- Historia de Bogotá
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La historia de Bogotá, capital de la República de Colombia, se enmarca generalmente dentro de los límites de la fundación de Santafé de Bogotá, el 6 de agosto de 1538, por Gonzalo Jiménez de Quesada, hasta la actualidad. El área, sin embargo, estuvo poblada por los muiscas desde el 800 a. C. La capital del zipazgo se encontró probablemente en las cercanías de Funza. La ciudad fue uno de los principales escenarios de la lucha por la Independencia. Gran parte de los documentos históricos de la ciudad fueron destruidos en el incendio de las Galerías Arrubla, donde actualmente se ubica el Palacio Liévano, ocurrido el 20 de mayo de 1900. El siglo XX estuvo marcado por El Bogotazo y sus consecuencias, así como por un desarrollo urbano poco regulado, con altos niveles de corrupción, con una clara tendencia hacia el norte de la Sabana. En los años 1950 se conformó el Distrito Especial.[1] En el pasado la ciudad presentó problemas de abastecimiento de agua y de alcantarillado,[2] a los que se han substituido notables dificultades de movilidad. Es la principal economía de Colombia, y la novena de América Latina. En la actualidad, su área metropolitana es la mayor del país y la octava mayor de América.[3]
Contenido
Época prehispánica
Desde el 10500 a. C., grupos humanos habitaban el altiplano cundiboyacence desarrollando actividades de caza y recolección, de lo que quedan vestigios en el sitio conocido como El Abra. Desde el 3500 a. C. ya se registran actividades hortícolas, de alfarería[4] y la domesticación del curí por grupos que aún dependían de la caza y la recolección. En el 500 a. C., ya estaba muy difundido el cultivo del maíz y la papa.
Periodo muisca
Hacia el año 800 de la era actual, los muiscas (pueblo indígena más importante de la familia chibcha) habitaban la zona, como resultado de una migración de origen chibcha, sobre cuyos orígenes se han propuesto diferentes teorías,[4] que se había mezclado con la población anterior. El territorio ocupado por la confederación muisca se extendía, en la época de su descubrimiento y de su conquista, del 4º al 6º de latitud boreal, con un largo de 45 leguas y un ancho de 13 leguas en promedio. Su superficie, por consiguiente, se aproximaba a las 600 leguas cuadradas. La región fría, de una altitud de 2.000 a 3.000 msnm, se hallaba en las cercanías de las regiones tibias limítrofes de Fusagasugá, Pacho y Cáqueza.[5]
La cultura muisca careció de escritura,[4] por lo que las historias reconstruidas por los cronistas se basan en las recopilaciones de relatos orales que se remontan a los años 1470, cuando gobernaba el zipa Saguanmachica.[6] En la cumbre de la escala de la organización social muisca se ubicaba el zipa, seguido por el estrato religioso de los chyquy, o sea los sacerdotes, a quienes los españoles llamaron jeques, y los uzaques, que eran los caciques menores. Después estaban los güechas (guerreros), seguidos por los artesanos, mercaderes, campesinos, etc. Contaban un calendario lunar de gran precisión y una compleja estructura jurídica,[6] conocida con el nombre de Código de Nemequene.[7]
Su territorio estaba poblado por cerca de dos millones de habitantes, repartidos en cinco federaciones independientes, enemigas entre sí, situadas en los actuales departamentos de Boyacá y de Cundinamarca.[8] La más fuerte entre ellas era la Bacatá, que ocupaba el 40% del territorio, cubría la sabana de Bogotá y se componía de tribus que ocupaban territorios que hoy componen el Distrito, o con los que este limita, como Simijaca, Guachetá, Ubaté, Chocontá, Nemocón, Zipaquirá, Guatavita, Suba, Ubaque, Tibacuy, Fusagasugá, Pasca, Subachoque, Cáqueza, Teusacá, Tosca, Guasca y Pacho.[8] Las restantes cuatro federaciones que conformaban el territorio muisca fueran la Hunza, que dio su nombre a la ciudad de Tunja, la capital de Boyacá; la Iraca o Sugamuxi; la Tundama, que se extendía al norte hasta el Chicamocha; y la Guanetá.[8]
Cuando llegaron los españoles, tres gobernantes independientes reinaban sobre los muiscas: el zipa en Funza, el zaque en Hunza y el jefe de Iraca, quien tenía un carácter sacerdotal como sucesor de Bochica, el civilizador.[9]
Conquista y fundación
Gonzalo Jiménez de Quesada partió de Santa Marta el 6 de abril de 1536, a la cabeza de quinientos infantes, entre ellos Gonzalo Suárez Rendón, fundador de la ciudad de Tunja, y con ochenta caballos, con el fin de explorar las montañas de las riberas del río Magdalena.[10] El primer asentamiento al que llegaron fue a Tora de las Barrancas Bermejas, actual Barrancabermeja, en donde tuvieron noticias de una civilización que les llamó la atención debido al hallazgo de vasijas con sal y mantas de algodón.[10] [11] Después de un año llegaron los conquistadores a tierras habitadas por el pueblo muisca. Solamente ciento sesenta y seis hombres y unos pocos caballos habían coronado la cumbre de los Andes colombianos; el resto de la expedición había perecido a causa de las enfermedades.
¡Tierra buena, tierra buena!
¡Tierra que pone fin a nuestra pena!
Tierra de oro, tierra bastecida,
Tierra para hacer perpetua casa,
Tierra con abundancia de comida,
Tierra de grandes pueblos, tierra rasa,
Tierra donde se ve gente vestida,
y a sus tiempos no sabe mal la brasa:
Tierra de bendición, clara y serena,
Tierra que pone fin a nuestra pena!
Juan de Castellanos
Descripción de la llegada de los españoles a la sabana de Bogotá, en Elegías de Varones Ilustres de Indias.En febrero de 1537 salieron los españoles de las inmediaciones de Vélez, y marcharon al sur, pasando por los poblados muiscas de Ubazá, Turca o Pueblohondo, Sorocotá, Moniquirá, Susa, Tinjacá y Guachetá, adonde llegaron el 12 de marzo de 1537. Luego pasaron por Lenguazaque, Cucunubá, Suesuca, Nemocón y Busongote.[12] El 5 de abril llegaron a Chía, y acamparon en los cerros de Suba, desde donde vieron numerosos bohíos y columnas de humo. Aquella sabana que divisaron desde Suba fue llamada por Quesada el Valle de los Alcázares.[11]
Dos comisiones fueron enviadas a buscar un lugar donde asentar la tropa.[10] Mientras la primera tomó rumbo hacia el occidente de Bacatá, e un principio llamada "Facatá", sede real del zipazgo, la segunda se dirigió hacia el oriente, comandada por Pedro Fernández de Valenzuela, quien encontró un caserío llamado Teusaquillo, por donde pasaba una quebrada que luego se llamaría de San Bruno, afluente del río Vicachá, llamado San Francisco por los españoles.[10]
Existen tres momentos en la fundación de Santafé de Bogotá.[11] [13] El primero sucedió cuando se creó el primer asentamiento español en la región de Bacatá, en la actual carrera Segunda con calle Trece, no lejos del Chorro de Quevedo, que posteriormente se llamó Pueblo Viejo, entonces conocido como Teusaquillo.[11] El historiador fray Pedro Pablo Villamor, escribió en 1723, refiriéndose al origen de Santafé: «Su primera fundación fue con nombre de villa y hecha en los alcázares donde estaba fundado el lugar deleitoso recreo de los Reyes de Bogotá, llamado Thybzaquillo.»
Por su parte, el 6 de agosto de 1538, Jiménez de Quesada realizó una ceremonia donde escogió el nombre y el lugar donde se desarrollaría la ciudad, proceso que se desarrolló en la Plaza de las Yerbas, actual parque Santander. La primera misa, según versión de Juan de Castellanos, fue oficiada ese mismo día por fray Domingo de las Casas.[13]
En marzo de 1539, Quesada tuvo noticias de tropas españolas provenientes de Venezuela comandadas por Nicolás de Federmán y del sur por Sebastián de Belalcázar, quienes acamparon en el Valle de los Alcázares. El recibimiento por parte de Quesada fue la organización de un festejo para los recién llegados. Este encuentro entre conquistadores fue crucial para que se llevaran a cabo las ceremonias oficiales de fundación. Así, se realizó la "fundación jurídica" el 27 de abril de 1539 junto con Nicolás Federmann y Sebastián de Belalcázar en la actual Plaza de Bolívar, designándose los lugares para la iglesia principal, la casa de gobierno, la cárcel así como los solares para los primeros vecinos.[10] Esta situación implicó una fuerte bipolaridad durante los primeros años de la ciudad, que se desarrolló en torno al eje definido por esos dos extremos.[13] Los primeros expedicionarios que llegaron a la Sabana de Bogotá no iban acompañados de ninguna mujer española. Quesada trajo los caballos, Federmann las gallinas y Belalcázar los cerdos.[14]
Por otra parte, fray Pedro Simón, en la Segunda Noticia Historial, capítulo 36, después de referir cómo fueron construidos los doce bohíos o cabañas, dice:
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«No se olvidaron los españoles de señalar solar y sitio el más principal entre los bohíos para que se edificara iglesia, y fue en la misma parte de como está ahora, porque no habiéndose mudado la ciudad de como se fundó con los doce bohíos, sino que allí mismo ha ido teniendo su extensión y crecimiento hasta el que tiene ahora, tampoco se ha mudado esa iglesia a otra parte del pueblo de como se edificó al principio, en la mejor de todo él, como hoy se ve.»
Los historiadores, casi unánimemente, afirman que las doce cabañas que fueron el génesis de la capital de Colombia, se levantaron en memoria de los doce Apóstoles. El historiador Eduardo Posada prefiere la versión que trae Juan de Castellanos, quien dice que ese número se fijó en memoria de las doce tribus de los hebreos, de las doce fuentes de Elín, por donde éstos pasaron, y de las doce piedras que sacaron del río Jordán y pusieron en la tierra de Gálgala.
Poco se conoce del desarrollo urbanístico y arquitectónico de la ciudad durante los dos primeros siglos de existencia. El plano fundacional se ha perdido, lo que ha llevado a elaborar toda suerte de hipótesis acerca de su traza original.
Época colonial
Los primeros alcaldes fueron Pedro de Arévalo y Jerónimo de Lainza; los primeros sacerdotes, el Presbítero Juan Verdejo y Vicente de Requesada, fraile agustino, y el primer escribano, Juan Rodríguez de Benavides.[15]
Por Real Cédula del rey Carlos I de España se elevó a Santafé a la categoría de ciudad el 27 de julio de 1540.[16] El Cabildo de Santafé ya había sido establecido en 1539. En 1548 el rey otorgó las armas y divisas para los estandartes, banderas, sellos y el escudo,[17] que son: águila negra, rampante y coronada, en campo de oro, con una granada abierta en cada garra y por orla algunos ramos de oro en campo azul. En 1549, por Real Cédula, fechada en Valladolid el 17 de julio, se dispuso la manera como se debía recibir en Santafé el real sello, y el 7 de abril de 1550 se estableció la Real Audiencia y la Silla Arzobispal con potestades que le dieron a la ciudad el rango de capital, en donde se centralizarían poderes administrativos, judiciales, políticos y eclesiásticos para el territorio del Nuevo Reino de Granada. Ese mismo año se fundaron la iglesia de Santo Domingo y la de San Francisco, y en 1554 la de Veracruz. El 27 de agosto de 1565 le fue otorgado a Santafé el título de muy noble y muy leal.[18]
La Plaza Mayor fue desde un principio el lugar de congregación tanto del poder civil como del eclesiástico, y epicentro de la ciudad. Era un espacio público donde se realizaban las fiestas y celebraciones santas y en el que también se instalaba el mercado público.
Por otro lado, como consecuencia del proceso de fundación y del repartimiento de ejidos (Los ejidos eran terrenos que se encontraban en la afueras de los poblados y eran repartidos por las autoridades para usos diversos) de la ciudad, la Plaza de las Yerbas, que tiempo después fue llamada Plazuela de San Francisco y finalmente Parque de Santander, fue el lugar donde se realizaron las primeras construcciones residenciales para los personajes más distinguidos. En lugar de ubicarse en la Plaza Mayor, el fundador Jiménez de Quesada tuvo su residencia en la Plaza de las Yerbas.
Las primeras órdenes religiosas que se instalaron en la ciudad, entre las que se encuentran la de San Francisco y Santo Domingo, lo hicieron en el entorno de la Plaza de las Yerbas. El Convento de Santo Domingo tuvo una corta permanencia en dicha plaza, puesto que en 1557 se trasladó a la calle real (actual Carrera Séptima), entre las calles 12 y 13 y las carreas 7° y 8°. Las obras de este convento, que era enorme, se terminaron en 1619.[10] Fue demolido para las celebraciones del 4° centenario de fundación de Bogotá, y en su lugar se construyó Edificio Murillo Toro.[10]
En 1563 los frailes dominicos crearon la primera cátedra de Gramática que hubo en Santafé, y pocos años después la de Filosofía. Fray Juan de Mendoza solicitó licencia para fundar en su convento una universidad pública con todas las concesiones y privilegios de que gozaba la Real Universidad de San Marcos de Lima, solicitud que fue apoyada por el Poder Civil.[19]
Por su parte, a mediados de 1578 se desarrolló el sector de San Victorino, cuya plaza se convirtió en el límite oeste de la ciudad hacia el occidente, lo mismo que el paso obligado de los viajeros que entraban a la ciudad, o que de ella salían con rumbo a Honda, el mayor puerto sobre el río Magdalena, que comunicada con la costa Caribe y de ahí al mundo.[10] El 11 de abril de 1553, el Papa Pío IV, a solicitud del rey Felipe II, expidió una Bula por la cual dispuso que la iglesia Catedral de Santa Marta, con su prelado fray Juan de los Barrios y Toledo, y los capitulares, el tesorero, el chantre y un canónigo, se trasladasen a Santafé, que tres años después, en diciembre de 1556, se erigió en Obispado.[20]
Siglo XVII
En este siglo llegharon a la ciudad comunidades religiosas franciscana, agustina, dominica, y jesuíta, favoreciendo la urbanización de la incipiente ciudad.[21] Así, el 10 de agosto de 1606 se abrieron las puertas del primer inmueble construido por fuera del perímetro urbano, la iglesia de San Diego, en el extremo septentrional de la ciudad.[22] Ese mismo año se inauguró la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, al que cincuenta años se agregaría en el lote contiguo al norte la pequeña capilla llamada Camarín del Carmen.[22] En 1609 se construyeron las primeras ermitas del cerro de Moserrate, entonces conocido como de Las Nieves, por ser el cerro tutelar de este barrio de la capital.[21] En 1610 los padres de la Compañía de Jesús comenzaron la construcción de la iglesia de San Ignacio, de tipo barroco, que se se terminaría en 1635,[23] año en el cual también se erigió la iglesia de San Juan de Dios en la actual calle Doce con carrera Décima.[23] En 1642 se inauguró asimismo en el costado sur de la plaza de San Francisco la primera posada o mesón de la ciudad.[21] En el área de Las Nieves, que constituía el sector más septentrional de la ciudad, se hicieron construcciones a ambos lados del camino hacia Tunja, así como en sus extramuros al norte de la quebrada Burburata, luego de San Diego, lo mismo que en la parte baja de los cerros orientales.[21]
De hecho, durante la primera mitad de este siglo fue el momento de mayor actividad constructora de la Santafé colonial, que durante este periodo se consolidó desde el punto de vista urbano.[24] En total, se desarrollaron dieciocho obras religiosas, incluidos tres colegios, y seis civiles, entre ellas cuatro puentes.[24] En este proceso, fue fundamental la mano de obra local, registrándose en 1602 ochenta y ocho indígenas en varias obras públicas, entre las que se encontraban las de construcción del Cabildo, la fuente de la Plaza Mayor, la Real Audiencia, la carnicería, el empedrado de las calles, la cárcel, el puente sobre el río San Francisco.[24] En efecto, a principios de siglo, la ciudad eliminó el monopolio sobre la mano de obra indígena, que era controlado por los encomenderos, favoreciendo el desarrollo de la ciudad.[21]
Durante este periodo se registró asimismo una importante actividad artística e intelectual, sobresaliendo los pintores Antonio Acero de la Cruz y Baltasar de Vargas, los escritores Lucas Fernández, fray Andrés de San Nicolás, Fernando Fernández y su hermano Pedro de Solís y Valenzuela, autor de El desierto prodigioso y el prodigio de desierto, que ha sido considera como la primera novela escrita en Hispanoamérica.[25]
En la segunda mitad del siglo la actividad decayó, disminuyendo el número de construcciones a trece edificios religiosos, de los cuales siete iglesias, y tres obras civiles, entre ellas dos puentes.[24] A finales de este periodo, sin embargo, la ciudad consolidó lo que sería su núcleo urbano hasta finales del siglo XIX, dividiéndose su casco urbano en tres partes definidas por el río San Francisco y la quebrada Burburata en su zona septentrional, y el río San Agustín y la quebrada San Juan en el sector meridional, definiendo las cuatro parroquias y barrios de la ciudad: La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino.[26]
Siglo XVIII
Desde el punto de vista urbano, durante la primera parte de este siglo continuó el estancamiento de la construcción, que alcanzó su punto más bajo debido a las condiciones económicas adversas.[27] De hecho, los desarrollos significativos se reducen al reemplazo del hospital de San Pedro por el de San Juan de Dios, y a la construcción de la capilla de La Peña.[27] A su vez, durante este periodo fue notable el sismo que se registró el 18 de octubre de 1743,[28] cuando la ciudad y los pueblos vecinos, que afectó a la mayoría de iglesias y casas, entre ellas las ermitas de Monserrate y de Guadalupe, cuya campana se desprendió y rodó por el costado del cerro.[29] El de 1763 acabó por su parte con la cúpula de la iglesia de San Ignacio que debió ser reconstruida.[23] [30]
Por su parte, las ideas de la Ilustración llegaron al Virreinato de Nueva Granada hacia finales del siglo XVIII, principalmente con la creación de proyectos científicos como la Expedición Botánica. También se caracterizó este período por las reformas económicas, educativas y sociales que generaron grandes tensiones en la sociedad, y que fueron desembocando en hechos como la Insurrección de los Comuneros. La Expedición Botánica, organizada por José Celestino Mutis, reunió en la capital a intelectuales como Jorge Tadeo Lozano, Francisco Antonio Zea y Francisco José de Caldas.[10] Se inició en 1783 patrocinada por el virrey Antonio Caballero y Góngora, con el fin de explorar las riquezas del Virreinato.[10] También bajo el influjo de nuevas ideas, en particular de los enciclopedistas anticlericales y librepensadores de Francia así como de las primeras logias masónicas, en toda Santafé y en particular en el sector de Las Nieves se desarrollaron círculos literarios, dirigidos por personalidades como el periodista Manuel del Socorro Rodríguez, el mismo Mutis, Manuela Sanz de Santamaría y Antonio Nariño, cuyo grupo, llamado Arcano Sublime de la Filantropía se reunía en su casa y librería de la plaza de San Francisco, tenía un talante revolucionario.[31]
Durante la segunda mitad del siglo se reflejaron las reformas que acarreó el cambio dinástico en España de los Asturias a los Borbones, pues se realizó el primer censo, se asignó una nomenclatura oficial a las calles, y se realizó una división administrativa diferente de la eclesiástica, constituyéndose en 1774 ocho cuarteles constituídos por ocho barrios.[32] Asimismo la ciudad experimentó un proceso similar al de otros centros urbanos de Latinoamérica, que consistió en un marcado incremento en la inversión pública, sobrepasando de lejos el número de construcciones civiles al de aquellas de corte religioso,[32] pues de las veintiún obras que se realizaron, dieciséis fueron seculares.[27] Entre estas obras de infraestructura destacan los puentes del Común, de Sopó y de Aranda, y los San Antonio y Bosa sobre el río Tunjuelito.[27] Es asimismo relevante la inauguración en 1777 de la Real Biblioteca Pública.[32]
En aquella época se introdujo asimismo la imprenta y con ella surgió el periodismo. El Aviso del Terremoto, impreso en la Imprenta Real dio información[32] sobre los estragos causados por el temblor que sacudió a Bogotá el 12 de julio de 1785, uno de los mayores registrados en la ciudad.[28] Entre los daños que sufrió la ciudad durante el seísmo se encuentra el desplome de la torre de la iglesia de San Francisco.[33] Se considera como la primera noticia impresa en el Virreinato. Aparecería luego el Papel Periódico de Santafé, en febrero de 1791, dirigido por Manuel del Socorro Rodríguez. Por otra parte, en 1793 se fundó el Hospital San Juan de Dios.[34]
En la segunda mitad del siglo XVIII, es relevante la construcción de la iglesia de la Orden Tercera en el costado occidental de la carrera Séptima, construida entre 1761 y 1780. Se caracterizó por el arco de medio punto que la comunicaba con la iglesia de la Veracruz, el cual dio asimismo nombre a la calle 17 sobre la que pasaba, así como a la ornamentación extensiva realizada en talla en madera de cedro y nogal, que se caracterizó por no haber sido pintado de dorado, como era usual en los otros templos de la ciudad.[35]
Por su parte, hacia 1791, se fechan los planos de los ingenieros Domingo Esquiaqui y Francisco Cabrer, que son los más antiguos de los que se dispone en la actualidad.[35] Muestran un centro urbano pequeño en extensión, con unas 150 cuadras urbanizadas, con un trazado regular y ordenado, con la plaza de Bolívar en su centro.[32] Sólo a comienzos del siglo XIX se pueden apreciar grabados y dibujos de visitantes extranjeros, cuya fidelidad es parcial.[36]
Por su parte, el censo de 1793 arrojó un total de 16.172 habitantes, en lo cuales no se incluía a los religiosos, ni a los considerados vagos y sin domicilio fijo, lo mismo que a que a los visitantes y viajeros.[31] Del total, 9.351 eran mestizos, 5.745 blancos, 585 esclavos y 491 indígenas.[31] La parroquia con mayor número de habitantes era La Catedral, pero aquellos con mayor densidad eran Las Nieves y Santa Bárbara, con casi el doble de la registrada en los sectores más acomodados del centro.[31]
Siglo XIX
El 16 de junio de 1805 se produjo un terremoto que destruyó el 25% de la ciudad. En este entonces la ciudad estaba dividida en ocho barrios, cada uno con su alcalde, así: La Catedral, del Príncipe, del Palacio, San Jorge, Las Nieves Oriental, Las Nieves Occidental, San Victorino y Santa Bárbara; con el tiempo, los dos primeros tomaron el nombre de La Candelaria. Con el tiempo la ciudad amplió su perímetro urbano debido a las olas migratorias. Por su parte, a principios de este siglo el geógrafo y naturalista alemán Alexander von Humboldt visitó Bogotá, atraído entre otras cosas pos sus instituciones culturales y científicas, entre las cuales destaca el primer observatorio astronómico de América, que había sido promovido y desarrollado por el sabio Mutis, quien dirigió la Expedición Botánica[37] y disponía de una nutrida biblioteca.[38]
Poco después descubrí una manchita blanca en mitad de los montes que veíamos al fondo; debía ser la iglesia de Monserrate, y cuando pude escudriñar mejor el terreno que se extiende al pie de ellos, distinguí por fin a Bogotá. El viajero se demora para ver la ciudad por ser ésta del mismo color sombrío de la montaña que se yergue detrás. Fuera de la fachada de un amarillo opaco de la Catedral, cuyas amplias proporciones dominan la Sabana, no se ve sino un mar de torrecillas y techos de teja...
Isaac Holton, viajero del siglo XIX. Los barrios tradicionales se mantuvieron como núcleos principales de habitación en Bogotá, pero surgieron otros como Las Aguas, Las Cruces, Egipto, La Perseverancia, San Cristóbal y Chapinero, este último como zona en la que clase alta bogotana construyó quintas de recreo para alejarse del núcleo urbano. En la construcción, la madera reemplazó a la piedra y el adobe a la tapia pisada. En 1810, Bogotá que tenía unas 200 manzanas en las que abundaban los perros, y en la que no había acueducto ni alcantarillado. El vehículo de movilización era el caballo; la biblioteca pública contaba con más de 20.000 volúmenes, muchos de ellos incunables producto del decomiso a los jesuitas.[39] A su vez, contaba entre 25.000 y 30.000 habitantes; la bañaban cuatro ríos: Fucha, San Francisco, Arzobispo y San Agustín; dos quebradas, Las Delicias y La Vieja; y los cuatro chorros de Belén, Fiscal, Botellas y Padilla. La gente de algún dinero se concentraba en la Calle Real, la única con construcciones de dos pisos.[39] En la plaza principal había una fuente con una figura que se pretendió fuera san Juan Bautista, pero que la gente llamó “el mono de la pila”, quitado años más tarde para colocar la estatua de Bolívar y llevado al hoy Museo de Arte Colonial; la unidad monetaria era el castellano de oro y el peso dividido en ocho reales. Además, había onzas, escudos y doblones. La Ley Fundamental del 17 de diciembre de 1819, denominó a la capital del nuevo país como Bogotá, eliminando el "Santafé".[10]
En 1811 comenzó la independencia de Colombia, un periodo que duraría casi una década, con combates en algunas regiones hasta 1824, siendo llamado el lapso que se extendió hasta 1816 como la Patria Boba, que estuvo marcado por la inestabilidad política y las guerras regionales y civiles. En Bogotá, el enfrentamiento armado entre el Estado de Cundinamarca y las Provincias Unidas de la Nueva Granada se reflejó en el sitio de la ciudad por parte del brigadier Antonio Baraya, líder del ejército federal, con el objeto de hacer capitular al gobierno centralista de Antonio Nariño.[40] Tras los hechos conocidos como el combate de San Victorino, la refriega se saldó con la victoria del segundo, siendo enterradas las víctimas del conflicto en el atrio de la iglesia de San Diego.[41]
A su vez, la ciudad fue escenario de la Reconquista, es decir del régimen del terror instaurado por los españoles, cuyo líder Pablo Morillo llegó a la ciudad en 1816 tras el sitio de Cartagena, organizando juicios sumarios y patíbulos para ejecutar a los independentistas, como la Huerta de Jaime, donde se elevó un obelisco en su memoria y se nombró la localidad como Los Mártires.[41] Entre las víctimas de este periodo se encuentra un buen número de los participantes de la Espedición Botánica, lo mismo que una gran cantidad de criollos cultos egresados de la Universidad del Rosario, lo mismo que algunos presidentes de la Primera República, entre los que destacan los nombres de Policarpa Salavarrieta, José María Carbonell, Mercedes Abrego, Jorge Tadeo Lozano, Camilo Torres Tenorio y Francisco José de Caldas.[41]
A mediados de la década de 1820 tuvo lugar en la ciudad una intensa actividad telúrica, registrándose el 17 de junio uno de los más fuertes de su historia, durante el cual la ciudad resultó severamente afecta.[29] [42] El día 22 ocurrió otro movimiento de menor duración, con réplicas que duraron seis meses, hasta que se registró el 16 de noviembre de 1827, uno de los de mayor intensidad registrados en Bogotá,[28] que destruyó varios inmuebles de la ciudad.[29] [42]
La ciudad se convirtió en capital de la Gran Colombia hasta 1830,[43] cuando este estado se disolvió dando inicio a los hoy estados de Ecuador, Venezuela y Colombia, pues Panamá solo se separaría en 1903. También en esta década, en 1836, se inauguró el Cementerio Central.[44] Por su parte, los desórdenes públicos registrados en Las Nieves entre mayo y junio de 1854 produjeron el 16 de abril de ese año el golpe militar de José María Melo, cuya dictadura democrático-artesanak presidieron Tomás Herrera y José de Obaldía, contra el gobierno de José María Obando.[45] Estos conjurados fueron sin embargo rechazados por los ejércitos constitucionales encabezados por los expresidentes Pedro Alcántara Herrán, Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López.[45]
Entre las construcciones arquitectónicas que se realizaron durante el siglo XIX, la más notable es tal vez la del Capitolio Nacional, proyecto de Tomás Cipriano de Mosquera que tuvo la participación del arquitecto Thomas Reed, que en 1851 diseñó asimismo el citado monumento a los Mártires en la plaza del mismo nombre, que solo se inauguró treinta años más tarde. A su vez, el 20 de julio de 1846 se erigió la estatua de Simón Bolívar en el centro de la Plaza Mayor, sustituyendo la fuente para el abastecimiento de agua –el Mono de la Pila- y convirtiéndose en el primer monumento público de la ciudad. Se construiría luego el Teatro Colón, inaugurado a finales de siglo XIX –antiguo Teatro Coliseo- que fue el centro cultural de la sociedad santafereña.
El Distrito Federal fue creado a finales del año 1861, a fin de que la ciudad fuera sede del gobierno federal. Para tal fin se le anexaron a la ciudad propiamente dicha los municipios cundinamarqueses de Engativá, Fontibón, Suba, Usme, Usaquén y Bosa, a fin de garantizar cierto orden al territorio distrital, pero fue suprimido y su territorio devuelto al entonces Estado Soberano de Cundinamarca.
En 1865 se inauguró en Bogotá el servicio de telégrafo. En 1876 el Concejo de la ciudad estableció la nomenclatura y numeración de calles y carreras cambiando los tradicionales nombres de las calles por números consecutivos.[46] Durante la existencia de los Estados Unidos de Colombia (1863 - 1886), Bogotá recibió el título de Capital Federal y sus pocos barrios fueron elevados a la categoría de cantones.
La Bogotá de 1884 era una pequeña metrópoli de aproximadamente 90.000 habitantes, algo más de 3.000 casas y unas treinta y cinco quintas. La red de distribución de agua era precaria, no utilizaba presión y sólo llegaba a unas trescientas casas. Los demás citadinos debían recurrir a los aguateros que recogían el agua de las fuentes en tinajas de barro. La iluminación dependía de una compañía de gas también con grandes deficiencias especialmente en el alumbrado público. Las calles eran barridas por los reclusos, bajo la vigilancia de soldados. El alcantarillado subterráneo era casi inexistente y las acequias y caños obstaculizaban el eventual servicio de transporte que prestaban los carruajes tirados por caballos y mulas. Tanto que, para evitar el daño de los adoquines y de las redes de acueducto, desde 1844 hasta 1877 se prohibió el tránsito de carruajes por las calles, los cuales sólo podían llegar hasta las plazas de San Diego, San Victorino, Las Cruces y San Agustín y desde allí se caminaba o se usaban carretillas para el transporte de cargas.[47]
Desde los comienzos de la República existían algunas agencias de acarreos por medio de carretas y en 1851 se estableció el transporte colectivo intermunicipal con carruajes. En 1876, el británico Henry Alford y el francés Jean Gilide crearon la "Compañía Franco-Inglesa de Carruajes Alford y Gilide" cuyos coches tirados por caballos, con capacidad para diez pasajeros, eran denominados ómnibuses y cubrían la ruta entre Bogotá y el caserío de Chapinero; esta empresa luego fue vendida a dos oriundos de Engativá, Antonio Caipa y Timoteo Tibaquirá, quienes le dieron el curioso nombre de "Compañía Franco-Inglesa de Carruajes Caipa y Tibaquirá".[48]
Décadas de 1880 y de 1890
En 1883 se inauguró en las inmediaciones de la iglesia de San Diego el parque Centenario, con el fin de conmemorar el primer centenario del nacimiento de Simón Bolívar.[49] De gran importancia urbana fue por su parte la adopción en 1886 de la nomenclatura de calles y carreras, que consistió en asignar números seriales a las vías de la ciudad, siguiendo un sistema de de coordenadas cartesianas.[50]
En 1887 se instaló el primer acueducto por tubería de hierro, dando origen a un incipiente sistema domiciliario. Se buscó frenar en parte los graves problemas de salubridad que causaban enfermedades entre los usuarios debido a la contaminación de las aguas de consumo humano a causa de los mismos desechos en los desagües. En el año de 1888 se creó la Compañía de Acueducto de Bogotá, iniciativa privada liderada por Ramón B. Jimeno. Por su parte, en 1889 se fundó la empresa Ferrocarril de la Sabana de Bogotá y se estrenó su primera línea desde San Victorino hasta Facatativá,[10] la cual, finalizando el siglo XIX, ya contaba con más de 100 km de vías férreas, permitiendo, con los empalmes, llegar a distintas zonas del país e incluso hasta el Caribe. El mismo año el empresario alemán Leo Kopp fundó la Cervecería Bavaria, una de las primeras en industrializar bienes de consumo, en el actual barrio de San Diego.[51]
En el ámbito cultural, es relevante la publicación de Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, del filólogo Rufino José Cuervo, lo mismo que el desarrollo de la obras de los poetas José Asunción Silva y Rafael Pombo, lo mismo que del pintor retratista Epifanio Garay, quienes constituyen algunas de las figuras más notables entre los intelectuales y artistas de este periodo.
En el del transporte, es de resaltar que en 1884 comenzó a operar el servicio de tranvía de mulas,[52] desde la Plaza de Bolívar hasta Chapinero, y en 1910 hizo lo propio el sistema de tranvía eléctrico, que hasta los años 1940 se extendió en múltiples líneas alrededor de la ciudad y sus cercanías. Junto con el tren, estos medios de transporte fueron los pilares de la modernización y el desarrollo de la ciudad, que en 1912 tenía una población que apenas superaba los 120.000 habitantes.[53] Gracias a la mejora en las comunicaciones por tranvía y por tren, lo mismo que debido a la dinámica desencadenada por la construcción de la iglesia de Lourdes de 1875, en estas décadas el sector de Chapinero ya se consideraba como un barrio más de la capital.[54] A su vez, entre 1888 y 1890 se construyó la cúpula de la iglesia de Santo Domingo.[55]
También en 1884 se canalizó el primer tramo del río San Francisco, entre las actuales carreras Séptima y Octava, debido en gran medida al grave estado de contaminación que presentaba cu cauce.[56]
Siglo XX
La entrada de Bogotá al siglo XX estuvo marcada por la guerra de los Mil Días, que tuvo entre sus consecuencias la separación de Panamá en 1903, lo mismo que notables cambios demográficos que favorecieron la urbanización del país. Por su parte, los 25 millones de dólares recibidos de Estados Unidos como indemnización por la pérdida de ese territorio, constituyeron unos ingresos extra que dieron lugar al periodo conocido como de la "Danza de los millones" o de la "Prosperidad al debe", que pese a la corrupción y el despilfarro, sirvió para aportar algunas soluciones a ciertos de los atrasos en infraestructura de la ciudad.[57] Paulatinamente, a principios de este periodo la ciudad accedió al contexto internacional, consolidándose como centro financiero, político, económico y demográfico del país.[58]
Por su parte, a principios del siglo XX el límite sur de de la ciudad lo constituía el barrio Las Cruces, y en sectores más occidentales lo marcaba la quebrada La Galera, que fluía por la actual calle Primera.[59] El Panóptico o cárcel departamental, que junto al convento de María Auxiliadora y la fábrica Bavaria marcaba en estos tiempos el septentrional,[60] fue asimismo lugar de reclusión para muchos presos políticos del conflicto de este periodo. Años después ese espacio se convertiría en el Museo Nacional, al norte del sector de San Diego. En 1905 esa época la ciudad se acercaba a los 100.000 habitantes, favoreciendo el desplazamiento las guerras nacionales ocurridas en este periodo, desencadenando asimismo un marcado crecimiento demográfico urbano.[61] [1]
Por otro lado, del ámbito local pero de impacto nacional fueron los hechos del 20 de mayo de 1900, cuando se incendiaron las Galerías Arrubla, pues se destruyó en la catástrofe la totalidad el Archivo Municipal de la ciudad.[62] El accidente llevó a que en ese lugar se levantara una nueva construcción en 1902, el Palacio Liévano, inaugurado en 1908 y que en la actualidad es la sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Su diseño fue del arquitecto Gastón Lelarge y se construyó por iniciativa de Indalecio Liévano.[63] El mismo arquitecto asumió en 1909 la dirección de las obras del Capitolio Nacional, donde ya habían intervenido sus colegas Thomas Reed y Mariano Santamaría, y que solo se inauguraría en 1926. En 1905 se construyó la Carretera Central del Norte,[64] y un poco después se inició la basílica del Voto Nacional en el costado occidental del parque de Los Mártires, antigua “Huerta de Jaime”, donde murieron varias figuras de la Independencia en los años 1810.
En cuanto a las condiciones geográficas y demográficas de la ciudad, el área que ocupaba el casco urbano de Bogotá en 1797 era de 203 ha, pero en 1905 superaba las 300 y en 1912 las 530.[65] Por su parte, la ciudad pasó de tener 21.394 habitantes en 1801 a 100.000 en 1905, es decir, cinco veces más.[66] Entre 1918 y 1928 los arriendos subieron en un 350%. Según los datos de 1928, los 235.702 habitantes de la ciudad requerían 29.963 casas (tomando como base una casa para ocho personas) pero solo había 17.767, lo que arrojaba un déficit de 11.969 viviendas. Esta situación propició la aparición de barrios periféricos que rápidamente modificaron el mapa de la ciudad, que muy poco había cambiado hasta iniciar el siglo XX.[67] En este contexto, se presentaron fenómenos de especulación inmobiliaria, que habrían de ser un lastre para el desarrollo de la capital.[68]
Sin embargo, el mayor problema de la ciudad durante este periodo era la ausencia de un acueducto, así como la mezcla de aguas servidas con las de consumo humano, lo mismo que con algunas fuentes de abastecimiento alimentario, pues por ejemplo el matadero de la ciudad se encontraba en la margen del río San Francisco, que funcionaba como alcantarilla.[2] En 1906 y en 1910 el porcentaje de muertes por disentería, enterocolitis, enteritis y gastroenteritis, es decir por enfermedades gastrointestinales producidas directamente por bacterias patógenas del agua llegó a ser del 16%. Las pésimas condiciones de vida de los habitantes de Bogotá también determinaron que en 1904 el porcentaje de decesos por enfermedades respiratorias correspondiese al 34% del total en 1906.[2]
Décadas de 1910 y de 1920
El año de 1910 es un hito de la historia urbana de Bogotá.[69] El Parque de la Independencia se inauguró ese año en el costado oriental de la localidad de Santa Fe con el fin de conmemorar el primer centenario de la Independencia nacional, el 20 de julio de 1810. El proyecto comprendía varias construcciones, como los quioscos de las Máquinas, el Egipcio, el de Bellas Artes, el de la Industria y el de La Luz, del arquitecto italiano Pietro Cantini, que es el único restante.[70] En el marco de las mismas celebraciones, que contaron con una notable participación de los bogotanos, se realizaron grandes desfiles militares, entre ellas la del campo La Magdalena, cerca del hipódromo.[71] Ese año y en honor al fundador de la ciudad, el español Gonzalo Jiménez de Quesada, se fundó el barrio Quesada, al norte de Santa Fe pero al occidente de Chapinero.[72]
En la primera década del siglo, en 1909, se construyó el Palacio Echeverry, también de Lelarge, en terrenos del antiguo convento de Santa Clara.[73] Durante esta década se construyó asimismo la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, diseñada por el arquitecto Julián Lombana, frente al obelisco y la plaza de Los Mártires.[74] En 1917 se creó la Sociedad de Embellecimiento y Ornato, actual Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, que tenía como fin específico la mejora del espacio público.[75] El mismo año se terminó la iglesia de Lourdes, que hasta entonces carecía de torre central,[76] y se inauguró la Estación de la Sabana, sede de la estación central del Ferrocarril de la Sabana de Bogotá, y más tarde también de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia. El edificio fue declarado monumento nacional en 1984.[77]
En cuanto a los cambios urbanos, en 1910 se construye el primer barrio al oriente la vía del ferrocarril, que sigue el mismo curso de la actual avenida Caracas, situado entre esta avenida y la carrera Diecisiete, y entre las calles Cuarenta y ocho y cincuenta y tres.[78] En términos de vías, es de destacar la construcción de la avenida Chile o calle 72 en 1919, la cual en pocos años pasó a ser una de las principales de la ciudad.[79] En el centro sobresale la canalización en los años 1920 de los ríos San Francisco y San Agustín, pasando a denominarse el primero avenida Jiménez de Quesada y el segundo calle Séptima.[80] En 1924 se inauguraron el funicular de Monserrate,[81] y el Teatro Faenza en la calle Veintidós con carrera Quinta, en la localidad de Santa Fe, el cual constituyó la primera obra de arquitectura art nouveau en Colombia y una de las más representativas de este estilo a escala suramericana.[82] En el barrio La Catedral, un año más tarde se intervino la Plaza de Bolívar según el modelo de algunas plazas en Europa, y en un lote al occidente del centro la empresa estadounidense, Casa Ulen, comenzó la construcción de un matadero que seguiría las indicaciones modernas de higiene y circulación.[83] También en 1925 se inauguró la avenida Jiménez, que fue la primera de la ciudad, con treinta metros de ancho, y que comunicaba la plaza de San Victorino con la Estación de la Sabana, la cual se convirtió pronto en el eje oriente-occidente de la ciudad, y ayudó a consolidar la preeminencia comercial de la plaza de San Victorino.[84]
Durante este periodo se desarrollaron asimismo en Chapinero toda una serie de quintas en los alrededores de la quebrada Las Delicias y otros cursos de agua, que sin embargo comenzaron ceder a una fuerte presión inmobiliaria a principios de los años 1920.[85] En los años 1910, en el extremo nororiental de la ciudad se comenzó a formar el barrio La Perseverancia en los altos de San Diego con el apoyo del señor Leo Kopp, empresario alemán fundador de la cervecería cervecería Bavaria.[86] Al sur de la ciudad, en el extremo meridional de la sabana de Bogotá, se construyó en el Salto del Tequendama el hotel del Salto, una obra de valor arquitectónico que por el deterioro ambiental del sector no cumplió sin embargo su propósito turístico.[87]
En el costado sur, la ciudad también mostró un importante crecimiento, llegando hasta el sector de Las Brisas de San Cristóbal, hacia la calle Segunda sur, donde se habían desarrollado barrios informales, apareciendo en el mapa de la ciudad de 1913 el asilo de San José, el de indigentes varones, el de ancianos, el de locas, el orfanato Jesús, María y José.[69]
Desde el punto de vista demográfico, la ciudad sufrió un crecimiento notable, pasando de 121.257 habitantes en 1912 a tener 235.421 en 1928, registrando en la década de 1920 tasas de crecimiento de cerca del 5%.[1] a su vez, entre 1905 y 1927 el espacio urbanizado se multiplicó por 3,6, presentando un desarrollo tentacular que seguía la vera de las avenidas que comenzaron a trazarse, lo que redujo la fuerte densidad que se estaba presentando.[88] Durante buena parte del siglo la ciudad se desplazó pues en un sentido lineal entre el sur y el norte, siguiendo la Carretera Central del Norte, la carrera Trece, la línea del ferrocarril, que junto a el camino a Usme serviría como trazado a la avenida Caracas.[89] [90]
Aunque el desarrollo hacia el sur marca a su vez el carácter alargado del mapa de la ciudad, ya se evidencia un desbalance de la intervención estatal con respecto al norte, pues en este sector de ubican sus dieciocho barrios obreros, hospitales, chircales y asilos, construyéndose o manteniéndose pocas vías, exceptuando los caminos a Tunjuelo, Bosa y Soacha.[89] Estos barrios se caracterizaban por sus condiciones de insalubridad, carencia de agua, excusados, alcantarillado y servicios de aseo y vigilancia, los cuales se vieron severamente golpeados por la epidemia de gripa de 1918.[91]
También de relevancia a principios de siglo fue el gran terremoto de 1917,[28] que en realidad fue un lapso de algunos días entre finales de agosto y principios de septiembre, en el cual se registraron varios temblores y sacudidas de diversa intensidad.[42] El principal movimiento se registró el 31 de agosto, día en el cual tembló cuatro veces, implicando daños en casi todas construcciones en Santa Fe y Chapinero, cuya catedral perdió la torre principal, que en su caída mató a seis mujeres.[29]
Desde el punto de vista del manejo económico, la ciudad albergó a la Misión Kemmerer, presidida por el economista Edwin Walter Kemmerer, que llegó al país en 1923 tras su paso por Filipinas, México y Guatemala, con el fin de reorganizar la gestión monetaria nacional, el Banco de la República y la Superintendencia Bancaria.[92] Pese a los empréstitos que se solicitaron aprovechando las buenas condiciones del mercado internacional, la corrupción y la rapacidad de los círculos de intereses conocidos como la "rosca" echaron al traste la oportunidad que se presentó en la década, dejando graves deudas y carencias fiscales.[93] La Crisis de 1929 tomó desprovista a la ciudad, y tuvo un serio impacto en la recolección de basuras y en el alumbrado público.[94]
Década de 1930
En la década de 1930 tuvieron lugar importantes acontecimientos para la ciudad, enmarcados en gran medida en la dinámica de la República liberal, cuyos gobiernos buscaban refundar la nación, lo que implicó mayores intervenciones del Estado.[95] Desde el punto administrativo fue notable la alcaldía de Jorge Eliécer Gaitán, que se posesionó en mayo de 1936, que insistió en la modernización y la higiene de la ciudad, comenzando por la indumentaria de los servidores públicos. Gaitán fracasó en su intento y se vio forzado por diversos sectores de la élite a renunciar un año más tarde.[96] Sin embargo, Gaitán seguiría siendo una de las figuras del liberalismo nacional, vinculándose medularmente su nombre a la historia de la ciudad apenas una década más tarde.
Entre otros, se celebró por primera vez el 1° de Mayo que contó con la asistencia de 70.000 manifestantes; se inauguró la Plaza de toros La Santamaria, el Teatro Colombia, hoy llamado Teatro Jorge Eliécer Gaitán y la Ciudad Universitaria, nueva sede de la Universidad Nacional. En 1942, sin embargo, se demolió la iglesia de Santo Domingo, constituyendo una de las mayores pérdidas patrimoniales de la ciudad.[97]
Fundada en 1867, la Universidad Nacional estaba sin embargo dispersa en diversas edificaciones, algunas de las cuales eran demasiado viejas e inadecuadas para las funciones que el Estado quería asignarle a esta entidad educativa. En efecto, el gobierno liberal del expresidente Alfonso López Pumarejo expresaba mediante las reformas que dieron lugar a la constitución de su campus el espíritu de renovación que buscaba llevar la educación a cada vez más sectores de la sociedad. Con ese fin se contrató a asesor Fritz Karsen para que trace los lineamientos conceptuales de este espacio académico, cuya planta física diseñaría el arquitecto alemán Leopoldo Rother, caracterizándose su trazado por la zonificación por sectores, y la creación de dos anillos circulares para la circulación vehicular del campus.[98] El lote se escogió por su cercanía al centro de la ciudad, lo mismo que con el fin de corregir su crecimiento urbano, pues esta zona era en realidad un gran terreno baldío perteneciente a la hacienda El Salitre, y, en fin, por su grandes proporciones, que se pensaron como reservas de terreno que en un futuro podrían garantizar el sostenimiento del centro educativo mediante la venta de lotes para granjas o urbanizaciones.
En 1932 la compañía Scadta, más tarde Avianca, construyó e inauguró en la zona occidental de Bogotá el aeródromo de Techo, que funcionó durante diecisiete años.[99] Por su parte, la ciudad inauguró su primer acueducto moderno, alimentado por las aguas del río Tunjuelo que daban a la represa de La Regadera y a la planta de tratamiento de Vitelma, iniciándose la construcción del conjunto en 1933 y terminándose en 1938, constituyendo el primer acueducto propiamente dicho con que contaba la ciudad.[100] [95] Las mejoras en este servicio tendrían importantes repercusiones, entre ellas el aumento demográfico que presentó la ciudad algunos lustros más tarde.[101] El desarrollo de esta obra exigió que se trazara una carretera para desplazar la maquinaria empleada, la cual conectó a Usme con Bogotá y favoreció el surgimiento de barrios de Santa Lucía, San Jorge, San Carlos y Tunjuelo.[95] En el centro de la ciudad, en 1933 abrió sus puertas la Biblioteca Nacional, en 1934 se inauguró el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera, en 1937 abrió sus puertas el Instituto Técnico Central La Salle E.T. situado sobre la Avenida Centenario, y un año más tarde se inauguró el teatro San Jorge, con una interesante fachada de tipo art nouveau, poco frecuente en la ciudad. En 1939 se inauguró a su vez el edificio Vengoechea en el sector de La Candelaria, y en la actualidad ubicado en el extremo noroccidental de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
De gran relevancia fue asimismo la donación en 1936 de los terrenos de la hacienda El Salitre, cuyo propietario murió sin herederos, la cual ocupaba 2.200 fanegadas al norte de los barrios Quinta Paredes y El Recuerdo, y al oriente de la finca El Campín, donde en la actualidad se encuentra el estadio El Campín.[102] En términos administrativos, el terreno cubre un sector considerable de los sectores orientales de las localidades de Teusaquillo y de Barrios Unidos.
De hecho, ya desde principios de década se había conformado el barrio Teusaquillo, situado en la zona suroriental de la localidad, que se desarrolló en la antigua hacienda Las Quintas. En términos urbanos, el sector constituyó un esfuerzo urbano y arquitectónico de gran relevancia, pues estaba compuesto por lotes amplios y regulares, con servicio públicos individuales, destinados a las clases dirigentes de la ciudad y el país, que construyeron allí casas-quinta de estilos francés, español o inglés.[103] Durante el mismo periodo se desarrollaron los barrios de Palermo, La Merced y La Magdalena, que comparten características estilísticas y urbanísticas con Teusaquillo. Del mismo periodo son por su parte el Alfonso López, El Recuerdo, la urbanización Armenia y El Campín.[104]
En 1938 se desarrolla un amplio plan de obras con el cual inicia una etapa de modernización de la ciudad, el cual se traza con motivo de los cuatrocientos años de su fundación,[105] [95] cuando se inauguró el Estadio Nemesio Camacho El Campín, con motivo también de los Juegos Bolivarianos,[106] al igual que los nuevos espacios de entretenimiento público como la Media Torta y los sótanos de la Avenida Jiménez, o instalaciones como la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, que a su vez fue uno de los factores de desarrollo de la ciudad hacia el sur.[95]
Por su parte, entre 1934 y 1939, el arquitecto austríaco Karl Brunner dirigió el recién creado[95] Departamento de Urbanismo de Bogotá, quien aportó novedosos conceptos arquitectónicos y urbanísticos, y realizó a su vez un plan regulador para el trazado de varias avenidas y barrios de la ciudad, en el cual ya se incluía la necesidad de arborizar y cuidar los cerros orientales, en los cuales intervino mediante las obras de saneamiento del Paseo Bolívar.[107] Con base en sus diseños se trazó la avenida Caracas, que propició el crecimiento de la ciudad hacia el nororiente,[108] y se siguieron algunas de sus recomendaciones, como el manejo de los cerros orientales. Otros arquitectos que participaron en este periodo en la concepción y conformación urbanística de la ciudad fueron los alemanes Leopoldo Rother y Erich Lange, el colombiano Alberto Willis y el italiano Bruno Violi, lo mismo que el estadounidense Harland Bartholomew.[109]
En esta época continuó la tendencia por la cual la mayoría de las obras e intervenciones modernizadoras se realizaron en el norte de la ciudad, como se venía haciendo desde algunas décadas atrás, con un consiguiente deterioro de sus sectores meridionales.[110] En un sentido general, la relativa modernización urbanística de Bogotá no se vio acompañada por el desarrollo de una cultura urbana moderna, en gran parte debido a la concentración de poderes y de capitales, con la frecuente ocurrencia de conflictos de interés entre lo público y lo privado.[111]
A finales de la década, en 1938, la ciudad contaba con 355.502 habitantes,[1] y presentaba una tasa de crecimiento anual del 5,5%, que es la segunda más alta registrada por la ciudad.[95]
Década de 1940
En este periodo se realizaron intervenciones urbanas de gran calado. Entre 1944 y 1946 se construyó por ejemplo la avenida de Las Américas, que recorre la ciudad de oriente a occidente. En 1945 se terminó la avenida Caracas[112] y se comenzó a construir la carrera Décima, que significó la división del centro de la ciudad, trayendo importantes repercusiones sociales y urbanas, en particular en los sectores de San Victorino y de Santa Inés.[113] [114] En 1946 se desplazó a los presos del Panóptico, que es el actual Museo Nacional, a La Picota, que hasta entonces había sido un campo agrícola experimental.[115]
De relevancia en el desarrollo del sur de la ciudad es el hallazgo en 1945, en la hacienda La María, de ricos yacimientos de grava, cuya extracción por parte de la recién fundada Central de Mezclas fue altamente rentable, debido a su cercanía a la ciudad y por la creciente demanda por parte de las constructoras.[116] Por su parte, los yacimientos de greda acarrearon la fundación de la Ladrillera Santa Fe, que también se dedicó a la explotación intensiva.[116] El impacto para el valle del río Tunjuelo, que además se había hecho urbanizable por las obras en Vitelma y Chisacá, es muy elevado.[116]
También en el sector meridional de la ciudad, en 1947 se extendió el tranvía hasta el barrio Santander de la actual localidad de San Cristóbal[117] y el mismo año se inauguró el barrio San Cristóbal, que fue el primero de la región, que tendría un poblamiento desordenado, promovido con frecuencia por urbanizadores "piratas", que aprovecharon las dificultades económicas de la población, pero también el déficit de vivienda de la ciudad[118] y sus vacíos legales y administrativos favorables a estas prácticas.[119] También los barrios San Carlos y El Carmen, situados en la actual localidad de Tunjuelito, se desarrollaron durante este periodo, presentando asimismo carencias sanitarias y de otros servicios.[120] A mediados de esta década, en 1946, la ciudad ya contaba con 500.000 habitantes.[121]
Por su parte, en 1948 se inauguró el edificio El Tiempo, sede del periódico El Tiempo, diseñado por el arquitecto Bruno Violi y situado en la esquina de la carrera Séptima con el Eje Ambiental, se inauguraron el hospital de San Carlos al sur de la ciudad,[95] y la clínica Palermo en el barrio del mismo nombre,[122] y se fundó en el barrio Las Aguas de la actual localidad de La Candelaria, la Universidad de los Andes.[123]
Antes del 9 de abril de 1948 Bogotá se preparaba para celebrar la IX Conferencia Panamericana. Con tal motivo, y al igual que lo ocurrido diez años atrás con ocasión del cuarto centenario, se realizaron varias obras urbanísticas. La construcción de la Avenida de Las Américas fue a su vez de gran importancia porque contribuyó con la expansión de la ciudad hacia el occidente. El Monumento a las Banderas, en inmediaciones del aeropuerto de Techo, fue un hito paisajístico de la época.
El Bogotazo
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, fue un momento trágico y de cambio en la sociedad colombiana, pero más aún en Bogotá. No en vano la fecha es recordada como “El Bogotazo”. El proceso político del país tomó un nuevo curso. La ciudad también experimentó cambios notables. Con los acontecimientos desatados en esa fecha, algunos edificios del centro de la ciudad fueron consumidos por incendios, como el Ministerio de Gobierno, la Nunciatura Apostólica, el Palacio Arzobispal, el Palacio de Justicia, la Gobernación y el Hotel Regina.[124] También se efectuaron intensos saqueos a locales comerciales.
El saldo dejado por este acontecimiento fue de centenares de muertos, muchos de ellos esparcidos por las calles. Algunos historiadores afirman que esos hechos marcaron el fin de la ciudad republicana y el nacimiento de la llamada ciudad moderna.[125] De cualquier modo, sus repercusiones urbanas y sociales fueron profundas y duraderas, implicando en particular el desplazamiento hacia el norte de las clases pudientes de la capital.[10] [126]
Década de 1950
En la década anterior Bogotá había continuado su fuerte crecimiento demográfico. En 1950 su población correspondía al 6,2% del total nacional, siendo que en 1928 esa proporción era de apenas el 3%.[127] Asimismo, se registró una tasa de crecimiento del 5,4% entre 1938 y 1951, contando en ese año con 715.520 habitantes,[1] y alcanzando el millón en 1956.[121] Es de destacar que en ese año se examinó la posibilidad de convertir la ciudad en un Distrito Especial, lo cual se concretaría en 1954.[1]
A principios de la década se construyó en el barrio San Diego el hotel Tequendama, en el cruce entre la carrera Décima y la avenida El Dorado, que se excavó en 1953. El hotel alcanzó a estar situado frente al parque Centenario, que fue destruido para dar paso a dicha red vial. En 1951, según su propio testimonio,[128] el entonces alcalde Fernando Mazuera Villegas eliminó el sistema de tranvía de la ciudad, privilegiándose el transporte por autobús, incluyendo la importación de una flotilla de vehículos de los Estados Unidos.[129] Otro protagonista de los cambios de esta época fue el gobierno militar del general Rojas Pinilla, quien el 13 de junio de 1955 envió desde el palacio de San Carlos en directo el primer mensaje de la televisión colombiana.[130]
Desde el punto de vista urbanístico, durante este periodo los arquitectos Le Corbusier , Paul Lester Wiener y Josep Lluís Sert realizaron un plan regulador, su Plan Piloto, para dotar a la ciudad de una carta de navegación urbanística para las próximas décadas.[131] [132] Algunos de los proyectos que se llevaron a cabo con base en aquellas directrices son el Centro Antonio Nariño, construido en 1953 y conformado por 960 apartamentos, o el Centro Administrativo Nacional, que se inició en 1956 y se finalizó en 1962, que tuvo sin embargo unas proporciones y una relevancia menor a la prevista por su diseño original.[133] Sin embargo, debido al énfasis modernizador y propagandístico de las obras ejecutadas durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, la intención del plan y la recomendación urbanística de densificar la ciudad no tuvo efecto, pues los límites trazados a la altura de la avenida Cundinamarca[10] y de la Primero de Mayo se rebasaron con la connivencia gubernamental.[134] [132]
En su expansión hacia el norte, constituye un hito el cambio de sede en 1950 del club El Country a los terrenos que actualmente ocupa entre las avenidas 127 y 134.[135] Un año más tarde, el propietario de la hacienda El Chicó y la firma Ospinas y cía. constituyen una sociedad para diseñar lo que será el barrio El Chicó, en cercanías de la calle 100.[132] A su vez, a la altura de la calle 170 ya se estaban formando durante este periodo barrios como San Cristóbal Norte, La Estrella, San Antonio y La Cita.[136] Hacia el sur, en 1953 se comienza la parcelación de la hacienda La Laguna, que dará origen a mediados de la década a los barrios de Venecia y Muzú.[137]
También a principios de la década se dieron otros desarrollos de infraestructura y se elaboraron inmuebles relevantes desde el punto de vista cultural y arquitectónico. En cuanto al abastecimiento de agua, en 1952 se inauguró la represa del Neusa y tres años más tarde se inauguró la primera etapa del acueducto de Tibitó, constituyéndose asimismo la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá.[138] También durante a principios de la década se comenzó por ejemplo a construir la Autopista del Norte, que se terminó en 1954 durante el gobierno militar de Rojas Pinilla,[139] lo mismo que la construcción de Corferias, al occidente de la ciudad.[140] Ese mismo año fue demolido el hotel Granada, del arquitecto bogotano Alberto Manrique Martín, que había sido vendido al Gobierno nacional por su compañía propietaria cinco años atrás. En su lugar se construyó a finales de la década la actual sede del Banco de la República.[141] Por su parte, en 1959 se inauguraron los puentes de la Veintiséis, con los que desapareció el parque Centenario y el de la parque de la Independencia perdió toda su zona sur.[142]
Por otro lado, en 1954 se desarrolló la urbanización Las Américas, que limita con La Soledad y con la avenida El Dorado. En 1955 se anexó a la ciudad el municipio de Usaquén,[143] que entre 1938 y 1951 había pasado de 4.617 habitantes a 11.207, viendo en los años 1950 el surgimiento de barrios de muy distinto nivel social, como los ya nombrados La Cita y San Cristóbal Norte, pero también de clase media como Cedritos o alta como Santa Ana.[144] También en 1973 se inauguró el Jardín Botánico de Bogotá, dedicado a la memoria de José Celestino Mutis.[145] En 1958 se inauguró la actual sede de la Biblioteca Luis Ángel Arango en el barrio La Candelaria. Un año más tarde abrió sus puertas el Aeropuerto Internacional El Dorado y la Avenida El Dorado, con los cuales se proyectó aún más el desarrollo hacia el occidente de la ciudad. Ese mismo año se fundó en el barrio Las Nieves de la actual localidad de Santa Fe la Universidad Jorge Tadeo Lozano.[146] Más al sur, en la zona suroriental de la Plaza de Bolívar, el viernes 7 de marzo de 1958 se inauguró el Palacio Arzobispal.[147]
En 1952 se adoptó como símbolo de la ciudad la bandera de Bogotá, conformada por una franja horizontal amarilla y otra roja.[148] En 1954, el Decreto Legislativo 3640 del 17 de diciembre del mismo año, creó el Distrito Especial o Bogotá D. E. aprobado por Rojas Pinilla, anexando a la ciudad los municipios cundinamarqueses de Bosa, Engativá, Fontibón, Suba, Usme y Usaquén,[149] así como parte de la Colonia Agrícola de Sumapaz, y a lo largo de los años siguientes nacieron las alcaldías locales, siendo la de Chapinero la primera en constituirse.[150]
Década de 1960
A principios de la década de 1960 se emprendió la urbanización Ciudad Kennedy, inicialmente denominada Ciudad Techo,[151] gracias a los créditos de la Alianza para el Progreso, programa del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, quien realizó una visita a Bogotá en 1961.[152] En 1964 y en 1967 se fundaron las alcaldías menores de Puente Aranda y de Kennedy. Los principales alcaldes de este periodo fueron Jorge Gaitán Cortés, entre 1961 y 1966, y Virgilio Barco Vargas, que gobernó entre 1966 y 1969. Ambos tuvieron una idea de la Bogotá futura, y planearon su desarrollo a cinco décadas, conscientes además del crecimiento demográfico que experimentaba la ciudad.[10]
En 1960 se terminó de construir la carrera Décima, en cuyo cruce con la avenida Jiménez se elevaba desde 1959 el edificio Banco de Bogotá. Como parte del mismo espíritu modernizador que desde décadas atrás caracterizaba las intervenciones, en 1966 se terminó de ampliar la calle diecinueve, que pasó a llamarse avenida Ciudad de Lima.[153] En Chapinero, en la carrera Trece con calle Sesenta y tres, se inauguró en 1965 el edificio de Seguros Bolívar, que fue el primer gran inmueble de oficinas particulares con que contó la ciudad.[154] Dos años más tarde, sobre la carrera Séptima a la altura del Museo Nacional se elevó el edificio Bavaria, de veintiséis pisos.[155]
Por su parte, el año de 1968 fue de relevancia para la ciudad. Se inauguró por ejemplo la actual sede del Museo del Oro, a cargo del arquitecto Germán Samper Gnecco, pero sobre fue el momento en que la ciudad se apropió de un terreno de 400 hectáreas situados al occidente de la avenida Treinta, en el cual se erigió un templete donde el papa Pablo VI dijo misa, el cual sería la piedra angular del Parque Metropolitano Simón Bolívar, que con el tiempo sería el más grande e importante de la ciudad.[156] Ese año se celebró asimismo el Congreso Eucarístico Internacional, para el cual se construyó asimismo la avenida Sesenta y ocho,[157] y se construyó la urbanización Pablo VI sobre la calle Cincuenta y tres, al occidente de Teusaquillo.[158] A su vez, en el centro de la ciudad, en 1969 abrió sus puertas el Planetario Distrital en las inmediaciones del parque de la Independencia.[159]
Desde el punto de vista social, durante esta década la ciudad mostró cambios estructurales determinados por los eventos del Bogotazo, pero también de La Violencia, que azotó en particular a las zonas rurales colombianas entre 1948 y 1953.[101] El centro de la ciudad, y en particular su zona occidental, sufrió fuertes cambios demográficos y sociales, de los cuales fue paradigmática la transformación de los barrio Santa Inés y Liévano, que pasaron de ser zonas muy prestantes de la capital a convertirse en el sector de El Cartucho.[160]
En términos demográficos, el periodo comprendido entre 1950 y 1964 fue el de mayor crecimiento en la historia de la ciudad, aumentando su población en esos tres lustros en un 6,8%,[101] para alcanzar 2'000.000 de habitantes en 1966.[121] En gran medida, el proceso se debió a las mejoras sanitarias y a la inmigración desencadenada por las citas condiciones de violencia extrema que vivió el país. De hecho, en 1964 la población nacida en Bogotá era del 48,61%, mientras que aquella que lo había hecho en otros lugares era del 51,39%.[121]
Desde el punto de vista administrativo, durante esta década grandes sectores rurales del sur de Cundinamarca, ubicados sobre todo en el páramo de Sumapaz, se integraron a Bogotá y algunos años más tarde pasarían a conformar la localidad del mismo nombre.
Por su parte, a la larga historia sismológica de la ciudad se sumó en 1966 un temblor de magnitud siete en la actual localidad de Usme, que dejó seis personas muertas, treinta heridas y doscientos inmuebles destruidos.[29]
Década de 1970
En 1972 se dividió el distrito en 16 alcaldías menores, incluyendo los municipios anexos, entre ellos Tunjuelito.[161] Nuevas alcaldías fueron los tres tradicionales sectores del centro: Santafé, Teusaquillo y Los Mártires, los Barrios Unidos del Norte, Antonio Nariño, San Cristóbal y Tunjuelito, segregada de Usme.
Durante este periodo, los niveles de informalidad en la vivienda eran enormes, pues un 38,4% de la ciudad se había desarrollado por fuera de las normas oficiales, y albergaba al 59% de la población.[162] Mientras tanto, la población de la ciudad seguía presentando un fuerte ritmo de crecimiento, en gran parte debido a la migración, de lo cual es una muestra que en 1973 la población nacida en Bogotá fuese del 49,03%, mientras que aquella nacida por fuera era del 50,97%.[121] En 1974 la ciudad alcanzó los 3'000.000 de habitantes.[121]
Desde finales de los años 1960 y durante la década de los años 1970 se desarrolló una arquitectura con influencia moderna, siendo Bogotá una de las primeras ciudades latinoamericanas en levantar rascacielos que sobrepasaban los 160 m de altura, entre los que se destacó el edificio Avianca, inaugurado en 1969 y la torre Colpatria en 1979. A finales de esta década se construyeron asimismo varias grandes torres residenciales, entre ellas las Torres del Parque, las Torres Blancas, las Torres de Fenicia y las Torres Gonzalo Jiménez de Quesada. En el mismo contexto, en 1973 se construyó el Coliseo Cubierto El Campín.
Por otra parte, en 1976 se inaugura el centro comercial Unicentro, el cual marca el desarrollo del norte de la ciudad; ese mismo año abrió sus puertas el Museo del Chicó, más tarde declarado bien de interés cultural, el cual da su nombre al barrio El Chicó, donde se encuentra. Ese mismo año, en el centro de la ciudad se inauguró el edificio del edificio del Banco Cafetero.[163] En 1977 se creó la alcaldía menor de La Candelaria y se inició el plan de recuperación del centro histórico. En 1978 se fundó el Instituto Distrital de Recreación y Deporte,[164] que tiene entre otras atribuciones la administración de los parques de la ciudad.
Con base en un plan vial que ya databa de principios de los años 1960, entre 1973 y 1976 se realiza el mejoramiento de la malla vial de la ciudad.[165] En 1978 se inauguró a su vez la Avenida Primero de Mayo, que recorre la ciudad de oriente a occidente a la altura de la calle Veintiséis Sur.
Durante esta década Bogotá presencia el nacimiento del grupo guerrillero M-19 el cual protagonizaría varios sucesos, entre ellos la toma de la embajada de la República Dominicana, el robo de armas del Cantón Norte y el de la espada de Bolívar.
Década de 1980
En 1984 es asesinado por sicarios en el norte de la ciudad el ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla. Esta acción dio inicio a la confrontación del estado contra los principales carteles del narcotráfico en el país. En 1983, debido al caos generado por las invasiones al sur, el Gobierno dispuso el plan Ciudad Bolívar y esta pasó a ser otra localidad más de la ciudad.
Desde el punto de vista urbanístico, en 1983 se inaugura la plaza de eventos del Parque Simón Bolívar. En el ámbito de la infraestructura, es por su parte importante resaltar la terminación en 1984 de la avenida Circunvalar, que intensificó la urbanización en los cerros orientales y el tráfico entre la ciudad y el municipio de La Calera, que en la actualidad es intenso.[166]
El 6 de noviembre de 1985 el M-19 llevó a cabo la toma del Palacio de Justicia. En la noche del día 13 un cráter del nevado del Ruiz entró en erupción, provocando el deshielo de una parte de este último, lo que hizo crecer el nivel de las aguas del río Lagunilla, causando la tragedia de Armero. Bogotá acogió a varios de los damnificados provenientes de esta población.
A finales de esta década y comienzos de la siguiente se registran varios atentados terroristas en Bogotá y otras ciudades del país. Varios artefactos explosivos son instalados en sectores comerciales de la ciudad, un avión e incluso en la sede central del DAS (la agencia de inteligencia de Colombia). La situación se salda con varios centenares de víctimas civiles y el recrudecimiento de la guerra contra el narcotráfico impulsada por la DEA. Esta década se cierra con la muerte del líder narcotraficante José Gonzalo Rodríguez Gacha.
En el ámbito cultural, en 1985 el Museo de Arte Moderno inauguró su sede en el centro de la ciudad en un edificio diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona. A su vez, en 1988 se fundaron el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá[167] y la Feria Internacional del Libro de Bogotá.[168] El Museo de los Niños abrió sus puertas en 1987. El mismo año comenzó a formarse en terrenos de la antigua hacienda El Salitre el sector de Ciudad Salitre, que ha sido una de las zonas de fuerte desarrollo hacia el occidente que registró la ciudad a finales de siglo.[169] A su vez, el centro comercial Bulevar Niza abrió sus puertas el 11 de diciembre de 1988.[170]
En 1989 fue asesinado en el municipio de Soacha, conurbado con la capital, el candidato a la Presidencia de la República Luis Carlos Galán Sarmiento, en un asesinato en el que se ha visto vinculado el excongresista Alberto Santofimio.[171] El mismo año fue asesinado en el aeropuerto de la ciudad el líder de izquierda José Antequera.
Década de 1990
Con la Constitución de 1991, el Distrito Especial se convirtió en Distrito Capital;[172] las zonas se elevaron a localidades, dividiéndose el distrito en veinte localidades, incluyéndose ahora la de Rafael Uribe Uribe, separada de Antonio Nariño, y la parte restante de Sumapaz.
La violencia política continuó durante esta década, y el 22 de marzo de 1990, fue asesinado en el Terminal Puente Aéreo de Bogotá Bernardo Jaramillo Ossa, quien era candidato presidencial de la Unión Patriótica. Por su parte, tras haber firmado la desmovilización del M-19, su líder Carlos Pizarro Leongómez se presentó a su vez como candidato presidencial, y también cayó asesinado dentro de un avión en Bogotá el 26 de abril de 1990.[173]
Desde el punto de vista económico, esta década representa un cambio en la tendencia que venía presentando la ciudad. Pese a ser "la más poblada, la más urbanizada, la menos pobre y, económicamente, la más dinámica",[174] su estructura mostraba a principios de la década señales de estancamiento, con un notable pérdida de vitalidad del sector terciario y con un sector industrial con un fuerte énfasis en los bienes de consumo ligero, que tienen poco efecto como factor de arrastre económico.[174] Entre otros factores, la reactivación del dinamismo durante este periodo se puede atribuir a que la apertura iniciada en la década pasada y profundizada desde 1991, favoreció más a la ciudad que a las otras regiones, reforzándose su tendencia a funcionar como puerto seco nacional.[174] Al mismo tiempo, la violencia urbana se incrementó hasta alcanzar niveles extremos, situándose en 1993 en 80 el número de homiciidios por habitante da la ciudad.[175]
A partir de esta época, la ciudad experimenta importantes cambios durante las administraciones de los alcaldes Jaime Castro Castro, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa. Se inicia la construcción del sistema de transporte TransMilenio, considerado orgullo de los bogotanos y objeto de estudio por diferentes organizaciones internacionales.
Un edificio relevante desde el punto de vista arquitectónico es el del Archivo General de la Nación de Rogelio Salmona, inaugurado en 1992.[176] En cuanto a los cambios urbanos, es de resaltar la inauguración el parque El Virrey en 1995, que desarrolló en sus alrededores una zona de bares, restaurantes y sitios de reunión.[177] También el mismo año es notable la aparición de Rock al Parque, un festival gratuito y al aire libre que ha convocado a músicos y artistas de tres continentes.[178] [179] [180]
Desde el punto de vista demográfico, es de anotar que la ciudad superó los 5'000.000 de habitantes en 1993.[121]
Siglo XXI
En el año 2000 Antanas Mockus es elegido para un nuevo periodo al frente de la ciudad. En 2001 el Estadio Nemesio Camacho El Campín albergó la final de la Copa América 2001, en la cual la Selección de fútbol de Colombia se coronó campeona venciendo a la de México por un gol a cero.[181] También en el año 2000 abrió sus puertas el Museo Botero en la localidad de La Candelaria, en la manzana sur de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y se comenzó a correr la Media Maratón de Bogotá.[182]
En 2003 Luis Eduardo Garzón gana las elecciones para el periodo 2004-2007 y forma la primera administración de tendencia cercana a la socialista que ha conocido la ciudad en toda su historia. El 7 de febrero se registra el atentado al Club El Nogal, con un saldo de 36 personas muertas y más de 200 heridas.[183] También en ese año se inauguró el Archivo de Bogotá, el cual es un centro de documentación histórica y de información urbana en el distrito capital.[184]
El 28 de abril de 2004, 23 personas, entre ellas 21 estudiantes del Colegio Agustiniano Norte, fallecen debido a un accidente en la Avenida Suba durante la construcción de la Fase II del sistema TransMilenio. El mismo año y con motivo de los Juegos Nacionales, de los que la ciudad fue sede, se inauguró el Complejo Acuático Simón Bolívar.
En 2007 la UNESCO proclamó a Bogotá la Capital Mundial del Libro del año.[185] Durante esta década se desarrollaron e inauguraron otras obras de infraestructura cultural en el centro de la ciudad, con las cuales se conformó la red de biblotecas BibloRed, que se ve complementada con biblotecas locales y de barrio.[186] En 2000 se terminó la Biblioteca El Tunal, en el Parque Metropolitano El Tunal al suroriente de la ciudad. Un año más tarde, en 2001 abrió sus puertas la Biblioteca Virgilio Barco en el parque Simón Bolívar. Un año más tarde se inauguró el Parque Tercer Milenio en los antiguos terrenos de El Cartucho en el barrio Santa Inés. También en 2002 abrió su puertas la Biblioteca El Tintal[187] del arquitecto Daniel Bermúdez. Ese mismo años se terminaron las obras del Eje Ambiental, de los arquitectos Luis Kopec y Rogelio Salmona, de quien también es el Centro Cultural Gabriel García Márquez, inaugurado en 2003 en la localidad de La Candelaria.
Durante este periodo también se construyó el Parque El Renacimiento, y se remodelaron el Museo del Oro, el Museo Nacional de Colombia y el Museo del 20 de julio.
Década de 2010
Samuel Moreno Rojas se posesionó como alcalde de la ciudad en 2009, tras haber planteado en su campaña la necesidad de construir una línea de metro. Por una decisión de la Procuraduría General de la Nación, Moreno Rojas fue suspendido de su cargo por tres meses a partir del 3 de mayo de 2011, en el marco del escándalo de la contratación de la fase III de TransMilenio.[188] Fue reemplazado por Clara López Obregón, quien administró los últimos seis meses de su mandato.
En 2010 se perpetró el atentado al edificio de Caracol Radio, en la sede de esa emisora en la carrera Séptima con la calle Sesenta y siete.[189] A principios de la décadada también se inauguró la Biblioteca Julio Mario Santodomingo, que junto a los otros centros abiertos en la ciudad conforma su red de bibliotecas.[186]
En 2011, la ciudad fue una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 de 2011, que se disputó entre 29 de julio y el 20 de agosto en varios estadios colombianos.[190] La final se jugó en el estadio Nemesio Camacho El Campín y coronó campeona a la selección de fútbol de Brasil.[191] El 30 de octubre fue elegido alcalde de la ciudad Gustavo Petro, cuyo mandato comienza el 1 de enero de 2012.[192]
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- Museo de Bogotá
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Historia de Bogotá. Commons
- Alcaldía Mayor de Bogotá
- Fotos antiguas de Bogotá, años cuarenta
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