Andrés Avelino Cáceres

Andrés Avelino Cáceres
Andrés Avelino Cáceres
Andrés Avelino Cáceres

Escudo nacional del Perú.svg
Presidente Constitucional de la República del Perú
10 de agosto de 1894 – 20 de marzo de 1895
Vicepresidente   César Canevaro
2º Cesáreo Chacaltana
Predecesor Justiniano Borgoño
Sucesor Manuel Candamo Iriarte

3 de junio de 1886 – 10 de agosto de 1890
Vicepresidente   Remigio Morales Bermúdez
2º Aurelio Denegri
Predecesor Antonio Arenas
Sucesor Remigio Morales Bermúdez

Datos personales
Nacimiento 10 de noviembre de 1836
Ayacucho, Bandera del Perú Perú
Fallecimiento 10 de octubre de 1923, 86 años
Lima, Bandera del Perú Perú
Partido Partido Constitucional
Cónyuge Antonia Moreno Leyva
Hijos Aurora Cáceres
Ocupación militar, político

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray (* Ayacucho, 10 de noviembre de 1836 - † Lima, 10 de octubre de 1923) fue un militar y político peruano que llegó a ser Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones: de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. En el Perú es considerado un héroe nacional por haber liderado la resistencia en la sierra central peruana contra la ocupación de Chile durante la guerra del Pacífico (1879-1883), siendo general del ejército peruano. Allí fue conocido por sus soldados como Taita Cáceres mientras que los chilenos le apodaron El brujo de los Andes, pues siempre burló las maniobras envolventes planeadas con mucho celo por los generales chilenos y porque actuaba con tanta fluidez que parecía estar presente en todas partes. Era también quechua hablante. Es considerado patrono del Arma de Infantería del Ejército Peruano. Según algunas fuentes su nombre de pila era Andrés Alfredo.

Después de la guerra con Chile, incursionó activamente en la política, fundando su propio partido, el Constitucional. Enfrentó al presidente Miguel Iglesias, el mismo que firmara el tratado de paz con Chile con cesión territorial. Se desató una guerra civil, pese a que el país recién había salido de una guerra desastrosa. Cáceres logró “huaripampear” o poner fuera de juego al ejército principal de Iglesias en la sierra central, en una brillante estrategia militar (1884), luego de lo cual atacó Lima. Iglesias renunció a la presidencia en 1885, y el gobierno provisorio que le sucedió convocó a elecciones en las que ganó abrumadoramente Cáceres. En este su primer gobierno constitucional, de 1886 a 1890, tuvo que enfrentar la reconstrucción nacional, especialmente en el campo de la recuperación económica. Puso fuera de curso el billete fiscal o papel moneda, muy devaluado entonces; creó impuestos nuevos; intentó la descentralización tributaria; y para solucionar el problema de la enorme deuda externa firmó el Contrato Grace por el cual entregó los ferrocarriles a los acreedores. Volvió a la presidencia en 1894, en unas cuestionadas elecciones consideradas ilegales y que provocaron la formación de la Coalición Nacional, integrada por los demócratas y civilistas, encabezados por Nicolás de Piérola; se desató una sangrienta guerra civil que culminó con el asalto de los coaligados a Lima, ante lo cual Cáceres renunció y partió al exilio, en 1895. Volvió en 1899 y siguió participando en la política. En 1919 fue ascendido a Mariscal.

Contenido

Primeros años

Nació el 10 de noviembre de 1836, día de San Andrés Avelino,[1] en la ciudad de Ayacucho, Distrito de Ocros. Sus padres fueron Domingo Cáceres y Oré, hacendado de Ayacucho, y Justa Dorregaray Cueva, hija del coronel español don Demetrio Dorregaray y descendiente por línea materna de Catalina Wanka, quien fuera princesa incaica-wanka. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nacional de su ciudad natal. Más tarde, en 1853, ingresó en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho.

Un año después abandonó sus estudios e ingresó como cadete en el batallón Ayacucho organizado por el general Fermín del Castillo, con el que participó en la rebelión dirigida por el general Ramón Castilla contra el presidente José Rufino Echenique, la cual acabó con la victoria del último en la batalla de La Palma (5 de enero de 1855).

Después de ésta batalla, obtuvo el rango de teniente segundo y en 1857 el de teniente. Entre 1856 y 1858 apoyó activamente el gobierno de Ramón Castilla contra la rebelión de Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa, formando parte de la segunda compañía del batallón Ayacucho durante la Guerra Civil Peruana de 1856-1858. Participó en las batallas de Yumina, Bellavista (Arequipa) y en el asalto final de Arequipa, el 6 y 7 de marzo de 1858, por lo cual fue ascendido a capitán. Durante los combates fue herido bajo el ojo izquierdo, lo que no comprometió su vista.

Participó en la campaña contra el Ecuador (1859-1860); debido a algunas heridas de guerra fue enviado a Francia como adjunto a la legación peruana encabezada por Pedro Gálvez Egúsquiza, para someterse a diversos tratamientos médicos. A su regreso en 1862 formó la plana mayor del batallón Pichincha Nº 3 acantonado en Huancayo, al que organizó sus cuadros de reclutas y se trasladó con él a Lima. Luego fue ascendido a sargento mayor graduado en 1863.

Guerra contra España

Artículo principal: Guerra hispano-sudamericana
Andrés A. Cáceres. Fotografía Courret.

Durante esos años se hizo famoso por su abierta oposición al gobierno del presidente Juan Antonio Pezet, que había permitido la ocupación de las islas Chincha por una Expedición Científica Española a través del Tratado Vivanco-Pareja en 1865. Por sus críticas tuvo que exiliarse a Chile con otros muchos oficiales pero consiguieron regresar a Perú, desembarcando en el puerto sur de Mollendo.

Todos ellos se unieron a la Revolución Restauradora del Honor Nacional encabezada por Mariano Ignacio Prado contra el gobierno de Pezet. Durante la campaña ascendió sucesivamente a sargento mayor efectivo y a teniente coronel graduado en 1865. Participó en la ocupación de Lima y más tarde, ya con Prado como Dictador, en el combate del Dos de Mayo de 1866 contra la flota española en El Callao. Aquí estuvo al mando de 46 hombres y 30 voluntarios en el fuerte Ayacucho, desde el cual puso fuera de combate a las fragatas Villa de Madrid y Berenguela.

En 1868 decidió abandonar la carrera militar y regresar a Ayacucho para dedicarse a la agricultura. Pero en 1872 tuvo que volver a la arena política oponiéndose al golpe de estado del coronel Tomás Gutiérrez contra el presidente José Balta, motivado por el descontento de un sector del ejército por la elección de Manuel Pardo y Lavalle, el primer presidente civil de Perú y el fundador del influyente Partido Civil, que habría de desempeñar un importante papel en la historia política del Perú.

Su respaldo al presidente Pardo le acarreó el apoyo de los líderes del Partido Civil y fue nombrado subjefe del batallón Zepita, reprimiendo, poco después, un motín de sus propios integrantes, lo cual le valió su ascenso a teniente coronel efectivo, en noviembre de 1872. Con el mismo batallón marchó hacia Tarma y Chanchamayo para desterrar la desmoralización y entrenar a sus hombres en trabajos de colonización. En 1874, fue uno de los encargados de debelar la revolución de Nicolás de Piérola, quien fue derrotado la batalla del Alto de Los Ángeles, en Moquegua. Por esta acción fue ascendido a coronel graduado, en 1875.

Reteniendo el mando del batallón Zepita, asumió la prefectura del departamento del Cuzco, cargo que desempeñaba al estallar la guerra con Chile.

Guerra del Pacífico

Artículo principal: Guerra del Pacifico

Campaña del Sur

Tras el comienzo de la Guerra del Pacífico el 5 de abril de 1879, Cáceres fue enviado a la cabeza del batallón Zepita en defensa del Departamento de Tarapacá. Fue nombrado comandante de la 2da. División del Ejército del Sur. Allí luchó contra el ejército de Chile en las batallas de San Francisco (19 de noviembre de 1879) y Tarapacá (27 de noviembre de 1879). En la última su intervención fue decisiva para organizar la defensa y contraataque, lo que selló la victoria peruana.

Al no poder llevarse los pertrechos chilenos, las tropas peruanas optaron por retirarse al norte, desocupando Tarapacá hasta llegar a Tacna. Allí, a Cáceres se le confió la vigilancia del litoral situado en las inmediaciones de Ilo. Luego fue trasladado a Tacna, donde el comando dispuso una concentración de fuerzas, cooperando en la reorganización del Ejército del Sur del Perú. Dicho ejército fue desplegado alrededor de la ciudad de Tacna con el objetivo de unir fuerzas con el ejército boliviano que era dirigido por el presidente de Bolivia en persona, el general Narciso Campero, quien había dado golpe de estado a Hilarión Daza. Sin embargo, la inestabilidad política creada por Nicolás de Piérola tras conseguir derrocar a Mariano Ignacio Prado obstaculizó las acciones de Cáceres, retrasando las acciones de la fuerza conjunta contra los chilenos.

El ejército chileno desembarcó mas al norte de Tacna, en Ilo, sin hallar oposición; desde allí atacaron a las posiciones peruanas. Se libró la batalla del Alto de la Alianza o de Tacna, el 26 de mayo de 1880, donde Cáceres tuvo una notable participación. Combatió con tanto ardor y con gran riesgo de vida que sufrió la pérdida de dos caballos, y cuando la derrota era ya definitiva, procuró la reunión de los soldados dispersos y cauteló el orden de la retirada. Propuso reforzar la plaza de Arica, pero el comando dio por terminada la campaña y Cáceres se encaminó a Lima, donde llegó en agosto de 1880.

Campaña de Lima

Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas, año 1894.

Cáceres fue nombrado comandante de la 5º división de la reserva, entrenando a sus tropas en Huaral. Por el camino iba reclutando los restos del ejército peruano junto a civiles que armaba. En octubre de 1880 fue reconocido como coronel efectivo.

Piérola ordenó que el ejército se preparase para defender Lima. En el sur de Lima, formó dos líneas defensivas extensas: la de San Juan, compuesta por trincheras y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico Chico, y la de Miraflores, que era la línea de reductos, que iba desde Armendáriz hasta el camino a Chosica. Esperando un ataque por el norte, Piérola marchó con un fuerte contingente de tropas al balneario de Ancón, dejando disminuido al ejército de Cáceres.

Las tropas chilenas al mando de Baquedano habían desembarcaron en Pisco y Curayacu, a tres millas de Chilca. Sin posibilidad de recibir refuerzos, y con las tropas chilenas desplegándose por el sur, las fuerzas peruanas, en su mayoría integrada por civiles, esperaron el ataque del enemigo a la capital.

Cáceres participó en la batallas de San Juan el 13 de enero de 1881, y tuvo que retirarse a Miraflores luego de haber sufrido fuertes pérdidas con lo que le quedaban de sus hombres. Chorrillos y Barranco fueron incendiados, y según testimonios, parte de la tropa chilena se entregó a la embriaguez y a la reyerta. Esa misma noche Cáceres y otros oficiales insistieron en avanzar hacia Chorrillos, lo cual no fue autorizado por Piérola.

Dos días después, el ejército chileno venció la línea de Miraflores, donde Cáceres sufrió la perforación del fémur derecho. Acudió a un puesto ambulatorio en San Carlos, y se escondió en la celda del padre superior del Convento de San Pedro. El 15 de abril de 1881, todavía convaleciente, salió de Lima a fin de no ser capturado, dirigiéndose hacia Jauja, en la sierra central, donde inició la resistencia contra los chilenos, organizando unidades de ejército regular.

El 26 de abril de 1881 el Presidente Piérola le nombró "Jefe Político y Militar de los Departamentos del Centro de la República". Por su parte, la Asamblea Nacional reunida en Ayacucho lo ascendió a General, por su heroísmo en la participación de las cinco batallas en que le tocó actuar: San Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y Miraflores. Poco después, se le ofreció la presidencia de la república, la que no quiso aceptar, pues juzgó conveniente respaldar al presidente Francisco García Calderón Landa, confinado en Chile.

Campaña de la Breña

Con fuerza y mucho carisma, Cáceres pudo levantar a las poblaciones de la cordillera para resistir la invasión chilena, especialmente gracias al apoyo completamente beligerante de la Iglesia peruana, dirigidas desde el Convento de Santa Rosa de Ocopa, estableció como su centro de poder el valle del Mantaro y a Ayacucho como su reserva, en su momento máximo tuvo más de 3.000 hombres a su mando.[2] [3]

Fotografía captada en el estudio Cosme Rodrigo & Co. hacia 1880, donde se aprecia a Cáceres (primero de la izquierda, sentado) junto a Ramón Zavala, Remigio Morales Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal, así como un militar no identificado.

Primera expedición contra Cáceres

Debido a ello, los chilenos enviaron en su contra una primera expedición, muy confiados del triunfo sobre los que consideraban “montoneras”. El encargo fue dado a la División del teniente coronel Ambrosio Letelier, que logró llegar hasta la ciudad de Huancayo. En todo su trayecto, los soldados de Cáceres hostilizaron a estas tropas, logrando, además, arrebatarles el cupo de dinero y víveres que habían obtenido en Huancayo. Ante su impotencia para derrotar a los "breñeros", el contralmirante Patricio Lynch (gobernador chileno de la ocupación) ordenó el regreso a Lima de la División Letelier. Este fue el primer fracaso chileno contra Cáceres.

Una compañía chilena del Regimiento Buín 1° de Línea, acampó en la hacienda Sangrar, de propiedad de Norberto Vento, con el objeto de reaprovisionarse y descansar. Avisado el coronel peruano Manuel de la Encarnación Vento, que se encontraba en las cercanías, avanzó con sus tropas reforzadas por 50 guerrilleros. Con esta fuerza logró sorprender a los chilenos y librar una encarnizada batalla a 4.400 metros sobre el nivel del mar, fue el combate de Sangrar, el 26 de junio de 1881, donde Vento fue rechazado. Ante la forma de guerra y las enfermedades que ya atacaban a sus fuerzas, Letelier no pudo hacer otra cosa que apresurar la retirada, cargando con los restos de su maltrecha División.

Durante varios meses continuaron los movimientos de ambas fuerzas. Marchas y contramarchas acercaban o alejaban a los dos ejércitos; fue entonces cuando Cáceres fue apodado “el Brujo de los Andes”, apelativo debido a que, a pesar de la mayor cantidad de soldados que integraban el ejército chileno, se enfrentó a ellos en múltiples combates. Cuentan que disfrazaba a las llamas con chullos y ponchos para hacer ver su mayor numero de tropas ante el enemigo. Se hacía perseguir por terrenos difíciles hasta alturas insoportables para los adversarios, quienes caían víctimas del soroche, otro truco que usaba era poner las herraduras de los caballos de forma inversa para despistar al ejército chileno.

Segunda expedición contra Cáceres. Pucará, Marcavalle y Concepción

Cáceres estableció sucesivamente cuarteles en Tarma, Chicla, Matucana y finalmente en Chosica, muy cerca de Lima, en octubre de 1881. Ante ello, Lynch organizó una segunda expedición, mucho más poderosa que la anterior. La dividió en dos Divisiones, una a su propio mando, de 3.000 hombres, que avanzaría hacia Canta y atacaría a Cáceres por la retaguardia; la otra, de 1.500 hombres, bajo el mando del coronel Pedro Gana, que marcharía vía ferrocarril hacia Chicla, para atacar al adversario frontalmente. Era principios de 1882. Lynch trataba así de ejecutar la clásica maniobra envolvente, pero falló ante la habilidad del jefe peruano, que se retiró, oportunamente, hacia Tarma. Ante esta situación, Lynch decidió volver a Lima, encomendando al coronel Gana la persecución de Cáceres, para lo cual reforzó su destacamento hasta completarlo en 3.000 hombres. Gana, por su parte, dejó el mando de la división al coronel Estanislao del Canto, y volvió también a Lima.

De Tarma, Cáceres pasó a Jauja y de allí a Huancayo, mientras que Del Canto iba a su alcance. El 5 de febrero de 1882 se produjo el Primer Combate de Pucará, donde las fuerzas de Del Canto rechazaron Cáceres, que retrocedió en desordenada fuga, hacia Huancayo. Cáceres, gracias a su guardia personal, se salvó de una arremetida que para matarlo había desplegado un escuadrón de caballería enemiga; no sería la única vez que se salvaría. Luego se retiró ordenadamente hacia Ayacucho; la derrota de Pucará, el hostigamiento de la caballería chilena, las deserciones y una epidemia de tifus habían mermado considerablemente sus tropas.

En Ayacucho, Cáceres se reorganizó y logró reunir un ejército de 4.000 hombres, con quienes regresó al valle del Mantaro. Durante todo el mes de julio de 1882 liberó algunos pueblos de la región, que se le sumaron alborozados pues la ocupación chilena se había hecho odiosa por sus exacerbados abusos y sus demostraciones de racismo hacia el hombre andino. Cáceres triunfó en los combates de Marcavalle y el segundo de Pucará (9 y 10 de julio de 1882) y Concepción (9 y 10 de julio); el 19 de julio ingresó triunfante en Tarma. Curiosamente, seis días antes, al otro lado del Perú, los pobladores de Cajamarca se levantaron contra los abusos de una expedición chilena, compuesta por reclutas, y la derrotaron en la batalla de San Pablo triunfo pírrico que no sirvió de mucho ante la contraofensiva chilena que destruyó la comarca.

Comprendiendo Cáceres que sus enemigos debían retroceder en fuga y cargados de enfermos, ordenó al coronel Tafur que se adelantase para destruir el puente de La Oroya, ya que así quedaría cortado el camino hacia Lima. Pero Tafur no cumplió con la orden dada y Cáceres no pudo acabar con la estropeada División Del Canto, la que logró pasar por el puente de La Oroya en fuga salvadora hacia la capital. De todos modos, la segunda expedición chilena contra Cáceres había fracasado rotundamente: el número de bajas chilenas llegó a casi el 20% de la división; la mayoría por enfermedad y sólo 175 muertos en combate, con centenares de enfermos de Tifus, viruela, paludismo y otras enfermedades contraídas en la sierra. Muchos “breñeros” exhibían con orgullo las cabezas y restos mutilados de los soldados chilenos. El departamento de Junín quedó libre de la ocupación chilena.

Mientras, la destrucción de la 4° Compañía del Batallón "Chacabuco" 6° de Línea en Concepción, hizo que en Chile la clase política y la población en general, recordaran que aún en Perú habían soldados chilenos combatiendo. Así, nuevos batallones fueron alistados y enviados a Perú a toda prisa, mientras otra división del Ejército se dedicaba a destruir la insurrección de los mapuches en el sur.

Por entonces, los chilenos presionaban al presidente García Calderón (entonces confinado en Chile) a que firmara la paz con cesión territorial. Las mismas presiones sufría el contralmirante Lizardo Montero, el vicepresidente establecido en Arequipa. Ambos mandatarios rechazaron tales exigencias, pero sucedió entonces el llamado “Grito de Montán”, el 31 de agosto de 1882, proclamado por el general peruano Miguel Iglesias, jefe de las tropas del norte, quien consideraba necesario firmar ya la paz, incluso con cesión territorial, antes que los chilenos continuaran destruyendo lo poco valioso que quedaba en el Perú. Cáceres rechazó tal planteamiento y anunció su voluntad de continuar la lucha.

Tercera expedición contra Cáceres. Huamachuco

Los chilenos, viendo en Cáceres un obstáculo para finalizar la guerra, en abril de 1883 organizaron una tercera expedición contra el ejército de la Breña, esta vez mucho más poderosa que las anteriores, que reunía a 12.000 soldados, que mezclaban a veteranos con reclutas de los nuevos batallones enviados del sur, pero mejor equipados que sus enemigos. Así, sobre Canta marchó la División León García con 2.000 hombres; al mismo tiempo la División Del Canto se adelantó sobre Sisicaya con 1.500 soldados; luego, la División Urriola con 3.000 regulares se dirigió por el valle del Rímac; la División Gorostiaga caminó hacia Cajamarca con 2.600 hombres; y finalmente, rumbo a Huaraz se dirigió la División Arriagada compuesta de 3.000 soldados.

Mientras tanto, Cáceres decidió movilizarse hacia el norte para reforzar su posición y además para debilitar a Iglesias. El 1 de junio de 1883 llegó a Huánuco. Luego, atravesó el Callejón de Huaylas, cruzó la Cordillera Blanca, por un abra de 4800 m.s.n.m., subiendo después de la laguna de Llanganuco; de bajada, Vaquería, Seccha, Acobamba y llegó a Pomabamba, con dirección Norte hasta Huamachuco.

El 10 de julio de 1883, Cáceres fue derrotado por las división chilena del coronel Alejandro Gorostiaga en la batalla de Huamachuco, compuesta por unidades que habían participado en anteriores campañas, aunque la mayoría de la tropa era bisoña. El revés fue debido mas que nada a la falta de municiones y bayonetas. Si bien se ha dicho que esta batalla supuso el fin virtual de la guerra, lo cierto es que Cáceres no se dio por vencido y se retiró a Ayacucho, donde intentó organizar un nuevo Ejército de la Breña.

Cuarta expedición contra Cáceres

Desde Huancayo el comando chileno envió contra Cáceres una cuarta expedición, bajo el mando de Martiniano Urriola, quien luego de llegar a Ayacucho fue atacado por las guerrillas ayacuchanas (noviembre de 1883) aunque pudo rechazarlas. Pero sucedió entonces que los chilenos recibieron la orden de abandonar la sierra central y replegarse a Lima porque a esas alturas la paz ya era un hecho: el gobierno peruano encabezado por Miguel Iglesias había firmado el Tratado de Ancón el 20 de octubre del mismo año, reconociendo la derrota y dando por terminada la guerra con Chile. A pesar de la obstinación de Cáceres, su pequeño ejército y su escasa artillería, fue impotente para continuar la lucha y finalmente huyó a Bolivia.

La guerra civil de 1884-85

Aunque Cáceres terminó por reconocer el Tratado de Ancón como hecho consumado, mantuvo su rebeldía contra el gobierno de Iglesias. Estalló la guerra civil, dándose así un triste espectáculo al mundo, que no podía entender cómo, tras sufrir una horrenda guerra internacional, los peruanos se enfrascaban en otra interna. Los partidarios de Cáceres se llamaban los “rojos” y los de Iglesias los “azules” por el color del gorro o kepí militar. En una primera fase, Cáceres atacó Lima, el 27 de agosto de 1884, pero fue rechazado. Se retiró entonces hacia el interior y reorganizó sus fuerzas. Las fuerzas gobiernistas, confiadas en su superioridad, partieron a combatirle. Entonces Cáceres relució sus dotes de estratega y mediante una maniobra militar conocida como la “huaripampeada”, engañó a las fuerzas de Iglesias atrayéndolas hacia las vecindades de Jauja (sierra central) y dejándolas allí aisladas, mientras él y sus fuerzas marchaban a Lima. Iglesias fue cercado en Palacio de Gobierno; viendo que el descontento hacia su gobierno era generalizado, renunció el poder el 3 de diciembre de 1885 en su Consejo de Ministros, presidido por Antonio Arenas, quien se encargó de convocar a elecciones generales.

Elecciones presidenciales de 1886

A los tres días de instalado el Consejo de Ministros ordenó la realización de elecciones populares. La postulación de Cáceres a la presidencia fue hecha por su partido, el Constitucional, tras el que se ocultó el Partido Civil. Y es que la oligarquía, al no poder tomar directamente el poder, tuvo que secundar a un caudillo militar para conquistarlo. La candidatura de Cáceres no tuvo rivales; solo el partido demócrata de Piérola formó la oposición, aunque sin lanzar candidatos. La elección de Cáceres fue pues inevitable.

Primer gobierno (1886-1890)

Presidente Cáceres y su gabinete ministerial.

Cáceres asumió el mando el 3 de junio de 1886. Su mandato (de cuatro años según la Constitución de 1860) significó la liquidación de la situación caótica originada por la guerra y a la vez el restablecimiento de la paz interna. Fue entonces cuando se sentaron las bases de la Reconstrucción Nacional.

En lo que respecta a la política interna, Cáceres gobernó con el apoyó de su partido, el Constitucional (integrado por sus amigos y partidarios), así como del Partido Civil. El Partido Demócrata no lo apoyó, pero tampoco le hizo oposición, porque según declaración de su jefe Nicolás de Piérola, la nación necesitaba paz para la reconstrucción, aunque ya al finalizar el gobierno, Piérola sería apresado. Una característica de este régimen fue la inestabilidad ministerial (hubo en total diez consejos de ministros) debido a la amenaza de censura aplicada destempladamente por una minoría parlamentaria, de tendencia liberal, que también obstruyó la aprobación de importantes medidas, como la firma del Contrato Grace, por lo que acabó por ser expulsada del Parlamento y reemplazada.

Un acontecimiento importante fue el discurso de Manuel González Prada en el Teatro Politeama en 1888, en el que expresó una crítica feroz al pasado republicano y sus líderes, entre ellos Cáceres, y reveló su profundo espíritu antichileno. Una frase de este discurso se ha mantenido en la memoria de los peruanos: «¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!». MGP fundó el partido Unión Nacional, que se constituyó en la extrema izquierda del espectro político de entonces.

Como punto trágico fue el sometimiento de las guerrillas campesinas indígenas en armas desde la Guerra con Chile, y que se oponían a volver al control de los terratenientes blancos. Cáceres envió tropas del nuevo ejército peruano, los cuales derrotaron a los rebeldes, los mismos que años antes se habían transformado en héroes nacionales de la resistencia en la Guerra del Pacífico.

Aspecto económico

En el aspecto económico, los problemas más urgentes eran los siguientes:

  • La existencia de grandes cantidades de billete fiscal o papel moneda emitido desde 1878 con la garantía del Estado y que entonces estaban muy devaluados.
  • La falta de recursos para cubrir las necesidades de la Nación.
  • La existencia de una cuantiosa deuda externa que tenía quebrado el crédito del Perú en el extranjero.

El gobierno de Cáceres encaró este problema de la siguiente manera:

  • Desaparición del billete fiscal.- En 1884 el billete fiscal en circulación ascendía a más de 120 millones en soles e incas; este billete se hallaba enormemente devaluado. En 1886, el primer año del gobierno de Cáceres, reapareció la moneda metálica de plata, aunque se mantuvo el curso del billete fiscal cuya conversión en metálico se dispuso; para entonces un sol plata equivalía a 21.8 soles en billetes. Una de las medidas fue autorizar que hasta un 20 % del impuesto de aduanas fueran pagados en billetes, lo que solo estimuló la ola especulativa. Mientras tanto, el billete se fue depreciando mucho más; a fines de 1887 un sol plata valía de 28 a 35 soles en billetes. Vista la desconfianza general, a principios de 1888 el gobierno ordenó que todas las oficinas públicas recibieran entradas sólo en metálico. Los billetes fiscales dejaron así de circular oficialmente y en 1889 se permitió que fueran canjeados con títulos de la deuda pública interna, medida que solo benefició a los grandes especuladores, más no a la gran masa de la población que de un momento a otro se vio en posesión de billetes que ya no valían nada.
  • Reorganización hacendaria.- Anteriormente, los ingresos del Estado provenían mayoritariamente del guano y el salitre, pero estos ya eran cosa del pasado. Ahora, las rentas de las aduanas se convirtieron en la principal fuente de recursos. Para hacer frente a los gastos del presupuesto la política económica del gobierno siguió dos caminos paralelos: hacer economías y crear nuevos impuestos. Los egresos de la Nación se redujeron a seis millones y medio de soles, con igual suma de gastos. Se crearon los impuestos al consumo del alcohol y el tabaco, el estanco del opio y el impuesto del papel sellado.
  • Descentralización fiscal.- Para una mejor recaudación e inversión de las rentas del Estado, se estableció la descentralización fiscal, esto es, que las rentas del Estado fueron divididas en generales, para los gastos del Estado, y en departamentales, destinadas a satisfacer las necesidades del departamento. Para recaudar y vigilar la inversión de las rentas de cada departamento se crearon Juntas Departamentales, formadas por representantes del gobierno y de las Municipalidades. Sin embargo, los resultados de esta descentralización no respondieron a las expectativas del gobierno. Uno de los impuestos que generaron más descontento en la población andina fue el de la contribución personal, que recordaba al tributo indígena colonial abolido por Ramón Castilla en 1855.
  • Cancelación de la deuda externa. El Contrato Grace.- Después de la guerra con Chile el Perú quedó con una cuantiosa deuda externa proveniente de los empréstitos de 1869, 1870 y 1872, que llegaba a la enorme suma de 51 millones de libras esterlinas, lo cual, obviamente, resultaba imposible de pagar. Los acreedores amenazaban con requisar al Perú sus exportaciones, si es que no se avenía a transar un acuerdo, por lo que urgía una salida. Por otro lado, el estado de deterioro de los ferrocarriles y la necesidad de fuertes capitales para restaurarlos y construir otros era de suma urgencia. A fines de 1886, el irlandés Michael Grace, en nombre de los acreedores extranjeros reunidos en un "Comité Inglés de Tenedores de Bonos de la Deuda Externa del Perú", presentó al gobierno de Cáceres el proyecto de un convenio para cancelar la deuda. La propuesta era que el Estado peruano hiciera a los acreedores una cesión de todas las obras ferroviarias (que por cierto habían sido construidas con el dinero de los préstamos), la entrega de tres millones de toneladas de guano (que al final se redujeron a dos), la cesión de dos millones de hectáreas en la selva central, el libre uso de los muelles a los que llegaban los ferrocarriles, incluida la libre navegación por el lago Titicaca, y 33 anualidades de 80.000 libras esterlinas. Lo primero que podría parecer desventajoso para el interés de la nación peruana era la entrega de los ferrocarriles, pero al estar estos inconclusos o deteriorados, la idea se tornaba viable, pues los acreedores se comprometían a ponerlos en servicio, así como ampliar algunas líneas, para lo cual realizarían las inversiones necesarias. No obstante, hubo un amplio debate en el Perú si era pertinente aceptar el contrato, y en el Congreso se fue prorrogando su aprobación, hasta que el gobierno hizo vacar a los congresistas recalcitrantes y nombrar a otros, logrando así la aprobación en octubre de 1889. Los bonistas ingleses crearon la compañía The Peruvian Corporation para la explotación de los ferrocarriles durante 66 años, según lo estipulado en el contrato. Además, se comprometían a concluir los tramos ferroviarios de Chicla-La Oroya (ferrocarril central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur), y a construir 70 kilómetros más de cualquier otro ferrocarril.

Aspecto internacional

En 1887 la República del Ecuador revivió su plan de 1857 de ceder como pago a sus acreedores británicos grandes extensiones de tierras en la Amazonía peruana. La diplomacia peruana logró detener este proyecto y firmó con dicha república, el 1 de agosto de ese mismo año, un convenio por el cual la cuestión de límites fue sometida al arbitraje del Rey de España. En 1889, el comisionado especial del Perú en España, José Pardo y Barreda, presentó al monarca el Alegato del Perú, notable estudio jurídico de la cuestión que desde entonces fue el baluarte de la defensa peruana en ese pleito de límites.

Origen del problema de La Brea y Pariñas

El problema de la explotación del petróleo en el yacimiento de La Brea y Pariñas, y que demandó la atención de casi todos los gobiernos peruanos hasta los años 1960, se originó inmediatamente después de la guerra con Chile, cuando se discutía el Contrato Grace. Dicho yacimiento pertenecía entonces a Genaro Elguero, y en la medición que se hizo en 1888 para el pago del impuesto correspondiente, se determinó erróneamente que solo abarcaba 10 pertenencias, determinándose el impuesto en solo 150 soles al semestre (15 soles por pertenencia). En 1890 el yacimiento pasó en arrendamiento a la empresa anglonorteamericana London Pacific Petroleum Co., por 99 años, operándose de esta manera la penetración del capitalismo inglés en la naciente industria petrolífera.

Otras obras y hechos importantes

Otras obras y hechos importantes del primer gobierno del general Andrés A. Cáceres fueron los siguientes:

  • Se instauró la educación primaria obligatoria.
  • Se hicieron algunas obras de irrigación en el norte y centro del país.
  • Se crearon Escuelas Talleres en las capitales de Departamentos.
  • Se reabrieron las Escuelas Naval y Militar.
  • Llegó a las costas peruanas la cañonera Lima, de 1790 Ts, uno de las dos navíos de guerra mandados a construir por el gobierno peruano en Kiel en 1880. Fue la primera unidad de la nueva escuadra del Perú, que renacía tras el descalabro de la guerra. La otra cañonera gemela tuvo que ser cedida a los constructores en pago de deudas existentes.
  • Se fundó en Lima el Banco Italiano en 1889 con aporte de capitales de la colonia italiana, institución que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de Banco de Crédito del Perú.
  • Se creó la Sociedad Geográfica de Lima (1888).
  • Se fundó la Cámara de Comercio de Lima, en 1888.
  • El 16 de mayo de 1886, se inició el alumbrado eléctrico en Lima, inaugurado en la Plaza de Armas y que se extendió a las calles aledañas.
  • En 1888 se instaló el servicio telefónico en Lima, que luego se extendió al Callao.
  • Se inauguró en 1889 el muelle del puerto de Salaverry, en el departamento de La Libertad.
  • La explotación del petróleo, a cargo de capitales ingleses, tuvo un desarrollo importante en el norte del Perú. En el campo petrolífero de Zorritos, había 9 pozos que daban 250.000 a 300.000 litros de petróleo diarios, hacia 1890. Se obtenía también keroseno, que era de buena calidad.
  • En julio de 1890 llegaron numerosos restos de los héroes peruanos caídos en las acciones de Angamos, Pisagua, San Francisco, Tarapacá, Alto de la Alianza y Arica. Fue en esa ocasión que llegaron los restos de Miguel Grau y de Alfonso Ugarte, siendo sepultados el día 16 de julio en solemne ceremonia en el Cementerio Presbítero Maestro.

Elecciones presidenciales de 1890

Cáceres designó a su vicepresidente y partidario Remigio Morales Bermúdez como su candidato para las elecciones presidenciales programadas para el 13 de abril de 1890. Como contrincante se presentó Francisco Rosas, candidato por el Partido Civil; mientras que Piérola, líder del Partido Demócrata, instó a sus seguidores a que se abstuvieran de votar. Los principales dirigentes demócratas fueron perseguidos y encarcelados, Piérola entre ellos. Contando, pues, con el control total del proceso electoral, Morales Bermúdez resultó electo presidente de la República para el período 1890-1894.

Tras entregar el poder a su sucesor, Cáceres pasó a desempeñarse como ministro plenipotenciario en Inglaterra y Francia.

Segundo gobierno (1894-1895)

Andrés Cáceres durante su Segundo Gobierno

Cáceres retornó en 1894, cuando finalizaba el gobierno de Morales Bermúdez, iniciando entonces su campaña electoral para volver a la presidencia. Contaba naturalmente con el apoyo del gobierno. Pero el 23 de marzo de ese año Morales Bermúdez enfermó gravemente y dejó de gobernar; según la Constitución debía asumir el mando el primer vicepresidente Pedro Alejandrino del Solar, pero el Consejo de Ministros no quiso entregarle el poder, ya que Del Solar no le inspiraba confianza, pues se había mostrado contrario al apoyo gobiernista hacia la candidatura de Cáceres.

Juramentación de Andrés Avelino Cáceres

Morales Bermúdez falleció el 1 de abril, día en que coincidentemente debía celebrarse las elecciones para elegir a su sucesor, las cuales fueron suspendidas. Los caceristas presionaron para que el mando provisional fuera transferido al segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño. Así se hizo y la misión del nuevo mandatario era convocar a nuevas elecciones. Pero Borgoño, además de la elección del Presidente, dispuso que se renovara totalmente el Congreso, argumentando que su composición no era representativa y que no gozaba de ninguna autoridad ni prestigio. Esto constituía un acto inconstitucional pues solo se podía renovar el Congreso por tercios. En realidad, Borgoño buscaba allanar el camino para la elección de su líder, el general Cáceres. Este, contando con el apoyo de todo el aparato gobiernista, triunfó y asumió el poder el 10 de agosto de 1894.

La guerra civil de 1894-95

Este nuevo gobierno de Cáceres carecía de legitimidad y popularidad, por lo que era inevitable que surgiera la guerra civil. La oposición la lideró el caudillo Nicolás de Piérola, fundador del Partido Demócrata, que se había unido a los civilistas, formando así la llamada la Coalición Nacional. La bandera de los revolucionarios era la libertad electoral, el fin del militarismo en el gobierno y la abolición de la contribución personal. En las provincias surgieron las montoneras pierolistas y caceristas, que luchaban entre sí. Desde Chincha, Piérola avanzó a Lima donde entró encabezando a sus huestes por la Portada de Cocharcas, el 17 de marzo de 1895. Durante tres días se prolongó la lucha en la capital, a pesar de que los caceristas habían sido forzados a retroceder a Palacio de Gobierno. Se calcula que murieron alrededor de mil personas, cuyos cadáveres quedaron insepultos, amenazando con desatar una epidemia. Frente a tal situación, el cuerpo diplomático se reunió y logró una tregua de 24 horas entre los dos bandos para sepultar los cuerpos. La paz fue prorrogada, y Cáceres, al ver que la mayoría del país estaba en su contra, renunció y salió al extranjero. Finalizó así la guerra civil, que propició la ascensión de Nicolás de Piérola, inaugurándose un nuevo período en la historia republicana del Perú.

Post presidencia

Luego de vivir en Buenos Aires de 1895 a 1899, Cáceres regresó al Perú y residió en Tacna y Arica. Como jefe del Partido Constitucional tuvo ingerencia en la política nacional durante la llamada República Aristocrática. Fue ministro plenipotenciario en Italia (1905-1909) y Alemania (1911-1914) y, de vuelta una vez más en el Perú, presidió la convención de partidos que en 1915 designó a José Pardo y Barreda como candidato a la presidencia de la República. Pero desde 1918 conspiró contra este gobernante y apoyó el golpe de estado de Augusto B. Leguía, que ocurrió el 4 de julio de 1919.

La Asamblea Nacional, por ley Nº 4009 del 10 de noviembre de 1919, en reconocimiento a su brillante conducción de la campaña de la resistencia, le confirió el grado de Mariscal del Perú, asignándole una renta anual. Sus últimos días los vivió retirado en el balneario de Ancón. Su muerte y entierro dieron lugar a toda una jornada de duelo nacional.

Memorias

La Tumba de Andres Avelino Cacéres en Cementerio Presbítero Maestro

Sus valiosos testimonios de guerra los trasmitió a su hija, Zoila Aurora, y al comandante Julio C. Guerrero. La primera los dio a conocer en La campaña de la Breña (1927) y el segundo utilizó esos testimonios para publicar La guerra entre el Perú y Chile (Madrid, 1924) y Memorias del general Cáceres (Berlín, 1924 y Lima, 1973).

Legado

En el Perú, Cáceres es visto como un símbolo de la resistencia contra Chile, durante la guerra del Pacífico. Su figura es ampliamente recordada en la memoria colectiva de los pobladores de la sierra peruana.

Muchas veces a través de las tradiciones orales legadas por los descendientes de quienes conformaron el Ejército del Centro y las fuerzas guerrilleras de cada pueblo. Otras veces mediante variadas manifestaciones culturales y folklóricas, como es el caso de las existentes en los Valles de Yanamarca-Acolla, San Jerónimo de Tunán, Hualhuas, Pucará, Chupaca y Sicaya en el Valle del Mantaro.


Predecesor:
Antonio Arenas
Presidente del Consejo de Ministros
Presidente Constitucional del Perú
3 de junio de 1886 a 10 de agosto de 1890
Escudo nacional del Perú.svg
Sucesor:
Remigio Morales Bermúdez
Presidente Constitucional
Predecesor:
Justiniano Borgoño
2º vicepresidente
Presidente Constitucional del Perú
10 de agosto de 1894 a 20 de marzo de 1895
Escudo nacional del Perú.svg
Sucesor:
Manuel Candamo Iriarte
Presidente Junta Gobierno

Referencias

Bibliografía

  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomos 6, 7, 8 y 9. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Chirinos Soto, Enrique: Historia de la República (1821-1930). Tomo I. Lima, AFA Editores Importadores S.A., 1985.
  • Contreras, Carlos: La posguerra del Pacífico y la formación del Perú moderno (1883-1933). Tomo XI de la “Historia del Perú” publicada por la Empresa Editora El Comercio S.A, 2010. ISBN 978-612-4069-97-0
  • Fonseca, Juan: Un Estado en Formación (1827-1883). Tomo X de la “Historia del Perú” publicada por la Empresa Editora El Comercio S.A, 2010. ISBN 978-612-4069-96-3
  • Luna Vegas, Emilio: Cáceres: genio militar. Lima, 1978. Librería Editorial Minerva.
  • Orrego, Juan Luis: La República Oligárquica (1850-1950). Incluida en la Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 3, BEI/CAN. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-152-5
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomos IX, X y XI. Primera Edición. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971.
  • Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-50-8

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