Libro de buen amor

Libro de buen amor
Folio 3r.º del manuscrito T (Toledo) del Libro de buen amor del siglo XIV conservado en la Biblioteca Nacional de España, Vitr. 6/1.

El Libro de buen amor (1330 y 1343), también llamado Libro de los cantares, es una obra del Mester de Clerecía del siglo XIV. Es una composición extensa y variada de 1728 estrofas, cuyo hilo conductor lo constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita). Está considerada una de las cumbres literarias españolas de cualquier tiempo, y no solo de la Edad Media.

El libro contiene una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida narración autobiográfica de asuntos amorosos del propio autor, quien es representado en una parte del libro por el episódico personaje de don Melón de la Huerta. En él aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad bajomedieval española.

En el transcurso del argumento principal, se intercalan fábulas y apólogos que constituyen una colección de exempla. Asimismo se pueden hallar alegorías, moralidades, sermones, cantigas de ciegos y de escolares de tipo goliardesco. También se recogen composiciones líricas profanas (serranillas, muchas veces paródicas) al lado de otras religiosas.

Los materiales narrativos se alternan con glosas al Ars amandi de Ovidio y del Panphilus de amore, y parodias de la liturgia de las horas canónicas o de los cantares de gesta (el combate de don Carnal con doña Cuaresma). Otros géneros que se pueden encontrar en el Libro son los plantos, como el hecho a la muerte de Trotaconventos, personaje que constituye el precedente más claro de La Celestina o las sátiras, como las dirigidas contra las dueñas chicas o el poder igualador del dinero.

Contenido

Manuscritos

Del Libro de buen amor existen tres códices: el de Salamanca o S, hoy en la Real Biblioteca, y considerado el mejor de los que han transmitido el texto. Los otros dos manuscritos son el de la Real Academia Española, conocido como códice de Gayoso o G, y el de Toledo o T.

Temática y estructura

El hecho de que se hayan conservado tres manuscritos de esta obra es un indicio de la importancia y difusión que tuvo esta obra desde bien temprano: los códices de Toledo (T) y Gayoso (G) son de fines del siglo XIV, y el de Salamanca (S) fue copiado a principios del siglo XV por Alonso de Paradinas. En los tres han sido arrancadas varias hojas, lo que impide la lectura completa del libro y además las lecturas divergen ocasionalmente a causa de las deturpaciones de los copistas.

El título con que hoy se conoce la obra fue propuesto por Menéndez Pidal en 1898, basándose en distintos pasajes del propio libro, especialmente el de la cuaderna 933b, cuyo primer hemistiquio reza «'Buen Amor' dixe al libro».

En cuanto a la fecha de redacción, varía según el manuscrito: en uno el autor afirma que lo terminó en 1330 y en otro en 1343, esta última fecha sería una revisión de la versión de 1330 en la que Juan Ruiz añadió nuevas composiciones.

El libro se caracteriza por su variedad de:

  1. Contenido (ejemplos, narraciones amorosas, serranillas, elementos didácticos, composiciones líricas, etc.)
  2. Métrica (además de la cuaderna vía utiliza estrofas de dieciséis versos, estrofas zejelescas, etc.)
  3. Tono (serio, festivo, religioso, profano, etc.)

Los materiales centrales de que consta esta obra son:

  • La introducción, donde el autor explica el sentido e interpretación del libro. Consta de una plegaria en cuaderna vía a Dios y a la Virgen en que solicita su ayuda, un proemio en prosa que adopta el género de sermón culto (o divisio intra, pero escrito en castellano) que podría ser paródico y otra oración invocando de nuevo el favor divino para llevar a cabo el libro, para terminar con dos gozos líricos a Santa María.
  • Una autobiografía ficticia del autor, que constituye el hilo conductor de toda la obra. En ella se relatan sus amores con distintas mujeres, todas de diferente origen y condición social: una monja, una mora, una dueña que vio estar orando, una panadera, una mujer de alta posición, varias serranas, etcétera, ayudado por una tercera o alcahueta, Urraca, más conocida como la Trotaconventos.
  • Una colección de enxiemplos (apólogos, fábulas y cuentos), que sirven como enseñanza moral y cierre de los episodios.
  • La disputa entre el autor y don Amor (un personaje alegórico), donde el primero acusa al Amor como responsable de los pecados capitales y el segundo da consideraciones de cómo ha de ser la mujer y el galán.
  • La narración de los amores de don Melón y doña Endrina (adaptación de la comedia humanística medieval Pamphilus).
  • El relato alegórico de la batalla entre don Carnal y doña Cuaresma, en realidad una parodia de los cantares de gesta medievales.
  • Un comentario al Ars amandi del poeta latino Ovidio.
  • Sátiras de tono y contenido goliardesco, como la parodia de las horas canónicas, la «Cantiga de los clérigos de Talavera», el elogio misógino de las dueñas chicas, o la sátira «Contra la propiedad que el dinero ha».
  • Una serie de composiciones líricas religiosas, casi siempre marianas (Gozos de Santa María).
  • Un conjunto de diversas composiciones líricas profanas: el planto a la muerte de Trotaconventos, cantigas de ciego y para escolares.

Interpretación de la obra

La intención de la obra resulta ambigua a causa de su gran heterogeneidad. En algunos casos tiene el sentido de amor devoto, pero en otros se refiere a la habilidad respecto al amor carnal.

Menéndez Pelayo fue el primero en señalar el carácter goliardesco de la obra, si bien negó que hubiese ningún ataque contra los dogmas o insurrección contra la autoridad, como otros vieron después, actitud que es precisamente un rasgo distintivo de la poesía goliardesca.

También ha sido muy discutido entre los especialistas el posible carácter didáctico del Libro de buen amor. Mientras autores como José Amador de los Ríos, Leo Spitzer o María Rosa Lida de Malkiel defienden el didactismo como parte inseparable de la obra, otros como Américo Castro o Sánchez Albornoz lo niegan, y consideran que Juan Ruiz fue más cínico que moralista, más hipócrita que piadoso. Juan Luis Alborg, por su parte, hace una analogía con el uso que hizo Cervantes de las novelas de caballerías para verter su ironía y su visión personal, del mismo considera que «el Arcipreste se instala dentro de las formas didácticas medievales para disparar desde ellas la ambigua variedad de sus intenciones y su humorística visión de la realidad». En general, hoy se tiende a considerar que es más bien un libro didáctico con propósitos artísticos, que lo contrario.

Su obra refleja el multiculturalismo del Toledo de su época. Entre las varias mujeres a las que intenta enamorar (el único caso en que tiene relaciones carnales se produce cuando le asalta la serrana «La Chata», si bien las serranas salvajes eran personajes de un género literario muy tipificado) hay una mora, y se jacta de su talento como músico, que compone música para danzar andalusí y judía. También durante la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma viaja a la aljama de Toledo, donde los carniceros y rabinos lo invitan a pasar un «buen día». María Rosa Lida de Malkiel ha querido ver la influencia del género de narrativa en prosa rimada, las maqāmat, cultivado por varios autores peninsulares en árabe y hebreo durante los siglos XII-XIV.

El libro contiene, además, un pasaje en que se presenta una protesta de tipo goliardesco frente a la postura de Gil de Albornoz que pretendía extender a su diócesis la doctrina papal del celibato obligatorio, frente a la tradición hispánica de la barraganía o contrato de convivencia de un sacerdote con una mujer, más asentada en un territorio multicultural como era la diócesis de Toledo, antaño fuente de la herejía del adopcionismo de Elipando, engendrada por la convivencia entre judíos, moros y cristianos. Así se expresa en la «Cántiga de los clérigos de Talavera» incluida en dicho libro, donde se protesta airadamente contra las disposiciones del arzobispo contra la barraganía en la archidiócesis. Tal protesta fue la que pudo acarrearle la prisión por parte del arzobispo. Esta postura crítica hacia el alto clero, así como el restante contenido desenfadado y crítico de su libro, le emparenta con la literatura goliardesca.

Autoría y datación

El propio autor revela su nombre y su cargo eclesiástico en distintos lugares de la obra: «Joan Roíz, açipreste de Fita» (cuaderna 19b-c) y «Yo Johan Ruiz, el sobredicho açipreste de Hita» (c. 575a), pero no fue hasta 1984 que Francisco J. Hernández encontró una mención a un «uenerabilibus Johanne Roderici archipresbitero de Fita», prueba definitiva de la existencia real de Juan Ruiz en combinación con el título eclesiástico y en total coincidencia con la referencia que de sí mismo da en él los lugares citados del Libro de buen amor.[1] Por lo demás, nada se sabe de la biografía de Juan Ruiz, más allá de este testimonio documental.

La fecha de composición de la obra está extraída también de la información que proporcionan los códices. El manuscrito G transmite que el libro fue terminado en 1330. Sin embargo, en el manuscrito S —que contiene material nuevo— aparece fechado en 1343. La crítica mayoritariamente conviene en que Juan Ruiz utilizó episodios compuestos previamente para hilvanar su libro, y que su primera versión sería de 1330. Posteriormente el Arcipreste añadiría más poemas (sobre todo líricos) para configurar el Libro de buen amor tal y como se edita en la actualidad.

Fuentes

El principal influjo que revela el Libro de buen amor es el de la tradición literaria eclesiástica de su tiempo, pues Juan Ruiz tenía una formación retórica exigida por su cargo religioso, adquirida probablemente en alguna escuela catedralicia de la región de la cuenca del Henares, quizá la de Alcalá. La mayor parte de sus materiales se relacionan con la estructura del sermón popular (o divisio extra), en la que un tema moral era expuesto con el complemento de exempla. Además, aparecen en el libro un tratado de la confesión, catecismos y oraciones e himnos devotos.

Por otro lado, el tema fundamental del amor está basado en la literatura pseudo-ovidiana medieval que, en forma de comedias elegíacas o tratados derivados del Ars amandi y los Remedia amoris, circulaban por toda Europa. También hay huellas de los conceptos del amor cortés provenzal y de la literatura goliárdica.

De este modo, las más importantes fuentes del Libro de buen amor pertenecen al ámbito de la literatura europea occidental. Así, aunque algún exemplum provenga de la cuentística árabe, estos habían sido casi en su totalidad traducidos al latín o a las lenguas romances peninsulares en el siglo XIII.

Américo Castro defendió la vinculación del libro con la literatura árabe, viéndolo como una fusión mudéjar, por la variedad métrica, la frecuente alternancia de ficción y realidad y, sobre todo, por la presencia del hilo conductor como una autobiografía amorosa, aspecto que este crítico relacionaba con El collar de la paloma de Ibn Hazm. Sin embargo, ninguno de estos rasgos está ausente de la literatura europea, y la autobiografía de tipo erótico es característica de la materia ovidiana medieval. Por otro lado, es muy improbable que Juan Ruiz leyera el árabe clásico, y, aunque aparecen términos léxicos moriscos, estos se deben al árabe coloquial de las comunidades mudéjares, abundantes en Hita y en otros lugares de sus alrededores.

María Rosa Lida de Malkiel relaciona la autobiografía con el género hebreo de las maqāmat, más concretamente con el Libro de las delicias de Yosef ben Meir ibn Sabarra (n. hacia 1140), pero se pueden aducir las mismas objeciones que para la literatura árabe: el desconocimiento del hebreo por parte del arcipreste y que el mismo rasgo puede ser explicado a partir de obras cristianas.

Gybbon-Monypenny, en la introducción a su edición del Libro de buen amor de 1984,[2] relaciona la autobiografía ficticia con el romance francés versificado, en especial con el Voir-Dit de Guillaume de Machaut, con los que establece cierta analogía: un poema narrativo que incluye canciones líricas. Ya a fines del siglo XIII, en el Roman du Châtelain de Coucy et de la Dame de Fayel, se encuentra un protagonista poeta enamorado que, con ocasión de sus aventuras eróticas, incluye poemas líricos provenientes de los cancioneros. Otros poetas como Nicole de Margival, en su Dit de la Panthère, dialoga con los dioses del amor y utiliza para autorizar sus sentimientos poemas propios y de Adam de la Halle. Incluso cabe citar una autobiografía amorosa ficticia con canciones líricas intercaladas austríaca, Frauendienst (1255), del minnesänger Ulrich von Liechtenstein.

Entre las fuentes concretas de episodios independientes, cabe citar —además de la cuentística de origen oriental, introducida por los árabes en la Península, en colecciones como el Calila e Dimna o el Sendebar)—, a Pedro Alfonso, judeoconverso oscense y a Esopo, al que remiten algunos de los exempla del Libro, como el de la «Disputa del pleito que el lobo y la raposa tuvieron ante don Gimio [Simio], alcalde de Buxía». Por otro lado, aparecen citas y ecos de los Salmos, las Horas Canónicas, el Libro de Job o el Apocalipsis, además de San Gregorio Magno, las Decretales de Clemente V o el Decreto de Graciano, probablemente a partir de manuales propios de su formación clerical.

La crítica concuerda mayoritariamente en que el Libro de buen amor constituye la parodia de las comedias elegíacas De vetula y Pamphilus, en las que el autor es a su vez protagonista de una historia en la que las aventuras amorosas alternan con la inclusión de poesías relacionadas con los episodios que se representan. Además, el Pamphilus es una fuente reconocida en el propio texto del Libro de buen amor, cuyo autor reconoce que el episodio de Don Melón y Doña Endrina reelabora esta comedia latina pseudo-ovidiana. Al mismo Ovidio se le atribuyó el De vetula, y aparece, por tanto, como protagonista de las aventuras eróticas de esta obra. No está de más señalar que los sacerdotes de la Edad Media predicaban sus sermones en primera persona, técnica con gran capacidad de atracción para un público que se requería adoctrinar. La declarada intención didáctica de Juan Ruiz, pese a las continuas ironías y ambigüedades de interpretación, estaría en correspondencia con el sermón medieval popular en primera persona.

Poesía lírica

Contiene el libro, además del contenido central narrativo escrito en tetrástrofo monorrimo, una considerable cantidad de poemas en versos de arte menor de métrica tradicional y contenido lírico, lo que convierte al Libro de buen amor en el primer repertorio escrito de lírica en lengua castellana en una época (primera mitad del siglo XIV) en la que la mayor parte de este género poético en Castilla se escribía en gallego-portugués.

Ya en el sermón culto en prosa con que se inicia la obra, Juan Ruiz declara que uno de sus fines al escribir esta obra era:

[...] dar a algunos leçión e muestra de metrificar e rrimar e de trobar.
Libro de buen amor, ed. de Gybbon-Monypenny, 1984, págs. 110-111.

Efectivamente, el Libro hace gala de la variedad lírica de géneros y formas de la lírica castellana de la época e incluye desde lírica religiosa —himnos, gozos, oraciones— hasta canciones zejelescas de carácter goliárdico, además de que en las serranas del arcipreste hay ecos de la pastorela provenzal.

Destaca por su carácter jocoso la troba cazurra —cazurros eran juglares de la más marginal condición social— que inserta en el episodio del joven Ferrand García, que pretende a una panadera llamada Cruz. Escrita como un zéjel y con importantes huellas mudéjares, todo el poemita es un juego de equívocos donde la disemia se establece entre los significados de la imaginería católica y los equívocos sexuales:

Cruz cruzada panadera
tomé por entendedera
tomé senda por carrera
como andaluz.

Cuidando que la habría,
díxielo a Ferrand Garçía
que troxiese la pletesía
e fuese pleités e duz.

Díxome que l' plazía de grado
e fizo se de la cruz privado;
a mí dio rumiar salvado,
él comió el pan más duz.
Libro de buen amor, est. 116-118.

Pero la mayor parte de los poemas líricos del libro se dedican a la devoción religiosa, en su mayor parte de temática mariana, aunque también hay otras a la crucifixión de Cristo. Es significativa la presencia de gozos a la Virgen, un género que consistía en un conjunto de reflexiones de carácter lírico acerca de los principales acontecimientos de la vida de María, desde la Anunciación a la Asunción. Los gozos relataban inicialmente cinco episodios, que posteriormente la poesía latina franciscana aumenta a siete. Sin embargo el número de pasajes fue incrementándose y se conservan en el manuscrito del Libro de miseria de omne —un tratado que aborda el tópico del comptentus mundi—, unos gozos de fines del siglo XIV de doce pasos, pero, a diferencia de los del Arcipreste de Hita, están escritos en estrofa de cuaderna vía.

Por otro lado, no hay ningún ejemplo, salvo la lírica de Juan Ruiz, de poesía religiosa en castellano escrita con estructura de estribillo hasta el siglo XV, y es altamente probable que fuera el primero en componer este tipo de metros en lengua vernácula. Cobraría así mayor sentido la intención declarada en su prólogo en prosa de «dar [...] leçión e muestra de metrificar e rrimar e de trobar».

Estilo

Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, se considera a sí mismo como el primer poeta que versifica en todos los géneros existentes en castellano. Su libro refleja una cultura propia de los clérigos, usa un lenguaje rico, creativo, de variados registros (desde el popular y coloquial hasta el de la oratoria eclesiástica), de extenso léxico, que incluye términos árabe andalusí de su época.

Gusta de acumular sinónimos parciales, y de ampliar los conceptos, recursos que se relacionan con las técnicas del sermón.

Al final de su libro declara que cualquiera podrá añadir o corregirlo, con la única condición de que supiera hacerlo bien, actitud abierta que se enfrenta a la de otros escritores contemporáneos que pretendían fijar su texto, como por ejemplo Don Juan Manuel.

Por otra parte, su obra demuestra un profundo conocimiento de las pasiones humanas y se caracteriza por un portentoso balance entre la delicadeza y la desvergüenza, logrado por medio de una inteligencia muy fina, ambigua e irónica, pese a lo cual la obra posee brío y audacia. Por otra parte, ofrece una panorámica social muy completa de los comienzos del siglo XIV que refleja las tensiones sociales entre la naciente burguesía y los estamentos privilegiados (clero y nobleza) de la sociedad, como en la sátira "De la propiedad que el dinero ha", donde es perceptible el papel del dinero como destructor del rígido orden estamental.

Influencia

La existencia de tres manuscritos es indicio de que la obra fue conocida y leída durante la Edad Media, al menos hasta la invención de la imprenta. Se conserva incluso una versión muy fragmentaria del siglo XIV en portugués. Pudo servir el Libro de buen amor de repertorio de poemas de juglares a juzgar por otros fragmentos hallados al término de un códice que contiene una crónica y termina con un conjunto de materiales misceláneos. Pasajes de esta obra pudieron, por tanto, transmitirse oralmente.

Se ha señalado la posible influencia del libro de Juan Ruiz en la obra de Chaucer; asimismo, cita el libro del arcipreste en el siglo XV el Arcipreste de Talavera y el Marqués de Santillana. Sin embargo, a partir del siglo XVI, las huellas del libro en la literatura posterior se reducen notablemente. La recepción del Libro de buen amor ha sido estudiada por Alan D. Deyermond en su artículo «La difusión y recepción del Libro de buen amor desde Juan Ruiz hasta Tomás Antonio Sánchez: cronología provisional».[3]

Véase también

  • Literatura española en la Edad Media

Referencias

Notas

  1. Francisco J. Hernández, «The venerable Juan Ruiz, Archpriest of Hita», La Corónica, XIII.1 (1984), págs. 10-12. Apud Gybbon-Monypenny, ed. cit., 1984, pág. 8 y n. 3. Posteriormente Hernández desarrolla este hallazgo en Los cartularios de Toledo. Catálogo Documental, Fundación Ramón Areces, Madrid, 19962, págs. 872-874, núm. 519 y «Otra vez sobre la biografía de Juan Ruiz: el testimonio del manuscrito AHB 987B», Voz y Letra, 6 (1995), págs. 137-158. Apud Ramón Gonzálvez Ruiz, «La persona de Juan Ruiz», en Bienvenido Morros y Francisco Toro Ceballos (eds.), Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y el «Libro de buen amor». Actas del congreso celebrado en Alcalá la Real (Jaén, España) del 9 al 11 de mayo de 2002, ed. digital del Centro Virtual Cervantes, 2006-2008. ISBN 84-690-1627-X.
  2. Gybbon-Monypenny, «Introducción biográfica y crítica» a su ed. del Libro de buen amor, Madrid, Castalia (Clásicos Castalia 161), 1984, págs. 7-95.
  3. Alan D. Deyermond, «La difusión y recepción del Libro de buen amor desde Juan Ruiz hasta Tomás Antonio Sánchez: cronología provisional», en Bienvenido Morros y Francisco Toro Ceballos (eds.), Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y el «Libro de buen amor». Actas del congreso de Alcalá la Real (Jaén, España), 9 al 11 de mayo de 2002, ed. digital del Centro Virtual Cervantes, 2006-2008. ISBN 84-690-1627-X.

Fuentes

  • DEYERMOND, Alan D., Historia de la literatura española, vol. 1: La Edad Media, Barcelona, Ariel, 2001 (1ª ed. 1973), págs. 189-207. ISBN 84-344-8305-X
  • GYBBON-MONYPENNY, G. B., «Introducción biográfica y crítica» a su ed. del Libro de buen amor, Madrid, Castalia (Clásicos Castalia 161), 1984, págs. 7-95.

Enlaces externos


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