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Batalla de Curalaba
Batalla o Desastre de Curalaba Parte de Guerra de Arauco Fecha 23 de diciembre de 1598 Lugar Curalaba, Lumaco Resultado Victoria mapuche, se inicia una rebelión indígena generalizada que da paso a la Guerra Defensiva. Beligerantes Imperio Español Mapuches Comandantes Martín Óñez de Loyola Pelantaro Fuerzas en combate 50 españoles y 300 indios auxiliares. entre 300 y 600 guerreros. Bajas todos muertos, menos 2 prisioneros ejecutados después. sin información. La Batalla de Curalaba (del mapudungun curalaba: «piedra partida»), conocida también como Desastre o Victoria de Curalaba, según las fuentes sean cercanas a españoles o mapuches, fue una importante derrota militar de las fuerzas españolas frente a los mapuches ocurrida en 1598. Es considerada una de las principales acciones bélicas de la Guerra de Arauco. Consistió en la casi total aniquilación de una columna comandada por el gobernador de Chile Martín Óñez de Loyola a manos de las huestes dirigidas por el toqui Pelantaro. Esta derrota y la muerte del gobernador desencadenó el abandono masivo de varias ciudades y fuertes españoles del sur de Chile. En el contexto general de la guerra, esta batalla abrió la Rebelión Mapuche de 1598, terminó con la estrategia española de conquistar totalmente el territorio mapuche, abriendo paso a los períodos de Guerra Defensiva y, posteriormente, a la implementación de una política diplomática basada en los llamados parlamentos mapuches. La importancia de la batalla reside más en su efecto desmoralizador sobre los españoles, que en su magnitud material o el número de hombres involucrados.
Contenido
Antecedentes
Pelantaru
Según los cronistas, los mapuches de la zona se encontraban molestos por el establecimiento de nuevas fundaciones, recientemente edificadas por Óñez de Loyola. Veían esas nuevas poblaciones como una evidencia de que para los españoles no bastaba con el terreno ya conquistado. Pero la principal causa es atribuida a la indignación por el trato dado a los indígenas, a los "servicios personales" impuestos en lavaderos de oro y plantaciones.
Alarmados, diversos grupos ungieron como toqui general de la próxima guerra a Pelantaro, quien tendría ocasión de destacarse en los siguientes años.
Acciones previas del gobernador
A mediados de diciembre del año 1598, el gobernador Óñez de Loyola se encontraba en la ciudad de La Imperial. Venía de recorrer las fundaciones más australes del reino; Valdivia, Osorno y Villarrica, en visita de inspección y tratando de enganchar algunos soldados que engrosaran sus filas para la campaña que se proponía llevar a cabo a la brevedad contra los mapuches no sometidos.
Entonces el capitán Hernando Vallejo, jefe de la ciudad de Angol, le envió un mensajero indígena, solicitando urgentes socorro, pues creía que sería atacado de un momento a otro. Los clanes de Purén estaban evidentemente sublevados. Dos españoles, que habían osado alejarse del fortín de Longotoro, que resguardaban, habían sido asesinados, y habían fuertes señales de concentraciones de guerreros.
Sin tardanza, el 21 de diciembre, partió el gobernador al mando de una fuerza de auxilio.
Acción
Óñez de Loyola avanza
El gobernador Martín Óñez de Loyola emprendió, acompañado de 50 soldados y 300 indios auxiliares, el viaje entre las ciudades de La Imperial y Angol, en la zona habitualmente disputada durante la Guerra de Arauco. La travesía obligaba a su columna a adentrarse en los intrincados pantanos de Lumaco y Tucapel, habitual refugio de los mapuches en pie de guerra. Pero Óñez, confiado en la superioridad de sus fuerzas, avanzó aparentemente sin cuestionarse la peligrosidad del movimiento.
En la noche del 21 la fuerza acampó en un lugar denominado Paillachaca, a una legua de La Imperial. Al día siguiente la columna avanzó sin novedad 9 leguas (37,2 km.). Tras esta segunda jornada acamparon en un paraje llamado Curalaba, junto al Río Lumaco, cercado por cerros abruptos.
La sorpresa
La imprevisión de la tropa y sus jefes fue entonces notoria. Soltaron sus cabalgaduras para que pastaran, y acamparon sin despachar partidas de exploradores. Simplemente se establecieron turnos de vigías que, producto del relajamiento de la disciplina militar que imperaba en las tropas españolas, posiblemente no fueron cumplidos a cabalidad.
Los españoles después supusieron que el mismo mensajero indígena que llevó el mensaje de Angol a La Imperial previno a las fuerzas mapuches del camino que debía tomar la caravana de Óñez de Loyola. Como sea, Pelantaro había concentrado sus fuerzas en las cercanías. Reunió allí entre 300 y 600 hombres, según las distintas versiones, que dividió en tres cuadrillas. Se reservó el mando de una de ellas y entregó las otras dos a los caciques Anganamón y Guaquimilla.
El ataque, tras un sigiloso avance nocturno, se desató en los primeros momentos del alba del día 23 de diciembre. El ímpetu de los mapuche sorprendió a los españoles en el mayor descuido y desorganización. Muchos soldados castellanos trataron de huir despeñándose en un barranco cercano. Sólo un arcabucero alcanzó a disparar un tiro solitario, antes de ser muerto de un macanazo. El gobernador no alcanzó a vestir su armadura, pero logró tomar su escudo y espada y empeñar la lucha por breves momentos.
Los españoles murieron casi en su totalidad. El gobernador pereció, al igual que el corregidor de Angol, capitán Juan Guirao; el capitán Galleguillos y algunos frailes franciscanos que acompañaban a la comitiva; Juan de Tovar y Miguel Rosillo. El primero de estos últimos fue durante un tiempo venerado en Chile como mártir. Murieron también muchos indios auxiliares. Según la tradición, sobrevivieron sólo dos españoles, que después fueron ejecutados por los vencedores.
Pelantaro, que ya guardaba el cráneo de Pedro de Valdivia, sumó a su botín el de Óñez de Loyola.
Presagios
Diversos autores españoles contemporáneos, como el capitán Fernando Álvarez de Toledo, autor del poema épico Purén Indómito, y el cronista Diego de Rosales refieren apariciones agoreras en el cielo de Chile, supuestamente vistas el día de Santo Tomás, 21 de diciembre, cuando Óñez de Loyola, partía de La Imperial rumbo a su derrota.
Estos relatos, bastante difundidos, hablan de que en el cielo las nubes se abrieron extrañamente, dejando ver combatientes, aves enigmáticas y otras figuras.
Es un ejemplo curioso, pero no aislado, de la pervivencia de este tipo de relatos folclóricos en la Guerra de Arauco, asociados desde la Antigüedad Clásica con batallas funestas y campañas malhadadas. Siendo sabido que desde la Antigua Roma, el vuelo de las aves es considerado un presagio antes del combate.
Por otro lado, la mitología mapuche concedía a la forma y movimiento de las nubes un significado simbólico asociado a la guerra. Por lo que es posible que estos relatos representen una forma de sincretismo entre dos tradiciones culturales.
Efectos
La batalla de Curalaba se convirtió en el inicio efectivo de la Rebelión Mapuche de 1598 que terminó finalmente con todas las ciudades al sur del río Biobío, excepto Concepción. De ahora en adelante los españoles dejaran de realizar la expansión por el territorio Mapuche de la misma manera que se realizó a lo largo del siglo XVI; y dividiría en el territorio controlado por los españoles en Chile. Así quedaria dividido en:
- El territorio norte (conformado por la Capitanía General de Chile), que tendría su frontera sur en el río Biobío.
- El territorio sur (conformado por Chiloé) tendría su frontera norte el canal de Chacao; exceptuando por el posterior territorio recuperado con la refundación de la ciudad de Valdivia, en 1645. Así, solo a fines de la colonia (a fines del siglo XVIII), los territorios comprendidos entre Valdivia y Chiloé, serían unidos a partir de la refundación de la ciudad de Osorno y la creación del camino real).
El revés militar unido a la momentanea perdida de Chiloé por los piratas holandeses, hizo que Felipe III de España decidiera, en 1599, enviar un oficial veterano de las campañas europeas a dirigir la Guerra de Arauco: Alonso de Ribera. Este gobernador terminará por sentar las bases de la estrategia española en la frontera mapuche, sobre la base de la profesionalización de un ejército permanente y la consolidación de una frontera defendible.
La Corona, por otro lado, comprende que deberá incurrir en gastos para mantener sus posiciones chilenas, por lo que terminará por instituir el cuantioso subsidio denominado Real Situado, que comenzó a remitirse desde el Perú a Chile, en 1600.
Posterior a estos hechos se considera que se da fin al periodo de la Conquista de Chile, y es el inicio al periodo de la Colonia de Chile.
Fuentes
- Carvallo y Goyeneche, Vicente, Descripción Histórico Geografía del Reino de Chile (Description Historical Geography of the Kingdom of Chile), University of Chile: Document Collections in complete texts: Cronicles (on line in Spanish) Primera parte. Tomo I; Capítulo LXXIX. Llega a Chile un refuerzo de tropa del Perú - Levanta el Gobernador una ciudad en la provincia de Cuyo - Visita el país meridional de su gobernación, i los indios le quitan la vida.
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