Historia de la República Dominicana

Historia de la República Dominicana

La República Dominicana ocupa las dos terceras partes de la isla La Española, en las Antillas Mayores.

Las sucesivas olas de inmigrantes Arahuacos, moviéndose hacia el norte desde el delta del Orinoco en América del Sur, se establecieron en las islas del Caribe. Alrededor del año 600, los indios taínos, una cultura arahuaca, llegaron a la isla, desplazando a los habitantes anteriores. Estaban organizados en cacicazgos, cada uno dirigido por un cacique (jefe). Los últimos migrantes arahuacos, los caribes, comenzaron a moverse hasta las Antillas Menores en el siglo 12, e invadían aldeas taínas en la costa oriental de la isla al mismo tiempo que arribaban los españoles en 1492.

Contenido

Colonización española

Llegada de los europeos

Cristóbal Colón llegó a la isla en su primer viaje el 5 de diciembre de 1492,[1] dándole el nombre de La Española. Creyendo que los europeos eran de alguna forma sobrenatural, los taínos les dieron la bienvenida con todos los honores. Era una sociedad totalmente distinta de la que venían los europeos . Guacanagarix, el jefe anfitrión que dio la bienvenida a Cristóbal Colón y sus hombres, los trató con amabilidad y les dio todo lo que deseaban. Sin embargo, el sistema igualitario de los taínos se enfrentó a las estructuras del sistema feudal de los europeos. Esto llevó a los europeos a creer que los taínos eran débiles, y comenzaron a tratar a las tribus con más violencia. Colón intentó mitigar esto cuando él y sus hombres se marcharon de Quisqueya - dejando a los tainos con una buena primera impresión.

Colón había consolidado una firme alianza con Guacanagarix, quien era un poderoso jefe de la isla. Después del naufragio de la Santa María, Colón decidió establecer una pequeña fortaleza con una guarnición de hombres que podrían ayudarle a reivindicar esta posesión. El fuerte se llamó La Navidad, desde los acontecimientos del naufragio y la fundación del fuerte ocurrido el día de Navidad. La guarnición, a pesar de toda la riqueza y belleza de la isla, fue sacudida por las divisiones que terminaron en un conflicto entre estos primeros europeos. Los más rapaces comenzaron a aterrorizar a los miembros de las tribus taína, Ciguayo y Macorix hasta el punto de intentar llevarse a sus mujeres.

Vistos como débil por los españoles e incluso por algunos de su propio pueblo, Guacanagarix intentó llegar a un acuerdo con los españoles, quienes veían su sosiego como el de alguien sometido. Lo trataron con desprecio y hasta tuvieron algunas de sus esposas. El poderoso cacique de Maguana, Caonabo, no podía soportar las afrentas y atacó a los europeos, destruyendo el fuerte La Navidad. Guacanagarix estaba consternado por este giro de los acontecimientos, pero no hizo nada para ayudar, probablemente esperando que los importunos extranjeros no regresaran. Sin embargo, regresaron.

En 1493, Colón regresó a la isla en su segundo viaje y fundó la primera colonia española en el Nuevo Mundo, la ciudad de La Isabela. En 1496, su hermano Bartolomé Colón estableció el asentamiento Santo Domingo de Guzmán en la costa sur, que se convirtió en la nueva capital. Se estima que los 400,000 taínos que vivían en la isla fueron esclavizados antes de trabajar en las minas de oro. Como consecuencia de la opresión, el trabajo forzoso, el hambre, las enfermedades y asesinatos en masa, se estima que para el 1508 ese número se había reducido a alrededor de 50,000. En 1535, sólo 6,000 estaban vivos.[2]

Durante este período, la dirección española cambió de manos varias veces. Cuando Colón partió en otra exploración, Francisco de Bobadilla se convirtió en gobernador. Las acusaciones contra Colón por parte de los colonos debido a su mala gestión se agregó a la situación política tumultuosa. En 1502, Nicolás de Ovando sustituye a De Bobadilla como gobernador, con un ambicioso plan para ampliar la influencia española en la región. Fue él quien tuvo un trato más brutal con la mayoría de los taínos.

Un rebelde, Enriquillo, liderando un grupo de los que habían huido a las montañas, atacaron a los españoles en varias ocasiones durante catorce años. Finalmente, los españoles le ofrecieron un tratado de paz. Además, le dieron a Enriquillo y sus seguidores su propia ciudad en 1534. La ciudad no duró mucho, ya que, varios años después de su creación, una rebelión de esclavos la quemó, matando a todos los que se encontraban dentro de la misma.

Esclavitud africana

En 1501, los monarcas españoles, Fernando e Isabel, concedieron el primer permiso a los colonizadores del Caribe para importar esclavos africanos, los cuales comenzaron a llegar a la isla en 1503. Estos africanos han tenido la influencia racial más dominante, y su rica y antigua cultura ha tenido una secundaria influencia sobre el carácter cultural de la moderna República Dominicana. En 1510, la primera gran expedición, que consistió en 250 negro ladinos, llegó a La Española desde España. Ocho años más tarde los esclavos de origen africano llegaron a las Indias Occidentales. La caña de azúcar fue introducida a La Española desde las Islas Canarias, y el primer ingenio azucarero en el Nuevo Mundo fue establecido en 1516, en La Española.[3] La necesidad de una mano de obra para satisfacer la creciente demanda del cultivo de la caña de azúcar condujo a un exponencial aumento de la importación de esclavos en las dos décadas siguientes. Los dueños de los molinos de azúcar pronto formaron una nueva élite colonial, convencieron al rey de España para que puedan elegir a los miembros de la Real Audiencia de sus filas. Los colonos más pobres subsistían de la caza y las manadas de ganado salvaje que vagaban por toda la isla y de la venta de sus pieles.

La primera revuelta importante de esclavos en América ocurrió en Santo Domingo en 1522, cuando los musulmanes esclavizados de la nación wolof encabezaron un levantamiento en la plantación de azúcar del almirante don Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón. Muchos de estos insurgentes lograron escapar a las montañas donde formaron comunidades cimarronas.

1540-1564

Si bien la caña de azúcar aumentó dramáticamente los ingresos de España en la isla, un gran número de los esclavos recién importados huyeron a las casi intransitables montañas en el interior de la isla, uniéndose a las crecientes comunidades de cimarrones, literalmente, "animales salvajes". En la década de 1530, las bandas cimarronas se habían vuelto tan numerosas que en las zonas rurales, los españoles sólo podían viajar con seguridad fuera de sus plantaciones en grandes grupos armados. En la década de 1540, el Mar Caribe había sido invadido por los piratas ingleses, franceses y holandeses. En 1541 España autorizó la construcción de la muralla de Santo Domingo, y decidió restringir los viajes por mar a los convoyes armados. Otra medida, la cual destruiría la industria azucarera de La Española, en 1561 La Habana, más estratégicamente ubicada en relación con la Corriente del Golfo, fue seleccionada como el punto de detención destinados a las flotas mercantes, las cuales tenían un monopolio real sobre el comercio con las Américas. En 1564, la ciudades principales del interior de la isla Santiago de los Caballeros y Concepción de La Vega fueron destruidas por un terremoto.

Declive colonial, ocupación francesa y revolución haitiana

Con la conquista del continente americano, La Española declinó rápidamente. La mayoría de los colonos españoles abandonaron al isla por las minas de plata de México y Perú, mientras que los nuevos inmigrantes españoles omitieron la isla. La agricultura disminuyó, las importaciones de nuevos esclavos cesó, y los colonos blancos, negros libres y esclavos por igual vivían en la pobreza, debilitándose la jerarquía racial y entremezclándose la ayuda, dando lugar a una población predominantemente mixta entre españoles, africanos, y taínos. A excepción de la ciudad de Santo Domingo, que logró mantener algunas exportaciones legales, los puertos dominicanos fueron forzados a confiar en el comercio de contrabando, que, junto con el ganado, se convirtió en la única fuente de sustento para los habitantes de la isla. En 1586, Sir Francis Drake ocupó la ciudad de Santo Domingo, cobrando un rescate por su retorno al dominio español.

En 1605, España, descontenta de que Santo Domingo estaba facilitando el comercio entre sus otras colonias y otras potencias europeas, ordenó al gobernador Antonio de Osorio atacar las vastas zonas de las regiones norte y oeste de la colonia, forzando a sus habitantes a reasentarse más cerca de la ciudad de Santo Domingo.[4] Esta acción, conocida como devastaciones de Osorio, resultaron desastrosas, más de la mitad de los colonos reubicados murieron de hambre o enfermedad.[5] Los bucaneros inglés y franceses se aprovecharon de la retirada de España en una esquina de La Española para asentarse en la Isla de la Tortuga en 1629. Francia estableció un control directo en 1640, reorganizándola como una colonia oficial y ampliando la costa norte de la isla, cuyo extremo oeste España se lo cedió a Francia en 1697 bajo el Tratado de Ryswick. En 1655, Oliver Cromwell despachó una flota, comandada por el almirante Sir William Penn, a la conquista de Santo Domingo. Después de encontrarse con una fuerte resistencia, Penn se retiró, tomando la isla de Jamaica en su lugar.

La Casa de Borbón sustituyó a la Casa de Habsburgo en España en 1700 e introdujo reformas económicas que poco a poco comenzaron a reactivar el comercio en Santo Domingo. La corona mitigó progresivamente los rígidos controles y restricciones sobre el comercio entre España y las demás colonias. Las últimas flotas navegaron en 1737, el sistema portuario monopólico fue abolido poco después. A mediados del siglo, la población se vio reforzada por la emigración desde las Islas Canarias, el reasentamiento de la parte norte de la colonia y la plantación de tabaco en el Valle del Cibao, y la importación de esclavos fue renovada. La población de Santo Domingo pasó de cerca de 6,000 en 1737 a aproximadamente 125,000 en 1790. De esta cifra, unos 40,000 eran terratenientes blancos, unos 25,000 eran hombres libres de color negro o mulato, y unos 60,000 eran esclavos. Sin embargo, seguía siendo pobre y abandonada, sobre todo en contraste con la parte occidental, del vecino francés de Saint-Domingue, que se convirtió en la colonia más rica en el Nuevo Mundo y tenía cuatro veces y medio el número de habitantes.[6] Como las restricciones sobre el comercio colonial se suavizaron , las elites coloniales de Saint-Domingue les ofrecieron el mercado principal a los exportadores de carne, cueros, caoba, y tabaco de Santo Domingo.

Con el estallido de la Revolución haitiana en 1791, las familias ricas urbanas vinculados a la burocracia colonial, huyeron de la isla, mientras que la mayoría de los hateros rurales (ganaderos) se mantuvieron, a pesar de que perdieron su principal mercado. España vio en los disturbios una oportunidad para aprovechar todas, o parte, del tercio occidental de la isla en una alianza de conveniencia con los ingleses y los esclavos rebeldes. Pero después de que los esclavos y los francés se reconciliaran, los españoles fueron derrotados por las fuerzas del general jacobino Toussaint Louverture, y en 1795, Francia obtuvo el control de toda la isla en virtud de los Tratados de Basilea. En 1801, Louverture arribó a Santo Domingo, para proclamar la abolición de la esclavitud en nombre de la República Francesa. Poco después, Napoleón envió un ejército que sometió toda la isla y la gobernó durante unos meses. Mulatos y negros de nuevo se levantaron en contra de estos franceses en octubre de 1802 y finalmente los derrotaron en noviembre de 1803. El 1 de enero de 1804 los vencedores declararon a Saint-Domingue como la república independiente de Haití. Incluso después de su derrota a manos de los haitianos, una pequeña guarnición francesa se mantuvo en Santo Domingo. La esclavitud fue restablecida y muchos de los colonos emigrantes españoles regresaron. En 1805, tras coronarse emperador, Jean-Jacques Dessalines invadió, llegando a Santo Domingo antes de retirarse ante un escuadrón naval francés. En su retirada a través del Cibao, los haitianos saquearon las ciudades de Santiago y Moca, matando a la mayoría de sus residentes y ayudando a sentar las bases de dos siglos de animosidad entre los dos países.

Los franceses ocuparon la parte oriental de la isla, hasta que fueron derrotados por los habitantes españoles en la Batalla de Palo Hincado el 7 de noviembre de 1808 y la capitulación definitiva del asediado Santo Domingo el 9 de julio de 1809, con la ayuda de la Marina Real Británica.

Las autoridades españolas mostraron poco interés en su colonia restaurada, y el período siguiente se recuerda como la España Boba. Las grandes familias ganaderas como la del futuro terrateniente y primer presidente dominicano Pedro Santana llegaron a ser los líderes en el sureste, la ley del "machete" gobernó por un tiempo. El ex gobernador y teniente José Núñez de Cáceres declaró la independencia de la colonia como el estado del Haití Español el 30 de noviembre de 1821, solicitando la admisión a la República de la Gran Colombia, pero las fuerzas de Haití dirigida por Jean-Pierre Boyer ocuparon el país tan sólo nueve semanas más tarde.

Ocupación haitiana

La ocupación haitiana de veintidós años que siguieron se recuerda por los dominicanos como un período de régimen militar brutal, aunque la realidad es más compleja. Se llevaron las expropiaciones de tierras a gran escala y esfuerzos fallidos por obligar a la producción de cultivos de exportación, imponer el servicio militar, restringir el uso de la lengua española y eliminar las costumbres tradicionales, como las peleas de gallos. A los dominicanos se les reforzó la percepción de sí mismos como diferentes de los haitianos en "idioma, raza, religión y costumbres nacionales".[7] Sin embargo, este fue también un período que terminó definitivamente con la esclavitud como una institución en la parte oriental de la isla.

La constitución de Haití prohibió a los blancos ser propietarios de tierras, y las familias terratenientes importantes fueron privadas a la fuerza de sus propiedades. La mayoría emigró a las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico, o para la independiente Gran Colombia, por lo general con el apoyo de funcionarios haitianos, quienes adquirieron sus tierras. Los haitianos, quienes asociaban la Iglesia Católica con los amos franceses que los habían explotado antes de la independencia, confiscaron todos los bienes de la iglesia, todos los clérigos extranjeros deportados, y se cortaron los lazos con la clerecía restante en el Vaticano. La Universidad de Santo Domingo, la más antigua en el Hemisferio Occidental, careciendo de estudiantes, profesores y recursos, cerró. Para recibir el reconocimiento diplomático de Francia, Haití se vio obligado a pagar una indemnización de 150 millones de francos a los antiguos colonos franceses, que se redujo posteriormente a 60 millones de francos, y debido a esto, Haití impuso pesados ​​impuestos sobre la parte oriental de la isla. Dado que Haití no pudo suplir provisiones adecuadas para su ejército, las fuerzas de ocupación sobrevivieron en gran medida apoderándose o confiscando alimentos y suministros a punta de pistola.

Los intentos de redistribuir la tierra en conflicto con el sistema de tenencia de la tierra comunal (Terrenos comuneros), que había surgido con la economía ganadera, y los nuevos esclavos emancipados resentidos se ven obligados a producir cultivos comerciales bajo el Código Rural de Boyer.[8] En las zonas rurales, la administración haitiana era por lo general demasiado ineficiente para hacer cumplir sus propias leyes. Fue en la ciudad de Santo Domingo que los efectos de la ocupación se sintió con más fuerza, y fue allí que el movimiento por la independencia tuvo su origen.

1838-1924

En 1838, Juan Pablo Duarte fundó una sociedad secreta llamada La Trinitaria para socavar el yugo haitiano que junto a sus posteriores compañeros Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez lograran independizar la parte oriental de la isla. En 1843 se aliaron con un movimiento haitiano para derrocar a Boyer. Debido a sus pensamientos revolucionarios y lucha por la independencia dominicana, el nuevo presidente de Haití, Charles Riviere-Hérard, exilió y encarceló a los principales trinitarios. Al mismo tiempo, Buenaventura Báez, un exportador de caoba azuano y diputado en la Asamblea Nacional de Haití, estaba negociando con el Consulado General de Francia para el establecimiento de un protectorado francés. En una oportuna insurrección para adelantarse a Báez, el 27 de febrero de 1844, los Trinitarios declararon su independencia de Haití, con el apoyo de Pedro Santana, un rico ganadero de El Seibo quien comandó un ejército privado de peones que trabajaban en sus tierras.

Primera República

La primera constitución de la República Dominicana fue aprobada el 6 de noviembre de 1844. Se incluyó una forma de gobierno presidencial con muchas tendencias liberales, pero se vio empañada por el artículo 210, impuesta por Pedro Santana en la Asamblea Constituyente por la fuerza, dándole los privilegios de una dictadura hasta que la guerra de independencia terminara. Estos privilegios no sólo le sirvieron para ganar la guerra, sino también le permitió perseguir, ejecutar y conducir al exilio a sus opositores políticos, entre los que se encontraron Juan Pablo Duarte. Durante la primera década de independencia, Haití intentó varias invasiones para reconquistar la parte oriental de la isla: en 1844, 1845, 1849, 1853 y 1855-1856. Aunque cada una fue malograda, Santana siempre utilizaba la amenaza de la invasión haitiana como una justificación para la consolidación de sus poderes dictatoriales. Para la élite dominicana -en su mayoría propietarios de tierras, comerciantes y sacerdotes- la amenaza de la reconquista por el más poblado Haití fue suficiente para buscar la anexión a un poder exterior. Ofreciendo las aguas profundas del puerto de la bahía de Samaná como anzuelo, en las próximas dos décadas, las negociaciones se hicieron con Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y España para declarar un protectorado sobre el país.

Sin carreteras adecuadas, las regiones de la República Dominicana se desarrollaron en forma aislada unas de otras. En el sur, la economía estaba dominada por la ganadería (sobre todo en el sureste de la sabana) y el corte de caoba y otras maderas duras para la exportación. Esta región conservó un carácter semi-feudal, con poca agricultura comercial, la hacienda como unidad social dominante y la mayoría de la población vivía en un nivel de subsistencia. En el Valle del Cibao, los más ricos campos agrícolas de la nación, los campesinos complementaron sus cultivos de subsistencia con el cultivo del tabaco para la exportación, principalmente hacia Alemania. El tabaco requería menos tierra que la ganadería y se cultivaba principalmente por pequeños agricultores, quienes dependían de los comerciantes ambulantes para transportar sus cosechas a Puerto Plata y Montecristi.

Santana antagonizó a los agricultores del Cibao, enriqueciéndose a sí mismo y a sus seguidores, recurriendo a múltiples impresiones de pesos que le permitió comprar sus cosechas por una fracción de su valor. En 1848, se vio obligado a dimitir, y fue sucedido por su vicepresidente, Manuel Jimenes. Después de volver a dirigir las fuerzas dominicanas contra una nueva invasión haitiana en 1849, Santana marchó hacia Santo Domingo, deponiendo a Jimenes. A petición de éste, el Congreso eligió a Buenaventura Báez como presidente, pero Báez no estaba dispuesto a servir de títere de Santana, desafiando su papel como líder reconocido militar del país. En 1853, Santana fue elegido presidente para su segundo mandato, lo que obligó Báez a buscar el exilio. Tres años más tarde, después de malograr la invasión haitiana por última vez, negoció un tratado de arrendamiento de una porción de la Península de Samaná con una compañía estadounidense; la oposición popular lo obligó a abdicar, lo que permitió que Báez regresara y tomara el poder. Con el tesoro nacional agotado, Báez imprimió dieciocho millones de pesos para la compra de la cosecha de tabaco de 1857 con esta moneda y exportándola por dinero en efectivo en beneficio de sí mismo y sus seguidores. Los plantadores de tabaco Cibaoan, quienes se arruinaron cuando se produjo la inflación, se rebelaron, volviendo a recurrir a Santana quien se encontraba en el exilio, para liderar la rebelión. Después de un año de guerra civil, Santana tomó Santo Domingo y se instaló como presidente.

Anexión a España y guerra por la restauración

Pedro Santana heredó un gobierno en bancarrota al borde del colapso. Habiendo fracasado en sus ofertas iniciales para asegurar la anexión a los EE.UU. o Francia, Santana inició negociaciones con la reina Isabel II de España y el capitán general de Cuba para volver la isla en una colonia española. La Guerra Civil Estadounidense entregó a los Estados Unidos incapaces de hacer valer la Doctrina Monroe. En España, el Primer Ministro don Leopoldo O'Donnell abogó por renovar la expansión colonial, llevando a cabo una campaña en el norte de Marruecos, que conquistó la ciudad de Tetuán. En marzo de 1861, Santana anexo oficialmente la República Dominicana a España.

Esta medida fue rechazada ampliamente y el 16 de agosto de 1863, se inició una guerra nacional de restauración en Santiago, donde los rebeldes establecieron un gobierno provisional. las tropas españolas volvieron a ocupar la ciudad, pero los rebeldes huyeron a las montañas a lo largo de la mal definida frontera con Haití. El presidente haitiano, Fabre Geffrard le proporcionó asilo y armas a los rebeldes dominicanos, enviando un destacamento de sus guardias presidenciales (los Tirailleur) para luchar junto a ellos. Santana inicialmente fue nombrado Capitán General de la nueva provincia española, pero pronto se hizo evidente que las autoridades españolas planeaban privarle de su poder, llevándolo a dimitir en 1862. Condenado a muerte por el gobierno provisional, Santana murió en circunstancias misteriosas en 1864, y se cree que se suicidó. Las restricciones sobre el comercio, la discriminación contra la mayoría de mulatos, los rumores de que España tenía la intención de volver a imponer la esclavitud, y una campaña impopular por el nuevo arzobispo español contra uniones extramatrimoniales, se extendieron después de décadas de abandono por parte de la Iglesia Católica, todos los resentimientos alimentados de la dominación española. Limitados a las grandes ciudades, el ejército español fue incapaz de derrotar la guerrilla o contener la insurrección, y sufrió fuertes pérdidas debido a la fiebre amarilla. las autoridades coloniales españolas alentaron a la reina Isabel II a abandonar la isla, ya que veían la ocupación como una pérdida sin sentido de tropas y dinero.

Sin embargo, los rebeldes se encontraban en un estado de desorden político, y fueron incapaz de presentar un conjunto coherente de demandas. El primer presidente del gobierno provisional, Pepillo Salcedo (aliado con Báez) fue depuesto por el general Gaspar Polanco, en septiembre de 1864, que, a su vez, fue depuesto por el general Antonio Pimentel tres meses después. Los rebeldes formalizaron su gobierno provisional por parte de la celebración de una convención nacional en febrero de 1865, que promulgó una nueva constitución, pero el nuevo gobierno ejerció poca autoridad sobre los caudillos guerrilleros de las distintas regiones, que fueron en gran medida independientes unos de otros. Incapaz de extraer concesiones de los rebeldes desorganizados, cuando la Guerra Civil Estadounidense terminó en marzo de 1865, la reina Isabel II anuló la anexión y la independencia fue restaurada, con las últimas tropas españolas saliendo antes de julio.[9]

Segunda República

Por el momento los españoles salieron, la mayoría de las principales ciudades en ruinas y la isla se dividió entre varias decenas de caudillos. José María Cabral controlaba la mayor parte de Barahona y el suroeste con el apoyo de los socios exportadores de caoba de Báez, mientras que el ganadero Cesáreo Guillermo reunió a una coalición de ex generales Santanista en el sureste, y Gregorio Luperón controlaba la costa norte. Desde la retirada española en 1879, hubo veintiún cambios de gobierno y por lo menos cincuenta levantamientos militares.[10]

En el curso de estos conflictos, surgieron dos partidos. El Partido Rojo representado por el ganadero del sur exportador de caoba, Buenaventura Báez, quien continuó buscando la anexión por una potencia extranjera. El Partido Azul, dirigido por Luperón, representado a los agricultores de tabaco y comerciantes del Cibao y Puerto Plata y fue nacionalista y liberal en su orientación. Durante estas guerras, el pequeño y corrupto ejército nacional fue superado en número por las milicias organizadas y mantenidas por los caudillos locales quienes se autoproclamaban gobernadores provinciales. Estas milicias fueron llenadas por agricultores pobres o trabajadores de las plantaciones sin tierras inculcados en el servicio quienes por lo general se dedicaban al bandolerismo cuando no había ninguna revolución.

Alrededor de un mes de la victoria nacionalista, Cabral, cuyas tropas fueron los primeros en entrar en Santo Domingo, derrocó a Pimentel, pero unas semanas después, el general Guillermo encabezó una rebelión en apoyo a Báez, forzando a Cabral a dimitir y permitir a Báez volver a tomar la presidencia en octubre. Báez fue derrocado por los agricultores del Cibao bajo el mando de Luperón, líder del Partido de Azul, en la primavera siguiente, pero los aliados de Luperón se volvieron el uno contra el otro y Cabral se reinstaló a sí mismo como presidente con un golpe de Estado en 1867. Después de llevarse varios Azulistas a su gabinete los Rojos se rebelaron, volviendo Báez al poder. En 1869, Báez, negoció un tratado de anexión con los Estados Unidos.[11] Con el apoyo del Secretario de Estado de los Estados Unidos, William H. Seward, quien esperaba establecer una Armada en Samaná, en 1871 el tratado fue anulado en el Senado de los Estados Unidos a través de los esfuerzos del senador abolicionista Charles Sumner.[12]

En 1874, el gobernador de Puerto Plata y miembro del Partido Rojo Ignacio María González Santín, organizó un golpe de Estado en apoyo de una rebelión del Partido Azul, pero fue depuesto por los Azules dos años después. En febrero de 1876, Ulises Espaillat, respaldado por Luperón, fue nombrado presidente, pero diez meses más tarde las tropas leales a Báez lo retornaron al poder. Después de un año una nueva rebelión le permitió a González Santíntomar el poder, sólo para ser depuesto por Cesáreo Guillermo en septiembre de 1878, que a su vez fue derrocado por Luperón, en diciembre de 1879. Gobernando el país desde su ciudad natal Puerto Plata, disfrutando de un auge económico debido a las exportaciones de tabaco hacia Alemania, Luperón promulgó una nueva Constitución estableciendo un límite de dos años de mandato presidencial mediante elecciones directas, suspendió el sistema semi-formal de sobornos e inició la construcción del primer ferrocarril del país, que une la ciudad de La Vega con el puerto de Sánchez en la Bahía de Samaná.

La Guerra de los Diez Años en Cuba trajo plantadores de azúcar cubanos para el país en busca de nuevas tierras y seguridad de la insurrección que liberó a sus esclavos y destruyó sus propiedades. La mayoría se estableció en la llanura costera del sureste, y, con la asistencia del gobierno de Luperón, construyendo los primeros molinos de azúcar mecanizado de la nación. A ellos se unieron más tarde los italianos, los alemanes, los puertorriqueños y los estadounidenses en la formación del núcleo de la burguesía azucarera dominicana, casarse y formar familias prominentes para consolidar su posición social. Las interrupciones de la producción mundial causada por la Guerra de los Diez Años, la Guerra Civil Estadounidense y la Guerra Franco-Prusiana permitió a la República Dominicana convertirse en un importante exportador de azúcar. Durante las dos décadas siguientes, el azúcar superó al tabaco como el principal producto de exportación, mientras que los antiguos caseríos de pesca de San Pedro de Macorís y La Romana se transformaron en prósperos puertos. Para satisfacer su necesidad de un mejor transporte, más de 300 kilómetros de líneas privadas de ferrocarril-fueron construidos por y para servir a las plantaciones de azúcar en 1897.[13] Una caída de los precios en 1884 llevó a la congelación salarial, y una posterior escasez de mano de obra fue ocupada por inmigrantes trabajadores de la Islas de Sotavento, las Islas Vírgenes, Saint Kitts y Nevis, Anguila y Antigua (referido por los dominicanos como cocolos).[14] Estos negros de habla inglesa fueron a menudo víctimas de racismo, pero muchos permanecieron en el país, encontrando trabajo como estibadores y en las construcciones de ferrocarriles y en las refinerías de azúcar.

Dictadura de Ulises Heureaux y posterior bancarrota

Aliandose con los intereses azucareros emergentes, la dictadura del general Ulises Heureaux, quien era conocido popularmente como "Lilís", trajo una estabilidad sin precedentes a la isla a través de un gobierno de mano dura que duró casi dos décadas. Hijo de padre haitiano y madre sainthomasana, Lilís se distinguió por ser el segundo presidente negro de los dominicanos, después de Luperón. Se desempeñó como presidente en los periodos 1882-1883, 1887 y 1889-1899, ejerciendo el poder a través de una serie de presidentes títeres cuando no ocupaba el cargo. La incorporación de los Rojos y los Azules en su gobierno, desarrolló una extensa red de espías e informantes para aplastar a la potencial oposición. Su gobierno emprendió una serie de grandes proyectos de infraestructura, incluyendo la electrificación de Santo Domingo, el comienzo del servicio telefónico y telegráfico, la construcción de un puente sobre el río Ozama, y ​​la realización de un ferrocarril de vía única que uniendo a Santiago y Puerto Plata, financiado por la Westendorp Co con sede en Ámsterdam.[15]

la dictadura de Lilís fue dependiente de fuertes endeudamientos de bancos europeos y estadounidenses para enriquecerse, estabilizar la deuda existente, fortalecer el sistema de soborno, pagar por el ejército, financiación para el desarrollo de infraestructura y ayudar a establecer fábricas de azúcar. Sin embargo, los precios del azúcar experimentaron un fuerte descenso en las dos últimas décadas del siglo 19. Cuando la Westendorp Co. se declaró en quiebra en 1893, se vio obligado a hipotecar las tasas aduaneras de la nación, la principal fuente de ingresos del gobierno, a una empresa financiera de Nueva York llamada San Domingo Improvement Co. (SDIC), la cual se hizo cargo de su contrato del ferrocarril y de las reclamaciones de sus tenedores de bonos europeos a cambio de dos préstamos, uno de $1.2 millones y otro de £2 millones.[16] A medida que la deuda pública crecía se hizo imposible mantener su maquinaria política, Heureaux se basó en préstamos secretos de la SDIC , plantadores de azúcar y comerciantes locales. En 1897, con su gobierno prácticamente en bancarrota, Lilís imprime cinco millones de pesos inorgánicos, conocidos como "Las papeletas de Lilís", arruinando la mayoría de los comerciantes dominicanos e inspirando una conspiración que terminó en su asesinato. En 1899, cuando Lilís fue asesinado por los comerciantes de tabaco del Cibao que habían estado pidiendo un préstamo, la deuda nacional era más de $35 millones, quince veces el presupuesto anual.[17]

Los seis años posteriores a la muerte de Lilís fueron testigo de cuatro revoluciones y cinco presidentes diferentes.[18] Los políticos del Cibao, que habían conspirado contra Heureaux-Juan Isidro Jimenes, el más rico plantador de tabaco del país, y el general Horacio Vásquez, después de haber sido nombrados presidente y vice-presidente, cayeron rápidamente debido a la división del botín entre sus partidarios en Jimenistas y Horacistas. Las tropas leales a Vásquez derrocaron a Jimenes en 1903, pero Vásquez fue depuesto por el general Jimenista Alejandro Woss y Gil, que tomó el poder por sí mismo. Los Jimenistas derrocaron su gobierno, pero su líder, Carlos Morales Languasco, se negó a devolver el poder a Jimenes, aliandose con los Horacistas, lo que conllevó a una nueva revuelta por sus aliados Jimenistas traicionados.

Con la nación al borde de la rebeldía, Francia, Alemania, Italia y los Países Bajos enviaron buques de guerra a Santo Domingo para presionar en reclamo de sus conpatriotas. Con el fin de anticiparse a la intervención militar, el presidente de estadounidense Theodore Roosevelt introdujo el Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, declarando que Estados Unidos asumiría la responsabilidad de garantizar que las naciones de América Latina cumplieran con sus obligaciones financieras. En enero de 1905, en virtud de este corolario, los Estados Unidos asumió la administración de las aduanas de la República Dominicana. Bajo los términos de este acuerdo, un Receiver General, nombrado por el presidente de los EE.UU., mantuvo el 55% del total de ingresos para pagar a los demandantes extranjeros, mientras que remitió un 45% al ​​gobierno dominicano. Después de dos años, la deuda externa del país se redujo de $40 millones a $17 millones.[19] En 1907, este acuerdo se convirtió en un tratado, transfiriéndo el control de pagos de aduana a la Bureau of Insular Affairs de los EE.UU. y concediendo un préstamo de $20 millones de un banco de Nueva York como abono para reclamaciones pendientes, haciendo que los Estados Unidos sea el único acreedor extranjero de la República Dominicana.[20]

En 1906, Morales Languasco renunció y el Horacistas y vice-presidente Ramón Cáceres se convirtió en presidente. Después de suprimir una rebelión en el noroeste por el general Jimenista Desiderio Arias, su gobierno trajo estabilidad política y crecimiento económico, con la ayuda de las nuevas inversiones estadounidenses en la industria del azúcar. Sin embargo, su asesinato en 1911, para el que Morales Languasco y Arias fueron indirectamente responsable, una vez más sumió a la república en el caos. Durante dos meses, el poder ejecutivo estaba en manos de una junta civil dominada por el jefe del ejército, el general Alfredo Victoria. El superávit de más de 4 millones de pesos dejado por Cáceres se gastó rápidamente para suprimir una serie de insurrecciones.[21] Obligó al congreso a elegir a su tío, Eladio Victoria, como presidente, pero éste pronto fue sustituido por el Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Después de cuatro meses, Nouel renunció, y fue sucedido por el Horacistas congresista José Bordas Valdez, quien aliado con Arias y los Jimenistas mantuvieron el poder. En 1913, Vásquez regresó del exilio en Puerto Rico para llevar una nueva rebelión. En junio de 1914, el presidente estadounidense Woodrow Wilson emitió un ultimátum para que las dos partes pongan fin a las hostilidades y acuerden un nuevo presidente, o los Estados Unidos impondrían uno. Después de la presidencia provisional de Ramón Báez Machado, Jimenes fue elegido en octubre, y pronto se enfrentó a las nuevas demandas, incluyendo el nombramiento de un director estadounidense de obras públicas y asesor financiero y a la creación de una nueva fuerza militar al mando de oficiales de EE.UU.. El Congreso Nacional rechazó estas demandas y comenzó el proceso de destitución contra Jimenes. Los Estados Unidos ocuparon Haití en julio de 1915, con la amenaza implícita de que la República Dominicana podría ser la próxima. El Ministro de Guerra de Jimenes, Desiderio Arias organizó un golpe de Estado en abril de 1916, proporcionando un pretexto para que los Estados Unidos ocuparan la República Dominicana.

Ocupación estadounidense

La Marina de los Estados Unidos desembarcó en Santo Domingo el 15 de mayo de 1916. Antes de su llegada, Jimenes dimitió, negándose a ser sometido por ningún extranjero. El 1 de junio, los marines ocuparon Montecristi y Puerto Plata, y, después de una breve campaña, toman la fortaleza de Santiago a principios de julio. El Congreso Nacional eligió al doctor Francisco Henríquez y Carvajal como presidente, pero en noviembre, después de que él se negó a satisfacer las demandas de EE.UU., Wilson anunció la imposición de un gobierno militar estadounidense, con el contralmirante Harry Shepard Knapp como Gobernador Militar. El gobierno militar estadounidense implementó muchas de las reformas institucionales llevadas a cabo en los Estados Unidos durante la Era Progresista (Progressive Era), incluyendo la reorganización del sistema tributario, contabilidad y administración, la expansión de la educación primaria, la creación de una fuerza de policía nacional para unificar el país , y la construcción de un sistema nacional de carreteras, incluida una carretera que uniría Santiago a Santo Domingo.

A pesar de las reformas, prácticamente todos los dominicanos resentían la pérdida de su soberanía a los extranjeros, algunos de los cuales hablaban español o que mostraban verdadera preocupación por el bienestar de la nación, y el gobierno militar, incapaz de ganar el respaldo de cualquiera de los prominentes líderes políticos dominicanos, impusó leyes estrictas y encarcelaba a los críticos de la ocupación. En 1920, las autoridades de los EE.UU. promulgó una Ley de Registro de Tierras, la cual desarticuló los terrenos comuneros y miles de campesinos desposeídos carecían de títulos formales sobre las tierras que ocupaban, mientras legalizaban títulos falsos en poder de las compañías azucareras. En el sureste, los campesinos desposeídos formaron bandas armadas, llamados gavilleros, librando una guerra de guerrillas que se prolongó hasta la duración de la ocupación, con la mayoría de los combates en Hato Mayor y El Seibo. En un momento dado, los marines enfrentaron de ocho a doce gavilleros, cada uno compuesta de varios cientos de seguidores. Los guerrilleros se beneficiaron de un conocimiento superior del terreno y el apoyo de la población local, obligando a los marines a confiar en los métodos de contrainsurgencia cada vez más brutales. Sin embargo, las rivalidades entre los diversos gavilleros a menudo los llevó a pelear unos contra otros, e incluso cooperar con las autoridades de ocupación. Además, los cismas culturales entre los campesinos y los habitantes de la ciudad les impidieron a la guerrilla cooperar con el movimiento nacionalista de la clase media urbana. En el valle de San Juan, cerca de la frontera con Haití, los seguidores de un curandero vudú llamado Liborio, resistieron a la ocupación y ayudaron a los cacos haitianos en su guerra contra los estadounidenses, hasta su muerte en 1922. El principal legado de la ocupación fue la creación de un Cuerpo Nacional de Policía, utilizado por los infantes de marina para ayudar a luchar contra las diferentes guerrillas, y más tarde el vehículo principal para el ascenso de Rafael Leónidas Trujillo.

En lo que se conoce como "la danza de los millones", con la destrucción de las producciones europeas de remolacha azucarera durante la Primera Guerra Mundial, el precio de la azúcar llegó a su nivel más alto en la historia, de 5.50 dólares en 1914 a $22.50 por libra en 1920. las exportaciones dominicanas de azúcar aumentaron de 122,642 toneladas en 1916 a 158,803 toneladas en 1920, ganando un récord de 45.3 millones de dólares.[22] Sin embargo, la producción europea de remolacha azucarera se recuperó rápidamente, lo que, junto con el crecimiento de la producción mundial de caña de azúcar, saturó el mercado mundial, haciendo que los precios cayeran en picada a sólo 2.00 dólares a finales de 1921. Esta crisis llevó a muchos de los plantadores de azúcar locales a la quiebra, lo que permitió a grandes conglomerados de EE.UU. dominar la industria azucarera. En 1926, sólo veintiún propiedades principales se mantuvieron, ocupando unos 520,000 acres (2,100 km²). De estos, doce empresas de propiedad estadounidense eran dueño de más del 81% de la superficie total.[23] Mientras que los plantadores extranjeros que habían construido la industria azucarera integrada en la sociedad dominicana, estas corporaciones expatriaron sus beneficios a los Estados Unidos. Como los precios bajaron, las plantaciones de azúcar cada vez más dependían de los trabajadores haitianos. Esto se vio facilitado por la introducción de contrato de trabajo regulado por parte del gobierno militar, el crecimiento de la producción de azúcar en el suroeste, cerca de la frontera con Haití, y una serie de huelgas llevadas a cabo por los cocolos cortadores de caña organizado por la Universal Negro Improvement Association.

En las elecciones presidenciales de 1920 en los Estados Unidos, el candidato republicano Warren Harding, criticó la ocupación y prometió una eventual retirada de los EE.UU.. Mientras que Jimenes y Vásquez solicitaban concesiones de los Estados Unidos, el colapso de los precios del azúcar desacreditó el gobierno militar y dio lugar a una nueva organización política nacionalista, la Unión Nacional Dominicana, liderado por el Dr. Henríquez y Carvajal desde el exilio en Santiago de Cuba, Cuba, el cual exigió la retirada incondicional. Formaron alianzas con los nacionalistas frustrados en Puerto Rico y Cuba, así como con los críticos de la ocupación en los propios Estados Unidos, más notablemente con The Nation y la Haiti-San Domingo Independence Society. En mayo de 1922, un abogado dominicano, Francisco Peynado, fue a Washington y negoció lo que se conoce como el Plan Hughes-Peynado. Se estipuló el establecimiento inmediato de un gobierno provisional en espera de las elecciones, la aprobación de todas las leyes promulgadas por el gobierno militar de EE.UU., y la continuación del tratado de 1907 hasta que todas las deudas externas de la República Dominicana habían sido saldadas. El 1 de octubre, Juan Bautista Vicini Burgos, el hijo de un rico inmigrante italiano plantador de azúcar , fue nombrado presidente provisional, y comenzó el proceso de retirada de los EE.UU..

1924-1966: Tercera República

Gobierno de Horacio Vásquez

La ocupación estadounidense terminó en 1924, con un gobierno elegido democráticamente bajo la presidencia de Vásquez. En un esfuerzo por conservar el poder de sus seguidores, en 1927, Vásquez extendió su mandato de cuatro a seis años. Había una base jurídica discutible para el cambio, el cual fue aprobado por el Congreso, pero su efectiva promulgación invalidaba la constitución de 1924 que Vásquez había jurado defender. La Gran Depresión redujo los precios del azúcar a menos de $1 por libra. Las elecciones estaban previstas para mayo de 1930, pero de la forma que Vásquez había extendido su periodo presidencial creó suspicacias sobre la imparcialidad de las elecciones. En febrero, fue proclamada una revolución en Santiago por un abogado llamado Rafael Estrella Ureña. Cuando el comandante de la Guardia Nacional Dominicana (la actual Policía Nacional creada bajo la ocupación), Rafael Leónidas Trujillo Molina, ordenó a sus tropas a permanecer en sus cuarteles, el enfermo y envejeciente Vásquez se vio obligado a exiliarse y a proclamar a Estrella presidente provisional. En mayo, Trujillo fue elegido con el 95% de los votos, habiendo utilizado al ejército para acosar e intimidar al personal electoral y a sus posibles opositores. Después de su toma de posesión en agosto, a petición suya, el Congreso Dominicano proclamó el comienzo de la "Era de Trujillo".

La "Era de Trujillo"

Trujillo estableció el control político absoluto con severa represión de los derechos humanos nacionales,[24] mientras que fomentaba el desarrollo económico (de la que sobre todo él y sus partidarios se beneficiaron). Trujillo utilizó su partido político, el Partido Dominicano, como un sello gomígrafo de sus decisiones. La verdadera fuente de su poder fue la Guardia Nacional, la institución más grande, mejor armada, y la más centralmente controlada que cualquier fuerza militar en la historia de la nación. Al disolver las milicias regionales, eliminar los infantes de marina (la principal fuente de potencial oposición), convirtiéndo la Guardia Nacional en un virtual monopolio del poder.[25] El régimen de Trujillo se preocupó po expandir la Guardia Nacional como una de las mayores fuerzas militares de América Latina, por 1940, el gasto militar dominicano fue del 21% del presupuesto nacional.[26] Al mismo tiempo, desarrolló un elaborado sistema de agencias de espionaje. A finales de 1950, hubo al menos siete categorías de agencias de inteligencia, espiandose una con otra, así como al pueblo. Todos los ciudadanos eran obligados a llevar tarjetas de identificación y los pases de buena conducta de la policía secreta. Obsesionado con la adulación, Trujillo promovió un culto a su extravagante personalidad. Cuando un huracán asotó Santo Domingo en 1930, matando a más de 3,000 personas, Trujillo reconstruyó la ciudad y la bautizó como "Ciudad Trujillo", además cambió el nombre de la montaña más alta del país y del Caribe, el Pico Duarte por "Pico Trujillo". Más de 1,800 estatuas de Trujillo fueron construidas, y todos los proyectos de obras públicas requerían tener una placa con la inscripción "Era de Trujillo, Benefactor de la Patria".[27]

Como las fincas azucareras se dirigieron a Haití para los trabajadores migrantes estacionarios, incrementando el asentamiento en la República Dominicana de manera permanente. El censo de 1920, llevado a cabo por el gobierno estadounidense de ocupación, dio un total de 28,258 haitianos viviendo en el país;. Para 1935 hubo 52,657.[28]

En 1937, Trujillo ordenó la masacre de 17,000 a 35,000 haitianos, alegando que los exiliados haitianos en República Dominicana estaban conspirando para derrocar su régimen. Este evento más tarde se conoció como la El Corte.[29] La masacre fue recibida con críticas internacionales. El asesinato fue el resultado de una nueva política que Trujillo llamada "dominicanización de la frontera". Los nombres de lugares a lo largo de la frontera fueron cambiados de creole y francés al español, la práctica del vudú fue declarada ilegal, Se impusieron cuotas sobre el porcentaje de trabajadores extranjeros que las empresas podían contratar, y se aprobó una ley impidía a los trabajadores haitianos permanecer en el país después de la cosecha de azúcar.

Aunque Trujillo trató de emular al Generalísimo Francisco Franco, dio la bienvenida a los refugiados republicanos españoles tras la Guerra Civil Española. Durante el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial, la República Dominicana dio asilo en muchos judíos que escapaban de Hitler que habían sido rechazados por otros países. Estas decisiones surgieron de una política de blanquismo, estrechamente relacionada con la xenofobia anti-haitiana, que trataba de agregar más blancos a la población dominicana mediante el fomento de la inmigración procedente de Europa. En el marco de la Política de buena vecindad, en 1940, el Departamento de Estado de los Estados Unidos firmó un tratado con Trujillo renunciando al control de aduanas de la nación. Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, Trujillo seguió los pasos de los Estados Unidos declararándole la guerra a las Potencias del Eje, a pesar de que había profesado abiertamente su admiración por Hitler y Mussolini. Durante la Guerra Fría, Trujillo mantuvo lazos estrechos con los Estados Unidos, declarándose a sí mismo como el "anticomunista número uno" del mundo y convertirse en el primer presidente de América Latina en firmar un Convenio de Asistencia de Mutua Defensa con los Estados Unidos.

Trujillo y su familia establecieron un cuasi monopolio sobre la economía nacional. En el momento de su muerte, había acumulado una fortuna de alrededor de $800 millones, él y su familia poseían un 50-60 por ciento de las tierras cultivables, alrededor de 700,000 acres (2,800 km²), y las empresas de propiedad de Trujillo el 80% de la actividad comercial en la capital.[30] Explotó el sentimiento nacionalista para comprar la mayoría de las plantaciones de azúcar de la nación y refinerías de las corporaciones de EE.UU.; operó un monopolio en el comercio de sal, arroz, leche, cemento, tabaco, café, y las aseguradoras; se apropió de dos grandes bancos, varios hoteles, de las instalaciones portuarias, la línea aérea y una línea de transporte marítimo; descontó el 10% de los sueldos de todos los empleados públicos (supuestamente para su partido), y recibió una porción de los ingresos de la prostitución.[31] La Segunda Guerra Mundial trajo una mayor demanda de las exportaciones dominicanas, y la década de 1940 y principios de 1950 fueron testigo de un crecimiento económico y de una expansión considerable de la infraestructura nacional. Durante este período, la capital pasó de ser sólo un centro administrativo para el centro nacional de transporte marítimo y la industria, aunque era pura "coincidencia" que por las nuevas carreteras a menudo se llevaban las plantaciones y las fábricas de Trujillo, y los nuevos puertos beneficiaban el envío de exportación de las empresas de Trujillo.[32]

La mala administración y la corrupción dieron lugar a grandes problemas económicos. A finales de la década de 1950, la economía se estaba deteriorando a causa de una combinación de exceso de gastos en un festival para celebrar el 25 aniversario del régimen, un gasto excesivo para la compra de molinos de azúcar y plantas de electricidad privadas, y una decisión de hacer una gran inversión en la producción de azúcar estatal resultó económicamente un fracaso. En 1956, los agentes de Trujillo en Nueva York mataron a Jesús Galíndez, un exiliado vasco que había trabajado para Trujillo, pero que más tarde denunció el régimen de Trujillo y lo había puesto en la opinión pública en los Estados Unidos. En agosto de 1960, la Organización de Estados Americanos (OEA) impuso sanciones diplomáticas contra la República Dominicana como resultado de la complicidad de Trujillo en un intento de asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt.

Ante el temor de que el país se podría unir en contra de Trujillo y ser sustituido por los comunistas, la CIA ayudó a un grupo de disidentes dominicanos para asesinar a Trujillo en una persecución automovilística camino a su casa de campo cerca de San Cristóbal el 30 de mayo de 1961.

Las sanciones se mantuvieron en vigor después del asesinato de Trujillo. Su hijo Ramfis asumió el control de facto, pero fue depuesto por sus dos tíos, después de una disputa sobre la posible liberalización del régimen. En noviembre de 1961, la familia Trujillo, se vio obligada a exiliarse, huyendo a Francia, y el hasta ese momento presidente títere Joaquín Balaguer asumió el poder definitivo.

Después de la "Era de Trujillo"

Ante la insistencia de los Estados Unidos, Balaguer se vio obligado a compartir el poder con un Consejo de Estado conformado por siete miembros, establecido el 1 de enero de 1962, e incluyendo moderados miembros de la oposición. Las sanciones de la OEA se levantaron el 4 de enero, y, después de un intento de golpe de Estado, Balaguer, renunció y se marchó al exilio el 16 de enero. El reorganizado Consejo de Estado, bajo la presidencia de Rafael Filiberto Bonnelly encabezó el gobierno dominicano hasta que pudieran celebrarse elecciones. Estas elecciones, en diciembre de 1962, fueron ganadas por Juan Bosch, un erudito y cuentista que había fundado el opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en el exilio, durante los años de Trujillo. Sus políticas de izquierda, incluyendo la redistribución de tierras, la nacionalización de determinada participación extranjera, y los intentos llevar a los militares bajo el control civil, irritó a los oficiales militares, la jerarquía católica, y a la clase alta, que temían "otra Cuba". En septiembre de 1963, Bosch fue derrocado por un golpe militar de derecha encabezado por el coronel Elías Wessin y Wessin y fue reemplazado por una junta militar de tres hombres. Bosch fue al exilio en Puerto Rico.

Más tarde, un triunvirato civil estableció supuestamente una dictadura de facto hasta el 16 de abril 1965, cuando la creciente insatisfacción generó otra rebelión militar el 24 de abril de 1965 que exigía la restauración de Bosch. Los insurgentes, oficiales reformistas civiles y combatientes leales a Bosch al mando del coronel Francisco Alberto Caamaño, y que se hacían llamar los constitucionalistas, efectuaron un golpe de estado, tomando el palacio nacional. Inmediatamente, las fuerzas militares conservadoras, encabezadas por Wessin y Wessin y quienes se hacían llamar leales, respondieron con ataques de tanques y bombardeos aéreos contra Santo Domingo.

El 28 de abril, los militares del ejército anti-Boschistas solicitaron la intervención militar de EE.UU. y las fuerzas de EE.UU. desembarcaron, ostensiblemente para proteger a los ciudadanos estadounidenses y evacuar a otros ciudadanos extranjeros. En lo que fue inicialmente conocido como Operation Power Pack, 23,000 tropas estadounidenses fueron enviadas a la República Dominicana.

1966-presente: Cuarta República

En junio de 1966, Balaguer, líder del Partido Reformista (que más tarde se convirtió en el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC)), fue elegido y reelegido para el cargo en mayo de 1970 y mayo de 1974, en ambas ocasiones después de que los principales partidos de oposición se retiraran a finales de la campaña por el alto grado de violencia de los grupos pro-gubernamentales. El 28 de noviembre de 1966 se creó una nueva constitución, firmada y puesto en uso. La constitución indicaba que un presidente debía ser elegido para un mandato de cuatro años. Si había una elección cerrada, habría una segunda vuelta de votación para decidir el ganador. La edad de votar era de dieciocho años, pero las personas casadas menores de dieciocho años también podían votar. Balaguer llevó a la República Dominicana a través de una profunda reestructuración económica, basada en la apertura del país a la inversión extranjera, mientras protegía las industrias de propiedad estatal y de determinados intereses privados. La mayor parte de los primeros nueve años de Balaguer en la presidencia del país experimentaron altas tasas de crecimiento (por ejemplo, una tasa media de crecimiento del PIB del 9.4 por ciento entre 1970 y 1975), mientras que la gente se refería a este suceso como el "milagro dominicano". El exterior, sobre todo la inversión de estadounidense, así como la ayuda extranjera, fluían en el país; el azúcar, para entonces, el producto principal de exportación del país, gozaba de buenos precios en el mercado internacional y el turismo creció enormemente.

Sin embargo, este excelente desempeño macroeconómico no fue acompañado por una distribución equitativa de la riqueza. Mientras un grupo de nuevos millonarios florecía durante las administraciones de Balaguer, los pobres simplemente se convirtieron en más pobres. Es más, los pobres eran generalmente el blanco de represión estatal, y sus reivindicaciones socioeconómicas fueron etiquetadas como "comunista" y tratados en consecuencia por el aparato de seguridad del Estado.[33] En las elecciones de mayo de 1978, Balaguer fue derrotado en su candidatura para un cuarto periodo consecutivo por Antonio Guzmán Fernández, del PRD. Posteriormente, Balaguer ordenó a las tropas asaltar la Junta Electoral y destruir las urnas, declarándose el mismo vencedor. El presidente estadounidense Jimmy Carter se negó a reconocer la supuesta "victoria" de Balaguer, y, frente a la negación de ayuda por parte del exterior, Balaguer tuvo que admitir la derrota. Guzmán inauguró su gobierno el 16 de agosto, teniendo el país la primera transferencia del poder pacífica de un presidente elegido libremente a otro. A finales de 1970, la expansión económica se desaceleró considerablemente a medida que los precios del azúcar se redujeron y aumentaron los precios del petróleo. Con la inflación y el desempleo creciendo, esto desencadenó una ola de emigración masiva desde la República Dominicana hacia Nueva York.

Las elecciones se celebraron de nuevo en 1982. Salvador Jorge Blanco, del Partido Revolucionario Dominicano derrotó a Bosch y el posible resurgimiento de Balaguer. Durante este periodo se produjo una serie de levantamientos sociales que dio al traste con la popularidad del PRD en el país y regresando a Balaguer al poder en 1986 donde se mantuvo en el cargo durante los próximos diez años. Las elecciones de 1990 estuvieron marcadas por la violencia y la sospecha de fraude electoral. Las elecciones de 1994 también se caracterizó por una violencia generalizada durante la campaña, a menudo dirigida a intimidar a los miembros de la oposición. Balaguer ganó en 1994, pero la mayoría de los observadores sintieron que las elecciones habían sido amañadas. Bajo la presión de los Estados Unidos, Balaguer acordó celebrar nuevas elecciones en 1996. Él mismo no iría.

En 1996, Leonel Fernández Reyna del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y pupilo de Juan Bosch obtuvo más del 51% de los votos, a través de una alianza con Balaguer. La primera gran ejecución de Fernández fue la venta de algunas empresas de propiedad estatal. Fernández fue elogiado por poner fin a décadas de aislamiento y mejorar las relaciones con otros países del Caribe, pero fue criticado por no luchar contra la corrupción o aliviar la pobreza que afectaba a un 60% de la población.

En mayo del 2000, Hipólito Mejía del centro-izquierda PRD fue elegido presidente en medio de un descontento popular por los cortes de energía y la reciente privatización del sector eléctrico. Su presidencia vio mayor inflación e inestabilidad del peso. Durante su tiempo como presidente, la unidad relativamente estable de la moneda cayó de 16 pesos dominicanos por 1 dólar estadounidense a 60 pesos por cada dólar estadounidense, dejándolo a 50 pesos por un dólar cuando salió del poder. En mayo de 2004 fue derrotado por el ex presidente Leonel Fernández en las elecciones presidenciales. Fernández estableció medidas de austeridad para desinflar el peso y sacar al país de su crisis económica, y en el primer semestre de 2006, la economía creció 11.7%, llevando el peso a descender hasta 28 pesos por cada dólar, aunque esta mejoría no duró mucho y el peso se estabilizó en 34 por cada dólar.

En las últimas tres décadas, las remesas de los dominicanos residentes en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos, se han convertido cada vez más importante para la economía. De 1990 al 2000, la población dominicana de los EE.UU. se duplicó en tamaño, de 520,121 en 1990 a 1.041,910, de dos tercios de los cuales nacieron en la República Dominicana. Más de la mitad de todos los dominico-estadounidenses viven en Nueva York, con una mayor concentración en el barrio de Washington Heights en el norte de Manhattan. Durante la última década, la República Dominicana se ha convertido en la principal fuente de inmigración hacia Nueva York, y hoy el área metropolitana de Nueva York tiene una mayor población dominicana que cualquier otra ciudad, con excepción de la propia Santo Domingo.[34] Las comunidades dominicanas también se han desarrollado en Nueva Jersey (en particular, Paterson), Miami, Boston, Filadelfia, Providence y Lawrence, Massachusetts. Además, decenas de miles de dominicanos y sus descendientes viven en Puerto Rico. Muchos dominicanos llegan a Puerto Rico ilegalmente por mar a través del Canal de la Mona, algunos para quedarse y otros para pasar a los EE.UU. (ver Inmigración dominicana a Puerto Rico). Los dominicanos residentes en el extranjero enviaron un estimado de $3 mil millones en remesas a sus familiares en el país, en el año 2006.[35] En 1997, una nueva ley que entró en vigor, permitiendo que los dominicanos residentes en el extranjero pudieran retener su ciudadanía y ejercer el voto en las elecciones presidenciales. El presidente Fernández, quien creció en Nueva York, fue el principal beneficiario de esta ley.

La República Dominicana participó en la coalición liderada por Estados Unidos en Irak, como parte de la Brigada Hispanoamericana liderada por España. Pero en 2004, el país retiró a sus aproximadamente 300 soldados de Irak.

Referencias

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  2. Jonathan Hartlyn, The Struggle for Democratic Politics in the Dominican Republic, p.24, The University of North Carolina Press, 1998
  3. Sugar Cane: Past and Present, Peter Sharpe http://www.siu.edu/~ebl/leaflets/sugar.htm
  4. Knight, Franklin, The Caribbean: The Genesis of a Fragmented Nationalism, 3rd ed. p.54 New York, Oxford University Press 1990
  5. Rough Guide to the Dominican Republic, Pg. 352
  6. Dominican Republic - THE FIRST COLONY
  7. Moya Pons, Frank Between Slavery and Free Labor: The Spanish-speaking Caribbean in the 19th Century. Baltimore; Johns Hopkins University Press 1985
  8. Terrenos comuneros arose because of "scarce population, low value of the land, the absence of officials qualified to survey the lands, and the difficulty of dividing up the ranch in such a way that each would receive a share of the grasslands, forests, streams, palm groves, and small agricultural plots that, only when combined, made possible the exploitation of the ranch." (Hoetink, The Dominican People: Notes for a Historical Sociology transl. Stephen Ault Pg. 83 (Johns Hopkins Press: Baltimore, 1982)
  9. http://lcweb2.loc.gov/cgi-bin/query/r?frd/cstdy:@field(DOCID+do0017)
  10. Frank Moya Pons, Dominican Republic: A National History Pg. 222 (Hispaniola Books: New Rochelle, N.Y., 1995)
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  13. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic Pg. 32 (Westview Press: Boulder, San Francisco, Oxford, 1995)
  14. cocolo is a corruption of the name of one of the principal islands of origin, Tortola. (Teresita Martinez-Vergne, Nation and Citizenship in the Dominican Republic Pg. 86 (University of North Carolina Press: Chapel Hill, N.C., 2005))
  15. Teresita Martínez-Vergne, Nation & Citizen in the Dominican Republic, Pg. 135
  16. Ian Bell, The Dominican Republic Pg. 86 (Westview Press: Boulder, Co., 1981)
  17. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic Pg. 50 (Westview Press: Boulder, San Francisco, Oxford, 1995)
  18. Howard Wiarda, Dominican Republic: A Nation in Transition Pg. 30 (Pall Mall Press: London, 1966)
  19. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic Pg. 53 (Westview Press: Boulder, San Francisco, Oxford, 1995)
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  21. Frank Moya-Pons, Dominican Republic: A National History Pg. 306
  22. Bruce Calder, The Impact of Intervention, Pg. 93
  23. Bruce Calder, The Impact of Intervention, Pg. 93. The largest two corporations, the South Porto Rico Company and West Indies Sugar Corporation, owned 150,000 and 100,000 acres (600 and 400 km²) respectively.
  24. Johathan Hartlyn. The Trujillo Regime in the Dominican Republic. In Sultanistic Regimes, Johns Hopkins University Press
  25. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic, Pg. 96
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  27. Eric Paul Roorda, The Dictator Next Door: The Good Neighbor Policy and the Dominican Republic, 1930-1945.-
  28. Needed but unwanted: Haitian immigrants and their descendants in the Dominican Republic, Pg. 24 (Catholic Institute For International Refugees, 2004)
  29. Jan Knippers Black, Politics and development in an unsovereign state Pg. 27
  30. Howard Wiarda The Dominican Republic: A Nation in Transition, Pg. 40-41
  31. Jared Diamond, Collapse, 'One Island, Two Peoples, Two Histories' (Penguin Books: New York and London, 2005) Pg. 337
  32. Jan Knippers Black, The Dominican Republic: politics and development in an unsovereign state.
  33. Roberto Cassa, Los doce años: Contrarevolución y desarrollismo, 2nd ed. Santo Domingo: Editora Buho 1991
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