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Río Urubamba
El Urubamba, en el Valle Sagrado de los Incas (vista de Taray, en la ruta a PísacPaís que atraviesa Perú Circunscripciones que atraviesa Ucayali
CuscoAfluentes Lares, Salcca, Yavero, Camisea, Lucumayo, Inuya, Vilcabamba y Koshireni Longitud 862[1] km Altitud de la fuente 4 314 m msnm Altitud de la desembocadura n/d msnm Caudal medio n/d m³/s Superficie de la cuenca n/d km² Cuenca hidrográfica Río Amazonas Nacimiento Vilcanota Desembocadura Río Ucayali
(Ucayali → Marañón → Amazonas → Atlántico)Ancho de la desembocadura n/d Mapa (s) Localización del Ucayali en la cuenca amazónica Localización en el Perú El río Urubamba (en quechua, Urupampa, que significa «meseta de arañas») es uno de los principales ríos del Perú, una de las fuentes del río Ucayali, y parte de la cuenca del Amazonas.
El valle del Alto Urubamba está densamente poblado e intensamente cultivado mediante el uso del riego. Hay muchos vestigios del imperio inca, incluyendo las ruinas de la famosa ciudad de Machu Picchu (desde arriba, al borde del mismo Machu Picchu, se puede apreciar un precipicio vertical de 600 m de altura que termina sobre el río).
El río tiene varias partes de su curso protegidas: el Santuario Histórico de Machu Picchu, que protege el Valle Sagrado de los Incas, en su curso alto; el Santuario Nacional Megantoni, que protege un corto tramo de la ribera derecha del pongo de Mainique; y el Parque Nacional Otishi, que protege la ribera izquierda del mismo tramo del río, al otro lado del pongo.
Contenido
Geografía
El Urubamba se considera, tradicionalmente, dividido en dos partes por el pongo de Mainique, un angosto cañón de siniestra reputación por lo peligroso de su navegación: el Alto Urubamba, al sur del pongo, y el Bajo Urubamba, al norte, hasta la desembocadura en el río Ucayali.
Alto Urubamba
El río Urubamba nace en el nudo de Vilcanota (4 314 m),[2] en el departamento de Cusco, en la parte suroriental del Perú. En su curso alto lleva el nombre de río Vilcanota, que conservará hasta llegar a la pequeña ciudad de Urubamba.
Discurre el Vilcanota por un alto valle de montaña en dirección noroeste, flanqueado por la carretera 3S y discurriendo por la vertiente occidental de la cordillera de Vilcanota, en cuya vertiente oriental discurre el río Yavero, el principal afluente del Urumbara al que no encontrará hasta más de 350 km río abajo. Llega primero a la pequeña localidad de Raqchi, el primero de los muchos sitios arqueológicos incáicos localizados en su curso, donde está el templo de Wiracocha, una enorme estructura de adobe de 92 metros por 25,5 m.
El río continua valle abajo, virando cada vez más hacia el norte, pasando por Combapata, Checacupe, Cusipata y Quiquijana. Continua descendiendo por el estrecho y angosto valle, llegando a Urcos, la capital de la provincia de Quispicanchi. Sigue por Andahuayillas y pasa muy cerca de Piquillacta, una pequeña localidad y también sitio arqueológico situado al oeste del valle, a orillas de la laguna de Huarcapay-Lucre. La carretera 3S deja ya el valle, que se adentra por una zona muy abrupta tomando nuevamente una orientación general suroeste, llegando poco después a la localidad de Písac. Da inicio una parte del valle, entre Písac y Ollantaytambo, en que el río es también llamado el Wilcamayu («río sagrado») y su valle el Valle Sagrado de los Incas. La turbulencia del río en este tramo se presta para la práctica del descenso de ríos, que es una de las atracciones turísticas de aventura más interesantes en el Perú.
Sigue el río su descenso, acompañado en el valle por la carretera 28B. Pasa por Calca, Urquillos, Huayllabamba, Yucay y llega a la pequeña ciudad de Urubamba, a partir de la cual ya llevará el nombre de río Urubamaba. Continua pasando por la localidad y sitio arqueológico incaico de Ollantaytambo, donde recibe al río Patakancha y donde la carretera 28B se encamina en dirección norte remontando una de las laderas del valle hasta alcanzar los 4350 m.
Llega después el río al sitio arqueológico de Llactapata, que da inicio al Santuario Histórico de Machu Picchu, un área protegida de 325,92 km² establecida en 1981 y luego declarada en 1983 Patrimonio de la Humanidad. El Urubamba continua por la pequeña localidad de Aguas Calientes, una localidad fundada en 1901 para establecer uno de los campamentos para la construcción del ferrocarril entre Cusco y Santa Ana, y que ahora es el lugar al que llegan los turistas que visitan la ciudad sagrada indígena de Machu Picchu.
El Machu Picchu se encuentra en la margen izquierda del río, que casi lo rodea por entero describiendo un cerrado meandro en torno a Huayna Picchu (2.667 m), la montaña en la que están las ruinas, casi 600 m por encima. En seguida el río abandona la zona protegida y alcanza Santa Rosa, donde de nuevo la carretera 28B le acompañara tras un descenso vertiginoso desde el cerro San Cristóbal.
Pasando la cadena montañosa principal se extiende el valle, amplio y fructífero, y el río llega a Quillabamba, capital de la provincia de La Convención, ya a solamente 1050 m de altitud, y de nuevo el valle del Urubamba se estrecha y se profundiza. Es la zona geográficamente más accidentada del recorrido (cañón de Torontoy), que discurre por la vertiente oriental de la cordillera de Vilcabamba. En este tramo recibe por la derecha al río Yanatil, un punto en el que se vuelve en dirección al oeste, y tras pasar por Rosalinda, vuelve a girar para dirigirse en sentido contrario, al este. Tras recibir por la derecha al más importante de sus afluentes, el río Yavero o Paucartambo (de más de 350 km), el Urubamba, tras pasar por el pongo de Mainique, finaliza su curso alto. Ambas márgenes del pongo están protegidas: la ribera derecha pertenece al Santuario Nacional Megantoni, y ribera izquierda al Parque Nacional Otishi, declarado en 2003, el penúltimo parque nacional establecido en el país.
Bajo Urubamba
El Urubamba atraviesa las últimas cadenas de montaña bajas, un tramo en el que recibe por la derecha al Camisea, donde están en explotación los yacimientos de gas de Camisea. Continua en dirección norte y llega al límite fronterizo y se interna en el departamento de Ucayali. Tras recibir al Mishagua, también por la derecha, se adentra en la selva amazónica.
El valle del Bajo Urubamba está relativamente poco desarrollado y escasamente poblado. Hay varios pueblos indígenas, principalmente machiguengas (o matsigenka) y asháninca. La economía es sobre todo forestal, aparte de los yacimientos gasísticos. El principal asentamiento en este largo tramo es el pueblo indígena de Sepahua, que cuenta con un pequeño aeródromo.
Finalmente el río se vuelve otra vez hacia el noroeste y, tras recibir también por la derecha al río Inuya, confluye finalmente con el río Tambo, que le aborda por la izquierda, para dar lugar al nacimiento del río Ucayali, ya parte del curso principal del río Amazonas. En la boca del río Tambo se encuentra la ciudad de Puerto Atalaya, que contaba con más de 10.000 habitantes en 2005.
Fauna y flora
Entre el musgo y las orquídeas, miles de plantas epofitas con sus hojas de color amarillo traslúcido se aferran a la piedra mientras las aguas, blancas por la espuma, golpean con fuerza las rocas. Un ruido ensordecedor opacan el canto de las aves. Encaramados sobre una breve saliente, se puede observar el río deslizándose entre los acantilados pulidos por siglos de continua erosión.
Es normal ver en las aguas del río, al pato de los torrentes (Merganetta arnata), una de las más increíbles criaturas que habitan los ríos de montaña, que logran avanzar contra la corriente casi sin esfuerzo; de cuando en cuando se detienen en alguna de las enormes piedras pulidas, para luego lanzarse a las violentas corrientes, como desafiando al poderoso Urubamba. Comunes en casi cualquier curso de agua a más de 1.000 msnm, pero necesariamente limpia y sin indicios de contaminación; la naturaleza ha dotado a estas aves de una asombrosa habilidad para surcar y navegar los rápidos más violentos, su hábitat indiscutible. Los aparentes riesgos de vivir en un medio de este tipo se ven recompensados por el acceso a un alimento abundante y sin competidores: las larvas de miles de insectos que se encuentran entre las rocas sumergidas en las aguas con abundante oxigenación.
Otra especie, aunque de menor tamaño, comparte con los patos las turbulentas aguas en busca de insectos y larvas aún más pequeñas. Se trata del mirlo acuático (Cinclus leucocephalus), un minúsculo pajarillo de color blanquinegro y poco mayor que un gorrión, que ha aprendido a, literalmente, nadar bajo las aguas en busca de alimento.
Con la misma rapidez con que llegan, los patos se alejan casi "corriendo" sobre las aguas, río arriba. Una fucsia, de color púrpura, ofrece su abundante néctar al siempre hambriento colibrí de garganta azul. Éste, sin proponérselo, va fecundando cada flor con los granos de polen que lleva adheridos a las minúsculas plumas de su frente. En otro capullo, un par de escarabajos color esmeralda parecen luchar torpemente por el acceso al interior del colorido envoltorio floral.
Aquí un fruto en descomposición se convierte en una atracción irresistible para legiones de coloridas mariposas, y un leve movimiento en la hojarasca denota la presencia de orugas cuya apariencia parece haber sido sacada de un libro de ciencia ficción... este bosque es, además, el hogar de dos criaturas tan hermosas como elusivas: el oso andino (Tremarctos arnatus) y el pudú o sachacabra (Pudu mephistopheles). El primero, el único oso que habita en el continente sudamericano, suele vivir una existencia vegetariana oculto en lo más profundo del bosque nuboso; el segundo, un venado del tamaño de un perro pequinés, espera el crepúsculo para vagabundear en busca de brotes y frutos caídos al amparo de una vegetación que lo convierte en una criatura invisible para los depredadores.
A medida que se aleja uno del río, por la vía del tren, los cantos de cientos de aves van dominando el ambiente. El aire húmedo y pesado del bosque es el vehículo ideal para transportar sus trinos y gorjeos... y las aves lo saben. Por ello, pregonan con inusitada potencia la posesión de sus territorios o su calidad de consortes a los individuos del sexo opuesto. Los bosques de Machu Picchu albergan a casi tres centenares de especies de aves, número que se incrementa continuamente con los registros de los visitantes. Desde los grandes cóndores que, sin aletear ni una sola vez, dejan sus fríos dominios para echar un vistazo a la exuberancia tropical, hasta las diminutas tangaras cuyos colores harían palidecer de envidia a los bailarines de las fiestas andinas.
Los colibríes son aquí un caso especial. La abundancia de flores en la región permite la existencia de hasta 14 especies diferentes, cada uno con picos diseñados para el consumo del néctar de ciertas variedades de plantas. Los hay tan pequeños como un insecto, adaptados para acceder al néctar de las pequeñísimas flores del capulí, o tan grandes que superan en tamaño a la propia ave, convirtiéndola en el único animal capaz de libar la dulce recompensa que ocultan las campanillas y daturas.
La flora del Santuario no se queda atrás. Los árboles de pisonay (Erythrina falcata) y q´euña de altura (Polylepis racemosa) con sus copas repletas de rojas flores parecen hervir de vida. Para un botánico, cada uno de estos árboles es un muestrario natural de asombrosas proporciones: lianas y bromelias se disputan cada centímetro de las ramas, mientras orquídeas, musgos y líquenes se agrupan confiriéndole a las ramas la apariencia de estar forradas de un abrigo verde y húmedo.
Véase también
Notas
- ↑ Los datos de la longitud del río y de sus afluentes proceden de la publicación Perú: Compendio Estadístico 2001, del Sistema nacional de Estadística (SNE). Disponible en el epígrafe: 1.7 LONGITUD APROXIMADA DE LOS RIOS MAS IMPORTANTES.
- ↑ Las aguas continentales de America Latina, de R. Ziesler y G.D. Ardizzone, publicación de la FAO de 1979. Disponible en: [1].
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