Telepatía

Telepatía

La telepatía (del griego τηλε tēle, «lejos» y πάθεια pátheia, «sentimiento») consiste en la transferencia de pensamientos o sentimientos entre individuos a través de la mente, sin el uso de los cinco sentidos.[1] Es considerada como una forma de percepción extrasensorial o cognición anómala. La telepatía se relaciona a menudo con diversos fenómenos paranormales como la precognición y la clarividencia.

Aunque se han llevado a cabo muchos experimentos sobre la telepatía, su existencia no es aceptada por la gran mayoría de la comunidad científica, entre otras cosas, argumentando que las magnitudes de energía que el cerebro humano es capaz de producir resultan insuficientes para permitir la transmisión de información. No obstante, algunos investigadores señalan que, con la tecnología necesaria, en un futuro será posible interpretar las ondas cerebrales mediante algún dispositivo y enviar mensajes textuales a un receptor de manera inalámbrica, sin embargo descartan que este proceso pueda llevarse a cabo de cerebro a cerebro sin mediación tecnológica. Hasta la fecha, las únicas pruebas de la telepatía son las narraciones testimoniales, pues jamás se ha podido reproducir un fenómeno telepático en laboratorio.

La telepatía es tratada frecuentemente en cuentos, novelas y películas de ficción.

Contenido

La telepatía en la historia

Se han encontrado muy pocas referencias a la telepatía en las muchas culturas antiguas de las que se tiene registros escritos (a diferencia de, por ejemplo, la precognición, que sí aparece en muchos mitos).

Se considera que la primera investigación sobre la telepatía fue la realizada por la Society for Psychical Research, cuyos resultados fueron publicados en 1886 en la obra Phantasms of the Living (‘Fantasmas de los vivos’). Años antes, en 1882, Frederick William Henry Myers, uno de los fundadores de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (SPR), introdujo, en un artículo publicado en Proceedings of the Society for Psychical Research, el término «telepatía», (inspirado por la incipiente eclosión tecnológica de la época en que las técnicas electromagnéticas de telecomunicación reciben nombres como teléfono y telégrafo), para diferenciarlo de la falsa «lectura del pensamiento».[2] Aunque gran parte de las investigaciones iniciales consistieron en la recopilación de relatos anecdóticos, también se llevaron a cabo experimentos con aquellos que afirmaban poseer habilidades telepáticas. Sin embargo, sus protocolos experimentales no eran muy estrictos.

En 1917 el psicólogo John E. Coover de la Universidad de Stanford dirigió una serie de pruebas sobre telepatía consistentes en transmitir y adivinar naipes. Los aciertos fueron levemente superiores a los esperados por azar, concluyéndose que el resultado había sido aleatorio.

Quizá los ejemplos más conocidos de experimentos sobre telepatía fueran los de Joseph Banks Rhine y sus asociados en la Universidad de Duke, que comenzaron en 1927 usando los distintivos «Naipes ESP» de Karl Zener (véase Cartas Zener). Estos experimentos incorporaron protocolos más rigurosos y sistemáticos que los anteriores, seleccionándose lo que se asumió que eran participantes «normales» y no aquellos que afirmaban tener habilidades excepcionales, y aplicando los nuevos avances en el campo de la estadística para evaluar los resultados. Éstos y los de otros experimentos fueron publicados por Rhine en su conocido libro Extra Sensory Perception (‘Percepción extrasensorial’), que popularizó este término.

Otro libro influyente sobre la telepatía en su día fue Mental Radio, publicada en 1930 por el ganador del premio Pulitzer Upton Sinclair (con prólogo de Albert Einstein). En él Sinclair describe la aparente capacidad de su esposa de reproducir a veces los dibujos realizados por él y por otros, incluso cuando estaban separados por distancias de varias millas, en experimentos al parecer informales que recuerdan algunos de los usados por investigadores de la visión remota en épocas posteriores. En su libro, los Sinclair señalaban que los resultados podían también explicarse como una clarividencia más general, e hicieron algunos experimentos cuyos resultados sugerían que en realidad no hacía falta ningún emisor y algunos dibujos podían ser reproducidos precognitivamente.

En los años 1960, muchos parasicólogos no estaban satisfechos con los experimentos de elección forzada de J. B. Rhine, debido en parte al aburrimiento de los participantes en las pruebas tras muchas repeticiones de adivinación monótona de naipes y al rechazo de la sugerencia de los magos de añadir naipes totalmente en blanco, y en parte por el «efecto de declive» por el que la precisión de la adivinación de cartas disminuía tras cierto tiempo para cada participante.

Algunos parapsicólogos recurrieron al formato de experimentos basados en «respuesta libre», donde el objetivo no estaba limitado a un pequeño conjunto finito predeterminado de respuestas (p. e. las cartas Zener), sino que podía consistir en su lugar en cualquier clase de cuadro, dibujo, fotografía, fragmento de película, composición musical, etcétera.

Como resultado de encuestas sobre experiencias psi espontáneas que concluían que más de la mitad de éstas sucedían el estado de sueño, los investigadores Montaque Ullman y Stanley Krippner de Maimonides Medical Center de Brooklyn (Nueva York) emprendieron una serie de experimentos para comprobar la telepatía durante el sueño. Un participante «receptor» en un cuarto insonorizado y electrónicamente blindado sería monitorizado mientras dormía en busca de patrones encefalográficos y movimientos oculares rápidos que caracterizan el estado de sueño. Un «emisor» en otra habitación intentaría entonces enviar una imagen, aleatoriamente seleccionada de un conjunto, al receptor concentrándose en dicha imagen durante los estados de sueño detectados. Cerca del final de dichos estados, el receptor sería despertado y se le pediría que describiese su sueño durante tal periodo. Los datos recogidos sugerían que algunas veces la imagen era incorporada de alguna forma en el contenido de los sueños del receptor.

Aunque los resultados de los experimentos de telepatía durante el sueño eran interesantes, llevarlos a cabo exigía muchos recursos (tiempo, esfuerzo, personal). Otros investigadores buscaron alternativas más económicas, como los llamados experimentos ganzfeld.

Hasta la fecha no ha habido ningún protocolo experimental satisfactorio diseñado para distinguir la telepatía de otras formas de percepción extrasensorial tales como la clarividencia.

Está considerado por la gran mayoría de la comunidad científica como una pseudociencia. Sus críticos objetan los experimentos con resultado positivo, diciendo que no han tenido el rigor científico adecuado. Por otro lado los miembros de los laboratorios de las universidades y asociaciones en donde sí se estudia sostienen que estos estudios tienen el rigor necesario, y que existen indicios favorables para continuar con las pruebas.

Falsas telepatías

A veces el deseo de comunicarse de forma telepática es tan poderoso que la persona cree que lo posee sin ser realmente así, es el caso de los esquizofrénicos que pueden tener falsas sensaciones en las que la víctima cree que está en comunicación telepática con otras personas; en esas sensaciones se incluye tanto el pensamiento que emite como el que recibe.

Controversia

Estudio de la telepatía

Un experimento típico procede como sigue:

  1. Se seleccionan dos personas jóvenes, entre 20 y 40 años; una de ellas se acomoda en una sala insonorizada y se tapa los ojos. Esta persona será el receptor y no debe recibir ningún estímulo de sus otros sentidos, debe estar totalmente relajada, y no pensar en nada en concreto, pero dejar que sus pensamientos fluyan libremente.
  2. El otro individuo es el emisor, al que se colocará en otra sala cercana a la del receptor. Al emisor hay que hacerle lo contrario que al receptor - hay que estimular sus sentidos: normalmente se hace con imágenes acompañadas de sonidos que sean especialmente sugerentes para la mente humana. El emisor debe concentrarse todo lo que pueda en los estímulos que está recibiendo.
  3. Por último el receptor tiene que contar los pensamientos que han pasado por su mente durante la experiencia. Si estos pensamientos tienen alguna relación con lo que ha estado percibiendo el emisor, se puede considerar que quizá haya habido una comunicación telepática. Ninguno de estos experimentos ha llegado a conclusiones determinantes.

Esta falta de resultados concluyentes se atribuye a muchas razones. La primera sería que el ser humano sencillamente no tiene capacidad telepática. Otros estudiosos piensan que se debe a que para transmitir información tanto emisor como receptor tienen que estar preparados o haber recibido algún tipo de entrenamiento mental. El hecho concreto es que la telepatía no ha podido reproducirse en laboratorios con experimentos controlados y los únicos indicios de su existencia son meramente testimoniales.

Telepatía y ciencia

Los defensores de la telepatía suelen señalar a conceptos científicamente controvertidos, por ejemplo la psicología y la mecánica cuántica, como áreas de investigación que se consideran profundamente basadas en el método científico pero que tienen igualmente vínculos problemáticos e inexplicables con la descripción exclusivamente física de la realidad.

En un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Manchester se pretende medir, mediante el uso de la realidad virtual, las capacidades telepáticas humanas.

El experimento, en el que participan 100 voluntarios, separa a los participantes por parejas. Los miembros de la pareja entran en salas separadas equipados con un visor y un guante que les permite moverse e interactuar con los objetos del mundo virtual.

A continuación se les muestra una serie de objetos generados al azar (un teléfono, una trompeta, un paraguas...).

Al primer participante sólo se le enseña uno de los objetos y se le pide que se concentre e interactúe con él. En la segunda habitación, el otro participante ve el mismo objeto y otros tres más. Entonces debe señalar el objeto que cree que su compañero está intentando transmitirle telepáticamente.

Los investigadores están especialmente interesados en observar en qué medida afectan los lazos familiares y otro tipo de relaciones a las capacidades telepáticas.

Los responsables del experimento no creen que esta prueba sirva para demostrar la existencia o inexistencia de la telepatía, tan sólo pretenden "crear un método experimental que facilite la investigación científica en esta área".[cita requerida]

Telepatía en la ficción

La telepatía es un recurso común en la ciencia ficción. Un buen número de superhéroes y supervillanos de varias novelas de ciencia ficción, etc, usan telepatía. Un notable ejemplo es la novela de Alfred Bester, El hombre demolido (1952), donde una comunidad de telépatas conviven con el resto de los seres humanos. Entre los telépatas más destacados se incluyen los jedis y los siths en el universo Star Wars. Las habilidades telepáticas en la ficción varían considerablemente. Algunos telépatas ficticios sólo pueden transmitir pensamientos con otros telépatas, o recibir pensamientos sólo de otras personas específicas. Por ejemplo, en la novela de Robert A. Heinlein, La hora de las estrellas (1956), una pareja de gemelos pueden comunicarse telepáticamente, pero sólo entre ellos. En la novela de ciencia ficción de A. E. van Vogt, Slan (1940), el héroe mutante Jommy Cross puede leer la mente de los humanos corrientes, pero no la de otros mutantes. Sookie Stackhouse, la camarera telépata de la serie de novelas The Southern Vampire Mysteries de Charlaine Harris, puede leer la mente de los humanos y de otros seres sobrenaturales, pero no la de los vampiros. Algunos telépatas pueden leer la mente sólo si hay algún tipo de contacto físico, como los vulcanos en el universo de Star Trek, Abe Sapien en las películas de Guillermo del Toro Hellboy (2004) o Aro, un vampiro de la novela Luna nueva de Stephenie Meyer (2006). El consultor y escritor del universo Star Trek, André Bormanis, ha revelado que la telepatía en Star Trek es posible gracias a una especie de campo psiónico; según Bormanis, el campo psiónico es el medio por el cual los pensamientos y los sentimientos pueden ser transmitidos a través del espacio.[3] Algunos humanoides pueden tener acceso perceptivo a dicho medio gracias a un órgano sensorial localizado en el cerebro; del mismo modo que el ojo humano puede percibir rangos dentro del campo electromagnético que los ojos de otras especies no pueden percibir, los telépatas pueden percibir el campo psiónico. Este campo es el equivalente al plano astral o dimensión astral en los cómics del Universo Marvel. En el libro Eragon, de Christopher Paolini (2003), Eragon puede comunicarse telepáticamente con su dragona Saphira y con muchos otros, aunque puede bloquear los pensamientos con barreras psíquicas. En la series de novelas de Harry Potter, de J. K. Rowling, la telepatía es una habilidad mágica conocida como legeremancia, la habilidad para bloquear los pensamientos ante hechizos de legeremancia se conoce como oclumancia. En la novela de John Wyndham Las Crisálidas (1955), el personaje principal y narrador, David Strorm, forma parte de un grupo de nueve telépatas, al igual que los sesenta niños de Los cuclillos de Midwich (1957) quienes poseen vastos poderes psíquicos y pueden comunicarse telepáticamente unos con otros, incluso con otros niños distantes y dispersos por todo el planeta. En la serie de novelas Los guardianes de Anthony Horowitz, los gemelos, Jamie y Scott Tyler, pueden leer y controlar las mentes de los demás, además de comunicarse entre ellos, por lo que siempre saben en qué está pensando el otro.

Algunos escritores consideran la telepatía como un salto más en la evolución humana. En la novela de Tony Vigorito, Just a Couple of Days (2001), la telepatía se encuentra en todos los humanos gracias a un virus, el cual pasa inadvertido a causa de otras capacidades humanas. Por tanto, la telepatía es una habilidad latente que se puede desarrollar si se consigue eliminar otro tipo de distracciones, como la comunicación por el lenguaje.

En muchas obras de ficción, la telepatía está combinada con otra clase de poderes psíquicos, como en el caso de la novela El Resplandor (1977) de Stephen King, donde el niño Danny Torrance tiene poderes precognitivos y de mediumnidad además de habilidades telepáticas. Otros telépatas ficticios, poseen habilidades de control mental, incluyendo la capacidad de implantar pensamientos, sentimientos o visiones alucinatorias dentro de las mentes de los demás. Mediante ataques psíquicos pueden causar dolor, parálisis, desvanecimiento o incluso la muerte. Pueden alterar o borrar la memoria o controlar completamente la mente y el cuerpo de otros, similar a una posesión espiritual. Ejemplos de este tipo de telépatas son Charles Xavier, Emma Frost, Jean Grey, Psylocke y, en general, casi todos los telépatas del universo Marvel. Otro ejemplo son los telépatas de la serie de televisión Héroes, como Matt Parkman entre otros. También los telépatas más poderosos dentro del mundo ficticio de Babylon 5 pueden desarrollar este tipo de habilidades, como Lyta Alexander o Al Bester.

El justiciero La Sombra tiene la habilidad de nublar las mentes de los demás, el cual utiliza para ocultar su presencia frente a los demás.

La serie de películas de Scanners (Exploradores) trata de un grupo de personas que nacieron con vastos poderes telepáticos, al igual que ciertas habilidades psicoquinéticas. En el primer film de la serie, el Doctor Paul Ruth (interpretado por Patrick McGoohan) explica que el fenómeno telepático no es la transferencia de pensamiento, sino el encuentro entre los sistemas nerviosos, permitiendo a los telépatas (o exploradores como los definen en el film) acceder al sistema nervioso (y por tanto a los pensamientos) de los demás. Los exploradores más poderosos pueden, además, controlar y manipular el sistema nervioso ajeno. Estas habilidades pueden inhibirse mediante un fármaco llamado Ephemerol que altera la sinapsis cerebral de los exploradores bloqueando sus capacidades.

La obra Devta de Mohiuddin Nawab (1977), escrita en urdu, está basado en el personaje de Farhad Ali Taimur, un telépata implicado en la lucha entre el Bien y el Mal.

La película Thoughtcrimes de Breck Eisner (2003), narra la vida de la telépata Freya McAllister, desde sus problemáticos inicios hasta su inserción en la unidad especial de la ASN (Agencia de Seguridad Nacional).

La serie canadiense de televisión, The Listener, narra las peripecias de Toby Logan, un paramédico telépata.

Mención especial merece la novela de Robert Silverberg Muero por dentro (1972), una novela introspectiva que narra la historia del telépata David Selig. Éste nos cuenta los problemas y sinsabores que le ha causado su don, pero que después siente cómo muere por dentro al descubrir que va perdiendo progresivamente su capacidad telepática, aquella habilidad que le arruinó la vida pero que teme perder por darle una distinción especial frente a los demás.

Muchos pokémon, sobre todo legendarios, pueden hablar con los humanos mediante este método, como Lugia, Arceus, Mewtwo, Entei, Jirachi, Shaymin, Darkrai, Reshiram o Zekrom.

Puede consultar también la lista de personajes en el mundo de la ficción con capacidades telepáticas.

Véase también

Referencias

  1. «telepatía», Diccionario de la lengua española (vigésima segunda edición), Real Academia Española, 2001, http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=telepat%C3%ADa 
  2. Enrique de Vicente. Los poderes ocultos de la mente.Madrid: Editorial América Ibérica. 1995. Página 57.
  3. André Bormanis discusses telepathy in Star Trek

Enlaces externos


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