Indígenas de Argentina

Indígenas de Argentina
Distribución de los distintos tipos de aborígenes en Argentina.

El poblamiento humano del actual territorio de Argentina tiene una antigüedad de entre 10 100 y 13 000 años AP, de acuerdo a los hallazgos de Piedra Museo, en la región patagónica.[1] Con posterioridad se conformaron tres regiones muy marcadas: en el cuadrante del noroeste andino se establecieron culturas agroalfareras emparentadas con la civilización andina y una parte de ellas llegó a integrar el Imperio inca; en el cuadrante nordeste se establecieron culturas agroalfareras emparentadas con la familia tupí-guaraní; en el cono sur de la pampa y la Patagonia se establecieron culturas nómades.

Durante la conquista europea las culturas indígenas que habitaban el actual territorio argentino corrieron suerte diversa. Por un lado las culturas pampeanas y patagónicas así como las que habitaban el Gran Chaco resistieron exitosamente la conquista española y nunca estuvieron bajo dominación colonial. En el cuadrante noroeste la colonización española estableció sus principales centros de población y producción sobre la base de trabajo encomendado de los indígenas, en tanto que las naciones indígenas protagonizaron grandes guerras e insurrecciones contra los españoles. El cuadrante noreste se caracterizó por el establecimiento de las misiones jesuíticas de los pueblos guaraníes que conformaron un tipo completamente original de sociedad indígena-cristiana autónomas de la Monarquía Hispánica que se enfrentaron incluso a las tropas conjuntas de España y Portugal en la llamada Guerra Guaranítica, y que fueron finalmente disueltas por la Corona Española en 1767.

Todas las naciones indígenas sufrieron también el colapso demográfico que afectó a todos los pueblos indígenas americanos, y que fue en gran medida consecuencia de las enfermedades introducidas por los europeos. Se estima en 400 mil a 1 millón los indígenas a la llegada de los españoles, estando principalmente asentados y agrupados en los valles más fértiles del NOA y, en menor grado, en las orillas de los grandes ríos del Litoral argentino, el resto del extenso territorio tuvo una densidad demográfica inferior a menos de 1 habitante por kilómetro cuadrado ( <1 hab/km²).[2] Las fuentes más altas llegan a 1 500 000 y las más bajas a solo 300 000 personas.[3]

Una vez constituida como nación independiente las Provincias Unidas de Sud América, primero y su continuadora la República Argentina, después, iniciaron un proceso de conquista de los territorios ocupados por los pueblos originarios que no habían sido dominados por el Imperio Español, especialmente en la pampa, la Patagonia y el Gran Chaco. Estas guerras contra el indio, tuvieron su punto más alto en la llamada Conquista del Desierto de 1880 en la que fueron derrotadas las etnias Mapuche y Ranquel, y le permitieron a la Argentina triplicar su territorio y expandirlo hacia el norte y hacia el sur.

Los datos definitivos de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) realizada en 2004-2005 destacan la existencia de 35 pueblos indígenas en la Argentina, integrados por 600 329 individuos (457 363 que se autorreconocen pertenecientes a algún pueblo aborigen más 142 966 que no pertenecen pero son descendiente en primera generación de un pueblo) equivalente a aproximadamente el 1,6% de la población total.[4] Ello sin perjuicio de que poco más de la mitad de la población tiene al menos un antepasado indígena, aunque en la mayoría de los casos se ha perdido la memoria familiar de esa pertenencia. Todas las culturas indígenas han sido afectadas por un proceso deliberado de invisibilización, promovido desde el Estado, desde la segunda mitad del siglo XIX.[5]

Cacique Pucurú, Chaco (hacia 1900).

Contenido

Historia

Véase también: Prehistoria argentina

En el actual territorio argentino vivieron y se establecieron varias culturas indígenas[6] con diferentes evoluciones, que irían confluyendo en cuatro grandes áreas sin límites claros: la llanura pampeana y la Patagonia, donde no parecen haberse desarrollado culturas agroalfareras; la zona central, y la noroeste andina, donde aparecieron varias culturas agroalfareras de tipo andino basadas en el maíz y la papa, incluso con pequeñas ciudades, ligadas; y la zona del Litoral y la Mesopotamia argentina, donde llegaron a desarrollarse culturas agroalfareras fundadas en la mandioca, de carácter diferente a las andinas, con culturas de gestión de la selva (por ejemplo roza) y el medio ambiente.[7]

Los aborígenes en la región pampeana y la Patagonia

La presencia humana más antigua en territorio argentino ha sido registrada en la Patagonia (Piedra Museo, 13.000 años adP[1] ), aparentemente relacionada también con la posible presencia humana mucho más antigua aún detectada en el sur chileno (Monte Verde, 33 000 años adP[8] ). Estos descubrimientos no solo han puesto en crisis la teoría del poblamiento tardío y la llegada por Beringia, sino que sugieren una corriente pobladora de entrada al actual territorio argentino a través de la Patagonia y el extremo sur chileno.

Otro remoto asentamiento fue ubicado en Los Toldos, también en la provincia de Santa Cruz con restos que datan de 10 500 años adC. Hace 9000 años surgió la industria Toldense, caracterizada por puntas de proyectil subtriangulares bifaciales y raspadores laterales y terminales, cuchillos bifaciales y herramientas de hueso.

Estos primeros habitantes del territorio argentino cazaban milodones (con el cuerpo parecido a un gran oso aunque con cabeza semejante a la de un camello ya que el milodón era un herbívoro ya extinguido) e hippidiones[9] (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 10.000 años), además de guanacos, llamas y ñandúes.

Cueva de las Manos, Río Pinturas, Santa Cruz, Argentina, 7300 a. C. El arte más antiguo de Sudamérica.

En la misma zona, la Cueva de las Manos ( un alero a orillas del cañón del Río Pinturas en Santa Cruz), se han hallado pinturas rupestres de 7300 años adC: impresiones de palmas de manos previamente teñidas con pintura fresca a partir de tintes naturales; "negativos" de manos obtenidos con pinturas en aerosol -se soplaba la pintura a través del canal medular de un hueso- sobre las paredes rocosas interponiendo las manos entre el medio (la pintura en aerosol) y el soporte (la pared natural de roca); e imágenes de guanacos muy elegantemente y estilizadamente figuradas. Se trata de una de las expresiones artísticas más antiguas de los pueblos sudamericanos y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Como en el arte Magdaleniense europeo, es muy probable que estas representaciones estuvieran asociadas a un pensamiento mágico (especialmente a la llamada magia simpática) en la cual el rito de dibujar lo deseado se suponía atraía lo deseado (en estos casos el alimento a partir de la caza).

Para el año 9000 a. C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa.

Más tarde, entre los 7000 y 4000 años A.P., aparece la industria Casapedrense, caracterizada por una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados sobre láminas, probablemente como una muestra de la especialización en la caza del guanaco, lo cual también esta presente en los desarrollos culturales posteriores de los patagones o tehuelches.[10]

Desde ese momento y hasta la llegada de los europeos (inicios del siglo XVI) los tehuelches poseían un modo de vida cazador-recolector en el que hacían uso de una movilidad estacional, desplazándose en pos de las manadas de guanacos; durante los inviernos se encontraban en las zonas bajas (vegas, mallines, costas, orillas de los lagos, etc.) y durante el verano ascendían a las mesetas centrales de la Patagonia o a la cordillera de los Andes en donde tenían entre otros sitios sagrados el cerro Chaltén.

Hacia el siglo XIV d. C., una rama de los tehuelches; los Selk'nam, invadió la Isla Grande de Tierra del Fuego, forzando a los Yámana y Kawéskar, que se encontraban allí al menos desde el siglo X, a desplazarse hacia las costas meridionales y occidentales.

Las culturas pampeanas y patagónicas, debido a razones que Marvin Harris califica como emic,[11] no pudieron sedentarizarse ni especializarse en la agricultura ni la consecuente agroalfarería: la ecología de los territorios que habitaban y el índice demográfico de los pueblos pámpidos hacía que su economía más sustentable fuera la basada en un sistema "primitivo" y por estos motivos se organizaron sobre la que había sido durante milenios una exitosa base de sistemas de caza y recolección. Aproximadamente a partir de mediados del s. XVII, merced a la captura y domesticación de los caballos importados por los españoles, devinieron los pámpidos (como los pámpidos «guaycurúes» de la ragión chaqueña) en complejos ecuestres que, literalmente, cazaban ganado cimarrón ya que la alta movilidad y dispersión que la ecología (o mejor dicho la mesología -por ejemplo grandes temporadas de sequía-) le había impuesto tradicionalmente a estas etnias les hacía a las mismas antieconómica e incluso impráctica de la ganadería. Solo desde la segunda mitad de siglo XIX se aprecia un incipiente cambio de estrategia en el modo de producción de la mayoría de los pámpidos (desde la Tierra del Fuego hasta el Chaco Boreal inclusive); desde la segunda mitad del siglo XIX las diversas etnias y parcialidades de los pampidos, al ver mermar los recursos de caza y recolección y al tener un aumento demográfico que implicaba mayor presión sobre los recursos naturales no cultivados se vieron obligados a refundar su economía en una incipiente agricultura de subsistencia casi siempre reducida a horticultura (aunque, como se ha explicado, la falta de técnicas para contrarrestar las sequías en zonas que recién dejarían de ser consideradas "desierto" tras el cultivo dry farming hicieron que sus intentos no fueran todo lo exitosos que requerían).

El Litoral y el noreste

Como en la región pampeana y patagónica, los originarios del Litoral y del NEA tuvieron sus modos de producción casi exclusivamente basados en la caza y la recolección: vivían en una zona naturalmente selvática de grandes ríos (Paraná, Paraguay, Uruguay, Salado del Norte, Bermejo y Pilcomayo) estos grandes ríos posibilitaban relativamente fáciles flujos culturales pero así también una fuerte inestabilidad política debido a que los mismos ríos citados se transformaban en fáciles rutas de invasiones.
La naturaleza del territorio al ser pródiga en pesca, caza y frutos hizo que resultara mucho más económico un modo de vida cazador reproductor que la agricultura o la ganadería, por otra parte el clima muchas veces perhúmedo no facilitaba una incipiente agricultura ni menos una ganadería. En tal situación se encontraban entonces (los llamados peyorativamente por los invasores guaraníes) "guaycurúes" (entre ellos los pampidos Qom -apodados por los guaraníes despectivamente como "toba/s" (frentones) -, mokoit (mocovíes), abipones , malbalas, nivakles (o chulupíes o chunupíes) , pilagás, charrúas.

Quizás devenidos de andidos, pampidos y amazonidos se cuentan a los wichis (apodados peyorativamente de "matacos" por los invasores quechuas), vilelas, kaigangs, mocoretás, timbúes, chanáes y querandíes -estos últimos también pampidos aunque con nombre más conocido por el que le dieron los guaraníes-.
Hacia fines del s. XV la región se conmovió por la invasión de un pueblo amazónido que se expandía debido a su intrínseca fuerte presión demográfica facilitada por la incipiente e intensiva horticultura de la mandioca y el cazabe (maíz), esta etnia era la de los avá (más conocida como guaraníes); así como los quechuas transculturaron mucho a las etnias del noroeste y los mapuches a los del sur de la región pampeana y norpatagónica lo mismo hicieron en todo el Litoral y gran parte del NEA los avá (o, guaraníes); los avá (o guaraníes) lograron invadir zonas del Chaco Boreal sometiendo a los (de origen arawaco) chanés y "chorotís" (los segundos, autodenominados yofuasha) entre otras naciones preexistentes a la invasión guaranítica y en pleno Chaco Boreal, por mixogénesis forzada forjaron la etnia de los "chiriguanos" (la palabra chiriguano es un insulto con el cual los quechuas y hablantes de quechua -o, runa simi- motejaban a los guaraníes, desde el presente siglo los mixogénicos "chiriguanos" prefieren llamarse "avá-guaraní" aunque tal nombre no es exacto históricamente ya que todos los guaraníes "puros" se autodenominan "avá" - = hombre-.).

Como otros pueblos indígenas sedentarizados; desde la llegada de los españoles en el s. XVI las zonas de cultivos con malocas y buenas comunicaciones fluviales fueron fácilmente conquistadas por los europeos y fue rápido el mestizaje, en cambio las zonas menos ricas agricolamente y más alejadas pudieron resistir a la penetración europea hasta fines del s. XIX.
Por otra parte en esta zona se dio muy tempranamente una fuerte síncresis por causa de la intensa actividad misional de jesuitas y franciscanos, los primeros especialmente entre los siglos XVI y casi mediados del s. XVIII.

El Centro

El centro del territorio argentino en el continente americano fácilmente puede ser percibido como una encrucijada de diversas corrientes indígenas: pampidos, amazónidos, andidos y huárpidos, los más antiguos parecen haber sido los barbados (barbudos) huarpidos, seguidos por los pampidos, muy posteriores fueron los andidos y amazonidos.
Delimitar el área del Centro no es nada fácil ya que además de ser una región de encrucijadas culturales ésta carece de límites lo suficientemente concretos.
A groso modo puede decirse que el Centro tiene su núcleo geográfico en la actual provincia de Córdoba, y que abarca el centro y norte de la provincia de San Luis; el noroeste de Buenos Aires, el oeste de Santa Fe, el norte de la provincia de La Pampa, el sureste de La Rioja y gran parte (especialmente el sur) de la provincia de Santiago del Estero.

Según el mapa que se ha descrito, en el Centro a la llegada de los españoles (s.XVI) había dos zonas culturalmente bastante diferenciadas aunque los límites tenían fluctuaciones y gradaciones: una zona en donde las poblaciones eran sedentarias, agricultoras y agroalfareras; esa zona correspondía a los Henia-Kamiar o comechingones en las Sierras de Córdoba y de San Luis, en cambio los sanavirones procedentes del interfluvio de los ríos Dulce y Salado (zona de Salavina) aunque (como los toconoté y lules) poseían una incipiente horticultura y muchos influjos andidos aún en el s. XVI basaban gran parte de su supervivencia en la caza, pesca y recolección. Dentro de la zona centro (más exactamente en el noroeste de la actual Córdoba y el norte de San Luis y sudoeste de Santiago del Estero) se ubicaban los más australes conjuntos diaguitas: los olongastas y ambargastas; los olongastas casi con toda certeza han sido los llamados "indamas" por los españoles. Las llanuras templadas de la zona central estaban escasamente pobladas por etnias trashumantes cazadoras recolectoras de pampidos, particularmente por Hets .
En la zona central son indiscutibles los influjos andinos (máxime si se tiene en cuenta que el Cuyo abarca también a la provincia de San Luis), sin embargo existe una fácil tendencia pseudoantropológica o de diletantes de la antropología a "andinizar" a las culturas de esta región como si las mismas no hubieran desarrollado un conjunto cultural propio antes de la invasión incaica; cabe señalarlo bien: así como el noroeste muy marginalmente y efimeramente fue un territorio sometido a los incas (o monarquía de los peruanos quechuas) el centro jamás estuvo subyugado por tal monarquía ni por ninguna otra antes de la llegada de los españoles en el s. XVI.

Oeste, noroeste y norte andino

La zona del norte comenzó a ser habitada hacia el año 7000 años adC.

Los distintos grupos étnicos que habitaron la región andina (sin contar los Andes patagónicos) fueron los omaguacas, atacamas, diaguitas y huarpes; en cuanto a los calchaquíes son descendientes de una de las parcialidades de los diaguitas) . estos pueblos fueron dominados entre circa 1480 a 1533 por el imperio inca de los invasores quechuas aliados con los aimaras procedentes del Perú y de la cuenca del lago Titicaca en el sur de Perú y el norte de Bolivia (la palabra "diaguita" fue un mote dado por los aimara ya que en el idioma aimara thiakita significa "alejado", "foráneo") , la duración del imperio inca fue relativamente breve pero dejó notorios influjos (principalmente en la toponimia) ya que aún luego de la conquista española a partir de 1535 el idioma quechua (o runa sini) era el lengua vehicular de gran parte de la región andina . Como los otros habitantes de la región andina, tenían conocimientos muy avanzados de la agricultura, la construcción de terrazas y el riego artificial. También criaban animales como la llama que les servían para comerciar con otros grupos indígenas.

Las poblaciones originarias en la Argentina han disminuido mucho con relación a la población en general. Esto se debe a diferentes causas interrelacionadas, como las enfermedades, el mestizaje, las campañas de exterminio (siglos XVIII y XIX), la brusca interrupción de sus culturas y la inmigración considerable de Europa. Aunque algunas provincias del norte de Argentina (Jujuy, Salta) son las que más conservan sus costumbres indígenas en celebraciones, bailes, comidas y también es la zona del país que más indígenas tiene cuenta con más de 970.000 indígenas entre ellos los kollas (grupo étnico en el cual se han fundido gran parte de los atacamas, omaguacas, diaguitas y chichas y que ha recibido un fuerte influjo quechua), en cuanto a los aimaras y quechuas que actualmente hay en esa zona en su inmensa mayoría son inmigrantes recientes (a partir de las últimas décadas del recién pasado s. XX) procedentes de zonas de Bolivia (los aimara proceden de la cuenca del lago Titicaca en el norte de Bolivia y el sur de Perú), los quechuas proceden del Altiplano boliviano aunque su núcleo de origen sea la región andina central de Perú).

Preservación y recuperación de la memoria indígena

A través de la historia se ha denunciado reiteradamente la marginación, discriminación e invisibilización de las culturas indígenas. Pese a ello persisten muchas de sus costumbres y valores, han sobrevivido varias de sus lenguas, y existe un movimiento social creciente dedicado a preservar y recuperar la memoria indígena.

Una probable muestra de esta actitud de invisibilización de parte del Estado Argentino frente a los indígenas y otros grupos étnicos, se puede encontrar en el sitio web de la oficina de turismo perteneciente al gobierno, donde se anunciaba en 2006, que la población indígena era la mitad de la dada por el organismo oficial de estadísticas y censos de la Nación Argentina (INDEC), que había realizado oficialmente una encuesta indígena complementaria del Censo de 2001:

El 95% de los argentinos son de raza blanca, descendientes principalmente de italianos y españoles. Con la llegada de la masiva inmigración europea, el mestizo -cruce entre blanco e indio- se fue diluyendo poco a poco, y hoy sólo supone el 4,5% de la población racial argentina. La población indígena pura -mapuches, collas, tobas, matacos y chiriguanos- representa el 0,5% de los habitantes.[12]

Representación en los medios de comunicación

Los indígenas tienen una baja representación en los medios de comunicación. Las telenovelas, publicidades y películas latinoamericanas, están acusados ​​de ocultar a los descendientes de indígenas o «negros» para hacer parecer a sus poblaciones como compuestas casi enteramente por «blancos». Los actores indígenas generalmente deben seguir los estereotipos, por lo general en funciones subordinadas y sumisas, como conductores, funcionarios, guardaespaldas, empleadas domésticas, y los pobres en general.[13]

Encuesta de Pueblos Indígenas 2004-2005

En Argentina, actualmente según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005[14] basada en el Censo Nacional de Población 2001 del INDEC 600,329 se reconocen y/o descienden en primera generación de pueblos indígenas. El total del cuadro siguiente supera en 0,6% a esta cifra debido a que la población que no se reconoce perteneciente a ningún pueblo específicamente y tiene ascendencia indígena mixta está contada en uno y otro pueblo indígena simultáneamente.

Además, el organismo sostiene que, según los resultados, un 2,8% de los hogares argentinos tiene al menos un integrante que se reconoce perteneciente a un pueblo indígena.

Población indígena por pueblo de pertenencia
Pueblo indígena Población
Atacama 3044
Ava guaraní 21 807
Aimara 4104
Chané 4376
Charrúa 4511
Chorote 2613
Chulupí 553
Comechingón 10 863
Diaguita/ diaguita calchaquí 31 753
Guaraní 22 059
Huarpe 14 633
Kolla 70 505
Lule 854
Mapuche 113 680
Mbyá guaraní 8223
Mocoví 15 837
Omaguaca 1553
Ona 696
Pampa 1585
Pilagá 4465
Quechua 6739
Querandí 736
Rankulche 10 149
Sanavirón 563
Tapiete 524
Tehuelche 10 590
Toba 69 452
Tonocote 4779
Tupí guaraní 16 365
Wichí 40 036
Otros pueblos declarados (**) 3864
Pueblo no especificado (***) 92 876
Sin respuesta 9371

(**) Incluye, entre otros, los casos registrados con las siguientes denominaciones: abaucán, abipón, ansilta, chaná, inca, maimará, minuán, ocloya, olongasta, pituil, pular, shagan, tape, tilcara, tilián y vilela. No se brindan datos por separado para cada denominación debido a que la escasa cantidad de casos muestrales no permite dar una estimación de cada total con la suficiente precisión.

(***) Incluye los casos en que la respuesta relativa al pueblo indígena de pertenencia y/o ascendencia en primera generación fue "ignorado" u "otro pueblo indígena". Fuente: INDEC. Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005 - Complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Pueblos que viven en comunidades

La ECPI 2004-2005 reveló la cantidad de personas que viven en comunidades indígenas en la Argentina: 179.501 personas, mientras que 420.401 indígenas están integrados a la población general.[15]

  • Avá guaraní/ Guaraní/ Tupí guaraní: 10.806 / 1.301 / 6.060 = 18.167
  • Chané: 2.016
  • Chorote: 2.028
  • Chulupí: 392
  • Diaguita/ Diaguita calchaquí: 8.180
  • Huarpe: 2.620
  • Kolla: 33.629
  • Mapuche: 13.430
  • Mbyá guaraní: 4.322
  • Mocoví: 6.619
  • Pilagá: 3.867
  • Tapieté: 478
  • Toba: 42.870
  • Wichí: 34.561

Pueblos que hablan lenguas indígenas

La ECPI 2004-2005 reveló la cantidad de indígenas de más de 5 años de edad que hablan habitualmente en su hogar una lengua indígena: 55.724 personas.[16]

  • Avá guaraní/ Guaraní/ Tupí guaraní: 1.950 / 1.397 / 1.976 = 5.323
  • Chané: 393
  • Chorote: 1.204
  • Chulupí: 125
  • Kolla: 1.217
  • Mapuche: 2.305
  • Mbyá guaraní: 2.269
  • Mocoví: 1.440
  • Pilagá: 3.403
  • Tapieté: 130
  • Toba: 19.867
  • Wichí: 24.127

Pueblos Indígenas

Entre los pueblos indígenas actualmente existentes en Argentina, incluyendo a descendientes mixogenizados de pueblos cuyos componentes puros se han extinguido, se encuentran:

Etnias extintas

Además de los grupos mencionados, hay otras etnias que han desaparecido como pueblos, incorporándose a través del mestizaje a la población genéricamente argentina. Estas etnias extintas son:

Regiones del Litoral y del Chaco

Regiones del Noroeste, Centro, Cuyo y Patagonia

Referencia

Notas

  1. a b Miotti, L.; Salemme, M. & Rabassa, J. (2000). Secuencia radiocarbónica de Piedra Museo. En: Guía de Campo de la visita a las Localidades arqueológicas. Taller Internacional La colonización del Sur de América durante la transición Pleistoceno/Holoceno, Pp. 83-87. Editores: L. Miotti et al.. Imprenta Servicoop; MASSONE, Mauricio y PRIETO, Alfredo. EVALUACIÓN DE LA MODALIDAD CULTURAL FELL 1 EN MAGALLANES. Chungará (Arica). [online]. sep. 2004, vol.36 supl. [citado 09 abril de 2007], p.303-315. Disponible en la World Wide Web: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73562004000300033&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0717-7356.
  2. «Etnias precolombinas de Argentina».
  3. «Los guaraníes. Tierra argentina. Los dueños de la tierra».
  4. El número exacto de pueblos depende de si se consideran como tales o no, a parcialidades integrantes de algunas culturas con características propias y a los grupos mestizados resultantes del renacimiento de su identidad cultural autóctona
  5. Miguel Alberto Bartolomé, «Los pobladores del “desierto”», Amérique Latine Histoire et Mémoire, Numéro 10-2004 - Identités: positionnements des groupes indiens en Amérique Latine, -En ligne-, mis en ligne le 21 février 2005. Consulté le 9 septembre 2006; NAVARRO FLORIA, Pedro: "Un país sin indios: la imagen de la Pampa y la Patagonia en la geografía naciente del Estado Argentino", en Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona.- Noviembre(No. 51): 1999.- ISSN 1138-9788
  6. Los pueblos así llamados casi nunca repudiaron tal denominación ya que es parte del buen sentido común: la palabra indígena pese a la parofonía nada tiene que ver con la India y con el forzado gentilicio de "indio" que los europeos impusieron a los nativos precolombinos, la palabra indígena procede el latín indigĕna para referir como adjetivo a alguien del país del cual se está tratando: un español es indígena de España etc. En cuanto a la palabra aborigen también es un exacto latinismo usado en ciencias sociales formado a partir del plural aborigĭnes o ab-origĭna es decir (quienes están en un territorio) desde el origen, pero la RAE en el caso de aborígenes ha aceptado (en 1993) una segunda acepción bastardeada ya que connotaría a los «primitivos» habitantes de un territorio, de suyo la palabra «primitivo» es perfectamente neutra en cuanto es practicamente sinónima de primeros pero el uso vulgar suele darle un matiz peyorativo a «primitivo/a», en todo caso es completamente falaz la pseudoetimología que se ha difundido sugiriendo que aborígenes tiene por significado «sin orígenes» (pseudoetimología a partir de un macarronismo inventado en la segunda mitad del s. XX como «a-orígenes» que pretendidamente significaría «sin orígenes», como reacción ante esto se ha divulgado desde inicios del s. XXI una palabra «políticamente correcta» pero totalmente confusa: originarios (todos los seres humanos son originarios, y en muchos países con orígenes multiculturales como Argentina el adjetivo originario es tan válido para el pueblo de origen prehispánico como para el gaucho, como para el «negro» traído a la fuerza como esclavo durante la colonia o para el inmigrante europeo, etc. que han originado,- es decir: han sido y son originarios- de gran parte de la cultura y genética argentina a partir de la segunda mitad de s. XIX o incluso antes).
  7. MANN, Charles C (2006), 1491, Madrid, Taurus
  8. Dillehay, Tom D. (2004). Monte Verde: un asentamiento humano del pleistoceno tardío en el sur de Chile, Santiago de Chile: LOM ediciones ISBN 956-282-659-7
  9. hippidions
  10. Ninguno de los dos etnónimos anteriores les es propio. Se autodenominan tsonk o chonk, y a comienzos del siglo XXI subsiste una pequeña comunidad que no supera las mil personas. Entre los siglos XVI y XIX, sus territorios ancestrales fueron ocupados por pueblos mapuches que migraron desde el sur del actual Chile, quienes se impusieron por ser más numerosos y por haber desarrollado tácticas de combate a partir de su larga resistencia contra los invasores españoles y, previamente, contra los intentos de invasión del Imperio incaico.
  11. Harris, inspirándose muy acertadamente en la lingüística distingue dos niveles indispensables para el estudio de una cultura el «etic» que como la fonética es el evidente y el «emic» -de fonémica- que es aquel nivel en el cual se encuentra el origen real no directamente simbolizado de las concresiones culturales; para ser más minucioso Harris distingue luego tres niveles antropológicos culturales de estudio: el infraestructural (lo originante fuera de toda representación), el estructural (de un modo parecido al freudiano «preconsciente» aquello que media entre lo que no es consciente y lo que es consciente y que por tanto -casi como un iceberg emergiendo del agua- tiene partes en el conjunto de la conciencia y el superestructural que muy bien Harris refiere al conjunto ideológico; como se puede apreciar el más famoso de los antropólogos estructuralistas- Claude Lévi-Strauss- coincidía en muchas cosas con Harris y esto no era por causalidad sino por lo real, pero ambos estaban enemistados por sus pequeñas diferencias de perspectiva atinentes a la realidad de modo que aunque la «subestructura» de C.L.S. coincidiera en gran parte con la de Harris, el detalle de diferenciar una estructura y una superestructura les género una especie de querella epistemológica, en todo caso queda siempre rescatable lo emic en cuanto algo real, no consciente aunque muy concreto que genera los fenómenos culturales.
  12. Argentina Turismo, Información, Información general consultado 30-Ago-2006
  13. [1]
  14. INDEC: Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004 - 2005
  15. INDEC
  16. INDEC

Bibliografía

  • NAVARRO FLORIA, Pedro (1999). «Un país sin indios: la imagen de la Pampa y la Patagonia en la geografía naciente del Estado Argentino». Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona Noviembre (No. 51). ISSN 1138-9788 [2] consultado el 8-Sep-2006. 

Enlaces externos


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  • Composición étnica de Argentina — La composición étnica de la población de la Argentina está muy influida por la gran ola de inmigración, principalmente de varones europeos mayoritariamente italianos y en segundo lugar españoles, sucedida entre mediados del siglo XIX hasta… …   Wikipedia Español

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