo, sólo los senadores romanos usaban el calceus, zapato propio de esta casta. A pesar de las similitudes entre griegos y romanos estos últimos tenían una gran característica: la ropa tenía un profundo significado político. Los jóvenes al cumplir 21 años usaban sobre la túnica, la toga, amplio manto de lana o hilo, símbolo del hombre libre. En la toga se colgaban los distintivos del grado político que el ciudadano adquiría a los largo de su trayectoria. Las mujeres romanas, como las griegas del período clásico, usaban una túnica y un amplio manto rectangular conocido como palla. La túnica o stola fue el reflejo de las influencias etruscas (sencillez en las líneas y en los colores). Más tarde el contacto de ésta civilización con culturas orientales y el crecimiento del concepto de la elegancia fueron modificando el atuendo. Las túnicas se confeccionaron con telas más suaves y ligeras, de colores más variados e intensos. Este hito sucedió también con la ropa masculina después de la caída del Imperio Romano de Occidente, donde las influencias bizantinas entraron marcando la elegancia en las togas y túnicas. Bordados de oro y piedras preciosas adornaron las elegantes y refinadas telas que caían en profundos pliegues. Sin embargo, el vestuario romano popular casi no varió. Ellos siguieron vistiendo la túnica tosca y la capa con gorro de lana en invierno y de algodón en verano.

Referencias

  1. a b c Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914): artículo Sepulcro

Enlaces externos


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