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La Carbonería fue una sociedad secreta italiana fundada en Nápoles durante los primeros años del siglo XIX sobre valores nacionalistas y liberales. Sus componentes se denominaban carbonari. Organizaciones similares se denominaron carbonarios en España o Charbonnerie en Francia.

Características generales

El término "Carbonería" se derivaba del hecho que los adeptos de la organización habían obtenido su libertad y sus derechos de su empleo como carbonarios, o bien, como los que preparaban el carbón y lo vendían. Como en toda sociedad secreta, quién se inscribía en la Carbonería no podía conocer todas las finalidades de la organización en el momento de su adhesión: los secretarios eran de hecho llamados inicialmente: "novatos" y sólo hasta después se convertían en "maestros" y debían esforzarse en mantener el grado mas alto, el de "jefe".

La organización, de tipo jerárquico, era muy poco estricta: los núcleos locales, llamados "barracones", se reunían en aglomeraciones más grandes, llamadas "venditerias", que a su vez dependían de las "venditerias padre" y de las "otras venditerias". De lo demás se conoce poco con certeza, y el hecho que los historiadores no conozcan bien las diversas organizaciones sectarias depende, obviamente, de la necesidad de los adeptos de mantener la más estricta discreción, no se puede confiar en su totalidad en los escritos o documentos de las huellas de una actividad que, si era descubierta por la monarquia, podía tener como consecuencia la cárcel o incluso el patíbulo.

Los adeptos

Los adeptos de la Carbonería aspiraban sobre todo a la libertad política y a un gobierno constitucional: pertenecientes en gran parte a la burguesía y a las clases sociales más elevadas, se habían dividido en dos sectores o logias: la civil, destinada a la protesta pacífica o a la propaganda, y la militar, destinada a las acciones de guerrilla.

Varias personalidades famosas de la Italia del Risorgimento se adhirieron al movimiento, de manera explícita o implícita, entre los que se destaca a: Silvio Pellico, Antonio Panizzi, Giuseppe Mazzini de joven, Ciro Menotti, Piero Maroncelli, Carlo Bianco di San Jorioz y Federico Confalonieri.

La Historia

Nacida inicialmente como forma de oposición a la política filo-napoleónica de Joaquín Murat, la Carbonería afilió a seguidores en Francia y en España, teniendo como objetivos las libertades políticas y la obtención de una constitución en los países de Europa.

Después de la caída de Murat, la lucha se dirigió contra el rey Fernando I de las Dos Sicilias, que habiendo tomado el poder había olvidado las promesas de justicia y libertad hechas en el período del exilio. Se difundió también en el norte y sobre todo en las regiones italianas de la Lombardía y Emilia-Romagna gracias al esfuerzo de Filippo Buonarroti (que aunque no era carbonario, se identificó con el movimiento), al día siguiente del Congreso de Viena de 1815 el movimiento asumió también un carácter patriótico y marcadamente anti-Austriaco.

Después de haber recogido las demandas de muchos elementos de la burguesía ciudadana como artesanos y comerciantes (que no habían perdonado al soberano Borbón su política favorable a los grandes terratenientes) la Carbonería comenzó a secundar la voluntad guerrillera de sus dirigentes, interrumpiendo otros graves problemas político-sociales que se habían creado al interno de esta misma ideología y de tortuosos recorridos políticos, algunas veces contradictorios: como ejemplo los carbonarios se declaraban a favor de la independencia italiana, pero no indicaban en lo más mínimo el eventual gobierno que debería tener una Italia libre.

Tal ambigüedad (es decir, el no poder afirmar con certeza la situación política de la Carbonería, que unió elementos de "destra" -derecha- con otros de "sinistra" -izquierda- y de "centro") finalizará solo cuando, después de una larga secuela de derrotas militares, algunos carbonarios volvieron a discutir sobre el problema de la libertad con una perspectiva más amplia y con miras a una acción común y a la formación de una nación unida.

Los movimientos de 1820 y 1821

La Carbonería pasó por primera vez de las palabras a los hechos en 1820 en Nápoles organizando revueltas de carácter anti-absolutista y liberal-constitucional que se inspiraba en la realizada en Cádiz el primero de enero del mismo año. Los oficiales Michele Morelli y Giuseppe Silvati (que se adhirieron por generales pro-Murat, como Guglielmo Pepe) el primero de julio marcharon de Nola hacia Nápoles a la cabeza de sus regimientos de caballería.

Atemorizado por la protesta, el rey Fernando I aceptó conceder una nueva carta magna y la adopción de un parlamento. La victoria, aunque parcial, ilusoria y aparente, causó mucha esperanza en la península y en Turín los carbonarios locales, guiados por Santorre de Santarosa, marcharon con dirección a la capital del Reino de Cerdeña y el 12 de marzo de 1821 obtuvieron la constitución democrática.

Sin embargo la Santa Alianza no toleró semejante comportamiento y a partir de febrero de 1821 enviaron un ejército al sur que derrotó a los insurrectos, numéricamente inferiores y mal equipados. También en Piamonte el rey Carlos Alberto de Saboya, indeciso sobre que hacer, cedió a las presiones de su hermano Carlo Felice de Cerdeña y pidió la intervención militar de Austria: el 8 de abril el ejército de habsburgo derrotó a los revoltosos y los movimientos de 1820 y 1821, desencadenados casi totalmente dentro de la Carbonería, podían declararse fracasados.

Dentro de los los principales dirigentes de la Carbonería, Morelli y Silvani fueron condenados a muerte; Pepe fue condenado al exilio; Confalonieri, Pellico y Maroncelli fueron encarcelados.

Los movimientos de 1831 y el fin de la Carbonería

Derrotados pero no aniquilados, los carbonarios participaron en 1830 en la revolución de julio que sostenía la política del rey liberal Luis Felipe I de Francia: sobre las alas del entusiasmo por la victoriosa sublevación parisina, también los carbonarios italianos tomaron las armas contra algunos estados centro-septentrionales, y en particular contra los Estados Pontificios y Módena.

En la capital emiliana Ciro Menotti fue el que tomó la iniciativa, intentado encontrar el soporte político para el duque Francisco IV de Modena, que fingió responder positivamente en cambio de la concesión del título de Rey de la Alta Italia: Sin embargo, el duque sólo le hizo el juego a Menotti, permaneciendo prácticamente inerme: fue arrestado el día anterior a la fecha marcada para la sublevación. Francisco IV, por sugerencia del estadista austriaco Klemens von Metternich, lo condenó a muerte, al igual que a otros aliados.

En el estado de la Iglesia por su parte, la revuelta comenzó en febrero de 1831 con el impulso de algunas ciudades como Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma donde los ciudadanos, ayudados por los carbonarios, alzaron la bandera tricolor y establecieron un gobierno provisional. Un cuerpo de milicia voluntario, que habría tenido el objetivo de marchar sobre Roma, fue masacrado por las tropas austriacas llamadas por el Papa Gregorio XVI. Por tanto, igual esta revuelta fue sofocada con ríos de sangre.

Esta derrota hizo entender a muchos carbonarios que militarmente, sobre todo solos, no habrían podido competir contra Austria, una de las grandes potencias del viejo continente: Giuseppe Mazzini, uno de los más agudos carbonarios, fundó una nueva sociedad secreta llamada Joven Italia en la cual habrían confluido muchos ex adherentes de la Carbonería que, ya casi sin defensores, cesó prácticamente de existir, aunque si la historia oficial de esta importante sociedad sería prolongada cansinamente hasta 1848.

En el cine

El movimiento, con las traiciones, los espías y su represión, aparece filmado en la película de Roberto Rossellini Vanina Vanini, adaptación de la novela homónima de Stendhal; y en Allosanfan, de los hermanos Taviani