Batalla de Tarapacá

Batalla de Tarapacá

Batalla de Tarapacá

Artículo bueno
Batalla de Tarapacá
Parte de Guerra del Pacífico
Territorio ocupado en Tarapacá por el ejército chileno (1879).jpg
Territorio bajo ocupación chilena en el momento de la batalla de Tarapacá.

Fecha 27 de noviembre de 1879
Lugar Tarapacá, Perú
Resultado Victoria peruana
Beligerantes
Flag of Peru (war).svg Ejército del Perú Bandera de Chile. Ejército de Chile
Comandantes
Juan Buendía Luis Arteaga
Fuerzas en combate
En Tarapacá:
3.046 hombres
En Pachica:
1.440 hombres[1]
2.300 hombres
6 cañones Krupp
2 cañones La Hitte
Bajas
236 muertos
261 heridos
76 dispersos[2]
534 muertos
179 heridos[3]
66 prisioneros[4]
6 cañones Krupp
2 cañones La Hitte

La batalla de Tarapacá fue una acción bélica que se desarrolló en la localidad homónima, el 27 de noviembre de 1879, durante la Campaña terrestre de la Guerra del Pacífico. Se enfrentaron fuerzas chilenas y peruanas, saldándose la batalla con la victoria de estas últimas.

Contenido

Antecedentes

Tras el desembarco en Pisagua el 2 de noviembre de 1879, el ejército chileno de operaciones inició una serie de penetraciones al interior del departamento peruano de Tarapacá para consolidar sus posiciones y asegurar las vías de comunicación y suministros.

En este contexto, se produjeron dos acciones militares de distinta importancia: un encuentro de caballería muy limitado en Germania, el día 6 de noviembre, y una batalla en forma en Dolores (también llamada San Francisco), el día 19 del mismo mes. Otro evento de importancia fue la retirada de Camarones donde el ejército boliviano al mando del general Hilarión Daza, quien estaba en marcha para encontrarse con las fuerzas de Juan Buendía, retorna a Arica sin enfrentar batalla alguna. Producto de lo anterior, el ejército peruano inició un repliegue hacia Tiliviche para luego marchar hacia el puerto de Arica, con el fin de reunirse con las fuerzas aliadas que se encontraban en esa posición.

Marcha a Tarapacá

Las fuerzas peruanas provenientes de Dolores se reúnen finalmente en Tarapacá, localidad al interior del desierto al SE de esa posición, con la división del coronel Ríos proveniente de Iquique. Si se observa el croquis adjunto, puede notarse que la cabeza de playa chilena en Pisagua impedía el repliegue directamente hacia el norte, por lo que la fuerza peruana se ve obligada a intentar un rodeo a través de Tarapacá y el desierto interior. Así, se agrupan en la aldea de San Lorenzo de Tarapacá, en la llamada quebrada de Tarapacá. La idea de estos cuerpos era reabastecerse de agua y víveres y descansar a la tropa del trayecto entre Dolores y esta posición, unos 55 km a través del desierto.

Al conocerse esta situación en el ejército chileno, el comandante movilizado don José Francisco Vergara solicita autorización al general Escala para hacer un reconocimiento hacia Tarapacá con un escuadrón de caballería y confirmar el número y estado de los efectivos peruanos. Ante este requerimiento y a causa de la información que tenía Escala sobre las fuerzas peruanas en Tarapacá, que se pensaban no superiores a 1.000 hombres mal armados y fatigados, es que el general ordena que a la expedición de Vergara se añadiesen 250 hombres del regimiento Zapadores y dos piezas de artillería al mando del alférez José Manuel Ortúzar. Este grupo salió desde Dolores el día 24 de noviembre, por el camino de Negreiros, unos 400 hombres en total.

Área y puntos mencionados, Batalla de Tarapacá

Hasta ese momento se pensaba en el mando chileno que la tropa peruana en Tarapacá no pasaba de 1.000 hombres mal armados. Al amanecer del día 25, los exploradores de la columna de Vergara apresan a un arriero argentino, que es tomado por un espía enviado por los peruanos. Al ser interrogado, afirma que en Tarapacá la fuerza es de 1.500 hombres, por lo que Vergara desistió de su plan inicial de atacarlos con una fuerza ahora tan inferior numéricamente. Envía un mensaje, entonces, al cuartel general solicitando una fuerza adicional de 500 hombres de tropa, pero el general Escala, cediendo a las presiones de los oficiales que pensaban que la guerra terminaría pronto, consiente en enviar a la división del coronel Luis Arteaga que, desconocedor de la guerra en el desierto, no toma los preparativos adecuados de munición (asigna sólo 150 tiros por hombre), agua, víveres o forraje y marcha hacia Tarapacá el día 25. La intención de estas fuerzas era encontrarse con Vergara en Negreiros, pero éste no esperó e incursionó por su cuenta hasta Isluga.

Decisión de Arteaga

Cuando la división Arteaga, al llegar a Negreiros se percata de que Vergara ya no se encuentra allí, sino en Isluga (ver mapa anterior), envía un mensaje a este último para proceder a la concentración de las tropas, para lo cual había dos opciones: o que Vergara deshiciera el camino hasta Negreiros y luego hacerlo nuevamente hacia Tarapacá, o esperar a Arteaga en Isluga. Se optó por esto último, por lo que la División Artega no esperó la llegada de aprovisionamientos y salió de inmediato a Isluga, ya que se temía que por estar tan próxima esta posición al núcleo de las fuerzas peruanas, pudiera ser descubierta y destruida rápidamente a causa de su escaso número. Así, el día 26 de noviembre a las 15.00, se puso en marcha la división, con 1.900 plazas, casi todas a pie, sin agua, víveres ni municiones. Estaba conformada por el regimiento 2º de Línea, el regimiento Artillería de Marina, el batallón Chacabuco, 2 compañías del batallón Zapadores (completándose así el batallón con las 2 compañías de las fuerzas de Vergara) con dos piezas de bronce de 4", 4 piezas Krupp y un escuadrón de Cazadores a Caballo. Los regimientos contaban con dos batallones cada uno.

Acciones de Vergara

En el intertanto, el grupo al mando de José Francisco Vergara en Isluga ocupó el día 26 en realizar reconocimientos sobre Tarapacá. En ellos, se pudo apreciar la llegada a la quebrada de la división peruana al mando del coronel Ríos, por el que los oficiales chilenos tenían gran reconocimiento de su capacidad, como asimismo por otro oficial peruano que también divisaron en la columna Ríos, el comandante del batallón Iquique, coronel Alfonso Ugarte, considerado como distinguido y patriota. La columna de Ríos llegaba en ese momento fatigada y en orden precario. Las patrullas de reconocimiento de Vergara calcularon en unos 1.000 los hombres que llegaban con Ríos, los que sumados a los que se creía en Tarapacá, concentraban, según el mando chileno, unos 2.500 hombres, 1.000 de ellos fatigados.

Preparativos

Concentración chilena y plan de batalla

Plan de combate chileno, Batalla de Tarapacá

A las 24.00 del 26 de noviembre, la división de Arteaga llega a Isluga a reunirse con la avanzada de Vergara. La decepción del encuentro fue mutua entre ambas fuerzas, ya que las dos esperaban que la otra tuviera suministros de agua, víveres y parque, pero nada de eso había. Agua sólo estaba la disponible en Tarapacá, bajo control peruano. Esta situación forzó a ambos comandantes a iniciar de inmediato las acciones, antes que la falta de agua y alimentos se hiciera crítica. De este modo, y tal como se observa en la figura adjunta, se ideó un plan que consistía en dividir la fuerza en tres divisiones. La primera, al mando del coronel Ricardo Santa Cruz, con 548 soldados y 4 cañones daría un rodeo por las alturas de la quebrada para tomar posición en una aldea llamada Quillaguasa, al norte de Tarapacá, con la idea de cortar la retirada peruana hacia esa zona en tanto su fuerza se sintiera atacada por el sur. Una segunda división al mando del coronel Eleuterio Ramírez compuesta por 886 soldados y 2 cañones, avanzaría por el centro de la quebrada, atacando a las tropas peruanas frontalmente en la aldea. Una tercera división al mando del propio Arteaga con 847 soldados y 2 cañones, atacaría de flanco, desde los bordes superiores de la quebrada para encerrar y destruir la fuerza peruana.[5]

Fuerzas peruanas en Tarapacá

Todo el plan de ataque chileno se basaba en la presunción de que en Tarapacá habría en el peor de los casos una fuerza de número similar o ligeramente superior a la chilena. Se contaba con el factor sorpresa como una ventaja decisiva al momento de empeñar el combate. El número de efectivos peruanos, era sin embargo muy superior al que se creía, puesto que desde Dolores se produjo un repliegue peruano más organizado de lo que el mando chileno pensaba. El grueso de la fuerza peruana había arribado el día 22 de noviembre, uniéndosele la división de Ríos el día 26, como ya se ha dicho. El día 25 habían salido de Tarapacá con destino a Arica dos divisiones peruanas, que en ese momento estaban en Pachica, a unos 19 km al norte de Tarapacá. En la noche del 26, el ejército peruano tenía la siguiente constitución:

En Pachica: 1440

  • 1era División, Jefe: coronel Luis Herrera Zaconetta. Batallones: Cazadores del Cuzco N°5 (410 hombres) y Cazadores de la Guardia N°7: (380 hombres)
  • División Vanguardia (4ª), Jefe: coronel Justo Pastor Dávila. Batallones: Puno N°6 (300 hombres) y Lima N°8 (350 hombres)

En Tarapacá: 3046

  • 2da División, Jefe: coronel Cáceres. Batallones: Zepita N°2 (450 hombres), 2 de mayo (380 hombres) y la columna de artilleros (100 hombres)
  • 3era División, Jefe: coronel Bolognesi. Batallones: Ayacucho N°3 (300 hombres), Guardias de Arequipa (380 hombres)
  • 5ta División, Jefe: coronel Ríos. Batallón Iquique (300 hombres), columna Tarapacá (150 hombres), columna Navales (140 hombres), columna Gendarmes (80 hombres) y columna Loa (formada por bolivianos residentes en Iquique, 226 hombres)
  • División Exploradora (6ª), Jefe: coronel Bedoya. Batallones: 1° de Ayacucho (300 hombres) y Provisionales de Lima N°3 (240 hombres)

No se contaba con caballería ni artillería. En total eran 4.486 hombres. Los oficiales peruanos eran de reconocida capacidad, entre los que se destacaban Justo Pastor Dávila, Andrés Avelino Cáceres, Miguel Ríos, Belisario Suárez, Alfonso Ugarte, Francisco Bolognesi y Roque Sáenz Peña, todos bajo el mando de Juan Buendía, general en jefe de los ejércitos del Sur. La percepción chilena de la fuerza contraria, era pues, totalmente equivocada.

Combate

Para que el plan de ataque resultara como estaba previsto, era necesario que las tres divisiones chilenas salieran a distintas horas para llegar a las posiciones prefijadas de manera sincronizada. Así, la columna de Santa Cruz salió a las 3.30 del día 27, una hora antes que las otras dos divisiones. Esta división, sin embargo, se encontró con una densa neblina que la hizo extraviar el rumbo totalmente, de modo que cuando comenzó a amanecer esta fuerza se encontraba a muy corta distancia de la división de Ramírez, virtualmente en el punto de partida. Siguiendo las órdenes que tenía, Santa Cruz en ese momento emprendió a paso veloz su marcha hacia Quillaguasa enviando como avanzada el batallón de granaderos al mando del comandante Villagrán, aunque a esa hora ya debería estar situándose en ese punto toda su división. La segunda ventaja del plan chileno, la sorpresa, empezaba también a desvanecerse, puesto que la tropa de Santa Cruz quedó a la vista de los peruanos que notaron su presencia de inmediato. Los oficiales peruanos captaron al momento el peligro que corrían y lograron comprender en pocos minutos el plan de los atacantes. Rápidamente se impartieron las órdenes respectivas para sacar a sus tropas del fondo de la quebrada y llevarlas a lo alto; dándose las siguientes instrucciones:

  • Coronel Cáceres, con la 2ª División debía escalar con prontitud para desalojar a las fuerzas adversas que estaban a la vista, para cortar a Santa Cruz por retaguardia.
  • Coronel Castañón con la 1ª compañía del Arequipa y la Columna de Artillería, en la cuesta Visagra, para cerrar el paso a los que intentaran ingresar a la quebrada por el sur
  • Coronel Bolognesi con la 3ª División, pendientes del cerro Tarapacá
  • Coronel Ríos con la 5ª División, pendientes del cerro Redondo
  • Coronel Bedoya con la División Exploradora, en la población, donde también quedaba el General Buendía, que despachó un propio para llamar a las divisiones que estaban en Pachica.

El combate comenzó a eso de las 10.00, y durante el desarrollo de la acción se pueden distinguir tres fases.

Fase 1: reacción inicial peruana

Estado del combate a eso de las 10.30, una vez tomada la iniciativa por los peruanos

Como ya se dijo, los peruanos al ver que se les tendía una encerrona, reaccionaron con rapidez evitando la progresión de las columnas chilenas, que no pudieron completar las etapas de despliegue acordadas la noche anterior. Así las cosas, el combate se generaliza con la iniciativa de parte de los peruanos. Los chilenos sólo pueden reaccionar ante el nuevo curso de los acontecimientos. El primer cuerpo peruano en entrar al combate fue el batallón Zepita con Cáceres, seguido del batallón Dos de Mayo bajo las órdenes del coronel Manuel Suárez. Estas tropas rompieron el fuego por la retaguardia de Santa Cruz a menos de 200 m, 548 chilenos con 4 cañones contra 830 peruanos. Santa Cruz dio frente a la retaguardia formando su línea en arco, teniendo a su izquierda a la artillería que quedó al borde del barranco. Establecida de esa forma la defensa de los ahora sorprendidos chilenos, las bajas comenzaron a producirse en gran número en ambos bandos dada la corta distancia en que estaban rotos los fuegos. Las tropas del Zepita lograron tomar los cañones a la izquierda de los chilenos. Santa Cruz reorganiza a su fuerza sobreviviente perpendicularmente a la quebrada habiendo perdido cerca de un tercio de su tropa entre muertos y heridos.

A eso de las 11.00, los peruanos redoblan el ataque y la tropa chilena de la división Santa Cruz empieza a dispersarse. Mientras se desarrollaban estas acciones, la división Arteaga que se encontraba rezagada, al escuchar que se había entablado batalla redobla el paso y llega al lugar del combate en el momento en que se dispersaba la tropa de Santa Cruz, con lo que los chilenos reorganizan sus filas y vuelven a establecer posiciones defensivas. Entonces Cáceres, detenido ante el número, pidió refuerzos, que se le enviaron con prontitud, formados por el batallón Iquique y las columnas Loa y Navales de la 5ta División, que ya habían cooperado en la quebrada a rechazar a las fuerzas de Ramírez, como veremos en seguida. En el momento que este refuerzo llegaba, se presentó el escuadrón de Granaderos, que al oír los tiros había regresado de Quillaguasa.

División de Ramírez y acciones en el fondo de la quebrada

Mientras todo lo anterior acontecía en lo alto de la quebrada, la división chilena del coronel Ramírez avanzaba por el fondo de la quebrada según el plan. Al igual que Santa Cruz, no se salió de las órdenes que tenía y siguó avanzando por donde tenía previsto, pese a que la estrategia planeada ya no tenía sentido. Destacó dos compañías para cubrir el flanco derecho de su ataque de las tropas de Castañón, que ocupaban las pendientes este de la cuesta Visagra, y luego, continuando su progresión en la quebrada, tuvo que empeñar otras dos frente al cerro Tarapacá para realizar la misma operación contra parte de la 5ta División y el batallón Ayacucho, de Bolognesi, que hacían vivo fuego contra él. Las restantes 4 compañías llegaron al caserío y recibieron un fuego nutrido de un enemigo bien posicionado y que fue muy efectivo ya que comenzó a causar enormes bajas en la tropa chilena. Los atacantes eran el batallón Arequipa y la División Exploradora. De acuerdo a las versiones que se conservan de esta parte del combate, los primeros soldados chilenos en entrar en el pueblo fueron los portaestandartes, cuya insignia se convirtió en un objetivo de guerra para ambos bandos. Debido a la posibilidad de perder el pabellón, la tropa chilena cargó contra el pueblo en lugar de buscar posiciones más ventajosas, cuestión que causó una cantidad de bajas catastrófica para el regimiento 2º de Línea, cuerpo al que pertenecía el disputado estandarte. Simultáneamente, las compañías enviadas a contener a Bolognesi eran rechazadas con enormes pérdidas. Así las cosas, y perdido definitivamente el estandarte en una lucha en que ni peruanos ni chilenos dieron cuartel, los restos de la división Ramírez se retiran hacia el sur, buscando el poblado de Huarasiña asediados en todo momento por los peruanos. El estandarte del 2º de línea fue tomado por el Guardia Civil Mariano Santos Mateos del batallón "Guardias de Arequipa".

Al comenzar el retroceso de Ramírez, quedó libre el resto de la 5ª División peruana, que fue despachada en refuerzo de Cáceres como hemos visto. Ramírez sólo había empleado su regimiento, dejando en la entrada de la quebrada sus 2 cañones Krupp y el escuadrón Cazadores, sin darles misión de combate.

La destrucción de esa columna chilena era inminente, cuando los acontecimientos en lo alto dieron un giro inesperado.

Nuevos acontecimientos en lo alto

Estado del combate tras la carga de los granaderos chilenos. Se produce una confusión posterior en ambos bandos

Tal como se ha reseñado, en lo alto la situación era crítica para los chilenos tras la llegada de la División de Ríos, cuando el arribo de los granaderos chilenos que regresaron al galope desde Quillaguasa cambió la faz del combate. Dando un rodeo, los granaderos de Villagrán llegaron al sitio del combate. Se formaron en posición de ataque y cargaron contra los peruanos de Cáceres que en ese momento empezaban a quedarse sin municiones. Ante la carga de la caballería y con pocos medios para contrarrestarla, la fuerza peruana retrocede, lo que da un nuevo ímpetu a los chilenos que contraatacan. Lo difícil y estrecho del terreno no hizo posible que los granaderos atacaran la retirada peruana, y la misma presencia de ese cuerpo impedía también una carga de la infantería. La figura adjunta ilustra el estado de cosas tras la carga de Villagrán, que haciendo un gran rodeo, cargó sobre la derecha peruana, formada por el Loa y el Navales, que acababan de ingresar a la lucha. Pero el batallón Iquique, que seguía de cerca a los anteriores, a órdenes de Alfonso Ugarte, contuvo la carga con su fuego en escalón retrasado. El Regimiento "2 de Mayo" avanzó y tomó otros dos cañones más, los cuales fueron utilizados contra sus antiguos propietarios.

Toda esta situación causó una enorme confusión en ambos bandos, que fatigados suspendieron la lucha, retirándose los peruanos para reorganizarse y aprovisionarse de munición, en tanto los chilenos se abalanzaban al fondo del valle, ya sin presencia peruana, para beber y descansar. En este momento, la batalla entraba en una segunda fase. Eran las 13.00 del 27 de noviembre de 1879.

Fase 2: la tregua del agua

Producto del cansancio y tensión de la jornada, sin proponérselo ninguno de los dos bandos, se produjo una tregua. Las ambulancias de ambos bandos recogían a los heridos y se contabilizaban las bajas. En el lado peruano, sin embargo, las cosas eran distintas. Ninguno de los oficiales había pensado en dejar escapar una victoria que ya tenían por cierta, y su retirada había sido un repliegue estratégico necesario para rearmarse, ya que la intensidad del combate había vaciado las cartucheras de los soldados. En todo este trajín transcurrieron unas 4 horas. Fue imposible hacer la reorganización de las tropas peruanas en menor tiempo, debido a que las pérdidas de oficiales en la batalla de la mañana había sido considerable y se necesitaba reorganizar el mando casi completamente. Para fortuna de los peruanos, los chilenos estaban totalmente desorientados respecto a lo que estaba sucediendo en realidad y no tomaron medidas especiales de defensa ni de repliegue, lo que significó que la demora en la reorganización peruana no impidiera la reanudación del combate en una postura ampliamente favorable para ellos. La División de Bolognesi (batallones Ayacucho y Arequipa, menos una compañía con Castañón) y la columna de Gendarmes de la 5ta División se detuvo por falta de fuerzas. La División Exploradora, que rechazara a Ramírez en la población, ascendía a las pendientes oeste para reforzar a las unidades que combatían en el llano superior bajo el mando del coronel Suárez, quien se había encaminado al punto más peligroso e importante para dirigir el combate. Los chilenos pensando que se se habían adjudicado la victoria, descuidaron las guardias y dejaron pastar a los caballos libremente.

Tanto las fuerzas peruanas como las chilenas habían realizados ataques inconexos y cada agrupación estaba separada por una gran distancia.

Las fuerzas chilenas estaban en:

  • Al sur de Huarasiña: 2 compañías del 2º de línea, que atacaron la cuesta de Visagra y fueron fácilmente rechazadas, adelantándose al grueso de su regimiento en el repliegue general.
  • Entre San Lorenzo y Huarasiña: las demás 6 compañías del 2do de línea
  • Al sudoeste de Huarasiña: las fuerzas de Arteaga y Santa Cruz, en desorden y mezcladas.
  • Las fuerzas peruanas estaban en:
  • En la pampa oeste, frente al grueso chileno: Divisiones de Cáceres, Ríos, Bedoya; más una compañía del Arequipa y la columna de artilleros confiadas al Coronel Castañón
  • Entre Visagra y San Lorenzo, frente a Ramírez: Batallón Arequipa (menos una compañía) y columna Gendarmes de Iquique
  • Al sudoeste de San Lorenzo (en las alturas): Batallón Ayacucho

Fase 3: Conclusión y victoria peruana

Retirada chilena tras el último combate luego de la tregua. Con la llegada de las divisiones peruanas de Pachica, que caminó unos 20 km en un lapso de 5 h se selló el resultado de la batalla

Las tropas peruanas que en la mañana del 27 se encontraban en Pachica, llegaron durante la tregua recién referida. Eran unos 1.400 hombres en 4 batallones uno de los cuales, el Nº 8 estaba al mando del coronel Remigio Morales Bermúdez, futuro Presidente del Perú. Con este refuerzo, la intención peruana fue intentar rodear y tomar prisionera a la fuerza chilena sobreviviente, utilizando una estrategia similar a la que los chilenos quisieron emplear contra ellos, pero curiosamente, el resultado fue el mismo. Los chilenos alcanzan a advertir la situación y comienzan a ascender por las laderas de la quebrada para no quedar atrapados en el fondo. La División Vanguardia reforzó las tropas de la pampa oeste y la 1era División hizo lo mismo con las del valle, para lo que se dispuso que enviara uno de sus batallones a las alturas del sudoeste en refuerzo del Ayacucho y el otro al fondo de la quebrada, para secundar al Arequipa y al Gendarmes. Al llegar a lo alto, se entabla un nuevo combate con las mismas características e intensidad que el de la mañana. Las dos piezas de artillería que quedaban disponibles a las tropas chilenas de Arteaga son capturadas por los peruanos, que las emplean contra sus antiguos dueños, en tanto la infantería atacaba incesantemente con el fin de evitar la retirada chilena hacia el desierto. En el fondo del valle, perdía la vida el comandante del 2º de Línea y jefe de la segunda división, coronel Eleuterio Ramírez, transformándose en el oficial chileno de mayor graduación muerto hasta el momento en la campaña. Sin dejar de combatir, los chilenos dan definitivamente por perdido el campo y se retiran hostigados en todo momento por los peruanos. En el repliegue chileno, se comisionó al regimiento Artillería de Marina el cuidado de la retaguardia, por lo que este cuerpo sufrió las mayores bajas en la última etapa de la batalla. La figura ilustra esta última fase, con una fuerza chilena muy reducida producto del combate y una fuerza peruana tenaz en la persecución. Por fortuna para los chilenos y desgracia para los peruanos, éstos últimos no contaban con caballería, por lo que la persecución no se pudo mantener. El ataque peruano hubiera sido más efectivo si las tropas frescas hubieran atacado la planicie oeste, para envolver la izquierda de los chilenos y cortarles su dirección general de retirada. El triunfo de los peruanos en este combate era, sin embargo, definitivo.

Consecuencias

Las bajas en ambos lados fueron enormes. Los chilenos contabilizaron 516 muertos y 179 heridos, más que en las batallas de Pisagua, Germania y Dolores juntas. Los peruanos dieron en sus partes un total de 236 muertos y 261 heridos. Las pérdidas de oficiales en ambos bandos fue enorme. Distinguidos oficiales dejaron la vida en esta acción. Por los chilenos puede mencionarse al Coronel Eleuterio Ramírez, comandante del 2º de Línea y a su segundo comandante, Bartolomé Vivar, que no sobrevive a sus heridas. Del mismo cuerpo, perdieron la vida los capitanes Diego Garfias, Ignacio Silva y José Antonio Garretón Silva, además de un teniente y siete subtenientes. El Zapadores perdió cinco subtenientes, el Chacabuco a su segundo comandante, mayor Valdivieso y su ayudante Ríos y dos tenientes. Los peruanos, por su parte, lamentaron la pérdida del comandante del 2 de mayo, coronel Manuel Suárez y de los tenientes del mismo cuerpo Torrico y Osorio. El Zepita perdió a su segundo jefe, el teniente coronel Zubiaga, el capitán Figueroa y los subtenientes Cáceres (hermano del coronel Andrés Cáceres) y Meneses. La 2º División a los capitanes Odiaga, Chávez, Vargas y Rivera y tres subtenientes. El 2º Ayacucho un teniente y dos subtenientes; la columna Tarapacá al mayor Perla; el 3º Ayacucho el mayor Escobar, un teniente y dos subtenientes; los Cazadores del Cuzco y el batallón Iquique un subteniente cada uno; la columna Naval al capitán Meléndez, y la 5º División al coronel Miguel Ríos, que al igual que Vivar no sobrevivió a sus heridas.

Las tropas de Arteaga se replegaron a Negreiros al día siguiente. Ese mismo día las tropas peruanas marchaban a Arica.

Días después de la batalla, el Ministro de Guerra chileno, Rafael Sotomayor, ordenó el envío de tropas ligeras a cortar la retirada de los peruanos hacia Arica y hostigarlos durante la marcha. El General Baquedano dispuso que unos 300 jinetes de Cazadores y Granaderos, que se hallaban en Tiviliche, marcharon al este a cumplir esta orden, pero el Teniente Coronel Yábar que los mandaba fue informado en Suca de que los peruanos habían ya pasado al norte, cuando en realidad se hallaban todavía en Camiña (6 de diciembre de 1879), a 204 km de Arica. Yábar regresó a Tana engañado por este falso dato.La derrota chilena de Tarapacá no cambió sus planes de campaña, y sólo ocasionó la renuncia de Vergara a su comisión al ser culpado del desastre, siendo de todos, el que menos responsabilidad tenía. Para el coronel Arteaga fue el fin de su carrera militar.

La derrota chilena de Tarapacá no cambió sus planes de campaña, y sólo ocasionó la renuncia de Vergara a su comisión al ser culpado del desastre, siendo de todos, el que menos responsabilidad tenía. Para el coronel Arteaga fue el fin de su carrera militar.

Para los peruanos, en tanto, la victoria de Tarapacá no cambió su situación, ya que luego de la batalla el ejército abandonó el lugar con destino a Arica, junto con toda la población que temiendo represalias dejó sus hogares. Al llegar a Arica el general Buendía y el Coronel Suárez fueron puestos bajo arresto por el Contraalmirante Montero culpándolos de las derrotas y por haber dejado Tarapacá en manos chilenas. La historiografía tradicional peruana, a pesar de reinvindicar el desempeño del coronel Suarez[6] , negará sistemáticamente cualquier mérito del general Juan Buendía en la acción de Tarapacá y se lo asignará a Cáceres, Bolognesi, Ugarte y demás oficiales subalternos. Las derrotas sin embargo, en especial la de San Francisco, serán atribuidas por completo al general en jefe.

Tanto en Chile como en Perú se conmemora esta batalla en virtud de las acciones de valor y heroísmo que cada país destaca entre los suyos.

Referencias

  1. se encontraban a 19 km de distancia cuando se rompieron los fuegos, arriban al campo tras varias horas de marchas forzadas
  2. Basadre Jorge "Historia de la República del Perú" Tomo VII pág. 1767
  3. cifras oficiales de muertos y heridos; Ministerio de Guerra de Chile "Memoria de Guerra de 1880"
  4. Encina Francisco "Historia de Chile desde la prehistoria hasta 1891"‎ - Página 74
  5. FRANCISCO A. MACHUCA "Las Cuatro Campañas de La Guerra del Pacífico" pág. 313
  6. Consuelo Chang Laos "El Perú y sus hombres a través de la República..." pág. 80

Bibliografía

  • Bulnes, Gonzalo (1911). Guerra del Pacífico. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico. Primera edición.
  • Barros Arana, Diego (1989). La Guerra del Pacífico. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
  • Del Campo, Juan (2005). «La Batalla de Tarapacá». Consultado el 2006.
  • Dellepiane, Carlos (1965). Historia Militar del Perú. Tomo II. Lima: Biblioteca Histórica Peruana. 5ta Edición.
  • Encina, Francisco (1984). Historia de Chile desde la Prehistoria hasta 1891. Santiago de Chile: Editorial Ercilla. ISBN 956-10-1405-X. Tomos XLII a XLVIII.
  • Milla Batres, Carlos (Ed) (1967). Guerra con Chile. La Campaña del Sur (abril-diciembre 1879). Lima, Perú: Biblioteca Histórica Peruana.

Enlaces externos

Páginas chilenas

Páginas peruanas

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