Conquista de las islas Canarias

Conquista de las islas Canarias

La conquista de las Islas Canarias por parte de la Corona de Castilla se llevó a cabo entre 1402 y 1496. Se pueden distinguir dos periodos en este proceso: la Conquista señorial, llevada a cabo por la nobleza a cambio de un pacto de vasallaje, y la Conquista realenga, llevada a cabo directamente por la Corona, durante el reinado de los Reyes Católicos.

Contenido

Introducción

Los contactos mantenidos durante la Antigüedad clásica entre el mundo mediterráneo y Canarias, quedaron interrumpidos a partir de la decadencia y posterior caída del Imperio Romano de Occidente. Eso no quiere decir, que las islas permanecieran en un absoluto aislamiento del exterior o que no se tuviera alguna información sobre ellas. Durante la Edad Media, las primeras informaciones sobre las Islas Canarias las aportan fuentes árabes que se refieren a islas atlánticas que bien pudieran ser las Canarias. Lo que sí parece evidente es que este conocimiento no supone una alteración del aislamiento cultural de los aborígenes.

A partir de finales del siglo XIII, menudean las visitas de europeos al archipiélago. Las razones de este redescubrimiento fueron:

  • Motivos ideológicos y políticos: las monarquías del sur de Europa estaban en una fase expansiva. En el caso de los reinos de la Península Ibérica, la expansión territorial, respondía a la dinámica de lucha y reconquista frente a los musulmanes. Por lo tanto la expansión territorial suponía el reforzamiento del poder real, imbuido todo por un espíritu de cruzada en defensa del Cristianismo.

La primera visita documentada fue la de Lanceloto Malocello que, en 1312 se estableció en Lanzarote, permaneciendo en ella durante casi veinte años.

Después de esta visita, el conocimiento que se tiene en Europa sobre las Islas aumenta. La información aportada por los primeros visitantes y la documentación cartográfica, especialmente el Atlas Catalán anteriormente señalado, facilitó las arribadas, unas, las menos, tuvieron un carácter misionero, como fue el establecimiento de una comunidad franciscana en Telde entre 1350 y 1391, pero otras, la mayoría tuvieron un carácter económico, básicamente la captura de esclavos para ser vendidos en los mercados europeos.

En el siglo XIV compiten por el control de Canarias genoveses, aragoneses, castellanos y portugueses. En el siglo siguiente esta competencia quedó reducida a Castilla y Portugal.

La conquista de Canarias

Jean de Béthencourt.

La conquista de Canarias se llevó a cabo entre 1402 y 1496. No fue una empresa sencilla en lo militar, dada la resistencia aborigen en algunas islas. Tampoco lo fue en lo político, puesto que confluyeron los intereses particulares de la nobleza (empeñada en fortalecer su poder económico y político mediante la adquisición de las islas) y los estados, particularmente Castilla, en plena fase de expansión territorial y en un proceso de fortalecimiento de la Corona frente a la nobleza.

Para su estudio, los historiadores distinguen dos periodos en la conquista de Canarias:

  • Conquista señorial. Se conoce con este nombre a la conquista llevada a cabo por la nobleza, en beneficio propio y sin una participación directa de la Corona, que otorga el derecho de conquista a cambio de un pacto de vasallaje del noble conquistador hacia la Corona. Distinguiremos dentro de ella la conocida como Conquista Betancuriana o Normanda, llevada a cabo por Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle entre 1402 y 1405 y que afectó a las islas de Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura. La otra fase se conoce como Conquista Señorial castellana, llevada a cabo por nobles castellanos que se apropiaron, mediante compras, cesiones y matrimonios, de las primeras islas conquistadas e incorporaron la isla de La Gomera hacia 1450.
  • Conquista realenga. Este término define a la conquista llevada a cabo directamente por la corona de Castilla, durante el reinado de los Reyes Católicos quienes armaron y en parte financiaron la conquista de las islas que faltaban por dominar: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. En el año 1496, llegó la conquista a su fin con el dominio de la isla de Tenerife, integrándose el Archipiélago Canario en la Corona de Castilla. La conquista realenga tuvo lugar entre 1478 y 1496.

La conquista betancuriana

Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, nobles normandos, protagonizaron la primera etapa de la conquista. Los motivos son básicamente económicos: Bethencourt poseía factorías textiles y tintorerías y Canarias le ofrecía productos tintóreos: la orchilla.

Le Canarien.

Bethencourt contaba con importantes apoyos políticos en la corte del rey Enrique III de Castilla. Un pariente suyo, Rubín de Braquemont, obtuvo del rey el derecho de conquista de las Islas Canarias para el noble normando. Bethencourt, a cambio de la obtención de los derechos de conquista se convirtió en vasallo del rey castellano. Rubín de Braquemont aportó una importante suma de dinero a la empresa conquistadora. La narración de la conquista betancuriana quedó recogida en la crónica conocida por Le Canarien, recopilada por los clerigos Pierre Bontier y Jean Le Verrier, aunque transformada en dos versiones posteriores, una de Gadifer de la Salle (la que parece más fidedigna) y otra del sobrino de Bethencourt, Maciot de Bethencourt.

Conquista de Lanzarote

Procedente de La Rochelle, y después de hacer escalas en Galicia y Cádiz, la expedición normanda llega a Lanzarote en el verano de 1402. La imposibilidad humana y material de resistir, favoreció la rendición de Guadarfia y los conejeros. Los normandos se establecieron en el sur de la isla, donde construyeron un fortín y fundaron el obispado de Canarias. Desde allí intentaron el asalto de Fuerteventura.

Conquista de Fuerteventura

Entre 1402 y 1405. La larga duración no se debió tanto a la resistencia de los isleños, como a las dificultades y divisiones internas entre los dos capitanes de la conquista. El hambre y la falta de recursos obligaron a la expedición a replegarse hacia Lanzarote. Jean de Bethencourt viajó a Castilla en busca de socorros. Allí obtuvo del rey Enrique III los medios necesarios y la confirmación de sus derechos exclusivos sobre las islas por conquistar, marginando a Gadifer.

Durante la ausencia de Bethencourt, Gadifer tuvo que hacer frente a la doble rebelión de un sector de sus hombres dirigidos por Bertín de Berneval, que habían reiniciado la captura de esclavos, y de los aborígenes de Lanzarote, que se resistían a tales prácticas.[1] Pacificada la isla hacia 1404, se reemprendió la conquista de Fuerteventura a lo largo de aquel año, pero los dos comandantes actuaron por separado, fortificando cada uno su propia zona de dominio (castillo de Rico Roque y Valtarajal). En 1405 culminó la conquista con la sumisión de los reyes de la isla. En una fecha no determinada Gadifer abandonó la isla y regresó a Francia a defender sus derechos, pero ya no regresará a las islas.

Tras la conquista, Bethencourt, dueño absoluto de las islas, marchará a Normandía en busca de colonos y nuevos recursos para continuar la conquista del resto de las islas.

Conquista de El Hierro

Tuvo lugar a fines de 1405. No hubo resistencia por parte de la escasa población aborigen que en gran parte fue vendida como esclava, repoblándose la isla con colonos normandos y castellanos.

Bethencourt permaneció en las islas hasta 1412, fecha en la que retornó definitivamente a sus dominios de Normandía, dejando al frente de sus posesiones insulares a su sobrino Maciot de Bethencourt.

La conquista señorial castellana

La etapa betancuriana finalizó en 1418, cuando Maciot vendió sus dominios y los derechos de conquista sobre el resto de las islas al conde de Niebla. A partir de este momento la intervención de la corona castellana se acentuó. Entre 1418 y 1445 las islas estuvieron sometidas a permutas y divisiones. Finalmente Hernán Peraza “el Viejo” y sus hijos, Guillén Peraza, fallecido en un asalto a la isla de La Palma (de cuya muerte ha quedado una emotiva endecha), e Inés Peraza, se quedaron con las islas conquistadas y con los derechos de conquista de las que faltaban. Tras la muerte de su hermano, Inés y su marido Diego García de Herrera se convirtieron en los únicos señores de las islas hasta 1477, fecha en la que ceden La Gomera a su hijo Hernán Peraza “el Joven”, y los derechos de conquista de La Palma, Gran Canaria y Tenerife a la Corona de Castilla.

Durante esta etapa se integró al señorío de los Peraza-Herrera la isla de La Gomera, que no fue conquistada militarmente sino incorporada mediante acuerdo de Hernán Peraza “el Viejo” con algunos de los bandos aborígenes insulares que aceptaron la autoridad del castellano. El dominio de la isla, no obstante, no estuvo exento de revueltas fruto de las arbitrariedades de los señores de la isla con los gomeros. La última de este periodo y principal, conocida como la Rebelión de los Gomeros, en 1488, provocó la muerte del señor de la isla, Hernán Peraza, cuya viuda, Beatriz de Bobadilla y Ossorio tuvo que solicitar ayuda a Pedro de Vera, conquistador de Gran Canaria, para sofocar la rebelión. La represión posterior provocó la muerte de dos centenares de rebeldes y la venta como esclavos de otros tantos en los mercados peninsulares.

La conquista realenga

El segundo periodo de la conquista de Canarias presenta las siguientes características que la diferencia del periodo anterior:

  • La dirigió y armó la Corona castellano-aragonesa de los Reyes Católicos.
  • La financiación de la empresa corrió por cuenta de la Corona y de particulares interesados en la explotación económica de los recursos de la isla.
  • Afectó a las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, las más pobladas y las que ofrecían mejores perspectivas económicas.
  • En las tres islas, pero especialmente en Gran Canaria y Tenerife, los aborígenes mostraron una clara y prolongada resistencia a la conquista.

Conquista de Gran Canaria (1478 - 1483)

Podemos distinguir tres etapas en la conquista de Gran Canaria:

a) Etapa inicial, junio - diciembre de 1478. El 24 de junio de 1478, desembarcó en La Isleta, la expedición mandada por Juan Rejón y el deán Bermúdez, representante del obispo del Rubicón, Juan de Frías, uno de los financiadores de la conquista. Ese día, junto a Guiniguada, se fundó el Real de Las Palmas. Pocos días más tarde tuvo lugar en las proximidades del Real el primer enfrentamiento en el que los isleños fueron derrotados. Esta victoria inicial les proporcionó a los castellanos el control de la esquina noreste de la isla.

b) Resistencia aborigen y divisiones castellanas, desde finales de 1478 hasta 1481. La resistencia aborigen en el interior montañoso de la isla, la falta de hombres y medios materiales y las desavenencias internas en el bando conquistador, constituyen las principales marcas de este periodo. Durante esta etapa, Juan Rejón fue destituido por orden de los Reyes Católicos. Su lugar lo ocupó Pedro Fernández de Algaba, que fue posteriormente ejecutado por orden del destituido Rejón. El nombramiento de Pedro de Vera como nuevo gobernador de la isla y la detención de Juan Rejón, puso fin a los conflictos internos que se habían prolongado hasta 1481.

c) Final de la resistencia aborigen y conquista de la isla, 1481-1483. Pedro de Vera, ahora jefe indiscutido de los castellanos, reemprendió la conquista del interior de la isla y el guanartemato de Gáldar. Contó para ello con la llegada de nuevos refuerzos humanos aportados por Diego García de Herrera, que envió un numeroso contingente de gomeros. Se producen las victorias castellanas en la Batalla de Arucas en la que cae el líder aborigen, Doramas. La captura de Tenesor Semidán, guanarteme de Gáldar, por parte de Alonso Fernández de Lugo, será un factor decisivo para la culminación de la conquista. Tenesor Semidán fue enviado a Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme y, tras firmar con Fernando el Católico el Pacto de Calatayud, se convirtió en un fiel y valioso aliado de los conquistadores, cuya actuación ha sufrido diversas valoraciones por los analistas de la historia: traidor a la causa aborigen para unos, hábil negociador que logró salvar muchas vidas, para otros. Finalmente, el 29 de abril de 1483, y junto a la Fortaleza de Ansite, se produce la dispar acción de la entrega de unos como Guayarmina Semidán, o el suicidio de otros por despeñamiento como el del líder canario Bentejuí junto con el Faycán de Telde al grito de Atis Tirma (por mi Tierra).[2]

Conquista de La Palma (1492 – 1493)

Alonso Fernández de Lugo, quien tuvo una destacada actuación en la conquista de Gran Canaria, obtuvo de los Reyes Católicos los derechos de conquista sobre las islas de La Palma y Tenerife. Los acuerdos con la Corona incluían, además de un quinto de los cautivos apresados, setecientos mil maravedíes si la conquista de La Palma la realizaba en un plazo de un año.

Para financiar la empresa conquistadora, Alonso Fernández de Lugo se asocia con Juanoto Berardi y Francisco de Riberol. Cada uno participaría con un tercio de los costos de la empresa y, en la misma proporción, de los beneficios.

La conquista fue relativamente fácil. El desembarco castellano se produjo por Tazacorte el 29 de septiembre de 1492. El conquistador hizo uso de acuerdos y pactos con los aborígenes palmeros en los que se respetaban los derechos de los jefes y la plena igualdad con los castellanos para atraerlos hacia su causa. La resistencia fue mínima, excepto un episodio en Tigalate y una resistencia mayor en el cantón de Aceró (Caldera de Taburiente). En ella, su jefe Tanausú se hizo fuerte aprovechando las condiciones orográficas de la zona, con sólo dos accesos de fácil defensa que impedían la penetración castellana.

En vista de que el plazo de un año se vencía y ante el temor de perder la prima de setecientos mil maravedíes, Fernández de Lugo propuso una negociación que tendría lugar en los Llanos de Aridane. Fuera de la Caldera, los castellanos tendieron una emboscada a Tanausú, que derrotado y capturado por los castellanos, fue enviado a Castilla como cautivo. En el camino de ida Tanausú practicó un ritual de muerte en el que murió por inanición. La fecha oficial de finalización de la conquista se sitúa en el 3 de mayo de 1493. Una parte de la población de Aceró y de otros cantones con los que había firmado pactos de sometimiento, fue vendida como esclava, y la mayoría se integraría en la nueva sociedad formada tras la conquista.

Conquista de Tenerife (1494 - 1496)

En diciembre de 1493, Alonso Fernández de Lugo obtuvo de los Reyes Católicos la confirmación de sus derechos de conquista sobre la isla de Tenerife y, a cambio de renunciar a la prima prometida por la conquista de La Palma, reclamó el gobierno de la isla, aunque no obtuvo participación en el quinto real.

La financiación de la conquista fue llevada a cabo con la venta de sus plantaciones de azúcar en el valle de Agaete, obtenido tras la conquista de Gran Canaria, y asociándose con comerciantes italianos asentados en Sevilla.

División de Tenerife en el momento de la conquista

Tenerife estaba dividida en el momento de la conquista en nueve menceyatos. Por su actitud ante los castellanos, cabe distinguir el bando de paz, que se mostró neutral o proclive a los castellanos. Eran los menceyatos del sur y del este (Anaga, Güímar, Abona y Adeje), es decir, aquellos que habían tenido más contacto con los castellanos a través de la actividad misionera (Candelaria). El bando de guerra agrupaba a los menceyatos del norte (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icoden y Daute). Mantuvieron una resistencia tenaz a la invasión.

En abril de 1494, y procedente de Gran Canaria, desembarcó el conquistador en la costa de la actual Santa Cruz de Tenerife con una tropa de peninsulares y canarios (denominados hoy grancanarios) formada por unos dos mil hombres de a pie y 200 a caballo. Tras levantar un fortín se dispuso a adentrarse hacia el interior de la isla. Intentó un acercamiento a los bandos de guerra y a Bencomo, mencey del más importante menceyato hostil le ofreció amistad, la aceptación del cristianismo y el sometimiento a la autoridad de los Reyes Católicos. El rechazo de las dos últimas condiciones hizo inevitable el enfrentamiento.

Representación de la Primera Batalla de Acentejo en Tenerife.

El primer encuentro armado fue la célebre Primera Batalla de Acentejo que tuvo lugar en el barranco de Acentejo, en el municipio de La Matanza. Una tropa invasora de más de dos mil hombres se adentró por el norte de la isla en dirección al valle de Taoro (valle de La Orotava). El objetivo era doblegar a los guanches en el núcleo de su resistencia. Los guanches esperaron emboscados a los castellanos que, sorprendidos sufrieron un grave descalabro, perdiendo en la batalla el ochenta por ciento de sus fuerzas. Alonso Fernández de Lugo pudo escapar hacia Gran Canaria, donde preparó un nuevo asalto con tropas mejor adiestradas y más recursos financieros aportados por comerciantes genoveses y nobles castellanos. Los guanches, dueños de la situación, destruyeron el fortín construido por los castellanos.

Los castellamos (hoy españoles) iniciarion una estrategia de disminución de la población guanche, se cree que con envenenamientos de manantiales; unido a las enfermedades trasmitidas por los piojos de los castellanos que mataron una parte de la población Guanche.[cita requerida] Tras esto, con un ejército mejor armado y entrenado, el Adelantado retornó a Tenerife. Tras reconstruir el fortín de Añazo, se dirigió hacia los llanos de Aguere (La Laguna), donde en noviembre derrotó a Bencomo en la conocida como Batalla de Aguere, durante la cual el líder guanche cometió el error de presentar batalla en una zona llana. La caballería y los refuerzos aportados por Fernando Guanarteme, fueron decisivos para la victoria castellana. 1.700 guanches, entre ellos Bencomo y su hermano (o hermanastro) Tinguaro, quedaron muertos en el campo de batalla. Al parecer, una epidemia posterior diezmó a los isleños, dejando a la mayoría que sobrevivieron enfermos o débiles, lo que se conoce como la "gran modorra", aunque su exacta dimensión e importancia en el resultado de la batalla permanece controvertida por algunos historiadores. Acerca de la gran modorra escribió el historiador y médico Juan Bethencourt Alfonso: [...] En las condiciones de vida de los guanches las epidemias de modorra necesariamente tenían poco poder difusivo, siendo su radio de acción muy limitado. Hoy que se conoce el germen de la enfermedad y los medios más adecuados de su propagación, cuando se considera que los guanches no contaban con una sola población, ni el más modesto caserío, sino que las familias moraban aisladas unas de otras separándolas 3 o 4 kilómetros, en chozas ventiladas, y que no conocían los estercoleros, ni los alcantarillados, ni pozos negros, ni letrinas, ni lavaderos públicos, ni otros elementos o factores que pudieran dar lugar a la intoxicación del subsuelo o contribuir a la creación y multiplicación de poderosos focos infecciosos, hay que convenir en que las tales epidemias tenían que ser muy poco expansivas. Ni si quiera se puede alegar como foco de origen los cadáveres de Acentejo, por que es bien sabido fueron quemados por orden del rey Bencomo[3]


En diciembre de 1495, tras un largo periodo de guerrilla, saqueos y parálisis bélica, los castellanos volvieron a penetrar, esta vez desde el norte de la isla, en dirección a Taoro. Varios miles de guanches los esperaban en un barranco cerca del actual municipio de La Victoria de Acentejo, no lejos de donde se produjo la Primera Batalla de Acentejo. La victoria castellana en la Segunda Batalla de Acentejo, facilitó el hundimiento de la resistencia aborigen y el acceso al valle de Taoro quedó abierto. La batalla decidió la conquista de la isla de Tenerife y el punto final de la conquista de las Islas Canarias.

Véase también

Referencias

  1. «Al día siguiente se enteraron los compañeros que quedaban en el viejo castillo cómo el nuevo rey había asaltado Andernac y a los demás compañeros. Entonces prendieron un canario que ellos tenían y le cortaron la cabeza sobre una alta montaña y la colocaron en un palo bien alto, para que todos las pudiesen ver. Y de allí en adelante empezó la guerra entre ellos y nosotros. Y hemos cogido y muerto gran cantidad de ellos y hemos cogido mujeres y niños, y los demás están en tal condición, que se van escondiendo por las cuevas y ninguno se atreve a mostrarse... y la intención es, si no hallamos otro remedio, que matemos a los hombres de defensa del país, y ya lo tenemos empezado; y conservaremos a las mujeres y niños y los haremos bautizar y viviremos como ellos, hasta que Dios disponga de otra manera.» (Gadifer de la Salle Le Canarien, p.80; Cioranescu, Alexandre 1965 Crónicas francesas de la conquista de canarias - Le Canarien: 46; Cuarta edición, Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea.). Pedro Bontier y Juan Le Verrier escriben la primera documentación sobre la conquista de Canarias y la única información disponible sobre el modo de vida de los nativos de Lanzarote y Fuerteventura a la llegada de los primeros conquistadores.
  2. Abreu y Galindo, J. de, Historia de la conquista de las siete islas de Canarias, en A. Cioranescu (ed) Goya ediciones, Tenerife, 1977
  3. Historia del Pueblo Guanche, Tomo III, pagina 110, Juan Bethecourt Alfonso

Bibliografía

  • DE ABREU GALINDO, FR. J. Historia de la Conquista de las Siete Islas Canarias. Ed. Goya. Santa Cruz de Tenerife 1977. ISBN 84-400-3645-0
  • DE VIERA Y CLAVIJO, J. Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Madrid 1772. 4 volúmenes
  • TORRIANI, Leonardo. Descripción de las Islas Canarias. Ed. Goya. Santa Cruz de Tenerife. 1978. ISBN 84-7181-336-X
  • BERTHELOT, Sabino. Etnografía y Anales de la Conquista de Las Islas Canarias. Ed. Goya. Santa Cruz de Tenerife. 1978. ISBN 84-85437-00-4.
  • BLANCO, Joaquín. Breve Noticia Histórica de las Islas Canarias. Ed. Rueda. Madrid 1983. ISBN 84-7207-029-8
  • SUÁREZ, J., RODRÍGUEZ, F. y QUINTERO, C. Conquista y Colonización. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1988. ISBN 84-404-1251-7
  • VV.AA. Historia de Canarias. Vol. I Ed. Prensa Ibérica. Valencia 1991. ISBN 84-87657-10-9
  • SANTANA, J, MONZÓN, M. Y SANTANA, G. Historia Concisa de Canarias. Ed. Benchomo. Las Palmas de Gran Canaria 2003. ISBN 84-95657-84-8

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