- Antonio López de Santa Anna
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Antonio López de Santa Anna
Su Alteza Serenisima
Dictador20 de abril de 1853 – 12 de agosto de 1855 Predecesor Manuel María Lombardini Sucesor Martín Carrera
Datos personalesFirma Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón General Años de servicio 1810 - 1855 Lealtad Ejército Mexicano, 1821 - 1855 Participó en - Batalla de Tanque Colorado
- Batalla de Matehuala (1811)
- Toma de Tula
- Batalla de Río Medina (1813)
- Batalla de Cotaxtla
- Asalto de Veracruz (1818)
- Toma de Alvarado
- Sitio de Córdoba
- Toma de Jalapa
- Batalla de Veracruz (1821)
Revolución del Plan de Casa Mata:
- Toma de Veracruz
Expedición de Santa Anna a San Luis Potosí:
- Toma de San Luis Potosí
Rebelión de Veracruz (1827): Rebelión de Nicolás Bravo:
- Toma de Perote
Levantamiento en Puebla y Oaxaca de 1828:
- Sitio de Oaxaca
Rebelión del Ejército de Reserva y Protector de la Constitución y Leyes: Intentos de Reconquista en México:
- Toma de Morelia
- Toma de Puebla
- Batalla de El Álamo
- Batalla de San Jacinto
Primera Intervención Francesa en México:
Primera intervención estadounidense en México:
- Batalla de Buena Vista
- Batalla de Cerro Gordo
- Batalla de la Ciudad de México
- Batalla de Huamantla
- Sitio de Puebla (1847)
- Toma de la Ciudad de México
Nacimiento 21 de febrero de 1794
Xalapa, VeracruzFallecimiento Ciudad de México, Distrito Federal Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (21 de febrero de 1794 – 21 de junio de 1876) fue un político y militar mexicano. Fue Presidente de México en once ocasiones. A lo largo de su larga carrera política se unió en distintas ocasiones a realistas, insurgentes, monárquicos, republicanos, liberales y conservadores. Santa Anna fue también gobernador de Yucatán en 1824. Su figura es una de las más importantes y polémicas en la historia mexicana.
Primeros años
Nació en Xalapa, Veracruz. Fue hijo del notario Antonio López de Santa Anna y su esposa Manuela Pérez de Lebrón. Ambos padres deseaban para él un porvenir tranquilo y acomodado, como correspondía a un joven de ascendencia española. Sin embargo, por su carácter aventurero y sus deseos de sobresalir, consiguió ingresar en el Ejército Real de la Nueva España a los dieciséis años, el 6 de julio de 1810 como simple cadete en el Regimiento de Infantería Fijo de Veracruz. En 1811 su regimiento fue convocado para sofocar el movimiento insurgente iniciado un año antes por el cura Miguel Hidalgo y Costilla pero, debido a la derrota de Hidalgo en la Batalla de Puente de Calderón, fue enviado hacia el norte. Las primeras experiencias militares de Santa Anna se desarrollaron en la provincia de Nuevo Santander y en la de Texas, bajo el mando del coronel José Joaquín de Arredondo.
En el Ejército Trigarante
Su carrera política empezó en 1821, fecha en el que el Plan de Iguala de Iturbide consagró la independencia de la Nueva España, siendo su instructor Joaquín de Arredondo. Iniciaría entonces una larga serie de imprevisibles adhesiones ideológicas. Enviado por el gobierno colonial a dar auxilio a la ciudad de Orizaba que estaba sitiada por los rebeldes, los derrotó y fue condecorado por el virrey y ascendido a teniente coronel. Fue nombrado comandante del puerto de Veracruz pero horas después se levantó en armas contra el gobierno realista, uniéndose a los insurgentes gracias a la persuasión de José Joaquín de Herrera. Fue derrotado en esa plaza pero se hizo fuerte en Córdoba.
Bajo su mandato en Veracruz, logró obligar a los españoles a retroceder hasta el fuerte de San Juan de Ulúa, último reducto de éstos.
Como muchos otros militares se unió a Iturbide, sólo como una estrategia política, para obtener apoyos personales. Iturbide propuso formar un congreso con una cámara única con la representación proporcional a la importancia de clases y con elección directa, dando así predominio a los grupos privilegiados. Santa Anna y los insurgentes estaban de acuerdo con la independencia, pero no aceptaba que la dirigiera la clase alta, pues según él no eliminarían los privilegios de los peninsulares que aún quedaban en México. La Suprema Junta Provisional Gubernativa pidió una sola cámara sin separación de clases ni representación proporcional y por medio de elección indirecta. De esta manera se conformó por abogados, clero bajo y medio.[1]
Rechazo al imperio de Iturbide
La transformacion de Nueva España a México no iba a ser fácil. España desconoció hasta 1836 la independencia de su colonia y esto hizo que aumentara el fervor de libertad en las principales ciudades. Luego de firmar Iturbide los Tratados de Córdoba, en los que México se declaró independiente, empezó la polarización de políticos y militares mexicanos. Había en el recién nombrado congreso constituyente representantes monárquicos o borbonistas, republicanos e iturbidistas.
Iturbide se coronó emperador gracias a un tumulto compuesto por el ejército y la plebe que pidió la corona para Agustín I el 18 de mayo de 1822, y de esta forma presionó al Congreso para instituir el Imperio como nueva forma del Estado. La oposición republicana no tardó en exacerbarse, en Michoacán se descubrió un complot para formar la República y, en consecuencia, se detuvo a quince diputados, entre ellos a Servando Teresa de Mier y a Carlos María de Bustamante.[2]
Iturbide disolvió el Congreso el 31 de octubre por considerar que su ideología liberal y repúblicana era utópica; en su lugar, designó a cuarenta y cinco diputados partidarios suyos. Los antiguos insurgentes Nicolás Bravo, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria se sintieron traicionados, Santa Anna reapareció en la vida pública, emitió el Plan de Veracruz y poco tiempo después el Plan de Casa Mata, declarando ilegal la elección del emperador y pronunciándose a favor de los republicanos. Los borbonistas también se unieron al levantamiento. El general Echevarri, quien fue designado para combatir la rebelión a Jalapa, también decidió unirse en contra del imperio. Iturbide sólo fue apoyado por el clero y decidió abdicar.[2]
Desterrado Iturbide en 1823 y restaurado el Congreso, comienzan las pugnas entre centralistas y federalistas, a los que Santa Anna se une de inmediato. En esta ocasión fracasa un levantamiento que surgió en San Luis Potosí. Santa Anna, como su principal comandante, es enviado a la ciudad de México para ser juzgado; por influencias que tenía en la Corte, fue absuelto.
La ambición de la Presidencia
Durante los primeros años del México independiente, los acontecimientos ayudaron a Santa Anna en su imparable ascenso. Los levantamientos de 1827 le dieron la posibilidad de ponerse del lado del gobierno de forma sorprendente, puesto que la participación de su hermano Manuel del lado rebelde, hacía suponer que Santa Anna se retiraría de su hacienda en Veracruz para apoyarlo. La suerte de los dos hermanos fue muy distinta a raíz de este acontecimiento: mientras Manuel era desterrado, Antonio obtenía el gobierno de Veracruz.
Poco más tarde se le brindó una nueva oportunidad. La convocatoria a las elecciones de 1828 nacía con la controversia entre las posturas representadas por Manuel Gómez Pedraza y Vicente Guerrero. Los partidarios del primero se oponían a hacer efectiva la expulsión de los españoles restantes en el país. Apenas once días después de que Gómez Pedraza ganara las elecciones, Santa Anna se rebeló, exigiendo la sustitución del presidente electo por el general Vicente Guerrero , inaugurando con esto el inicio de las interminables guerras civiles en el país naciente.
La variedad de recursos con los que contaba Santa Anna para financiar su levantamiento fue amplia. Se cuenta que, necesitado de dinero, se apoderó del convento de San Francisco de Oaxaca, disfrazó a sus soldados de frailes y convocó a misa. Una vez en la iglesia, mandó cerrar las puertas y, por medio del secuestro, exigió a los ricos presentes un rescate, con lo que consiguió los fondos suficientes.
Nombrado presidente Guerrero, Santa Anna tomó las riendas del ejército nacional.
En 1829, una expedición española desembarcada en Tampico, comandada por el brigadier Isidro Barradas que tenía por objetivo la reconquista de México, fue derrotada por Santa Anna, que desde entonces se hizo llamar El Héroe de Tampico.
Al ser derrocado el gobierno de Guerrero por Anastasio Bustamante, Santa Anna hizo un pacto con Gómez Pedraza (el presidente que había derrocado años atrás), para que éste alcanzara la presidencia de 1830 a 1833 mediante nuevos levantamientos. En 1833, Santa Anna alcanza por fin la presidencia.
La Guerra de los Pasteles
Véase Guerra de los Pasteles.
A su regreso a Veracruz, al ser liberado por los texanos ("texans"), Santa Anna es destituido como presidente. Cuando los ciudadanos franceses se quejaron al gobierno francés y este exigió al gobierno mexicano una indemnización desproporcionada por los daños causados por las tropas de Santa Anna años atrás en sus negocios, no hubo respuesta por parte del gobierno mexicano, así que en 1838 mandaron una expedición que bloqueó el Golfo de México, por lo que también exigían el coste del embargo, y ocupó la plaza de Veracruz hasta que sus peticiones fueran pagas. Estas operaciones francesas estaban en conjunto a los bloqueos similares que realizaban en Argentina y Uruguay (bajo el lema del vicecónsul Aimé Roger: "Infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar que será una lección saludable para todos los demás estados americanos [...] corresponde a Francia hacerse conocer si quiere que se la respete".
Santa Anna tomó de nuevo las riendas del ejército y se dirigió a Veracruz, donde hizo retroceder a los invasores hasta el muelle, pero en ese momento los barcos franceses abrieron fuego de artillería contra los mexicanos, donde el ejército mexicano fue derrotado y Santa Anna perdió una pierna. Después de esto, hizo que se celebrara toda una ceremonia funeraria en honor a su pierna.
La gente se conmovió ante el sacrificio de Santa Anna y lo aclamó como héroe de la Patria.
Esto le dio una gran publicidad, lo que le permitió ocupar la presidencia de nuevo en 1839, 1841 y 1844, anunciando ya el estilo totalitario que distinguiría su último período.
Exiliado
Al ocupar la presidencia de nuevo, Santa Anna sufrió un nuevo revés, al suscitarse de nuevo la cuestión texana.
Cuando en 1843, Estados Unidos planteó la incorporación de Texas a su territorio, Santa Anna intentó zafarse de la escena política para no sufrir descalificaciones de la opinión pública. Puso de pretexto la muerte de su esposa Inés García para retirarse de la presidencia mientras pasaba el furor público por la anexión de Texas a los Estados Unidos.
A los cuarenta días de luto por su mujer, Santa Anna volvió a casarse, escándalo que contribuyó a aumentar su descrédito en un momento en que se le recordaba su anterior episodio en Texas y se le pedían responsabilidades. El retiro de la escena política en ese momento lo pagó con un largo exilio en La Habana.
La guerra contra Estados Unidos
En ausencia de Santa Anna, la situación interna en México estaba repartida entre hostilidades y caos político. Durante aquella situación, en EE.UU James K. Polk había ocupado la presidencia del país. Polk era un conocido expansionista que desde hacía tiempo tenía puestos sus ojos en los territorios mexicanos de la Alta California y Nuevo México. El 29 de Diciembre de 1845, para el enojo de los políticos mexicanos -quienes nunca reconocieron la independencia de Texas, el Congreso de los Estados Unidos (a instancias de Polk y su antecesor Tyler) aprobó la incorporación de Texas a la Unión Americana; un hecho que deterioró rápidamente las relaciones entre México y EE.UU. Dicha situación se agravó aún más cuando el gobierno mexicano se negó a recibir al embajador enviado por Polk para comprar los territorios deseados por casi 30 millones de dólares. Aquello fue interpretado por Polk como un insulto grave que decidió utilizar para presionar al Congreso a declarar la guerra. En tanto, a fin de presionar más las cosas, Polk había enviado tropas al mando de Zachary Taylor en las periferias del río Bravo; aún cuando se consideraba al río Nueces como el límite oficial con Texas, unos kilómetros más al norte. Aunque las escaramuzas entre ambos contingentes fueron directamente provocadas por los americanos dentro de suelo mexicano y sin declaración de guerra previa, Polk hizo ver a los mexicanos ante el Congreso como los verdaderos culpables. Con ello, la guerra entre ambos países dió inicio el 11 de Mayo de 1846.
El gobierno de Gómez Farias decidió llamar de vuelta a Santa Anna para poder dirigir los esfuerzos nacionales. A pesar de que logró amasar un considerable ejército, el evidente atraso tecnológico de este (el ejército usaba armas de tiempos de la Independencia) así como la falta de una cadena de mando eficiente, de nada le sirvió contra las fuerzas tecnológicamente superiores y mejor disciplinadas de EE.UU. Aquello significó una serie de derrotas consecutivas en todas las acciones bélicas de la guerra (la mayoría desarrollada en el norte). Se sabe que casi logró una victoria en la Batalla de la Angostura, pero se retiró inexplicablemente a un paso de derrotar al general Taylor.
Después, en su natal estado de Veracruz, fue derrotado en la Batalla de Cerro Gordo, en buena medida debido a que su artillería atacó a los centinelas del ejército estadounidense, revelando su posición. El grueso del ejército estadounidense evitó el camino donde Santa Anna pretendía atraparlos y atacó al ejército mexicano desde varios flancos, causando su derrota. Tras evacuar la capital del país Santa Anna se exilió de nuevo, esta vez en Colombia. Mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo, México perdió los estados de Alta California y Nuevo México (hoy California, Arizona, Nevada, Colorado, Utah y parte de Wyoming) a favor de los Estados Unidos, que se comprometió a pagar una indemnización de 15 millones de dólares a México. Esta nueva derrota volvió a Santa Anna aún más impopular entre los mexicanos, al punto de que se le llegó a acusar como el principal responsable de la derrota y pérdida de los territorios.
Su Alteza Serenísima
Tras la derrota, Santa Anna abandonó el país con rumbo a Colombia, después de renunciar a la presidencia que había ocupado durante la guerra. El hambre, el descontento y las pugnas políticas hicieron caer en crisis al país una vez más y ni siquiera el presidente que sucedió a Santa Anna, Mariano Arista, pudo darles una efectiva solución y terminó por renunciar en 1853. En ese momento, los conservadores -que fueron imponiéndose en la mayor parte de los estados- reclamaron de nuevo el regreso de Santa Anna y le escribieron el 23 de marzo de 1853 solicitándole que volviese a tomar la presidencia, a condición de que defendiese a la religión católica, suprimiera el federalismo, organizase una nueva división territorial del país y reorganizara el ejército. Santa Anna, quien había demostrado hasta ese momento se el único hombre con la suficiente fuerza para gobernar un país tan ingobernable, les tomó la palabra a los conservadores y regresó a la presidencia en Abril de ese mismo año.
En un principio, Santa Anna había podido organizar un gabinete capaz que aseguró unos cuantos meses de gobierno eficiente. No obstante, tras la muerte del principal colaborador de Santa Anna, Lucas Alamán, el gobierno santaanista se convirtió rápidamente en uno de corte dictatorial que le fue perdiendo el apoyo de sus colaboradores conservadores poco a poco. En su empeño por legislar, ningún asunto político escapó de sus designios. A fin de poder sanar un poco la débil hacienda mexicana, cobró los impuestos más inicuos que se pudieran imaginar, impuestos que afectaban hasta a los perros de compañía y a las ventanas de las casas. Asímismo, también dictaminó el color de uniforme de los empleados públicos, construyó innumerables monumentos autodedicados por todo el país y concentró todo el poder en su persona. También hizo volver a los jesuitas expulsados por los españoles en la colonia, reinstauró la Orden de Guadalupe y se hizo llamar Alteza Serenísima, a la vez que decretaba una ley para nombrarse dictador vitalicio.
A pesar de los impuestos, el dinero siempre siguió siendo un problema para el gobierno de aquél entonces. Fue así como Santa Anna, en un desesperado intento por ganar dinero, vendió un trozo de territorio a Estados Unidos conocido como La Mesilla por 15 millones de dólares.
Conforme pasaba el tiempo, Santa Anna se volvía cada vez más impopular entre propios y extraños y paulatinamente comenzaron a fraguarse los planes de rebelión.
Exilio definitivo y muerte
Era 1855 y el Plan de Ayutla de Juan N. Álvarez había dado resultado por todo el país. Santa Anna se vio obligado a renunciar por una última vez y marchar de nuevo al exilio. A pesar de que Santa Anna había atestiguado varias idas y vueltas de gobiernos, el triunfo del Plan de Ayutla marcó de una vez por todas la muerte política del autonombrado 'Defensor de la Patria'.
Por el resto de su vida, se mantuvo en el exilio; pasando por diversos lugares: de Cuba a EE.UU., de EE.UU. a Colombia, y de Colombia a la isla de Santo Tomás. Durante esa vida itinerante, su voz se dejó oír en México sin provocar mucho ruido. Cuando se había instituido el nuevo gobierno liberal, Santa Anna publicó diversos artículos que instaban (sin éxito) a una rebelión en contra del nuevo régimen. De la misma forma, cuando se dieron los sucesos de la Intervención Francesa, Santa Anna escribió al gobierno mexicano ofreciendo sus servicios como militar para combatir al invasor; naturalmente, fue ignorado. De la misma forma, también escribió al nuevo gobierno de Maximiliano para ofrecerle sus servicios; pero al archiduque austriaco tampoco le interesó.
Finalmente, aprovechando la amnistía general durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, regresó a México en 1874. Para entonces, Santa Anna ya era un viejo de 80 años que padecía cataratas y al que el pueblo mexicano ya había olvidado (no se le tomó en cuenta durante el aniversario de la batalla de Churubusco). Santa Anna moriría 2 años después, en su casa -ubicada en la calle de Vergara (hoy calle de Bolívar) número 14- en la Ciudad de México, en la noche del jueves del 21 de Junio de 1876. Su tumba se encuentra en el viejo Panteón del Tepeyac, de la Villa de Guadalupe-Hidalgo.
Algunos sobrenombres de Santa Anna
Entre los muchos sobrenombres que le atribuyeron o él mismo se atribuyó, figuran:
- El Águila
- Héroe del Pánuco
- Benemérito de Veracruz
- Guerrero Inmortal de Cempoala
- Benemérito de Tampico
- Alteza Serenísima
- Napoleón del Oeste o Napoleón de América (comúnmente, de los que sus partidarios inventaban, sin duda su favorito era éste)
- Quince Uñas (debido a la pierna que perdió en Veracruz y a su fama de ladrón, "uña", según Enrique Serna)
- Héroe de Cuarenta Derrotas (despectivamente, de parte de los extranjeros)
- Visible Instrumento de Dios
- El César Mexicano
- El Defensor de la Patria (apódo que Santa Anna fomentó hacia su persona, después de su victoria contra el ejército español que quiso reconquistar México)
- La Cucaracha (despectivamente porque, como dice la canción, "ya no puede caminar", recordando que perdió una pierna en Veracruz)
- Mil Patrias (debido a que se relacionaba casi con cualquier país)
- El Traidor (por supuestamente vender territorio mexicano)
- El vende-patrias[3]
Museos
En la actualidad existen varios museos refrentes a la vida del General Antonio López de Santa Anna.
- Hacienda El Lencero, ubicada en el municipio de Emiliano Zapata, Veracruz, donde casó con su segunda esposa Dolores Tosta.[4]
- Hacienda Paso de Varas, ubicada en el municipio Puente Nacional, Veracruz, actualmente cerrada al publico, sólo pueden visitarse los restos de su antiguo cuartel militar y parte de las caballerizas.
- Panteón del Tepeyac, museo de sitio ubicado en la delegación Gustavo A. Madero del Distrito Federal, donde reposan sus restos y los de su segunda esposa Dolores Tosta y donde se realizan recorridos diarios.[5]
- El palacio de St. Thomas o VillaSantana, edificio construido donde estuviera la hacienda de Don Antonio López de Santa Anna durante su exilio en las Islas Vírgenes norteamericanas, actualmente funciona como hotel-museo.[6]
Véase también
- Guerra de los pasteles
- Historia de México
- Himno nacional mexicano
- Intervención Estadounidense en México
- Plan de Iguala
- Plan de Ayutla
- Tratado de Guadalupe Hidalgo
- Eduard Harkort
Referencias
- ↑ El Colegio de México, op. cit., p. 521.
- ↑ a b El Colegio de México, op. cit., p. 522.
- ↑ México y Estados Unidos combatieron de 1846 a 1848. Durante este tiempo los mexicanos empezaron a desconfiar de Santa Anna. Tras esta guerra, Santa Anna fue apodado el vendepatrias, ya que se creía que el presidente llegó a un acuerdo con los norteamericanos, favoreciendo sus intereses y no los de su país
- ↑ México Desconocido
- ↑ Cronica
- ↑ Villa Santana
Bibliografía
- El Colegio de México (2009) Historia general de México, versión 2000, capítulo "La revolución de independencia", Luis Villoro, México, ed. El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, ISBN 968-12-0969-9.
- Grandes biografías de México. Editorial Océano, 1997.
- Santa Anna y sus luchas. Editorial Indochina, 1999.
- Pérdidas. Editorial Ensueño, 2007.
- El Napoleón del oeste. Editorial Diana, 2000.
- El seductor de la patria. Editorial Joaquín Mortiz, 2003.
- Antonio López de Santa Anna. Editorial Booket, 2005.
Enlaces externos
- Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Antonio López de Santa Anna. Wikiquote
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