- Imperio del Brasil
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Império do Brasil
Imperio del Brasil1822–1889 →
→Bandera Escudo Lema nacional: Independência ou Morte!
(¡Independencia o Muerte!)Extensión del Imperio en 1822 Capital Río de Janeiro
Idioma oficial Portugués Gobierno Monarquía constitucional Regentes • 1822 María Leopoldina de Austria • 1835-1837 Diogo Antônio Feijó • 1838-1840 Pedro de Araújo Lima • 1870-1871, 1876-1877 e 1887-1888 Isabel de Brasil Período histórico Siglo XIX • Independencia del Brasil 7 de septiembre de 1822 El Imperio del Brasil fue un estado existente entre 1822 y 1889 que precedió a los Estados Unidos del Brasil.
El Imperio brasileño fue instaurado al final de la Guerra de la Independencia, que separó al Reino de Brasil del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, y perduró hasta la Proclamación de la República, golpe militar tras el cual fue disuelto en 1889. Se divide a su vez en los períodos Primer Imperio, Período Regente y Segundo Imperio. Con la llegada de este periodo, ya no se usa el título de Rey de Brasil pasando a tomar su monarca el título de Emperador del Brasil.
Contenido
Elevación a Imperio
Tras la disolución del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve en 1825, el título de Príncipe de Brasil fue desvinculado de los príncipes aspirantes al trono portugués, pasando éstos a usar únicamente el título de Duque de Braganza. Nominalmente, Pedro I de Brasil fue el último en tener ambos títulos, habiendo sido Príncipe Regente de Brasil por un corto período poco antes de la Independencia. Pedro I, a su vez, inicia el linaje de emperadores de Brasil a partir de su coronación como Emperador de Brasil en la Capilla Imperial (Río de Janeiro) el 12 de octubre de 1822. Sin embargo, aún con el título de Príncipe Imperial de Brasil, apenas Pedro de Braganza y su hijo estuvieron en el trono imperial.
Tras la renuncia de Pedro I al trono, se inicia el Período Regente, que estuvo en vigor hasta que Pedro II alcanzó su mayoría de edad y fue apto para ejercer el derecho nato de ascensión al trono.
Emperador Titular de Brasil – Dinastía de Braganza
Al concluir la Guerra de Independencia de Brasil, se estableció el Tratado de Río de Janeiro el 29 de agosto de 1825 entre Portugal y Brasil. Según este tratado, la Corona portuguesa reconocía la independencia del antiguo reino del Brasil, pero reservaba a Juan VI de Portugal, padre de Pedro I, el título de Emperador de Brasil. Dicho tratado, en principio, anulaba la norma anterior a la Constitución brasileña de 1824, la cual prohibía que el gobernante ejerciese poder sobre Portugal y Brasil simultáneamente. No obstante, Juan VI no fue emperador de facto, ya que no fue ungido como tal, ni emanó ningún acto político, y mucho menos Pedro I se declaró como ex Emperador. La situación sui generis de haber dos Emperadores brasileños duró poco, pues 7 meses después falleció Juan VI.
Continuidad jurídica
Con el Imperio Brasileño surge Brasil como Estado soberano, que ha tenido y tiene continuidad jurídica con los siguientes nombres: República de los Estados Unidos del Brasil (Republica Velha = República Vieja) y, actualmente la República Federativa del Brasil, más conocida como Brasil.
Reinado de Pedro I
Reconocimiento de la Independencia
El reconocimiento de la independencia era una cuestión crucial para el Imperio brasileño. Las monarquías absolutas europeas eran hostiles a la independencia del Brasil. Estados Unidos fue el primer país en reconocer al gobierno brasileño en mayo de 1824. Algunos meses antes fue divulgada la Doctrina Monroe, por la cual el presidente James Monroe declaraba que Estados Unidos no aceptaría ninguna intervención de Europa en el continente americano. Gracias a la mediación de Gran Bretaña, en agosto de 1825, la Corona portuguesa reconoció la independencia del Brasil. A cambio, Portugal obtenía la condición de «nación más favorecida» en las transacciones comerciales y obtuvo una indemnización de dos millones de libras.
Gran Bretaña también reconoció la independencia de Brasil en 1825. Sólo a partir de 1826 la soberanía fue reconocida por Francia, el Papa y otros Estados europeos, concluyéndose la independencia. Las repúblicas hispanoamericanas, por el contrario, veían al Imperio Brasileño como un instrumento de los intereses europeos y condenaron la acción brasileña en la Cisplatina cuando en 1821, el Reino Unido luso-brasileño se anexionó la Banda Oriental, actual Uruguay, y pasó a llamarla Provincia Cisplatina.
Abdicación de Pedro I
En esta época hubo un período de regencia de 9 años, también llamado de "experiencia republicana", cuando Pedro I de Brasil sorpresivamente abdicó de la corona en 1834 para marcharse a Portugal y combatir allí contra su hermano Miguel I de Portugal, en defensa de los derechos de su hija mayor María de la Gloria al trono lusitano.
Como consecuencia, la corona de Brasil recayó en el hijo mayor de Pedro I, Pedro de Alcántara, de apenas cinco años de edad. Ante ello el gobierno fue asumido por una Regencia hasta que el príncipe Pedro de Alcántara tuviera edad legal para asumir el trono.
Regencia Trina y Regencia Una
Pedro II tenía 5 años cuando heredó el trono imperial de Brasil. La Constitución de 1824 preveía que, de no existir un descendiente real apto para gobernar el Imperio, Brasil sería gobernado por una regencia de tres miembros. La regencia trina provisional fue convocada el 17 de julio de 1831, y tenía un representante de cada una de las tres vertientes políticas del país: los liberales (Senador Campos Vergueiro), los conservadores (Carneiro de Campo) y los militares (General Francisco de Lima e Silva). A ellos correspondería la realización de las elecciones para elegir la Regencia Trina Permanente.
Los electos fueron Bráulio Muniz, Costa Carvalho, y el mismo general Francisco de Lima e Silva. Gobernaron el país durante 3 años. Posteriormente, el sacerdote Diogo Feijó consiguió influencia política suficiente para, en 1834, crear el Acto Adicional, que convirtió la Regencia Trina en una Regencia Una, o sea, un sólo regente. Diogo Feijó fue electo Regente Uno en unas elecciones democráticas y asumió el cargo en octubre de 1837.
El Regente Feijó se mostró democrático, pues creó asambleas legislativas provinciales, para dar mayor autonomía a las provincias brasileñas. Además de eso, dio a la ciudad de Río de Janeiro el estatus de municipio neutro. Al no poder controlar las revueltas populares como la Farroupilha, y hacerse impouplar al no implrementar las reformas prometidas a los líderes políticos liberales, debió dimitar en setiembre de 1837. En su lugar quedó Pedro de Araujo Lima, Marqués de Olinda como único regente, quien también debió lidiuar con la Rebelión Farroupilha a la cual trató de combatir abrogando varios derechos de las asmbleas provinciales; este paso, no obstante, causó dos nuevas revueltas, la Sabinada en Bahía y la Balaiada en Pernambuco, agravndo la situación de la regencia.
Los elementos liberales presionaron entonces en el Parlamento para forzar la dimisión del Marqués de Olinda, lo cual lograron en junio de 1840, y en consecuencia de determinó acabar con la Regencia declarando la mayoría de edad del príncipe Pedro de Alcántara. Este príncipe asumió el trono con el nombre de Pedro II, al ser proclamado mayor de edad en julio de 1840, teniendo apenas 14 años y medio de edad.
Reinado de Pedro II
Política interna en el Segundo Reinado
Parlamentarismo al revés
En 1847 el Emperador creó el Consejo de Ministros, órgano que aconsejaría al emperador para dirigir el gobierno, inspirado en el parlamentarismo británico. Pero la jerarquía del parlamentarismo británico y brasileño estaban invertidas, a diferencia de Brasil, donde el emperador poseía más poder que el Parlamento.
En 1847 también fue creado el cargo de Presidente del Consejo de Ministros (Primer Ministro), que sería el jefe del ministerio, encargado de organizar el Gabinete de Gobierno. Así, el emperador, en vez de elegir a todos los ministros, pasó a nombrar solamente el Presidente del Consejo, y este elegía los demás miembros del Ministerio, retirando el elemento de desgaste político del emperador, sin que disminuyese su autoridad.
Modelo parlamentario británico
En el Reino Unido, la Corona, basada en la mayoría en el Parlamento elige al Primer Ministro. Después, el Parlamento aprueba o no la decisión de la Corona. Éste será el Jefe de Gobierno del país, dirigiendo la administración del gobierno británico. El primer ministro debe dar cuenta de sus acciones en el Parlamento, por haber sido electo por este poder, y el Parlamento puede destituir al primer ministro, al igual que la Corona.
Modelo parlamentarista brasileño
En Brasil, el Emperador era el poder máximo, acumulando los cargos de Jefe de Gobierno y de Estado, hasta la década de 1840, en que el emperador no poseía ya esos dos poderes, sino sólo el poder moderador. El Poder Ejecutivo quedaría a cargo del presidente del Consejo de Ministros, electo por el Emperador. El cargo de presidente del consejo era equivalente al de Primer Ministro, cargo creado en 1847, por el decreto 523 del 20 de julio y que existió hasta la proclamación de la República.
El Presidente del Consejo elegía el Gabinete, o sea a los ministros que formaban el Consejo de Ministros. Por fin recibía la aprobación o no del Parlamento. Lo que pasó en Brasil y muchas veces en el resto del mundo fue que el Parlamento muchas veces no aprobaba la decisión del Jefe de Estado, y éste se veía obligado a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones, algo común tanto en monarquías como en repúblicas parlamentares. España y Francia llegaron a usar al Ejército para callar el pueblo en el momento de disolver el Parlamento. En Brasil era una costumbre popular estar de acuerdo con la decisión del Emperador. Inglaterra fue una excepción en la época, principalmente porque la cámara de los lores estaba controlada por la Corona.
A pesar de que el modelo parlamentario brasileño no parezca muy democrático, lo era para la época. El Emperador tenía muchos poderes, lo que era común en varios estados del mundo, e incluso en Inglaterra.
La estabilidad política
Pedro II consiguió una maquinaria eficiente para la conducción de Brasil, basada en el intercambio de favores. Como la élite agraria tenía el poder en el Brasil del siglo XIX, Pedro II gobernó aliándose con esas élites, realizando favores (como la construcción de ferrocarriles, lagos artificiales, concediendo títulos de nobleza, adquisición de maquinaria etc.) a cambio de la estabilidad política que era necesaria para la prosperidad del país. Así, en los primeros años de su gobierno consiguió consolidar un país estable y próspero.
Fin de la Guerra de los Farrapos
Al asumir el trono, aún estaba activa la Guerra de los Farrapos (farrapos en portugés significa harapos y harapiento -pordiosero-, fue el mote despectivo que las autoridades brasileñas dieron a los independentistas de la Región Sur). La Revolución Farroupilha (de los "harapientos") tomaba proporciones temibles para el gobierno brasileño, y estaba próxima a lograr su independencia. Pedro II nombró al Barón de Caxias Comandante en Jefe del Ejército Imperial, el barón fue agraciado con el título de Presidente de la Provincia de Río Grande del Sur ("presidente da provincia do Rio Grande do Sul").
Teniendo la libertad de actuar por la fuerza contra la población Riograndense, el Barón usó la diplomacia y la fuerza, negociando con los líderes y dirigiendo manifiestos patrióticos a los independentistas riograndenses. Varias veces mencionó Caxias que el auténtico enemigo no era el emperador ni los brasileños, sino que "eran Manuel Oribe y Juan Manuel de Rosas", presidentes respectivamente de Uruguay y Buenos Aires. Éstos buscaban entonces la unión de los dos estados (el Estado Oriental del Uruguay y la Confederación Argentina) para la creación de un poderoso Estado republicano en la Cuenca del Plata, y el Barón de Caxias explotó la desconfianza de los gaúchos riograndenses contra sus vecinos, logrando que éstos hicieran la paz con el Imperio.
Las negociaciones culminaron en 1845, cuando se pactó el Tratado del Poncho Verde. El Barón de Caxias fue nombrado “Pacificador del Brasil” y recibió el título de conde.
Política externa y campañas militares
Se consolidaron también los partidos políticos, el “Liberal” (defensor de un poder local fuerte y autonomía de las provincias), y el “Conservador” (defensor del fortalecimiento del poder central), ambos representantes de los propietarios rurales. La política externa priorizada por el emperador Pedro II se orientó a evitar el fortalecimiento de las repúblicas del Plata, Argentina, Paraguay y Uruguay. Buscando un hegemonía en la Cuenca del Plata, el Imperio intervenía política o militarmente en los vecinos de la región siempre que sentía que era de importancia estratégica para los intereses de Brasil.
Guerra contra Oribe y Rosas
Manuel Oribe y Juan Manuel de Rosas, respectivamente presidentes de Uruguay y Buenos Aires, buscaban, en la década de 1850, crear un solo país, que, según el punto de vista hegemonista brasileño, "desequilibraría las fuerzas en la Cuenca del Plata", una vez que el resurgido país rioplatense controlara él solo los dos lados del estuario del río de la Plata, yendo esto en contra de los intereses imperiales brasileños en la región. Pedro II -con la complicidad de los colorados y los llamados unitarios declaró la guerra a los dos estados rioplatenses, y ordenó organizar un nuevo ejército en el Sur, bajo cuidado del entonces conde de Caxias. Éste invadió el Uruguay en 1851, destituyendo a Oribe y eliminando la posibilidad de que Uruguay fuese unido a Argentina.
La Cuestión Christie
En 1862 tuvo lugar un importante incidente diplomático con el Reino Unido que influiría posteriormente en el reconocimiento ante Europa de Brasil como territorio independiente; tres vándalos fueron presos en Río de Janeiro, la entonces capital del Imperio de Brasil. Al haber sido detenidos, fueron identificados como marineros de la Royal Navy y, debido a la relación entre Inglaterra y Brasil, fueron liberados. Aún así, el embajador británico en Brasil, William Dougal Christie, exigió que el Imperio indemnizara a Inglaterra por la prisión y por la carga del navío británico “Prince of Wales” que había naufragado y había sido saqueado en la provincia de Río Grande do Sul. También exigía que los oficiales de Policía responsables por la prisión de los marineros británicos fueran despedidos y que el emperador enviara a la Corona británica una petición oficial de disculpas.
Al año siguiente, como Brasil no había cedido a las presiones, navíos de guerra británicos bloquearon el puerto de Río de Janeiro y aprehendieron cinco barcos anclados. Pedro II, bajo la presión popular, intentó una salida diplomática, llamando al rey Leopoldo I de Bélgica, para que llevase a cabo un arbitraje imparcial. Leopoldo I favoreció a Brasil y, como Reino Unido se negó a pedir disculpas, el emperador cortó relaciones diplomáticas con Reino Unido en el mismo año de 1863. Reino Unido sólo pidió disculpas formales, por medio de una carta de la Reina Victoria al emperador Pedro II, en 1865 cuando mostró apoyo a Brasil en la Guerra de la Triple Alianza.
La victoria del gobierno en la disputa acabó por fortalecer la imagen de Brasil en el exterior. Brasil aún tenía solamente cuarenta años de existencia, y temía no tener reconocimiento frente a los países europeos. Los otros países sudamericanos pasaban por problemas similares. Brasil aceptó pagar la indemnización por la carga robada, pero no por los marineros. Luego personas de la sociedad propusieron recoger dinero para erigir en la ciudad una estatua del emperador, pero este dijo que el dinero fuera empleado en construir escuelas.
Economía
El período de mayor seguridad económica y financiera de Brasil fue el reinado de Pedro II, pues la política económica se basaba en la búsqueda del equilibrio de las cuentas del estado, tanto del imperio como de las provincias y municipios[1] Brasil entró en un periodo de gran desarrollo y progreso, transformándose en un país más avanzado financieramente que muchas naciones europeas.[2]
En 1844 surgió la primera tarifa aduanera, que tenía como objetivo la protección de las pocas manufacturas nacionales entonces existentes y el incremento de otras, posibilitando un gran avance para la industria brasileña.[3]
En 1850 existían 50 fábricas, con un capital superior a 7.000.000.000 Réis (Moneda Brasileña). En 1889, había 636 establecimientos industriales, con 400.000.000.000 Reis de capital, con 54.000 trabajadores y presentando una producción anual por valor de 500.000.000.000.[3] La producción anual brasileña era de 50.000.000.000 Reis en 1840. En 1889 era de 500.000.000.000.[3]
La principal actividad ecónomica consistía en la agricultura para exportación a Europa, concentrándose en la producción de azúcar, café, cacao y algodón, siendo que los productos derivados del ganado vacuno (carne y cueros) se dedicaban principalmente al comercio internacional con Uruguay y Argentina. La minería, casi la única actividad económica estimulada durante el periodo colonial portugués, siguió practicándose pero quedó muy postergada por la amplia demanda de productos agrícolas y la extinción de numerosos yacimientos mineros. La industria local estaba poco desarrollada pese al proteccionismo practicado por el gobierno imperial, particulamente bajo el reinado de Pedro II.
La economía del Imperio de Brasil se dedicaba así principalmente a la exportación de materia prima consistente en productos agrícolas tropicales, siendo esta actividad auspiciada por el capital extranjero (predominantemente británico) establecido en el país; el comercio a gran escala también estaba dominado por capitales foráneos, mientras los empréstitos contraídos en Europa financiaban el desarrollo de ferrocarriles; aún así desde 1850 se gestó un capitalismo local por parte de empresarios brasileros que crearon nuevas redes comerciales y bancarias, como fue el caso del Vizconde de Mauá, principal financista brasileño de la época imperial. Un rasgo tipico de los últimos años del Imperio fue que aumentó muchísimo la importancia económica de las regiones meridionales (Sao Paulo, Río Grande do Sul, Minas Gerais) en detrimento de las regiones del nordeste (Bahía, Pernambuco) con agricultura poco intensiva y crónicamente afectadas por sequías que hacían inviable el cultivo a gran escala de productos exportables.
En 1840 el presupuesto del gobierno brasileño era de apenas 16:000:000$000 anual, mientras que al final del Imperio, en 1889, era de 153.000:000$000.[4] El crecimiento presupuestal brasileño entre 1829 y 1889 fue superior a ocho veces. En comparación, solamente los Estados Unidos poseían una tasa de crecimiento semejante, mientras que el Reino Unido, fue dos veces y media entre 1830 y 1880 y en Francia, entre 1850 e 1890, tres veces y media.[5] Durante el Imperio, Brasil poseía el octavo mayor presupuesto del mundo, por detrás solamente de Austria, España, Estados Unidos, Francia, Prusia, Reino Unido y Rusia.[2]
Referencias
- ↑ ViANNA, Hélio, História do Brasil, Melhoramentos, 1994
- ↑ a b LYRA, Heitor, História de Dom Pedro II, 1º volume, Universidade de São Paulo, 1977
- ↑ a b c VIANNA, Hélio, História do Brasil, Melhoramentos, 1994
- ↑ CALMON, Pedro, História da Civilização Brasileira, Senado Federal, 2002
- ↑ CARVALHO, José Murilo de, Teatro das Sombras, Relume-Dumara, 1996
Véase también
- Historia de Brasil
- Provincia Cisplatina
- Misiones Orientales
- Guerra Argentinobrasilera
Enlaces externos (en portugués)
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