- Álvaro de Luna
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Álvaro de Luna (Cañete, Cuenca, c. 1390 - Valladolid, 2 de junio de 1453) fue un noble castellano de la familia de Luna. Condestable de Castilla, Gran Maestre de Santiago, y valido del rey Juan II de Castilla. Está enterrado en la capilla de Santiago, en la girola de la catedral de Toledo.
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Infancia y ascenso en la corte
Era hijo natural de Álvaro Martínez de Luna, un noble castellano y de María Fernández de Jarana (La Cañeta). Fue introducido en la corte como paje por su tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, en 1410. Álvaro aseguró pronto una gran ascendencia sobre Juan II, entonces un niño. Durante la regencia del tío del rey, Fernando, que terminó en 1412, no pudo ascender más allá del puesto de sirviente. Cuando, sin embargo, Fernando fue elegido rey de Aragón, tras el Compromiso de Caspe, la regencia quedó en manos de la madre del rey, Catalina de Lancáster, hija de Juan de Gante, nieta de Pedro el Cruel, una mujer alocada y disoluta.
Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la corte y para que el joven rey le tuviera en una alta consideración (que la superstición de la época atribuyó a un hechizo). No obstante, dados los ambiciosos e inescrupulosos nobles que le rodeaban, entre ellos sus primos, los Infantes de Aragón, don Juan II de Navarra y don Enrique de Aragón hermanos de Alfonso V de Aragón, es bastante comprensible que depositara su confianza en un favorito que tenía todas las razones del mundo para permanecer fiel al rey. Álvaro era también un maestro en todos los talentos que el rey admiraba: era un aceptable caballero, un habilidoso lancero, buen poeta y elegante prosista.
Apogeo y caída
A partir de su huida nocturna junto al rey desde Talavera de la Reina al castillo de Montalbán, en noviembre de 1420, cuando tras el golpe de Tordesillas había quedado aquél poco menos que preso de su primo Enrique de Aragón y hasta la pérdida de la confianza del rey, Álvaro de Luna fue la figura central de la Castilla de su época. Era un periodo de conflicto constante provocado por tornadizas coaliciones de nobles que, bajo el pretexto de liberar al rey de la perniciosa influencia de su favorito, realmente trataban de convertirle en una marioneta que sirviera a sus propios intereses. Frente a los infantes de Aragón y la gran nobleza terrateniente, Álvaro de Luna forjó una alianza con la pequeña nobleza, las ciudades, el bajo clero y los judíos (Don Abraham Benveniste), que se oponían a la oligarquía nobiliaria castellana y a los Infantes de Aragón, que defendían los tradicionales intereses políticos y económicos de su familia en Castilla.
La historia de Álvaro de Luna es una constante de expulsiones de la corte por parte de facciones victoriosas, y su retorno cuando la facción vencedora se disgregaba. De hecho, en uno de sus momentos de gloria, en 1423, logró que el rey abriera un proceso amañado al Condestable Ruy López Dávalos aprovechándose de su huida a Aragón por su apoyo a Enrique, para apropiarse de su patrimonio y títulos. Por el contrario, también fue, a su vez, solemnemente expulsado y desterrado a Ayllón en 1427 por los Infantes de Aragón y una coalición de nobles descontentos con su favoritismo; sólo para hacerle volver a la Corte un año después. Álvaro de Luna culminó de forma victoriosa una larga guerra con Aragón, iniciada en el verano de 1429, expulsando a los infantes aragoneses de Castilla.
En 1431, se esforzó en emplear a los inquietos nobles en una guerra para reconquistar Granada. Aunque hubo algunos éxitos (batalla de La Higueruela), era imposible una política consistente dado el carácter levantisco de los nobles y la indolencia del propio rey. Se dice, según unos, que no conquistó Granada por el terremoto de Atarfe, según otros porque fue sobornado por los moros para que no conquistara la ciudad, entregándole un carro repleto de higos, cada uno de los cuales ocultaba una moneda de oro.
En mayo de 1445, la facción de los nobles aliada con los principales enemigos de don Álvaro, los Infantes de Aragón, fue derrotada en la Primera Batalla de Olmedo. Allí fue malherido en una mano -de cuya infección falleció al poco- el Infante Don Enrique de Aragón, y el favorito Don Álvaro, que había sido nombrado Condestable de Castilla y Conde de Santiesteban en 1423, le sucedió en su título de Gran Maestre de la Orden de Santiago. En ese momento, su poder parecía incontestable. Sin embargo, se basaba en el afecto que le dispensaba el rey. Eso cambió cuando la segunda esposa del rey, Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, temerosa del inmenso poder del condestable, conocedora de sus intrigas, abusos y ciertos asesinatos dispuestos por él, urgió con insistencia a su marido a prescindir del favorito. En 1453, el rey Juan II cedió. Don Álvaro fue arrestado en el Castillo de Portillo, juzgado y condenado en un manido juicio que no fue más que una parodia de la justicia. Fue decapitado[1] en cadalso público en la plaza Mayor de Valladolid el 2 de junio de 1453.
Poco después, la gente de Valladolid y alguno nobles llevaron su cuerpo a enterrar al convento de San Francisco, donde él había dejado dicho a los religiosos la noche anterior a su muerte que así lo hicieran. Más tarde, al cuidado casi reverente del que había sido su fiel servidor, Gonzalo Chacón, fueron trasladados a la ciudad de Toledo, donde recibieron tierra definitivamente en la suntuosa capilla de la catedral, llamada de Santiago, construida a sus expensas, donde yacía enterrado su hermano el arzobispo don Juan de Cerezuela, y reposarían después los restos de su mujer, doña Juana Pimentel, y otros miembros de su familia.[2]Álvaro de Luna en la historiografía
El papel interpretado por Álvaro de Luna ha sido juzgado de diversas formas. Para el padre Juan de Mariana (siglo XVI), se trataba simplemente de un ambicioso favorito, en búsqueda constante de su propio interés. Para otros, fue un fiel servidor de su rey, esforzado en reforzar la autoridad de la corona, la cual era, en Castilla, la única alternativa a la anarquía. Por supuesto que buscó su propio beneficio, pero su supremacía fue sin duda mejor que el dictado de los avariciosos nobles.
Se ha especulado en abundancia acerca de la íntima amistad que unía al rey con Don Álvaro; intelectuales de la talla de Gregorio Marañón han sostenido con solvencia que mantenían relaciones homosexuales.
Álvaro de Luna en la literatura
Álvaro de Luna escribió el libro Virtuosas e claras mujeres en defensa de las mujeres y contra el moralismo misógino de ''El Corbacho'' o Pere Torrelas; este interesante texto ha sido editado por Lola Pons Rodríguez (Burgos: Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2008 y por Julio Vélez-Sainz (Madrid, Cátedra, 2009). Además su personaje aparece en diversas obras de otros autores:
- En las famosísimas Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique se habla de él.
- En El Quijote, Cervantes lo cita en una de las poesías cómicas que prologan el libro (Urganda la Desconocida)
- En Liceus El Portal de las Humanidades se ha publicado, bajo Libros Digitales, la tragedia para el teatro Don Álvaro de Luna.
- Las comedias Próspera Fortuna de don Álvaro de Luna y adversa de Ruy López Dávalos[1] y Adversa fortuna de don Álvaro de Luna[2], de Tirso de Molina
- Doctrinal de privados del Marqués de Santillana al maestre de Santiago don Álvaro de Luna, poesía crítica compuesta por su enemigo Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.[3]
- En tres novelas: El valido del rey, La bastarda del Condestable y El Castillo de Escalona, por Rafael Pérez y Pérez
Matrimonios y descendencia
Contrajo un primer matrimonio en 1420 con Elvira de Portocarrero, hija de Martín Fernández Portocarrero, Señor de Moguer y III Señor de Villanueva del Fresno y de Leonor Cabeza de Vaca, no habiendo sucesión de este matrimonio.
Estando casado con Elvira, tuvo una hija fuera de matrimonio con Catalina:
- María de Luna, señora de Cornago. El 6 de agosto de 1436, el rey Juan II de Castilla despachó una cédula de legitimación a favor de María de Luna, hija del Condestable y Catalina. Casó con un pariente, Juan de Luna, sobrino de su su padre.
Después de enviudar de Elvira de Portocarrero, tuvo un hijo natural en Margarita Manuel, viuda de Diego García de Toledo Barroso, e hija de Enrique Manuel de Villena y Beatriz de Sousa:
- Pedro de Luna, señor de Fuendidueña, casado con Mencía de Ayala.
Contrajo un segundo matrimonio en 1430 en Calabazanos con Juana Pimentel, «la triste condesa», condesa de Montalbán hija de Alfonso Pimentel Enríquez, III Conde de Benavente, y María de Quiñones. Juana testó el 30 de mayo de 1485. De este matrimonio nacieron:
- Juan de Luna y Pimentel (1435 - 1456). En 1440 su padre fundó un mayorazgo a favor su favor del condado de San Esteban de Gormaz y de Alcozar.
- María de Luna y Pimentel, nacida en 1432 y fallecida el 11 de enero de 1497. Casó alrededor de 1459 con Íñigo López de Mendoza y Luna, II duque del Infantado. Sucedió a su hermano después de su temprana muerte.
Predecesor:
Enrique de Aragón
Gran Maestre de la Orden de Santiago
1445 - 1453Sucesor:
Juan II de CastillaReferencias
Notas
- ↑ Alonso de Palencia, Crónicas, Década I, Libro II, Capítulo VII, Página 49
- ↑ José Serrano Belinchón, EL Condestable, de la vida, prisión, y muerte de don Álvaro de Luna (2000), Aache Ediciones, ISBN 84-95179-35-0, p. 221
- ↑ Cervantes virtual
Bibliografía
- Francisco de Moxó y de Montoliu (1990). La Casa de Luna (1276-1348): factor político y lazos de sangre en la ascensión de un linaje aragonés. Münster, Westfalen : Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung.. ISBN 3-402-05825-1.
- Francisco de Moxó y de Montoliu (2005). Miscellanea de Luna. Zaragoza : Institución "Fernando el Católico".. ISBN 84-7820-745-7.
Enlaces externos
- Retrato de Álvaro de Luna con un epítome sobre su vida incluido en el libro Retratos de Españoles ilustres, publicado en el año de 1791.
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