Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936

Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936
Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936
Parte de la Guerra Civil Española
GCE frente en jul 1936.svg
Situación del país tras el golpe
Fecha 17 - 20 de julio de 1936
Lugar Se inició en Melilla, desde donde se extendió por el Protectorado español de Marruecos y luego toda España.
Conflicto Sublevación militar con apoyo de elementos civiles
Resultado Fracaso parcial de los sublevados y resistencia del gobierno legítimo y las fuerzas leales.
Consecuencias
Beligerantes
Flag of Spain 1931 1939.svg República Española
Flag of Spain 1931 1939.svg Fuerzas Sublevadas[1]
Merchant flag of Spanish Morocco.svg Marruecos español
Comandantes
Fuerzas en combate
Escudo de la Segunda República Española.svg Ejército de Tierra
• Número indeterminado
Emblema republicano Guardia Civil.svg Fuerzas del orden
• 16.400 guardias civiles
• 7.900 carabineros
• 12.000 guardias de asalto
Naval Jack of Spain.svg Armada Republicana
• 13.000 efectivos de la Armada
• 1 acorazado
• 3 cruceros
• 14 destructores
• 12 submarinos
Escudo de la Segunda República Española.svg Ejército de Tierra
• Número indeterminado
Emblema de las tropas regulares. Ejército de África
• 32.000 hombres
Emblema republicano Guardia Civil.svg Fuerzas del orden
• 15.800 guardias civiles
• 6.500 carabineros
• 5.000 guardias de asalto
Naval Jack of Spain.svg Armada Republicana sublevada
• 7.000 efectivos de la Armada
• 1 acorazado
• 4 cruceros
• 1 destructor
Bajas
Desconocidas Desconocidas
Este artículo trata sobre las circunstancias históricas y el desarrollo del pronunciamiento. Para la visión que la propaganda franquista dio de estos hechos, véase Alzamiento Nacional.

El pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 fue una sublevación militar dirigida contra el gobierno de la Segunda República Española y cuyo fracaso general condujo a la Guerra Civil Española y, derrotada la República, al establecimiento del régimen franquista, que se mantuvo en el poder en España hasta 1975.

Contenido

La situación política y social en vísperas del pronunciamiento

Desde el advenimiento de la Segunda República Española, y especialmente desde la llegada al poder de la CEDA, el clima de violencia y extremismo político se había ido incrementando, casi sin interrupción. Importantísima en este sentido fue la Revolución de 1934 y la consiguiente represión, hasta el punto que algunos autores la identifican como el inicio de la Guerra Civil.[2]

El triunfo del Frente Popular en las elecciones parlamentarias del 16 de febrero de 1936 consolidó la polarización extrema de la vida política. Inmediatamente las organizaciones revolucionarias que integraban o apoyaban dicho Frente (PSOE, UGT, PCE, CNT, POUM, etc.) se lanzaron a una campaña de movilizaciones de masas (huelgas, manifestaciones, algaradas, ocupación de tierras, quema de iglesias...) en un ambiente claramente prerrevolucionario.

Pronto surgieron o entraron en acción grupos paramilitares revolucionarios o contrarrevolucionarios que con sus tiroteos y atentados, muchas veces indiscriminados, crearon una imparable espiral de acción-reacción. Los grupos políticos en auge eran los más extremistas de cada bando: Falange Española (que se nutría de los descontentos de la CEDA y prácticamente había absorbido a su rama juvenil[3] ) y los afines a Largo Caballero (a quien significativamente empezaron a llamar El Lenin Español) dentro del PSOE.

Por su parte, la victoria del Frente Popular y el creciente clima revolucionario y violento convencieron a muchos de que la democracia había fracasado y de que la República estaba a punto de caer en manos de revolucionarios marxistas. Esto les llevó a la conclusión de que se imponían soluciones drásticas.

En la sesión parlamentaria del 16 de junio de 1936, el líder de la oposición José María Gil-Robles presentó un informe sobre los desórdenes ocurridos desde las elecciones que incluía 170 iglesias incendiadas, 251 intentos fallidos de quema de iglesias, 269 muertos y 1.287 heridos por asesinatos políticos y choques callejeros, 133 huelgas generales y 218 parciales. Aunque la exactitud de las cifras es difícilmente verificable y fueron rebatidas por diputados de Frente Popular en la mencionada sesión,[4] dan una idea de la magnitud de los problemas y del ambiente de enfrentamiento que se respiraba.

Los motivos de la rebelión

En el ambiente que reinaba en España en la primavera de 1936, las clases medias y altas temían que una oleada implacable de violencia atea y revolucionaria barriese la sociedad y la Iglesia.[5] Este temor se acrecentaba con los discursos revolucionarios de Largo Caballero y otros dirigentes extremistas y con las proclamas de la prensa izquierdista. También contribuían al pánico la prensa derechista y los beligerantes discursos de José María Gil-Robles y José Calvo Sotelo.

Los preparativos

Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar.[6] El asesinato de Calvo Sotelo convenció de la necesidad de dar el golpe de Estado a los militares que aún estaban indecisos, entre ellos y según Paul Preston, a Franco. Este golpe de Estado estaba preparado por Emilio Mola (el Director) para mediados o finales de julio desde hacía tiempo y contaba con el apoyo de la Falange y de los movimientos conservadores y católicos.

Las instrucciones de Mola estipulaban que todas las unidades implicadas en el alzamiento estuvieran ‘’dispuestas’’ el día 17 a las 5 de la tarde (el 17 a las 17 horas), para empezar el Alzamiento en Marruecos.[7] En puntos clave de la península empezaría el día 18, y en otros sitios (incluida Pamplona), el 19. La noticia de la sublevación en Marruecos sembró la confusión entre los conspiradores de la península: ¿Tenían que atenerse a la fecha planeada, o también tenían que adelantar su actuación?[8]

El detonante: los asesinatos del teniente Castillo y Calvo Sotelo

En la dinámica de venganzas y represalias de aquellos días, y con la fecha del pronunciamiento fijada para los días 10 al 20 de julio,[9] el 12 de julio muere asesinado por pistoleros de extrema derecha, carlistas para algunos historiadores, falangistas para otros,[10] el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo.

Castillo era conocido por su activismo izquierdista y por negarse a intervenir contra los manifestantes de la Revolución de 1934. Estaba acusado ser el culpable de la muerte de Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera. Además era miembro de la UMRA, instructor de las milicias de la juventud socialista[10] y número dos en una lista negra de oficiales prorrepublicanos supuestamente confeccionada por la UME y cuyo número uno, el capitán Carlos Faraudo, ya había sido asesinado.[11] El mismo día de su asesinato, en Ketama (Marruecos), varios de los golpistas celebraron el llamado juramento del Llano Amarillo, donde se perfilaron los detalles de la próxima sublevación.

A primeras horas del día siguiente, 13 de julio, un grupo de guardias de asalto salió a vengar la muerte de su compañero en la persona de algún político de derechas. Buscaron primero a Antonio Goicoechea y a Gil-Robles, pero al no encontrar a ninguno de ellos secuestran y matan a José Calvo Sotelo, miembro del parlamento y líder de Renovación Española.

La rápida condena del crimen por parte del Gobierno y el arresto inmediato de quince oficiales de la Guardia de Asalto no sirvieron para disipar las dudas y varios diputados acusaron al Gobierno de estar implicado en el crimen durante el debate parlamentario que trató del asesinato de Calvo Sotelo. En cualquier caso, para cualquier observador imparcial, era intolerable que un líder de la oposición hubiera sido asesinado por oficiales uniformados conduciendo un vehículo del Gobierno.[12] La conmoción que siguió al asesinato de Calvo Sotelo fue tremenda y convenció a muchos indecisos, incluido el mismísimo Franco, de que un pronunciamiento militar era la única salida posible. Aunque la conspiración estaba ya muy avanzada y la fecha fijada para el mes de julio, los conspiradores invocaron a posteriori el asesinato de Calvo Sotelo como prueba de que la intervención militar era necesaria para salvar al país, según unos de la anarquía y según otros de la revolución marxista.

Desarrollo: 17 al 20 de julio de 1936

Sublevación en Melilla

La sublevación militar que daría lugar a la Guerra Civil Española comenzó en Melilla. En la mañana del 17 de julio, los oficiales de Melilla comprometidos con la conspiración celebraron una reunión en el departamento de cartografía del Cuartel general. El Coronel Juan Seguí, jefe de la falange local y de la sublevación en el Marruecos oriental, comunicó a sus compañeros la hora exacta en que comenzaría la sublevación: las 5 de la mañana del día siguiente.[13] Uno de los dirigentes locales de Falange, Álvaro González, traicionó a los conspiradores e informó al dirigente local de Unión Republicana, quién se le confió al presidente de la Casa del Pueblo, quien se lo comunicó a Romerales.[14] Cuando los conspiradores volvieron a la sala de cartografía después de comer, y cuando ya se habían repartido las armas, el teniente Zaro rodeó el edificio con soldados y policías. Sorprendidos, uno de estos, el Coronel Darío Gazapo, preguntó jovialmente a Zaro ¿Qué le trae por aquí, teniente?. Tengo que registrar el edificio en busca de armas, le contestó Zaro. Gazapo telefoneó a Romerales: ¿Es cierto, mi general, que ha dado usted órdenes de que se registre el departamento cartográfico?. Sí, sí, Gazapo –contestó Romerales-, hay que hacerlo.[15] Gazapo, que era un oficial miembro de la Falange, telefoneó a una unidad de la Legión extranjera para que acudiera a auxiliarle. Ante la presencia de la Legión, Zaro vaciló y se rindió.[16] Entonces, el coronel Seguí se dirigió al despacho de Romerales, donde entró pistola en mano. En el interior del despacho se estaba produciendo un altercado entre unos oficiales de Romerales que insistían en que el general debía dimitir, y otros que querían resistir. Casares Quiroga, que había sido informado de la aviesa reunión en el departamento cartográfico, había ordenado a Romerales que detuviera a Gazapo, Seguí y todos aquellos oficiales que se mantuvieran insurrectos. Pero en una situación como aquella, ¿Quién iba a llevar a cabo una orden como aquella? Romerales permanecía indeciso.[17]

Entonces Seguí entró en el despacho y, a punta de pistola, obligó al general a rendirse. Los oficiales insurrectos declararon el estado de guerra, ocuparon todos los edificios públicos de Melilla (incluido el aeródromo) en nombre del General Franco como Comandante en Jefe de Marruecos (a pesar de que todavía se encontraba en las Canarias), cerraron la Casa del Pueblo y los centros izquierdistas, deteniendo a todos aquellos dirigentes de grupos republicanos o de izquierdas.[18] Varios enfrentamientos tuvieron lugar en los alrededores de la casa del Pueblo y en los barrios obreros, pero los trabajadores fueron cogidos por sorpresa y carecían de armas. Todos los detenidos que se habían resistido a la rebelión fueron fusilados, incluidos Romerales, el delegado del gobierno y el alcalde.[19] Al atardecer, se habían conseguido listas de miembros de sindicatos, partidos de izquierdas y logias masónicas. Todas las personas que figuraban en las listas también fueron detenidas. Cualquiera del que solamente se supiera que había votado por el Frente Popular en las elecciones de febrero estaba en peligro.[20] A partir de entonces Melilla se rigió de acuerdo por la Ley marcial. En la Base de Hidroaviones del Atalayón, a pocos Km. de Melilla, el Comandante Leret Ruiz fue uno de los pocos que logró resistir efectivamente a los sublevados. Estuvo resistiendo durante varias horas hasta que agotó la munición y él y sus pocos hombres se vieron superados ante los 2 tabores de regulares que fue enviada para suprimir su resistencia.

Esta forma de insurrección fue el modelo que se siguió en el resto de Marruecos y en España.

La sublevación se extiende por el Protectorado

Entretanto, el coronel Seguí telefoneó a los coroneles Eduardo Sáenz de Buruaga y Juan Yagüe, encargados de la organización de la conspiración en Tetuán y Ceuta, respectivamente: la primera era la capital del Marruecos español, y la segunda una importante plaza fuerte. También telegrafió a Franco (que se encontraba en Las Palmas para asistir al entierro del General Balmes), explicándole el por qué el Alzamiento en Melilla había comenzado antes de la hora convenida. Sáenz de Buruaga y Yagüe pasaron entonces a la acción, improvisando 12 horas antes de lo que estaba previsto el día 18.[21]

En Madrid, el presidente Casares Quiroga intentó localizar al general Gómez Morato, general en jefe del Ejército de África. Lo encontró en el Casino de Larache:

Casares Quiroga: General, ¿qué ocurre en Melilla?
Gómez Morato: ¿En Melilla?
C.Q.: ¿Pero no sabe usted nada?
G.M.: No, señor ministro.
C.Q.: ¡Se ha sublevado la guarnición![22]

Gómez Morato salió del casino y tomó un avión para dirigirse a Melilla, donde fue arrestado nada más bajarse. En Tetuán los coroneles Asensio, Beigbeder y Saénz de Buruaga también se habían sublevado para entonces. Este último telefoneó al Alto comisario en funciones, Álvarez Buylla que se encontraba en su residencia, y, dirigiéndose a él arrogantemente, le pidió que dimitiera.[23] Álvarez Buylla telefoneó a Casares Quiroga, quién le ordenó que resistiera a toda costa, diciéndole que la Marina y las fuerzas aéreas le proporcionarían ayuda al día siguiente. Pero el alto comisario se encontraba encerrado en su propia casa, acompañado por unos oficiales que se mantenían leales. En el exterior, la 5ª Bandera de la Legión, al mando de Antonio Castejón, estaba cavando trincheras en la plaza.[24] Poco después, el comandante De la Puente Bahamonde (primo del General Franco), telefoneaba al Alto Comisario desde el Aeródromo de Sania Ramel para decir que él y su escuadrilla aérea permanecerían leales al gobierno. Resistid, resistid, les animó Álvarez Buylla, tal como Casares le había alentado a él. Pero, lo cierto, es que para entonces, la residencia del Alto Comisario y el aeródromo de Sania Ramel eran los únicos puntos de Tetuán que no habían caído en manos de los coroneles sublevados, quienes (al igual que sus compañeros de armas de Melilla), habían aplastado toda resistencia de los grupos sindicalistas o de izquierdas y republicanos.[25]

Organización administrativa del Protectorado de Marruecos.

El Coronel Beigbeder, acudió a informar al jalifa Muley Hassan, y al gran visir de Tetuán de lo que estaba pasando, y consiguió su apoyo.[26] Muley Hassan era un títere de España desde 1925 y no tardaría en proporcionar ayuda física, en forma de voluntarios marroquíes. En Ceuta, a las 11 de la noche, Yagüe con la 2ª Bandera de la Legión se apoderó de la ciudad fácilmente, sin necesidad de disparar ni un solo tiro.[27] En Larache, la única ciudad importante que quedaba en el Marruecos español, en la costa atlántica, la sublevación se produjo a las 2 de la madrugada del 18 de julio, encontrándose con una encarnizada lucha. Murieron 2 oficiales rebeldes y 5 guardias de asalto fieles al gobierno, pero al amanecer toda la ciudad estaba en manos de los rebeldes, y todos los escasos efectivos que se habían mantenido fieles al gobierno, habían sido encarcelados, fusilados o habían huido.[28]

Para esas horas, en Tetuán, el Comandante De la Puente Bahamonde había rendido el aeródromo (no sin antes haber inutilizado los aviones de su escuadrilla) ante el cerco de los hombres de Saénz de Buruaga. Al atardecer del 18 de julio, acababa en África (concretamente en Tetuán) la última resistencia republicana.[29] La lucha en África había sido corta pero encarnizada, y dejó huella en el Ejército y en la población civil. El general en jefe del Ejército de África, Gómez Morato, estaba en la cárcel, y el comandante de la Circunscripción Oriental, Romerales, había sido fusilado (el comandante de la Circunscripción Occidental, el General Capaz, se encontraba en Madrid de permiso).[30] En la Legión Extranjera, el inspector fue destituido junto con el comandante de la 1ª Bandera, mientras que el comandante de la 2ª Bandera, Yagüe, asumió el mando general. De los 5 jefes de tropas nativas, 3 (los coroneles Asensio, Barrón y Delgado Serrano) se unieron a la sublevación; El cuarto, el coronel Caballero, fue fusilado en Ceuta por negarse a unirse al Alzamiento mientras que el quinto, Romero Bassart, se había opuesto y huyó al Marruecos francés.[31]

Franco se subleva en Canarias

Queipo de Llano se hace con Sevilla

La represión en las zona sublevadas

Finalmente, y tras varios aplazamientos, el momento fijado para el inicio de la insurrección fue la mañana del 18 de julio de 1936. Aunque Mola pensaba probablemente en las autoridades republicanas y dirigentes sindicales y políticos y no en sus compañeros de armas, era consciente de que muchos oficiales sentían escasa simpatía por el movimiento golpista y en una de sus instrucciones advertía:

"Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que el que no esté con nosotros, está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros el movimiento triunfante será inexorable".[32]

Las amenazas de Mola se cumplieron plenamente y al estallar la sublevación, ésta vino acompañada sistemáticamente de una represión feroz de la que eran víctimas todos los que oponían resistencia al golpe, incluyendo aquellos militares que optaron por mantenerse leales al poder legalmente establecido o incluso los que mostraron dudas, sin excepciones por parentesco o amistad. Se dio la trágica paradoja de que los oficiales que permanecieron leales a la legalidad republicana se enfrentaron a consejos de guerra en los que sus compañeros golpistas los juzgaban, condenaban y ejecutaban por el delito de rebelión.[33]

A pesar de la descoordinación de los golpistas en todas partes la pauta seguida fue muy similar: insurrección; detención y fusilamiento de jefes y oficiales opuestos o indecisos; adhesión de milicias falangistas y carlistas allí donde existían; control de las calles y puntos estratégicos; incursiones de castigo en los barrios obreros y asesinato de alcaldes, gobernadores civiles, autoridades republicanas y líderes obreros y políticos de izquierda.[34]

Fuerzas sublevadas

Tal como señala el general Casas de la Vega, las guerras las hacen los ejércitos que se enfrentan. En este caso y por tratarse de una guerra civil, en la Guerra de España de 1936 a 1939 intervino un solo ejército que se partió en dos y combatió consigo mismo en una de las más trágicas contiendas de la historia:

Si hemos de ver por qué se combate y cómo se combate en nuestra guerra, parece indispensable saber, primero por qué y cómo se partió el Ejército único e inicial, qué eran aquellos dos Ejércitos que se combaten , quiénes los mandaban y dónde estaban ubicadas sus unidades
Rafael Casas de la Vega, Franco, militar página 327

Situación final

Aunque no existe ninguna fecha oficial para el final de la sublevación, muchos historiadores[35] coinciden en señalar la fecha del 20 de julio de 1936 como el final de la fase de sublevación y el inicio de la guerra propiamente dicha.

En ese momento los sublevados controlaban aproximadamente un tercio del territorio que incluía la práctica totalidad de Galicia, Castilla la Vieja, León, Álava, Navarra, la mitad occidental de Aragón (incluyendo las 3 capitales provinciales), el norte de Cáceres (incluyendo la capital), Canarias (excepto La Palma), Baleares (excepto Menorca), Ceuta, Melilla y todos los territorios coloniales españoles a excepción de la Guinea Española. También estaban bajo control de los sublevados las ciudades de Oviedo, Granada, Córdoba, Cádiz y Sevilla, así como un estrecho corredor que unía a estas últimas.

Los rebeldes controlaban grandes áreas cerealísticas, pero la industria, tanto pesada como ligera, así como las grandes ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao) seguían en manos de la República.

Hubo tímidos intentos de llegar a algún compromiso, como por ejemplo una llamada telefónica de Martínez Barrio al general Mola a las dos de la madrugada del 19 de julio, pero ninguno de los bandos en conflicto estaba dispuesto a ceder, por lo que la sublevación se convirtió en una guerra civil que duró 3 años.

Consideraciones jurídicas

En un auto dictado el 16 de octubre de 2008, Baltasar Garzón introdujo el "alzamiento nacional" como nuevo objeto del procedimiento de denuncia de las desapariciones forzadas, tipificándolo como delito contra los altos organismos de la nación y la forma de gobierno, objeto competencia de la Audiencia Nacional.[36]

Cronología

Notas y referencias

  1. Los sublevados utilizaron en los primeros días diversas banderas, entre ellas la bandera oficial republicana. El presidente de la Junta de Defensa Nacional, general Cabanellas, firma un Decreto, el 29 de agosto de 1936, por el que se recupera la bandera tradicional roja y gualda. Véase La bandera en la web de Presidencia del Gobierno de España
  2. Moa Rodríguez, Pío (2004). Ediciones Áltera. ed. 1934, comienza la guerra civil: el PSOE y la Esquerra emprenden la contienda. ISBN 84-89779-59-7. 
  3. Preston, pag.169
  4. Jackson, pag. 202
  5. Preston, pag. 169
  6. Jackson, pag. 206
  7. Hugh Thomas, pág. 241
  8. Hugh Thomas, pág. 241
  9. Jackson pag. 209
  10. a b Jackson pag. 211
  11. Preston pag. 176
  12. Jackson pag. 212
  13. Hugh Thomas, pág. 239
  14. Hugh Thomas, pág. 239
  15. Hugh Thomas, pág. 240
  16. Hugh Thomas, pág. 240
  17. Hugh Thomas, pág. 240
  18. Hugh Thomas, pág. 240
  19. Hugh Thomas, pág. 240
  20. Hugh Thomas, pág. 240
  21. Hugh Thomas, pág. 241
  22. Hugh Thomas, pág. 241
  23. Hugh Thomas, pág. 240
  24. Hugh Thomas, pág. 241
  25. Hugh Thomas, pág. 241
  26. Hugh Thomas, pág. 241
  27. Hugh Thomas, pág. 241
  28. Hugh Thomas, pág. 241
  29. Hugh Thomas, pág. 248
  30. Hugh Thomas, pág. 248
  31. Hugh Thomas, pág. 249
  32. Instrucción Reservada nº5 emitida el 20 de junio de 1936. Citada en Blanco pag. 201
  33. Blanco pag. 201
  34. Juliá
  35. por ejemplo en Jackson pag. 213 ó García de Cortázar pag. 480
  36. El Tribunal Supremo imputa al juez Garzón por prevaricación | España | elmundo.es

Bibliografía

Véase también

Enlaces externos


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