- María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295
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María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295 Antonio Gisbert Pérez, 1863 Óleo sobre lienzo • Romanticismo 377 cm × 311 cm Congreso de los Diputados de España, Madrid, España María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295, o Jura de Fernando IV en las Cortes de Valladolid. Óleo sobre lienzo pintado por Antonio Gisbert Pérez en 1863. El cuadro recrea el momento en que la reina María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295, en las que el joven monarca fue reconocido como rey, aunque ya había sido proclamado como tal en la Catedral de Toledo.
El lienzo fue pintado para ser colocado en la cabecera del Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados. En 1863 fue adquirido por el Estado Español y actualmente se expone en el Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados de España.
Contenido
Contexto histórico
Las Cortes de Valladolid de 1295
Las Cortes de Valladolid de 1295 tuvieron lugar durante la minoría de edad del rey Fernando IV, quien había accedido al trono ese mismo año tras la defunción de su padre, el rey Sancho IV. El rey Fernando IV y su madre, la reina María de Molina se hallaban enfrentados en esos momentos al infante Juan de Castilla "el de Tarifa", hijo de Alfonso X, quien pretendía ser rey de Castilla y León, a Alfonso de la Cerda, nieto de Alfonso X de Castilla, quien actuaba movido por el mismo propósito, al reino de Portugal, que apoyaba al infante Juan, y a los reinos de Aragón y de Francia, que apoyaban a Alfonso de la Cerda.
Al mismo tiempo, la reina María de Molina y el infante Enrique de Castilla "el Senador", único hijo superviviente de Fernando III el Santo, se disputaban la tutoría del rey Fernando IV, cuyo control supondría ejercer el gobierno efectivo del reino de Castilla y León. Por ello, ambos personajes buscaron el apoyo de los nobles y de los concejos de las ciudades. El infante Enrique trató de evitar, inútilmente, la reunión de las Cortes, al tiempo que acusaba a la reina María de Molina de querer aumentar las cargas fiscales de sus súbditos, a pesar de que poco antes la reina había abolido el impuesto de la Sisa, establecido por el rey Sancho IV.
Antes de que comenzaran las Cortes, la reina se vió obligada a aceptar la ocupación del señorío de Vizcaya, a excepción de los municipios de Orduña y Valmaseda, por Diego López V de Haro, quien se hallaba enfrentado por la posesión de dicho señorío con María II Díaz de Haro, señora de Vizcaya y esposa del infante Juan de Castilla "el de Tarifa", quien reclamaba el señorío en nombre de su esposa. Por otra parte, la reina también hubo de aceptar, antes de que dieran comienzo las sesiones de Cortes, que la tutoría del rey y la guarda de los reinos quedaran en manos del infante Enrique de Castilla "el Senador".
Las sesiones de Cortes comenzaron a finales del mes de julio o principios del mes de agosto de 1295, y a la ciudad de Valladolid acudieron los representantes de los concejos de Castilla, León, Galicia, Asturias, las Extremaduras, Andalucía, y los del arzobispado de Toledo. No obstante, el obispado de Jaén no envió representantes a las Cortes, debido a que se encontraba en guerra con el reino de Granada.
Durante el inicio de las Cortes un amplio sector de los procuradores del reino se negó a reconocer al infante Enrique como tutor del rey y estuvo a punto de abandonar la asamblea, lo que impidió la reina María de Molina, quien consiguió que todos los procuradores rindiesen homenaje al rey Fernando IV y que reconociesen por tutor al infante Enrique de Castilla. En las Cortes de Valladolid de 1295, que fueron las primeras del reinado de Fernando IV, se hicieron dos ordenamientos, siendo uno de ellos de carácter general, y otro que afectaba sobre todo al estamento eclesiástico.[1]
El reinado de Fernando IV de Castilla
Fernando IV de Castilla heredó el trono de Castilla y León a la muerte de su padre, Sancho IV, ocurrida en 1295. Cuando Fernando IV subió al trono, tenía diez años de edad, y durante su minoría de edad, su crianza y la custodia de su persona fueron encomendadas a su madre, la reina María de Molina, mientras que su tutoría le fue confiada al infante Enrique de Castilla "el Senador", hijo de Fernando III el Santo. Durante su minoría de edad, y también durante el resto de su reinado, su madre procuró aplacar a la nobleza, se enfrentó a los enemigos de su hijo, e impidió en varias ocasiones que Fernando IV fuese destronado.
Durante su reinado, Fernando IV hubo de enfrentarse a la insubordinación de la nobleza, capitaneada en numerosas ocasiones por su tío, el infante Juan de Castilla "el de Tarifa", y por Juan Núñez de Lara el Menor, señor de la Casa de Lara, quienes fueron apoyados en algunas ocasiones por don Juan Manuel, nieto de Fernando III el Santo.
Al igual que sus predecesores en el trono, Fernando IV prosiguió la empresa de la Reconquista y, aunque fracasó en su intento de conquistar Algeciras en 1309, conquistó la ciudad de Gibraltar ese mismo año, y en 1312 fue conquistado el municipio jienense de Alcaudete. Durante las Cortes de Valladolid de 1312, celebradas en el año de su muerte, Fernando IV impulsó la reforma de la administración de justicia, y la de todos los ámbitos de la administración, al tiempo que intentaba reforzar la autoridad de la Corona en detrimento de la autoridad nobiliaria. Fernando IV falleció en la ciudad de Jaén el día 7 de septiembre de 1312, a los veintiséis años de edad.
Descripción de la obra
El cuadro recrea el momento en que la reina María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295, en las que el joven monarca fue reconocido como rey, aunque ya había sido proclamado como tal en la Catedral de Toledo a la muerte de su padre, Sancho IV el Bravo.
A la izquierda del cuadro aparecen representados la reina María de Molina y su hijo, Fernando IV. Ambos personajes están cobijados por un dosel y subidos a un estrado, y detrás de ellos aparecen dos obispos, portando uno de ellos un báculo pastoral. La reina María de Molina está cubierta con un manto rojo, y lleva en la cabeza un velo blanco y una corona. Fernando IV, por su parte, que tenía 10 años de edad en el momento de los hechos, aparece vistiendo una corta túnica blanca, que le cubre hasta las rodillas, y que está adornada con el escudo del reino de Castilla y León. El rey porta un cetro dorado en su mano izquierda, que le llega casi hasta la cabeza, y una pequeña corona. La reina María de Molina tiene los brazos parcialmente extendidos hacia adelante, en un gesto que parece indicar que está velando por el destino de su hijo.[2]
A la derecha del dosel que cubre a los reyes, y en primer plano, aparece representado el infante Enrique de Castilla "el Senador", que aparece con la cabeza girada hacia el dosel que cubre a los monarcas. El infante Enrique, que lleva una larga barba blanca, aparece con la cabeza cubierta por un birrete rojo, en la mano derecha lleva un pergamino enrollado, y viste una larga túnica dorada con bordados en color marrón. Al lado del infante Enrique está situado una pequeño mueble sobre el que está extendido el manto azul del infante.
A la izquierda del dosel que cubre a los reyes aparece representado el infante Juan de Castilla "el de Tarifa", que porta una corona en la cabeza, luce una barba negra y mira a los monarcas. El infante Juan, cuyo brazo derecho le cubre el pecho en actitud defensiva, viste una cota de malla que le cubre todo el cuerpo. Sobre la cota de malla lleva puesta una túnica blanca que le cubre hasta las rodillas y lleva ceñido un cinturón del que cuelga su espada, con empuñadura dorada.
Frente al dosel que cubre a los reyes, un personaje vestido con una túnica de color marrón aparece sujetando su espada con su mano izquierda y con su brazo derecho extendido hacia arriba, en actitud de avanzar hacia los monarcas. A la izquierda del dosel que cubre a los monarcas aparecen sentados una serie de individuos, contándose entre ellos un cardenal, cubierto por un largo manto rojo. Detrás de los personajes sentados, y al fondo del cuadro, aparecen una serie de individuos en pie, ataviados con vestiduras de la época.
Análisis y críticas de la obra
En opinión de diversos autores, el cuadro muestra un cierto paralelismo con el cuadro titulado El juramento de las Cortes de Cádiz, pintado por José Casado del Alisal en 1863.[3] En ambas obras se aprecia la misma distribución de elementos y personajes, y en ambos lienzos aparece un estrado cubierto por una alfombra, al que se accede por tres escalones, en el que están situados los protagonistas de los respectivos cuadros. El cuadro de Antonio Gisbert Pérez lo preside Fernando IV y su madre, la reina María de Molina, mientras que el cuadro de José Casado del Alisal es presidido por un obispo. El resto de los personajes, cortesanos y diputados están dispuestos de modo similar en ambos lienzos.[4]
Por otra parte, en opinión de diversos historiadores, Antonio Gisbert Pérez no sólo representó en esta obra la presentación de Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295, sino que intentó poner de relieve la legitimidad dinástica de la reina Isabel II, que reinaba en España en esos momentos. De ese modo, la reina María de Molina representaría a la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de Isabel II, que durante las Guerras Carlistas hubo de enfrentarse a los que cuestionaban la legitimidad de su hija, Isabel II, al igual que en su día la reina María de Molina se enfrentó a los que cuestionaban la legitimidad de Fernando IV.[5]
Además, en opinión de diversos historiadores, la reina María de Molina representaría a la reina Isabel II, mientras que el rey Fernando IV representaría al príncipe Alfonso, hijo de Isabel II y heredero del trono español en la época en que Antonio Gisbert pintó el cuadro.[6]
En 1864, un año después de que Antonio Gisbert Pérez finalizase el cuadro, J. Vallejo se refirió al mismo del siguiente modo:[7]
Para nosotros, como para todo el mundo, por muy bien compuestas, dibujadas y coloridas que estén las figuras de un cuadro, si le faltan la conveniencia, filosofía y verdad histórica que necesariamente se exige, si por el sitio a que está destinado se desea la representación clara de un determinado suceso, una página pintada, y carece el lienzo de estas condiciones, por muy bien pintado que esté no sirve.No obstante, el cuadro también fue alabado en la época de su realización por diversos escritores, como en un artículo aparecido en 1864 en el periódico El museo universal, en el que se refieren al lienzo del siguiente modo:[8]
Inútil por lo tanto será decir que en el nuevo cuadro de la Jura de don Fernando IV, pintado para el salón del Congreso, vemos a Gisbert con todas sus dotes materiales; vemos en primer lugar un gran suceso nacional hábilmente interpretado, con la animación del drama, la gracia del poeta, la profundidad del filósofo, y el rigorismo y propiedad de la historia; vemos en otro concepto una bellísima composición que cautiva la mirada por su armonioso conjunto, la esplendidez de tono y color, la verdad de los pormenores y la cabal perfección de sus partes.Notas
- ↑ (González Mínguez, 1995, p. 27)
- ↑ (Reyero, 2005, p. 42)
- ↑ Historia del arte universal de los siglos XIX y XX, volumen 1. Página 259.
- ↑ Historia del arte universal de los siglos XIX y XX, volumen 1. Página 259.
- ↑ II Congreso virtual sobre historia de las mujeres. Páginas 9-10
- ↑ II Congreso virtual sobre historia de las mujeres. Página 10
- ↑ (Pérez Viejo, 1996, p. 59)
- ↑ El museo universal. 1864. Páginas 178-179.
Bibliografía
- González Mínguez, César (1995). Fernando IV, 1295-1312 (1ª edición). Palencia: La Olmeda. ISBN 84-8173-027-0.
- Pérez Viejo, Tomás; Tésis doctoral dirigida por Ángel Lorenzo González García (1996). «Pintura de historia e identidad nacional en España». Universidad Complutense de Madrid (UCM) (Madrid). http://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=14545. Consultado el 22 de agosto de 2011.
- Reyero, Carlos (2005). «La ambigüedad de Clío. Pintura de historia y cambios ideológicos en la España del siglo XIX». Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas (México: Universidad Nacional Autónoma de México: Instituto de Investigaciones Estéticas) (87): pp. 37-64. ISSN 0185-1276. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2104387. Consultado el 26 de agosto de 2011.
Enlaces externos
Véase también
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