- Pedro Sarmiento de Gamboa
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Pedro Sarmiento de Gamboa
Pedro Sarmiento de Gamboa fue un navegante, explorador, escritor, historiador, astrónomo, científico y humanista español del siglo XVI.
Contenido
Biografía
Su lugar de nacimiento es incierto aunque sus más importantes biógrafos sostienen que fue en Pontevedra, Galicia, de donde era su familia paterna, ya que en Alcalá de Henares en Castilla fue a estudiar cundo era mozo. Él mismo dijo ser natural en ambos lugares.[1] El año de su nacimiento tampoco se sabe con certeza pero se supone 1530 o 1532.
Entre 1550 y 1555 estuvo en el ejército al servicio del emperador Carlos I de España. En 1555 cruza el océano Atlántico y llega a México donde vivió durante dos años. Poco se sabe de su vida durante este período excepto que tuvo problemas con la Inquisición. De ahí pasó a Perú donde vivió durante más de veinte años.
Metido en el ambiente marinero, irá discurriendo por el océano Pacífico; y no encontrando el rumbo que le convenía, en 1557 atraca sus ilusiones marineras y desembarca en Perú, atraído posiblemente por la perspectiva de explorar más adelante los mares sureños. Pero mal momento escoge para buscar acomodo en el revuelto virreinato, la ocasión no era la más propicia. Hacía un año que Carlos I había traspasado el poder a su hijo Felipe II y el territorio peruano aún no estaba pacificado, hacía pocos meses que el Andrés Hurtado de Mendoza, II Marqués de Cañete, había llegado a Lima como III Virrey del Perú, y los problemas se le amontonaban por doquier.
El virrey, de momento estaba ocupado con las negociaciones que se llevan a cabo en Vilcabamba para que el Inca rebelde Sayri Túpac Inca aceptara las proposiciones y se acabaran los enfrentamientos; por otro lado, el territorio estaba invadido de desocupados y pendencieros que causaban problemas. Y buscar en aquellos momentos el favor del virrey para exponerle proyectos marineros, no era conveniente. Sarmiento no pierde el tiempo en vacilantes circunloquios, y atracando sus ilusiones, esperará a que amaine el temporal socio-político que todavía se cierne sobre el territorio desquiciado.
Se desconoce donde pasa los primeros años en Perú; pero dadas sus tendencias no debió alejarse de la costa y del ambiente urbano. Entre los viajes que debió realizar, y pasear por los mentideros de Lima, se le irían los días; mientras, acaparaba datos para complementar su formación marinera e imponerse en Cosmografía y Geografía que les fascinaban. Por la forma en que se desenvolvió, hay que deducir que además de tener mente despierta, equilibrio emocional y ansiedad ilustrativa, era hombre constante y tenaz, ya que sus afanes de abarcar conocimientos y experiencias en las diversas ramas de la milicia y la Náutica lo convertirían, en notable soldado, cualificado marino, reputado geógrafo y aventajado perito en Astronomía.
Con sus cualidades personales, su afable carácter y el aval de erudición que atesoraba; aprovechaba el tiempo para introducirse en la alta sociedad limeña. Pero como los mortales, además de virtudes, también tenemos ocultos defectos, Sarmiento no carecía de ellos, porque le persiguieron y le mortificaron durante toda su vida y le produjeron más contrariedades que satisfacciones. Defectos pueriles, inclinaciones ultraterrenas o desvíos sobrenaturales, que en aquellos tiempos de intransigencia religiosa, eran perseguidos y castigados severamente. Sus desvíos no eran más que sondeos ocultistas y prácticas cabalísticas, comunes entonces entre charlatanes o gente de Ciencia, que en más de una ocasión, le causarían problemas y Sarmiento tuvo que habérselas con el Tribunal del Santo Oficio.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI, Lima era la capital americana donde el Santo Oficio tenía el mayor trabajo de todo el Continente; la hechicería y sus derivados periféricos, se habían desbordado. Era tal el relajo, que la capital peruana parecía la Meca de la brujería, el santuario del aquelarre...; albergaba la mayor concentración de iluminados y visionarios de todos los estamentos, creencias y razas que pululaban entonces por América.
El anillo fatídico
En septiembre de 1560 moría el virrey "Marqués de Cañete" y le sucedía en el puesto, Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva. Como la notoriedad de Sarmiento ya era conocida, éste se las ingeniará para acceder al círculo íntimo del libidinoso virrey. Puesto que su habilidad era evidente, no le será difícil lograr este objetivo, y estando al tanto de los gustos y debilidades del virrey, además de regalarle el oído con la lista de las agraciadas féminas de Lima que solían engañar a sus maridos, le obsequia un curioso anillo con poderes mágicos, que tenía la propiedad de conquistar las gracias de las mujeres deseadas. ¿Qué más podía desear el virrey?.
Aquel portentoso talismán le abrió los brazos del virrey y las puertas del palacio virreinal; pero las cualidades mágicas del regalo llegaron a oídos de los inquisidores de la capital limeña, y Sarmiento, que ya figuraba en la lista negra del Santo Oficio, fue detenido y terminó en la cárcel y con una buena colección de azotes en sus espaldas. Pero como le cayó en gracia al virrey y gozaba de su amistad, pronto saldría del calabozo. Con la intención de alejarlo de Lima para que no cayera en las garras inquisidoras, lo comisionó para preparar una expedición con objeto de descubrir nuevas tierras en los mares del Sur.
Hay que sacar conclusiones por algo oscuro que sucedió en aquellas fechas y que se descubrió por casualidad. Resulta que el virrey Nieva, en connivencia con los comisarios reales, además de vender encomiendas, tierras pertenecientes a la Corona y conceder alegres dádivas, descaradamente ejercía el tráfico de influencias en fallos judiciales y otorgaba cargos oficiales cobrando elevadas sumas. Era tan notoria la desvergüenza y tan grande la fortuna que amasaron el virrey y los funcionarios, que para no levantar sospechas, tuvieron que valerse de terceras personas para comprar, oro, plata y piedras preciosas que, con la complicidad de capitanes de barcos, solían enviar a España grandes remesas de estas riquezas.
Estos turbios negocios solían hacerse ocultamente, y sin asiento oficial; una vez hecha las averiguaciones, nunca llegó a saberse el número de personas involucradas. Se supone que como Sarmiento era amigo del virrey, para pagarle los favores de mediar por él en los asuntos del Santo Oficio, tuvo que prestarse a pilotar la nave que, en tres viajes, llevó a España esta oscura mercancía. Descubierto el fraude, se encarcelaron a los comisarios reales y se confiscaron los bienes a la familia del virrey fallecido, pero nunca pudo averiguarse el nombre del barco, el del piloto que condujo las naves hasta España y el puerto ibérico donde se descargó aquel valioso alijo.
Nuevas metas
En 1564 moría el conde de Nieva apuñalado por un marido burlado y era nombrado gobernador de Perú Lope García de Castro. Este, intenta armar una flotilla para explorar las islas Salomón y la comande su joven sobrino Álvaro de Mendaña. Sarmiento, con su gran experiencia marinera, y coaccionado, acepta ir de segundo. Los barcos salían de Lima en noviembre de 1567, y después de dos años dedicados a la exploración de las islas Salomón, dieron la vuelta con las manos vacías, sin haber conseguido nada positivo ni materializar los principales objetivos que entonces dictaba la Corona, que eran el de poblar, colonizar y evangelizar a los habitantes de las nuevas tierras descubiertas.
Con esta oscura panorámica, a finales de noviembre de 1569 llegaba el nuevo virrey don Francisco de Toledo, mientras Mendaña y Sarmiento seguían en discusiones, agrios enfrentamientos y espinosas reclamaciones de uno y otro; como la disputa había llegado a términos insolentes, era de dominio público y lesionaba los intereses de la Corona. Para zanjar aquella controversia, las autoridades tomaron cartas en el asunto y los citaron para que compareciesen ante el virrey. Escuchadas las alegaciones y concluidas las deliberaciones, las autoridades dieron su veredicto, y cortando por lo sano, se determinó que el viaje había sido mal aprovechado y pésimamente enfocado por la inexperiencia y la autoridad que, en la dirección expedicionaria, se le asignó a Mendaña.
Esta junta, presidida por el virrey, sirvió en definitiva para que éste calibrara la desenvoltura de Sarmiento. Este, causó buena impresión, y dados sus conocimientos cartográficos, geográficos y científicos, desde entonces pasó a formar parte del séquito virreinal para llevar a cabo los trabajos de las nuevas disposiciones reales. Estas, contemplaban visitar las poblaciones de los territorios y hacer una detallada inspección a los funcionarios, revisar asuntos administrativos, militares y sociales, además de una relación demográfica, geográfica y de los recursos agroganaderos, mineros, o posibilidades de otra índole que contaban las diversas comarcas que estaban bajo su jurisdicción. El mismo virrey se sentía satisfecho de haber elegido a hombre tan experto, y refiriéndose a Sarmiento, al finalizar el cometido, complacido escribía al soberano: ...”acabo de pasear esta tierra con el hombre más hábil desta materia que yo he hallado en ella”
El procedimiento, comenzó en octubre de 1570 y duró casi cinco años; durante este tiempo, Sarmiento, además de los trabajos de su competencia, por encargo oficial, interrogaba a los indígenas más ancianos de los lugares visitados para obtener datos sobre el pasado de los incas, particularmente iba interrogando a los ancianos y a los caciques para completar el tema y escribir su “Historia índica. El manuscrito cronístico de Sarmiento, una vez terminado, se le envió a Felipe II en 1572. La obra sería publicada en 1906, gracias a Sir Clements R. Markham, que la tradujo al inglés hoy es universalmente conocida la narración prehispánica del Perú que redactó el abnegado marino.
Liberación de Vilcabamba
Se desata la guerra contra el inca rebelde Túpac Amaru y Sarmiento participará como alférez y secretario de la expedición . Los españoles, comandados por Martín Hurtado de Arbieto, sumaban 250 soldados bien pertrechados con armas y caballos, un escogido número de veteranos capitanes, además de dos mil indios al mando de dos caciques amigos de los españoles que ya les habían apoyado en otras ocasiones, partían desde Cuzco a mediados de abril de 1572.
Después de serios enfrentamientos entre indígenas y españoles, al fin estos vencían y apresaban a Inca Tupac Amarú y a todos sus generales. El 24 de septiembre de 1572 estos eran ahorcados en la plaza de Cuzco y el Inca sería degollado. Sarmiento y Juan de Betanzos, que eran amigos, presenciaron el ajusticiamiento de aquellos infelices que lo único que hacían era defender su libertad y sus costumbres Al término de este episodio Sarmiento volvía a Lima, y otro "tropezón" quiromántico lo hacía volver a la cárcel en 1575.
A la caza de Drake
Lo del Santo Oficio no era fácil de arreglar, pero otra vez, el virrey empleaba sus influencias. A pesar de las pueriles faltas, el virrey le tenía aprecio, y realmente deseaba ayudarle porque Sarmiento no desistía de organizar una armada para ir a descubrir nuevas tierras. En aquellos momentos, los hados del destino que él invocaba en las sesiones quiromántica, parecían estar de su parte porque un suceso imprevisto iba a proporcionarle la ocasión que tanto ansiaba.
En diciembre de 1577, el pirata inglés Francis Drake salía de Inglaterra hacia las costas de Brasil, Río de la Plata y el Estrecho de Magallanes para adentrarse en el Océano Pacífico y saquear los barcos españoles que transportaban metales preciosos y tomar por sorpresa a las ciudades costeras desde el Estrecho sureño hasta los mares de la alejada California. Los hielos y las tempestades del canal chileno echarán a pique cuatro de los navíos piratas y el único que se salva es la nave insignia, el Golden Hind.
Con este solo navío, el astuto pirata desemboca en el Pacífico y en su largo periplo hacia el norte iba robando barcos y las ciudades que se le antojaban. El 13 de febrero de 1579, Drake asaltaba el puerto limeño del Callao y el virrey Toledo armará dos barcos para perseguir al pirata en su huida hacia Panamá.
Los dos navíos del virrey navegarán en persecución del pirata, Sarmiento lo intenta pero no lo alcanza ni consigue atajar los desmanes corsarios. Después de varios días de pesquisas por las costas, como no dan con el paradero del pirata, los barcos regresan a Lima. Una vez aprovisionadas las dos naves, estas vuelven nuevamente en dirección de Panamá para intentar detener las tropelías de Drake, pero ya era demasiado tarde, porque éste andaba asaltando ciudades y robando barcos por las costas mexicanas y californianas.
El Estrecho de Magallanes
Como el virrey se había visto burlado por el pirata, piensa en Sarmiento para alejarlo de las garras del Santo Oficio y darle la oportunidad que ilusionaba. Esperando que Drake regresara por la ruta del Estrecho para volver al Atlántico, el 11 de octubre de 1579, Sarmiento salía al mando de dos barcos artillados, pero se cansó de esperar porque el inglés se adentró en el Pacífico y puso rumbo a la Polinesia.
En este viaje, Sarmiento llevaba la orden de hacer un estudio de los recursos costeros aprovechables además de una exploración del Estrecho y de sus costas, y que una vez concluidas las diligencias, uno de los barcos volvería a Lima para informar de la gestión y el otro navegaría hacia España para dar cuenta a la Corona. Cuando al cabo de unos meses Sarmiento había terminado su cometido, como la otra nave no aparecía, sin más dilación, puso rumbo a España donde llegaba en agosto de 1580 y se trasladaba a Badajoz para exponer su proyecto a Felipe II.
Aunque ya el virrey se lo había apuntado, mientras Sarmiento andaba haciendo cartas náuticas y explorando canales, islas y costas del Estrecho, como era un soñador, le embrujaron aquellos paisajes y le agudizaron la idea de que podían poblarse con la doble finalidad de explotar los recursos y establecer zonas fortificadas de vigilancia para impedir el paso de naves piratas o de otras que se dedicasen al contrabando. Pero entonces, a pesar de que vislumbraba acertadas soluciones, mal momento escogía para exponer estos negocios pobladores, ya que Felipe II andaba con el ejército por tierras extremeñas para defender y afianzar sus derechos sobre la Corona de Portugal.
De todas formas, el marino era escuchado por el monarca; porque además de las buenas referencias que ya tenía de él, dada la capacidad técnica y la habilidad de Sarmiento para exponer su proyecto en las tierras australes, le fue fácil convencer a Felipe II. Las cosas salieron satisfactorias para el marino, porque debido a sus gestiones fue nombrado poblador y gobernador del Estrecho, además de concedérsele los elementos necesarios, 23 barcos y unas 2.500 personas para materializar el proyecto poblador que con tanto empeño defendía. El 9 de diciembre de 1581, la armada de Sarmiento partía de Cádiz rumbo al Estrecho de Magallanes.
Dificultades y contratiempos
Por causas ajenas a Sarmiento se presentaron graves inconvenientes para el pasaje, infinitas amarguras para sus ilusiones pobladoras y el desastre total para materializar aquel proyecto. El mando de la armada fue confiado al capitán general Diego Flores de Valdés, un marino displicente y falto de valor, que no se molestaba en correr riesgos. Por la impericia de Flores, durante la travesía hasta Brasil murieron más de 150 personas, otras 200 fallecieron en el fondeadero carioca donde invernaron, allí desertaron varios soldados, otras 300 se hundieron con el barco “Arriola”; se fueron a pique cuatro naves más, y cuando a mediado de 1583 se disponían a entrar en el Estrecho, Flores se asustó de los vientos, se acobardó, y faltando al honor castrense. abandonó la empresa. Sarmiento, al verse solo con su barco y la escasa dotación que llevaba, no tuvo más remedio que dar también la vuelta y volver al Brasil.
Pero Sarmiento tuvo la suerte de encontrar en Río de Janeiro cuatro navíos que enviaba el rey, con 400 personas, y provisiones para el proyecto austral. Aquel envío, nuevamente le daba ánimos para intentar materializar sus intenciones; y con el ánimo elevado, al fin se adentraba en el Estrecho el 4 de febrero de 1584 con su maltrecho barco (el “Santa María”). En medio de aquellas costas australes fundaba un par de pueblos, y estando inspeccionando el Estrecho, un golpe de viento rompía las amarras y lanzaba el barco al Atlántico con Sarmiento y algunos tripulantes.
En el medio de aquel tenebroso océano, la lluvia arreciaba, el viento soplaba sin piedad, el frío y el hambre se cebaban en los cuerpos de aquellos desgraciados que, no encontrando mejor solución, enfilaron la proa hacia las costas brasileñas y arribaban a Santos después de un mes de pasar calamidades. Tanto aquí como en Río de Janeiro y en Pernambuco, Sarmiento implora ayuda para la gente que tiene asentada en el Estrecho. Con el mismo propósito embarcan hacia Bahía pero un golpe de mar destroza el Santa María y los que logran salvarse, durante algunos días tienen que caminar hacia su destino. En Bahía consigue un pequeño barco, lo carga de provisiones en Río y en Santos y parte hacia el Estrecho, pero a la altura de las costas argentinas una espantosa tormenta los pone en apuros.
Tratan de apartarse del temporal, se deshacen de la preciada carga, y después de un sin fin de sufrimientos, al cabo de 51 días vuelven otra vez a las costas brasileñas sin poder llevar el socorro a la gente del Estrecho. Durante su primera estancia en tierras brasileñas, Sarmiento ha escrito varias cartas a Felipe II dándole cuenta de su desesperada situación y cuando vuelve por segunda vez, no ha llegado ninguna respuesta de sus misivas.
Rumbo a Inglaterra
La intranquilidad lo consume, la impotencia le martirizan, nada puede hacer por socorrer a la gente que le aguarda en los asentamientos australes. A finales de junio de 1586 se embarca en una nave portuguesa para ir a España y rogar auxilio al soberano. La gente que ha dejado en el Estrecho, lo atormentan durante el viaje, nada más que piensa en el hambre que estará pasando aquella pobre gente. Al fin llega el barco a las proximidades de Azores, pero la desdicha volverá otra vez a cebarse en aquel incansable marino que ha puesto todo su empeño en crear nuevos pueblos en los confines de la Tierra Firme.
Una nave pirata asalta a la carabela portuguesa, y como los tripulantes lusos denunciaron que Sarmiento era gobernador del Estrecho, pensando los piratas obtener un jugoso rescate, el marino en vez de pasar a España, lo llevarán a Inglaterra para desembarcar como rehén en el puerto de Plymouth. Aquel cambio de rumbo le suponía una verdadera contrariedad; y máxime porque su retención se tornaría complicada, puesto que Inglaterra y España mantenían serios conflicto desde hacía varios años, y últimamente la situación se había agravado por la estrecha alianza luso-inglesa y por el problema político que representaba para estas dos naciones la asunción del reino portugués por parte de Felipe II.
El barco que lo había apresado en las Azores pertenecía al aristócrata-pirata Walter Raleigh, y en cuanto Sarmiento desembarca en Inglaterra y el inglés se entera de que han capturado al gobernador del Estrecho, muestra curiosidad por conocerlo. Como Raleigh también era marino, señala interés por conversar con aquel personaje que tan diestramente debe dominar los canales y los obstáculos del endiablado paso entre el Atlántico y el Pacífico.
Aunque las tensiones políticas que existían entre España e Inglaterra, no eran las más favorables para la cortesía y el trato que debiera recibir un rehén hispano, en aquella ocasión, providencialmente Sarmiento fue agasajado y protegido por Raleigh. Y con la exquisita gentileza que caracterizaba al hidalgo inglés, éste lo trató con esmero y respeto, por lo que la primera entrevista fue cordial y distendida. A pesar de su aflicción, Sarmiento no perdió la calma; y con tantas millas de andar mundano, poniendo proa a su singladura diplomática, se le aguzó el ingenio y estuvo magistral.
Además de entenderse en fluido latín con el pirata inglés, su aplomo comunicativo, su desenvoltura expositora, además de sus extensos conocimientos de Cosmografía y su cristiana disposición humanitaria con la gente que tenía en el Estrecho, en aquella ocasión le avalarán adecuadamente para que la Corona inglesa no tome represalias económicas ni punitivas en contra del carismático personaje. Al mismo tiempo, los comentarios favorables de la conversación que Walter Raleigh trasmitió a la reina inglesa, harían que ésta se interesara en entrevistarse con el curioso marino.
Tropiezo francés
La audiencia con la reina inglesa también sería cordial y la soberana le daría algún encargo secreto para Felipe II, que posiblemente estaría relacionado con los problemas del reino portugués o los de Flandes. Después de un par de meses en Inglaterra y una vez que ha celebrado la entrevista con Isabel I, Sarmiento, es puesto en libertad, socorrido económicamente y se le facilita permiso para marcharse. Pone rumbo a Francia, llega a París, y después de una corta estancia en la capital parisina y conversar con el embajador español, en la Corte francesa, partiría para España.
Pero las desdichas y los sinsabores no iban a terminar para nuestro marino. Confundiéndolo con un importante personaje, camino de España es detenido por una partida de hugonotes que pensaban obtener un jugoso recate; es llevado a Mont de Marsant y encerrado en un inmundo calabozo, donde padecerá toda serie de calamidades y vejaciones durante más de tres años. Después de repetidas súplicas, Felipe II se interesará por la suerte de Sarmiento; y ultimadas las gestiones del rescate, a mediados de 1590, será puesto en libertad pagando una compensación de 6.000 escudos y cuatro hermosos caballos.
Aunque la entereza la seguía conservando, después de tan desagradables aventuras, con el físico demacrado y la salud seriamente quebrantada, a mediados de 1590, al fin llegaba a El Escorial y era recibido por Felipe II. Este ordena que se le paguen los honorarios atrasados, pero el desconsiderado monarca le descontará el importe del rescate. Probablemente esta actitud le causara a Sarmiento una profunda decepción, después de tantas penalidades y sacrificios que había padecido por servir lealmente a España.
Crónicas indianas
Además de “Historia de los Incas” y Viaje al Estrecho de Magallanes, Sarmiento de Gamboa fue prolífico escritor en informes, memoriales, cartas y otros documentos de los cuales se conservan algunos en diversas instituciones. Cartas escritas por Sarmiento de Gamboa
- 1) Carta a Felipe II. Cusco, 4 de marzo de 1572.
- 2) Carta al Consejo Real de Indias. Cusco, 4 de marzo de 1572.
- 3) Carta a Felipe II. Madrid, 6 de marzo de 1581.
- 4) Carta a Felipe II. Madrid, 15 de marzo de 1581
- 5) Representación a Felipe II. ¿Madrid?, 1 de mayo de ¿1581?.
- 6) Carta al Secretario de Felipe II, Don Antonio de Eraso. Sevilla, 7 de agosto de 1581.
- 7) Carta a Felipe II. Sevilla, 11 de agosto de 1581.
- 8) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 26 de octubre de 1582.
- 9) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 30 de octubre de 1582.
- 10) Carta a Antonio de Eraso. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.
- 11) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.
- 12) Carta a Don Antonio de Eraso. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero de 1585.
- 13) Carta al Felipe II. Bahía de Todos los Santos, 10 de diciembre de 1583.
- 14) Carta a Felipe II. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero de 1585.
- 15) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 24 de enero de 1585.
- 16) Carta a Don Antonio de Eraso. Río de Janeiro, 3 de octubre de 1585.
- 17) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 5 de octubre de 1585.
- 18) Carta a Don Juan de Idiáquez. Prisión de Mont de Marsán, 27 de septiembre de 1589.
- 19) Carta a Felipe II. Prisión de Mont de Marsán, 2 de octubre de 1589.
- 20) Memorial a Felipe II. ¿Madrid?, ¿1591?.
- 21) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.
- 22) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.
- 23) Carta al Capitán Alonso de Bazán. A bordo del Galeón San Felipe, 10 de julio de 1592.
El ocaso del marino
Resueltos ciertos detalles y enterrados los desencantos del comportamiento regio, vuelve a solicitar socorros para la gente que había quedado en las riberas del Estrecho de Magallanes; pero habían pasado varios años y el Poder Real se había desentendido, o en resumen, no había creído oportuno enviar más barcos y exponerlos al peligro. Ya era demasiado tarde, porque nada se sabía de los desgraciados que habían sido abandonados a su suerte en aquellos parajes inhóspitos.
De todas formas, Sarmiento insiste en esta humanitaria tarea hasta febrero de 1591, pero ya nadie tenía fe de que aquellos desgraciados siguieran con vida. Al final, Sarmiento también ha debido convencerse de esta amarga realidad, y viendo que nadie respondía a sus repetidas demandas ni estaba dispuesto a favorecer su soñada conquista austral, no quedándole otro remedio, cerró los ojos y con sumo pesar arrojó sus ilusiones pobladoras por la borda. A pesar de la negativa oficialista, a Sarmiento se le debía una satisfacción moral por sus desvelos en servir fielmente a la Corona. Y aunque el ofrecimiento no se ajustaba a lo que realmente merecía, se le buscó acomodo en la Marina; y a fin de recompensar los servicios prestados, es nombrado almirante de una armada para que protegiera a los barcos que hacían la ruta americana.
Como el mar le fascinaba y la ilusión de su vida era la navegación, no le costó trabajo admitir el ofrecimiento. Desoyendo consejos y descuidando su salud, con resignado entusiasmo aceptó aquel duro servicio. A los pocos días de zarpar en su misión protectora, el insigne marino, el meritorio cosmógrafo, el minucioso cronista y el oficioso soldado que había participado en la pacificación del Perú, fallecía en el mar a finales de junio de 1592.
No confundir con:
- Pedro Sarmiento, protagonista de la revuelta de Toledo de 1449.
- Pedro Gómez Sarmiento, obispo y cardenal, siglo XVI.
Notas
- ↑ Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre de Dios - antes llamado de Magallanes. Pedro Sarmiento de Gamboa, según Amancio Landín, uno de sus más reputados biógrafos, nació en Pontevedra, hacia 1532. Julio Guillén --el marino-académico--, por su parte, dice que es posible fuera Colegial Mayor en la Universidad de Alcalá de Henares, ciudad que fue --asegura-- cuna del gran marino español. Este, no ha dejado aclarada la duda sobre su origen geográfico, pues afirmó ser natural de ambos lugares.
Bibliografía
- Con la lanza y con la pluma. La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa. María Jesús Benites. IIELA. Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. 2006. 2da edición 2008. ISBN: 950-554-403-0.
- Hemming, John (1982). La Conquista de los Incas. México: FCE. ISBN 968-16-1110-1.
- ”Vida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa” A. Landín Carrasco. Madrid 1946
- ”El auge y el ocaso del Imperio español” Salvador de Madariaga. Espasa Calpe S.A. Madrid 1979 ISBN 84-239-4943-5
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