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Capitalidad en España
En España existen varias capitales. La capital del Estado es Madrid, que es la sede del gobierno del país y el Jefe de Estado. Después están las capitales de las comunidades autónomas, que han asumido compentencias de diferentes aspectos (fiscales, sanitariss, etc.). Tabién hay otras dos entidades: las capitales de provincia, incluidas dentro de las comunidades, y las capitales de comarcas. En caso de de ser necesario, exiten las llamadas capitales de municipio.
Contenido
Historia
Corona de Aragón
No puede decirse que haya una capital de la Corona de Aragón. Barcelona es la "ciudad condal", es decir, la sede del conde de Barcelona, título que llevaba consigo el de la mayoría de los condados catalanes (no de todos, ya que algunos de ellos, como Urgel o Ampurias mantuvieron su independencia hasta el siglo XIV, en que se integraron en la Corona de Aragón). Desde la unión matrimonial de Ramón Berenguer IV y Petronila, es también la ciudad donde habitualmente se encontraba el rey de Aragón y donde se centralizó el Archivo de la Corona de Aragón, pero las instituciones de ambos reinos no se fusionaron. La coronación como rey de Aragón en la Seo de Zaragoza (para Pedro IV, «cabeza del reino de Aragón, el cual reino es nuestra principal designación y título»[1] ) quizá fuera el acto más aparatoso, pero la jura de los fueros de cada reino era lo que hacía comenzar efectivamente el reinado en cada uno. El concepto de capital en la Edad Media, sin corte permanente, sino itinerante, es poco funcional. El sistema feudal no lo necesita, es algo extraño a él. Hay Cortes (es decir, parlamentos) en Aragón y Cortes Catalanas (en ambos casos con Generalidad, organismo nacido con funciones tributarias y fiscales y que con el tiempo fue asumiendo funciones políticas), pero en principio podían reunirse en cualquier lugar del territorio bajo su jurisdicción. La reconquista de Mallorca y Valencia y la incorporación de los reinos italianos (Nápoles y Sicilia) complica la estructura institucional, pues funcionan con total autonomía, compartiendo únicamente el rey, y a veces ni el rey, pues era corriente repartirlos entre varios hermanos, aunque luego se iban reunificando, a veces por derechos de herencia y parentesco, y en ocasiones por la preponderancia del titular de un reino sobre otros. En el Compromiso de Caspe (1410) se reunieron en esta ciudad aragonesa representantes de tres de las Cortes territoriales de la Corona de Aragón para elegir a Fernando de Antequera de la Casa de Trastámara como rey. Con la unificación de los Reyes Católicos y sobre todo con los Habsburgo los reyes suelen estar lejos (Felipe II ya fija una capital permanente en Madrid en 1561) y nombran virreyes y constituyen en la corte un Consejo de Aragón.
Corona de Castilla
Burgos era caput castellae (cabeza de Castilla, como lo había sido Amaya, según el Poema de Fernán González), pero esa dignidad sólo le servía para hablar primero en las Cortes, disputándose la prelación con Toledo. Los debates eran vivísimos, y los terminó el rey con la famosa frase: Por Castilla he hablado yo, hable pues... (la ciudad que tocara).
Valladolid puede considerarse capital judicial, por la existencia en ella de la Real Audiencia y Chancillería, institución única hasta la conquista de Granada, donde se fundó otra con competencias al sur del Tajo, mientras que la competencia sobre la corte allí donde estuviera pertenecía a la Sala de Alcaldes). Pero no era capital legislativa, pues las Cortes se convocaban en Alcalá de Henares, Toro, Madrid o donde le conviniera al rey. Tampoco era la residencia única de los reyes, que mantenían la corte itinerante, bien fuera visitando la red de palacios reales o alcázares (una ruta paralela a las cañadas de la Mesta que iba por Segovia, Madrid, Toledo, Córdoba, Sevilla...) o bien visitando vasallos, a costa de los cuales se mantenían, por virtud de la regalía de aposento.
Con el rey Carlos I de España, que encerró a su madre (Juana la Loca) en Tordesillas, se crearon dos capitales: Toledo se convirtió en ciudad imperial, y Granada pasó a ser la capital romántica, donde levantó un palacio renacentista en medio del castillo de la Alhambra para su boda con Isabel de Portugal que tuvo lugar en Sevilla en 1526. No obstante, no estuvo mucho tiempo en ninguna, hizo mil viajes por toda Europa y fue a morir a Yuste, cuando ya no era rey.
Fue el rey Felipe II de España el que fijó la capital en Madrid, donde asentó toda la burocracia y creó un circuito anual por los reales sitios de El Escorial y Aranjuez. El duque de Lerma se llevó unos años la capital a Valladolid, para controlar al rey Felipe III de España más cerca de sus propios feudos (Lerma en Burgos y para chantajear a los comerciantes madrileños, que lo sobornaron para que les devolviera el negocio de tener la corte. Cuando el rey Felipe V de España mandó construir La Granja de San Ildefonso (en plena vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama), porque Madrid no le gustaba, y se pasó dos años melancólico en Andalucía, la burocracia y la administración sobrevivió perfectamente en Madrid sin rey.
Razones de la capitalidad de Madrid
La razón de elegir Madrid pudo ser que había sido comunera y que la requisa de unas tierras de un comunero destacado había proporcionado a los reyes la Casa de Campo, convertidas en un extenso cazadero al lado del Alcázar. Además, Madrid no tenía obispo (ni lo tuvo en todo el Antiguo Régimen), con lo que no fue capital religiosa: lo serían Santiago de Compostela para el norte (donde cobraba el voto de Santiago), Sevilla para el Sur (incluyendo América) y Toledo, la más rica, para el centro, sede de la que dependía Madrid, incluso en lo que toca a tribunal de la Inquisición española. Tampoco había presencia de grandes (aristócratas) cerca, siendo los más cercanos los Mendoza de Guadalajara. Nadie hacía sombra al rey, y los que se acercaran dejaban claro que era porque venían a buscar su sombra, como cortesanos. Es lo que también terminó haciendo un siglo más tarde Luis XIV: irse a Versalles.
Referencias
- ↑ Domingo J. Buesa Conde, en El rey de Aragón (Zaragoza, CAI, 2000, págs. 57-59. ISBN 84-95306-44-1) postula la capitalidad política (que no económica, ni administrativa —puesto que las cortes eran itinerantes en el siglo XIV—) de Zaragoza para la Corona de Aragón a partir de los mandatos de Pedro IV de Aragón establecidos para su propia coronación:
- Pedro IV parte [...] de la aceptación de la capital del Ebro como "cabeza del Reino". [...] por eso hizo saber a sus súbditos que
Mandamos que este sacrosanto sacramento de la unción sea recibido de manos del metropolitano en la ciudad de Zaragozaal tiempo que recordaba:...y como quiera que los reyes de Aragón están obligados a recibir la unción en la ciudad de Zaragoza, que es la cabeza del Reino de Aragón, el cual reino es nuestra principal designación —esto es, apellido— y título, consideramos conveniente y razonable que, del mismo modo, en ella reciban los reyes de Aragón el honor de la coronación y las demás insignias reales, igual que vimos a los emperadores recibir la corona en la ciudad de Roma, cabeza de su imperio.Zaragoza, antigua capital del reino de Aragón, se ha convertido en la capital política de la Corona [...].
- Pedro IV parte [...] de la aceptación de la capital del Ebro como "cabeza del Reino". [...] por eso hizo saber a sus súbditos que
Véase también
- Ser de España
- Anexo:Lista de capitales de España por población
Categorías: Política de España | Historia de España - ↑ Domingo J. Buesa Conde, en El rey de Aragón (Zaragoza, CAI, 2000, págs. 57-59. ISBN 84-95306-44-1) postula la capitalidad política (que no económica, ni administrativa —puesto que las cortes eran itinerantes en el siglo XIV—) de Zaragoza para la Corona de Aragón a partir de los mandatos de Pedro IV de Aragón establecidos para su propia coronación:
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