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Puertos púnicos de Cartago
El término de puertos púnicos de Cartago sirve para designar a los antiguos puertos de la ciudad de Cartago que estuvieron en funcionamiento durante la Antigüedad.
Cartago era ante todo una potencia que se podría denominar como un Imperio de los mares, es decir, una talasocracia,[1] cuyo poder se basaba principalmente en la magnitud de su comercio. El pueblo cartaginés no era el único que seguía esta política de dominio de los mares, ya que varios de los pueblos de la Antigüedad «vivieron por y para el mar».
Producto de una colonización oriental, Cartago o Qart Hadasht (Ciudad Nueva) tiene su origen en la hija del rey de la ciudad de Tiro, Dido. Esta princesa tiria fue la fundadora y la primera reina de la ciudad en 814 a. C. (fecha convencionalmente más admitida) tal y como relata su leyenda recogida en la Eneida.
Cartago no fue la primera colonia fenicia en la costa norteafricana, puesto que Útica había sido fundada aproximadamente en 1100 a. C. Más allá de su origen, la ciudad dominó ampliamente toda la cuenca occidental del mar Mediterráneo, desarrolló su "hinterland" africano, que llegó a su fin cuando tuvo que enfrentarse a un poder entonces emergente, la República Romana, potencia que provocó su caída definitiva. Debido a su identidad, Cartago fue punto de anclaje entre las dos cuencas del Mediterráneo, la parte oriental, la cuna de Fenicia, y la parte occidental, espacio de su expansión y de su caída.
Los puertos de una ciudad de tales características, que suponían el punto de comunicación más importante con el exterior, revisten en consecuencia y en dicho contexto una importancia fundamental en la historia de Cartago. Su historia está documentada en una fuente esencial, Apiano, un historiador de la Antigua Grecia, que vivió en el (siglo II a. C.). A pesar de su descripción, la localización de los puertos fue obra de las excavaciones arqueológicas iniciadas en la década de 1970.
Contenido
Fuentes y problemas de localización
Localización de los puertos en las ciudades fenicias
Los fenicios no confiaban al azar la erección de una nueva colonia en un lugar determinado. La ubicación de la nueva población debía responder a una serie de peculiares exigencias, relacionadas con su defensa y sobre todo con sus características portuarias. Era necesario que los barcos mercantes pudieran entrar con facilidad en el puerto y que el viento contrario no imposibilitara el acceso al mismo. Con este fin, la elección del cabo era particularmente importante.[2] Además, la ubicación del puerto debía ofrecer, por sus características físicas, una defensa fácil, por lo que los colonos sólo tenían que aumentar las defensas naturales para garantizar la seguridad.
La ubicación de la Nueva Ciudad respondía particularmente bien a estas dos exigencias. La zona de embarque estaba formidablemente protegida gracias a la oportuna localización del promontorio Sidi Bou Saïd, la propia ciudad en «strictu sensu». Estaba situada en el exterior de la fachada marítima, entre dos extensiones de agua (los actuales Lago de Túnez y Sebkha Ariana), y el interior estaba interceptado por una sucesión de colinas, que formaban una línea defensiva natural.
Localización de los puertos de Cartago
La cuestión de la localización de los puertos de Cartago ha sido una de las más discutidas de la historiografía púnica.
Únicamente mediante la observación, las dos lagunas actuales — una circular y la otra rectangular —, unidas ambas por un delgado cordón e identificadas por Chateaubriand como los puertos de Cartago a inicios del siglo XIX, no podían ser en el espíritu de los historiadores los puertos que habían albergado a la flota del «mayor enemigo de Roma».
Las recientes excavaciones efectuadas en el sector con ocasión de la campaña internacional de la Unesco (se realizaron una serie de excavaciones americanas cerca de la laguna rectangular, e inglesas en la laguna circular), confirmaron el origen púnico de las lagunas, fechándola en el siglo II a. C.[3] Esta datación ha sido posible gracias al descubrimiento de restos de cerámica, en particular en las excavaciones realizadas en las calas de carena.
Sin embargo, falta localizar el puerto original que fue utilizado durante los cinco primeros siglos de la historia púnica de la ciudad norteafricana, y se desconoce incluso si este puerto estaba situado o no en el emplazamiento de las lagunas. En los dos primeros siglos de su existencia, Cartago no contó con más instalaciones portuarias que cualquier otra colonia del Mediterráneo, pues disponía meramente de un lugar desde donde debían ser botadas las embarcaciones.[4] De tales lugares no han quedado rastros visibles, ya que han sido eliminados por instalaciones ulteriores o por cambios radicales en la topografía local.
La cuestión de la localización de los puertos cartagineses ha estado ligada a la historia y topografía del lugar. Se sabe que la ubicación de la ciudad con respecto a la orilla evolucionó mucho a lo largo de los siglos y que durante la Antigüedad se llevó a cabo un proceso de polderización, consistente en una acción humana que fue acoplada al transporte de los sedimentos procedentes del río Medjerda que iban a parar allí gracias a las corrientes marinas.
Las excavaciones americanas han puesto de manifiesto que el Tofet de Salambó era probablemente insalubre en esa época, lo que induce a pensar que el sector del puerto primitivo estuviese probablemente situado en esa zona.
Excavaciones arqueológicas han descubierto los trazos de un canal que hacen pensar que funcionó hasta su enarenamiento en el siglo IV a. C. El canal en cuestión puede ser seguido de forma arqueológica durante 400 m. aproximadamente, habiendo sido edificado sobre terreno natural. Ciertos historiadores han sugerido que existiría un enlace con el Lago de Túnez debido a la naturaleza de los sedimentos encontrados.[5] Serge Lancel ha documentado igualmente que el nivel del Lago de Túnez era notablemente superior al de la época antigua de la ciudad, y menciona sus orillas como un probable lugar de refugio.[6] Según esta teoría, el canal suponía una «línea de penetración» hacia el interior de la ciudad. Se supone también que podría haber existido un segundo canal paralelo al primero. Sobre los bordes de estas instalaciones estarían los astilleros navales. En las proximidades se erigirían los hangares, las tiendas y los templos, constituyendo el «emporion». Es importante remarcar que, por la naturaleza de la civilización púnica, su relación con el mar era fundamental y que el centro de la ciudad, el ágora, no debía de estar situado muy lejos de su centro económico. Los expertos han teorizado que el canal no servía para la navegación, sino para desembarcar en una zona particularmente hostil a la presencia humana.[7] La localización del Tofet de Salambó, en las proximidades del centro de la colonia fenicia original, es un claro signo de esta posible hostilidad según las secciones que se han descubierto, datadas del siglo VIII a. C.
Han existido muchas discrepancias entre los grandes expertos acerca de la localización de los puertos primitivos de Cartago. Por analogía con otros lugares, y teniendo en cuenta la necesidad de evitar los vientos desfavorables, la posible ubicación de uno de los puertos se sitúa en las inmediaciones de la zona de las Termas de Antonino, hacia el norte del lugar,[8] es decir, hacia la zona sur de Le Kram.[9] Los descubrimientos realizados en el lugar sugieren que esta primera ubicación es muy probable, ya que las termas romanas solían situarse en terrenos ganados al mar. En esta zona, por tanto, podría haberse situado uno de los primitivos puertos de la ciudad. Ciertos historiadores creen, sin embargo, que el emplazamiento del primitivo puerto estaba en las inmediaciones del pueblo de Sidi Bou Saïd, a causa de su ubicación cerca de un cabo, lo que le confería una privilegiada posición geográfica tan importante a ojos de los fenicios. Otros expertos, entre los que se incluye a Serge Lancel, situaron la posición de los puertos a lo largo del Lago de Túnez, menos ensamblado en la Antigüedad que ahora. Lancel sitúa la posición del puerto en las playas de Marsa, a una relativa distancia de la ciudad (unos 3 km aproximadamente), pero lo suficientemente cerca del barrio de Megara.[10]
Independientemente, se hace imprescindible centrarse en la observación de las estructuras de las que se conservan rastros para ver si es posible contrastar su existencia con las fuentes antiguas y obtener así una fecha aproximada de su construcción.
Puerto militar y comercial
Descripción de Apiano
Apiano, autor del siglo II a. C., se basó en la obra de Polibio, quien asistió a la caída de la ciudad de Dido, y cuyo texto se ha perdido. Su descripción es muy importante, aun cuando plantea en ocasiones más preguntas que respuestas. Se trata de un texto que aborda temas concretos de la historia antigua.
Los puertos de Cartago estaban dispuestos de tal modo que los navíos podían pasar de uno a otro; accedían desde el mar por una entrada de unos 21 m de anchura, la cual se cerraba con una cadena de hierro. El primer puerto, reservado a los mercantes, estaba provisto de numerosos y variados amarres. En medio del puerto interior había una isla. La isla y el puerto estaban bordeados por grandes muelles. A lo largo de estos muelles había hangares, que podían albergar 220 barcos de guerra, y sobre los hangares se levantaron almacenes para los aparejos. Delante de cada hangar se elevaban dos columnas jónicas, que daban a la circunferencia del puerto y de la isla el aspecto de pórtico. En la isla se construyó un pabellón para el almirante, y de dicha construcción partían las señales de las trompetas y las llamadas de los heraldos. Desde ahí, el almirante ejercía su vigilancia. La isla estaba situada enfrente de la entrada y se hallaba a mayor altura: así el almirante veía lo que ocurría en el mar, mientras que los que llegaban de más allá no podían distinguir con claridad el interior del puerto. Los arsenales eran invisibles incluso para los barcos mercantes: éstos estaban rodeados de un muro doble y dotados de puertas, las cuales permitían a los mercantes pasar del primer puerto a la ciudad sin que pudieran atravesar los arsenales.[11]Además de las dos dársenas rodeadas de fortificaciones, Apiano cita también un gran espigón y un amplio antepuerto.
El lugar actual de la laguna circular tiene una superficie de unas ocho hectáreas, la otra laguna mide aproximadamente el doble.[12] El puerto comercial estaba unido al mar por un canal, el cual debía desembocar en la actual bahía de Kram, de la que no existe ningún resto.
Apiano cita el término de «cothon» para denominar a los puertos, palabra de origen semítico que designa una dársena artificial creada por la mano del hombre.[13] Dichos espacios son relativamente bien conocidos en otras ciudades púnicas, como Motia, en Sicilia, o Mahdia, en Túnez. Estrabón también proporciona datos sobre la distancia de los puertos de Cartago al Cabo Lilibeo,[14] promontorio suroriental de Sicilia y que estima en 1.500 estadios (277,5 km, en realidad 215).[15] La tradición literaria ha podido ser verificada por la arqueología. Los arqueólogos han realizado maquetas que reconstruyen el yacimiento arqueológico en las diversas épocas de la historia de la ciudad. Estas maquetas se exhiben en el pequeño museo del islote del almirantazgo.
Islote del almirantazgo
A primera vista es difícil identificar la laguna circular con el puerto circular de la antigua Cartago, cuya flota, que hizo temblar la cuenca del Mediterráneo occidental, habría podido ponerse al abrigo en este pequeño espacio.
A priori es difícil ver cómo habrían podido tener ahí 220 naves, como los quinquerremes, barcos con cinco filas de remeros. Sin embargo, las excavaciones británicas han revelado que la laguna circular era el puerto militar y que el pabellón del navarca debía estar en el islote. Se han encontrado los muelles púnicos, particularmente las rampas de los diques de la dársena o de los diques secos para la invernada. Las rampas tenían el suelo de tierra batida ligeramente inclinado.[16] Estas dársenas eran sin duda los almacenes acondicionados para acoger a los barcos citados por Estrabón.
Los restos arqueológicos descubiertos han permitido extrapolar la capacidad de acogida del sitio: 30 diques en el islote circular y de 135 a 140 diques en todo el perímetro. En total, de 160 a 170 diques podían albergar tantos barcos de guerra como han sido identificados.,[17] [18] Por debajo de los diques de la dársena se situaban los espacios de almacenaje. Se ha supuesto que en cada dique podían tener cabida dos filas de barcos. En medio del islote circular, se situaba un espacio a cielo abierto, a cuyo lado se levantaba una torre, que es verosímil que sea la torre del navarca mencionada por Apiano.
Se ha apuntado que los diques podían tener sobre todo la función de astillero naval, y que los barcos no precisaban todos una intervención simultánea. Por otra parte, las aglomeraciones no debían tener lugar más que durante el invierno.[19]
Puerto comercial
Los dos puertos estaban unidos por un canal, en cuya entrada, según otro texto de Apiano, una explanada permitía almacenar las mercancías. Una misión americana procedió a realizar una serie de excavaciones por esa zona y encontró los restos de una parte de un muelle,[20] que databa de la segunda mitad del siglo III a. C. Las excavaciones revelaron también una serie de instalaciones portuarias: muelles y hangares, que estaban en los alrededores del puerto comercial.
Del puerto partía un canal hacia el mar y desembocaba cerca del antepuerto, denominado «cuadrilátero de Falbe», del nombre del arqueólogo danés del siglo XIX, que fue el primero en estudiarlo.[21] El antepuerto comunicaba con la muralla marítima del siglo II a. C. Un atento estudio llevó a calificar este espacio como un terraplén o «chôma».[22] En conexión con el texto de Apiano, se puede reconocer, sin duda, en este terraplén, el espacio de maniobra, de descarga y de almacenaje que protegía la entrada del paso de los vientos dominantes.[23] Fue quizás en estos lugares donde puso el pie el ejército romano durante la Tercera Guerra Púnica, constituyendo la cabeza de puente desde la que partió el asalto final.
Conclusión
Papel de los puertos durante la caída de Cartago
La organización de los puertos púnicos de Cartago en su última época estaba dispuesta de un modo tan costoso y dirigida con una ambición que se basaba en una renovada fuerza que violaba la paz firmada en 201 a. C., provocando al Senado Romano a utilizar la fuerza contra los cartagineses.[24] [25]
Situados en el extremo sur de la ciudad, los puertos de la ciudad estaban protegidos por un dispositivo de murallas notablemente más ligero que el que protegía el istmo, ya que los cartagineses confiaban en su superioridad naval. Cartago pensaba que era imposible que recibieran un ataque desde el mar, pues estaban preparados para rechazar cualquier incursión. El asalto final dirigido por el general romano Publio Cornelio Escipión Emiliano procedió, sin embargo, del barrio de los puertos (146 a. C.).[26] Incendiando los diques de la zona oriental del puerto comercial, Escipión se apoderó del puerto militar amenazando el ágora. Este ataque acaeció en el asalto final a la colina de Byrsa.[27] [28] La situación de los puertos sufrió la misma suerte que el resto de la ciudad tras su caída, y posteriormente fueron utilizados durante la dominación romana.
Ubicación de los puertos en la época romana
El islote del almirantazgo durante la época de dominio romano estaba ocupado por una plaza pública cercada por columnas. Sobre ella se erigieron un templo y un edificio de forma octogonal, cuya utilidad se desconoce. Las actividades mercantiles que se llevaron a cabo en el puerto comercial de Cartago durante la dominación romana fueron fundamentales para el aprovisionamiento de Roma.[29]
En 306 la ciudad sufrió un terremoto que asoló gravemente la zona del litoral. Este temblor de tierra fue tan fuerte que la ciudad tardó mucho tiempo en recuperarse del desastre. A pesar de que las actividades portuarias prosiguieron, la topografía del lugar había cambiado ampliamente.
¿Hacia una síntesis?
La complejidad de esta cuestión ha podido hallar un relativo esclarecimiento, aunque numerosas zonas permanecen oscuras. Entonces ¿qué sucedió con los puertos púnicos al final? Serge Lancel evoca a Cicerón, que habla de esta manera en su obra (De lege agraria, II, 32, 87) de la destrucción de Cartago, a pesar de que «contara con fuertes murallas y estuviera rodeada de puertos».[30]
Una simple intuición reconocería que los lugares en donde debían estar situados los puertos dependerían en particular de su orientación con respecto a los vientos, los cuales influirían notablemente en su empleo. Los lugares reconocidos como las posibles ubicaciones de los puertos son los siguientes:
- Una ensenada mencionada por Amílcar.[31]
- Una dársena entre la ensenada de Amílcar y la colina de Bordj Djedid.[32]
- Una ensenada próxima a la zona donde se sitúan las Termas de Antonino, llamada «Cuadrilátero de Roquefeuil».[33] [34]
Las amplias playas de La Marsa también podrían representar los desembarcaderos mercantiles que eran tan característicamente cotidianos en la capital púnica. Sobre esta orilla, todavía azotada por los vientos africanos, se puede imaginar perfectamente la llegada de los barcos propiedad de los orgullosos comerciantes de Oriente.
Notas y referencias
- ↑ François Decret, Carthage ou l’empire de la mer, ed. de Seuil, París, 1977.
- ↑ M’hamed Hassine Fantar, Carthage. Approche d’une civilisation, ed. Alif, Tunis, 1993, tome 1, pp. 123-124.
- ↑ Hédi Slim y Nicolas Fauqué, La Tunisie antique. De Hannibal à saint Augustin, ed. Mengès, París, 2001, p. 44
- ↑ Michel Gras, Pierre Rouillard y Javier Teixidor, L’univers phénicien, ed. Arthaud, París, 1994, p. 210.
- ↑ Serge Lancel, Carthage, reed. Cérès, Túnez, 2000, p. 252.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., pp. 258-259.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 253
- ↑ Según una hipótesis formulada por el Dr. Carton en 1911 y citada por Serge Lancel, op. cit., p. 242.
- ↑ Michel Gras, Pierre Rouillard y Javier Teixidor, op. cit., p. 210.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., pp. 265-266.
- ↑ Lybica (96) citado por François Decret, op. cit., p. 65.
- ↑ Mediciones efectuadas por Charles Ernest Beulé y recogidas por M’hamed Hassine Fantar, op. cit., p. 128
- ↑ M’hamed Hassine Fantar, op. cit., p. 125-126
- ↑ El Cabo Lilibeo, junto con el Paquino y el Celorias, eran los tres promontorios, de los cuales surgió Trinacria, el antiguo nombre de Sicilia (del griego antiguo tria-«tres»/ákra «cabo, promontorio». Cf. Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, vi.2.2; Éforo de Cime en FGrH 70 F 137b.
- ↑ Estrabón, Geografía de Estrabón vi.2.1.
- ↑ M’hamed Hassine Fantar, « Afrique du Nord », Les Phéniciens, éd. Stock, Paris, 1997, p. 210.
- ↑ Azedine Beschaouch, La légende de Carthage, éd. Découvertes Gallimard, Paris, 1993, p. 68.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 245.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 250.
- ↑ Abdelmajid Ennabli et Hédi Slim, Carthage. Le site archéologique, ed. Cérès, Túnez, 1993, p. 36.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 247.
- ↑ M’hamed Hassine Fantar, op. cit., pp. 126-127.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 249.
- ↑ Hédi Slim y Nicolas Fauqué, op. cit., p. 44.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 251.
- ↑ M’hamed Hassine Fantar, op. cit., p. 127
- ↑ François Decret, op. cit., p. 65.
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 241
- ↑ Jean-Claude Golvin, L’Antiquité retrouvée, ed. Errance, París, 2003, p. 98
- ↑ Serge Lancel, op. cit., p. 263.
- ↑ Basándose en la obra de San Agustín, Confesiones, V, 8, 15 citado por Serge Lancel, op. cit., p. 263.
- ↑ Hipótesis del Doctor Carton recogida por Serge Lancel, op. cit., p. 264.
- ↑ Hédi Slim y Nicolas Fauqué, op. cit., p. 44.
- ↑ Partiendo igualmente de una hipótesis del Dr. Carton recogida por Serge Lancel, op. cit., pp. 264-265.
Bibliografía
- Azedine Beschaouch, La légende de Carthage, éd. Découvertes Gallimard, Paris, 1993, ISBN 2070532127.
- François Decret, Carthage ou l'empire de la mer, éd. du Seuil, coll. Points histoire, Paris, 1977, ISBN 2020047128.
- Abdelmajid Ennabli et Hédi Slim, Carthage. Le site archéologique, éd. Cérès, Tunis, 1993, ISBN 997370083X.
- M'hamed Hassine Fantar, Carthage. Approche d’une civilisation, éd. Alif, Tunis, 1993, ISBN 0012452578
- Jean-Claude Golvin, L’Antiquité retrouvée, éd. Errance, Paris, 2003, ISBN 287772266X.
- Michel Gras, Pierre Rouillard et Javier Teixidor, L’univers phénicien, éd. Arthaud, Paris, 1994, ISBN 2700307321.
- Serge Lancel, Carthage, rééd. Cérès, Tunis, 2000, ISBN 9973194209.
- Sabatino Moscati, Les Phéniciens, éd. Stock, Paris, 1997, ISBN 2234048192.
- Hédi Slim et Nicolas Fauqué, La Tunisie antique. De Hannibal à saint Augustin, éd. Mengès, Paris, 2001, ISBN 285620421X.
Véase también
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Puertos púnicos de Cartago.Commons
- (en francés) Jean-François Coustillière, « Les ports puniques de Carthage », Cols Bleus, n°1989, 21 mai 1988
- (en francés) L’arsenal punique de Carthage (Réseaux des arsenaux historiques de la Méditerranée)
- (en francés) Image satellite du site de Carthage (Google Earth)
- (en francés) Photographie aérienne de Yann Arthus-Bertrand
- Puertos de Cartago en Historialago.com
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