- Milagro de Chile
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El milagro de Chile es una expresión acuñada por el economista estadounidense Milton Friedman, para describir las reformas de liberalización económica que experimentó Chile durante el gobierno militar. La frase pretende evocar un paralelismo con el milagro alemán, la extraordinaria recuperación económica de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.
El milagro de Chile ha permitido un mayor desarrollo económico en comparación a muchos de los países latinoamericanos, aumentar y generalizar la calidad de vida de la población chilena tras el transcurso de los años y reducir de forma importante la pobreza, si bien se mantiene aún una importante brecha económica entre personas de alto y bajo nivel adquisitivo.
Contenido
Nacimiento, auge y caída del primer milagro chileno
La llegada al poder de la Junta Militar tras el golpe de estado de 1973 que derrocó al gobierno de Salvador Allende, se encontró con un Chile en una situación económica extremadamente grave, con un 286%[1] de inflación, reservas de divisas casi inexistentes, y el PGB a la baja.
Ya que el objetivo de la Junta Militar era terminar a un gobierno socialista, mas no implantar el liberalismo, muchas de las medidas del régimen fueron típicamente intervencionistas y un gasto público elevado debido a la cultura militar de los dirigentes, lo que condujo a mantener malos índices económicos. Para tratar de enderezar el rumbo económico, el gobierno militar confió el manejo económico a unos jóvenes egresados de economía en la Universidad Católica de Chile, la mayoría con postgrado en la Universidad de Chicago. De aquí vendría el apelativo por el que fueron conocidos, los Chicago Boys. Éstos venían de Estados Unidos trayendo una idea novedosa: el "monetarismo", perteneciente a la economía neoclásica. Consistía este en una economía no regulada, abierta al mundo, con un Estado pequeño y subsidiario, de riguroso equilibrio fiscal (limitar el gasto público y la burocracia), y el funcionamiento libre del mercado. Sus ideas estaban influenciadas por las de Milton Friedman y Friedrich Hayek, exponentes del liberalismo económico y enemigos del keynesianismo, que influyeron a los jóvenes durante su estancia en Chicago.
Su primera intervención en el gobierno seria en la ODEPLAN (Oficina de Planificación Nacional), en donde plasmaron sus ideas económicas en un documento conocido como "El Ladrillo", un brevario de la aplicación de sus ideas a Chile. La Armada de Chile, que era la encargada del área económica dentro de la Junta Militar, se empezó a orientar por este texto, pidiendo asesoría a los Chicago Boys. Hasta entonces, el régimen militar había empleado métodos económicos tradicionales, que no prosperaron. La inflación continuaba en torno al 300%, el gasto publico seguía alto y el precio del cobre se desplomaba a la baja.
Los Chicago Boys ingresaron al gobierno en 1975, haciéndose cargo del Ministerio de Hacienda (Jorge Cauas), el Ministerio de Economía (Sergio de Castro, líder de los Chicago Boys) y el Banco Central de Chile (Pablo Barahona).
Para convencer a Augusto Pinochet (líder de la junta militar) de sus ideas, trajeron a su mismísimo maestro, Milton Friedman, quien en una corta charla frente a Pinochet (45 minutos)[2] le dio dos soluciones a la crisis que pasaba el país:
- la primera era por medio de una recuperación lenta del paciente (el país), pero advertía Friedman que este de tanto esperar podría morir.
- la segunda era darle al paciente un tratamiento de choque (shock), para revitalizarlo, pero con efectos inmediatos muy graves.
El tratamiento de choque consistía en reducir el gasto público en un 20%, despedir al 30% de los empleados públicos, aumentar el IVA (impuesto a la transferencia comercial de bienes muebles y activos M1 y M2), privatizar la mayor parte de las empresas estatales (la mayoría a precios ínfimos) y liquidar los sistemas de ahorro y de préstamos de vivienda. Tampoco hay que olvidar que los sindicatos estaban prohibidos y que la legislación laboral había sido eliminada. Hubo mucha disputa entre los Chicago Boys y economistas más clásicos, pero finalmente Augusto Pinochet se inclinó por la opinión de los monetaristas y se aplicó el tratamiento de choque.
Los efectos iniciales fueron graves. En abril de 1974 la inflación había alcanzado un 746,2%.[1] El PGB cayó en un 12%, la tasa de desempleo creció hasta el 16%, y el valor de las exportaciones se redujo en un 40%. Pero el sistema se empezó a afianzar a partir de 1977, iniciándose lo que se ha llamado el "boom", con cifras positivas en todos los ámbitos, a excepción de la tasa de desempleo, siempre alta (alrededor del 20%) debido, entre otras cosas, a los despidos masivos de empleados públicos y de funcionarios de las empresas privatizadas.
El "boom" duraría hasta la crisis de 1982, fuertemente iniciada por la recesión mundial de 1980, cuando producto de la crisis internacional de la cual Chile estaba desprotegida por su excesiva dependencia del mercado externo, el excesivo endeudamiento privado y la fijación del dólar (switch a tipo de cambio fijo), provocaron una nueva crisis, una de las más profundas en conjunto a la de 1930 y la de principios de los años setenta.
El segundo milagro
Ante la llegada de la crisis, el gobierno de Pinochet tesis de los Chicago Boys, aplicando momentáneamente medidas de tipo keynesiano. Sin embargo, pasada la parte más cruda de la crisis, volvió al sistema neoclásico con el nuevo ministro de hacienda, Hernán Büchi en 1985, el cual, con reformas menos ortodoxas que sus predecesores, lograría revitalizar la economía. Esto es nombrado como el "segundo milagro chileno".
Para conseguir la reactivación, Büchi tomó las siguientes medidas:
- Fuerte reducción del gasto en el sector público, con medidas como rebajar el gasto social y las jubilaciones.
- Política de devaluación del peso en función del dólar muy fuerte, que sobrepasasen la inflación. De esta manera, con el dólar alto, se favorecían las exportaciones y se restringían las importaciones.
- Privatizaciones de las empresas que seguían siendo estatales: empresas del acero (CAP), eléctricas (Enersis, Endesa), comunicaciones (Entel, CTC), azúcar (IANSA), LAN Chile, Laboratorios Chile y otras.
- Privatización de los bancos intervenidos por el gobierno durante la crisis.
- Control de las tasas de interés por el Banco Central y ya no por el mercado.
- Descenso controlado de los aranceles.
Dichas privatizaciones, sin embargo, se realizaron sin fiscalización, sin bases de licitación y bajo una completa falta de transparencia, lo cual provocó un gran perjuicio económico a los intereses del país, en lo que la investigadora María Olivia Monckeberg denominó "El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno".[3] Se estima que en dichas operaciones el Estado chileno perdió el equivalente a 2 mil 223 millones de dólares, de hecho según la contraloría General de la República solo la privatización de CAP significó perdidas para el Estado de 706 millones de dólares, y la de ENDESA 811,5 millones.[4] Entre los principales beneficiarios de estas operaciones se encuentran partidarios del régimen tales como, Julio Ponce Lerou (yerno de Augusto Pinochet), Roberto De Andraca, José Yuraszeck, los grupos de Hurtado Vicuña, Fernández León y el grupo Penta de Carlos Alberto Délano.[4]
El resultado de su gestión fue el retorno al liberalismo económico que implantaron los Chicago Boys, pero de una forma mucho más controlada sin el dogmatismo que le imprimieron sus antecesores y un crecimiento económico que llevaría a Chile a duplicar su PGB en el lapso de diez años. Sin embargo, ello se hizo provocando pérdidas para el Estado de al menos 2 mil 223 millones de dólares.
Su valoración
Por una parte, los partidarios del punto de vista de Friedman argumentan que la situación actual de la economía chilena reivindica sus teorías, pues consideran que la firma de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, Canadá, China, Corea del Sur, y la Unión Europea evidenciaría un mayor desarrollo económico en comparación al resto de los países latinoamericanos. En la misma nota, también remarcan la membresía chilena en foros como la APEC y la OCDE. Destacan además el hecho de que cuando llegó la democracia, no revirtieron en gran medida la política económica realizada durante el régimen militar. Durante el desarrollo de los años 1980 y 1990 se extendió este sistema por el mundo, primero por gobiernos conservadores como los de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, pero después de la caída del comunismo sería adoptado por la mayor parte del mundo, incluidos los gobiernos socialdemócratas o socialistas renovados.
Las críticas incluyen argumentos políticos, económicos e incluso históricos. Respecto a los argumentos políticos, el principal alude fundamentalmente a la naturaleza ilegal e ilegítima del gobierno de Augusto Pinochet, independientemente de sus logros económicos. Se señala que el golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende, dio inicio a un Gobierno Militar que fue responsable de violaciones a los derechos humanos, por medio de las cuales se mantenía vigente su política económica.
Los argumentos económicos se centran en señalar que el régimen militar significó un enorme aumento de las desigualdades sociales. Por una parte, las privatizaciones beneficiaron a los partidarios de la dictadura (mercantilismo empresarial), al tiempo que la virtual supresión de los sindicatos impidió a los trabajadores reclamar ninguna mejora de sus condiciones. Como ejemplo, se cita que la tasa de desempleo pasó de 4,3% en 1973, al 22% en 1983. Al mismo tiempo, los salarios en términos reales (no nominales, sino contemplando la inflación del periodo) perdieron un 40% de su valor. Prueba de las desigualdades existentes sería que actualmente, más de tres cuartas partes de la riqueza del país está en manos de no más de veinte familias. También se suele señalar la grave crisis que azotó el país entre 1982 y 1983 y que motivó a que el FMI tuviese que acudir en auxilio de la economía chilena, al mismo tiempo que el Banco Central tuviese que ejecutar una operación de salvataje de la banca privada; sin embargo, esta versión ignora los graves efectos que tuvo en Chile la crisis internacional de 1982.
La critica histórica viene de la mano del historiador chileno Mario Góngora, que acusa al gobierno militar de haber olvidado la solemne declaración de principios en que se restablecía la chilenidad del país y la economía, y por el contrario haberla destruido al debilitar al Estado que para él es el formador de la nacionalidad, con su políticas "neoliberales". A su juicio esta apertura global restringe a la nación convirtiéndola en parte de un estado mundial, el cual es a su juicio "la peor de las tiranías de la cual nadie podrá escapar a parte alguna".
Referencias
- ↑ a b Valenzuela, Arturo. The breakdown of democratic regimes, Chile. Johns Hopkins University Press, 1978, Pág. 157.
- ↑ Milton Friedman: Capitalismo y libertad
- ↑ [Monckeberg, María Olivia (2001) "El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno", Ediciones B, Santiago de Chile]
- ↑ a b El Periodista - Informe Montes: El saqueo de Chile
Véase también
Enlaces externos
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Críticos
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