Gastronomía de la Edad Media

Gastronomía de la Edad Media
Campesinos majando siligo, un tipo de trigo, siglo XV.

La gastronomía medieval queda definida como el conjunto de las costumbres culinarias y de los alimentos relacionados con la época medieval típicos de la zona de Europa.

Muchos de los cambios y costumbres acaecidas durante este período pusieron lo que son hoy en día los fundamentos de las cocinas nacionales y regionales de la actual Europa, debe la exportación de muchos alimentos frescos, especialmente la fruta, el pescado y la carne, algo que sin embargo es en la actualidad muy corriente en todas las naciones industrializadas. No obstante, los alimentos altamente refinados y exclusivos elaborados para la nobleza acaudalada se consideraban como influencias extranjeras y eran más propensas a ser internacionalizadas que los comestibles de los estratos más bajos de la sociedad. Las tendencias fijadas por el consumo de los reyes y de su corte de nobles seguían siendo influyentes, desde el punto de vista culinario debido a que la población deseaba emularlas, especialmente la clase media superior de las ciudades medievales.

Contenido

Sociología

En una época en la que el hambre se padecía frecuentemente en diversas partes de Europa, y que su padecimiento era inversamente proporcional al estatus social al que se pertenecía, siendo además considerado como un elemento diferenciador de la jerarquía social (es decir cuanto más alto en la jerarquía social menos hambre se padecía), la posesión de un alimento en estas circunstancias tenía una cualidad claramente diferenciadora acerca del estatus de la sociedad a la que se pertenecía, cualidad que en la actualidad no tiene equivalente. Con la excepción de la indisponibilidad económica práctica de lujos como las especias importadas, había a menudo decretos que proscribían el consumo de ciertos alimentos para los individuos de ciertas clases sociales y ley suntuaria que fueron utilizadas para limitar el consumo alimenticio de los nuevos ricos que no eran parte de la nobleza. Las normas sociales también dictaron que el alimento de las clases obreras se debían refinar menos que el de la élite social puesto que se creía que el trabajo manual duro requirió un alimento con características más bastas y baratas. La medicina de aquellos tiempos agregó más diferencia a estas nociones ya que recomendaba tónicos costosos, como el theriac y las especias más exóticas para curar a las personas de estatus de sangre noble, mientras que recomendaba el más oloroso y más bajo ajo al hombre común.

Normas dietarias

Monjas cenando en silencio mientras escuchaban una lectura de la Biblia. Es de resaltar el empleo de las manos para la comunicación.

La influencia de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa tuvo gran impacto en los hábitos alimenticios; el consumo de carne estaba prohibido durante casi una tercera parte del año para la mayoría de los cristianos así como todos los productos de animales como los huevo y lácteos (pero no así con el pescado) que eran generalmente prohibidos durante los periodos de Cuaresma y periodos de ayuno. La Iglesia a menudo accedía a demandas de excepciones regionales, debido a la inexistencia o escasez de productos alimenticios alternativos a los productos cárnicos. Las excepciones de cuaresma a veces se extendían a niños, viejos, peregrinos, trabajadores, etc.

La ciencia médica durante la Edad Media tuvo un influencia mayor de lo que se piensa sobre todo a la hora de intentar discernir entre lo que es sano y lo que es nutritivo. Todos los alimentos fueron clasificados en escalas que iban desde los calientes hasta los fríos, o entre los secos y los húmedos, categorías que corresponden a la teoría de los cuatro humores del cuerpo, propuesta por Galeno y que dominaba las teorías médicas de la ciencia médica desde la antigüedad hasta bien llegado el siglo XVII.

Distribución de las comidas

La sociedad medieval comía cerca de dos veces al día: almuerzo, cercano a la hora del mediodía y una merienda ligera. Los moralistas estaban en contra de romper la frontera entre la noche y el día con una comida tal y como el desayuno, y de esta forma los miembros de algunas comunidades religiosas lo evitaron. El desayuno era, por razones prácticas, elaborado para muchos trabajadores, niños, mujeres y enfermos, siempre a horas muy tempranas. La mayoría de las personas que sucumbían al desayuno, lo consideraban una práctica débil. Las cenas a altas horas de la noche y los banquetes en los que solía haber considerables cantidades de alcohol eran considerados inmorales. Se consideraban asociados con vicios tales como: apuesta, lenguaje soez, bebida y prostitución. Las comidas de rango menor y los aperitivos eran muy comunes (a pesar de no estar bien vistos por la Iglesia), de esta forma los trabajadores recibían el permiso de sus patronos para la compra de comida para ser ingerida durante las paradas de trabajo.[1]

Los cubiertos y la etiqueta

La comida medieval era ingerida principalmente por ayuda de cucharas estando la otra mano sin otro cubierto. Se empleaba el cuchillo en la mesa, pero generalmente no se incluía con el plato ya que se esperaba que cada uno de los comensales llevara consigo uno. Posteriormente el cuchillo fue incluido por los hospedadores como signo de distinción a los invitados de alto rango. Antes de la comida y tras el transcurso de la misma se ofrecía a los asistentes palanganas con agua y unas toallas para que se adecentaran la cara y las manos, limpiándolas.

La práctica más habitual era compartir las copas y recipientes donde se bebía, esta práctica era muy común en los banquetes y era considerado un privilegio de gran etiqueta, así como partir el pan o remover en la fuente central de carne ubicado en el centro de la mesa para ofrecer un pedazo al comensal vecino. La naturaleza jerárquica de la sociedad medieval reforzó estas costumbres de etiqueta donde los asistentes de baja posición ayudan en la mesa a los de rango superior, los jóvenes a los mayores, los hombres a las mujeres. Generalmente, los banquetes y las comidas colectivas eran considerados masculinos. Se consideraba algo poco común llevar a su propia mujer a estas fiestas. Los códigos sociales de aquella época hacían difícil para una mujer mantener los estereotipos de permanecer bella, delicada e inmaculada durante el transcurso de una fiesta suntuosa, la mujer del hospedador del banquete comía a menudo en un recinto separado. Pudiendo unirse al banquete cuando ya estaba a su final y los negocios ya se habían tratado.[2]

El tenedor para comer no era muy empleado en la Europa medieval y no se extendió su uso hasta la era moderna. En sus inicios sólo era común su empleo en Italia, debido en gran medida a que se empleaba en la pasta. Aun así hasta el siglo XIV que el tenedor no fue común en todas las clases sociales. El cambio en las actitudes ante la mesa pueden verse ilustradas en las reacciones que causó en la época del Bizantina la princesa Theodora que en siglo XI y siendo la futura esposa del pepe, perez, llegó a causar considerable consternación entre los asistentes venecianos debido a que la consorte extranjera se hacía cortar los alimentos por un esclavo eunuco y les servían las piezas en un tenedor dorado. Más tarde el Obispo de Ostia se refirió a ella como la «...mujer del Doge veneciano, aquella que se descompuso en lejanas tierras».[3]

Ingredientes

Los ingredientes más comunes de la cocina medieval europea en aquellos tiempos eran el agraz, vino y vinagre. Estos ingredientes se combinaban extensamente con azúcar para dar a muchos platos un sabor distintivo y en la mayor parte de las veces agridulce. Las carnes más populares eran la cerdo y pollo, mientras que la ternera era muy poco común, en comparación con la actualidad. El bacalao y el arenque formaban parte de los ingredientes de pescado más habituales, sobre todo en la Europa del norte, pero sin embargo existía una amplia variedad de consumo de pescado fresco. Es de destacar el uso de la leche de almendras, en sus variantes tanto dulces como amargas, siendo el alimento más empleado en los platos que debía haber leche, tales como sopas, estofados y salsas. La leche de almendras sobre todo muy popular durante la Cuaresma y los días de ayuno religioso.

Cereales

Un panadero, castigado por intentar engañar a sus clientes, es llevado sobre un carromato con un trozo de pan colgado del cuello.

La frase del padrenuestro «El pan nuestro de cada día» es casi figurativa para la mayoría de los europeos de la actualidad, pero en la Edad Media era algo más que una realidad concreta. El cereal, generalmente en forma de pan y menos en pasta, era considerada como la ingesta de alimentos más común entre todas las clases sociales. Se estima que el consumo de pan en varias regiones pudo llegar a ser muy similar al 1–1,5 kg por persona y día. Los granos más empleados en esto eran centeno, cebada, alforfón, mijo y avena. El arroz se mantuvo demasiado caro como para ser empleado y crecía sólo en el norte de Italia y en la costa este de España. No obstante el trigo era la forma más habitual de cereal en Europa durante la edad media, considerado como uno de los cereales más nutritivos, su empleo en pan denotaba estatus en la escala social, las harinas refinadas de trigo se reservaban para la elaboración de pan blanco que comerían las clases altas, mientras que las clases más bajas tomaban las harinas menos refinadas y su pan era más negro y con mayor contenido de salvado. Durante los periodos de escasez en las cosechas de cereal se empleaba como sustituto de los cereales, algunos frutos secos tales como las nueces, las legumbres secas, helechos y una amplia variedad de materia vegetal. La alternativa a aquellos que no podían adquirir pan era siempre el porridge o las gachas.

Uno de los aportes más importantes a las comidas medievales, y que se incluía en los banquetes medievales como un pequeño aperitivo, era el sops, que consistía en pequeños pedazos de pan con vino, sopa, caldo o incluso una salsa. Otro elemento común en las mesas de las comidas medievales era el frumenty, una harina de porridge cocida en caldo de carne y aliñada con especias. Las gachas fueron elaborados con cualquier tipo de cereal y fue aplicado como plato a enfermos, casi siempre cocido en leche (o leche de almendras) y endulzado con azúcar. Los pasteles[4] estaban rellenos con carne, huevo, vegetales o frutas propias de los bosques europeos; existían también alimentos como la empanadilla, las donas así como muchas pastas. Al final de la edad media comenzaron a popularizarse tanto las galletas como las obleas en una diferente variedad. Los granos de cereal, tanto en pan como en harina, eran muy empleados como espesantes de cocidos y estofados.

Un panadero con su asistente.

La importancia del pan como una alimento diario, convertía a los panaderos en un elemento social de gran importancia para la comunidad. Entre los primeros gremios de la ciudad que se organizaron estaban, naturalmente, los panaderos y las leyes y los reglamentos que fueron establecidos con el objeto de mantener los precios del pan estables. La ley inglesa denominada assisa panis et cervisiæ del año 1266 generó unas tablas muy extensas donde se definía el tamaño, el peso y el precio de un pan del pan en relación con el precio del trigo. A las tablas le fueron añadidas posteriormente el coste de la leña para alimentar el horno y de la sal e incluso la mujer del panadero. Los panaderos que eran pillados engañando a sus clientes falseando las cantidades estipuladas sufrían muy severas penas. Una forma común de castigo era sujetar al delincuente unos cascabeles y arrastrarlo por la ciudad con un pan adulterado atado alrededor de su cuello.[5]

Frutas y vegetales

Recolectando col, Siglo XV.

Mientras que los cereales eran la fuente primaria de alimentos diarios, muchos vegetales como las coles, las remolachas, las cebollas, el ajo y zanahoria se consideraban como material alimenticio primario. Sin embargo, aunque muchas de estas plantas se ingerían por los trabajadores a diario, eran consideradas menos prestigiosas que otras formas de alimentos, tales como la carne. Los libros de cocina de los periodos tardíos de la edad media contienen pocas recetas con ingredientes de verdura, y se incluye ocasionalmente en los potajes. La forma más básica de preparación es en forma de sopas o estofados. La zanahoria naranja que es muy común hoy en día no apareció como alimento hasta mediados del siglo XVII. Varias legumbres, como los garbanzos, habas y los guisantes eran considerados como las fuentes más importantes de proteína.

La fruta fue muy popular y se sirvió generalmente fresca (a pesar de las prescripciones médicas), seca, o en conserva. Como el azúcar y la miel eran muy caros, lo más común era emplear algún tipo de fruta como edulcorante. Las frutas más elegidas en el sur de Europa eran los limones, naranjas, naranjas amargas (la variante dulce no llegó a emplearse hasta varios cientos de años después), pomelos, membrillos y, por supuesto las uvas. En el norte de Europa las manzanas, peras, ciruelas y fresas eran las frutas más comunes. El fruto del Ficus y los dátiles fueron comidos a lo largo de toda Europa, pero no aparecen en los territorios del norte donde tenían que ser importados.

Los ingredientes vegetales que hoy se consideran muy comunes en las cocinas europeas, tales como las patatas, las judías verdes, cacao, tomates, pimientos y maíz evidentemente no estaban disponibles en las cocinas medievales, hasta bien pasado el siglo XV con el descubrimiento de América, e incluso algunos alimentos tuvieron que pasar por un largo proceso de adopción a las cocinas europeas.

Carnes

Cerdo a punto de ser sacrificado.

Mientras que todas las formas de caza salvaje eran populares entre aquellas poblaciones las que podrían obtenerlo, la mayoría de carne vino de animales domesticados. La carne de ternera no era tan común como hoy porque criar un ganado era una tarea muy relacionada con el trabajo de agricultura, de esta forma los bueyes y las vacas eran mucho más valiosas como animales de tiro que como potenciales productores de alimentos tales como la carne o leche. La carne de animales sacrificados estaba disponible sólo cuando no podían servir más o su carne eran particularmente menos apetitosa y por lo tanto valorada menos. La más común de las carnes domesticadas procedía del cerdo, que requería menos atención y era más barata. El cerdo funcionó a menudo libremente incluso en ciudades y podría ser alimentado en apenas alrededor de cualquier basura orgánica de la cocina. Entre las carnes que hoy no se consideran apropiadas para el alimento, se mencionan a veces el erizo y la ardilla en algunas colecciones de recetas.

Se incluye en la alimentación cárnica una amplia gama de aves, que incluyen el cisne, el pavo, la codorniz, la perdiz, a veces la cigüeña, y la alondra, así como cualquier pájaro salvaje que podría ser cazado con éxito. El cisne y el pavo fueron domesticados a menudo, pero comidos solamente por la élite social y elogiados más por su aspecto fino (se menciona que frecuente creaban el atontamiento) que la calidad de su carne. No es como hoy en día gansos y patos habían sido domesticados pero no eran tan populares como el pollo, el equivalente de las aves al cerdo. Curiosamente, existía la creencia de que la barnacla cariblanca se reproducía no poniendo los huevos como otros pájaros, sino creciendo adentro de los percebes y por lo tanto era considerado como alimento aceptable para los días de ayuno y la Cuaresma.[6]

La cantidad de carne ingerida variaba considerablemente en función de las regiones consideradas y es objeto de estudio detallado. Algunas fuentes documentales pueden darnos una idea aproximada acerca de los segmentos de sociedad que consumían carne y de la proporción del consumo. Los libros de contabilidad de los conventos o de las ciudades son un ejemplo de esto, existen algunos muy detallados en Alemania que pueden dar información acerca de la ración diaria consumida por algunos grupos. Un estudio del siglo XIV indica que en Berlín, Estrasburgo y Fráncfort del Óder, en el territorio germano, se llegaba a consumir de 500 g hasta 1 kg de carne al día.[7]

Pescados

Pesca de lamprea en una corriente, siglo XV.

Siempre por debajo del prestigio dictado por la carne, se tomaban como alimento alternativo a los días de ayuno religioso, tales como la Cuaresma, de todas formas este alimento sólo era ingrediente principal en las poblaciones costeras. Los tipos de pescado importantes eran el arenque y el bacalao en las costas que asomaban al Atlántico y al Mar Báltico. El arenque tiene y tuvo una importancia económica tremenda en los pueblos del norte de Europa, y fue una de las principales mercancías de la liga hanseática. El arenque ahumado elaborado en los países costeros del Mar del Norte tenían un amplio mercado que llegaba hasta las fronteras lejanas de Constantinopla. Mientras que el pescado fresco era consumido en cierta cantidad, era de destacar aquel que era tratado para ser preservado, como por ejemplo los salazones (Un ejemplo claro incluso hoy en día es el bacalao), los ahumado, etc. Una amplia gama de moluscos (incluyendo las ostras, los mejillones, vieiras, etc) eran comidos por las poblaciones del mar mediterráneo, algunos de ellos procedían de ríos cangrejo. Comparado con la carne el pescado era mucho más caro para las poblaciones del interior, especialmente en la Europa Central, y por lo tanto no era una opción para la mayoría. Hay que pensar que los métodos de conservación necesarios para transportar pescado fresco en grandes cantidades eran muy rudimentarios, y se centraban más en evitar olores mediante el empleo de especias olorosas antes que preservar realmente el pescado.Los pescados de agua dulce más comunes de ver en los platos eran: las luciopercas, las carpas, las percas, la lamprea y las truchas. Los mamíferos marinos, tales como las ballenas y las marsopas eran considerados como pescados a ingerir en los días de fasto, otro de los animales considerados pescado por los medievales era el castor, debido a que se pasaba gran parte del día en el agua.[6]

Hierbas y especias

Recolectando pimienta. Ilustración procedente de una edición francesa de Los viajes de Marco Polo.

Las especias estaban entre los productos de mayor lujo disponibles en la edad media, de todas ellas la más común era la pimienta negra, la canela (y su variante más asequible la cassia), el comino, el jengibre y los clavos. algunos de ellos han sido importados desde plantaciones de Asia y África, y eran extremadamente caros. Se ha llegado a estimar que las importaciones a Europa pudieron llegar a una cantidad que rondaba las 1000 toneladas de pimienta y 1000 toneladas de otras especias comunes que fueron importadas de la parte oriental de Europa cada año durante la Edad Media. El valor de estos bienes era equivalente a la producción de grano para dar de comer a casi 1,5 millones de personas.[8] Si la especia más común era la pimienta negra, la más cara y exclusiva era el azafrán, y era empleada más como colorante alimenticio (debido en parte a su aporte como color rojo vívido) que por su sabor. Muchas especies que entonces era comunes, o incluso estaban de moda durante este periodo medieval hoy en día cae casi el el apartado de desuso en la cocina Europea, por ejemplo: galingale, pimienta larga y cubeb. Graino del paraíso, tiene una cierta relación con el cardamomo, hoy en día apenas se emplea por los cocineros europeos, aunque permanece en uso en la haute cuisine en el norte de Francia.

Era muy común emplear como condimento las hierbas que crecían localmente. Salvia, mostaza, y especialmente el perejil que crecían en toda Europa eran especias de amplio uso en casi todas las regiones, de la misma forma la alcaravea, la menta y el hinojo. El eneldo y la mostaza fueron muy populares como condimentos de muchas partes de la cocina alemana de aquella época. El anís fue empleado como un saborizante de pescados y de carne de pollo, y sus semillas cubiertas de azúcar para servir carnes confitadas al final de las comidas.[6]

Las comidas

Dulces y postres

El azúcar era un producto muy caro en la edad media, y el consumo era por lo tanto muy moderado. La caña de azúcar podía ser cultivada en las partes más del sur de Europa y la remolacha de azúcar estuvo ausente durante varios siglos más. El edulcorante más común era la miel, también frutas secas y los mostos de uva (una especie de sirope). Para las clases más favorecidas existía el mazapán y los anillos de naranja secos (muy populares en Francia e Italia desde el siglo XIV). Se empleaban algunos tipos de caramelos, servidos generalmente tras las comidas mints. Para aquellos que no podían recolectar el azúcar o la miel, existía la posibilidad de las chirivías y los nabos como fuentes alternativas y viables de edulcorar ciertos platos.

Bebidas

Un monje bebiendo un trago de vino.

El agua hoy en día es tomada como una elección neutra para poder beber en una comida. En la edad media existían siempre serias dudas acerca de su pureza y de esta forma su bajo prestigio y las recomendaciones médicas hicieron de esta bebida la de menor preferencia frente a las bebidas alcohólicas como el vino, cerveza, hipocrás, hidromiel, sidra y perada que generalmente eran más preferidas. Todas ellas eran consideradas más nutritivas y beneficiosas para la digestión que el agua. El vino se consumía a diario en la mayoría del territorio francés y en los países mediterráneos, en todos donde las uvas eran cultivadas. El vino era, no obstante, por regla general la bebida preferida de la nobleza ya que podrían producirla por sí mismos, y ya lejos en el campo, era menos común entre campesinos y trabajadores. La bebida de los habitantes del norte de Europa se centraba sobre todo en la cerveza o ale; debido a los problemas con la preservación de esta bebida durante cualquier período largo (especialmente antes de que la introducción de malta) hacía obligatorio que consumiera sobre todo fresca; estaba posiblemente turbia y quizás con un contenido en alcohol más bajo que el equivalente moderno típico. La leche pura no fue consumida por los adultos, excepto aquellos que eran pobres o estaban enfermos, siendo reservado para los bebés o para los mayores, y entonces generalmente como buttermilk o suero de leche. La leche fresca y los productos lácteos eran ante todo mucho menos común de lo que son hoy en día, debido en parte a la falta de tecnología necesaria para procesar y conservar adecuadamente los productos lácteos.[9]

Vino

Un patrón demostrando como conservar y tratar adecuadamente el vino.
Véase también: Historia del vino

El vino tenía el prestigio social más alto de todas las bebidas y también fue mirado como la opción más sana a la hora de elegir entre diversas bebidas. Según la dietética fundamentada en la teoría de Galeno, debía ser considerado como un fluido con unas cualidades al mismo tiempo «caliente y seco» (de aquí proviene el uso moderno de «seco» al describir el sabor del vino- cuando de forma natural no es dulce), pero estas cualidades fueron moderadas cuando el vino fue mezclado con agua antes de beber, y esta mezcla se hacía a menudo. Las propiedades del vino eran muy diferentes de las asignadas al agua o incluso a la cerveza, que eran consideradas al mismo tiempo fría y húmeda, el consumo del vino con moderación (especialmente vino tinto), entre otras cosas, fue tenida como ayuda a la digestión, para generar «buena sangre» y para aclarar el humor. La calidad del vino se diferenció considerablemente según vendimia, el tipo de uva y más importantemente, en el número de los prensamientos realizados a la uva. La primera presión se hacía a los vinos más finos y más costosos que eran reservados para las clases más altas. Los segundos y terceros prensados generaban un contenido de baja calidad y con poco alcohol etílico. La gente corriente tuvo que beber generalmente un vino más barato, tal y como eran los vinos blancos o los vinos rosados generalmente elaborados con un segundo o tercer prensado, significando que podría ser consumido en cantidades absolutamente abundantes sin conducir a la intoxicación etílica. Para los más pobres y los religiosos ascetas a veces se tomaba ya casi en la frontera de lo que podría ser vinagre.

El envejecimiento de los vinos rojos de la alta calidad requirió conocimiento especializado así como un almacenaje costoso y además un equipo preparado para ese menester, con lo que dio lugar a un producto final aún más caro y exclusivo. Según los numerosos consejos dados en los documentos medievales acerca de como salvar el vino que empieza a dar muestras indicadoras de que se va a poner malo, nos hace ver que la preservación del vino debía haber sido un problema extenso y bastante común en aquella época. Aunque el vinagre era un ingrediente común en muchos platos, allí estaba solamente tanto de él que se podría utilizar contemporáneamente. En la guía de cocina escrita en el siglo XIV denominada Le Viandier hay varios métodos para salvar el vino estropeado; cerciorándose de que los barriles del vino estaban llenos con una mezcla de semillas de uva blancas secas y hervidas con la ceniza de las cenizas secas de la vid (ambos eran conocidos como bactericidas eficaces), aunque los procesos químicos no eran entendidos en ese entonces. El especiado era no sólo popular entre la gente corriente, sino que también era considerado especialmente sano por los médicos. Se creía que facilitaba la digestión y que dirigía la energía a cada una de las partes del cuerpo, y era la creencia de que la adición de especias fragantes y exóticas lo haría aún más sano. Los vinos especiados fueron elaborados generalmente mezclando un vino (tinto) ordinario con un surtido de especias tales como jengibre, cardamomo, pimienta, granos del paraíso, nuez moscada molida, clavos y azúcar. Éstos estaban contenidos en pequeñas bolsas que se empapaban en el vino vertido, y de esta forma se elaboraba el hypocras y el claré, ya en el siglo XIV había un fuerte comercio de especia para este tipo de bebida.[10]

Véase también

Notas

  1. Henisch capítulor 2
  2. Adamson p. 161–164.
  3. Henisch p. 185–186
  4. El «pastel» estándar elaborado en nuestros días tiene una cáscara superior dura que llegó a ser concebida hasta el siglo XIV.
  5. Scully P. 35-38
  6. a b c Adamson chapter 1
  7. Nordberg pg. 40
  8. Adamson p. 65; por comparación, la población estimada de Bretaña en 1340, justo antes de la Peste negra era de sólo 5 millones y en 1450 apenas llegaba a 3 (Fontana... p. 36)
  9. Adamson P. 48-51
  10. Scully p. 138-146

Referencias

  • Food in Medieval Times, Adamson Weiss, Melitta, (2004), ISBN 0-313-32147-7
  • The Fontana Economic History of Europe: The Middle Ages (1972); J.C Russel Population in Europe 500-1500, ISBN 0-00-632841-5
  • Fast and Feast: Food in Medieval Society, Henisch, Bridget Ann (1976), ISBN 0-271-01230-7
  • Den dynamiska medeltiden, Nordberg, Michael (1984), ISBN 91-550-2786-5
  • Regional Cuisines of Medieval Europe: A Book of Essays (2002), edited by Melitta Weiss Adamson, ISBN 0-415-92994-6
  • The Art of Cookery in the Middle Ages, Scully, Terence (1995), ISBN 0-85115-611-8
  • La gastronomie au Moyen Âge, 150 recettes de France et d'Italie, Odile Redon, Françoise Sabban & Silvano Serventi, Stock, ISBN 2234024021
  • Cuisine médiévale pour tables d'aujourd'hui, Jeanne Bourin, Flammarion, 1983, ISBN 2082008096.


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