Reforma Protestante

Reforma Protestante
Para otros usos de este término, véase Reforma.
Difusión de la Reforma Protestante hacia 1560. En color rosa pálido los territorios con predominio luterano (norte, centro y este de Alemania, y países escandinavos y bálticos); en rosa más intenso, anglicano (Islas Británicas); en amarillo, calvinista (Suiza y abundantes núcleos dispersos en Francia, Países Bajos -sobre todo al norte, Holanda-, Escocia y Europa Centro-Oriental). Los católicos en azul (Europa Meridional, sur y oeste de Alemania, Países Bajos del sur -Flandes, la actual Bélgica-, Irlanda, núcleos en Gran Bretaña, Polonia y amplias zonas de Europa Centro-Oriental); y en verde los ortodoxos (su zona tradicional en los Balcanes, Rumanía y Rusia).

Durante el siglo XVI, varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica en la Europa Occidental, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad. A este movimiento religioso se le llamará posteriormente Reforma Protestante, por ser un intento de reformar la Iglesia cristiana buscando la revitalización del cristianismo primitivo y que fue apoyado políticamente por un importante grupo de príncipes y monarcas que "protestaron" contra una decisión de su emperador.

Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote católico agustino Martín Lutero, que revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia católica medieval, que permitía y justificaba exageraciones como la "venta de indulgencias", según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente, y no vendido.

La Reforma Protestante dependió del apoyo de algunas autoridades civiles para poder reformar iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los grandes exponentes de la Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.

El protestantismo ha llegado a constituir la tercera gran rama del cristianismo, con un grupo de fieles que actualmente supera los quinientos millones y que se expande rápidamente en América Latina, Asia y África.

Contenido

Inicios de la Reforma Protestante

Mapa del Imperio con la división en circunscripciones de 1512.

En el siglo XV se produjo una gran crisis en la Iglesia Católica en Europa Occidental debido a los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa. La gota que derramó el vaso fue la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, que provocó finalmente que la cristiandad occidental se dividiese en dos, una liderada por la Iglesia Católica Romana, que tras el Concilio de Trento se reivindicó a sí misma como la única heredera válida de la cristiandad occidental expulsando cualquier disidencia y sujetándose por completo a la autoridad del Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias, generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia cristiana medieval y buscar la restauración de un cristianismo primitivo idealizado. Esto dio lugar a que Europa quedara dividida entre una serie de países que reconocían al Papa, como supremo y único jefe de la Iglesia Católica, y los países que rechazaban las pretensiones de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Dicha división provocó una serie de guerras religiosas en Europa.

La Reforma Protestante se inició en Alemania y se explica en gran parte por las condiciones económicas y sociales que tenía el Sacro Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades eran muy ricas gracias al comercio, además los burgueses eran partidarios del humanismo y de reformar la corrupción de la Iglesia Católica. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta nobleza; los grandes nobles eran casi independientes y señores de numerosas tierras y vasallos campesinos, siempre estaban conspirando contra la autoridad del emperador germánico, que apenas tenía poder sobre ellos. Pero junto a la alta nobleza existía una pequeña nobleza formada por los nobles más pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XV, esta pequeña nobleza estaba completamente arruinada y para recuperar sus ingresos, los pequeños nobles buscaban una oportunidad para apoderarse de los bienes y las improductivas tierras de la Iglesia Católica. La pequeña nobleza aprovechó las ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas, pompas y boatos de la Iglesia Católica, para proclamar que ella no tenía necesidad de propiedades e intentar quedarse con sus cuantiosas riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera en apoyar y aprovechar las convulsiones reformadoras.

Además, existía la figura del Emperador del Sacro Imperio, uno de los poderes universales forjados en mutua competencia durante la Edad Media (el otro era el Papa), cuyo poder efectivo dependía de su capacidad de hacerse obedecer en cada uno de los territorios, prácticamente independientes, y antes de eso de ser elegido por los príncipes electores, unos laicos y otros eclesiásticos. También disponía de unas funciones de dimensión religiosa indudable, que le permitía incluso convocar Dietas con contenido organizativo e incluso doctrinal, como Carlos I de España hizo de hecho durante todo el proceso de la Reforma Protestante. Para algunos autores, la postura recelosa de los pueblos germánicos desde la alta Edad Media (Concilio de Frankfurt, 794, frente al Concilio de Nicea II, 787) se había expresado también en esas luchas entre pontificado e imperio,[1] de una forma incluso protonacionalista, en la que Roma era vista como

« … el último de los imperios paganos de la profecía y la representación del reino terrenal, en tanto que la monarquía franca –por ejemplo- poseía la superior dignidad de rector y guía del pueblo de Dios».[2]

El fundador de la Reforma Protestante fue el monje católico agustino alemán Martín Lutero, quien ingresa en 1507 en la orden religiosa de los agustinos.

En el convento católico, Lutero prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos medievales; llegó a ser un doctor universitario y se le contrató para dar clases en la nueva universidad de Wittenberg, que entonces era la capital del ducado de Sajonia. A partir de la revitalización que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador germánico en el 962, los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua contienda por la supremacía en los asuntos temporales y terrenales.

Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la victoria del Papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio Germánico, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. La animosidad provocada por los impuestos papales y por la sumisión a los delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del movimiento para lograr una independencia absoluta de la jurisdicción papal empezó con la promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire (1393), que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia Católica en el control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial.

Las indulgencias

En este tiempo estalló un gran escándalo en Alemania a causa de la cuestión de las indulgencias (documento que exime al alma del paso por el purgatorio). Muchos consideraron esta práctica como un abuso escandaloso y la culminación de una serie de prácticas anticristianas fomentadas por el clero católico, pero será Lutero el primero que expondrá públicamente su opinión contraria a la venta de indulgencias y a toda la doctrina que la sustentaba.

Para Lutero, la venta de indulgencias era una estafa y un engaño a los creyentes con respecto a la salvación de sus almas. En 1517, Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, en las que atacaba la venta de indulgencias y esbozaba lo que sería su doctrina sobre la salvación solo por la fe. Este documento es conocido como Las 95 tesis de Wittenberg y se consideró el comienzo de la Reforma Protestante.

Las 95 tesis se difundieron rápidamente por toda Alemania gracias a la imprenta, y Lutero se convirtió en un héroe para todos los que deseaban una reforma de la Iglesia Católica. En algunos lugares hasta se iniciaron asaltos a edificios y propiedades de la misma Iglesia Católica. Por sus 95 tesis, Lutero se había convertido en el símbolo de la rebelión de Alemania contra lo que ellos consideraban prepotencia de la Iglesia Católica. Lutero arriesgaba además su vida, ya que podía ser declarado hereje por la jerarquía eclesiástica y ser condenado a la hoguera.

La Reforma Luterana

Al principio, la Iglesia Católica no dio demasiada importancia a las ideas de Lutero, ni a sus ataques contra la doctrina de salvación por las obras, pero muy pronto tuvo que reaccionar ante las noticias que llegaban de Alemania, de que gran parte de la gente estaba desafiando el dominio de la Roma papal.

Lutero continuó atacando la venta de indulgencias y la doctrina que sustentaba tal práctica mediante escritos que la imprenta difundía por toda Alemania. Lutero hacía un llamamiento a la nobleza alemana para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la Iglesia Católica alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la autoridad suprema del Papa sobre la cristiandad universal. Lutero criticaba así mismo los numerosos sacramentos de la Iglesia Católica, reduciéndolos a solo dos, que el pensaba eran bíblicamente fundamentados y afirmaba también que los poderes civiles debían tener plena autoridad política sobre la Iglesia Católica. Esto iba más allá de la doctrina de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza para la Roma papal. Finalmente, el Papa declaró a Lutero un hereje y lo excomulgó, es decir, lo dejó separado de la comunidad de la Iglesia Católica.

Bula Exsurge Domine de León X, que amenaza a Lutero con la excomunión.

En 1521, el recién elegido emperador Carlos I de España y V de Alemania convocó una Dieta de Worms (asamblea de todas las autoridades del imperio) en la ciudad de Worms e invitó a Lutero a que asistiera a la Dieta para explicar su postura. Muchos advirtieron a Lutero que se trataría de una trampa, pero Lutero estaba decidido a acudir pese a todos los peligros. La Dieta se celebró y Lutero expuso su doctrina ante el mismo Carlos V, pero este no quedó convencido por Lutero y, en cambio, hizo una declaración de lealtad y fidelidad a los principios de la Iglesia Católica. A partir de entonces, la dinastía de los Habsburgo se convertirá en la primera defensora de la Iglesia Católica contra los protestantes. Como los Habsburgo eran también reyes de España, la defensa del catolicismo se convertiría en una de las bases de la identidad española, durante siglos.

La Dieta terminó y Lutero se dispuso a regresar a Wittenberg, pero en el camino de vuelta, fue secuestrado por agentes de Federico III de Sajonia, que quería protegerle y que lo escondió con nombre falso en el castillo de Wartburg. El duque quería salvar a Lutero de posibles maniobras de la Iglesia Católica, por lo que Lutero tuvo que quedarse en el castillo y aprovechó ese tiempo para realizar su primera traducción al alemán de la Biblia. Mientras Lutero estaba escondido, sus partidarios empezaron a interpretar sus doctrinas, en un sentido que Lutero no había previsto, como producto de la doctrina de Lutero de la interpretación libre de las Escrituras.

Varios seguidores de Lutero (pronto serían rechazados por el propio Lutero y denominados "reformadores radicales") comenzaron a decir que se debían destruir todas las pinturas, estatuas e imágenes religiosas, que los sacerdotes tenían el deber de casarse, y no sólo afirmaban que la iglesia cristiana no debía tener propiedades, sino, según sus interpretaciones de la Biblia, que todos los cristianos debían tener las mismas propiedades y que, por lo tanto, se debía abolir la propiedad privada y repartir todos los bienes entre los integrantes de la comunidad cristiana. De esta manera, corrientes radicales que apoyaban todo esto, como el Anabaptismo, fueron criticadas por Lutero y posteriormente combatidas por católicos y protestantes por igual.

La alta nobleza reunió un gran ejército que derrotó brutalmente a estos protestantes sublevados en una sola batalla. La represión fue durísima y miles de protestantes fueron ejecutados con extrema crueldad; entre los ejecutados se encontraba el dirigente más importante de esta reforma radical, Thomas Müntzer.

Lutero apoyó desde un primer momento a la nobleza, ya que pensaba que su autoridad era legítima y que su apoyo era indispensable para el triunfo de la reforma de la iglesia cristiana. Durante estos años, Carlos V no pudo intervenir en Alemania, pues prosiguió sus guerras contra Francia y sus campañas contra los turcos, pero en 1529 consiguió un periodo de paz con Francia que le permitió ocuparse de la situación religiosa en Alemania.

En 1529, Carlos V convoca una Dieta en la ciudad de Spira y en ella intenta convencer a los nobles que se han convertido al luteranismo, para que se sometan a la autoridad del Papa, pero los príncipes y señores luteranos se niegan y protestan en la convocatoria de la Dieta, y a causa de esta protesta los católicos comenzarán a llamarlos con el nombre de Protestantes.

En 1530, Carlos V convocó otra Dieta en la ciudad de Augsburgo y en ella intentó conseguir que los luteranos y los católicos se pusieran de acuerdo para aceptar una doctrina cristiana común que superase la división religiosa. Lutero fue invitado de nuevo a asistir, pero se negó y envió en su lugar a su discípulo Philipp Melanchthon. Los esfuerzos de Carlos V en la Dieta fueron inútiles, Melanchthon se negó a cualquier acuerdo y en su lugar los protestantes redactaron la llamada Confesión de Augsburgo, en la que exponían sistemáticamente todos los principios de su doctrina. Los partidarios del Papa seguirían pronto su ejemplo, redactando también su compendio doctrinal, de modo que la cristiandad occidental se había dividido irremediablemente.

El emperador Carlos V en Mühlberg, pintado por Tiziano.

Lutero muere en 1546 mientras Carlos V preparaba en Alemania una campaña contra la liga de Esmalcalda, defensora del protestantismo. Carlos V presentó su campaña no como una guerra contra los protestantes, sino como un castigo contra los nobles que se habían rebelado contra su emperador; en su ejército había sobre todo tropas españolas, pero también nobles protestantes que no se habían unido a la liga y que permanecían fieles a Carlos V. El ejército de Carlos V derrotó a la liga de Esmalcalda en 1547 en la gran batalla de Mühlberg. Parecía que el triunfo de Carlos V era total y toda Sajonia fue ocupada por las tropas del emperador germánico.

Carlos V se proponía ahora encontrar una solución a la división religiosa de Alemania, pero su triunfo había asustado a todos los nobles de Alemania, tanto a los católicos como a los protestantes, que temían que el emperador se volviera demasiado poderoso. Todos estos nobles van a formar posteriormente en secreto una alianza contra Carlos V anulando las ventajas conseguidas por la victoria de Mühlberg.

En un momento en que Carlos V se encontraba en Alemania sin tropas españolas, los nobles alemanes se rebelan contra él y el emperador tuvo que escapar hacia Italia, mientras su poder y autoridad se derrumbaban en Alemania.

Carlos V se vio obligado a aceptar las condiciones de los nobles rebeldes y en 1555 firmó la paz de Augsburgo. Según esa paz, cada príncipe alemán podía profesar la religión que quisiera sin que el emperador lo pudiese impedir (eius regio cuius religio), sin embargo, todos los vasallos de un noble tenían que tener la misma religión. Finalizaba así el sueño de Carlos V de mantener la unidad religiosa en sus dominios.

La Contrarreforma Católica

Artículo principal: Contrarreforma Católica

Durante casi 20 años, la Iglesia Católica había visto cómo gran parte de los católicos se peleaban entre ellos en Europa y sus obispos, dejaban de reconocer al Papa como Primus inter pares o como máxima autoridad de la Iglesia Católica, y se separaban de Roma incluso algunos cardenales, en consecuencia, hubo muchos partidarios de Roma que requerían una reacción de su Iglesia Católica, que mejorase sus costumbres y corrigiera los errores que habían alimentado la Reforma Protestante. A esta reacción de la Iglesia Católica contra el protestantismo se le conoce generalmente con el nombre de Contrarreforma Católica (aunque escritores católicos prefieren el término "Reforma Católica").

Aunque muchos creían que era necesario reformarse, no sabían el modo de hacerlo. Pronto, se llegó a la idea de que la mejor solución era convocar a un Concilio donde se pudiesen discutir las posibles reformas. Carlos V presionaba también a los Papas para que se convocase ese concilio con la esperanza de que la Iglesia Católica volviese a existir unificada, pero los Papas desconfiaban de las pretensiones políticas de Carlos V en Italia y no convocaron este concilio sino hasta 1545, reunión que sería conocida como Concilio de Trento.

Las sesiones del Concilio de Trento duraron casi 17 años, ya que fueron interrumpidas muchas veces. Varios Papas se sucedieron en Roma en ese lapso y cuando dicho concilio finalizó, en 1562, ya había muerto Carlos V.

El Concilio de Trento se desarrolló sin la participación de los católicos adherentes al emergente protestantismo (aunque fue Lutero quien primero propuso la necesidad de un concilio, en 1518), en muchos casos ellos mismos se negaron a participar, creando así una nueva Iglesia Católica, e intentándose librar de los errores anteriores: se cuidó la formación de los obispos, se establecieron medidas de disciplina para los sacerdotes y se crearon seminarios para que los nuevos sacerdotes tuvieran una preparación religiosa adecuada para poder enseñar una fe católica.

Se reafirmaron todos los puntos de la doctrina milenaria católica frente a las protestantes:

  • Rechazo a la idea de la Biblia como fuente única de doctrina (son de igual importancia la Sagrada Tradición Apostólica y el Magisterio de la Iglesia Católica que junto con la Biblia hacen parte del único depósito de la fe).
  • La salvación es por gracia de Dios mediante la fe y las obras juntas (Decreto de la Justificación).
  • La Eucaristía se definió dogmáticamente como la consagración del pan en el cuerpo de Cristo y del vino en su sangre, que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
  • La veneración a las imágenes iconográficas y a las Reliquias, muchas de ellas vinculadas al culto cristiano de María (madre de Jesús) como virgen y a los Santos fueron confirmadas como práctica cristiana, junto a la existencia del Purgatorio. Esto tendría una enorme importancia en el desarrollo del arte en las iglesias católicas europeas, el llamado arte barroco será las expresión artística de la Contrarreforma Católica, con gran abundancia de imágenes para atraer al hombre común a la fe católica.
  • Se unificaron los ritos de la Iglesia Católica Occidental en uno solo, la Misa tridentina.

La Contrarreforma Católica alimentó un renacer en la Roma papal, impulso que se manifestó en el reavivamieto de antiguas órdenes religiosas, como la Orden de los carmelitas descalzos, reformada en España por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los dos grandes escritores místicos de la Península Ibérica.

Pero la orden religiosa que más ayuda prestó a la Contrarreforma Católica fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola, de la que se distinguieron varios teólogos participantes en el Concilio de Trento.

La Reforma Protestante en Inglaterra

Comenzó con la difusión en la isla de los primeros escritos de Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y otros reformadores continentales. Además, la tradición de John Wyclif, reformador medieval, probablemente aún ejercía influjo en ciertos sectores de la Iglesia de Inglaterra.

Enrique VIII ascendió al trono de Inglaterra siendo muy joven y al principio no se interesó por los problemas de gobierno, que dejó en manos de su favorito, el cardenal Thomas Wolsey, a quién nombró canciller de Inglaterra. Enrique VIII siempre fue un católico convencido, y un ardiente partidario de la primacía de Roma sobre la cristiandad, por ello fue declarado "Defensor de la Fe" (Fidei Defensor) por el Papa León X tras publicar "La Defensa de los Siete Sacramentos" (1521), donde argumentaba con vehemencia a favor de las prerrogativas del papado. Por ello resulta curioso el hecho de que la Iglesia de Inglaterra se haya separado de la Iglesia Católica a mediados del siglo XVI, no por aceptar o compartir las ideas reformadoras de Lutero u otros protestantes, sino que por iniciativa del rey Enrique VIII.

Enrique VIII se opuso sin embargo a la reforma de la Iglesia de Inglaterra tras decretar el Acta de supremacía en 1534, por la que el mismo rey se convertía en jefe de la Iglesia de Inglaterra, no se realizó ninguna modificación doctrinal o litúrgica sustantiva bajo su gobierno, solo se prohibió a obispos y sacerdotes ingleses tener relación con la Curia Romana y se expropiaron los bienes excedentes de la Iglesia Católica en beneficio de la Corona Real.

Al sucederle su hijo Eduardo con el nombre de Eduardo VI, con apenas 9 años de edad, se produjeron los primeros avances efectivos de la reforma de la Iglesia de Inglaterra, pues se redactó el primer Libro de Oración Común, que introdujo, gracias al trabajo del Arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, ciertos cambios menores en la doctrina y sobre todo en la forma de celebrar la misa. Este libro fue la primera expresión concreta de la reforma de la Iglesia de Inglaterra.

En 1553, Eduardo VI muere a la edad de 15 años, dejando como sucesora a Jane Grey (coronada el 10 de julio de 1553), quien gobernó solo unos días. Se produjo una breve guerra de sucesión hasta que se impuso como reina (con el apoyo de la mayoría) María I de Inglaterra, quien rápidamente abrogó las reformas religiosas introducidas durante el reinado de Eduardo VI y sometió nuevamente a obediencia papal a la Iglesia de Inglaterra, en noviembre de 1554.

Restablecido el catolicismo, el Acta de Supremacía y el Libro de Oración Común fueron suprimidos y se nombraron nuevos obispos, se persiguió a los partidarios de la independencia de la Iglesia de Inglaterra (ya conocidos como anglicanos) y algunos de ellos acabaron en la hoguera (no todos eran favorables a la reforma religiosa).

María murió en 1558 a los 42 años de edad y sin hijos, por lo que su media hermana, Isabel I de Inglaterra fue proclamada reina. Isabel asumió el trono de Inglaterra tratando de mantener la unidad nacional por sobre las diferencias religiosas, por lo que no mostró inicial apoyo a ninguno de los bandos en disputa (protestantes y católicos), sin embargo, la política internacional y especialmente las conspiraciones y rebeliones, la hicieron dar cada vez más apoyo al bando protestante.

Isabel restauró el Acta de Supremacía, por lo que los obispos partidarios de la supremacía católica fueron depuestos y sustituidos, proclamó luego el Acta de Uniformidad que obligaba a todas las parroquias de la Iglesia de Inglaterra a utilizar el Libro de Oración Común (con aquellos pequeños cambios introducidos por Cranmer) con su texto en inglés y no en latín. Todo ello dio espacio para la difusión de las ideas de la Reforma Protestante en Inglaterra, no obstante la moderación que en general siguió teniendo la Iglesia de Inglaterra al conservar casi intacta su tradición medieval.

Isabel I persiguió cruelmente a los católicos durante su reinado.

La Reforma Protestante en Suiza

La parte central del Monumento Internacional de la Reforma, en Ginebra, Suiza, recuerda el legado de Guillaume Farel, Juan Calvino, Teodoro de Beza y John Knox.

En Suiza también se van a separar algunos territorios de la Iglesia Católica; las ideas de Lutero llegaron muy pronto a Suiza y aparecieron una serie de predicadores que criticaban la corrupción de la Iglesia Católica y defendían la creación de una "iglesia" distinta. Uno de los primeros fue Zwinglio. Aunque compartía muchas de las ideas de Lutero, Zwinglio quería dar una mayor libertad a su nueva "iglesia" cristiana y rechazaba el sometimiento de los cristianos a la nobleza como defendía Lutero. Al final el mismo Lutero criticó a Zwinglio y se alegró públicamente de su muerte cuando Zwinglio muere en un combate contra los suizos católicos.

Pero el principal foco de la Reforma Protestante en Suiza va a ser la ciudad de Ginebra, gracias a la actuación de Juan Calvino que con Lutero es la mayor figura de la Reforma Protestante.

En Ginebra una serie de reformadores habían asaltado las iglesias y conventos expulsando a los sacerdotes católicos, pero estos reformadores no sabían cómo organizar la nueva "iglesia" que pretendían crear ni tampoco tenían claro qué nueva doctrina querían establecer, por lo que llamaron a una figura de prestigio dentro del campo protestante, que supiera cómo organizar la nueva iglesia y diera un contenido religioso claro, y llamaron a la ciudad a Juan Calvino.

Este era un francés que había estudiado teología en varias universidades, entre ellas la de París; aunque al principio acepta algunas de las ideas luteranas, muy pronto piensa que Lutero ha conservado demasiadas cosas de la Iglesia Católica que debían ser suprimidas. Calvino también opina que el hombre debe acceder a la fe por medio de la lectura de la Biblia, pero considera que se debían de eliminar todos los sacramentos de la Iglesia Católica, incluyendo los tres que había conservado Lutero. Para él todas las imágenes debían ser eliminadas de los templos religiosos.

Calvino también pensaba que no debían existir ni sacerdotes ni obispos y que los jefes religiosos debían ser pastores elegidos por la consagración; pero la teoría religiosa más importante que Calvino predicó como producto de su libre interpretación de la Biblia es la Predestinación: según esta teoría el hombre por sí mismo no puede hacer nada para alcanzar la salvación, ni por la fe ni por las obras, sino que antes de nacer Dios ya ha elegido a un hombre para la condenación o la salvación y el hombre no puede hacer nada para cambiar el designio divino. En la sociedad humana se puede distinguir a los hombres elegidos para su salvación en los que llevan una vida virtuosa y sin pecado y en los que tienen riquezas y éxito material en la vida, pues eso es signo de la protección de Dios.

Calvino empezó a exponer sus ideas en París, pero como Francia era católica tuvo que huir del Reino y refugiarse en el extranjero. Ya empezaba a ser conocido entre los protestantes europeos como un hombre firme y enérgico, un gran teólogo y un buen organizador que sabía dirigir a los hombres, y por esta razón fue llamado por los protestantes de Ginebra.

Cuando Calvino llega a Ginebra, toma la decisión de que si quiere imponer una nueva "iglesia" que adopte sus puntos de vista religiosos tiene que controlar el gobierno de la ciudad; intenta dar órdenes al consejo municipal, que termina por expulsarle de Ginebra.

Sin embargo, la situación en Ginebra continuaba sin aclararse, las autoridades de la ciudad eran incapaces de organizar una "iglesia" nueva y Calvino seguía teniendo partidarios en la ciudad; estos partidarios convencen a las autoridades de Ginebra para que permitan el regreso de Calvino a Ginebra con la promesa de que no se entrometerá en el gobierno político de la ciudad. Y las autoridades autorizan el regreso de Calvino a Ginebra en 1541.

Calvino ha aprendido la lección y ha comprendido que no puede manifestar abiertamente su deseo de controlar políticamente la ciudad; sin embargo, no renuncia a hacerse con el poder de Ginebra, que para él era indispensable para fundar su nueva iglesia. Durante doce años Calvino va a llevar a cabo una paciente labor para ganarse partidarios en el gobierno de la ciudad, aumentar su influencia en Ginebra hasta que llegase el día en que el gobierno y todas sus instituciones estuvieran bajo su control. Cuando ya Calvino está a punto de controlar el gobierno se produce la ejecución en la hoguera del español Miguel Servet.

Miguel Servet era un humanista español típico de la época del Renacimiento, tenía curiosidad por todas las materias desde la ciencia a la medicina pasando por la filosofía y la religión. Como muchos hombres de su tiempo estaba descontento con la Iglesia Católica y rechazaba la doctrina católica milenaria. Servet desarrolló sus propias ideas religiosas y llegó a creer que Jesucristo no había sido hijo de Dios, que sólo tenía naturaleza humana y no divina; esto era adoptar una corriente de los primeros siglos del cristianismo, que la Iglesia Católica había condenado por herética en el siglo IV y que todos los protestantes rechazaban con escándalo. Servet fue a estudiar a las universidades francesas y también en la de París, donde conoció a Calvino. Allí Calvino comenzó a tener un profundo odio hacia aquel español al que consideraba un peligroso hereje.

A causa de sus opiniones, Servet tuvo que escapar de París, cambió de nombre y se instaló como médico en una localidad cerca de la frontera con Suiza; tuvo éxito como médico y llegó a adquirir una respetable situación económica y fue en esos años cuando descubrió la circulación de la sangre.

Pero Servet seguía con sus inquietudes religiosas y escribió un libro sobre sus doctrinas acerca de Jesucristo, que hizo imprimir clandestinamente en una imprenta secreta.

Pero Servet cometió el error de escribir a Calvino en Ginebra enviándole ejemplares de su libro, y Calvino en una carta lo denuncia a la Inquisición francesa católica. Sin embargo, Servet tenía amigos que le protegieron y ayudaron a ocultar su imprenta, y la Inquisición católica renunció a investigar. Pero Calvino envió las cartas que el propio Servet había escrito; las cartas eran una prueba irrefutable de que aquel médico era el español Miguel Servet.

La Inquisición católica condena a Servet a la hoguera pero la noche antes de la ejecución sus amigos ayudan a Servet a escapar. Servet no sabe la influencia política que Calvino tiene en Ginebra y comete el tremendo error de intentar refugiarse en esa ciudad, creyendo que allí estaría seguro. En Ginebra, Calvino lo reconoce y consigue que las autoridades de la ciudad lo detengan como hereje. Calvino quiere que se juzgue a Servet y se le queme en la hoguera, pero todavía no controla del todo el gobierno de la ciudad y el juicio de Servet se va a convertir en un pulso entre Calvino y los gobernantes de la ciudad que se oponen a él, pero finalmente Calvino se impone y Servet es condenado a la muerte en la hoguera, un ejemplo claro de la "inquisición protestante", que perseguía y ejecutaba a los que consideraba "herejes".

La muerte de Servet, alejó de Calvino a una serie de protestantes europeos que se habían refugiado en Ginebra. Estos protestantes también tenían sus propias ideas religiosas, sintieron sus vidas amenazadas y escaparon de la ciudad; el más famoso de estos refugiados fue Sebastián Castellion que desde el extranjero denunció a Calvino por la muerte de Servet defendiendo la tolerancia religiosa y el derecho del hombre a tener sus propias opiniones; Castellion es considerado el padre de la libertad de pensamiento en Europa.

Pero la muerte y el juicio de Servet le sirvieron a Calvino para hacerse definitivamente con el gobierno de la ciudad, los adversarios de Calvino fueron expulsados del gobierno municipal y algunos de ellos ejecutados. Ahora toda Ginebra obedecía las órdenes de Calvino.

Calvino quiso hacer de Ginebra la capital religiosa de un nuevo cristianismo y quiso obligar a sus habitantes a la fuerza a llevar una vida virtuosa y cristiana: se suprimieron todos los bailes, se prohibieron todas las canciones, se prohibieron todos los espectáculos y representaciones teatrales, se cerraron las tabernas y se prohibieron las bebidas y las borracheras, todos debían ser buenos cristianos a la fuerza.

Toda Ginebra se convirtió en una ciudad calvinista dedicada sólo al trabajo y a la oración. Pero Calvino quería extender toda su comunidad cristiana por toda Europa y en Ginebra se fundaron escuelas calvinistas para todos los protestantes extranjeros que visitaban la ciudad; estos extranjeros debían regresar a sus países de origen y enseñar allí la doctrina calvinista. El más importante de estos extranjeros fue el escocés John Knox, que consiguió que toda Escocia se convirtiera al calvinismo; en Escocia los calvinistas recibieron el nombre de presbiterianos. Escocia fue el único país donde el calvinismo se convirtió en religión oficial, pero también llegó a ser mayoritario en Holanda y hubo importantes minorías calvinistas en Alemania, Inglaterra y en Francia; en Inglaterra los calvinistas recibieron el nombre de puritanos y en Francia se les dio el nombre de hugonotes.

La Reforma Protestante en Hungría

Religioso húngaro Ferenc Dávid fundador del Unitarismo en Transilvania.
Conde húngaro Juan Segismundo Szapolyai, Príncipe de Transilvania.
Conde húngaro Gabriel Bethlen, Príncipe de Transilvania.

La reforma se extendió rápidamente por toda Europa, y en particular en el reino de Hungría, donde adquirió connotaciones políticas muy serias. Los húngaros enfrentaron a los turcos otomanos durante varios siglos, hasta que finalmente en la Batalla de Mohács en 1526, los musulmanes derrotaron a los húngaros y murió el rey Luis II de Hungría (ya para la época del rey Luis II, el poder real se había enfrentado a protestantes húngaros que pretendían contraponer al catolicismo).

Pronto el Reino de Hungría tras la derrota se dividió en tres partes: una al Oeste controlada por los germánicos, donde Fernando I de Habsburgo, hermano del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico fue coronado como rey húngaro; una región central controlada por los otomanos, y una región oriental independiente en la forma del Principado de Transilvania, donde el conde húngaro Juan Segismundo Szapolyai fungió de Príncipe. Szapolyai y toda Transilvania, si bien eran independientes, el Estado era vasallo del Imperio otomano y el sultán decidía qué noble húngaro ocuparía el trono del Principado y cuáles serían sus movimientos políticos principales.[3]

De esta forma el nuevo mapa húngaro tomó forma, y Transilvania y sus Príncipes se convirtieron en las figuras representantes de Hungría, contraponiendo a la dinastía de los Habsburgo que por otra parte portaba la corona del reino. Juan Segismundo Szapolyai se convirtió al protestantismo y comenzó a albergar a todos los filósofos y religiosos checos y germánicos que huían del imperio germánico y de los Habsburgo. La estrategia de Szapolyai y de los posteriores Príncipes de Transilvania fue utilizar al protestantismo como instrumento contra los Habsburgo fielmente católicos, de los cuales querían deshacerse para así poder reunificar el reino húngaro dividido bajo la figura húngara de mayor relevancia, el líder transilvano.

En el año de 1541 se publicó la primera traducción al húngaro del Nuevo Testamento, obra del monje Juan Sylvester y luego en 1590 el pastor protestante Gáspár Károli publicó la primera Biblia completa en húngaro, conocida como la Biblia de Károli. Los Príncipes Transilvanos promovieron las escuelas protestantes, las cuales eran cada vez más populares en ciudades como Bratislava, Sopron, Szárlőrinc, Sárvár, de igual forma como los asentamientos sajones en el Principado húngaro independiente. Al mismo tiempo, el nuevo movimiento religioso protestante de Juan Calvino, conocido como Calvinismo continuó con la misión del luteranismo y pronto la región Nor-Este del Reino húngaro se sumergió a tal punto en la nueva confesión religiosa, que la ciudad de Debrecen la denominaban en aquella época "La Roma Calvinista".

Uno de los pensadores protestantes más significativos fue el pastor húngaro Ferenc Dávid (1510 - 1579), quien primero profesó el luteranismo y luego el calvinismo, posteriormente se volvió un gran defensor del anti-trinitarismo, es decir, no aceptaba la existencia de la Santísima Trinidad, y de esta manera, pronto se convirtió en el fundador del Unitarismo en Transilvania, agregando aún una confesión religiosa más al gran mosaico existente en aquel tiempo. La diversidad religiosa en el Principado alcanzó tales niveles, que el Príncipe Juan Segismundo Szapolyai, de confesión protestante, aconsejado por sus religiosos, convocó a la Gran Asamblea transilvana en la cual se sancionó el Edicto de Turda en 1568. Este documento rezaba que todas las confesiones religiosas cristianas eran aceptadas por igual en el Principado húngaro. Así, éste sería el primer Estado en en mundo reconocer la diversidad de culto cristiano: catolicismo, luteranismo, calvinismo y unitarismo.[4]

Posteriores Príncipes como el barón húngaro Esteban Bocskai (1605 - 1606) y el conde húngaro Gabriel Bethlen (1613 - 1629) fueron fuertes defensores del protestantismo en Transilvania y Hungría, catapultando a los húngaros a un nivel cultural, socio-político y económico de desarrollo a la par con Francia, el Imperio Germánico e Inglaterra. Ellos condujeron guerras de independencia contra los Habsburgo, e inglusive Gabriel Bethlen participó en la Guerra de los Treinta Años (1618 - 1648) apoyando la confederación protestante.[5]

La situación religiosa en la región central del reino húngaro se inclinaba igualmente hacia el protestantismo, pues ahí eran raramente vistos los sacerdotes católicos. Los sacerdotes protestantes contaban con la protección de los otomanos, quienes en realidad no se entrometían en los conflicitos religiosos de los cristianos, sino que lo único que les importaba era que estos pagasen los impuestos a los turcos. Como era de suponerse, en la región del reino húngaro bajo control germánico, el catolicismos se mantuvo con gran fortaleza, y si bien los sacerdotes protestantes eran comunes, la influencia del rey Habsburgo no permitía su predominancia.

Posteriormente los Habsburgo introdujeron en Hungría la contrarreforma católica, y la ardua labor de los jesuitas como el cardenal Pedro Pázmány lograron la paulatina conversión de gran parte de la población al catolicismo (sin embargo, Transilvania permanecerá a grandes rasgos protestante hasta la época actual).

Referencias

Notas

  1. * Christopher Dawson Los orígenes de Europa, ISBN 978-84-321-3617-7
  2. Antonio Almagro : El pueblo español y su destino
  3. Nógrády, Á. , Pálffy, G. y Velkey, F. (2007). Magyar Uralkodók. Debrecen, Hungría: Tóth Könyvkereskedés és Kiadó.
  4. Ferenc David, Enciclopedia Britannica (en inglés)
  5. Bertényi, I. , Diószegi, I. , Horváth, J. , Kalmár, J. y Szabó P. (2004). Királyok Könyve. Magyarország és Erdély királyai, királynői, fejedelmei és kormányzói. Budapest, Hungría: Helikon Kiadó.

Véase también

  • Institución de la religión cristiana

Enlaces externos


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