- Historia de Rumania
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La Prehistoria
Los orígenes del poblamiento rumano datan del periodo paleolítico y continuaron lentamente hasta el neolítico (hasta el III milenio a. C.). Con ello han dejado numerosas realizaciones de la vida cotidiana y artística en diversas culturas como Hamangia, Cucuteni Ariuşd y Boian Gumelniţa. Con la llegada de los pueblos indoeuropeos, estos habitarían la península de los Balcanes y los valles del Danubio dando lo mejor de sus habilidades de civilización durante la Edad de Bronce con los tracios. Las primeras referencias históricas fueron de los geta - dacios, que asimilarían la cultura de otros pueblos como los celtas y griegos.
La Antigüedad
La colonización griega
La colonización griega se inicia en el siglo VII a. C. en toda la franja costera del mar Negro y del mar de Mármara.
En menos de 50 años el litoral fue colonizado de un extremo a otro, sobre todo por Mileto (90 colonias). En el litoral rumano fueron fundadas Calatis y Tomis . En los siglos VI y V a. C. estas ciudades prosperaron importando del Asia Menor, de Corinto y de Atenas objetos suntuarios destinados a la aristocracia del interior e intercambiados por cereales y esclavos. Luego se convirtieron en centros de producción artesanal para el mercado tracio.Están atestiguadas la inclinación al lujo y la prosperidad de la aristocracia de los getas del bajo Danubio. Prosperidad desconocida por los dacios de Transilvania.
La helenización fue un suceso decisivo en la historia de todas las regiones ribereñas del Ponto Euxino, a las que confirió una fisonomía cultural casi inalterada hasta la antigüedad tardía.
- La primera colonia milesia es también la primera colonia griega de Dobruja, Istria o Istro (Histría o Hístros), nacida a mediados del siglo VII a. C. en la desembocadura del Danubio , en la costa occidental del Ponto Euxino.
- En el siglo VI a. C. , los colonos de Heraclea Póntica fundan Calatis, la actual Mangalia .
- A inicios del siglo V a. C., los milesios fundan Tomis , que adquirirá importancia en la época romana.
Del siglo IV a. C. hasta la época romana
Para el siglo IV a. C., las noticias históricas sobre los antiguos rumanos (getas) son más frecuentes, al verse involucrados en sucesos de gran alcance:
- La política expansionista de Filipo II de Macedonia.
- Las obras de Alejandro Magno , la disolución de su imperio en los distintos reinos helenísticos.
- El fracasado intento de anexión de Valaquia por parte de Lisímaco de Tracia.
De los siglos III y II a. C., las fuentes históricas callan casi totalmente.
Pero el historiador latino Pompeyo Trogo, dice que en este período, creció el poder de los dacios por obra del rey Lubostenes. Es una noticia aislada pero coincide con el resultado de las investigaciones.De finales del siglo II a. C. , data la fortaleza de Costeşti, la primera en orden cronológico, de una serie de obras defensivas imponentes, estratégicamente distribuidas a lo largo de la vertiente carpática.
Con la desaparición de los celtas de Transilvania, el centro del poder político de los tracios se desplaza de los Balcanes y el bajo Danubio a la región carpática , donde tiene inicio el proceso de unificación de las tribus dacias, culminada por el rey Berebistas (o Burebista) en la primera mitad del siglo I a. C.
Época romana
Hacia el 70 a. C., Rumania fue poblada por los dacios, que eran diversas tribus procedentes de Tracia y residían a la orilla izquierda del río Danubio. El primer rey fue Burebista, quién gobernó hasta el año 44 a. C. pero posteriormente su reino se desintegró. Al iniciarse el Siglo II y después de intermitentes guerras con el Imperio romano, el rey Decébalo fue finalmente vencido por las tropas imperiales del emperador Trajano en 106, hecho histórico que fue registrado en la Columna de este último en Roma.
Con la dominación imperial, Rumania tuvo las bases de su cultura y lengua latinas, lo que distingue este país de sus vecinos que en su mayoría son de ascendencia eslava (a excepción de los húngaros que son fino-ugrios). Para el 275, las tribus godas invadieron el territorio y causaron la retirada administrativa de los romanos.
La Edad Media
Después de la retirada romana, el territorio de la actual Rumania se adelantó a la edad medieval, siendo objeto de invasiones como las de los godos, hunos, ávaros, eslavos, magiares, y búlgaros. A pesar de las frecuentes guerras, la población romanizada conservó la lengua e identidad latina. La presencia de palabras como "Dumnezeu" ("Dominus Deus"), "biserica" ("basilica") o "Paste" ("Pascua") en rumano sugiere una primera cristianización en el idioma latín. Después los protorumanos fueron influenciados por el patriarcado bizantino y el búlgaro.
En el Siglo XI dominaban los pechenegos y en el siglo XII los cumanos, pero existían en tierras de la actual Rumania pequeños principados con dueños rumanos. En el siglo XIV se formaron los estados rumanos Valaquia y Moldavia, que existirán hasta su unión bajo Alexandru Ioan Cuza, en 1859.
Posteriormente los mongoles de la Horda de Oro invadieron el país (1237-1242). Luego los alemanes se establecieron en Transilvania, fundando en ella varias ciudades. Hasta fines del Siglo XIII, los húngaros se apoderaron de esta última región, y la nobleza rumana perdió gradualmente sus derechos.
Con ello se pusieron las bases de los tres principados que se unificarían alrededor del siglo XIX: Transilvania, Moldavia y Valaquia, quienes no solo tuvieron que guerrear contra el reino de Hungría (más tarde contra el Imperio habsbúrgico), sino también contra Polonia y el Imperio otomano.
La lucha contra la dominación otomana
A partir del siglo XV, los moldavos y valacos tuvieron que pelear insistentemente contra los turcos en defensa de su libertad y de la fe cristiana. Valaquia y Moldavia nunca fueron provincias del Imperio Otomano, aunque sus príncipes tuvieron que pagar tributo a los sultanes en repetidas ocasiones, para mantener su independencia. Hubo algunos períodos de logros culturales y de completa independencia, como durante el reinado de los voivodas Mircea I, Esteban III, Miguel el Valiente (consiguió la primera unión de los principados Transilvania, Valaquia y Moldavia, fue asesinado a las órdenes de los austriacos un año después) o Vlad Draculea (este último, recordado por sus crueldades, es comúnmente considerado como el arquetipo que Bram Stoker usó en su Drácula).
De todos modos la administración del país recayó primero en los voivodas, y, después, en el siglo XVIII, en los Fanariotas (gobernantes griegos nombrados por el Sultán). Muy pronto también Austria no solo gobernaría en Transilvania sino también se introdujo en la pelea contra los turcos a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Hacia la independencia
Con la expansión e influencia del Imperio ruso a partir de 1775, la Revolución francesa, las Guerras napoleónicas y la independencia de Grecia, ya Rumania proclamaba también su autodeterminación nacional con Tudor Vladimirescu, quién abolió la administración fanariota en favor del principado. Luego se sumó la Guerra de Crimea con el apoyo de Francia. Con ello aparecerían rasgos de una democracia burguesa a partir de 1860.
La aparición de la monarquía constitucional tomó forma con Alexandru Ioan Cuza quien, en 1859, fue elegido príncipe de Moldavia y Valaquia, haciendo que estas impulsasen la unificación rumana en 1866, cuando estos países formaron el reino de Rumania. Con Carol I finalmente se hizo respetar la libertad del reino con los tratados de San Stefano y la Conferencia de Berlín, ambas en 1878.
Consolidación del país
Mientras se abogaba por la independencia, Moldavia y Valaquia se unificaron no solo política sino económica y socialmente como preludio a la formación de un sólo páis en el siglo XIX. Hacia 1878 se inició la conquista de dos antiguas provincias rumanas: Besarabia y Dobruja.
En economía, las reformas de Cuza, y más tarde las de Carol I, generaron malestar y oposición entre las clases terratenientes pero no así en la burguesa, que necesitaba impulsar la modernización e industrialización del país y la secularización de los bienes clericales. Asimismo, la vida política empezaba a democratizarse en torno a los partidos liberal y conservador.
Con respecto a Transilvania, antigua provincia rumana, la dominación austrohúngara acarreó serios problemas políticos y étnicos por el predominio de los húngaros en la economía de tipo terrateniente y la consecuente discriminación de los rumanos de la región.
La Primera Guerra Mundial
A pesar de su alianza con las Potencias Centrales, al estallar la Primera Guerra Mundial Rumania se declaró neutral hasta 1916, dividido el poder entre el monarca germanófilo y la clase política abrumadoramente partidaria de la Entente. Pero el rey Carol I falleció en 1914 y fue sucedido por su sobrino Fernando I. Fernando firmó un tratado con la Triple Entente, que le permitiría incluir a Transilvania en su reino. Rumania declaró la guerra al Imperio austrohúngaro el 14 de agosto de 1916, y, tras un efímero avance en Transilvania, sufrió una dura derrota a manos de los búlgaros en el sur y de los ejércitos combinados de Alemania y Austria-Hungría en oeste. Pronto Valaquia fue ocupada por las Potencias Centrales. Sólo Moldavia pudo rechazar los ataques alemanes en 1917 hasta que el estallido de la revolución en Rusia debilitó la capacidad de resistencia rumana. Con el consentimiento de los representantes de la Entente firmó una paz ( Tratado de Bucarest (1918)) desfavorable con los Imperios Centrales cuando la resistencia no pudo continuar en la primavera de 1918. La pronta derrota de estos, sin embargo, permitió al país reanudar la lucha del lado vencedor horas antes de la proclamación del armisticio el 10 de noviembre de 1918. Los rumanos recobraron la iniciativa, reconquistaron el país, ya sin oposición de las potencias derrotadas e incluso ocuparon la provincia de Transilvania, habitada mayoritaritariamente por rumanos.
El 1 de diciembre de 1918, los rumanos de Transilvania y Banato, representados por una Gran Asamblea Nacional, votaron la unificación con Rumania en la ciudad de Alba Iulia. La unión fue reconocida internacionalmente a través de los tratados de Saint Germain-en-Laye y de Trianon. La unión de Besarabia con Rumania fue decidida por el Sfatul Ţării ("Consejo del País") de Besarabia, en el 27 de marzo de 1918, y lo mismo pasó en Bucovina, completándose así la formación de la "Gran Rumania". Posteriormente el país se incorporó a la Sociedad de Naciones, el 28 de junio de 1919.
El Período de Entreguerras
El período entre las dos guerras fue muy problemático para Rumania, pues los problemas con la reforma agraria se ahondaron dándose una solución parcial, la expropiación de áreas propias de los terratenientes. Luego, se tuvo una relativa estabilidad política hasta la Gran Depresión de 1929, en la cual el país quedó vulnerable a los ataques fascistas y huelgas obreras. La gran crisis económica que afectó al mundo desde finales de los años veinte afectó duramente al país, eliminando sus crédito y reduciendo drásticamente sus exportaciones, especialmente agrícolas y petrolíferas. Las penurias y la debilidad de la oposición de izquierdas, duramente reprimida por el gobierno y asociada a la enemiga URSS, hizo que creciese una oposición radical de derecha cercana al fascismo, siendo su principal representante el partido de la Guardia de Hierro de Corneliu Zelea Codreanu, que el poder fomentó intermitentemente como alternativa a la oposición de izquierda y con la ilusión, fallida, de utilizarla para ganar apoyos.
Tras el regreso del príncipe Carol y su ascenso al trono en 1930 se produjo una gradual desintegración del sistema político semidemocrático de los años veinte, debido en parte a la actitud favorable a la autocracia del monarca, en parte a la crisis económica que ningún gobierno logró resolver y también a la falta de representatividad de los partidos tradicionales, más cercanos a los intereses de la escasa burguesía que a los de la gran masa campesina, que siguió en la pobreza. A mediados de la década, junto con la tendencia a sustentarse los gobiernos en la gracia del monarca en vez de en los partidos políticos, se dio también una cierta recuperación económica y un aumento de la industrialización, pero alejada esta de las necesidades de la agricultura, principal actividad de la nación y sujeta a una enorme corrupción, muy asociada al soberano y sus allegados. Creció asimismo el comercio con Alemania, única potencia dispuesta a importar los productos rumanos en grandes cantidades, aunque en un régimen de trueque que no permitía al país ganar divisas sino sólo lograr productos industriales alemanes (singularmente armamento), mientras que los tradicionales aliados anglo-franceses no hacían esfuerzos en dar salida a las exportaciones rumanas, poco competitivas y secundarias respecto al comercio con las colonias de ambas potencias.
En el plano exterior, y con la ascensión de Miguel I y Carol II (1930) se hicieron alianzas defensivas con la tradicional Entente, así como con la Pequeña Entente, Polonia y Francia. También realizó esfuerzos por el desarme mundial y la indemnización de daños de guerra. Esta clara preferencia por las potencias occidentales, especialmente por Francia, fue decreciendo paulatinamente a lo largo de la década de 1930, primero por las necesidades económicas del país, que Alemania fue más capaz y dispuesta de paliar que Francia y, más adelante, por las sucesivas derrotas diplomáticas francesas y el crecimiento del poder alemán en la zona, especialmente con la anexión de Austria (destacado inversor en los Balcanes) y la destrucción de Checoslovaquia, tradicional aliado y principal suministrador de armas de Rumania. Los gobiernos del país mantuvieron, sin embargo, una hostilidad permanente hacia la Unión Soviética, tanto por razones sociales como territoriales (disputa por Besarabia).
La Segunda Guerra Mundial y el fin de la Monarquía
En 1938 Rumania comenzó una época política complicada con la dictadura del rey Carol II. Este promulgó una constitución que restringía la democracia y proscribía los partidos políticos, creándose un único partido estatal a imagen de los regímenes fascistas. El mismo año el país fue testigo de la represión de la principal formación fascista, la Guardia de Hierro, que gozaba de una popularidad creciente y el rey consideró amenazante y sometida a control alemán. Sus principales dirigentes fueron asesinados en prisión.
Se mantuvo a la vez la política de equilibrio entre las potencias democráticas occidentales y las fascistas que se había iniciado en 1936, aunque las sucesivas derrotas diplomáticas y más tarde militares de las primeras, así como las necesidades económicas, armamentísticas y el miedo a la Unión Soviética del gobierno rumano hicieron que se estrechasen las relaciones con Alemania, que se fue consolidando como la principal potencia regional. En 1940, con la caída de Bélgica a finales de mayo y luego la de Francia, tradicional aliado de Rumanía, el país se vio presionado por Alemania para alinearse definitivamente con el Eje. En junio, a la vez que Alemania remataba la campaña francesa Rumanía hubo de ceder la disputada Besarabia y el norte de Bucovina a la URSS ante la falta de apoyo alemán frente al ultimátum soviético. A pesar de los intentos del rey por demostrar a los alemanes su total fidelidad nombrando un nuevo gobierno claramente progermano que incluía a la reconciliada Guardia de Hierro la tensión con los países vecinos no dejó de crecer durante el verano. Alemania se negó a garantizar las nuevas fronteras rumanas hasta que el país no resolviese sus disputas territoriales con Hungría y Bulgaria. En septiembre hubo de ceder el sur de Dobruja a esta (Acuerdos de Craiova) y, tras el fracaso de las negociaciones bilaterales y la imposición italo-alemana a finales de agosto de una nueva frontera rumano-húngara, perdió el norte de Transilvania.
En política nacional tales pérdidas forzaron la renuncia del rey Carol II, totalmente desacreditado. Se exilió en septiembre abdicando en su hijo Miguel I, bajo presión de la organización fascista Guardia de Hierro colocando a Ion Antonescu como jefe de gobierno con plenos poderes. Este completó el acercamiento a las potencias fascistas, firmó el Pacto Tripartito, se deshizo tras unos meses de inestable coalición de sus socios de gobierno de la Guardia (enero de 1941) e implantó una dictadura militar. En junio de 1941 invadió la URSS junto con los demás ejércitos del Eje. Rumanía recuperó así las provincias perdidas a la Unión Soviética en el verano de 1940 y recibió una zona de ocupación conocida como Transnistria.
Muy pronto las cosas se agravaron con la derrota del ejército alemán en Stalingrado en la que varios ejércitos rumanos fueron prácticamente aniquilados. Esto motivó una moderación del régimen, una mejora en el trato hacia los judíos y el establecimiento de conversaciones diversas con los Aliados con el objetivo de abandonar el bando alemán. En agosto de 1944, con el ejército soviético a las puertas de Rumanía y no habiendo fructificado las negociaciones con los Aliados, el rey se decidió a dar un golpe de estado y detener a Antonescu, con el apoyo de los partidos de la oposición clandestina. El 23 de agosto de 1944 el dictador fue detenido y se formó un nuevo gobierno de coalición, cambiando el país de bando y facilitando el rápido avance soviético por los Balcanes. El país continuó luchando contra del Eje hasta la capitulación alemana.
Otro factor en el desarrollo de la guerra fue el avance del partido comunista que, a partir de la liberación del país por los soviéticos, se fue acercando constantemente al poder político mediante un gobierno de coalición controlado y el apoyo de las autoridades de ocupación. En 1947, tras vencer en las elecciones gracias al fraude electoral en noviembre del año anterior, abolió la monarquía y proclamó la república popular el 31 de diciembre de ese mismo año, suprimidos ya los partidos de oposición.
El Período Comunista
Con la proclamación de la república, se formó un Consejo de Estado presidido por Petru Groza, se procedió a eliminar la oposición multipartidista al Partido Comunista Rumano. Desde entonces, el sistema se ciñó al modelo soviético proclamando las constituciones de 1948, 1952 y 1965. Esto significó el incorporar al país profundos cambios partiendo de la nueva industrialización y la nacionalización de la economía, y por otro, vincularse al Pacto de Varsovia y a la COMECON en el plano externo.
Pero en cada éxito que produciría en la economía, también surgieron temores de posibles fracasos, cosa que con el tiempo se hicieron patentes a partir de su distancia con el bloque soviético. Aun así, también dio impulso al comercio con los países occidentales como Estados Unidos, España, y Alemania Occidental pese al detrimento de sus vecinos y de la población rumana.
Con la elección de Nicolae Ceausescu en 1965, se mantuvo una originalidad política, abogando la soberanía nacional dentro del socialismo, de modo que los primeros años de su política le fueron favorables pero también desaprobaba las intervenciones de la Unión Soviética como las de Checoslovaquia y Afganistán. Pese a ello mantuvo buenas y prudentes relaciones con el bloque soviético en varios acuerdos militares y económicos. Restableció relaciones con Alemania y se destacó en las cuestiones del Medio Oriente. Durante la Guerra de los Seis Días, se negó a romper relaciones con Israel.
Pero en el plano interno, mantuvo la férrea estructura comunista en contra de sus disidentes, de modo que la economía, pese a que estaba muy bien empezó a tener síntomas de un deterioro, al igual que el resto de los países del bloque. En la década de 1980 ya todos los recursos escaseaban, lo que dio lugar a fuertes protestas y manifestaciones que fueron uno de los detonantes de la caída del régimen.
Precisamente Ceausescu odió las reformas efectuadas en la Unión Soviética (la perestroika y el glásnost) lo que le hizo reforzar su política estalinista en todo el país, terminando en los disturbios de Timisoara en 1989, lo que llevó a que el ejército y la clase política finalmente lo derrocaran en la navidad de 1989 y posteriormente lo juzgaran y ajusticiaran en secreto, junto con su esposa Elena. Luego Corneliu Mănescu e Ion Iliescu se pusieron al frente del país hasta las primeros días de 1990.
La transición y el siglo XXI
En 1990, Rumania ingresó de golpe a la transición hacia la economía de mercado y el retorno a la democracia multipartidista bajo la administración de Ion Iliescu, quien decidió acabar con las medidas comunistas y establecer medidas de austeridad, pese a que aun continuaban los problemas económicos como el desempleo y los bajos salarios. En el plano político, se proclamó la constitución de 1991 y la consiguiente reelección de Iliescu como presidente. Mientras éste gobernaba como presidente, Petre Roman como premier intentó sin éxito apaciguar las protestas obreras, por lo que se vio obligado a dimitir en favor de Theodor Stolojan.
Más aún, con la transición se planteó el problema de las minorías étnicas, con los gitanos, y con los húngaros en Transilvania. Estos últimos se agruparon en la Unión Democrática Magiar de Rumanía, que pasó a formar parte del gobierno en 1996. El gobierno central se vio obligado a reconocer los derechos etnolingüísticos de las minorías en 1994. Aprovechando estos problemas, el ex-monarca Miguel I, intentó sin éxito restaurar la monarquía.
En 2004, Rumanía ingresó en la OTAN con la aceptación de la mayoría de su población. Con respecto a la Unión Europea, se realizaron negociaciones de ingreso desde 1993, las cuales trajeron como consecuencia reformas económicas y finalmente el ingreso del país en la UE a partir del 1 de enero de 2007.
Véase también
Enlaces externos
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- Historia de los rumanos, en inglés
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