Pintura de Rusia

Pintura de Rusia

Pintura de Rusia

Andrei Rubliov: Trinidad. Galería Tretiakov

La pintura de Rusia tiene una historia que se puede dividir en cinco fases esenciales. No ha llegado a nuestros días ejemplos de tradición pictórica entre los pueblos eslavos precristianos.[1] La historia de la pintura rusa comienza con la cristianización del Jaganato de Rus, ocurrida entorno al 860, cuando el intercambio cultural con el Imperio Bizantino llevó allí la tradición de la pintura de iconos. Hasta el siglo XVIII el género predominante fue la pintura religiosa. La occidentalización del país por Pedro el Grande, creó, en menos de medio siglo, una escuela de pintura enteramente nueva, de carácter profano, relacionada con los finales del Barroco que se desarrollaba en el resto de Europa. La pintura rusa se integró integrándose en la evolución general del arte europeo, asimilando nuevas tendencias. A mediados del siglo XIX surgió una nueva escuela nacional. La pintura rusa contribuyó de manera trascendente al arte de Occidente con ocasión de las vanguardias de principios del siglo XX, cuando pintores como Kandinsky o Malevich fueron los precursores de la pintura abstracta. Cerca de una década después de la Revolución de 1917, las vanguardias quedaron proscritas y los pintores fueron obligados por el Estado a seguir una estética figurativa populista, originando el estilo conocido como Realismo socialista, que sólo perdió fuerza cuando comenzó a liberalizarse el régimen político a finales del siglo XX. Un grupo de artistas underground comenzaron a contestar las fórmulas de arte oficial e introdujeron conceptos contemporáneos en la pintura rusa, diversificando sus horizontes y abriendo el arte local al mundo.

Contenido

Edad Media

Véase también: Icono y Iluminación

De la Edad Media quedan frescos, miniaturas y, sobre todo, iconos. Existe una fuerte influencia bizantina en el arte de esta época. A veces se transmite directamente por medio de artistas de origen griego como Máximo y, sobre todo, a Teófano o Teófanos el Griego (siglo XIV), pintor de frescos e iconos.

Iconos

La tradición de la pintura de iconos en Rusia fue importada del Imperio Bizantino, que dotó al estado recién cristianizado con los materiales necesarios para la liturgia, incluyendo las representaciones religiosas de santos y mártires de la religión.

Anónimo: Virgen de Vladimir, h. 1125.
Escuela de Nóvgorod: La deposición en el sepulcro, finales del siglo XV.

Surgen las primeras escuelas nacionales en torno a la elaboración de iconos. El centro de cultura de entonces era Kiev, hoy perteneciente a Ucrania, y posiblemente los primeros pintores activos en esta ciudad fueran griegos o eslavos bizantinizados, que sirvieron de maestros para la formación de una escuela local de pintura. La primera producción de la que se llamó escuela de Kiev seguía estrechamente el estilo bizantino, pero luego pasó a tener características propias, evidentes en la selección de los colores y en la dimensión de las imágenes, así como en la expresividad de las figuras, de las cuales el Cristo Pantocrator, uno de los modelos formales más importantes de esta época, fue presentado con un aspecto más benevolente y humano que en el patrón original. Obra maestra de la iconografía rusa es la Virgen de Vladimir, conservada en Moscú. Representa a la la Virgen María con el Niño Jesús que, aun siendo de origen bizantino (fue regalada al gran duque Yuri Dolgoruki de Kiev en torno al año 1131 por el Patriarca griego Lucas Chrysoberges), luego se volvió modelo para un número incontable de copias y variaciones, definiendo una de las tipologías más populares de toda la iconografía sacra rusa y siendo hasta hoy una de las imágenes más veneradas en todo el país. En 1240 Kiev fue tomada y completamente incendiada por los mongoles, y la actividad artística principal se trasladó a Nóvgorod.[2] [3]

La escuela de Nóvgorod, activa ya en el siglo XI vivió su mejor época entre el siglo XII y el XIV. Ajena a la ocupación mongola, se convirtió en el principal centro artístico del país antes de ser suplantada por Moscú. Su primera fase prefirió iconos en frescos, de los cuales los ejemplos más antiguos están en Nereditsa y en la Iglesia de San Jorge en Staraia Ladoga. La escuela de Nóvgorod se distingue por la intensidad de los colores, aplicados sin mezcla o gradaciones de tonos, un sombreado mínimo, el dibujo enérgico y preciso, y una preferencia por la composición clara con una simbología simple y fácilmente legible por el pueblo. En el siglo XIII cambia el estilo: los colores se suavizan, la composición gana en dinamismo y espontaneidad y predomina más el aspecto gráfico que lo pictórico. A diferencia de Kiev, más bizantina, la escuela de Nóvgorod asimila elementos del arte folclórico local, el aspecto de sus figuras es menos hierático y más humanizado, parecidas a la gente rusa. Su mirar fijo y penetrante establecía un contacto directo con el espectador, logrando una expresión más soñadora, indirecta e introspectiva.

En el siglo XII también se formaron otras escuelas regionales en Vladímir, Suzdal, Yaroslavl y Pskov (monasterio de Mirojvski, ligadas a la tradición bizantina. En el siglo XIII la invasión mongola devastó Rusia y rompió sus lazos históricos con Bizancio, arruinando muchos de los centros productores de iconos, salvo Nóvgorod y Pskov, donde continuó viva la tradición de pintura de iconos.[4] Menos sofisticada que Nóvgorod, considerada su «hermana mayor», la escuela de Pskov se distinguió por la iconografía formalista y arcaizante, por la intensa expresión emocional de sus figuras y por el uso de tonalidades de color diferenciadas, en especial por lo que se refiere al verde, al naranja y el rojo.[5]

La escuela de Moscú se vio impulsada, junto con otros maestros locales, por Teófano el Griego (h. 1330-h.1410), formado en Constantinopla.[6] [4] [7] [8] Los orígenes de esta escuela se ven oscurecidos por la casi completa inexistencia de ejemplos primitivos, pero se sabe quesurgió aproximadamente junto con Nóvgorod y que cuando Teófano llegó ya había una significativa actividad artística. Él, junto con el notable Andrei Rubliov,[9] aunque poseían estilos muy diversos, llevaron esta escuela a su primer florecimiento importante en el siglo XV, acompañando una creciente influencia de Moscú sobre las otras ciudades después de la expulsión de los mongoles, volviéndose también el centro de la ortodoxia religiosa.[10] [11] Rubliov, nacido hacia el año 1360 y muerto en Moscú h. 1430, es un artista de cuya vida poco se sabe. Se formo en Moscú con Projor de Gorodets y Teófanes el Griego. Vivió como monje en el monasterio de San Sergio. De su obra destaca el icono de la Trinidad (actualmente en la Galería Tretiakov de Moscú). Esta datado en torno al año 1430. Se le considera el más importante icono bizantino de la escuela rusa. Representa a la Trinidad a través de la escena bíblica llamada «visión de Manré», es decir tres ángeles que se aparecen al patriarca Abraham. Se caracteriza por el aire melancólico, de intensa espiritualidad, en la que el ángel del centro, con túnica roja, se cree que representa a Cristo con un árbol al fondo; el de la izquierda representa a Dios Padre y el de la derecha al Espíritu Santo. La perspectiva es típica del tipo bizantino, es decir, inversa, abriéndose las líneas conforme se alejan de los ojos del espectador. También a estos artistas de la escuela de Moscú se debe la definición del iconostasio como hoy se lo conoce, una pared cubierta de iconos que se elevó hasta el punto de ocultar completamente el altar, aislándolo de la congregación, una alteración significativa respecto al modelo de altar bizantino, y que fue introducida en las obras que realizaron en la Catedral Blagoveshchensky de Moscú en torno a 1405.[4] Moscú sucedió a Nóvgorod como el principal centro productor de iconos, y allí se formaría un nuevo estilo que establecería las bases de la primera escuela nacional de pintura en el siglo XVI. La expulsión de los invasores posibilitó incluso que la tradición de los iconos resurgiese o se iniciase en muchas otras ciudades, como Tver, Suzdal, Rostov e incluso en la lejana Kargopol. Entre esos centros menores merece destacarse la escuela de Tver, que se diferenció por el uso de tonos exóticos de azul y turquesa en una paleta más clara.[4]

La pintura de iconos se mantuvo durante toda la Edad Moderna, tomando como referencia estética los caracteres de la pintura bizantina clásica, que se impone a las influencias italianas. A principios del siglo XVI destacó como iconógrafo en Moscú Dionisio o Dionisios (h. 1440-1510). El abad de Volotsk le escribió una carta que se hizo famosa, defendiendo los iconos: «Carta a un iconógrafo». A Dionisio y sus discipulos se deben los frescos de la Catedral de la Dormición del Kremlin, además de retratos del zar.

Ushakov: Cristo Aqueiropoyetos, h. 1660

En el siglo siguiente destaco Simon Ushakov (1626-1686) primer grabador ruso, que trabajo en Moscú, creando un estilo nuevo junto con Vladimirov, en el que se conserva la tradición y la aúna con las novedades de la pintura occidental. Dionisio y Ushakov renovaron el concepto de espacio pictórico, prestaron atención a sutilezas cromáticas y enfatizaron el misticvismo en su arte, en detrimento del aspecto dramático.[10] También se nota la influencia de la pintura occidental en el uso, especialmente visible en algunas de las obras de Ushakov, de un discreto claroscuro para acentuar la ilusión de tridimensionalidad. Otro elemento distintivo es la aparición del retrato profano, conocido con el nombre de parsuna, también influido por Occidente pero regido por las convenciones de la pintura religiosa.[12] [13]

A pesar de estas innovaciones, el arte de iconos fue decayendo en los siglos XVII y XVIII. Cada vez son más realistas y narrativos; la orfebrería decorativa, elemento secundario de los iconos, cobra cada vez mas protagonismo, ocupando mas superficie pictórica. Se pierde contenido místico en favor de lo decorativo. Se prefiere la miniatura, una diversificación de los temas sacros debido a la influencia del florecimiento literario del país, y aparece en la misma ciudad de Moscú la escuela Strogánov.

Fiódor Zubov: El zar Miguel I y su hijo el zar Alejo, «parsuna», del siglo XVII.

Estuvo marcada por la preferencia por la miniatura, por sus colores y gran refinamiento y detalle en las imágenes, sustituyendo la monumentalidad por el virtuosismo y la emoción por la elegancia decorativa. Dentro de sus maestros estuvieron Prokopiy Chirin, Nikifor e Istoma Savin. La escuela Strogánov, cuyo nombre deriva de la rica familia Strogánov, que la patrocinaba, influyó hasta finales del siglo XVII, cuando el arte profano patrocinado por el Estado y por la nobleza se volvió el centro de los nuevos desarrollos de la pintura.[14]

Entre las últimas escuelas regionales de iconos estaba la que floreció en torno al Monasterio de la Trinidad y de San Sergio, en Jolui, que inició sus actividades en el siglo XVII y rápidamente ganó mucho prestigio en el norte del país. En 1882 su producción fue organizada por la Hermandad Alejandro Nevski en los moldes de la Academia de Bellas Artes, siendo dirigida por N. N. Jarlamov, salido de la Academia de San Petersburgo. Sus socios constiuyeron una asociación e iniciaron una gran producción de iconos y frescos en diversas ciudades importantes y lo mismo al exterior, de la más alta calidad. Cuando el Comunismo fue implantado en Rusia en 1917 la religión fue perseguida, muchas iglesias y monasterios depredados o destruidos. La escuela de Jolui fue cerrada y la pintura religiosa acabó en toda Rusia.[15]

Entretanto, la refinada técnica empleada en su confección no se perdió. Después de algún tiempo la escuela de Jolui fue reabierta en 1943, ahora dirigida por un graduado en la Academia de Leningrado, U. A. Kukuliev, transformándose en una oficina de artes aplicadas, centrada en la producción de miniaturas laqueadas. La rehabilitación de la Iglesia Ortodoxa en Rusia posibilitó por lo que se refiere a la pintura de iconos, después de un período de prohibición, volviese recientemente a ser practicada en la propia Jolui y otros centros como Palej.[15]

Las más completas colecciones de iconos rusos se encuentran en la Galería Tretiakov de Moscú y en el Museo Pushkin de San Petersburgo.

Miniaturas

San Marcos, en el Evangeliario de Ostromir, h. 1056

En la Edad Media se pintaron frescos y tambien miniaturas. En las de carácter popular, como el Psalterio de Kludov (Moscú) abundan las representaciones marginales; en las aristocráticas las miniaturas ocupan toda la página. La tradición de los manuscritos iluminados se inició en Kiev y se desarrolló en paralelo a la pintura de iconos, con la que tiene puntos estilísticos en común. A pesar de depender en gran medida del arte bizantino, están presentes también influencias anglo-normandas, carolingias y otonianas, que llegan a Rusia a través de las rutas comerciales medievales entre Rusia y el resto de Europa.[16] El ejemplo sagrado más antiguo que se conserva es el Evangeliario de Ostromir, compuesto en torno al año 1056 por el diácono Gregor y su taller, para el patrono Ostromir de Nóvgorod. En sus páginas como ilustraciones se percibe claramente la influencia de modelos bizantinos, que demuestra el elevado nivel que la cultura local había alcanzado por entonces, apenas 70 años después de la introducción de la escritura en la región.[17] [18]

Otras obras medievales importantes son la Miscelánea de Sviatoslav, del siglo XII, el Evangeliario Siysky, de 1339, con diversas escenas en un estilo elegante, el Evangeliario Fyodorovsky, de 1327, o el Psalterio de Kiev, de 1397, con 303 ricas miniaturas sobre una variedad de temas sacros y profanos y figuras de animales y vegetales,[19] y el Evangeliario de Nóvgorod, de 1575, con figuras de los evangelistas e iniciales decoradas.[20]

Pero existen igualmente miniaturas de gran importancia sobre textos profanos, como la gran Crónica Radzivill, la más antigua y una de las más preciosas en su género, una narrativa ricamente decorada que trata de la historia de Rusia entre los siglos V y XIII, producida en el siglo XV.[21] También posee bellas ilustraciones la crónica Licevoy svod, de 1480, con escenas de batalla.

Esta tradición típicamente medieval de manuscritos iluminados se prolongó en Rusia más allá de este período, a diferencia de lo ocurrido en Europa Occidental. Así, cabe citar, ya de la Edad Moderna, el manuscrito de La leyenda de la derrota de Mamai, del siglo XVII, un romance histórico,[22] y el Libro de los títulos de los Zares, de 1672, con una serie de retratos regios y decoraciones realizados por artistas del Kremlin en el siglo XVII. La tradición de miniaturas comenzó a decaer a finales del siglo XVII con su sustitución por libros impresos, aunque puedan encontrarse ejemplares aisaldos aún en el siglo XIX.[23]

La occidentalización de Rusia

Karp Zolotaryov: Theotokos, finales del siglo XVII. Museo Andrei Rubliov

Se produjo un cambio radical en el arte ruso con la subida al trono de Pedro el Grande de Rusia|Pedro el Grande. Imbuído de altos propósitos, deseoso de modernizar el país y equipararlo culturalmente a las grandes naciones europeas. En este proyecto suyo las artes tuvieron un especial relieve como forma de ilustrar los avances de la civilización. Atrajo a Rusia a artistas extranjeros y envió a jóvenes rusos con talento para que estudiasen en Italia, Francia, Inglaterra y Holanda. Entre los artistas extranjeros que viajaron a Rusia en el siglo XVIII estuvieron Jean-Baptiste Perronneau, Jean-Baptiste Le Prince, Stefano Torelli, Heinrich Buchholz, Johann Baptist von Lampi, el Viejo, Pietro Rotari, Jean-Louis Voille, Louis Caravaque y Vigée-Le Brun, quien después del arresto de la familia real francesa durante la Revolución huyó del país con su hija menor Julie. En Rusia, su experiencia tratando con clientela aristocrática aún era de utilidad. Fue recibida por la nobleza y pintó a numerosos miembros de la familia de Catalina la Grande. Estando allí, Vigée-Le Brun fue nombrada miembro de la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo. Para consternación de Vigée-Le Brun, Julie se casó con un noble ruso.[24]

Alguna tímida influencia de Occidente ya existía antes, como se ve en los parsuna y en autores sacros como Karp Zolotaryov, que mezcló de forma original la escuela barroca italo-holandesa con la tradición ruso-bizantina, pero la extensión del impacto occidental en el reinado de Pedro no tuvo precedentes y determinó una adopción general de la estética barroca en la pintura, ahora casi toda ella dedicada a los temas profanos, sin sombra alguna de arcaísmo bizantino pero también con unos pocos rasgos de identidad propia. Los artistas rusos formados en el exterior demostraron una comprensión perfecta de los principios técnicos y estilísticos en la pintura occidental entonces practicada en el resto del continente, y produjeron resultados de altura.[25] [26] [27]

El primer pintor en ser educado totalmente fuera de Rusia fue Andréi Matvéev, que estudio en Flandes y en Holanda durante once años antes de volver a su país. Al volver, se convirtió en una de las figuras destacadas en la renovación de la pintura rusa.[28] Iván Nikitin igualmente fue enviado al exterior, volviéndose alumno de Tommaso Redi en Florencia, y junto con Alexéi Antrópov, alumno de Louis Caravaque, ilustran la transición entre la tradición de los parsuna y el retratismo típicamente occidental.[29] [30]

Levitski: Retrato de Catalina II como legisladora, 1783

La occidentalización se acentúa en los reinados posteriores, y con Catalina II, que era una francófila, amante de las artes y ávida coleccionista, y mantuvo correspondencia con los autores de la Ilustración, la pintura recibió un estímulo adicional con la creación del Museo del Hermitage y de varios otros. En esta época el estilo pasa del Barroco al Rococó, y luego muestra signos de la ilustración del Neoclasicismo, que ya florecía en Francia. La pintura de tipo occidental ya estuvo para entonces plenamente integrada en la cultura de las élites. Especialmente el retrato asume una simbología de elogio de la nobleza a través de posturas y decoraciones típicas y un nuevo sentido de equilibrio y decoro.

Se desarrolló el paisajismo y comienza a tener influencia el «gran estilo» de la pintura de historia. Se creó la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo en 1757, luego llamada por Catalina II como Academia Imperial de las Artes, que aún hoy está activa con el nombre del Instituto Académico de Bellas Artes, Escultura y Arquitetura de San Petersburgo. La Academia era de hecho un departamento del gobierno que trataba de supervisar todo el sistema artístico en Rusia, organizando la enseñanza, distribuyendo premios y bolsas de estudio, contratando maestros extranjeros, creando una colección propia con obras extranjeras para ilustración de los alumnos y estimulando vigorosamente el Neoclasicismo.[31]

Los pintores rusos, por su parte, se especializaron en el retrato, entre ellos Fiódor Rokotov (1736-1808), Dmitri Levitski (1735-1822) y Vladímir Borovikovski (1757-1825), algunos de los mejores maestros de esta segunda generación de maestros, demostraron originalidad en relación con sus modelos extranjeros y evidenciaron un altísimo grado de calidad a que llega en relativamente poco tiempo la pintura rusa de tradición occiderntal. Levitski, en particular, destacó como retratista de Catalina II, aunque murió en la pobreza. Otros pintores de la misma generación fueron: Alexei Belski, Ivan Argunov, Semión Shchedrin y Anton Losenko. De esta época son dos paisajistas pioneros en Rusia, que habían viajado por Italia, Fiódor Alekséyev (1754-1824) y Fiódor Matvéiev (1758-1826).

La nueva escuela rusa

El siglo XIX se caracteriza por significativos avances estilísticos e ideológicos que llevan, después de la importación casi literal de estéticas extranjeras en el siglo anterior, al establecimiento de una escuela de arte genuinamente rusa. A principios de siglo la Academia Imperial tuvo su apogeo bajo la dirección de Alexander Strogánov. El Neoclasicismo también entró en su fase más brillante, siendo la influencia más fuerte la de Ingres,[32] pero luego perdió su fuerza y en seguida una serie de nuevas tendencias se suceden con rapidez - Romanticismo, Naturalismo, Realismo, Simbolismo - a lo largo de casi todo el siglo se van desarrollando una al lado de la otra, enriqueciéndose unas a otras.

Bruelov: El último día de Pompeya, 1827-1833.

Primero surge el Romanticismo, abogando por la flexibilización del canon neoclásico, prefiriendo retratos intimistas de caracterización psicológica, paisajes mediterráneos idílicos o escenas históricas dramáticas, y el arte en general comienza a abarcar círculos más amplios, alejados de la corte. Dentro de ellos, puede citarse a Silvestre Cedrin (Sylvester Shchedrin, 1791-1830), quien realizó pinturas de paisajes, realizando vistas de ruinas clásicas. Karl Pávlovich Bruelov (Karl Briullov, 1799-1853), que dio clases en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, cultivó diversos géneros: desde el retrato a la escena de género, pero es conocido sobre todo por su pintura de historia, siendo muy conocida su Último día de Pompeya. Aleksandr Ivánov es conocido sobre todo por una obra religiosa a la que dedicó veinte años de su vida: Aparición de Cristo al pueblo. Todos estos artistas academicistas viajaron por Italia. Otros nombres de transición del neoclasicismo al romanticismo son Máxim Vorobiev, Vasili Tropinin, Orest Kiprensky y Alexéi Venetsianov.[33]

Mientras tanto, una influyente porción de las clases medias, formada principalmente por oficiales del ejército, había tenido un choque de sensibilidad al entrar en íntimo contacto con el pueblo con ocasión de las Guerras Napoleónicas, había percibido en su dura realidad y podía testimoniar el heroismo de los soldados. La Revolución Francesa, ocurrida pocas décadas antes, tampoco ha pasado desapercibida. Algo semejante ya había perturbado el país en la misma altura, con la Revuelta Pugachev de 1773-74, que buscó, sin éxito, abolir la servidumbre. Con esos cambios en la sociedad la vida de las clases inferiores se volvió un tema más aceptable para el «gran arte», aunque al principio apenas mal tolerado por los círculos más conservadores, y por eso debía ser presentada de una forma idealizada, donde la cruda realidad de los siervos y campesinos fuese diluida y transformada en un bucolismo gentil, en un elogio de bravura cuando se refería a sujetos militares. También prolifera, por los mismos motivos, la llamada pintura de género, mostrando escenas domésticas de la clase burguesa.[34]

Esto contribuyó a llamar la atención para la majestosa geografía del país y los tipos humanos y costumbres típicamente locales, llevando el retrato y el paisaje adquirieron un énfasis gradualmente más objetivo y naturalista. Por otro lado, los temas de historia de Rusia, sus batallas y figuras centrales, la vida de los antiguos boyardos, la mitología y religiosidad populares, también son el centro de un nuevo interés que busca reconstruir visualmente la vida nacional de tiempos pasados, a través de una interpretación ya teñida por el Romanticismo y por la ola medievalista que recorría toda Europa.[34]

En el campo de la literatura intelectuales como Nikolái Dobrolyubov y Nikolái Chernychevsky diseminaban ideas populistas revolucionarias y decían que el arte no debía diferir de la realidad, sino también explicarla y juzgarla,[35] y los pintores pasaron a sentir que el arte debía servir a algo más que como afirmación de la supremacía de la clase dominante o el retrato ameno y sin compromiso de la vida popular, y sin ser usada como instrumento de educación moral y social de un público más vasto, significando que emergía un arte de crítica social de carácter realista y que los pintores deseaban poder trabajar sin la dirección de la Academia.[34] [36] Todos estos factores abrieron el camino para la aparición, a mediados de siglo, de un nacionalismo artístico que representa el primer momento de real originalidad en la pintura rusa desde la consolidación de las escuelas de iconos medievales. Así, el principal foco temático de la pintura más avanzada de este período se centra en el pueblo y el paisaje rusos.

Fedotov: La petición de matrimonio, 1848.
Kamenev: Niebla otoñal sobre el estanque de Krasnzj en Moscú, 1871.

De esta primera mitad de siglo destaca Pavel Fedotov (1815-1852), pintor moscovita que retrata con realismo pero irónicamente la sociedad burguesa de su época en obras como La petición de matrimonio y La joven viuda. Un paisajista a medio camino entre el romanticismo y el realismo fue Lev Kamenev (1833-1886), en cuyos cuadros destaca el estudio de la luz sobre la superficie del agua.

La Academia Imperial permanecía atada a las convenciones rígidas y prefería los temas de historia y mitología clásica, paisajes italianizantes y retratos convencionales de la nobleza, continuando la tradición más rigurosa del Academicismo, que ya demostraba dar señales de desfase, aunque hubiese maestros de talento entre sus filas, como Alexander Litovchenko, y académicos extranjeros visitantes como Franz Xaver Winterhalter y Carl Timoleon von Neff dejasen en el país obras primas, especialmente en el campo del retrato. La Academia, dada su íntima relación con el poder constituido, no podría abrazar una causa que era en esencial populista y burguesa, lo mismo que ella fuese apoyada por el influyente crítico Vladimir Stasov y entre los nuevos artistas no se percibiese una rebaja de la calidad técnica en relación con la gran pintura oficial.

En 1863, trece artistas, liderados por Iván Kramskoi (1837-1887), insatisfechos con la línea académica, crearon la llamada Sociedad de Ambulantes (Peredvizhniki), que pretendía recuperar cierta tradición pictórica rusa, en particular la pintura de iconos, pero con un tratamiento naturalista. Tuvo un enorme éxito y llegaron a un público mucho más amplio.[34] En los primeros veinticinco años de actividad la asociación atrajo la atención de los principales artistas rusos, produciría más de tres mil obras y tendría un público de un millón de personas en cerca de quince ciudades. No sólo la pintura profana se vio afectada por las innovaciones de los Ambulantes. También el arte sacro de Mijaíl Vrúbel (1856-1911), Iván Kramskoi y Nikolai Ge mostró la asimilación de sus principios. Vrúbel perteneció al Círculo de Abramtsevo; fue un dibujante de gran originalidad, que se enmarca en la transición del realismo al simbolismo; trató temas inspirados por la religión ortodoxa rusa, en particular con la figura del demonio. La influencia de la Sociedad de los Ambulantes fue tanta que obligó a la propia Academia a revisar sus posiciones, abriéndose gradualmente a la nueva tendencia, a la que se dio el nombre de realismo ideológico, y más tarde contratando algunos de sus miembros como profesores. La Sociedad luchó por un arte nacionalista que fuese también un arma de denuncia de las injusticias sociales; fue la avanzadilla de las vanguardias del momento hasta que ella misma, conquistada ya la aceptación de sus ideales por la Academia, comenzó a enrigidecerse, proscribiendo las experimentaciones más radicales del Modernismo, pero proporcionando la base para la posterior formación del Realismo socialista tras la Revolución.

Vasiliev: Iluminaciones en San Petersburgo, 1869.

El más destacado de los Ambulantes fue Iliá Repin (1844-1930), a quien se atribuye la introducción del realismo en la pintura rusa. Se formó como pintor de iconos. Luego pasó por la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo. En sus minuciosos lienzos describió la sociedad de su época, con sus desigualdades (Los bateleros del Volga, Procesion en la provincia de Kursk), y también episodios de la historia rusa; destacó igualmente como retratista de compositores y escritores. A este grupo de los Ambulantes pertenecieron también Vladímir Makovski (1846-1920), que empezó con escenas sociales y fue adoptando temas cada vez más políticos; Fiódor Vasiliev (1850-1873), uno de los mejores realistas rusos, que realizó numerosos paisajes; Isaac Levitan (1860-1900), el paisajista más destacado de la época, influido tanto por Alekséi Savrásov (1830-1897) como por Camille Corot y que encontró en escritores como Chéjov y Tolstói a grandes defensores de su arte; Valentin Serov (1865-1911), alumno de Repin y de formación académica, cultivó tanto el paisaje como el retrato, y fue escenógrafo para los Ballets rusos de Serge Diaghilev. Otros miembros notables de la sociedad de los ambulantes fueron: Abram Arjipov, Nikolái Bogdanov-Belsky, Mijaíl Clodt, Nikolái Kasatkin, Arjip Kuindzhi, Rafaíl Levitsky, Vasili Maximov, Grigori Myasoyedov, Vasili Perov, Ilarión Pryanishnikov, Konstantín Savitsky, Iván Shishkin, Vasili Surikov, Víktor Vasnetsov y Nikolái Yaroshenko.[34] [37] [38]

Vrúbel: El demonio sentado, 1890.
Levitan: Otoño dorado, 1895.
Serov: El rapto de Europa, 1910.
Vasili Denisov (1862-1922): Dor, 1904

Pintura de vanguardia

Artículo principal: Vanguardia rusa

A finales del siglo XIX, hubo quienes defendieron unas ideas más liberales que los Ambulantes, más abiertas a la influencia del arte occidental. Entre ellos estuvo el grupo llamado Mundo del Arte (Mir Iskusstva), fundado en 1889 por el pintor y escenógrafo Leon Bakst (1866-1924), S. Diaghilev y Alexandre Benois. Mir Iskusstva es también el nombre de la revista que editaban. Atacaban la obsolescencia de los Ambulantes y el carácter antinatural de la sociedad industrial, y promovían la individualidad creativa y el espíritu Art Nouveau bajo una bandera positivista. Y deseando hacer un arte accesible a todos, escogían materiales más baratos como el guache y la acuarela y reducían la escala de sus trabajos. Konstantin Korovin, que además fue decorador y escenógrafo, (1861-1939) formó parte tanto del Círculo de Abramtsevo como del Mundo del Arte; cultivó el género del paisaje y del retrato. Alumno de Repin fue Boris Kustodiev (1878-1927) que fue miembro del Mundo del Arte, la Jota de Diamantes y, tras la Revolución, de la Asociacion de Artistas de la Rusia Revolucionaria. Realizó ilustraciones satíricas para periódicos como Adskaya Pochta. El grupo Mundo del Arte se disolvió y fue sustituido por la Unión de Artistas Rusos, para después reaparecer con el antiguo nombre.[39]

A principios del siglo XX, la cultura rusa se encontraba en un estado de febril efervescencia, influida por los movimientos modernistas que se desarrollaban en otros países. Adoptando estilos progresistas como el Simbolismo o el Impresionismo, o revisitando los estilos históricos a través del Neoprimitivismo, Neogótico o Neorromanticismo, artistas como Konstantin Bogaevsky, Nikolai Krymov, Víktor Borisov-Musatov, Piotr Subbotin-Permyak, Natalia Nesterova, Vasili Denisov, Konstantín Korovin, Mijaíl Nesterov y Abram Arjipov crearon un puente entre la figuración académica y las artes visuales modernas, incluyendo importantes cambios en la técnica pictórica.[40] Después el cubismo, expresionismo y futurismo también penetran en Rusia donde, combinados con los elementos nacionalistas que ya habían aparecido poco antes, llevaron localmente a la formulación en torno a 1910 de una nueva estética a la que convencionalmente se llama vanguardia rusa, un término amplio para englobar a todos esos movimientos que mantenían relaciones íntimas y mutuamente fecundas. Y en ese momento en que la pintura rusa da una contribución vital al arte de todo Occidente a través de las experiencias abstractas del expresionismo abstracto, del rayonismo y del constructivismo,

De origen ruso era Marc Chagall, nacido en Vitebsk (Bielorrusia) en 1887, en el seno de una familia judía. Estudió en San Petersburgo y, después de la revolución, fue comisario de arte en Vitebsk. Tuvo un estilo muy original que mezclaba la influencia del judaísmo, la pintura rusa de iconos. Pasó la mayor parte de su vida en Francia, cuya nacionalidad adoptó y donde murió.

Viktor Borisov-Musatov (1870-1905): El lago, 1902.
Liubov Popova (1889-1924): Ar+Homem+Espaço, 1912.
Bakst: Pájaro de fuego, 1913.
Kustódiev: La bella, 1915.
Piotr Subbotin-Permyak (1886-1923): Indio por el río, 1918.

La obra de Vasili Kandinski ((Moscú, 1866-Neuilly, 1944) ilustra la llamada abstracción lírica. Estudió en Múnich, y su trabajo se incluyó después en el movimiento Der Blaue Reiter. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial volvió a Moscú. En la URSS organizó la Academia de Ciencias Artisticas. Volvió a Alemania, donde impartió clases en la Bauhaus (1922-1932). La llegada del nazismo al poder hizo que se estableciera en Francia, donde vivió hasta su muerte. La obra inicial de Kandinski estuvo dominada por el impresionismo, el fauvismo y el cubismo. Pero en torno al año 1910 su obra se hizo cada vez más abstracta, tratando simplemente la combinación de formas y colores, de manera geométrica, considerándose a Kandinski como el fundador de la pintura abstracta, pues se le atribuyen las primeras pinturas enteramente abstractas jamás producidas en el arte occidental. Son trascendentales dos obras que escribió que contribuyeron al desarrollo teórico de la pintura abstracta: De lo espiritual en el arte (1910), Del problema de la forma y Punto y linea sobre la superficie (1926).

También fue importante la labor teórica y crítica de Konstantin Iuon (1875-1958), quien había expuesto con la Sociedad de los Ambulantes y el Mundo del Arte, formó parte de la Asociación de Artistas de la Rusia Revolucionaria a partir de 1925. También formó parte del Mundo del Arte Kuzmá Petrov-Vodkin (1878-1939), con una obra muy original pionera en la pintura de vanguardia.

Hay otros nombres importantes de la vanguardia rusa. Aleksandr Ródchenko (1891–1956), tras haber pintado sus tres monocromos (Amarillo puro, Azul puro, Rojo puro, 1918) y El Lissitzky, aprovecharon su conocimiento de la forma para ir avanzando hacia una concepción utilitaria del arte. Ródchenko creó el movimiento no-objetivista (1915), análogo al suprematismo. Lazar Lissitzky, llamado El Lissitzky (1890-1941) ilustró libros, luego, inspirado por el constructivismo y el suprematismo, realizó obras de vanguardia como los Proun. Paralelamente, Vladímir Tatlin (1885-1953) creó con sus relieves abstractos una de las primeras formulaciones de lo que se llamaría el constructivismo. Partió de las formas cubistas, para desarrollar una obra abstracta en tres dimensiones. Otras figuras de renombre serían Vladímir Maiakovski, Varvara Stepanova y Lyubov Popova.[41]

Con Kandinski estudió Aristarc Lentulov (1882-1943), quien formó parte del grupo la Jota de Diamantes y expuso con el Mundo del Arte. En los años treinta, bajo las teorías artísticas de stalinismo dejó la abstracción y se orientó hacia lo figurativo.

El cubismo está representado por Alexander Archipenko (Kiev, 1887- Nueva York, 1964), quien inventó la «archipintura», pinturas móviles; desde los años veinte vivió y trabajó en los Estados Unidos.

Por su parte, Mijaíl Lariónov (Traspol, cerca de Odesa, 1881-Fontenay-aux-Roses, 1964) y Natalia Goncharova (1881-1962), compañeros sentimentales y que trabajaron juntos, llevaron hasta la abstracción pura su método de transcripción del fenómeno luminoso, al que denominaron rayonismo y que empezó en Rusia en el año 1910. El rayonismo partía de otras tendencias precedentes, en particular el cubismo, el orfismo y el futurismo

Tras haber sido el principal representante del cubo-futurismo, Kazimir Maliévich (Kiev, 1878-Leningrado, 1935) rompió radicalmente con todas las viejas concepciones del arte al pintar en 1915 Carré noir dando lugar al suprematismo. Pasó por el postimpresionismo, el neoprimitivismo, el cubismo y luego contactó con el futurismo y Der Blaue Reiter. Escribió el Manifiesto del suprematismo (1915), así como Del cubismo al suprematismo. En los años treinta abandonó la abstracción y volvió a la pintura figurativa. Las propuestas suprematistas son las más radicales de la vanguardia rusa, pues llevaron la abstracción geométrica a extremos de simplificación en obras radicales como Cuadrado negro sobre fondo blanco, uno de los marcos del arte moderno occidental, cuyo autor fue Maliévich, el líder del grupo. Otros participantes fueron Aleksandra Ekster, Olga Rozanova, Nadezhda Udaltsova, Anna Kagan, Ivan Kliun, Liubov Popova, Nikolai Suetin, Ilya Chashnik, Lazar Khidekel, Nina Genke-Meller, Ivan Puni y Ksenia Boguslavskaya. La recepción de tales obras por el gran público, para bien o para mal acostumbrado al arte académico o por lo menos a un modernismo moderado, no fue tranquila, y Maliévich expresó la decepción popular comentando que perderán todo lo que amaban - estando en un desierto, a través de un cuadrado negro sobre fondo branco.[42] Todos estos movimientos modernos no obstante buscaban, además de una nueva sensibilidad, un arte que tuviese una función social positiva, libre de las convenciones del arte burgués, y por eso cuando estalló la Revolución de 1917 estuvieron al principio apoyados por el gobierno revolucionario a través de Anatoli Lunacharsky, que encabezaba el Comisariado Popular de Educación, y por movimientos literarios que deseaban colocar el arte al servicio del proletariado, como el Proletkult.[43] [44]

En consecuencia, los primeros diez años de la Revolución originaron un extraordinario y audaz movimiento de vanguardia en todas las artes rusas, donde los artistas tuvieron una amplia libertad de acción , el debate sobre el nuevo papel de las artes permanecía candente y la tónica fue el experimentalismo. Pero ese período de libertad no duró mucho y luego el apoyo oficial cesó. El Partido Comunista estaba firmemente instalado en el poder, habiendo sobrevivido a los intentos de restauración de la monarquía, y se consideró necesario crear nuevas reglas para el arte nacional. En 1928 todas las instituciones culturales independientes fueron cerradas, Lunacharski fue destituido y se inició la elaboración de un nuevo programa oficial para la cultura rusa.[44]

El realismo socialista

Artículo principal: Realismo socialista

En cuanto los ideales revolucionarios encontraron paralelo en las innovaciones artísticas - que realmente hicieron otra revolución por sí mismas - el arte moderno encontró apoyo, pero una vez firmemente establecido el nuevo régimen pasaron a estar bajo sospecha por haber surgido antes de la Revolución y posiblemente también sería un arte decadente y burgués. Por otro lado, muchos miembros del Partido Comunista no apreciaban las estéticas de vanguardia, lo que en parte se hacía eco del rechazo de la población en general a los estilos abstractos, que pocos de hecho comprendía y por eso no tenían utilidad como ilustración doctrinaria. Sintomáticamente, la última exposición de vanguardia se celebró en Leningrado entre noviembre de 1932 y mayo de 1933. En ella Malevich mostró obras figurativas muy esquematizadas, personas privadas de rostro contra paisajes vacíos.[45]

Gran Stalin, un símbolo de la amistad de las naciones soviéticas, cartel de propaganda
Cartel de propaganda exaltando la educación en historia de la Revolución
¡Atento en tu puesto!, cartel de propaganda

Esta nueva política se volvió oficial en 1932 cuando Stalin promulgó el decreto Sobre la reconstrucción de las organizaciones literarias y artísticas, y sus directrices fueron impuestas muchas veces con violencia para todos, siendo severamente castigados los que se rebelaban.[46]

Tales restricciones ocasionaron una huida de muchos intelectuales y artistas hacia otros países, y los que permanecieron fueron continuamente hostilizados en cuanto mantuvieron ideas independientes. Tras la Segunda Guerra Mundial, el arte de Occidente fue declarado de nuevo nocivo y varios pintores enviados al exilio a Siberia.[47] Aunque tras la muerte de Stalin se atenuó el rigor, hasta la década de los setenta las exposiciones podían ser censuradas o desmanteladas sin previo aviso y sus obras destruidas.[48]

El propósito básico de esta nueva estética era glorificar la lucha del proletariado en dirección al progreso y a una sociedad socialista ideal. Según el Estatuto de la Unión de Escritores Soviéticos, de 1934, el Realismo Socialista buscaba una representación artística históricamente fiable y concreta de la realidad en su desarrollo revolucionario, debiendo tener un carácter educativo de transformación ideológica de los trabajadores en el espíritu del Socialismo. Lenin decía que su propósito era crear un tipo enteramente nuevo de ser humano, y Stalin llamaba a sus practicantes «ingenieros de almas». Máximo Gorki, en el Congreso del mismo año, decretó que la obra socialista debía tener cuatro características esenciales. Sería:

  • Proletaria, o sea, relevante y comprensible para el trabajador;
  • Típica, mostrando escenas de la vida cotidiana del pueblo;
  • Realista, en el sentido representacional, figurativa y verídica;
  • Partidaria, apoyando los ideales del Estado y del Partido.[48]

Como el proletario era el centro de esa nueva sociedad, naturalmente se volverá también un objeto digno de estudo, lo que daba continuidad a los ideales sustentados primero por los románticos y luego por los Ambulantes. Al mismo tiempo, el líder de la nación también se volvía algo digno de elogio y representación exaltada, junto con ambientes fabriles y campesinos. Siendo ahora el Estado el único mecenas, todo artista se volvía un empleado de la maquinaria estatal, y la pintura, asociándose a las artes gráficas, frecuentemente fue reproducida en gran escala en carteles propagandísticos.[48]

En términos de forma, el realismo socialista fue todo figurativo y en términos de carácter fue siempre optimista, pero en lo que se refiere a la verdad histórica, sus representaciones frecuentemente son irreales, pecando por sus excesos, sea de fuerza y virilidad, sea de virtudes y nobleza de carácter, sea de alegría y contentamiento. Dentro de este espectro limitado de opciones, el estilo se volvió luego repetitivo y decayó en calidad. Todas las formas de experimentalismo eran de inmediato censuradas como decadentes, obscenas, vulgares, formalistas, pesimistas o degeneradas, y por lo tanto, desde el principio, anti-comunistas, justificando su proscripción.[48] [49]

Entre las críticas apuntadas modernamente a este ss istema están una alegada destrucción de la cultura nacional y la imposición de una cultura artificial; la abolición de los lazos orgánicos entre el creador y la obra, sustituidos por un programa apriorístico; el carácter compulsivo de las opciones temáticas; una disociación aislacionista entre la evolución del arte occidental y el panorama ruso; y la eliminación de toda espontaneidad, individualidad y serio cercenamiento de la verdadera creatividad. Encima de todo se condena la intensa represión a todo desvío de la norma, una represión que podía equivaler al exilio o la propia muerte por causa de pequeños detalles.[50]

A pesar de los pesares una significativa porción de lo que se produjo en arte por esta doctrina rigurosa tuvo un alto nivel, tanto estético como ético y técnico. Muchos de los pintores habían sido formados en la Academia, y muchos también se adhirieron a estos principios de buena voluntad, por entontrar resonancia en sus propuestas e ideales individuales. Entre sus representantes más típicos estabam Izaak Brodsky, Kuzmá Petrov-Vodkin, Georgi Riazski, Borís Ioganson, Aleksánder Gerasimov, Aleksánder Moravov, Iván Vladimirov, Borís Vladimirsky, Karp Trokhimenko, Taras Gaponenko, Aleksánder Laktionov, Piotr Dobrynin, Aléxei Nesterenko, Valentín Lisenkov, Vasili Ivanov, Vladímir Krikhatzky, Mijaíl Bozhie, Vasili Saicenko y Nikolai Terpsikhorov.[50] [51]

La renovación de la pintura rusa

El estilo oficial del realismo socialista, aunque haya continuado casi hasta el fin del siglo XX, comenzó a ser atacado desde el propio Partido Comunista a partir de la muerte de Stalin en 1953. Ascendido al poder, Jrushchov inició una denuncia de la política stalinista y del culto a la personalidad, que pasaron aser considerados perjudiciales y los artistas que habían hecho carrera siguiendo sus dictámenes, como Alexander Gerasimov, autor de retratos idealizados del antiguo dictador, fueron removidos de sus cargos oficiales. En compensación, fueron rehabilitados artistas notables como Kuzmá Petrov-Vodkin, que a pesar de haber trabajado para el partido, después fue proscrito.

Aunque se hubiera flexibilizado la postura del gobierno y los pintores encontrasen una nueva atmósfera de libertad, los avances no fueron grandes, y el realismo socialista siguió siendo la directriz principal en pintura. El propio Jrushchov se involucró personalmente en debates sobre la función del arte, más el resultado imprevisto de ello fue que los artistas disidentes, que fueron conocidos como los inconformistas, entonces en gran medida trabajando en la oscuridad y el aislamiento, y siguiendo líneas de trabajo diversas, se sentían unidos en torno de un propósito común.[47]

Los inconformistas no tenían una propuesta estética unificada, ni eran un grupo organizado, y el estudio del movimiento no puede hacerse a través del estilo, que ya del figurativismo o de la abstracción, con todas las variaciones intermedias incluido el Neoacademicismo. Pero su objetivo común era desmitificar el idealismo artificial y autoritario del arte del Estado, y mostrar que su proyecto estaba lejos de reflejar la realidad. Diversos grupos de inconformistas se formaron en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades, y en torno a los años setenta el movimiento pasó a recibir una aceptación, aunque limitada, por las autoridades. Con todo no había mercado para ellos y apenas una fracción mínima de sus trabajos encontraba colocación en exposiciones. Buena parte de esa producción se salvó de la destrucción o del esfuerzo por el peligroso trabajo del coleccionista estadounidense Norton Dodge, que con la ayuda de diplomáticos extranjeros y autoridades locales simpáticas, adquirió clandestinamente un gran acervo de más de diecisiete mil obras entre 1956 y 1986, y lo instaló en el Museo de Arte Jane Voorhees Zimmerli de la Universidad de Rutgers, en los Estados Unidos.[52] [53] Algunos de los muchos inconformistas fueron Oleg Vassiliev, Erik Bulatov, Anatoli Zverev, Vladímir Nemukhin, Vladímir Yankilevsky, Koryun Nahapetyan, Vasili Sitnikov, Evgeni Rukhin, Alexander Rappoport, Lidiya Masterkova y Koryun Nahapetyan.[47] [54]

Aun en los años setenta surgió otra tendencia, los conceptualistas rusos, que trabajaban los principios del arte conceptual, contribuyendo para diversificar los enfoques, procedimientos y técnicas, y la iluminación del debate teórico sobre el arte. Entre ellos actuaron Ilya Kabakov, Andrei Monastyrsky, Komar e Melamid, Erik Bulatov y Viktor Pivovarov.[55]

Con la apertura gradual de la política de la Unión Soviética en los ochenta, que finalmente condujo a la desintegración de todo el bloque comunista, todo el programa oficial de arte también se derrumbó. Artistas como R. Bichuns, P. Torda, D. Zhilinsky, E. Shteinberg, M. Romadin, M. Leis y V. Kalinin fueron ampliamente reconocidos, lo que prueba que el universo del arte no estaba dominado por la publicidad, pero muchos otros aprovecharían la oportunidad de emigrar. Se abrió definitivamente Rusia a los avances del arte occidental contemporáneo y hubo una rápida expansión en el panorama de la pintura rusa, un fenómeno que continúa hasta hoy en día.[25] [56]

Otras tradiciones pictóricas

Además de la pintura convencional, ya tratada, Rusia tiene varias otras tradiciones pictóricas que, aunque de menor relieve, también merecen una mención por su riqueza, como la pintura decorativa de interior y de mobiliario, la loza y la porcelana pintadas y otros objetos utilitarios decorados. Pero de toda ellas, además de los manuscritos iluminados y las miniaturas laqueadas, ambas pertenecientes a un universo culto y los géneros de la pintura primitiva, naïf y folclóricas, más relacionado con el arte popular.

Miniaturas en laca

Las miniaturas laqueadas tienen una historia relativamente reciente, iniciada en torno del siglo XVIII en la ciudad de Fedoskino, en la actualidad un centro de producción de renombre mundial. Este tipo de arte aplicada, que a veces se confunde con el artesanado, recibió la atención del gobierno ruso entre los siglos XIX y XX, que ha organizado algunos talleres en el estilo de una Academia, enviando maestros graduados de la Academia de San Petersburgo para dirigirla. Las miniaturas están pintadas sobre una variedad de objetos decorativos, en su mayoría de cartón o de madera, y utilizando como pigmento en polvo de metales preciosos y témperas de colores brillantes y cubierto con una capa de laca brillante y a veces enriquecer el acabado final adornado con metales y piedras preciosas, que dan a las piezas el carácter de joyas. Es una técnica que se deriva de la pintura detallada de los iconos. La temática es más variada, incluyendo paisajes, escenas de caza, composiciones florales y retratos, copias de cuadros famosos, pero sobre todo se favorecían escenas ilustrabdo las leyendas del folclore ruso, tratados en un estilo culto y refinado. Otros importantes centros de producción además de Fedoskino son Jolui, Zhostovo, Mstyora y Palej.[57] [58]

Pintura primitiva, ingenua y folclórica

Artículo principal: Arte naïf

Estos géneros son de distinción algo difícil porque todos se originan en los artistas populares. En una definición muy esquemática, los artistas folclóricos pertenecen a una tradición relativamente estática, repitiendo modelos formales sin cambios drásticos en el tiempo. Utilizan técnicas tradicionales que pueden incluso tener un perfeccionamiento significativo, permanecían fuera de las escuelas estatales, los autores son en gran medida desconocidos y sus obras que datan de los orígenes de la cultura visual de Rusia.

Anónimo del siglo XVIII: Boda en Toropets
Anónimo: Apoteosis de Pedro I, h. 1710

Los ingenuos fueron enteramente del arte culto mediante la creación de estilos únicos y extravagantes, pero una vez encontrado una fórmula satisfactoria, tiende a repetirse para cada tipo de escena. A menudo, su labor es muy narrativa, con una profusión de detalles, los colores juegan en combinaciones inusuales y demuestran tener un sentido de espacio completamente diversa de los autores cultos. Especialmente en el caso de Rusia, los naïf aparecen a partir de finales del siglo XIX y la llegada del comunismo tuvo un fuerte impacto sobre ellos, haciendo que la creación de una gran cantidad de obras sobre el tema.[59]

Ya los primitivos tienen algún conocimiento académico en arte, podría incluso antiguamernte trabajar para la pequeña nobleza rural, pero, como lo demuestran sus obras, su acercamiento a los patrones del gran arte es peculiar por su incompetencia técnica, aunque no se les privaría de valor estético y artísticas. En Rusia, los primitivos comenzaron a aparecer a comienzos del siglo XVIII, cuando el estilo de vida de la nobleza urbana comenzó a influir en los nobles provinciales, decorando sus mansiones empezaron a exigir mayor lujo y incluyen pinturas de paisajes y otras obras de arte más sofisticado, y desarrolló un retrato derivado de la tradición de los parsunas.[60]

Sin embargo, se reconoce que las relaciones entre ellos son muchas, haciendo problemática una caracterización definitiva, y por eso van todos aquí en una categoría. Aunque históricamente trabajaron al margen del circuito oficial, recientemente estos géneros han recibido recientemente mucha atención del gobierno y de los coleccionistas existentes y ya existen museos dedicados enteramente a la preservación y difusión de los trabajos.[61] [62] [63]

Referencias

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Obtenido de "Pintura de Rusia"

Wikimedia foundation. 2010.

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